#HermanaSoltáLaPanza

#HermanaSoltáLaPanza

Una campaña de Mujeres Que No Fueron Tapa para reecontrarse con los cuerpos reales en oposición a los cuerpos-imágenes de las revistas.

 

Desde hace cuatro años Mujeres Que No Fueron Tapa (MQNFT) usa el hashtag #HermanaSoltáLaPanza buscando conversar sobre los cuerpos que no aparecen en las revistas. “Las mujeres no nos vemos”, dice Lala Pasquinelli, activista, artista y creadora de MQNFT, que hoy tiene sus redes colapsadas de imágenes  e historias que les mandan. Pasquinelli aseguró a ANCCOM que “hay algo que se relaja cuando te das cuenta de que no sos una falla del sistema, si no que lo que está fallando es el sistema. Eso es una de las cosas que a mí más me emociona de la campaña, que las mujeres puedan empezar a hacer estos gestos que nos permiten liberarnos y registrar esa pequeña libertad que ganamos y expandirlo a otros territorios de nuestra vida.” 

Las mujeres se encontraron con las altas temperaturas de calor y con la incomodidad que eso genera para aquellas que no se reconocen en los cuerpos de otras y se sienten diferentes. MQNFT desde sus redes sociales las invitó a mostrarse en historias, en posteos y por mensajes privados: “Manden la foto de su panza y la relación que construyeron con ella”. El mensaje era claro pero la tarea era muy difícil para la mayoría. Algunas todavía no se animan, pero hubo otras, más de dos mil, que enviaron su foto y su historia. Muchas se reconocieron en la imagen que veían y más aún con las vivencias que se contaban en primera persona: “No sabía que existían panzas como la mía”. 

La campaña siguió creciendo, se difundió cada vez más, las redes sociales se llenaron de cuerpos totalmente distintos a aquellos que se ven en las publicidades, en las situaciones de consumo que se supone llevan a la felicidad y en los espacios de disfrute. Con el paso de los días llegaron los resultados: “Me compré un top para ir al gimnasio”, “Me fui a comprar unas calzas cortas porque me moría de calor y nunca me había animado. Muchas gracias”, “Me saqué una foto de cuerpo entero alzando a mi hija por primera vez en un cumpleaños y ni siquiera tenía una faja puesta”. Los mensajes llegan a montones, con ellos más visibilidad, mayor conversación y la posibilidad de ganarle un poquito a la opresión del mundo en que vivimos. 

“En el único lugar que podíamos encontrar estos cuerpos era en fotos de antes y después de los tratamientos de estética o para adelgazar. Estos cuerpos siempre aparecen como el antes, como lo errado, lo fallado. Las fotos me dieron mucha alegría en general, pero  las que tenían cara de disfrute de revancha me rompían la cabeza” cuenta Pasquinelli, emocionada por cómo rinde frutos todo el esfuerzo en deconstruir esa idea de que solo algunos cuerpos pueden acceder a los espacios de disfrute. “Lo que queríamos -continúa- era hackear esa hegemonía visual de esos cuerpos tan reducidos, delgados, de pieles blancas. Todo es juventud. La imagen de la felicidad es esa, estos cuerpos van a aparecer en lugares, en los escenarios donde suceden cosas hermosas, en las situaciones de amor y afectividad se ven esos cuerpos”.  

Hace unos años, en una charla TED, Pasquinelli contaba que en algún momento de nuestra vida nos dimos cuenta que no nos parecemos a las mujeres que vemos en las revistas, la televisión y en los diarios. Estas mujeres que estamos acostumbradas a ver no solo se acercan al modelo sino que además están photoshopeadas, porque ni siquiera ellas encajan. Entonces, empezamos a editar nuestro cuerpo y a mutilarlo para que sea lo más parecido a aquello que nos mostraron como lo normal. La artista asegura: “Nos siembra esta vergüenza que nos impide ser, aparecer, mostrar lo que tenemos para mostrar, existir, decir lo que pensamos porque siempre la mirada está puesta en lo que van a decir. Esta vergüenza estructural con la que convivimos las mujeres en relación a nuestro cuerpo nos impide todo esto y además nos quita en términos de disfrute, goce, amor, cariño y de poder recibir afecto. Son consecuencias muy dañinas para nosotras”.

La mayoría de las chicas que mandan su historia cuentan que siempre metieron la panza, desde muy pequeñas, lo que hizo que lo naturalizaran. Las mujeres del entorno cercano suelen ser las que más presión ponen y las que educan en esto, pero Pasquinelli dice que también se hace por imitación y por las imágenes. Sobre las panzas y por qué no otras partes del cuerpo ella asegura: “Ya ni siquiera se nos exige panza chata, si no tener las costillas prominentes y una cavidad…un agujero donde antes estaba el abdomen, el abdomen tiene que estar hundido.” Y agrega sobre el objetivo de la campaña: “Volver a esta idea de que todos los cuerpos son válidos y que esta construcción del ideal de belleza nos violenta y también preguntarnos qué cosas nos roba. Nos saca el tiempo, la voz, la plata, y la posibilidad de ocupar los espacios.”

“Me sentí super cómoda, fue algo divertido que disfruté hacer y lo siento un pasito más a nivel personal, para amarme y aceptarme más”.

La responsabilidad de mostrar otros cuerpos también es parte de los fotógrafos. Por eso, ANCCOM decidió unirse a la campaña de #SoltarLaPanza. Mili, una de las modelos, después de las fotos, con mucha dulzura le contó a su fotógrafa: “Me sentí super cómoda, fue algo divertido que disfruté hacer y lo siento un pasito más a nivel personal, para amarme y aceptarme más”.

La activista, que sigue luchando desde sus redes para cambiar el mundo, para que todas puedan encontrarse, añadió que “la idea es que podamos conquistar ese territorio de libertad y de goce con nuestro cuerpo sabiendo que es algo que va y viene y que las opresiones son constantes. Los discursos que oprimen nuestros cuerpos son permanentes, entonces un día nos sentimos mejor, otro peor. Es inherente a la condición humana y a vivir en esta sociedad. Pero poder conseguir por primera vez esa libertad para mí tiene una potencia infinita.” 

Una mujer que le pone la tapa al sistema

Una mujer que le pone la tapa al sistema

“Me interesa hablar de la industria de la moda como disciplinadora de cuerpos y subjetividades”, dice Pasquinelli.

¿Cómo son las mujeres que muestran las revistas? ¿Y las que no muestran? ¿Por qué todo cambia, pero los juguetes para niños y niñas son siempre iguales? Todas estas fueron las preguntas que impulsaron la creación de Mujeres que no fueron tapa, un proyecto de artivismo que busca visibilizar y desnaturalizar los estereotipos reproducidos por los medios masivos de comunicación. “Me interesa hablar de la industria de la moda como disciplinadora de cuerpos y subjetividades”, denuncia su fundadora, Lala Pasquinelli.

Si bien todo comenzó con un pequeño proyecto personal de arte, Pasquinelli siempre tuvo una inquietud respecto de los estándares de belleza y los medios de comunicación. La artista visual, que hoy suma más de 100 mil seguidores en su cuenta de Instagram @mujeresquenofuerontapa, encontró en las revistas una herramienta para analizar cómo la sociedad impone un modelo de mujer. “Las tapas repiten la misma imagen una y otra vez: todas híper jóvenes, delgadas, rubias, blancas y desvitalizadas”, explica. Además, hace hincapié en el papel que esto cumple para el sostenimiento del sistema actual. “Estos casos no pueden pensarse como espasmos aislados; la diferenciación entre los géneros y el binarismo son necesarios para el capitalismo, y la variable económica es fundamental”, agrega.

A partir de la creación de Mujeres que no fueron tapa, se propuso estudiar los mecanismos que se ponen en juego en las formas y los discursos mediáticos. Dentro de ese repertorio, destaca un proceso de “sutilización” y una manipulación que apela a nuestra necesidad de amor y aceptación. “Ya no hace falta que nos quemen en la hoguera; ahora nos bombardean con tratamientos de belleza a los que estamos obligadas a someternos para no ser rechazadas”, esclarece.

La pregunta que Pasquinelli encontró como disparador para romper los condicionamientos externos fue: «¿Cuándo a vos te encanta ser vos?»

Con distintas campañas, charlas y talleres, Pasquinelli busca ir en contra de esas tendencias. Así surgió la #RebeliónDeLasF.E.A.S. (Fuertes en Acción Sorora), un hashtag en Instagram a través del cual lanza preguntas para que las mujeres compartan sus experiencias personales de forma anónima. Estas consignas, que abarcan temas como “¿cuál fue la primera vez que te dijeron que tenías que hacer dieta y quién fue?”, o “¿a qué edad empezaste a sentir vergüenza por tener pelos en alguna parte del cuerpo?”, aspiran a desnaturalizar colectivamente imposiciones sociales. “Yo no tenía idea de que las respuestas iban a ser tan homogéneas. Ahí entendimos qué significa que lo personal es político”, reflexiona.

Más allá de las redes, otro punto fuerte de Mujeres que no fueron tapa es el Festival de Hackeo de Revistas y Estereotipos, una propuesta pedagógica que acerca esta temática a secundarias de toda la Argentina. “Nunca había pensado en algo para niñes y adolescentes, pero se me abrió un mundo hermoso. Es súper emocionante lo que pasa ahí. Ya ir a la escuela a hablar de emociones es disruptivo de por sí”, sostiene. La acción tiene dos partes: primero, propone un análisis de los modelos reproducidos por los medios de comunicación y, luego, intenta ‘hackear’ lo que esto va sembrando en los jóvenes. La pregunta que Pasquinelli encontró como disparador para romper los condicionamientos externos fue: «¿Cuándo a vos te encanta ser vos?»

Todas estas actividades se basan en la convicción que la construcción colectiva es el camino para poder generar nuevas conversaciones. “No creemos en la figura del héroe solitario”, declara la artista. Uno de sus objetivos es justamente fomentar la organización y la politización de todas las prácticas y encuentros. “Los ‘90 dejaron un estigma detrás de la idea de la política que prendió en toda América Latina, y esa descreencia es lo que nos vence”, añade.

“En cualquier momento me empiezo a reivindicar no-feminista. Porque hoy parece que todo es feminismo, y si todo es feminismo, nada lo es”, opina Pasquinelli.

A pesar de que su plataforma es fuertemente digital, Pasquinelli tiene una mirada muy crítica respecto de Internet. Como llamamiento a las audiencias, pide que “no tengan más Netflix, por favor”, y admite que las publicidades de multinacionales que cooptan y replican el mensaje feminista la ponen nerviosa. “En cualquier momento me empiezo a reivindicar no-feminista. Porque hoy parece que todo es feminismo, y si todo es feminismo, nada lo es”, opina.

Para la artista, las redes sociales llegaron al mundo para potenciar el disciplinamiento social. “Nunca en la historia de la humanidad un medio pudo llegar a tanta cantidad de personas, tan fácilmente y al mismo tiempo”, remarca. En este sentido, sostiene que los algoritmos nos están llevando hacia un condicionamiento prácticamente total. “El sistema funciona porque nos sigue haciendo creer que lo que deseamos, lo deseamos nosotros. Yo estoy mirando esto todo el día, y lo que veo me da miedo”, cierra.