El Gobierno cierra la única tecnicatura de periodismo deportivo gratuita de la Ciudad

El Gobierno cierra la única tecnicatura de periodismo deportivo gratuita de la Ciudad

El Ministerio de Educación de la Nación anunció, a través de un comunicado, que no financiará más la Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo, una extensión de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, que se dicta en el edificio Casa de la Militancia de H.I.J.O.S., en el Espacio Memoria y Derechos Humanos  (ex ESMA).

La Tecnicatura era financiada por la cartera educativa desde el 6 de mayo de 2013. En diálogo con ANCCOM, Giselle Tepper, integrante de la organización H.I.J.O.S., describe:Tuvimos una comunicación por parte del ministro, Alejandro Finocchiaro, en la que sostuvo que no iba a continuar la tecnicatura, es decir, que no se iban a abrir nuevas cohortes. Los que están cursando supuestamente tienen garantizada la continuidad, los que se verían perjudicados de manera directa son los que querían anotarse en el 2018 y los que eventualmente tenían planificado hacerlo desde el 2019 en adelante”. Y agregó: “No existe otra instancia pública y gratuita en la Ciudad de Buenos Aires donde cursar una tecnicatura de Periodismo Deportivo, por lo cual nosotros entendemos que indirectamente esta decisión beneficia a los privados”.

Aula vacía con bancos azules, iluminada por la luz que entra de las ventanas

La Tecnicatura Superior Universitaria en Periodismo Deportivo que se dicta en la ex ESMA dejará de ser financiada por el Ministerio de Educación de la Nación.

Desde la Facultad visibilizaron esta situación a través de una campaña “No cierren la Carrera De Periodismo en la Ex Esma”. Además, H.I.J.O.S. junto con otros organismos de derechos humanos denunciaron la medida a través de una carta abierta al ministro Finocchiaro: “Cientos de estudiantes participan en esta Tecnicatura, llenan de vida un lugar que fue de muerte, traen ideas y debates a un lugar donde justamente se intentó exterminar a aquellos proyectos de las organizaciones estudiantiles, políticas, sindicales, sociales, que luchaban para la transformación de la Patria Grande. Estos/as estudiantes hoy son protagonistas de la educación, de la memoria y del futuro”, expresa un fragmento de la carta.

Para Carlos González, egresado de la primera camada que tuvo la Tecnicatura son diversos los puntos por los que preocupa muchísimo su cierre. “La posibilidad de tener la facultad pública dentro de este espacio es una manera de revalorizar los procesos de memoria, verdad y justicia. Alguien que dice periodismo, estudiando a solo treinta metros de donde está la carta a la junta de Rodolfo Walsh y donde fue visto por última vez, tiene un peso simbólico muy grande. Lo que se puede estudiar en cuanto al periodismo, lo que se puede ver y vivir no se consigue en el espacio de una facultad privada. El Gobierno quiere vaciar y desfinanciar a la ex Esma, y esto es un golpe a los derechos humanos”, expresa el graduado.

imagen de un pasillo y una puerta entornada que deja ver la imagen del rostro de Santiago Maldonado en la pared.

“La posibilidad de tener la facultad pública dentro de este espacio es una manera de revalorizar los procesos de memoria, verdad y justicia», dijo el ex graduado Carlos González.

Desde las agrupaciones de estudiantes afirman que esta decisión es un atentado a la educación pública y al derecho al estudio garantizado: “Esta es la única carrera gratuita, libre y pública de periodismo deportivo que hay en la Ciudad, y es la única gratuita en América Latina.” Asisten muchos chicos y chicas desde muy lejos, como también muchos con más de tres horas de viaje. Estudiantes que no tiene otra alternativa porque no pueden pagar una carrera privada. “Además, esta no es una escuela de periodismo donde se le enseña a un estudiante solo a hablar frente a una cámara o frente a un micrófono, esas cosas están pero son secundarias. Los estudios sociales son los principales de la carrera, de hecho el egresado de periodismo deportivo puede continuar su carrera en la Licenciatura de Comunicación Social”, señala González.

El egresado manifiesta que esta situación es muy grave, que se tomó de manera agresiva y arbitraria: “Esto no es un recorte, es una decisión que tiende a apalear sistemas que son inclusivos. Esta es una Carrera de Comunicación. El sistema de comunicación que propone el macrismo no coincide con un sistema plural, alternativo, comunitario. No tiene un discurso para toda una sociedad sino solo para un sector. Es una manera de callar voces, si vos no le das el derecho de estudiar Periodismo Deportivo a toda la comunidad después vas a tener en la televisión, en la radio, o escribiendo a un sector de la sociedad”. Y agrega: “El gobierno te elimina fútbol para todos, porque tiene un nuevo discurso donde el deporte es ocio y si es ocio es espectáculo”.

Aula vacía con bancos azules, sobre las paredes blancas hay unos afiches colgados.

Organismos de derechos humanos y estudiantes realizarán diversas acciones para visibilizar la vulneración del derecho a la educación.

Por su parte, Giselle Tepper explica: “Con otros organismos de derechos humanos le pedimos una reunión al ministro pero todavía no tuvimos respuesta y también al responsable de la Universidad De La Plata, Raúl Perdomo. Vamos a realizar con los estudiantes algunas acciones más como clases públicas para visibilizar que se vulneran los derechos de la educación”. Para Giselle también se vulnera la capacidad de los docentes y de los no docentes de continuar trabajando. Se genera un gran retroceso en lo que tiene que ver con políticas de derechos humanos en la ex Esma. Y concluye: “Seguimos creyendo que existe la posibilidad de que recapaciten y que se mantenga la Tecnicatura. Que no se vulnere el derecho a la educación, al trabajo y a lo que tiene que ver con la libertad de expresión. Y que puedan graduarse más estudiantes”.

Patio interno de la ex esma, se ve una cancha deportiva en el centro

El desfinanciamiento de la Tecnicatura beneficiaría indirectamente a los privados, ya que no hay otro lugar público y gratuito en la ciudad de Buenos Aires en el que se pueda estudiar una tecnicatura en Periodismo Deportivo.

 

 

El pasillo, una ventana interna que da a un aula y en la pared la imagen de Rodolfo Walsh y una cita que dice "... sin la esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí de dar testimonio en tiempos difíciles."

“Seguimos creyendo que existe la posibilidad de que recapaciten y que se mantenga la Tecnicatura», dice Giselle Tepper, integrante de H.I.J.O.S.

“Están a favor de que se alivien las penas a los que participaron del terrorismo de Estado”

“Están a favor de que se alivien las penas a los que participaron del terrorismo de Estado”

“No hubo dos demonios, sino uno solo y hubo terrorismo de Estado con un plan sistemático de exterminio unido a uno económico”, reflexiona el sacerdote Domingo Bresci, ex Secretario histórico del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y ex asesor de la Secretaría de Culto durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. El proyecto de reconciliación impulsado por la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) -dice- tiene que ver con una postura clara sobre lo que ha ocurrido durante la última dictadura cívico militar en ese sector de la Iglesia. “No se trata de que no supieran, sino que estaban política e ideológicamente convencidos de que eso que hacían estaba bien, era la manera de frenar la subversión”, asegura. Pero advierte que la memoria no sirve sólo para no repetir, sino para conocernos y entender qué pasó: “No solo la Iglesia  estuvo de acuerdo con lo que se hizo, sino también los medios de comunicación, periodistas, empresarios y civiles”, reflexiona.

¿Cómo lee usted el proyecto de reconciliación de la CEA?

Lo que plantea el Episcopado no es algo que ocurre ahora, a raíz del fallo (de la Corte a favor del 2×1), sino que los miembros tienen un lineamiento acerca de la reconciliación que se confunde mucho con la impunidad. Si bien salieron a decir que no hay que entenderlo de esa manera, a  través de las actitudes y de los gestos que tuvieron, la charla se presta para eso. No es que ellos no sepan cómo explicarlo, sino que tienen una postura clara. Están a favor de que se alivien, de la mayor manera posible, las penas a los que participaron del terrorismo de Estado. Esa es una intencionalidad que se les nota. Los militares que participaron del terrorismo de Estado lo hicieron convencidos de que eso era lo mejor para salvar a la patria y contaron con el apoyo de grandes sectores de la Iglesia. Entonces en nombre de Dios había que aniquilar a la subversión de cualquier manera, incluso muchos obispos avalaron eso.

¿Cómo es la lucha al interior de la CEA?

No sé si llamarla lucha, pero si hay una discrepancia dentro del Episcopado. Por ejemplo, tenemos a Santiago Olivera -obispo castrense-  y a Víctor Fernández -obispo y rector de la UCA- en la misma línea planteando que el fallo de la Corte Suprema fue inoportuno e inconveniente y que tanto la ley como la pena deben ser cumplidas. Mientras que en el otro extremo tenemos a Héctor Aguer -titular del Arzobispado de La Plata- que sostuvo públicamente su acuerdo con el 2 x1 y dijo que los miembros de la Corte actuaron según el derecho. Hay una problemática interna que saltó, siempre estuvo pero nadie decía nada hasta ahora que todos salieron a opinar. Era una barbaridad lo que estaban haciendo algunos miembros de la CEA, parecía que estaban respaldando el 2×1. Y después dicen no, eso no lo quisimos hacer.

El obispo Santiago Olivera dijo en declaraciones a la prensa que la reconciliación no implicaba el olvido, sino que supone verdad, justicia, reconocimiento de los actos graves y la reparación. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Lo que dijo el obispo Olivera se acerca mucho a lo que planteo, no es una cuestión individual. Es una expresión de sacerdotes y laicos que hace tiempo estamos detrás de este tema, desde que hubo terrorismo de Estado siempre estuvimos defendiendo a las víctimas y proponiendo que los victimarios tenían que reconocer lo que habían hecho, declarar y pedir perdón. Esas son las características de una auténtica reconciliación, pero ellos nunca lo hicieron. Los militares no han reconocido nada, entonces que ahora vengan a presionar porque tienen un gobierno afín para que les reduzcan las penas me parece una gran injusticia.

¿Por qué en la carta que escribió y circuló hasta llegar a los medios describió a la Iglesia Argentina como un problema más que como una solución a la violación de los derechos humanos?

La iglesia como institución no. La Iglesia no son los obispos y la jerarquía, sino que somos todos los bautizados. El Episcopado no representa al conjunto de la Iglesia, tiene una opinión que pesa e importa, pero esto no quiere decir que todos tienen que estar de acuerdo con lo que propone. En Argentina, la Iglesia se presenta como que no tiene nada que ver con lo que pasa en la sociedad.  Es buena gente que mira hacia todos lados y va por ahí tratando de arreglar las cosas que no funcionan. Es una estructura muy paternalista esa, creerse que está por encima de todos, y que puede decidir lo que hay que hacer. Mientras que, en realidad, es parte del problema, porque ellos intervinieron en la dictadura, participaron y fueron cómplices. Primero tienen que arreglar su situación, ellos son parte del problema de por qué no hay memoria, verdad y justicia hasta hoy. Ellos presionan para que se les disminuya la pena a los militares o bien el gobierno los consulta y ellos dicen: “Sí, es verdad, están viejitos, corresponde”. Pero nunca dijeron nada de los que torturaron y desaparecieron. Nunca sacaron la cara para decirle a los militares pónganlos presos y que cumplan sus condenas en las condiciones que correspondan. Ellos son co-responsables de lo que sucedió, no están al margen.

En el sitio Abuelas de Plaza de Mayo se publicó un comunicado que definió como restringido al protocolo para el acceso a los archivos relacionados con la dictadura presentado por la CEA. ¿Cuál es su postura?

Estoy totalmente en desacuerdo con el protocolo, porque después de tanto tiempo lo que corresponde es que se abran todos los archivos que se puedan. No sólo de los que se habla ahí, hay muchos otros archivos que no se mencionan, provenientes de distintos organismos de la Iglesia que ayudarían a entender y comprender lo que pasó y cómo pasó. Creo que la palabra que usaron las Madres está bien, puesto que es muy restringido el acceso. Estos papeles no van a decir prácticamente nada nuevo, porque en general son cartas y reclamos que mandaron los organismos al Vaticano. Eso ya lo saben los organismos. Lo que se trata de saber es lo que no se sabe. Hay mucha gente que intervino y eso no está en el Vaticano sino en otros lados: diócesis o nunciaturas. Hay muchas otras denuncias y documentos que quedan fuera del protocolo y que aclararían lo que pasó en tal cárcel, en tal centro clandestino y con esto que propone la CEA no se llega. Entonces están restringiendo y ocultando archivos. En eso estoy de acuerdo con las Abuelas de Plaza de Mayo.

Domingo Bresci

“No hubo dos demonios, sino uno solo y hubo terrorismo de Estado con un plan sistemático de exterminio unido a uno económico”, reflexiona el sacerdote Domingo Bresci.

¿Qué postura cree que tiene el gobierno con respecto a los derechos humanos?

La posición es la de (Mauricio) Macri, que cuando todavía era candidato a la presidencia de la Nación, aseguró que de acceder al Gobierno con él se acabaría “el curro de los derechos humanos”, ahí está todo dicho. El gobierno quiere desmerecer, despreciar y banalizar todo lo que pasó y la lucha por la verdad, la memoria y la justicia. Quiere anular todo y de la mejor manera posible. Y estos tres de la Corte Suprema reforzaron esa posición aunque posteriormente se dio un debate en el Congreso y el PRO votó por la limitación al máximo del 2×1. Después del repudio de la sociedad y de que todos fuimos a Plaza de Mayo. La postura oficial frente a los derechos humanos es que es una mentira exagerada que no da cuenta de lo que pasó.

¿Cree que el Papa podría intervenir más en el asunto?

No creo que pueda hacer algo y tampoco creo que corresponda. Después de 40 años el Papa recibió a Estela de Carlotto y Hebe de Bonafini y les prometió lo de los archivos. En medio de esta polémica hubo un intercambio de cartas entre el Papa y Hebe. Si bien, no dice intervengo, pero deja ver su opinión de esa manera. Siempre le dice a Hebe «a una madre que le mataron dos hijos no se les puede reclamar nada». Bueno ahí le está diciendo que él no le puede exigir a Hebe perdoná a los que mataron a tus hijos. Al enviar esas cartas no está diciendo que comparte todo lo que hicieron los hijos, ni todo lo que hizo ella. Sí comparte su preocupación, su dolor y su lucha. Para estos tiempos creo que es bastante y no hace falta que haga nada más. Estos del Episcopado son tan buenitos con los militares, pero nunca recibieron a las Madres que fueron a pedir y a rogar por sus hijos. Eso desde el punto de vista cristiano es muy embromado, porque significa no tener compasión ni misericordia. Los obispos no la tuvieron, no era darles la razón solo escucharlas. Recibir o no a alguien, contestar o no cartas o comunicados, son gestos. Así es como se manejan en El Vaticano; no sólo con Argentina, sino con todos los países. En ese sentido creo que ha tenido gestos positivos con los organismos y eso deja trascender que la Iglesia Argentina tiene que cambiar su actitud. El Papa tampoco le puede decir al Episcopado qué hacer o qué pensar, porque cada Episcopado tiene autonomía. No obstante, sí tiene cierta influencia, porque los que están en nuestro país lo consultan, pero no puede dar la voz oficial. Los que tienen que enfrentar la situación son los obispos que participaron del terrorismo de Estado, no el Papa.

La Nación publicó un editorial en el que denuncia una supuesta “asimetría entre el ´ni olvido ni perdón´ a quienes cometieron delitos con la fuerza del Estado y el olvido y el perdón de los guerrilleros que hoy no gozan del ´2×1´, sino de una infinita impunidad”. ¿Qué puede decir al respecto?

No es así como lo cuenta La Nación. Metieron preso a muchos y a los que no metieron preso fue porque los mataron y desaparecieron. ¿Qué más quieren que le hagan? Hay presos 800 y los que murieron, según ellos son 7.000. Aunque no crean en los 30.000, igualmente son un montón. Los que murieron no tuvieron un juicio, no se pudieron defender y tampoco los pusieron en cárceles. A estos -los genocidas- les respetaron todas las leyes que hay frente a un acusado. Así que han sido los privilegiados. En La Nación siempre vinieron sosteniendo lo mismo, es demasiado lo que hicieron con los militares y poco lo que hicieron con los subversivos.

¿Qué pueden hacer los movimientos como el de los Curas de Opción Por los Pobres (OPP) frente a los obispos que aún siguen promoviendo la Teoría de los Dos Demonios?

Pueden hacer lo que venimos haciendo hace un montón, decir lo contrario. Ahora yo escribí una carta interna, no la mandé a publicar. La hice sintetizando muchas cosas y se la envié a mis amigos y a los curas OPP. Un periodista de Página 12 se enteró y me llamó para preguntarme si podía publicarla, le contesté que sí. Los obispos ya la conocen mi opinión, ni me llamaron la atención. Con los curas pasa lo mismo,con  movimientos ecuménicos y muchos organismos laicos que sacaron declaraciones. Todos venimos sosteniendo lo mismo hace 40 años, no hubo dos demonios, sino uno solo y hubo terrorismo de Estado con un plan sistemático de exterminio unido a uno económico. Nadie nos va a contradecir, porque saben que la nuestra es una postura coherente y seria. No buscamos convencer a nadie, puesto que es muy difícil. Se tienen que convencer ellos mismos ante la realidad. Si no quieren ver la cantidad de gente que fue a las distintas plazas de argentina a reclamar es imposible cualquier intento. El retroceso del 2×1 fue una batalla que perdieron frente a la movilización.  

¿Cree que es posible el perdón a los genocidas?

Cuando hay una pelea entre dos personas se pide perdón a nivel personal. Como lo que sucedió, en este caso, afectó a toda la sociedad no basta el perdón de uno. No sirve que los que fueron a la reunión del Episcopado digan yo los perdoné. El conjunto de las víctimas no tiene ninguna obligación de perdonarlos. Desde el punto de vista cristiano tienen la obligación de no tener rencor, ni odio,  ni sentimientos de venganza. Los militares hicieron algo que ofendió a las familias y a la gente que ellos secuestraron y desaparecieron. El perdón es un gesto personal, por eso nadie te puede obligar a que perdones a esa persona que te hizo daño.

¿Qué aspectos positivos puede destacar del debate que se abrió a raíz del pedido de reconciliación?

Hay que reconocer más que lo que dijeron algunos obispos, los logros de la sociedad y la organización que está teniendo para defender sus derechos. Dentro de la Iglesia ha habido cambios importantes. Actualmente hay distintas posiciones, antes había una sola postura y si no acatabas lo que decían los obispos estabas fuera de la Iglesia. Eso es un avance enorme para la institución y para los cristianos en general. El peso que tenía el obispado lo perdió porque se posicionó mal. En Campo de Mayo había una maternidad improvisada, había monjas y capellanes, no pueden decir que ellas y los obispos no sabían lo que hacían con las madres de los chicos después de que nacían sus hijos. En la E.S.M.A también había capellanes y no pueden decir que no sospechaban cuando veían entrar y salir camiones lo que allí sucedía. ¿No escuchaban los gritos que salían de los sótanos? No se trata de que no supieran, sino que estaban política e ideológicamente convencidos de que eso que hacían estaba bien, era la manera de frenar la subversión, y que los chicos debían ser criados por familias más honorables, lo cual es un aberración.

¿De qué sirve la memoria?

Algunos se escudan en que no hay que echar más leña al fuego para que la gente no se pelee y por eso hay que dejar de recordar el pasado. Recordar no es solo una forma de no repetir los errores. Dejar pasar lo que ocurrió es lo más grave que se puede hacer, porque es parte de nuestra historia. ¿Por qué los militares se pusieron en esa posición? ¿Qué nos pasó como sociedad? ¿Cómo fuimos capaces de hacer semejante barbaridad? Porque no solo la Iglesia  estuvo de acuerdo con lo que se hizo, sino también los medios de comunicación, periodistas, empresarios y civiles. Para entendernos a nosotros mismos es necesario saber lo que fuimos, lo que somos y por qué actuamos de la forma en que lo hicimos. La verdad y la memoria siempre ayudan en este sentido. La justicia es fundamental, no podemos dejarlos si un castigo. Hay una ley que dice que tienen  que pagar sus culpas, los militares nunca lo hicieron. Ahora que están detenidos y están pagando, de acuerdo a la ley que ellos no aplicaron para los subversivos, se quejan. 

Actualizado 23/05/2017

“A pesar de los bastones, las Locas seguimos de pie”

“A pesar de los bastones, las Locas seguimos de pie”

Pasaron 40 años desde aquella primera vez, en que catorce madres se reunieron frente a la Casa de Gobierno, sede de la dictadura militar, con un mismo propósito. Ese 30 de abril de 1977, en medio de un clima de represión, terror e incertidumbre, aquel pequeño grupo de mujeres, frente a la orden de circular, comenzó a marchar en ronda alrededor de la Pirámide de Mayo, exigiendo la devolución con vida de sus hijos e hijas, secuestrados por las Fuerza de Seguridad. Luego de meses de recorrer cuarteles, ministerios y comisarías sin obtener ninguna respuesta, y tras descubrir que cada uno de sus casos no era el único, comprendieron que sus búsquedas debían transformarse en una lucha colectiva.

Este domingo, las Madres de Plaza de Mayo –divididas desde 1986 en dos organizaciones, Línea Fundadora y Asociación Madres de Plaza de Mayo– conmemoraron el 40 aniversario de la primera ronda con que darían vida a su persistente lucha por la verdad, la memoria y la justicia. En estas cuatro décadas, la agrupación -en un principio ignoradas, ninguneadas y descalificadas como “las locas de Plaza de Mayo”- siguió creciendo hasta convertirse en una entidad de defensa de los Derechos Humanos de alcance internacional que nunca se desprendió de los simbólicos pañuelos blancos ni dejó de marchar.

Taty Almeida es una de las referentes de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. El 17 de junio de 1975, su hijo Alejandro fue secuestrado por integrantes de la Triple A y desde entonces permanece desaparecido. En 1980 se unió a las Madres de Plaza de Mayo y desde entonces continúa luchando por la vedad y la justicia para Alejandro y todos los hijos de las Madres que pelean a su lado. Rodeada por imágenes de su familia, entre ellas la última fotografía con Alejandro y un retrato de su rostro sonriente, sobre el que descansa una flor blanca, Taty relata cómo vivió este nuevo aniversario de la organización:

“Hemos cumplido 40 años de lucha inclaudicable. Imaginen todo lo que ha ocurrido en estos 40 años, desde que esas 14 valientes mujeres llegaron por primera vez a Plaza de Mayo bajo la instancia de la fundadora, Azucena Villaflor de De Vincenti, quien dijo: “Tenemos que juntarnos, porque por separado no vamos a lograr nada. Vayamos a la plaza y gritemos. Que nos vean, que nos escuchen. Nos tienen que decir dónde están nuestros hijos”. Por muchos años, la mayoría creía que estaban presos, incomunicados o muertos. No sabían lo que había pasado. “Pero desaparecidos, esa palabra era tan cruel, que no la conocíamos ni la practicábamos”. Había mucha desorientación. Como había Estado de Sitio, no se podían juntar más de tres personas en la vía pública, y ellas eran 14, así que la misma policía las instó a caminar de a dos y a circular. Así surge la primera ronda y nace el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Ese grupo de 14 lamentablemente fue aumentando, porque cada vez había más detenidos-desaparecidos.”

Una de las fotos del álbum familiar de Tati junto a sus hijos: Jorge, María Fabiana y Alejandro (de anteojos, está detenido-desaparecido).

Una de las fotos del álbum familiar de Taty junto a sus hijos: Jorge, María Fabiana y Alejandro (de anteojos, está detenido-desaparecido).

 

Cuéntenos un poco sobre usted.

Toda mi familia estaba compuesta por militares. Yo me crié en ese ambiente. Lo único que sabía de política es que era antiperonista y “gorila”. Tengo tres hijos: Jorge, Alejandro y María Fabiana. Mi segundo hijo, Alejandro, está detenido-desaparecido.

¿Cómo era Alejandro?

Él tenía 20 años en 1975 y vivía conmigo. Estaba cursando el primer año de la Carrera de Medicina. Me cuidaba y me preservaba. Jamás me contó acerca de su militancia. Yo no tenía idea de nada. Muchas veces me abrazaba, con su metro ochenta de altura, y me decía: “Esta gorilita de mierda, sin embargo la quiero”. Yo no entendía y me reía. Una vez, en una tabla de planchar vi una estrella hecha con birome y le pregunté: “Ale, ¿es la estrella judía?” Él respondió: “Ay, mamá”. Era la estrella del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Alejandro militaba en el ERP. El 17 de junio de 1975 llegó a casa y me dijo que al día siguiente no iba a trabajar porque tenía un parcial.  Fue lo último que escuche de él. Al otro día ya no estaba. Encontré una agenda de teléfonos y vi que en las últimas 24 hojas había 24 poesías. Tampoco sabía que Alejandro escribía poesías. Cuando las leí, empecé a conocer la otra faceta de mi hijo, su repudio por la injusticia.

¿Cómo fue su acercamiento a Madres de Plaza de Mayo?

Cada Madre tiene una historia de vida. Yo no fui de las primeras. Me acuerdo que cuando me acerqué por primera vez a Madres, recién para el año 80, le dije a María Adela Gard de Antokoletz, una de las 14 primeras: “Que estúpida que fui; ¿cómo no pude venir antes?” Y ella me contestó: “No, m’hijita. Cada madre se acerca cuando es su momento. Este es tu momento”.

Yo vivía en un ambiente muy antiperonista. Por ese motivo, a mí me costó acercarme a Madres. El golpe del 24 de marzo de 1976 fue un golpe cívico-militar-clerical, y el genocidio que se instala a partir de ese golpe ya había empezado. En los años 74 y 75, con la Triple A, López Rega e Isabel Perón, ya había una gran cantidad de detenidos-desaparecidos, asesinados y presos políticos. Entre ellos, mi hijo Alejandro. Al principio, para mí los únicos culpables eran los peronistas. Al ser de una familia con muchos militares, yo a esos genocidas –Orlando Agosti, Ramón Camps, Leopoldo Galtieri– los conocía socialmente y jamás había pensado que, ya en ese entonces, eran ellos quienes estaban actuando.

Después de muchos años, un periodista me preguntó qué había sentido yo el 24 de marzo de 1976. En ese entonces, con la mente de la Taty de antes de ser parida por Alejandro, había dicho: “Al fin vienen mis conocidos, y voy a recuperar a mi hijo”. Yo tenía 45 años cuando se lo llevaron y todos esos años viví en una burbuja, hasta que aterricé. Y vaya si fue duro el aterrizaje. Ahí es cuando me acerque a Madres e hice mi catarsis. A partir de ahí empecé a enterarme de la historia de las Madres y de la desaparición de las tres queridas fundadoras, Azucena Villaflor, Esther Careaga y Mary Ponce. Fue un golpe que las desaparecieran. Pero las Madres no se paralizaron, que es lo que buscaban los genocidas. Se ve que no conocen a las Madres ni saben de lo que son capaces de hacer por un hijo. Así que la lucha continuó. Yo estoy feliz de haber parido a mis tres hijos, pero Alejandro parió a Taty Almeida.

¿Cómo fue la experiencia de ponerse el pañuelo blanco?

El pañuelo no se usó hasta el año 80. La historia es así: a raíz de que la jerarquía eclesiástica jamás recibió a las Madres, se decide ir a Luján en 1980. Todos los años, en octubre, hay una gran peregrinación por la Virgen de Luján a la que van miles de personas. Y la jerarquía eclesiástica iba a estar ahí. Se decide ir pero no sabían cómo iban a encontrarse entre miles de personas. Y una Madre dijo: “Nos ponemos los pañales de nuestros hijos en la cabeza”. Antes los pañales eran de gaza, se lavaban y se volvían a usar. Muchas Madres habían guardado esos pañales. Entonces, qué paradoja que ese pañal que usaban para cuidar a sus hijos cuando eran bebés, después se los pusieran en la cabeza para pedir por sus vidas. Cada vez que una se pone un pañuelo es una sensación muy fuerte. Hay que saber llevar el pañuelo blanco, porque son nuestros hijos los que están acá. En la Línea Fundadora pedimos por los 30 mil, pero les dimos nombre y apellido. No son NN. Cada una puso en su pañuelo el nombre o los nombres de sus hijos desaparecidos. Esa es la historia de este pañuelo que ha trascendido la Argentina. Es internacional. Somos conocidas y valoradas en todo el mundo. Pero nosotras no le dimos importancia, porque hicimos lo que cualquier Madre haría por un hijo.

¿De qué manera continuó la lucha de las Madres tras el retorno de la democracia?

Llegamos al 83, con el doctor Raúl Alfonsín como primer presidente constitucional después de tantos años, con mucha expectativa. Y Alfonsín hizo un juicio ejemplar, porque fue la primera vez que civiles juzgaron a militares. Condenó a cadena perpetua a las Juntas Militares. Empezamos a respirar otro aire. Pero no supo aprovechar ese apoyo que tenía, nacional e internacional. Y fue así que dictó las leyes de impunidad: Obediencia Debida y Punto Final. Fue otro mazazo. Pero no nos quedamos paralizadas. Seguimos la lucha, sin bajar los brazos. Pasaron los años y seguíamos exigiendo justicia, pero nunca la conseguíamos. Hasta que llegamos al 2003. Lo que voy decir no es partidismo, sino una realidad histórica. Vinimos con ese bagaje de fuerza y de exigencia y nos encontramos, por fin, con un presidente -Néstor Kirchner- que tomó a los Derechos Humanos como política de Estado. Y entre otras cosas, anularon las leyes de impunidad. Así que pudimos empezar a juzgar, a lo largo y a lo ancho del país, a los genocidas y a sus cómplices. Fue la misma política de Estado que continuó Cristina Kirchner.

«Somos conocidas y valoradas en todo el mundo. Pero nosotras no le dimos importancia, porque hicimos lo que cualquier Madre haría por un hijo».

¿Cómo es la situación de la lucha de las Madres en el gobierno actual?

40 años, tantos logros, tantas pérdidas. Pero siempre luchamos. Y llegamos ahora a este gobierno que quiere borrar la memoria. Se pasan discutiendo estúpidamente el número de desaparecidos. Son 30 mil o más. El número no importa; jamás han dicho ni han reconocido es acá hubo un genocidio por parte del terrorismo de Estado. No lo dicen porque no les importa. Y a 40 años, las Madres que vamos quedando hemos tenido que empezar nuevamente con entrevistas y denuncias, acá y en el extranjero. Pero ya no estamos solas. Hace rato que la gente se dio cuenta de que no estábamos tan locas, como nos llamaron al principio, creyendo que nos ofendían. Claro que estábamos locas: de dolor, de rabia y de impotencia. Nos quitaron lo más preciado que tiene una mujer, que es un hijo. Y así fue que llegamos a este gobierno, donde la resistencia es cada vez mayor. Y repudiamos nuevamente la violación a los Derechos Humanos que está cometiendo este gobierno: falta de trabajo, represión y presos políticos. Esta resistencia, siempre pacífica, es cada vez mayor. Y es por eso que decimos, sobre todo a los jóvenes: “Tienen que juntarse”. Tenemos que buscar las coincidencias y dejar de lado las diferencias, porque es la única manera de demostrar que no nos van a vencer. Tienen que decir bien fuerte: “Si las Madres pudieron, ¿por qué no nosotros?” La esperanza son los jóvenes. Las Madres sabemos que no vamos a estar vivas para ver al último condenado, pero queda esa juventud maravillosa y esa militancia estupenda. No hay que tenerle miedo a la palabra militancia, porque significa “compromiso, compañerismo y ocuparse del otro”. Y de a poquito les vamos pasando la posta, porque a pesar de los bastones y de las sillas de rueda, estamos demostrando que las locas seguimos de pie. (Risas) Y lo vamos a seguir.

¿Qué rol tiene para usted la educación y la transmisión de temas de Derechos Humanos a las nuevas generaciones?

Es muy importante. Nos invitan a colegios primarios y secundarios, centros vecinales y universidades, acá y en el extranjero. Y el recibimiento que tenemos de los docentes, mis colegas, es maravilloso. Soy docente jubilada, y nunca me imaginé que después de tantos años iba a seguir haciendo docencia con un pañuelo blanco en la cabeza. Docencia por la vida. Y la docencia sobre la memoria que practican los maestros en los colegios es muy importante, porque el niño, desde pequeño, tiene que saber lo que ocurrió aquí. Esa es la memoria que nosotros practicamos. Si no se corre el peligro de que nos convirtamos en un pueblo sin memoria y de que esto vuelva a ocurrir. Además queda pendiente la verdad, porque todavía no sabemos qué pasó con todos y cada uno de nuestros hijos. No sabemos dónde están enterrados y no podemos hacer el duelo. Y que se esté hablando hoy de reconciliación por parte de la jerarquía eclesiástica es una ofensa a nuestros hijos. Aunque pidieran perdón –que nunca lo han hecho– ni nos reconciliamos, ni perdonamos. Los únicos que podrían hacerlo son nuestros hijos, y ellos no están.

¿Cree que está habiendo un rebrote de discursos negacionistas en la actualidad?

Sí, eso se está estudiando. En Alemania se castiga con prisión la negación del Holocausto Judío, porque algunos cuestionan la cantidad de víctimas. Y eso se está viendo acá también. Por eso debería existir una ley para castigar a aquellos que niegan lo ocurrido. No hay Teoría de los Dos Demonios. Acá hay un solo demonio: los genocidas, sus cómplices y los que los apoyan aún hoy. Fueron delitos de lesa humanidad, por lo que no prescriben y no son perdonables. Nosotros reivindicamos a todos, a los que tomaron las armas y los que no. Porque la Constitución lo dice: “Un pueblo que es atacado tiene derecho a defenderse”. Los podrían haber juzgado, pero (los represores) optaron por ese horror que es la desaparición, la tortura, el robo y la apropiación de bebés. De allí surge la lucha maravillosa de las Abuelas de Plaza de Mayo, que es una lucha esperanzadora porque buscan desaparecidos con vida. Ya lograron el 122. Hay mucho por hacer todavía, pero se está haciendo.

A 40 años de su fundación, ¿cuáles son las principales metas de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora en la actualidad?

Seguir exigiendo memoria, verdad y justicia por lo que ocurrió antes y lo que ocurre ahora. Nosotras participamos en todas las marchas: la Federal, las de los docentes. Permanentemente va a haber un pañuelo blanco en los lugares donde haga falta, con nuestro apoyo, nuestro aliento y nuestra presencia. Esas son las metas.

¿Cómo está conformada su familia hoy?

Tengo una familia maravillosa. Nunca me sentí sola. Tengo tres hijos. Jorge vive en España desde el 78; allá se casó y tuvo mellizos, así que tengo nietos catalanes. Acá está mi hija Fabiana, que tuvo cuatro varones. ¡Tengo seis nietos varones! El mayor, Alejandro, me ha dado dos bisnietas, así que llegaron las mujeres. Nunca les hice sentir a mis otros dos hijos que el mejor es Alejandro porque no está. Los tres son exactamente iguales. El agujero no me lo llena nadie. Y ese fue el motivo por el cual mis hijos han estado siempre conmigo. Nunca les exigí. Ellos y mis nietos siempre vinieron a la Plaza conmigo. Los chicos dicen que yo siempre he sido una abuela presente. Podía tener la marcha o el acto más importante, pero si uno de ellos decía un versito en un acto escolar, yo iba y llegaba tarde al otro lado. Eso hace que estén permanentemente conmigo. Me siento muy acompañada, pero la ausencia de Alejandro es cada vez más grande. Cada día lo extraño más. No me quiero ir sin encontrar sus restos. Por lo menos quiero tocar sus huesos, y no pierdo la esperanza. Siempre me pregunto cómo sería él ahora. Tendría 61 años. No le permitieron formar su familia. Siempre está, pero no está.

Actualizada 03/05/2017

 

Bisnieto restituido

Bisnieto restituido

Gonzalo Tarelli era un niño cuando escuchó hablar por primera vez de Hilda y Toti en la televisión, y ya un joven cuando decidió tatuarse el nombre de sus abuelos en la piel. “Fue un proceso largo y confuso. En el momento no te vas dando cuenta. Es como cuando te metés a un río y de repente mirás para atrás y estás 200 metros adelante”, describió Gonzalo sobre el camino que tuvo que atravesar para recuperar su identidad. Gonzalo tiene 24 años y es el hijo mayor de Victoria Montenegro, nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo.

Victoria Montenegro tenía apenas dos semanas de vida cuando fue secuestrada junto a sus padres, Hilda Ramona Torres Cabrera y Roque Orlando Montenegro, entre el 10 y el 13 de febrero de 1976. “Chicha” y “Toti”, militantes salteños de PRT-ERP, fueron secuestrados en Lanús, zona sur de Gran Buenos Aires, en un operativo comandado por Herman Antonio Tetzlaff, jefe del grupo de tareas del CCD «El Vesubio». El genocida y su esposa, Carmen Eduartes, se apropiaron de Victoria, cambiaron su nombre por el de María Sol, y durante muchos años robaron su identidad. Luego de un largo proceso judicial, en julio de 2000, Victoria Montenegro confirmó que era hija de Hilda y Roque y, en 2001, se reencontró con su familia biológica.

Para Gonzalo, la aparición de los restos de su abuelo Toti en 2012 resultó un punto de quiebre. “Fue bastante duro, pero con mis hermanos, con mi mamá, y con nuestra familia de Salta pudimos salir adelante, juntos. A partir de ese momento empecé a tener las cosas más claras, a involucrarme más en la militancia, reivindicando la de mis abuelos”, expresó el bisnieto restituido. En diálogo con ANCCOM, confesó que además del boxeo y la fotografía, la política se ha convertido en su otra gran pasión. Actualmente forma parte de Kolina, la agrupación liderada por Alicia Kirchner.

Como cada 24 de marzo desde hace ya varios años, Gonzalo estuvo en Plaza de Mayo junto a su familia para exigir Memoria, Verdad y Justicia.

¿Cuándo te enteraste que eras nieto de desaparecidos?

Creo que tenía 8 años. Me acuerdo que estaba jugando con mi hermano a la pelota. Vivíamos en Lugano 1 y 2, en unos departamentos bastante chicos como para andar con la pelota, así que estábamos haciendo un lío tremendo. Mi mamá estaba muy concentrada viendo la tele y no decía nada. Hicimos más ruido, para llamar la atención, pero ella no decía nada. Nos pareció extraño, así que nos acercamos y vimos que estaba muy angustiada. Le preguntamos qué pasaba y señaló la televisión. La verdad es que no me acuerdo exactamente qué nos dijo, pero sí que en la tele apareció la foto de mis abuelos, de Toti y de Hilda. Especialmente me acuerdo de la imagen de Hilda. Ahí mi mamá nos dijo que ellos eran nuestros abuelos, pero la verdad es que en ese entonces no tomamos conciencia. Le preguntamos si ella estaba bien y, como nos dijo que sí, seguimos jugando a la pelota. Después de ese momento, empezó un camino de reconstrucción, que comenzó al conocer a nuestra familia biológica, a la familia de Toti y de Hilda.

«Para Gonzalo, la aparición de los restos de su abuelo Toti en 2012 resultó un punto de quiebre. “Fue bastante duro, pero con mis hermanos, con mi mamá, y con nuestra familia de Salta pudimos salir adelante, juntos».

¿Cómo fue ese primer encuentro?

La verdad es que era chico y al principio tenía mucha resistencia a querer conocerlos. Esas vacaciones viajamos a Salta para verlos, pero  antes vinieron ellos para acá. Nos íbamos a encontrar a la noche, en el Centro, y me acuerdo que antes de salir dije: “Voy a poner mala onda, mala cara, no voy a saludar a nadie. Voy a ser tan incómodo que no me van a querer y se van a ir”. Y la verdad es que al llegar, al conocer a todo ese montón de tíos y primos –los que pudieron llegar, porque eran muchos más, allá, en Salta–, la primera impresión que tuve fue la de estar con alguien que no veía hace mucho tiempo. Creo que la cara de piedra duró cinco minutos, porque cuando empezamos a hablar me di cuenta que eran personas hermosas. Fue una muy buena relación, de entrada. Meses después, en las vacaciones, viajamos a Salta. Fuimos con la idea de quedarnos cuatro o cinco días, pero nos terminamos quedando casi dos meses. Desde ese momento se generó una muy buena relación, que facilitó mucho más todo. Pero bueno, empezar a entender algunas cosas llevó mucho más tiempo. Por ahí fue más de grande, cuando me empecé a hacer ciertas preguntas, que todo esto me empezó a afectar más.

¿Qué fue lo más difícil?

Hace unos años aparecieron los restos de Toti, de mi abuelo, en Uruguay. Fue víctima de los vuelos de la muerte, y hubo un antes y después de ese momento. Si bien hasta ahí yo sabía que Herman era todo lo que era, el apropiador de mi mamá, nunca había puesto en duda lo que él me había dicho, lo que me había contado. Había una resistencia muy grande todavía. Y cuando aparecieron los restos de Toti, se me cayó todo abajo. Porque más allá de que sabía lo que eran Herman y Mari, yo tenía desde chico una carga ideológica muy fuerte que nos transmitió Herman durante toda la infancia. Todo eso empezó a cambiar con el tiempo, pero todavía yo lo tenía como una persona de palabra. Él le había dicho a mi mamá que Hilda y Toti habían fallecido la noche del operativo. Y entre tanto dolor era como una especie de consuelo saber que se terminó ahí. En ese momento me di cuenta que me mintió. Él tenía una frase que decía “nunca hay que traicionar, hay que ir siempre de frente”. Entonces, toda la construcción que uno tenía y venía haciendo desde chico se derrumbó. No sabía dónde hacía pie. Es medio estúpido cuando lo contás, porque él mintió con un montón de cosas. Pero bueno, ese hecho representó un antes y un después. Además, yo era más grande, tenía unos 19 años. Fue bastante duro, pero con mis hermanos, con mi mamá, y con nuestra familia de Salta pudimos salir adelante, juntos. A partir de ese momento empecé a tener las cosas más claras, a involucrarme más en la militancia, reivindicando la militancia de mis abuelos. También me empecé a interesar más sobre Toti e Hilda, sobre lo que fue su vida.

¿Cuándo empezaste a militar y qué fue lo que te llevó a hacerlo?

Empecé a los 17 años, tal vez un poco menos. La verdad es que no sé exactamente qué fue lo que me llevó a militar, pero creo que tal vez fue parte del proceso de recuperación de la identidad, que siempre hice junto a mi mamá y mis hermanos. Llevó bastante tiempo, pero creo que todos juntos fuimos avanzando. Nosotros decíamos cosas terribles, repetíamos cosas que nunca sentimos. Pero cuando mi mamá o alguno de nosotros podía dar un pasito adelante y ver las cosas desde un lugar un poco más amplio, se lo indicaba al resto para que juntos siguiéramos avanzando. Una primera militancia fue Abuelas. Mi mamá se empezó a acercar mucho más a ellas y eso nos llevó a nosotros a ver un poco más, a saber un poco más. Conocimos otro mundo. Después, cuando mi mamá empezó con su militancia política,  nosotros también comenzamos a militar. Con el tiempo, fue una manera de rescatar o aprender un poco más sobre lo que fueron mis abuelos.

¿Cómo era la relación con los apropiadores de tu mamá?

Mi relación con Herman era muy buena, lo tenía como un ídolo. Prácticamente vivíamos juntos, ya que ellos vivían en el departamento A y nosotros en el B, al lado. Estábamos todos los días juntos. Él falleció cuando yo todavía era chico, entonces me había quedado una buena imagen. Con Mari también era muy buena la relación, pero era mejor con Herman. Ella falleció en 2011 o 2012, y si bien la fui a ver hasta el último día, ya no era lo mismo. Cuando me enteré, no cambió la relación con Herman. Fue raro, extraño. Teníamos una familia nueva, más primos, más tíos, Salta era un lugar lindo para irse de vacaciones, pero era como si uno pudiera meter todo eso junto dentro de una mochila. En ese momento la relación con él fue buena porque no llegué a entender las cosas. Creo que hoy sería distinto.

«La verdad es que no sé exactamente qué fue lo que me llevó a militar, pero creo que tal vez fue parte del proceso de recuperación de la identidad».

¿Cómo eran ellos?

Eran como todos los represores de esa época: padres de familia que iban los domingos a misa,  vecinos ejemplares. Pero bueno, cuando uno ve detrás de esas personas se da cuenta que no eran tan ejemplares. Herman tenía una carga ideológica muy fuerte. Todos los 29 de mayo, día del Ejército Argentino, nos hacía desfilar por el pasillo del departamento con su boina de militar y otro montón de cosas. Todo el tiempo daba largas charlas, de horas y horas, en las que relataba los operativos que tenía. No me acuerdo bien si en ese momento hablaba de la dictadura. Sí me acuerdo que, antes de que pasara todo esto, una vez le pregunté si había matado a alguien. Se quedó helado, pálido, y no me contestó. Se lo volví a preguntar y me dijo que no sabía, que había disparado en tiroteos y esas cosas pero que no sabía, que él creía que no. Es difícil de entender, pero uno va armando un relato con todo eso, y después en un momento se termina cayendo.

¿Sentís que se recuperó algo de tu identidad?

Sí, hubo un cambio muy grande. No sé en qué momento, pero cambias mucho tu personalidad. Yo me acuerdo que cuando era más chico quería ser militar, y mi hermano también pero en la parte de aviación. Y hoy estoy en un lugar totalmente diferente. Con mi mamá, Herman y mis hermanos decíamos cosas terribles, que repetíamos y que creo que nunca sentimos. Y la verdad es que hoy no me puedo ver de otra manera que no sea esta. Por ejemplo, hoy yo tengo muchos tíos y primos en Salta, de la familia de Toti, y vamos a verlos todas las vacaciones. Y llega esta altura del año y los extrañas, tenemos ganas de estar allá. No me imagino sin eso, y tampoco sin la militancia. Fue como si te hubiesen separado de esto que sos por un tiempo largo, y ahora volvés a ser quien sos.

¿Cómo viviste ese cambio de identidad?

Había algunas contradicciones, porque decíamos una cosa pero hacíamos otra. Al principio sentí culpa, porque Herman estaba internado en el Hospital Militar, había estado preso, y nosotros íbamos al 24 de marzo y sentíamos que no le podíamos estar haciendo esto a él. Pero bueno, eso con el tiempo va cambiando y uno va viendo las cosas de otra manera, se va enterando de cosas y puede ir armándose. Creo que hubo dos factores fundamentales: la militancia y encontrar el cuerpo de Toti, que ayudó a reordenar todo y ver las cosas de manera diferente. Porque siempre uno lograba avanzar un poco, pero decías o hacías algo que echaba atrás todo lo que venías construyendo. Me parece que esos dos momentos fueron de un avance irreversible. Yo tengo dos hermanos, Sebastián de 22 y Santiago de 18. Santi tenía 2 o 3 años cuando se supo la verdad, él se crió conociendo a la familia. Fue mucho más rápido para él, lo vivió de otra manera. Por ahí con mi hermano Sebastián, que me sigue a mí, sí compartimos más cosas de este tipo.

Cuando tu mamá recuperó su identidad, ¿qué sabía la sociedad sobre los nietos y cómo acompañaba esta lucha? ¿Cómo podrías comparar esto con la sociedad actual?

Me gustaría explicarlo con un ejemplo. Cuando una de las últimas nietas que apareció le estaba contando a su hija lo ocurrido, ella la paró y le dijo que no lo siga contando, que entendía todo porque lo había visto en Paka Paka. Más allá de la diferencia de la edad, hay un gran cambio. A mí me tomó muchos años y fue muy complicado porque era un país diferente. Cuando apareció mi mamá, al tiempo apareció también Horacio Pietragalla, otro nieto restituido que vivía dos o tres pisos arriba de nosotros. Nos criamos con él, prácticamente, y todo el edificio sabía. Todo el mundo sabía, y todo el mundo calló. Eso era también por el contexto de país en el que se vivía. Creo que con el gobierno de Néstor y Cristina hubo un quiebre fundamental en esto: se avanza y no se retrocede más. Hay un respeto fundamental, un piso básico de derechos humanos, y de eso no se vuelve. Creo que haber puesto como política de Estado a los derechos humanos es muchísimo. Si bien hoy en día hay bastantes retrocesos en todo esto, creo que la sociedad es la que no retrocede, que es lo importante.

¿Cómo describirías la tarea de Abuelas de Plaza de Mayo?

Es una tarea mágica. Hay veces que acompañando a Vicky compartí muchas actividades con las abuelas, charlas con Estela. Escucharlas es algo increíble, porque uno trata de tomar conciencia y se da cuenta que, sacando a unas pocas que tenían militancia política, eran amas de casa:  les desaparecieron a sus hijos y a sus nietos, que creo que para cualquier madre y padre es lo más valioso, y pudieron construir todo esto. Hacerle frente en su momento a una terrible dictadura, aguantarla durante los años que siguieron, porque si bien la dictadura se fue, después vinieron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Después vinieron los ‘90, la indiferencia total. Y ver cómo, el pasado 24 de marzo, 500.000 personas las acompañaron, con tanto amor, es increíble. Ver cómo construyeron esto, cómo encontraron todos los nietos que encontraron y cómo los siguen encontrando, es mágico. Sinceramente a mí no se me ocurre cómo hicieron. Es admirable la fuerza con la que siguen, y con la que van a seguir. El que tenga dudas sobre su identidad, que se acerque a Abuelas. Que llame, porque hay muchas familias buscando, que esperan todos los días, desde que se levantan hasta que se acuestan. Y la verdad es que a veces es medio triste cuando uno llega, pero llega tarde, cuando había muchas personas buscándote pero no llegan a conocerte. Los padres de Toti habían fallecido, pero tenemos muchas historias de cómo buscaron a mi mamá, cómo se venían para acá y se metían en las plazas, esperando encontrarla.

¿Qué representa para vos la marcha del 24 de marzo que se lleva a cabo todos los años?

Es muy importante en lo personal, es muy emotivo ver esa cantidad de gente acompañando a las Madres, a las Abuelas, diciendo “Nunca Más” y recordando a todos esos compañeros y compañeras que hoy no están. Creo que es muy importante que la sociedad siga acompañando esas marchas, para homenajear pero también para tener presente que eso no va a volver a pasar. Que a pesar de lo que diga el Presidente, y de las cosas que desde el Estado se puedan hacer, el pueblo dice “Nunca Más”: esto no lo queremos. Por más que digan las bestialidades que están diciendo, quedó demostrado que la gente no está de acuerdo. Creo que es una manera de buscar una verdad y una justicia permanente. A mí me molestó mucho que este 24 de marzo muchos funcionarios de gobierno y el mismo Secretario de Derechos Humanos salieran a decir que no eran 30.000, que eran 8.500, que los derechos humanos eran un curro. Fue una gran falta de respeto, a uno le duele mucho. Más allá que sepa que ellos buscan provocar para que nosotros reaccionemos de la manera que no se debe, para poder deslegitimar la búsqueda los nietos.  Más allá de que el gobierno pretenda dar atrás con muchas de estas cosas, creo que la sociedad tomó tal conciencia que hubo 500.000 este viernes en la marcha y hay muy poquita gente que hoy en día no se ponga contenta cuando aparece un nieto nuevo. Entonces, creo que hay un cambio muy grande en la sociedad y esto ayuda de una manera enorme a que sigan apareciendo nietos, y a que a los nietos que aparecen se les haga mucho más fácil o menos pesada la mochila que tienen encima.

 

Actualizado 28/03/2017

Los hijos de los represores, al Congreso

El colectivo Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía reúne a hijas, hijos y familiares represores por la memoria, verdad y justicia. “Liliana Furió (hija de un militar) me contactó por las redes sociales en mayo del año pasado y empezamos con esto juntas”, recordó Analía Kalinec, la hija del condenado a prisión perpetua Eduardo Emilio Kalinec, conocido como el Doctor K. “Pensamos que nadie más estaba pasando esa situación”, señaló. 

En la foto aparece Pablo Verna, Impulsor de la reforma de ley. HIjos de Represores impulsan una reforma del codigo penal para poder declarar contra sus padres.

“Si el Estado en su normativa interna tiene normas que prohíben y nulifican medios o fuentes de prueba debe cambiarlo”, dijo Pablo Verna.

Junto con Liliana, Analía comenzó a buscar a otros hijos e hijas de militares en las redes sociales. “Laura Delgadillo comentó en la nota de la hija de Etchecolatz, de la revista Anfibia, y es ahí donde la contacté”, recordó. 

El 7 de noviembre pasado, el colectivo presentó en el Congreso de la Nación un proyecto de reforma a los artículos 178 y 242 del Código Penal Procesal de la Nación “para que las prohibiciones, de esos artículos, de declarar y denunciar en contra de nuestros familiares, no corran para los crímenes de lesa humanidad”, explicó Pablo Verna, hijo de Julio Alejandro Verna, médico y ex capitán del Ejército. “Esas prohibiciones entran en conflicto con la obligación internacional que dice que en los crímenes contra la humanidad los Estados partes están obligados a investigar, juzgar y sancionar”, expone Verna y aclaró: “Si el Estado en su normativa interna tiene normas que prohíben y nulifican medios o fuentes de prueba debe cambiarlo, en esa medida se está incumpliendo”.   

En la foto aparece Analía Kalinec

“Vemos que hay una intencionalidad política y un cambio de dirección en lo que se venía haciendo y en los logros que se fueron consiguiendo”, dijo Analía Kelinec sobre la política de DDHH actual.

El padre de Analía fue oficial ayudante de la Policía Federal. En 2015 quedó firme la condena a perpetua por participar en interrogatorios y torturas en los centros Atlético, El Banco y El Olimpo. “Crecí en una ignorancia total”, confesó la hija del Doctor K. La primera vez que el padre de Analía quedó detenido fue en 2005. “Hasta ese momento jamás lo había relacionado con la dictadura, estuve dos años diciendo que era todo mentira”, resaltó y agregó: “La última vez que lo vi, en Devoto, lo increpé, fue en 2008. Le dije que leí la causa y los testimonios y le pregunté si fue parte. Él me respondió: No, bueno fue una guerra y no es así como dicen, fueron siete mil. ¿Qué me estás diciendo?, le dije. No bueno, pero vos imaginate, nosotros sabíamos que alguien había puesto una bomba en un lugar y le teníamos que sacar información para salvar más vidas, dijo, intentando justificar las torturas. A partir de ahí no lo vi nunca más”. 

En mayo de este año, la Corte Suprema de Justicia falló a favor de aplicar lo que se conoce como “ley del dos por uno” a condenados por delitos de lesa humanidad. Otros en la misma condición, como Luis Patti, con doble condena a perpetua o Antonio Musa Azar, ex jefe de Inteligencia de la policía de Santiago del Estero, cuatro veces condenado, recibieron el beneficio de la prisión domiciliaria. “Nos convocó el cambió de sentido en materia de derechos humanos que se viene impulsado desde el Gobierno”, enfatizó Analía Kalinec. “Nosotros vemos que hay una intencionalidad política y un cambio de dirección en lo que se venía haciendo y en los logros que se fueron consiguiendo”, opinó. Kalinec definió el fallo del dos por uno como un “intento fallido de una amnistía encubierta”. Pablo Verna define la situación como “el Happy Hour del horror”.

“A mi familia no le interesa escuchar lo que yo pienso sobre la última dictadura”, remarcó Kalinec. Y expresó que el mandato familiar es “aceptar lo que hizo su papá, que estuvo bien y defendió a la patria” o negar y “hacerte la tonta” y ratificó que ella no podía seguir ninguna de esas dos opciones.   

En la foto aparece Bibiana Reibaldi.

“Me fui oponiendo a él a medida que pasaban los años y sucedían circunstancias muy dolorosas”, cuenta Bibiana Reibaldi.

Distinta es la historia de Bibiana Reibaldi. La dictadura-cívico militar comenzó cuando ella tenía 20 años y estudiaba Psicología en la Universidad de Buenos Aires. “Ya tenía un criterio formado, que no se parecía al de mi papá”, recuerda. Su padre, Julio Reibaldi, fue oficial de Inteligencia y analista. “Era el que ubicaba a las personas que después iban a secuestrar y organizaba los grupos que hacían esos trabajos”, detalló Reibaldi. En 1978 ella comenzó a estudiar psicopedagogía en la Universidad del Salvador. “Ya para esos años me daba mucha vergüenza explicar a qué se dedicaba mi padre”, agrega. “Me fui oponiendo a él a medida que pasaban los años y sucedían circunstancias muy dolorosas que ameritaban que yo tomara una posición contraria a su accionar”. Julio Reibaldi murió en 2002 sin ser juzgado penalmente. 

Desde el colectivo luchan contra el mandato de silencio que sufrieron en la dictadura, y ahora en democracia continúa con la imposibilidad de denunciar penalmente a sus padres. “Era muy fuerte, no se hablaba en la familia de lo que pasaba”, señala Reibaldi. Para dejar de lado ese mandato, buscan reformar los artículos 178 y 242 del Código Procesal Penal de la Nación para poder aportar, judicialmente, a la memoria, la verdad y la justicia.

Actualizado 12/12/2017