Hay memoria, falta justicia

Hay memoria, falta justicia

La estación Echeverría de la Línea B del subte ahora también se llama “Mártires Palotinos”, en homenaje a los religiosos asesinados 47 años atrás en la Masacre de San Patricio. Se esperan avances en la causa judicial.

El 4 de julio de 1976 un grupo de tareas de la dictadura cívico militar irrumpió en la Iglesia de San Patricio, en el barrio porteño de Belgrano, y fusiló a los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau, y a los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti. En su memoria, este sábado se realizó un acto en el que se renombró a la estación Echeverría de la Línea B del subte, en el vecino barrio de Villa Urquiza, como “Echeverría-Mártires Palotinos”.

La iniciativa fue impulsada por el legislador del Frente de Todos Claudio Ferreño. “Hace casi dos años que venimos trabajando en el proyecto. Tuvo una primera lectura, luego una audiencia pública y después, en mayo último, la sesión definitiva. Hoy podemos decir que los cinco Mártires Palotinos tienen su estación”, expresó Ferreño en diálogo con ANCCOM. Si bien dentro de la parroquia está claramente señalizado y relatado lo que ocurrió aquella madrugada de 1976, el objetivo era hacerlo visible a los miles de personas que cada día transitan la estación del subte, para que sepan lo que pasó y se los recuerde.

El acto tuvo lugar el sábado 24 en el hall de la estación, en Avenida Triunvirato al 4200, y contó con la participación de legisladores, funcionarios, el colectivo Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia, distintos organismos de derechos humanos, familiares de las víctimas, el Movimiento Misionero de Francisco, feligreses de la parroquia y vecinos del barrio. “Esto no es un acto. Es un encuentro con personas que demuestran tener memoria. Esa memoria que hoy tanto quieren hacer desaparecer y no lo van a lograr. Porque no nos han vencido”, afirmó Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora.

Entre canciones y discursos de reconocimiento a “los cinco”, fueron descubiertas unas placas, bendecidas a su vez por los sacerdotes presentes: una con los nombres de las víctimas, otra con una cruz y sus rostros, y un cuadro explicativo que narra los trágicos hechos y brinda una semblanza de cada una. El nuevo reconocimiento viene a sumarse a los anteriores que ya existen en la zona, como el propio Pasaje Mártires Palotinos, las Baldosas por la Memoria y un mural en la esquina de Echeverría y Mártires Palotinos.

La jornada conmemorativa continuó con una procesión desde la estación del subte hasta la calle Mendoza, de ahí al pasaje Mártires Palotinos al 4100 y finalmente a la Parroquia San Patricio, en la calle Echeverría al 3900. El recorrido, de casi un kilómetro, fue encabezado por el actual párroco de San Patricio, Pablo Bocca, quien entonó cantos y oraciones durante el trayecto. A las 19, puntual, se dio inicio a la misa en memoria de quienes fueron asesinados en ese mismo lugar 47 años antes.

Cabe subrayar que también se está trabajando en el plano judicial para que se avance en la causa penal por la masacre. Ramiro Varela, miembro de Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia, explicó: “En las últimas semanas declararon varios testigos. Yo lo hice esta semana (el martes 19 de septiembre) por alrededor de tres horas. Presenté una carpeta con 326 páginas que incluye documentación de todo lo que hemos investigado a lo largo de los últimos años en relación a la causa. Estamos con la expectativa de que, por fin, podamos alcanzar la verdad y la justicia en relación al asesinato de nuestros cinco mártires”.

La otra alfombra roja

La otra alfombra roja

En la conmemoración del 47 aniversario de la Masacre de San Patricio se exhibió la alfombra que formó parte del escenario en donde cinco curas palotinos fueron asesinados por la dictadura cívico militar. El riesgo de que la biología deje el delito impune.

¿Cómo termina una alfombra roja colgada en una pared? Es 4 de julio y en la parroquia de San Patricio, ubicada en el barrio porteño de Belgrano, cuatro personas llevan, después de una misa, una alfombra roja desde el altar hacia un oratorio lateral. Ese paño formó parte de la escena de una masacre, 47 años atrás. Lo que después se llamó la masacre de San Patricio, el atentado más sangriento que sufrió la iglesia católica en Argentina en manos del terrorismo de Estado.

Los cuerpos sin vida de cinco religiosos de la orden palotina fueron encontrados ese dia junto a dos mensajes pintados en las paredes: “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son MSTM” y “Por los camaradas dinamitados en Seguridad Federal. Viva la Patria”.

“Estos zurdos” eran Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly, Salvador Barbeito y Emilio Barletti y fueron asesinados en la casa parroquial de San Patricio durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica en la madrugada del 4 de julio de 1976. Para perpetrar el crimen se utilizaron cuatro pistolas semiautomáticas estilo “Browning” (9 mm) y otra tipo ametralladora de dos cargadores según la pericia realizada por la Prefectura en 1977.

Desde la primera denuncia hasta hoy pasaron: el pedido de clausura de la causa entre mayo y julio de 1977 por el fiscal Strassera, el posterior sobreseimiento, la vuelta a la democracia y la reapertura de la causa en 1984 por el juez Néstor Blondi a pedido del Padre Cornelio Ryan, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la conexión con la megacausa Esma, los jueces Sebastián Casanello y Daniel Rafecas, entre otros. Hoy, el colectivo Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia junto a muchos integrantes de la comunidad temen porque la indefinición de la causa derive en la impunidad biológica de los responsables.

“Nosotros seguimos sin bajar los brazos. El panorama es desalentador. Si la causa no avanza vamos hacia la impunidad biológica. Con suerte lo único que nos va a quedar es un juicio por la Verdad.” dice Ramiro Varela, referente del colectivo Palotinos por la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Las hipótesis sobre los autores materiales que barajaron antes y ahora quienes luchan por la memoria, la verdad y la justicia, tienen que ver con el origen del grupo de tareas que ejecutó la masacre: si el origen fue la ESMA, un grupo proveniente de la Superintendencia de Seguridad Federal o una mezcla de ambos. En ese sentido, algunos hechos de violencia como la masacre de Fátima o fusilamiento de un militante en pleno Obelisco esa misma madrugada en presunta represalia por la bomba puesta en un comedor de la sede policial en Moreno 1431, bomba a la que hace referencia una de las pintadas encontradas en la escena de la masacre, hacen pensar que el grupo de tareas tiene que ver con la Superintendencia de Seguridad Federal. Testimonios de sobrevivientes de la ESMA y la cercanía territorial hacen que no se descarte la participación de un grupo de tareas proveniente de ese centro clandestino de detención, tortura y exterminio.

El diputado nacional Daniel Arroyo, presente en la ceremonia junto a organismos de Derechos Humanos, autoridades del Ministerio del Interior y el propio Ministerio de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, habló con ANCCOM y dijo que “hace 40 años recuperamos la democracia y ese es un valor que, de acá en adelante, tiene que perdurar siempre. Se pueden discutir muchas cosas en Argentina, si les gusta el gobierno o no, si está bien o mal, no se puede discutir la democracia. La democracia significa que nadie se puede meter en tu casa, nadie te puede hacer desaparecer.”

 En la misa por los 47 años de la masacre hay militantes y religiosos: en el gesto siguiente al terminar el sermón del Obispo Monseñor Enrique Eguía Seguí, los militantes aplauden y los religiosos reflexionan. La conjunción de dos universos simbólicos tan potentes como la política y la religión se condensa en esa disputa de sentido entre quienes llamaron marcha y quienes llamaron procesión al trayecto realizado desde la Ex Ema y hasta la parroquia San Patricio en ocasión de los 40 años de la masacre. 

“Es imposible no politizar un crimen de Estado, está totalmente atravesado por la política.” subraya Ramiro Varela. El hecho político de la jornada es la alfombra puesta de pie. Una alfombra con agujeros de pistolas 9mm que le da fondo a los retratos de los cinco religiosos asesinados, le da contexto a las caras. Con la deuda pendiente. Porque a pesar de la repetición, la frase no pierde vigencia: Memoria, Verdad y Justicia.

 

 

 

 

Baldosas para recordar a los mártires palotinos

Baldosas para recordar a los mártires palotinos

Estomba y Echeverría, barrio de Villa Urquiza, en el límite con Belgrano. Allí, sobre la vereda de la parroquia de San Patricio se colocaron las baldosas por la memoria, con los nombres de las víctimas del quíntuple crimen cometido el 4 de julio de 1976.  Del acto, organizado por los Jóvenes Palotinos de Argentina y Barrios por Memoria y Justicia, participaron referentes de distintas organizaciones de derechos humanos, dirigentes, militantes, religiosos, familiares de víctimas, integrantes de la comunidad palotina y simples vecinos. Entre otros oradores, estuvieron Estela de Carlotto,  el rabino Daniel Goldman y Anìbal Ibarra, ex fiscal de la causa. Posteriormente se realizó un recorrido por distintos puntos del barrio, que representaban a cada una de las víctimas y luego se celebró una misa.

La jornada sirvió para recordar el salvaje asesinato de los sacerdotes Alfredo Kelly, Alfredo Leaden y Pedro Dufau, y los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito, en la madrugada del 4 de julio de 1976. Al interior de la parroquia, cercana al altar, una larga alfombra roja agujereada se había colocado como recuerdo del espanto: es la alfombra sobre la cual yacían los cinco cuerpos, y cuyos agujeros evidencian los balazos disparados a mansalva por el grupo de tareas que irrumpió en el lugar.

Los cuerpos fueron encontrados a la mañana siguiente por el joven organista de la parroquia, Rolando Savino. Los principales medios de comunicación atribuyeron falsamente los homicidios al “extremismo” y la Justicia nunca logró identificar a los autores materiales del quíntuple crimen.

Las placas conmemorativas con los nombres de los mártires palotinos están acompañadas por una frase pronunciada en la homilía de la misa celebrada el 4 de julio de 2001 por quien fuera en aquel momento arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Los organizadores recordaron entre otras cosas, la mano tendida por el arquitecto Norberto Cevasco, quien donó los materiales y colaboró con el procedimiento para colocarlas. La vecina Inés Ferrando, por su parte,  permitió que las baldosas descansaran en su casa hasta el día de la inauguración. Historias mínimas que lo hicieron posible.

“Nunca nos arrodillamos”

El rabino Daniel Goldman, representante de la Comunidad Bet El y autor del libro Ser judío en los años setenta, afirmó que los tiempos democráticos deben sostener “la idea de memoria como  bandera. Toda memoria se establece a partir del presente, porque desde ese presente nos queda el eco de la voz que fue silenciada y hoy reaparece. Por eso, a pesar de toda la tragedia ocurrida, nos queda un momento de alegría: hay un mensaje vigente y es el que nos reúne aquí hoy”. Ese mensaje no es ni más ni menos que: memoria, verdad y justicia.

Por su parte, el exjefe de Gobierno porteño y fiscal en la causa que investigó la masacre de los Palotinos, Aníbal Ibarra, recordó su experiencia como fiscal federal entre 1986 y 1990: “Me dieron esta causa antes de cerrarla diciéndome: ´Ya no hay nada que hacer. Es tremenda pero fijate si podés hacer algo para seguir adelante´. Desde el primer instante me conmovió. No dejamos que se cerrara, conseguí màs pruebas, recuerdo que vine hasta aquí y hablé con los sacerdotes de aquel entonces, conseguimos incluso el procesamiento del comisario de la 37, Rafael Fensore, como encubridor”, expresó. Sin embargo, al día de la fecha no hay un solo autor material detenido.

Para el cierre, Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, reconoció que más allá de conocer perfectamente la historia, nunca había pisado el lugar. “Y es que estos genocidas han hecho tanto daño en todo el país, que no doy abasto para conocer todos los lugares. Por eso, a pesar de mis 87 años sigo caminando con el bastón. ¿Y por qué el bastón? Porque nunca nos arrodillamos”, expresó ante el aplauso de los presentes.

Estela no perdió ocasión para mencionar al actual gobierno y la coyuntura nacional: “Que sepan que no van a parar a este pueblo, que hay que salir a la calle en paz y sin violencia. No dejar de pensar que si se pierde un minuto, se pierde una vida. No dejarnos someter por aquellos que quieren que estemos contentos por ser pobres”, manifestó.

Luego de su encendido discurso, se procedió a descubrir las baldosas a escasos metros de la parroquia. Veredas que ya no serán las mismas. Acompañadas por la siguiente frase de Bergoglio, del 4 de julio de 2001, conservarán por siempre el recuerdo de los mártires palotinos: “Las baldosas de este solar están ungidas con la sangre de ellos”.

El acto contó con la presencia de Carlos Pisoni, exsubsecretario de Derechos Humanos de la Nación; Camilo Juárez Pais de HIJOS Capital; Julieta Martínez Molto, concejala de Vicente López por Unidad Ciudadana; Oscar Minteguía, secretario de Desarrollo Social en San Martín, la Asociación Seré por la Memoria y la Vida de Castelar; el exlegislador porteño y miembro de la comunidad palotina Claudio Ferreño; el padre Eleuterio Ruiz del Cristo Obrero de Lomas de Zamora; y la Comisión por la Memoria de Paternal y Villa Mitre; entre otros.

Se leyeron también las adhesiones de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; el músico y cantante León Gieco; el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; los diputados nacionales por Unidad Ciudadana Leopoldo Moreau, Josefina González y Horacio Pietragalla; Lita Boitano y Claudio Morresi de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; la organización Memoria Palermo, los curas de Opción por los Pobres; el ex diputado nacional Remo Carlotto; el intendente de Mercedes Juan Ignacio Ustarroz; y el diputado Eduardo “Wado” de Pedro.

 

Masacre de San Patricio: 40 años de memoria y de impunidad

Masacre de San Patricio: 40 años de memoria y de impunidad

A cuatro décadas de los asesinatos de los sacerdotes Alfredo Kelly, Pedro Dufau y Alfredo Leaden  y los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito,  la comunidad de la parroquia honró su memoria con una serie de actividades, que tuvo su cierre el lunes pasado a la noche, cuando el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, celebró la misa ante una multitud que desbordó la iglesia, ubicada en el límite de los barrios porteños de Villa Urquiza y Belgrano. El día anterior, una procesión había unido la ex ESMA con el templo, un hecho inédito que revela que la reivindicación de los “mártires palotinos” toma cada vez más impulso con el paso del tiempo.

Media hora antes de las 20, momento indicado para el inicio de la misa, no había un lugar disponible en la iglesia. El Cardenal Mario Poli hizo su entrada acompañado por quince obispos de distintas jurisdicciones, ataviados de blanco, y otros sacerdotes, entre los que se encontraba el padre José “Pepe” Di Paola.  En su camino, Poli bendijo a la multitud con la señal de la cruz hasta llegar al altar, en donde estaba colocada la alfombra roja sobre la que se había derramado la sangre de los religiosos hace cuarenta años. Durante la homilía, el cardenal leyó: “Los que se creyeron jueces sentenciando a muerte a los hermanos no sabían que los cristianos hacen bien y se los castiga como a malhechores, cuando nos castigan de muerte nos convierten en vida”. Si bien se refirió a las víctimas  en varias oportunidades como mártires dejó en manos del Vaticano su consagración bajo ese rol: “La Iglesia, con su sabiduría, sabrá decidir cuál es su lugar en el cielo”.

El día anterior, una procesión había unido la ex ESMA con el templo, un hecho inédito que revela que la reivindicación de los “mártires palotinos” toma cada vez más impulso con el paso del tiempo.

Los hechos

El 4 de julio de 1976 a las 8 de la mañana, los fieles de San Patricio se encontraron con las puertas cerradas de la iglesia. Frente al  desconcierto de los vecinos,  Rolando Savino, un joven al que el padre Leaden le había enseñado a tocar el órgano, trepó por una bandolera abierta de la casa parroquial, tomó las llaves y logró abrir las puertas. Minutos más tarde, en la planta alta se encontraría con una escena imposible de borrar: “La sensación se renueva año tras año, los recuerdo a ellos todos los días”, asegura.  La dictadura militar se apuró a distribuir un comunicado en donde responsabilizaba por el crimen al “extremismo”, versión que fue reproducida por importantes empresas mediáticas.

Sin embargo, vecinos del barrio habían visto movimientos sospechosos durante la madrugada y hombres armados merodeando los jardines parroquiales. Inclusive escucharon que algunos de esos sujetos le dijeron a un policía que estaba de guardia: “Si escuchás unos cohetazos no te metás que vamos a reventar a unos zurdos”. Consumado el quíntuple crimen, pintaron en las paredes frases agraviantes contra los religiosos y arrojaron sobre los cuerpos un afiche que representaba a “Miguelito”, el amigo de Mafalda, señalando un bastón policial y diciendo: “Este es el palito de abollar ideologías”.

Ya en democracia, distintos testimonios de ex detenidos desaparecidos y de algunos represores indicaron como principales sospechosos a los grupos de tareas de la Marina. Sin embargo, la causa judicial languideció y las leyes de Obediencia Debida y Punto Final terminaron de congelarla. El periodista Eduardo Kimel, por su libro “La masacre de San Patricio”, fue el único condenado relacionado, porque el juez que debía investigar los hechos, Guillermo Rivarola, se sintió calumniado por aquel notable trabajo periodístico que ponía luz, entre otras cosas, en las razones por las cuales nadie había sido condenado.

La marcha o el “Camino del martirio”, como decidieron llamarla, fue convocada para el domingo pasado y partió de la ex ESMA.

El sermón de las cucarachas

La marcha o el “Camino del martirio”, como decidieron llamarla, fue convocada para el domingo pasado y partió de la ex ESMA, de donde se presume que salió el Grupo de Tareas que acabaría con la vida de los religiosos. El recorrido contó con cinco  paradas en  iglesias de Núñez y Belgrano,  cada una dedicada a honrar a cada uno de los religiosos. El final del trayecto fue el lugar del crimen, la iglesia de San Patricio, en donde se le rindió homenaje al padre Kelly, considerado por uno de los asistentes, el laico Francisco Javier Calabrese, como “un verdadero pastoralista, aquel encargado de llevar el dogma a la práctica”. Calabrese conoció a Kelly por ser amigo del párroco y recuerda las largas discusiones que mantenían: “Pero en el buen sentido, porque con ellos se podía hablar de cualquier cosa”, virtud adjudicada a la herencia del sacerdote fundador de la congregación, San Vicente Pallotti, por su “inmensa capacidad de escucha”.

A diferencia de otras marchas en defensa de los  Derechos Humanos violados por la dictadura militar, en esta el pedido de justicia incluyó el de perdón. Así lo dejaron asentado en la declaración de la comisión organizadora: “Verdad y justicia que no se oponen al perdón. Sin esta dimensión de perdón, no seremos fieles a ellos. Tampoco lo seremos si nos hacemos cómplices de la impunidad”.  En el texto queda claro que “verdad” y “justicia” anteceden a la idea del perdón.

En la iglesia de San Patricio,  punto final del “Camino del martirio”. El sobrino de Alfredo Kelly, Martín, quien conserva una fisonomía parecida a la de su tío, dice que no encuentra palabras para agradecer a las personas que esa noche llegaron a la parroquia y expresa: “No tengo derecho a estar triste, solo darle las gracias, que haya sido mi tío fue insignificante al lado de lo que fue para la comunidad, Alfi era un hombre de Dios, alguien mucho más grande que nuestra familia”.  En tanto, el padre Rodolfo Capalozza, sobreviviente de la masacre por haberse quedado  en lo de sus padres aquella noche en vez de ir a dormir a la iglesia, afirma: “El consuelo más fuerte es ver como la semilla que cayó a la tierra hizo fruto de eso: de hombres que dieron la vida, surgieron jóvenes siguen el camino de amor a la humanidad”, dice conmovido.

“Verdad y justicia que no se oponen al perdón. Sin esta dimensión de perdón, no seremos fieles a ellos. Tampoco lo seremos si nos hacemos cómplices de la impunidad”.

“Los cinco eran un blanco rentable, no fue nada al azar”, comenta el feligrés Calabrese en una de las paradas de la caminata y agrega: “La iglesia está rodeada de casas que valen más de 200 millones de dólares, era una parroquia en un lugar rico que abogaba por los pobres, y ellos tenían una gran influencia entre los jóvenes, era una parroquia complicante”. Muestra de ello es uno de los últimos sermones que dio Alfredo Kelly, pocos días antes de ser asesinado, y que trascendió como “el sermón de las cucarachas”. En pleno auge represivo, el párroco dijo, en mitad de la misa: “Hermanos: he sabido que hay gente de esta parroquia que compra muebles provenientes de casas de gente que ha sido arrestada y de la que no se conoce su destino. En todo el país surgen más y más de estos casos. Madres que no saben dónde están sus hijos, hijos que no saben dónde están sus padres, familias forzadas al exilio, señales de muerte por todos lados. (…) Quiero ser bien claro al respecto: las ovejas de este rebaño que medran con la situación por la que están pasando tantas familias argentinas, dejan de ser para mí ovejas para transformarse en cucarachas”.

En tanto, otro acto evocativo de los religiosos fue la elaboración de un mural sobre el pasaje “Mártires Palotinos”, a una cuadra de la Iglesia, por parte de vecinos, familiares y el Grupo Cultural Cruz del Sur. La obra representa a las víctimas con sus nombres, con la consigna “hoy son luz y vida” y con el lema  “Juntos vivieron y juntos murieron”. La frase, también se convirtió en el título del libro que Sergio Lucero acaba de publicar sobre las víctimas.

El final del trayecto fue el lugar del crimen, la iglesia de San Patricio, en donde se le rindió homenaje al padre Kelly.

Las investigaciones

Actualmente el caso de los Palotinos recorre dos vías: la judicial, en manos del juez federal Sergio Torres, a cargo de la megacausa ESMA; y la causa canónica impulsada por el padre Juan Sebastián Velasco como postulador y el vicepostulador y abogado Francisco Chirichella. Por partida doble, la posición de  Francisco I en la Santa Sede se vuelve estratégica, principalmente la canónica, capaz de consagrar a las víctimas mártires o santos, según las pruebas recogidas. Para santificarlos es necesario dar testimonio de dos milagros mientras que para decretarlos mártires tienen todos los requisitos necesarios, según el abogado Chirichela. “Dieron su vida por la justicia y la verdad a través del compromiso con el Evangelio. Y al momento de su muerte se encontraban indefensos, prueba de su actitud de vida pacífica”, explica.

¿Pero qué demora esta causa noble que data desde el 2001? Cuando Jorge Bergoglio era Cardenal y arzobispo porteño fue el principal impulsor para conformar un tribunal que reúna las pruebas necesarias que permitan llevar el expediente a Roma. En ese momento, la causa no prosperó y se diluyó en la falta de consenso e iniciativa de los obispos. Este año, sus feligreses decidieron retomarla y con más fuerza. Chirichella destaca la relación de amistad entre Afredo Kelly y  Bergoglio, quien fue su confesor hasta el último momento. “Estoy convencido que el Papa no es nuestro único aliado en Roma” y agrega : “Poner al altar a estos religiosos crea una contradicción dentro de la misma Iglesia, porque fueron asesinados por un gobierno que se proclamaba en función de los principios cristianos occidentales”. Hasta ahora, el primer y único mártir latinoamericano reconocido por el Papa Francisco fue, en 2015, el obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, quien en sus homilías dominicales se encargó de denunciar la violación a los derechos humanos y resultó asesinado mientras celebraba misa.

La semana pasada, el juez Sergio Torres -a través de la Cancillería-,  envió un exhorto al Vaticano para la desclasificación de archivos para determinar si existe el registro de los nombres de dos vecinos supuestamente excomulgados por tener algún tipo de vinculación con el crimen. En los recovecos del Vaticano y en el fuero íntimo de los represores se encuentran los datos para establecer justicia y superar el muro de impunidad que, sobre este caso y tantos otros, se ha construido por 40 años.

Actualmente el caso de los Palotinos recorre dos vías: la judicial, en manos del juez federal Sergio Torres, a cargo de la megacausa ESMA; y la causa canónica impulsada por el padre Juan Sebastián Velasco como postulador y el vicepostulador y abogado Francisco Chirichella.

 

Actualizada 06/07/2016