Dos velitas para el Reprocann

Dos velitas para el Reprocann

El Registro del Programa Cannabis que permite el uso y cultivo de la planta de marihuana con fines medicinales ya cumplió dos años. En este período se realizaron más de 200.000 solicitudes, buena parte ya aprobadas. ¿Qué impacto está teniendo el sistema? ¿Cómo viene funcionando?

En marzo de 2021 se aprobó el Registro del Programa Cannabis (REPROCANN) que habilitó en la Argentina el uso y cultivo de cannabis con fines medicinales. Desde entonces, el Ministerio de Salud recibió más de 200.000 solicitudes para obtener el permiso. La demora para la aprobación suele rondar entre uno y dos meses en promedio para quienes cumplieron con los requisitos, sobre todo un diagnóstico médico que lo justifique. Gracias a este registro, la persona es autorizada a circular dentro del país con la cantidad necesaria para su tratamiento.

¿Cómo funciona el Reprocann? ¿Qué evaluación hacen los expertos a dos años desde su implementación?

 

Cómo se hace

“Para uno poder registrarse tiene que ingresar a la página de REPROCANN y definir si es paciente, si cultiva para sí mismo o si cultiva para un tercero, es decir, si es un ‘cultivador solidario’”, explica Nicolás Di Biase, médico clínico y especialista en hepatología, con posgrado en endocannabinología y terapéutica cannabica de la Universidad de la Plata. El especialista aclara que el REPROCANN está vinculado a la  Ley 27350 de 2017 que permitió legalizar el cultivo y transporte de cannabis para uso medicinal.

“Una vez hecha la solicitud, el sistema brinda un código de vinculación que  tiene que usar el médico tratante”, comenta Di Biase, quien trabaja en diferentes hospitales de Bahía Blanca. Cualquier médico que tenga matrícula vigente puede recetar, “no tiene que ser un médico especialista en cannabis. Aunque hay médicos que se autodefinen como cannabinólogos, la verdad es que no es una especialidad en sí misma sino una herramienta que está bueno aprender a utilizar” explica Di Biase, también presidente de la Red de Profesionales para el Estudio de Cannabis. “En la Universidad Nacional del Sur desde 2018, dentro de la Carrera de Medicina, se dicta una cátedra de uso de cannabis medicinal. Se busca que el estudiante se reciba como médico teniendo información sobre la planta. Hay otras universidades que lo están haciendo”, afirma el médico.

Una vez hecha la inscripción, el médico debe entregar al paciente un consentimiento informado bilateral. Por su parte, el paciente debe brindar al médico el código obtenido de la inscripción en el REPROCANN para cargalo. Si todo va bien, en aproximadamente uno o dos meses se recibe la aprobación. El permiso dura tres años y, “se permite cultivar indoor (interior) u outdoor (exterior). Lo que no se permite es cultivar en la vía pública, como en las veredas”, aclara Di Biase.

Si bien la mayoría de las inscripciones se aprueba, “se puede negar cuando hay patologías psiquiátricas como esquizofrenia, bipolaridad, depresión… No es que lo rechazan definitivamente, sino que piden que el permiso lo haga un psiquiatra. Es importante recalcar que el programa solicita que se haga una evaluación a cargo de un especialista», afirma Di Biase.

Los cuatro grupos de enfermedades frecuentes que trata el cannabis son el dolor crónico, alteraciones del sueño, alteraciones del estado de ánimo y alteraciones del apetito. El cannabis también se utiliza para tratar la epilepsia: ayuda a reducir la cantidad de convulsiones, pero no cura la enfermedad. “Hay que entender que son paliativos de síntomas. El producto no produce intoxicación ni muerte. La única precaución a tener en cuenta es con mujeres embarazadas, niños y adolescentes, personas con problemas psiquiátricos graves, enfermedades cardiovasculares no controladas y casos específicos”, aclara.

Existen cerca de quince mil tipos de cannabis y dependiendo el perfil de cannabinoides que tiene, se le receta al paciente. Es frecuente que alguien se acerque con un producto comprado en un negocio: “En la mayoría de los casos nos hemos encontrado con que no tienen nada. Por eso la idea es que mejor auto-cultiven las plantas”, sugiere el especialista.

Di Biase asegura que es difícil que se produzca dependencia o adicción como suele suceder con el clonazepam, la nicotina o la cocaína. La razón es que no es una molécula singular individual que entra al cuerpo y genera dependencia continua si no un grupo de moléculas que interactúan en diferentes receptores y eso hace que la persona no genere dependencia a una sola. Lo que sí puede pasar es que con los años pueda requerir más cantidad para tener el mismo efecto. También aclara que si bien “no produce dependencia química, puede pasar que se produzca la dependencia psíquica».

“Somos hijos de una cultura prohibicionista que se instaló en la década de 1920 y fue una bajada de línea de políticas internacionales de Estados Unidos en las cuales se demonizó a la planta y a su usuario. Hemos nacido en ese contexto y suele relacionarse al cannabis con otras drogas, narcotráfico y crímenes”, aclara Di Biase.

De este lado de la ley

Di Biase recuerda que “está prohibido vender cannabis. La persona que vende este producto está violando la Ley 23737. En farmacias todavía no se vende porque no hay productos aprobados por el ANMAT. Los únicos productos aprobados no son del extracto completo de la planta sino cannabidiol o CBD solo y se utiliza para Epilepsia Refractaria”, afirma. En relación a conseguir las semillas, “es un mercado que no está regulado y es complicado porque sigue siendo un poco gris. La ley no permite su venta, pero el Instituto Nacional de la Semilla (INASE) autoriza la venta de aquellas que han demostrado calidad y trazabilidad. Hay cinco cepas que han aprobado, pero que aún no están a la venta”, explica Di Biase. Los especialistas recomiendan que cada paciente cultive sus propias plantas.

Emilio Ruchansky, productor periodístico del noticiero de la Televisión Pública, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA), explica que hay dos permisos que se pueden obtener a través del REPROCANN: uno es para pacientes/usuarios y permite tener un máximo de nueve plantas de las que se obtienen unos 40 gramos de flores o seis frascos de 30 mililitros de aceite. El otro permite cultivar para un tercero (algo fundamental para las llamadas madres del cannabis) al que se lo denomina, “cultivador/a solidaria”.

“También se acaba de abrir una posibilidad de hacer una Asociación Civil que puede tener hasta 150 pacientes”, explica el también autor del libro Un mundo con drogas. Los caminos alternativos a la prohibición. Cabe recordar que la Ley 23.737 prevé entre un mes o dos años de prisión por tenencia de drogas para uso personal: “Esa pena en general no se aplica porque se declara inconstitucional o es una pena en suspenso. Depende mucho del juzgado y que lo considere para su uso personal. La pena por tráfico de drogas va desde cuatro a quince años de cárcel”, explica Ruchansky.

De este lado de la ley

Di Biase recuerda que “está prohibido vender cannabis. La persona que vende este producto está violando la Ley 23737. En farmacias todavía no se vende porque no hay productos aprobados por el ANMAT. Los únicos productos aprobados no son del extracto completo de la planta sino cannabidiol o CBD solo y se utiliza para Epilepsia Refractaria”, afirma. En relación a conseguir las semillas, “es un mercado que no está regulado y es complicado porque sigue siendo un poco gris. La ley no permite su venta, pero el Instituto Nacional de la Semilla (INASE) autoriza la venta de aquellas que han demostrado calidad y trazabilidad. Hay cinco cepas que han aprobado, pero que aún no están a la venta”, explica Di Biase. Los especialistas recomiendan que cada paciente cultive sus propias plantas.

Emilio Ruchansky, productor periodístico del noticiero de la Televisión Pública, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA), explica que hay dos permisos que se pueden obtener a través del REPROCANN: uno es para pacientes/usuarios y permite tener un máximo de nueve plantas de las que se obtienen unos 40 gramos de flores o seis frascos de 30 mililitros de aceite. El otro permite cultivar para un tercero (algo fundamental para las llamadas madres del cannabis) al que se lo denomina, “cultivador/a solidaria”.

“También se acaba de abrir una posibilidad de hacer una Asociación Civil que puede tener hasta 150 pacientes”, explica el también autor del libro Un mundo con drogas. Los caminos alternativos a la prohibición. Cabe recordar que la Ley 23.737 prevé entre un mes o dos años de prisión por tenencia de drogas para uso personal: “Esa pena en general no se aplica porque se declara inconstitucional o es una pena en suspenso. Depende mucho del juzgado y que lo considere para su uso personal. La pena por tráfico de drogas va desde cuatro a quince años de cárcel”, explica Ruchansky.

Ruchansky describe que hay dos tipos de permiso: para pacientes o el llamado «cultivador solidario».   

Cultivadores

La falta de información a nivel institucional ha hecho que la comunidad del cannabis desarrolle sus propios canales. Emiliano Montamat, licenciado en Educación, es uno de ellos a través de la página de Instagram dr.reprocann que tiene como fin, “comunicar sobre el programa del cannabis y crear conciencia del uso responsable. Cuenta con un equipo de médicos  en diferentes especialidades autorizados por REPROCANN que pueden indicar el uso de cannabis medicinal”, explica el licenciado. Entre Instagram y WhatsApp recibe entre cien y doscientos mensajes por día por diferentes consultas. “Los médicos hacen un análisis integral e indican qué tipo de cannabis consumir. Lo que cobran al paciente son los gastos de mantener la estructura y el honorario del médico. Pero también hacen consultas médicas gratuitas a través de ONG”, explica.

Montamat también es presidente de la cooperativa Siembra Nativa. Aún no cultivan en conjunto porque están a la espera de que la Agencia Regulatoria de la Industria del Cañamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) determine qué requisitos van a necesitar y qué van hacer con su producción si llegan a obtener la licencia. “Todos somos autocultivadores desde hace mucho tiempo y estamos inscriptos en el REPROCANN. Hoy nos estamos asesorando con ingenieros agrónomos y diferentes especialistas. También seguimos avanzando en infraestructura”, detalla Montamat. Como grupo, están autorizados para adquirir las semillas y plantines y tiene un vivero que se llama Semas Legales.

Cultivadores

La falta de información a nivel institucional ha hecho que la comunidad del cannabis desarrolle sus propios canales. Emiliano Montamat, licenciado en Educación, es uno de ellos a través de la página de Instagram dr.reprocann que tiene como fin, “comunicar sobre el programa del cannabis y crear conciencia del uso responsable. Cuenta con un equipo de médicos  en diferentes especialidades autorizados por REPROCANN que pueden indicar el uso de cannabis medicinal”, explica el licenciado. Entre Instagram y WhatsApp recibe entre cien y doscientos mensajes por día por diferentes consultas. “Los médicos hacen un análisis integral e indican qué tipo de cannabis consumir. Lo que cobran al paciente son los gastos de mantener la estructura y el honorario del médico. Pero también hacen consultas médicas gratuitas a través de ONG”, explica.

Montamat también es presidente de la cooperativa Siembra Nativa. Aún no cultivan en conjunto porque están a la espera de que la Agencia Regulatoria de la Industria del Cañamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) determine qué requisitos van a necesitar y qué van hacer con su producción si llegan a obtener la licencia. “Todos somos autocultivadores desde hace mucho tiempo y estamos inscriptos en el REPROCANN. Hoy nos estamos asesorando con ingenieros agrónomos y diferentes especialistas. También seguimos avanzando en infraestructura”, detalla Montamat. Como grupo, están autorizados para adquirir las semillas y plantines y tiene un vivero que se llama Semas Legales.

Comenzó el III Festival Internacional de Cine Cannábico

Comenzó el III Festival Internacional de Cine Cannábico

Hasta el 26 de febrero se exhibirán 35 películas de distintas partes del mundo con entrada libre y gratuita. También se podrá participar en actividades relacionadas a la temática: conversatorios, muestras de arte, talleres de cultivo, gastronomía y espectáculos.

El tercer Festival Internacional Cine Cannábico (FICC), único en la región, comenzó este miércoles con entrada libre y gratuita, en el patio de la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985, CABA). Hasta el 26 de febrero inclusive se podrán ver en pantalla grande 35 películas de 16 países con una amplia variedad de contenidos sobre la cultura del cannabis. Además, habrá conversatorios, debates sobre prohibicionismo y derechos humanos, muestras de arte, talleres de cultivo, gastronomía, espectáculos de música y fiestas. Cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y, por primera vez, del INCAA.

La apertura estuvo a cargo de los co-directores del FICC, Malena Bystrowicz y Alejo Araujo. Se leyeron las palabras del embajador de Canadá, quien no pudo asistir al evento, pero envió una carta señalando la importancia del festival para ampliar el conocimiento y tratar temas que merecen debate. Por su parte, Bystrowicz destacó que el carácter gratuito es una política del Festival para llegar a más personas.

Luego de la apertura musical del grupo Recórcholis!,  se proyectaron los cortos: Glitter’s Wild Women de Roney (13 min., Canadá / 2018), una comedia surrealista sobre dos mujeres que viven aisladas en sus tierras de cultivo; Mi mundito con Monstruos (8 min. Argentina / 2022) de Fernando Gallucci, retrato de una drag queen perturbada por la monótona rutina del confinamiento; y por último, el largometraje Mateína (82 min., Uruguay / 2021) dirigida por Pablo Abdala y Joaquín Peñagaricano, que cuenta la historia de un futuro alterado por la prohibición de la yerba mate, una road movie en clave de comedia absurda.  

La programación completa se encuentra disponible en la página web, donde también el público puede votar su película preferida. Además, entre el 20 de Febrero y el 6 de Marzo, estas producciones se encontrarán disponibles en todo el país, de manera online, por Octubre TV

 El FICC se desarrollará durante la primera semana en la Casa Nacional del Bicentenario y, la segunda, en la Manzana de las Luces (Perú 294, CABA), con punto de encuentro para la fiesta el jueves 23 en Cave Canem (Chile 308, CABA). Las obras que se exhiben de distintas partes del mundo, como Brasil, Colombia, Uruguay, Canadá, Líbano, Estados Unidos y Alemania, recorren tanto los usos del cannabis: desde el arte,  la gastronomía, el cultivo y el uso medicinal, como las problemáticas que rodean el tema: la salud mental, prohibicionismo, justicia y derechos humanos. Así, la propuesta del festival señala que busca contribuir a superar prejuicios, brindando herramientas e información sobre la temática.

En diálogo con ANCCOM, la creadora y co-directora, Malena Bystrowicz señala: “Los temas que traen las películas son diversos aspectos del cannabis, desde datos científicos o datos súper específicos, a historias concretas, hasta cosas más amplias, donde lo central son otras historias. Pero el cannabis está ahí presente. Siempre lo que buscamos es que haya una diversidad tanto de los temas que atraviesan el cannabis, como de los distintos países del mundo, también de diferentes géneros, como documental, ficción, animación, cosas más experimentales. Además buscamos un equilibrio con respecto a la diversidad de géneros, de directores y directoras. Este año, el primero sin pandemia, pudimos ampliar mucho la propuesta: hay exposiciones de arte, fotos, tres conciertos, con el cierre de Kumbia Queers, vienen un montón de invitados, gente de Jujuy, Tucumán, Rosario también de Brasil, Chile, Uruguay. Siempre es un encuentro este festival”.

 El FICC se realiza de manera regular con circuito de competencia desde el 2021 y la idea del festival surgió a fines de 2018 en unas vacaciones. “Alejo y yo somos pareja –cuenta Malena–, los dos cineastas, gestores culturales. Los dos veníamos trabajando cada uno por su cuenta en festivales de cine de otras personas. Yo, como programadora puntualmente. Me di cuenta que me gustaba mucho, además de hacer películas, programar, ver películas que hacen otros y otras, seleccionar, combinar un corto con un largo, lo que se genera en esa combinación, armar secciones temáticas, todo lo que es diseño de programación me encanta. Empezamos a fantasear nuestro trabajo ideal, cómo podemos hacer para dedicarnos a esto, y el cannabis era un tema en común. Ambos éramos usuarios, de uso para placer, recreativo, pero también en la familia hacían un uso medicinal, y otros usos. Alejo tenía mucha información porque había empezado a militar un poco el respecto a lo canábico, las drogas, el prohibicionismo y los derechos humanos, así surgió la idea de un festival de cine cannábico.

 “Para el 2019 se sembró la idea, empezamos  a investigar y no había muchos en el mundo, sólo dos o tres que ni siquiera habían tenido continuidad y ninguno en la Argentina o en la región”, agrega la co-directora.

 

Lo que  empezó como una fantasía terminó en un Festival Internacional. “Lo hicimos en Montevideo por primera vez, en la Expo cannabis de Uruguay de 2019”, agrega. “Pasamos 15 pelis. Nos dimos cuenta, primero, que había películas sobre la temática y muy buenas; y, segundo, que era algo que interesaba. Fue un primer experimento. Teníamos un sponsor nada más y logramos hacerlo, fue más como una muestra y como una prueba. Al año siguiente, lo hicimos en Argentina y en Uruguay, con todas las limitaciones de la pandemia pero salió espectacular, expusimos en salas, con gente cinéfila y películas increíbles”, recuerda Malena.

En Uruguay usaron la Cinemateca, que es un lugar emblemático. En ese 2019  contaron con el  apoyo de algunas embajadas. En 2021 arrancó el festival, en competencia, con página web, un equipo más amplio y lo más importante: reconocimiento público. “Nos empezamos a hacer conocidos tanto en el ambiente del cine como del cannabis. Y nos dimos cuenta que era un espacio tapado por mucha desinformación y prejuicios: un tema que no se hablaba con libertad”, concluye.

 

Una movilización que no fue puro humo

Una movilización que no fue puro humo

Miles de personas reclamaron en la 15ª Marcha Mundial de la Marihuana la legalización del cultivo de cannabis.

Iniciada desde Plaza de Mayo, ayer tuvo lugar la décimo Quinta Marcha Mundial de la Marihuana, que en el resto del mundo se realizó días antes, el 20 de abril. La columna estaba compuesta por miles de personas que marcharon hasta el Parlamento para pedir por su legalización. Luego de dos años de pandemia y de la clara imposibilidad para reunirse, finalmente, la Plaza del Congreso se transformó en el espacio de festejo de quienes defienden el cannabis. 

“Yo no soy delincuente, yo no soy un criminal, yo cultivo marihuana, no más presos por plantar”, cantan quienes van al frente de la marcha.

Son las cuatro y veinte en Plaza de Mayo, a una cuadra ya se siente un vaho que pocas veces se percibe con esa intensidad en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Pero hoy es diferente, todo el mundo fuma marihuana con una sonrisa en la cara, todos se juntan con el mismo pedido: “Legalización”. Un policía, desde el Cabildo, filma la concentración, la plaza parece un espacio donde no existe la Ley N° 23737, hay un vacío legal que se llena de humo.

“Exigimos una nueva Ley de Drogas y la derogación de la Ley 23737 por su carácter inconstitucional. Hace más de treinta años que tenemos una norma que vulnera nuestras libertades e instaló la represión y el control social”, dice una de las tantas oradoras en el escenario donde cada persona trata distintos reclamos relacionados al cannabis. 

La movilización la lidera una banda murguera, empiezan a caminar en el mismo momento que suena el Himno Nacional al ritmo de trompetas, bombos y redoblantes. Atrás de la banda, una bandera de Mamá Cultiva llama la atención por sobre las otras, debajo de ella se encuentran las madres que representan la organización: “Empecé a hacer cursos en Mamá Cultiva por un problema de salud de mi hija. Ella tiene endometriosis y fibromialgia, le daban muchos medicamentos derivados de la morfina y lo reemplazamos con aceite y cremas de Mamá Cultiva”, cuenta Susana, de 66 años, que fue a marchar junto a su nieto de 9.

Esta semana se dio a conocer la aprobación de la Ley para la Industria del Cannabis Medicinal y el Cáñamo. Con el objetivo de complementar la Ley N°27350 que permite el uso paliativo y terapéutico del cannabis , se presentó el marco regulatorio necesario para el desarrollo de la industria cannabica y de cáñamo. Si bien es un gran avance para quienes luchan por la legalización y la posibilidad del autocultivo para el consumo personal del cannabis, todavía queda mucho por recorrer. “Necesitamos una legislación que abarque a todos y a todas, que el autocultivo sea una realidad y que esta legislación medicinal y sobre todo industrial tenga una perspectiva de economía popular”, reclama Ornella Infante, directora de Políticas y Prácticas contra la Discriminación en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).

 

A medida que avanzan por Avenida de Mayo, cientos de personas se suman al peregrinaje hacia el Congreso. Hay tantas formas diferentes de porros como lo hay en cantidad de personas. Dos chicas caminan en contramano a la dirección que se dirige la marcha: “Que lindo que es mi país, que linda que es Argentina”, exclama como agradeciendo a quienes estaban frente a ella reclamando derechos. 

“Basta de presos por plantar” es el pedido que más se repite en los carteles de la manifestación. Asociaciones e incluso particulares cuestionan la falta de capacitación de las fuerzas de seguridad en cuanto a ley N° 27350: “Estamos luchando para que el autocultivo sea reconocido, que no nos quiten las plantas. Estamos registrados en el Reprocann pero eso no basta, tenemos compañeras que tuvieron muchos problemas. La policía no está capacitada y toma al cannabis como una droga peligrosa”, sostiene Susana que lleva a su nieto de la mano a medida que caminan por Avenida de Mayo. 

 

Al llegar al Congreso espera un escenario aún más grande que el que estaba en Plaza de Mayo junto con una feria de emprendedores donde la estrella es, obviamente, el cannabis: brownie loco, empanada loca, medialuna loca, pizza loca. Para picar, para enrollar, para quemar, para plantar, para decorar, para regar, para bajonear. La comunidad del cannabis se hizo presente en la Plaza del Congreso, la planta santa, como le dicen algunos, sigue buscando ganar derechos y derribar aún más prejuicios. Son las seis de la tarde, empiezan a tocar bandas en el escenario pero siguen siendo las cuatro y veinte. 

 

La marihuana y las contradicciones del Estado

La marihuana y las contradicciones del Estado

Mientras que el Poder Ejecutivo envía proyectos de ley al Parlamento para industrializar su producción, las fuerzas de seguridad castigan a quienes la cultivan y la consumen. La Corte abre este miércoles una audiencia pública para analizar el tema.

El año 2021 concluyó con más de 33 mil personas autorizadas a cultivar y transportar cannabis medicinal en todo el país. Pero, aún así, muchos de ellos sufren acoso por parte de la policía cuando necesitan usar el cannabis o sus derivados en la vía pública e incluso cuando cultivan en la privacidad de su hogar. Este miércoles, la Corte Suprema de Justicia convocó a una audiencia pública para escuchar argumentos antes de pronunciarse acerca de si las familias de niños y adolescentes bajo tratamiento con cannabis terapéutico deben ser facultadas a “cultivar para sus hijos sin control del Estado”.

Hecha la ley

Antes de aprobarse la Ley N° 27350 de Cannabis Medicinal, en noviembre del 2020, Argentina permitía su uso solo para pacientes con epilepsia refractaria. Eran los únicos con acceso a importaciones, aunque por medio de  engorrosos certificados. Esta nueva legislación habilitó el autocultivo, el cultivo solidario y el cultivo en red de la planta, para fines medicinales, terapéuticos o paliativos del dolor. Es decir, cualquiera que tenga indicado tratamiento de cannabis puede cultivar legalmente en exterior hasta nueve plantas en quince metros cuadrados: el único requisito es el aval de un médico junto con la inscripción en el registro REPROCAN (Registro del Programa de Cannabis)

“En principio,  la nueva reglamentación tuvo en cuenta las especificaciones del modelo canadiense. Este programa permite vincular médicos con pacientes: el paciente obtiene su medicina pero el médico también un estudio sobre esa planta”, explica Juan Palomino, abogado especialista en el tema.

Bajo su propio lema “La lucha del cannabis es salud”, el abogado sostiene que esta militancia enmarca un concepto amplio que es el derecho a la salud entendido como un estado de bienestar psicofísico que “funciona terapéuticamente” y “ocasiona mejoras en los consumidores”. En este sentido, el profesional apoya el uso medicinal para quien quiera, independientemente de su condición de salud: “Entendemos que el usuario que consume no siempre está enfermo y que en esos casos se debe regularizar como uso adulto y responsable”.

Los policías privan de la libertad a los consumidores e inician causas penales como castigo”, detalla Palomino.

Hecha la trampa

Si bien estas regulaciones son un avance legislativo, la aplicación de la ley presenta contradicciones con otras anteriores. En Argentina, la Ley 23737 penaliza la tenencia de marihuana en función de la producción, comercialización y uso personal, por lo tanto, la ley vigente considera un delito constitucional la tenencia para el propio consumo.

El profesional detalla: “Hay un famoso fallo denominado Arriola, que en el año 2009 estableció modificaciones a esta ley y declaró que la tenencia de estupefacientes para consumo personal es una conducta privada protegida por la Constitución Nacional. Aun así, los policías privan de la libertad a los consumidores e inician causas penales que funcionan como castigo”, detalla Palomino.

Frente a este contexto, el Estado propone marcos regulatorios para el consumo medicinal pero a su vez persigue a quienes consumen la planta: “Esta diferencia se debe a que la nueva regulación de la ley y el Registro vienen, en principio, a proteger solo a los usuarios medicinales pero incluso en esos casos también son perseguidos”, afirma el abogado.

Por su parte, Emilio Ruchansky, integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA) y coordinador del proyecto de Ley de Cannabis Medicinal afirmó que la Ley de Cannabis Medicinal  “es el comienzo de un nuevo marco regulatorio que quita a la planta de un lugar tabú, regula su uso medicinal en salud y prepara el terreno para avanzar en otros campos que son el verdadero problema de fondo: la regulación del uso adulto”. Paradójicamente, la tenencia de drogas para uso personal, mayormente de marihuana, es el delito que más creció.

Hecho el proyecto

A fines del 2021, organizaciones civiles, políticas e investigadores redactaron un proyecto que estipula la modificación en el articulado de la Ley 23737. Este cambio propuesto por la presidenta de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados Carolina Gaillard (FdT) no solo modifica el Régimen Penal de Estupefacientes sino que además despenaliza la tenencia para consumo personal, incluyendo el cannabis que tendría un régimen especial.

En el mismo documento se incluye la legalización del autocultivo de cannabis para uso personal correspondiente a 40 gramos de tenencia y nueve plantas en floración al igual que los límites máximos que hoy el REPROCANN permite. Este cambio busca garantizar que los usuarios medicinales y quienes cultiven en forma solidaria, no sean perseguidos y que sus cultivos destinados para la salud se respeten.

En este sentido, Gaillard sostuvo a comienzos del año que estos cambios forman parte de las políticas de salud: “Es urgente una reforma de la Ley de Estupefacientes porque esto va a permitir implementar otras formas de cuidado de la salud en línea con las políticas de reducción de daños”.

El proyecto hace foco en que la persecución penal se oriente a la narcocriminalidad y el mercado ilegal de sustancias psicoactivas, entendiendo que “las conductas privadas de usuarios y usuarias no significan un daño a la salud pública y su persecución, en cambio, genera sistemáticas afectaciones a derechos fundamentales”, remarcó Gaillard.

En este aspecto, la criminalización por cultivar sigue siendo uno de los mayores miedos por parte de los usuarios y, a la vez, una de las principales luchas: una de ellas tuvo lugar el 20 de abril de 2022 en las calles bonaerenses con asociaciones como el Frente de Presos y Presas por Plantar, gremios, universidades y asociaciones como Acción Cannábica. “No más presos por cultivar, indulto, amnistía o absolución de los detenidos, y que dejen de perseguir a los cultivadores”, expresaban los carteles de colectivos, asociaciones y pacientes.

Al final del proyecto, la diputada también promueve que los Ministerios de Seguridad, como las policías, el Poder Judicial y los Ministerios Públicos Fiscales capaciten a cada profesional frente a estas situaciones; además se excluye de responsabilidad criminal a médicos que recetan cannabis con destino medicinal, terapéutico y/o paliativo.

“Cuando vos regulás, tenés estándares de mejor calidad», señala Ruchanksy.

Salud y formación

Otro aspecto problemático en relación al cannabis, es la poca formación que brinda el Estado y a la que accede el personal de salud: “De parte de los médicos se debe a la falta de formación o por desacuerdo con el uso de cannabis medicinal pero, a la par, se debe a la inexistencia en el sistema público de unidades de atención pensadas para estos tratamientos. Hoy, para tener derecho a cultivar y transportar tu medicina, tenés que pagar una consulta médica privada porque el Estado no ofrece un listado”, cuenta Palomino.

En cuanto a las políticas públicas en salud, Ruchansky expresa que en el país no hay una política de prevención de riesgos: “Cuando vos regulás, tenés estándares de mejor calidad. Esto te permite saber qué es lo que estás consumiendo” y agrega que esto “no quita mencionar” que el consumo problemático es una realidad de la que también “debe encargarse el Estado”.

Es que la marihuana, como cualquier otra sustancia, puede generar ciertos hábitos de consumo, que dependen no solo de la persona sino también de su contexto, sostiene el profesional:  “La marihuana no genera dependencia física como la cocaína o el cigarrillo pero sí dependencia psicológica como cualquier sustancia; en esos casos es el Estado el que tiene que acompañar esos consumos problemáticos con una política concreta”.

Pero, ¿qué asistencia o tratamiento se le puede brindar a los consumidores si el adicto es tratado como un criminal? ¿Cómo puede haber un plan de asistencia a las adicciones que aborde los problemas de salud y el uso de drogas? Palomino subraya que la base de esta política es la despenalización y la información: “Tenemos que poner sobre la mesa temas como el uso adulto que son parte de una realidad social. Quiero decir con esto que no debemos demonizar la marihuana sin hablar con propiedad: tenemos que investigar sus efectos, sus riesgos y la forma de reducir los mismos”, cierra.

Y llega la ciencia

De esta manera, cada vez son más los proyectos que presentan los dirigentes políticos para promover el uso del cannabis y sus derivados: el 19 de abril de este año, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación anunció el financiamiento para el estudio científico del cannabis. La actual Ley Medicinal estipula el acompañamiento económico para el estudio de la planta, algo que no había ocurrido hasta la fecha. El objetivo propuesto por el oficialismo es “generar conocimientos y avances sobre las propiedades del cannabis y sus derivados” , detalló el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación,  Daniel Filmus.

Por su parte, Nicolás Di Biase, médico de la Red de profesionales para el estudio del cannabis, en diálogo con Radio Nacional expresó que los 250 millones de pesos que invertirá el Estado se usarán para «comenzar el estudio de enfermedades como en Canadá, Israel y Estados Unidos. Pero para lograr un archivo nacional debemos investigar cuáles son los usos que tiene la planta y  los derivados como el aceite del cannabis, incluso las flores para vaporizar cannabis, que son las formas medicinales para seguir promoviendo», añadió.

Hoy, el régimen jurídico y la política de seguridad en Argentina se contraponen con el proyecto que el mismo Poder Ejecutivo nacional presentó para incentivar y regular la producción y comercialización del cannabis para uso medicinal. Incluso la persecución a los consumidores tampoco es coherente con esta nueva ley ya que cuenta con dificultades en su sistema de registro y no es acompañada por una política integral de consumos problemáticos, algo que el Estado debe garantizar.

La Rural ahora también exhibe el cannabis

La Rural ahora también exhibe el cannabis

Entre el 15 y el 17 de octubre se llevó a cabo la segunda edición de la Expo Cannabis en la Rural de Buenos Aires. Los organizadores se propusieron avanzar contra la desinformación y los mitos de esta planta ofreciendo charlas de investigadores, abogados, médicos, empresarios y la comunidad ciudadana para reivindicar la relevancia del cannabis medicinal, industrial y de uso adulto en el país. El autocultivo y el consumo de marihuana es una realidad en el país y sus beneficios medicinales, productivos y recreativos llegaron para quedarse. El encuentro reunió a más de cincuenta mil personas. Palermo se vistió de verde e inauguró conferencias, talleres y consultorios presenciales y virtuales.

Tras dos años de pandemia, volvió el segundo evento más importante de Latinoamérica. Siguiendo el protocolo Covid y en turnos escalonados, expositores, asistentes y personal del predio reciben a todo aquel que ingresa. Familias, amigos, jóvenes, niños, adultos mayores recorren el pasillo de entrada para ir al pabellón general. Pueden hacerlo a través del patio, el espacio de cinco mil metros de aire libre ubicado en la histórica pista de La Rural que se ve rodeado de puestos de comida, música y un sector especial donde niños y niñas se divierten en una huerta con plantas aromáticas.

El otro recorrido cuenta con quince mil metros de exposición y está techado. Allí las luces iluminan los ciento veinte stands nacionales e internacionales y alrededor de quince mil personas recorren los pasillos en busca de artículos para el consumo o para autocultivo: “Es la primera vez que vengo a la expo. Soy consumidor medicinal y estoy autorizado por el Reprocann. Empecé a tomar aceite porque tengo hernias de disco pero me metí en este mundo porque necesitaba información y no sabía qué me vendían. El prejuicio de la planta hace que los médicos tarden en investigar pero hoy hay muchos beneficios demostrados”, comenta Santiago de 46 años, de la Provincia de Buenos Aires.

Para su compañera, Agostina Garcia de 35 años, «no solo hay mucha gente sino que de distintas edades. Hoy mi familia usa cannabis con beneficios medicinales y nosotros consumimos de forma recreativa y responsable porque nos ayuda a desenchufarnos, nos relaja y es mejor que las pastillas”.

Según la Primera Encuesta Nacional de Personas que Usan Cannabis, el 75,5% de los personas que tratan algún problema de salud con cannabis medicinal logra reducir el consumo de fármacos y casi en su totalidad (el 98%) se suele recetar a personas que sufren de enfermedades como el Parkinson, la neuropatía, el daño de la médula espinal y la esclerosis múltiple.

Cannabis para todes

Nora, de 72 años, junto a su marido Oscar participó de la charla “Tercera Edad” del doctor Nicolás Di Biase. Ellos aseguraron haber mejorado su calidad de vida tras consumir aceites y derivados pero no tuvieron un médico que los acompañara en este proceso. Tal como explicó el doctor durante la conferencia, la información es uno de los puntos más demandados: “Son los pacientes los que piden estos tratamientos. Es nuestra responsabilidad informar e investigar tanto en el área de la salud como en otros campos”.

No solo hay stands de consultas medicinales sino legales y veterinarias. El puesto del consultorio legal es atendido por defensores oficiales y abogados especializados. Allí se responden dudas y se brindan cursos sobre “cómo anotarse en el registro oficial” de autocultivadores autorizados por el Ministerio de Salud. A su vez, la Defensoría General de la Nación, el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica pusieron un servicio personalizado llamado Punto de acceso a la Justicia. Allí las personas consultan gratuitamente dudas legales en torno al cannabis pero también para informarse sobre los derechos que tienen. En la edición 2019 de Expo Cannabis, los defensores oficiales del Punto de acceso a la Justicia recibieron más de 10.000 consultas legales.

Para animales

Sin duda, la gran novedad de esta feria es la aplicación de tratamientos a base de la planta en animales con patologías. Veterinarios Cannábicos Argentinos tiene a cargo el consultorio veterinario que se dedica a informar sobre las afecciones que podemos tratar con los componentes de la planta: tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD). Las principales enfermedades son la epilepsia refractaria, trastornos neurológicos, cáncer, moquillo nervioso y problemas de la piel. Se tratan con cremas, infusiones y  hojas de la planta que ayudan a reducir los dolores.

ANCCOM diálogo con Paula Lezcano fundadora del primer consultorio cannabico veterinario para entender por qué la regulación actual necesita modificarse. La ley de psicotrópicos y estupefacientes le brinda a los médicos veterinarios la competencia para delegar recetas médicas de animales pero no con derivados de cannabis: “Nosotros, como médicos veterinarios, pedimos ser incorporados en la ley nacional medicinal argentina porque entendemos que el derecho medicinal de ser humano debe tenerlo el animal también”.

Hoy, la mayoría de los tratamientos cannabicos para animales son abastecidos por el autocultivo y no existen aún productos farmacéuticos para el uso veterinario. Aunque esto parezca novedoso, el tratamiento cannábico en animales existía a fines del XVIII como método de anestesia para antes de cualquier operación, en combinación con alcohol y otras hierbas. Con la prohibición se dio de baja la investigación y tratamientos médicos a seguir: “La planta hace bien y tiene tanto abanico terapéutico que no es necesario estar enfermo para consumirla, es una herramienta muy útil que tiene años y eso a veces no es bien visto por la medicina tradicional. Empecemos a dejar las pastillas, volvamos a la tierra, a lo natural y pensemos en los animales como sujetos de derechos”.

La propuesta se superpone con los cambios sociales y los derechos a los animales, entendidos como un miembro más en la familia. La especialista detalla que esto también transforma al nivel académico entre profesionales: se ofrecen capacitaciones gratuitas a colegios médicos veterinarios, universidades con cátedras libres de cannabis medicinal y organizaciones civiles visibilizan esta temática: “Estar en la expo nos permite mostrarnos, dar conferencias y traer información a las familias. Estamos hablando de una necesidad y del derecho a la salud entendida como una sola, muchos profesionales de la salud veterinaria trabajamos durante la pandemia y recién en este evento nos conocemos”.

El Estado argentino se hizo cargo de la enorme demanda que expresaron cincuenta y seis mil personas en el primer año de ExpoCannabis. A partir de aquel evento se reguló el acceso al cannabis medicinal a través del autocultivo y se empezó a regular su industrialización con un proyecto de ley oficial que se aprobó en el Senado. En este contexto, la agrupación de médicos veterinarios alza la voz defendiendo el autocultivo y la protección a las familias frente a las persecuciones policiales: “La realidad es que existe una separación entre el médico humano y el veterinario olvidando que todos somos profesionales de la salud, nosotros no fuimos reconocidos como tal y esta ley lo refleja. Hay que entender que hoy el animal es un sujeto de derecho en un montón de situaciones”.

Práctica terapéutica

En paralelo y en dos escenarios simultáneos, se desarrollarán más de 80 charlas y conferencias por donde pasan científicos, investigadores, economistas, empresarios, periodistas, especialistas en género, abogados y otros profesionales conversando y debatiendo sobre los distintos usos de esta planta. También se dictaron dieciséis talleres para aprender a cultivar, hacer aceite y resina de cannabis. Por ejemplo María, de 45 años, quien vive en el barrio de Flores compartió su experiencia tras participar del taller de cultivo: “Hace diez años que cultivo para consumo personal y quiero aprender a hacer aceite de cannabis porque son caros y los tengo que comprar afuera”. “La importancia de cultivar está en la calidad de lo que uno consume y saber que es natural, aparte que la práctica en sí es terapéutica”, agrega su novio Emanuel. Quien planta cannabis en su casa no le compra al dealer, quien cultiva se enfrenta al mercado ilegal de drogas, quien planta necesita información y quien consume quiere calidad. El autocultivo y el consumo de marihuana es una realidad en el país pero no todo es consumo recreativo.

Uno de los stands más concurridos es el de Mamá Cultiva, una organización pionera en el autocultivo para uso medicinal que se formó en el año 2016 cuando un grupo de mujeres, madres de hijos con diferentes condiciones de salud, exigieron la legalidad de la actividad para la salud. “Esta herramienta terapéutica nos brindó lo que la medicina alopática no pudo, calidad de vida y dignidad para les nuestres”, explica en el acto de inauguración, Valeria Salech, fundadora de Mamá Cultiva. “Muchas familias siguen con temores para lanzarse al autocultivo, incluso muchas que ya lo practican, porque si bien la nueva reglamentación del gobierno nacional determinó la legalidad de esta práctica, en algunas provincias se les da más bola que en otras, porque lamentablemente sigue habiendo algunos allanamientos en casas de familias que tienen plantas para uso medicinal. Hoy, hay gente que puede viajar en avión con su gotero, con sus flores, y por el otro lado hay personas a las que, aun con el carnet del Reprocann, les golpea la puerta la policía. Estamos generando un cambio de paradigma y eso no ocurre de un momento a otro. Necesitamos seguir formando a las fuerzas de seguridad y también a los profesionales de la salud, porque todavía hay quienes dudan si el autocultivo es legal o no”.

Desde principios de marzo de este año el Reprocann es el único registro que autoriza a las personas al cultivo controlado con fines medicinales o terapéuticos. Según datos del Ministerio de Salud, a los que accedió THC, ocho mil trámites están aprobados, alrededor de unos trescientos fueron rechazados y en torno a los veinticuatro mil siguen sin haberse completado. ¿Por qué estando aplicada la ley se dificulta el acceso a un derecho a la salud? Los abogados consultados durante el evento expresaron que muchos médicos se niegan a certificar estos casos o no quieren registrarse para avalar los permisos. Asimismo nos detallan que no existe en el sistema público de salud espacios de atención para el tratamiento con cannabis lo cual obliga a muchas personas a pagar una consulta privada. Estos obstáculos hacen que hoy un paciente no pueda acceder de forma gratuita a un certificado médico de cannabis medicinal. Así queda en evidencia la ausencia de una política clara en los centros de salud.

Sin embargo, una arista para cambiar esta situación es la primera empresa estatal dedicada a la producción pública de derivados medicinales de cannabis de grado farmacéutico: Cannava. Cuenta con un equipo de cultivo y trabajadores de campo que llevan adelante todas las actividades que requiere la agricultura del cannabis con fines medicinales, un laboratorio y operaciones de industrialización farmacéutica: “El redescubrimiento de la potencia científica y práctica de esta planta, es su capacidad y efectividad para aliviar el dolor; también es un golpe a la soberbia de las estructuras y una invitación al conocimiento.”

La empresa nacional cuenta con el respaldo de las leyes nacionales y abarca toda la cadena productiva: desde las semillas hasta la distribución de medicamentos y aceites reservada a la epilepsia refractaria.

A lo largo de estos días, se desarrolló también una jornada exclusiva de negocios con los actores más relevantes del sector y un Workshop de formación médica para profesionales de la salud.

El cierre del evento se caracteriza por el arte y la ciencia: pintores y artistas dibujan sobre esta temática y se presentan los ganadores del concurso «Pósters Científicos». La convocatoria expone investigaciones científicas actuales frente a especialistas reconocidos en el país y en el mundo. En comparación con la edición 2019 el evento creció un 400% en superficie y duplicó los pabellones, los escenarios, las conferencias y los stands. De hecho se habla de una cannabicultura en Argentina conformada por distintas edades, especialidades y usos que exigen hoy más que nunca el reconocimiento del estado y de políticas públicas.

Sebastián Basalo, director de la Revista THC y uno de los organizadores de Expo Cannabis dijo en el cierre: «La Expo es un punto de encuentro y construcción colectiva. Juntos construimos bienestar, trabajo y salud. Las bases de este año son un gran desafío para crecer mucho más, estamos más que listos para construir una nueva realidad del cannabis en Argentina».