¿Competir por el conocimiento o construirlo en conjunto?

¿Competir por el conocimiento o construirlo en conjunto?

Las Olimpiadas Escolares que promueve el Gobierno porteño llegaron a la Ciudad como “otra oportunidad para aprender” a costa de cambios curriculares y problemas pedagógicos. El programa que obliga a todos los alumnos de 4° a 7° grado a participar de las olimpiadas de Lengua y Matemática fue presentado hace más de dos meses por el Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta junto al Ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro y la ministra local de la misma cartera, Soledad Acuña.

El programa pretende que los alumnos aprendan a “trabajar en equipo, a superar nuevos desafíos y a pensar de forma creativa en dos áreas que les van a servir toda la vida”, como lo presentó el Jefe de Gobierno. Desde la Subsecretaría de Coordinación Pedagógica y Equidad Educativa sólo reconocieron a ANCCOM que “están en plena fase de preparación”, aunque hayan pasado dos meses de su lanzamiento y que no se esté aplicando en algunas escuelas por problemas pedagógicos.

La comunidad educativa no fue consultada para el desarrollo del programa que trajo cambios en las formas de trabajo en las aulas. “Nunca nos convocaron para decirnos cómo aplicar esta modalidad”, dice Wenceslao Costa Díaz, maestro de la Escuela N° 17 Distrito Escolar 9. “Nosotros hacemos una planificación anual en los primeros 15 días y vemos cómo es ese grupo y qué puntos de interés tienen, como para empezar a diagramar el año escolar”, explicó a ANCCOM, y agregó: “Las Olimpiadas llegan empezando el segundo bimestre. Nos quieren imponer dos horas semanales para trabajar  en el material que nos bajan, que no tiene teoría ni argumentos, sólo proporcionan un Power Point”, describe Costa Díaz.

Federico Milman es maestro de la Escuela N° 13 Distrito Escolar 7, forma parte de la Asociación de Enseñanza Media y Superior (Ademys) y explicó: “El proyecto bajó con un documento muy vacío de contenido y de fundamentación. Una cosa muy desprolija, diciendo que hay que hacerlo porque es una idea buenísima y que los alumnos tienen que competir. Los supervisores les informaron a los directores y ninguno tenía mucha información de cómo se iba hacer”. Ademys señala en un comunicado que estas olimpiadas son “para introducir la competencia como valor relacionado al conocimiento” y “para armar rankings de escuelas y alumnos” e ir “instalando los premios a docentes y alumnos que obtengan mejores rendimientos”. El gremio subraya que esta propuesta se lanza en el contexto en que desde el Gobierno se impulsan evaluaciones estandarizadas para establecer un ranking de escuelas y salarios docentes atados a los rendimientos en esas evaluaciones.

Costa Díaz forma parte del colectivo MatePública, organización de docentes que nació en 2011 como iniciativa ante la ausencia del gobierno porteño en espacios de capacitación en educación y para fomentar la matemática a los niños de forma pedagógica. Desde MatePública también publicaron un comunicado en contra de las Olimpiadas Escolares CABA donde denuncian: “Desconocemos qué profesionales de la educación las idearon, bajo qué propuesta didáctica y en el marco de qué diseño curricular se presentan. No se consultó a los docentes sobre las necesidades que observan en sus aulas en relación a esta área, por lo que una vez más se ignora a los profesionales que estamos a cargo”.

“Nosotros sabemos de escuelas que están en situaciones peores y por ahí esas son las que necesitan los programas mas que la nuestra. En realidad, este gobierno funciona al revés, si vos ves que una escuela no rinde, a esa escuela es a la que le tenés que acercar programas y propuestas, para ver cómo la sacás adelante, en lugar de premiar unas sobre otras, porque deja de ser equitativo”, planteó el maestro de MatePública reconociendo las diversas realidades que tienen los alumnos en las escuelas de la Ciudad.

Además, las Olimpiadas Escolares exigen que dos horas semanales sean destinadas a practicar para participar de las competencias. Al mismo tiempo, implica la reformulación de la planificación para el trabajo en las aulas. “Nosotros tenemos que llevar eso adelante en el aula sin discutir y sin pensar, como si nuestro rol no valiera nada, como meros aplicadores de la educación. Nuestra profesión no es así, no es esto ser docente”, reafirmó Wenceslao. En el mismo sentido, Milman sostuvo: “Los docentes cada vez podemos pensar menos lo que vamos a hacer en nuestro trabajo, porque cada vez hay más bajada de línea”.

“Queremos enseñar a nuestros alumnos que el conocimiento es algo que enriquece en sí mismo y no es algo por lo que yo tenga que competir con otra persona”, reflexionó Milman. “Lo que buscan estos proyectos es instalar la lógica de la competencia, una lógica que este gobierno quiere imponer en todos los ámbitos: laboral, educativo y es algo que los docentes decidimos enfrentar”, concluyó.

Matemática para todos

Matemática para todos

La mirada de Wenceslao Costa Díaz es chispeante y curiosa. Tiene barba, es casado y padre de dos hijos, pero cuando muestra sus dientes blancos su sonrisa se confunde con la de sus alumnos de sexto grado. No hace tanto estaba sentado en un pupitre de su colegio primario tratando de entender matemática, disgustado con la forma en que le enseñaban, soñando un espacio en donde alguien le ayudara a comprender de qué se trataban los números y de no sentir que lo estaban dejando afuera. En 2011 -con apenas 24 años- creó, junto a un grupo de colegas, el colectivo docente Matepública, cuyo objetivo principal es mejorar la relación de los alumnos de escuela primaria con las matemáticas, haciendo foco en el aspecto didáctico.

«Somos un grupo de docentes que invitamos a jugar con los números a pequeños matemáticos y matemáticas. Sumamos nuestras ganas de enseñar para elevar al infinito y más allá la calidad de la Escuela Pública», afirman en el encabezado del blog del colectivo. Llevan a cabo su militancia por medio de varias acciones: desde talleres extracurriculares que funcionan como refuerzo de la materia hasta encuentros de desafíos matemáticos al aire libre, dos o tres veces por año, en la que confluyen niños y docentes de distintos distritos porteños. En cada una de las actividades lo que prima es la adhesión a una pedagogía que implica enseñar partiendo del conocimiento que aportan los propios chicos.

El colectivo docente Matepública tiene como objetivo principal mejorar la relación de los alumnos de escuela primaria con las matemáticas, haciendo foco en el aspecto didáctico.

«No queremos que la enseñanza sea una bajada de línea. Las tablas ya no se enseñan de memoria. Por ejemplo, proponemos que los chicos aprendan a dividir con restas sucesivas para que entiendan el proceso y descubran por ellos mismos su funcionamiento», explica Wenceslao sentado en un café a dos cuadras de la Escuela N° 17  “Blas Parera”, de Palermo, en la que da clase desde hace cinco años. Junto con su compañera Marta García, aprovechan la hora del almuerzo para dar clases a los chicos y amigarlos con los números. «Si veo que a un estudiante no le está yendo muy bien, lo convoco al taller de una hora al mediodía. La idea es recomponer esa pelea que se tiene con la matemática. Llega un punto en que si te va mal, hasta los mismos compañeros te ponen en un lugar de ‘no saber’. En el taller recuperan la confianza y vuelven a participar en clase», agrega el docente.

Quienes forman parte de Matepública no cobran horas extra, y muchas veces ponen de su bolsillo para conseguir los materiales que se necesitan tanto en los talleres como en los festivales que realizan al aire libre. En esos casos recaudan algo de dinero a través del buffet, que lo atienden los propios padres, agradecidos con el trabajo que el colectivo docente hace con sus hijos. Los familiares también son invitados a asistir a los talleres y festivales para aprender mejores formas de explicar la materia en casa.

«La matemática te enseña a percibir la belleza del mundo. Yo no era muy bueno, y trato de que Teo me supere», cuenta Gerardo Mirkin, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Está orgulloso de que su hijo haya pasado a la siguiente ronda de las Olimpíadas Matemáticas Ñandú (OMÑA), con tres problemas resueltos sobre tres.

Otro de los objetivos de Matepública es preparar a los alumnos para que formen parte del certamen y mejoren su desempeño año a año. En 2015, once estudiantes que van a los talleres extracurriculares pudieron llegar a la instancia final, con sede en Mar del Plata. «Para muchos ir a la costa es el incentivo. Además de llegar a la final, muchos ven el mar por primera vez. De todas maneras, siempre hablamos con la familia para pedirles que no les pongan presión a los chicos, la idea no es que ganen sino que se superen a ellos mismos», aclara Wenceslao.

Quienes forman parte de Matepública no cobran horas extra, y muchas veces ponen de su bolsillo para conseguir los materiales que se necesitan.

En cada instancia, los docentes les recuerdan a los chicos que lleven puesto su guardapolvo. «Sueño con que cada vez haya más guardapolvos blancos en las rondas», comenta Wenceslao, quien además de enseñar matemáticas trata de transmitirle a sus estudiantes la importancia del acceso gratuito e irrestricto a la educación.

El último festival de Matepública se realizó el pasado sábado 25 de junio en Plaza Mafalda -Concepción Arenal y Conde-, en Colegiales. «Elegimos esta plaza porque es de las pocas que no está enrejada», explica Wenceslao desde el micrófono. Al encuentro asistieron más de cincuenta niños en edad escolar junto con sus familiares y amigos. A medida que van llegando, los organizadores los dividen en grupos y les dan un formulario para que anoten los puntos que sacan en cada desafío que implica sumar, restar, dividir y multiplicar mientras se salta a la soga, se juega al tiro al blanco, al bowling y a los dados. No hay ganadores. Luego del cierre se reparten regalos iguales para todos los participantes.

Por ahora son tres las escuelas en las que se han podido instalar los talleres extracurriculares –la 13, la 17 y la 30 del Distrito 9-, que a su vez dependen de la buena voluntad de los directores que permiten que se realice la actividad, ya que no forma parte del diseño curricular de las escuelas. Algunos directivos son reticentes a dar lugar a las clases que los docentes proponen dar en forma ad-honorem, e incluso se niegan a repartir los volantes del festival en los cuadernos de comunicaciones. Santiago Foucault, docente de Matemática de la Escuela Nº 15 del tercer distrito, confirmó a ANCCOM durante el festival que los talleres comenzarán a darse en su escuela en el próximo semestre.

El último festival de Matepública se realizó el pasado sábado 25 de junio en Plaza Mafalda -Concepción Arenal y Conde-, en Colegiales.

«¿Podés saltar la soga con esos tacos?», le pregunta bromeando Nicolás, uno de los maestros -de guardapolvo blanco-, a una de las participantes del juego. El docente da clase en la Escuela N° 13 Teodoro Roosevelt, que queda justo frente a la plaza. Le resulta difícil implementar la idea de los talleres extracurriculares como los que se dan en la 17 porque en su colegio hay jornada simple. «Es complicado sostener el proyecto porque también depende de la buena voluntad de los profesores, que no siempre pueden quedarse más horas», agrega el docente, quien sostiene que una de las mayores dificultades que enfrentan los maestros es la cantidad de alumnos por clase: veinticinco o treinta.

Los organizadores del encuentro en Plaza Mafalda son entre quince o veinte docentes que se acercan convocados por el colectivo. Entre todos se encargan de la infraestructura: la construcción y despliegue de los juegos –la mayoría están hechos a mano-,  la música, los carteles, los regalos, el micrófono. Mientras los chicos van corriendo de desafío en desafío, algunos familiares conversan sentados en los bancos, otros tiran una manta sobre el césped y toman mate.

A medida que van llegando, los organizadores los dividen en grupos y les dan un formulario para que anoten los puntos que sacan en cada desafío.

Matepública es una iniciativa que responde a -y a la vez denuncia- la ausencia del gobierno porteño en materia educativa. Sobre una tela que cuelga en los alrededores de la plaza dice, en letras grandes, mayúsculas, y pintadas con témperas de colores: “Escuela pública de pie”.  Se exhiben, también, varios carteles que revelan algunas de las políticas educativas llevadas adelante por el macrismo durante los últimos nueve años: “El porcentaje del presupuesto destinado a Educación pasó del 27,4 por ciento al  22,1 por ciento”, “se presupuestó la construcción de una sola escuela para el presente año”, “reducción de cursos y postítulos de formación docente”, “salarios docentes que implican pagos en negro y en cuotas, que no contemplan el porcentaje inflacionario real y que continúan achatando la escala salarial”, “las inversiones destinadas a infraestructura y mantenimiento pasaron de un 9,71% en el año 2008 a un 3,63 por ciento en el año 2016”.

A modo de cierre, Wenceslao les pide a los familiares que se reúnan con los niños para pensar qué tipo de escuela pública les gustaría tener. Quince minutos después, cada chico tomará el micrófono para compartir sus deseos: “Que aunque no tengan plata, los chicos puedan saber”, “que todas las escuelas sean públicas”, “que todos tengan los mismos derechos”, “que vayan todos los chicos”, “una escuela pública justa y linda”, “que la comida sea rica” –pidieron más de una vez-, “mejores computadoras”, “más respeto y amor”, “que haya pileta”, “buenos maestros”, “almohadones”, “que haya clases”, “que siga siendo gratis”, “que haya doctores”, “que esté limpia e iluminada”. Y entre todos los pedidos, estuvo también el reconocimiento para algunos de los maestros que llevan adelante el colectivo Matepública: “Que haya profesores buenos como la seño Paula”, “que haya más maestros como Wences y Carla”.

Los organizadores del encuentro en Plaza Mafalda son entre quince o veinte docentes que se acercan convocados por el colectivo.

Actualizada 28/06/2016