“La situación de los medios sin fines de lucro es estremecedora”

“La situación de los medios sin fines de lucro es estremecedora”

«Hay una creciente estigmatización de muchos funcionarios estatales en América hacia las mujeres», señala Loreti.

El argentino Damián Loreti, abogado y doctor en Ciencias de la Información, ha sido elegido como uno de los finalistas en el proceso de selección a Relator de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Son diez expertos y expertas de distintos países de la región –sobre un total de 81 postulantes– y el próximo 15 de septiembre se conocerá quién ocupará ese puesto clave.

La trayectoria de Loreti avala su nominación: cofundador de la Coalición por una Radiodifusión Democrática; coautor de la Ley N° 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009 (que reemplazó la de la última dictadura); director de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) entre 2002 y 2006, vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) entre 2006 y 2010; vicepresidente de Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC); secretario del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), profesor de grado y posgrado y la lista sigue.

En vivo y en directo, Loreti prefiere evitar los formalismos. “Me muero de la vergüenza”, confiesa. Aislamiento social de por medio, conversó con ANCCOM sobre libertad de expresión, derecho a la comunicación, acceso y sus principales amenazas en la actualidad nacional y mundial.

¿Qué significa ser Relator de Libertad de Expresión?

En el marco de la CIDH, hace unos 22 años se creó una unidad especial con un funcionario a cargo, que no es un comisionado, que se llama Relatoría Especial de Libertad de Expresión. Hace unos 12 ó 13 años se empezó a elegir en base a un concurso llamado por la CIDH. Se presenta alguien que cumple con ciertas condiciones: periodistas, abogados, licenciados en relaciones internacionales o comunicación social, politólogos, con conocimientos y experiencia en el mundo de derechos humanos y la libertad de expresión. El mandato dura tres años con derecho a una renovación. El Relator, de la mano de instrucciones que le va fijando la Comisión, fiscaliza la situación de la libertad de expresión en el continente, hace requerimientos en los países, informes nacionales o genéricos, y lleva los casos que se presentan ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.

¿Cuáles son los temas de incumbencia?

Van desde violencias y agresiones a periodistas y personas que toman la voz pública, derecho a la protesta, responsabilidades civiles y penales, temas de radiodifusión, de concentración. Temas de vida privada, cibervigilancia, hay informes sobre la situación de las mujeres periodistas y trabajadoras de los medios. Hay antecedentes de trabajo sobre libertad de expresión y discurso del odio, o discurso discriminatorio, con un énfasis en particular en cómo resolver esto en relación a la población LGTBI. También con redes sociales, activistas digitales y plataformas.

¿Qué significaría para usted poder desempeñarse en ese cargo?

La Relatoría tiene 20 años de trabajo atrás. El principal objetivo sería ir mejorando los estándares, llevar un poco más de litigio a la Corte Interamericana. Hay algunos temas que no han sido todavía litigados, como radiodifusión comunitaria, temas de concentración, de plataformas y libertad de expresión. Hay que trabajar más el tema de discursos y población LGTBI. Aumentar fuertemente la protección a las mujeres que hacen ejercicio de la libertad de expresión, sea de modo profesional o no. Porque ahí ocurren situaciones de discriminación estructural, en términos de condiciones de trabajo, de protección; y hay una creciente estigmatización de parte de los funcionarios estatales de mayor autoridad en muchos países en América hacia las mujeres de modo muy despectivo y violento. Desde Canadá, hasta países caribeños y del cono sur.

¿De qué manera se podría intervenir?

La Relatoría publica comunicados manifestando preocupación y en algunos casos beneplácito por medidas de gobierno o situaciones puntuales. Puede pedir informes a los Estados ante una determinada circunstancia. Está la posibilidad de llevar casos y plantearle a la Comisión la elaboración de algún estándar de interpretación de hacia dónde debería ir una mayor protección a la libertad de expresión en un contexto de un continente que cambió mucho en los últimos seis años. Hay una creciente elección de gobiernos de centroderecha o derecha muy restrictivos en esta materia. Las modificaciones a las leyes que se están dando de modo regresivo en varios países son una muestra de eso.

«Hay una creciente elección de gobiernos de derecha muy restrictivos en materia de libertad de expresión», dice.

¿Cómo califica la gestión de Mauricio Macri en materia de legislación de la comunicación? 

Atroz. Sólo por dar unos ejemplos, la persecución que ha habido a activistas digitales es gigantesca, el proceso de concentración que se ha dado es enorme, y las reformas a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual por decreto fueron cuestionadas por la CIDH como regresivas y no respetuosas del principio de legalidad.

¿Qué expectativas tiene respecto al gobierno actual?

Desde la sociedad civil, el principal reclamo va a ir por el lado de la sustentabilidad de los medios, sobre todo de los más chicos y los que no están en plataformas. Históricamente, el dinero que estaba en los medios abiertos se fue yendo hacia el cable. Luego hacia las señales. Y ahora, incluida la publicidad oficial, se fue a las plataformas, que en muchos casos no generan producción local. Eso desfinancia las instancias de pluralismo y diversidad. Hoy el gran tema, de la mano con lo que ocurre con el COVID-19, es cuál va a ser ese modelo no sólo en Argentina sino en muchísimos lugares. La retracción de todo tipo de mercados publicitarios imaginables y la situación de los medios sin fines de lucro y del interior de los países es estremecedora. Si bien crece la audiencia, no crece la facturación de los medios abiertos. Según la CEPAL, el 43 por ciento de la población de América Latina no tiene banda ancha. En este contexto, toman importancia los medios abiertos, públicos, comunitarios, incluso los comerciales, en la medida en que no estén comandados por una misma empresa y con una sola voz. Son instancias de pluralismo en las cuales la gente no paga por ver y escuchar y mantiene además el anonimato de aquello que escucha, cosa que en las redes no ocurre.

¿Cuál es su opinión sobre la cobertura de la pandemia en los medios? 

Hay de todo. El gran problema es de qué manera se genera mayor capacidad de voces que desmientan las 18 horas de alarma de noticias todo el tiempo. No es solo un problema nacional. Y de qué modo se permite la verificación de datos ostensiblemente falsos o medias verdades. O se sacan las condiciones reales por las cuales se hacen determinadas cosas, y cuando se le pone un solo título aparece distorsionado. El ejemplo más reciente es el de los test rápidos. Salió en algunos diarios que el Estado había hecho cualquier cosa y que ese mecanismo de tests tiene sus límites. Pero eso se sabía cuando se lo contrató. Ahora, si alguien omite decir que eso viene con límites específicamente determinados y con un fin determinado, se trata de la construcción de realidad en función de intereses económicos, como siempre se rodearon los medios. Ahí quisiera enfatizar la diferencia entre periodistas y medios. Los trabajadores de los medios no tienen negocios por fuera. Y las presiones económicas que sufren los medios, más allá de sus líneas editoriales, impactan sobre los trabajadores.

Respecto a las noticias falsas, ¿qué postura debería tomar el derecho?

Primero, en el marco del Sistema Interamericano, no hay capacidad de censura previa. Segundo, no siempre las fake news se refieren a personas. En ese caso, habría derecho de rectificación o respuesta. Dicho esto, hay otro tipo de fake news que operan sobre una realidad sin referencia a una persona en particular y ahí el derecho de contestar de la sociedad es más complejo. Las elecciones en Brasil, el Brexit, o el referéndum colombiano, no hacían referencia a un candidato en particular. Los europeos optaron por fijar, en países como Francia o Alemania, algunas reglas en función de elecciones y fake news. Pero, en algunos casos, hay una injerencia directa de los jueces en lo que los medios pueden decir o no. Entonces, la gran mayoría de las personas suele preguntarse cuál es la responsabilidad en materia de fake news. Considero que el tema de la responsabilidad es algo menor frente a la necesidad de generar instancias de chequeos, de mayor accesibilidad a las fuentes por parte de las personas que puedan estar alcanzadas por las fake news y no tengan capacidad de replicar por esa falta de acceso. Muchos dicen “sólo difundan lo que se publica por parte del Estado”, y eso es complicado como regla, porque el Estado no está siempre del mismo modo. Nosotros podemos sentirnos confortados con lo que hace Télam, pero si mirás en otros lugares la construcción de las estadísticas tal vez no tiene siempre las mismas fuentes. No estoy de acuerdo en que sólo hay que difundir la información oficial. Tiene que haber mecanismos de acceso a la información y transparencia informativa, pero no como fuente única.

¿Qué medidas se podrían tomar para favorecer el pluralismo informativo y cultural?

El gran tema es el financiamiento. Hay muchas iniciativas que necesitan porte para armar sus modelos de gestión. Pero hoy los medios no tienen modo de sostenerse con una retracción del mercado como la que existe. Ni hay un compromiso de financiamiento y pluralismo por parte de los que están llevando plata a sus cuentas sin generar ninguna producción. Esto existe en Estados Unidos, Suecia, España, Francia, Holanda, mecanismos de tomar plata de ingresos de ciertas explotaciones a los cuales se le agrega un impuesto puntual. Acá se podría trabajar sobre el IVA y reasignarlo. Y así generar un mecanismo transparente de financiamiento y pluralismo. En definitiva, se trata de eso y cada vez más. Mucho se ha hablado que esto es un tema de control de competencia, como si fuera solo un problema económico. Y ya desde el 2004 la Relatoría especial y luego otros relatores de libertad de expresión de otros continentes, y la propia CIDH, han venido diciendo que el pluralismo no se garantiza con control económico de concentración solamente, eso es un control a posteriori. Lo que garantiza el pluralismo y la diversidad es el control inclusive de la concentración indebida. Porque lo que se protege es la opinión pública, y no un problema de acumulación económica.

Diez años desatadas

Diez años desatadas

«La locura está en el aire. Mujeres de radio, en lucha y en marcha. Estamos desatadas», entona cualquier parlante de radio que sintonice los programas de “Cheque en Blanco” (FutuRock) o «Las Voces de Aquelarre» (Radio Hache) o la programación de Radio Colmena. Pero esas entonaciones que colman esas señales están desatándose desde el centro del Hospital Moyano en el centro de Barracas, al sur de la Ciudad de Buenos Aires.
El hospital Braulio Moyano es, visto por fuera, un tono sin medios. Altos paredones de un color grisáceo aburrido y abandónico, signado por el tiempo que fue adhiriéndose, en capas, a la cola con la que se pegan afiches. Un bello intersticio edificado con paredes, columnas y molduras color café con leche corta la monotonía de ladrillo tras ladrillo. El hospital Moyano es un movimiento constante. Lo constante, también dentro, es que el Moyano es un gineceo: se trata de un neuropsiquiátrico exclusivo para mujeres.
Una vez dentro, la disrupción está en el centro. Como si de un nudo se tratase, allí está el desate. Usar la voz, lograr palabra, hacer radio allí es digno de alocadas ideas. Más aún: Realizan, hace diez años, lo que hoy -hace pocos años-, se conoce como podcasts.

En el medio de la reclusión, ¡zas!, la voz.
Y contra la monotonía, ¡zas!, la innovación.

“Desate” es una idea de trece años que cumplió, este 2019, diez de realidad. Surgió como ocurrencia de Silvia Maltz, psicóloga del Moyano, como contrafuerza a la lógica hermética del hospital. «Propuse un dispositivo radial, que permite un nexo entre el hospital y la comunidad. Personas como Alfredo Olivera, creador de “La Colifata”, o estudiantes de Comunicación Comunitaria de la UBA aportaron a que esta idea tome vuelo», explica Maltz.
Así se creó un nexo entre mujeres internadas y externadas interesadas en hacer radio, que junto a otros colaboradores debatieron sobre el nombre y la modalidad del proyecto: “Desate” (o “Desatadas”)
Por internet fue en un principio, hasta que paró la oreja el AFSCA (actual ENACOM) y sintonizó también al ISER (Instituto de Enseñanza Radiofónica). Y así, se formó un equipo de colaboración técnica, integrado hoy por Paula Abregú (psicologa), como co-coordinadora y productora, y Romina Romero y Marcos Autcheloine (ambos periodistas de ISER) en operación y edición radiofónica.
Y así, el dial virtual pudo ya ser un dial a perilla. Es decir, que las “Desate” producían para ser escuchadas (y valoradas) por Radio Nacional, Radio Cooperativa, Radio La Tribu, Radio Mega, Madres y Radio Vorterix.
«Además de -y más que- ser un dispositivo terapéutico, es un programa competitivo técnicamente. La modalidad adoptada desde hace tiempo es prueba de ello», agrega Autcheloine. Mientras podcast suena novedoso, las Desate hacían la novedad hace una década con un nombre menos rimbombante.
La osadía de este grupo de mujeres pensantes y críticas hizo abordar, desde el principio, temáticas que tardan mucho en encontrarse en el dial, en una concisión llamativa: tres minutos. Coyunturas política y económica, efemérides, derechos, burocracia, inmigración, o conceptos como encierro, maternidad, feminismo, talento, grieta, cambio, mujer o mate son meritorios de la palabra hablada al servicio de la reflexión. También escriben textos para reírse de las desgracias.
«Trabajamos situaciones, estructuras y problemáticas sociales diarias y profundas a la vez. Opinamos, criticamos y politizamos pero no acusamos a nadie en particular sino a la sociedad y a las instituciones. Somos comunicadoras, no juezas», señalan las “Desate”.
También hay lugar para las expresiones más nobles como radiopoemas, amor, dolor, miedo y esperanza. «La poesía es nuestra forma de conectar sentimientos y fantasías», agregan.
«La cultura es parte de la salud» es su lema y la radio es, para “Desate”, un puente entre el hospital y la comunidad. «De todas formas, tenemos objetivos intrainstitucionales y extrainstitucionales. Los primeros son generar, desde un dispositivo de encierro, lazos sociales y de afectividad. Pero también, hemos logrado, al hacer radio, el recibimiento del Ministerio de Trabajo de la Nación para que las locutoras generen sus ingresos y, así, su autonomía», asevera la coordinadora Maltz.
El plantel de “Desate” ha variado con el tiempo. Hoy está integrado por Claudia Rodríguez, Claudia Sosa Prado, Elena Torres y Silvia Pérez como equipo estable. A ellas se suman otras mujeres internadas y externadas que paraticipan con asiduidad, y también colaboradores técnicos.
«Para nosotras es la realización de un sueño. Siempre, y cada una con su particularidad, quisimos hacer radio en algún momento de nuestras vidas. Pero ´Desate´ nos permite sentirnos escuchadas y valoradas. Nuestras expresiones, ocurrencias, críticas y conocimientos, mediante la radio, llegan a mucha gente», concuerdan, en una ronda.
Sus contenidos, hechos a base de debate y esmero, se trabajan tres veces por semana. La rutina comienza el martes, cuando aportan sus ideas y conversan temas de actualidad que ameritan notoriedad; los miércoles se graban los podcasts que serán editados y difundidos por radios de notorio alcance; y los jueves empiezan a delinearse los contenidos a producir en la semana próxima.
Actualmente, las “Desate” producen podcasts para los programas “Cheque en blanco” en Radio FutuRock (sábados a las 9) y “Las Voces de Aquelarre” en Radio Hache (viernes a las 19), así como también generan contenido que se emite en Radio Colmena cuatro veces a la semana (lunes 20:55, martes y viernes 12:55, y jueves 18:55). Algunos de sus podcasts -y otros contenidos- están disponibles en SoundCloud (soundcloud.com/Desate) y YouTube (Desate Canal). Las “Desate” desamarran voz para trabajar la palabra hacia la comunidad.

Porca miseria: ajustes y despidos en ANSA

Porca miseria: ajustes y despidos en ANSA

Sillas vacías por los despidos en ANSA.

Sillas vacías, escritorios sin pertenencias, computadoras apagadas. Lo que solía ser una sala de redacción, hoy es un escenario desolador. Figurita repetida para los medios de comunicación argentinos. En la bolsa también cayó ahora la reconocida agencia internacional de noticias, ANSA (Agenzia Nazionale Stampa Associata), donde hoy solo acuden a sus puestos nueve de los 17 empleados que trabajaban hasta que comenzó el último recorte.

Despidos de 74 empleados en la planta gráfica de La Nación y 37 en Editorial Atlántida; el embargo de la cuenta sueldo de los  trabajadores de C5N; los salarios impagos de Radio del Plata y los 65 desvinculados en Clarín, la situación más emblemática de los últimos días, con multitudinarias protestas en su puerta. Con mucha menos repercusión, en ANSA también se viven horas de desguace. El 11 de febrero, tras una comunicación telefónica desde Roma, el encargado del sector de Recursos Humanos de la agencia italiana comunicó que debían despedir a la mitad de los trabajadores de la oficina de Buenos Aires, la cual supo ser sede central de las oficinas de Latinoamérica. La decisión se tomó tras la reducción del 20 por ciento del aporte que percibía la agencia del Estado italiano. La propuesta que ofrecieron desde Italia tiró por la borda todos los tableros establecidos en cuanto a leyes laborales: a la decisión de a quién despedir y a quién no, la debían tomar los propios periodistas en el plazo de un mes.

“Nos avisaron que iban a echar a tres trabajadores con nombre y apellido: el telefonista y dos técnicos. Además, debíamos elegir entre nosotros seis redactores de los 12 que éramos en ese entonces. A los técnicos y al telefonista les dieron entre cuatro y cinco días para arreglar sus cosas e irse. Al resto, hasta el 12 de marzo. La decisión del recorte no la tomaron con un sentido periodístico sino, en cambio, con un criterio financiero”, arremete Fernando Lorenzo, periodista y secretario gremial de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA).

ANSA está desdde 1952 en nuestro país y era la agencia de noticias cabecera en latinoamérica.

Tras negociaciones con la empresa y audiencias en el Ministerio de Trabajo, los empleados han logrado que cada uno de los cuatro compañeros que optaron por finalizar su compromiso con la agencia, firmara en el SECLO (Servicio de Conciliación Laboral Obligatoria) un retiro voluntario donde se acordó una cifra indemnizatoria superior a la establecida por la ley. Lorenzo, quien asistió a cada una de las reuniones, agregó: “Nosotros plantamos bandera pero no le pusimos palos en la rueda a nadie que decidiera irse; en cambio, tratamos de generar una mejor condición para negociar su salida”.

Desde su establecimiento en el país en 1952, la agencia ha vivido cada uno de los conflictos políticos y económicos que sacudieron a la sociedad argentina. Hoy, sumado a la crisis de la industria periodística y la específica de las agencias de noticias, se encuentra en medio de una crisis que ha dado lugar a la precarización. “Estamos preocupados, no solo por nosotros y nuestro gremio, sino a nivel general. Tratamos de dar resistencia, ver caminos para que no se cierre la fuente de trabajo pero el avance es arrollador. La empresa tiene sus razones, nosotros las nuestras, pero ahora, lamentablemente, estamos en inferioridad de fuerza”, comenta Alejandro Curotto, periodista de ANSA, especialista en política internacional.

La agencia de noticias italiana contaba con 81 oficinas distribuidas en 74 países. El objetivo primordial de la localización de ANSA alrededor del globo puede adjudicarse a una presencia política estratégica en dichos países detrás del sentido más superficial, el informativo. Actualmente, las únicas dos sedes que aún siguen ubicadas en el sur del continente americano son las pertenecientes a Buenos Aires y San Pablo, quedando únicamente corresponsables ubicados en México, Caracas, Cuba y Chile. Los trabajadores de la agencia, en su comunicación telefónica, tuvieron que escuchar otra posible decisión que estaba evaluando la empresa: concentrar la sede porteña en San Pablo, donde las condiciones laborales son mucho más flexibles, para bajar los costos.

Curotto, que tiene 60 años y ha dedicado 36 de su vida a la redacción de artículos para ANSA, explica: “Uno quiere y le tiene cariño a su trabajo porque es su obra, lo que hace, lo que estudió y aprendió. La decisión a tomar no abarca solamente irse o quedarse” .

Los trabajadores de ANSA debieron elegir entre ellos qué periodistas debían ser despedidos.

Ante el panorama desalentador, los trabajadores comenzaron a evaluar estrategias para poder generar un frente sólido sumando apoyos internacionales: “A fines de febrero, intentamos hablar con el canciller italiano, Enzo Moavero Milanesi, pero en ningún momento nos ofreció un espacio para contarle nuestra situación. Eso, para nosotros, fue una respuesta, sabemos que por esa vía no tenemos nada”.

En la última audiencia en el Ministerio de Trabajo a la que asistió el equipo de ANSA, con Fernando Lorenzo a la cabeza, los trabajadores recibieron otro golpe: la agencia solicitó que una persona más abandone su puesto. “Los que quedamos, estamos en el Titanic hundiéndonos. Nuestro servicio ya era precario anteriormente y ahora, por supuesto, empeoró. Los que quedamos nos reunimos y acordamos el trabajo que podemos llegar a brindar y garantizar sin que haya conflicto entre nosotros. Hay demanda corta y un problema estructural. No tenemos claro si esto terminó acá. Las personas que eligieron irse, lo hicieron mediante un consenso. Hoy no hay nadie con ganas de aceptar un retiro. De ninguna manera vamos a pelearnos entre nosotros para decidir quién se va, sino que vamos a defender nuestro puesto de trabajo”.

Para ANSA, la crisis del 2000 fue un quiebre y desde entonces la agencia se achicó continuamente hasta llegar al resultado de hoy. Lorenzo cuenta: “Nos quisieron sacar del convenio colectivo, la idea era realizar contratos individuales. Hubo una pelea muy fuerte, tomamos la sede y sufrimos dos despidos. A partir de ese momento, se negociaron mejores condiciones de trabajo. Estuvimos casi 10 años sin aumento de sueldo por la ausencia de paritarias. Gracias a la resistencia pudimos mantener nuestras condiciones de trabajo y crear un precedente. Hoy la situación les pesa por nuestro historial”.

A la espera de la nueva audiencia del 2 de mayo, Fernando Lorenzo, se animó a proyectar la situación de ANSA a futuro: “La propuesta es llegar con esta balsa, aunque sea destruida, hasta la orilla de octubre. Quizás haya una inyección al sistema productivo, al mercado interno. Aunque no sea laburar de periodista pero tener la posibilidad de insertarse desde otro lugar”.

Despidos en editorial Atlántida

Despidos en editorial Atlántida

“Yo había escuchado de despidos así, sobre todo en el medio gráfico, pero nunca me había tocado vivir algo tan cruel e irrespetuoso”. Con estas duras palabras, Walter Balcedo define la situación que están viviendo los empleados recientemente despedidos de la editorial Atlántida. Crueldad y falta de respeto son dos términos contundentes que grafican no solo el hecho concreto de las desvinculaciones, sino también el modo en el que fueron efectuadas. “El martes 5 llegamos a la empresa y de repente alguien de Intendencia, con una lista en la mano, empezó a nombrar a quienes no podían entrar, así sin más. Yo estaba en esa lista”, detalla.

Balcedo se desempeñaba como jefe de preprensa dentro de la editorial, aunque hace tiempo su actividad excedía a las tareas comunes del sector: “En 2017, la empresa Televisa -a cargo de la editorial desde 2007- decidió eliminar las redacciones de revistas con licencia como Cosmopolitan o Muy Interesante, y empezaron a enviar el contenido desde México para que nosotros lo editemos y lo traduzcamos al modo argentino. Yo nunca fui un obsecuente, pero siempre hice mi trabajo y cumplí favores sin entrar en conflictos. Si tengo que resumir en una palabra lo que hizo la empresa en estos últimos meses, sin duda sería engaño”, asegura.

El término utilizado por Balcedo no es azaroso. En 2018, Televisa le vendió la empresa a un conglomerado de accionistas anónimos, quien se hizo cargo de la editorial creada por Constancio Vigil en los albores del siglo XX. La nueva dirigencia, a cargo de publicaciones masivas como las revistas Gente, Para Ti y Billiken, entre otras, llegó con múltiples propuestas de renovación y promesas de estabilidad laboral. Pero todo quedó a medias tintas.

“Me enteré que estaba en la lista por teléfono, mientras estaba de vacaciones con mis tres hijos y en período de lactancia”, subraya Yasmina Dátola.

“El nuevo directorio nos aseguró en julio que lo último que iban a hacer era despedir gente, y que estábamos en el mejor lugar posible para desarrollar nuestro trabajo. Si bien la venta viene cayendo hace años, nos proponían que aportemos ideas para salir adelante. En siete meses no solo no cumplieron su palabra, sino que encima nos echaron con ´justa causa´ inventando motivos”, sostiene Yasmina Dátola, quien trabajaba hace doce años en Billiken, primero como cronista y luego como redactora. “Me enteré que estaba en la lista por teléfono, mientras estaba de vacaciones con mis tres hijos y en período de lactancia”, subraya.

El caso de la publicación infantil es paradójico, ya que se encuentra vaciada y suspendida en el año de su centenario, cumpliría 100 años en noviembre. Al desprecio por la trayectoria, un mal que parece ser coyuntural, se le suma el agravante del incumplimiento salarial.

“La gerencia nos mandó un mail avisando que iban a depositar el 50 por ciento del sueldo, con la supuesta intención de saldar el otro 50 a la brevedad”, dice Nahuel Machesich, quien hasta el fatídico martes se desempeñaba como jefe de Redacción de la revista. “Nosotros decíamos en broma que los nuevos directores eran estilo ´Marquitos´ Peña (NdeR: Marcos Peña es el jefe de Gabinete nacional), por su juventud y su discurso positivo. Tengo una hija que nació prematura y se encuentra en terapia intensiva, pensé que eso iba a salvarme, pero no. Con estas actitudes te das cuenta que, más allá de las apariencias, se les cae la máscara enseguida”, asegura.

La revista Billiken cumpliría 100 años en el mes de noviembre.

Las justificaciones esgrimidas por la empresa para desvincular a sus empleados son diversas y, como especifica el testimonio de afectados y gremialistas, absolutamente falsas. En la misma línea, varios trabajadores no registrados fueron cesanteados, lo que representa un claro caso de precarización laboral.

Consultado por este medio, Fernando “Tato” Dondero, secretario general del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), explica que en la editorial “la situación complicada viene desde el año pasado, cuando decidieron mensualizar publicaciones semanales históricas como Billiken o Para Ti, lo que produjo la desafección de varios colaboradores no permanentes. La patronal nueva prometió dialogar con la comisión interna, y terminó despidiendo gente con causas inventadas para no pagar las indemnizaciones correspondientes. Llegaron a despedir a una jefa de Arte arguyendo que la gente de su sector se quejaba de malos tratos cuando jamás hubo ni un reclamo”.

La ola de despidos no discriminó sectores ni jerarquías, y si bien en la segunda semana de febrero se dio el mayor caudal, las desvinculaciones vienen desde comienzo de año. En diálogo con ANCCOM, Félix Vallejos, delegado de SiPreBA en Atlántida, aclara que “los primeros dos casos se dieron en enero, con dos compañeras despedidas. El martes 5 se produjeron alrededor de diez despidos, y nos enteramos que el director de la revista Gente, la directora de la revista Para Ti, y la gerenta de Recursos Humanos habían sido notificados de su despido antes de que lleguen a chocarse con la puerta”.

Trabajadoras de la editorial llevando a cabo medidas de lucha.

En paralelo, Dondero reconoce que, además del contexto recesivo que atenta contra la gran mayoría de los trabajadores, hay otros factores que afectan directamente no solo a Atlántida en particular, sino al sector gráfico en general: “Editoriales como Publiexpress, que por ejemplo tiene a su cargo la revista Pronto, también sufrieron despidos recientemente. Las empresas quieren contar con la menor cantidad de empleados posibles, mientras que el consumo de información en papel decrece cada vez más”.

No obstante, tanto empleados que conservan su puesto, como despedidos y gremialistas, tomaron cartas en el asunto e iniciaron medidas de lucha para intentar revertir la situación.”El martes hicimos un paro hasta las 0:00 horas, el miércoles decidimos declarar un estado de asamblea permanente hasta el viernes, mientras que el lunes hicimos un acto en la puerta de la editorial con cese de actividades y amplia participación de todos los sectores involucrados”, destacó Vallejos.

La ola de despidos no discriminó sectores ni jerarquías, y si bien en la segunda semana de febrero se dio el mayor caudal, las desvinculaciones vienen desde comienzo de año.

“No hay voluntad de diálogo sobre el derecho a decidir”

“No hay voluntad de diálogo sobre el derecho a decidir”

“Las palabras son muy peligrosas: se utilizan con total intencionalidad en todo momento”, dice Òscar Fernández Sánchez, catalán especialista en producción, licenciado en comunicación audiovisual y diplomado en Ciencias de la Educación, aunque siempre ejerció de periodista. Como productor audiovisual del Grupo SEGRE, su docencia en la Universidad de Lleida parte desde la experiencia, desde la práctica productiva concreta. Por ende, cuando hace aquella afirmación, lo hace hablando de un caso real, repleto de ejemplos. Así menciona a Cataluña, la comunidad autónoma española que, en 2017, vio a su movimiento independentista cristalizarse en masivas protestas en las calles, un referéndum deslegitimado por el gobierno español a cargo del ya renunciado Mariano Rajoy, y la mudanza de políticos catalanes al exterior.

“De hecho, hay quien dice que han huido, y hay quien dice que son exiliados”, detalla Fernández Sánchez, en lo que es el primero de varios ejemplos de cómo el discurso mediático se moldea, con mayor o menor sutileza, en base a intereses subyacentes. “¿Qué punto de vista es el correcto? ¿Cómo hemos de decidir? Periodísticamente, es un político que ‘se ha marchado de España’. No es un exiliado, si lo analizamos lingüísticamente”.

Invitado a dar una serie de clases abiertas en la Universidad de Buenos Aires entre el 5 y el 12 de noviembre, utiliza este tipo de ejemplos para dar cuenta de una problemática comunicacional: para él, los medios de comunicación españoles no actúan como reflejo de la opinión pública, sino de una opinión publicada. “No están ejerciendo de la voz del pueblo y de la opinión general, sino que ejercen de la voz del gobierno o de los intereses, en este caso ideológicos, tanto por un lado como por el otro”, enfatiza.

Fernández Sánchez da cuenta de un esquema polarizado, donde la división más visible es entre los medios catalanes y los medios españoles fuera de Cataluña. El independentismo y el unionismo, respectivamente, dominan dentro y fuera de la región, y aquellos sesgos afectan visiblemente la manera en que los medios comunican los eventos que rodean al movimiento independentista catalán.  

Esto se vio en la cobertura de los incidentes del 1 de octubre de 2017 alrededor del referéndum por la independencia: de aquella historia, Fernández Sánchez extrae un ejemplo paradigmático de divergencias en la forma de reportar un mismo evento. “En clase enseñé cuatro portadas de cuatro periódicos donde, aparte del texto, lo importante era la imagen que se mostraba, y con los alumnos analizamos la imagen”, explica; cada una de esas portadas ilustró de un modo particular y único los incidentes violentos de ese día con la Guardia Civil enviada por el gobierno de Rajoy.

“En una imagen de gran tensión, se ve cómo la policía bloqueaba la entrada a los votantes,” describe. En la siguiente portada, la fotografía elegida enfatiza la agresividad dura de las fuerzas policiales españolas, seguida por otra que representa a los manifestantes como los que utilizan la violencia contra estas fuerzas. Y otra, finalmente, muestra a los cuerpos de seguridad del Estado enfrentados con los cuerpos de seguridad de la Generalitat, y así responsabiliza a los agentes mientras niega la presencia de la población civil.

Como consecuencia de aquellas diferencias sustanciales en los modos de cubrir noticias como el conflicto en Cataluña, Fernández Sánchez nota un gran escepticismo en la opinión pública hacia los medios. “Porque tú vas a un quiosco, compras siete diarios, y ninguno dice lo mismo”, explica. Asimismo, nota en los medios españoles una tendencia a culpabilizar a agentes políticos catalanes por las manifestaciones populares en favor de la independencia, acusándolos de haber manipulado al pueblo. Mientras, los medios catalanes presentan al movimiento como surgido desde la sociedad y reivindican a Carles Puigdemont, ex presidente de la Generalitat de Cataluña, actualmente fugitivo en Bélgica, “como el único político que ha oído al pueblo”.

Fernández Sánchez observa que, dentro de este contexto, no es posible un verdadero diálogo en los medios sobre la cuestión de la independencia, o siquiera sobre el derecho a decidir al respecto. “El debate sobre el derecho a decidir no está en los medios [españoles]”, dice, y apunta a la falta de voluntad del gobierno español como la principal causa.

Pero esta polarización, y particularmente la reticencia al debate en los medios españoles, no necesariamente se corresponden con la opinión pública. “Una encuesta popular, encuesta de opinión al pueblo, que publicaron los diarios en 2017, dice que el 75,6 por ciento de la población catalana está a favor de un referéndum”, cuenta a modo de demostración, “y el 57,4 por ciento de la población española también. Por tanto, son dos encuestas de población que ponen de manifiesto que el pueblo legitima un referéndum. Pero los gobiernos no lo hacen y los medios tampoco”.

En aquella postura gubernamental y mediática, reticente considerar un debate sobre un referéndum, Fernández Sánchez ve un obstáculo a la resolución de la problemática catalana. “Eso pasa sólo por el diálogo. Pero un diálogo donde no hay voluntad de dialogar es un diálogo de sordos. Y eso es lo que ahora mismo está pasando. Nadie cede”.

Reconoce, no obstante, algunas tentativas de acercamiento con Cataluña en el gobierno socialista de Pedro Sánchez, que sucedió a Rajoy como presidente, luego de que el líder del Partido Popular perdiera una moción de censura. Entre estas tentativas, incluye una propuesta de reforma del Estatuto de Autonomía para darle un carácter más fuerte a los gobiernos de las comunidades.

“Ha pasado desapercibido, pero ha habido un intento, quizá tenue, quizá pobre,” dice respecto del encuentro entre Pedro Sánchez y Quim Torra, actual presidente de la Generalitat de Cataluña. Un hecho sin precedentes, ya que los encuentros entre presidentes del gobierno español y del gobierno Catalán, según Fernández Sánchez, solían ser meramente protocolares. “Pedro Sánchez lo que ha hecho es un diálogo”. Sin embargo, es escéptico. Desde su perspectiva, el movimiento independentista se ha radicalizado, su foco está puesto en la independencia por sobre cualquier propuesta moderada.

Frente a la ilegitimidad constitucional de cualquier referéndum por la independencia de Cataluña, tal como lo argumenta el gobierno español, enfatiza la necesidad insatisfecha de un mayor diálogo mediático y una apertura a la participación de la opinión ciudadana en las discusiones sobre la naturaleza misma de la organización y división política de España, incluso, si fuera necesario, a nivel constitucional.

“La solución más evidente es que hagan un referéndum como ha hecho el Quebec o como ha hecho Irlanda -concluye-. Y que, en todo caso, trabajen la opción del no. Pero España tiene tal miedo de hacer un referéndum, porque cree que saldrá el sí. Pues no, haz un referéndum y pregúntate qué vas a hacer tú para conseguir que se queden”.