“Estamos en un momento de shock room”

“Estamos en un momento de shock room”

«La gran pregunta es por la gobernabilidad y cómo de Cambiemos pasamos a otro nombre: ‘Lleguemos’”, reflexiona Diego Sehinkman.

Con el 98,8% de mesas escrutadas, las contundentes cifras que tardaron en aparecer el domingo por la noche no se modificaron sustancialmente durante el lunes. Las fuerzas presidenciales que superaron el piso del 1,5% en las PASO fueron El Frente de Todos (47,66%), Juntos por el Cambio (32,08), Consenso Federal (8,23%), Frente de Izquierda (2,86%), Frente Nos (2,63%) y Unite por la Libertad y la Dignidad (2,18%). Esta amplia mayoría del Frente de Todos no fue el único elemento que sorprendió a analistas y consultores. Todas las provincias se tiñeron de celeste a excepción de Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires, ambas sostenidas por Juntos por el Cambio, pero con una diferencia menor a la prevista. “Buenos Aires era el distrito más peleado y Juntos por el Cambio había puesto todas las fichas en Vidal que logró el 29,88%. Sin embargo, el Frente de Todos arrasó con un 50,65%. No sé si se esperaba que Kicillof ganara con tanta diferencia, incluso llegando a sacar más puntos que Fernández”, describe el politólogo Mateo Nielsen Obieta. 

Las razones por las que las terceras fuerzas quedaron desdibujadas se pueden explicar con la polarización buscada entre el oficialismo y el Frente de Todos. Según el politólogo Darío Rubinstein esta última fuerza fue moderada y apuntó hacia el centro, en cambio, Juntos por el Cambio decidió refugiarse en su electorado más duro. “Muchos sectores criticaron esta polarización, pero no me parece que sea un fenómeno criticable en sí, siempre que tengamos en cuenta que no signifique un giro hacia los extremos. Además, los que cuestionan la polarización curiosamente se declaran grandes admiradores de sistemas políticos donde la polarización es una constante desde hace décadas”, cree Rubinstein. Así todos los analistas consultados por ANCCOM piensan que la posibilidad de que la fórmula Fernández-Fernández no sea vencedora en las próximas elecciones generales es remota, por lo que las estrategias electorales ya casi no tienen sentido a esta altura. “Sabemos que, salvo un milagro sumamente improbable, el ciclo de Macri estaría terminado. Ahora la gran pregunta es por la gobernabilidad y cómo de Cambiemos pasamos a otro nombre que es, ni en la peor pesadilla soñada, ‘Lleguemos’”, reflexiona Diego Sehinkman, psicólogo y periodista.     

En este sentido, vaticinan que los números actuales no se moverán demasiado en octubre y que si la transición de un gobierno a otro será tranquila o caótica dependerá de la actitud que tomen las dos fuerzas principales. Por un lado, para Rubinstein Alberto Fernández debe mantener el discurso moderado que esgrimió ayer, más allá de su lógica euforia por semejante triunfo. Por otro,  Sehinkman opina que estos primeros días son críticos para saber la capacidad de resiliencia que tiene Juntos por el Cambio para estabilizar la economía al menos hasta diciembre. “Ahora va a girar todo alrededor del precio del dólar y cuánto se puede llegar a espiralizar la inflación. Estamos en un momento de shock room, una sala de emergencia de terapia intensiva. Hoy el problema primario es que estás en medio de un terremoto y empezás a no tener piso”, advierte Sehinkman.

“El resultado de la encuesta termina siendo sesgado porque los que contestan el teléfono fijo son en general jubilados y amas de casa de clase media o media-alta·, explica Rubinstein.

Una de las principales polémicas que se repitió en estas elecciones fue la baja credibilidad que poseen las encuestadoras debido a su gran distancia con el resultado de los escrutinios. Este último problema se debe a varios factores y uno de ellos es que si bien existe la capacidad técnica de hacer encuestas fidedignas, estas son costosas debido a que requieren una modalidad presencial y bien distribuida. En cambio, suelen predominar encuestas que sólo se realizan a teléfonos fijos y esto resulta en un problema por la disminución de su uso en los hogares. “El resultado de la encuesta termina siendo sesgado porque los que contestan esos teléfonos fijos son en general jubilados y amas de casa de clase media o media-alta. Por último, hay una cuestión de quién contrata la encuesta porque es el que decide lo que se publica”, profundiza Rubinstein.

Otro de los debates que aparecieron se refirió a las PASO como sistema, debido a la gran cantidad de boletas únicas presidenciales que se presentaron. Sin embargo, Néstor Leone, sociólogo y periodista, recuerda que anteriormente le sirvieron a la izquierda para que pueda unirse en 2011 bajo lo que hoy es la coalición consolidada del Frente de Izquierda, pero también valió para que en 2015 Cambiemos pudiera solventar su diferencias en una interna entre las tres fuerzas que la constituyeron. La eficacia de las PASO radica así en su capacidad de ordenar la oferta y permitir que se reduzca la fragmentación del sistema político. Volviendo a las elecciones recientes, Rubinstein rescata que en 17 de 24 distritos hubo candidaturas municipales y listas de legisladores que se resolvieron gracias a esta instancia. Si bien no se resolvieron grandes candidaturas, no se descarta que esto pueda ocurrir en próximas elecciones, aunque más allá de esto, para él existe un significado más importante: “Me parece que votar siempre es bueno. Es un ejercicio que siempre es saludable y discutir una elección por su costo siempre nos pone en el borde de entrar a discutir cosas más profundas y que están en el límite del cuestionamiento de la decisión popular”, finaliza Rubinstein.

Con el agua al cuello

Con el agua al cuello

El helado viento golpea con intensidad a un grupo de chicos que caminan apurados por la Avenida Paseo Colón y Cochabamba. A su lado, se erige la escuela Isauro Arancibia, con su nuevo y flamante edificio, que fue inaugurado a principio de año por el Gobierno de la Ciudad. Al ingresar llaman el ascensor y se distraen mirando las grietas de la pared. Alguien les avisa que no funciona, por lo que aceleran el paso por las escaleras hasta llegar a la sala de maestros. Se escuchan personas tosiendo y manos que se frotan para generar calor. Son los docentes que trabajan con sus pesados e incómodos abrigos a cuestas, porque no poseen calefacción. La intensa lluvia del sábado 15 de junio terminó inundando esta sala y la misma suerte corrieron el jardín, el comedor, la biblioteca, la sala de computación, el SUM y el resto de las aulas, muchas de las que ahora no tienen luz. Luego de numerosos reclamos en los medios de comunicación por parte de las autoridades del colegio, la Defensoría del Pueblo y la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires emitieron pedidos de informes para que se detallen las condiciones del edificio.  

Luis Pacheco, 24 años, hizo la primaria en el Isauro Arancibia, está finalizando la secundaria en una escuela de Barracas y quiere estudiar Profesorado en Historia. A pesar de que egresó hace 7 años del Isauro, continúa yendo porque está en situación de calle y allí, además de comer, participa en el Centro de Actividades Infantiles (CAI) para chicos de hasta 12 años. “Ese día llegamos y no pudimos hacer ninguna actividad del CAI en el SUM porque estaba todo inundado. Fue algo muy feo porque los chicos querían jugar a la pelota y tampoco podíamos ir al patio porque le falta un pedazo de techo. Estuvimos todo el día en el comedor, que era el único lugar en el que se podía estar. Llegamos el lunes temprano para desayunar y la escuela estaba cerrada porque todo el jardín estaba inundado. Fue un bajón: a esta escuela vienen chicos de la calle a estar secos, calentitos y sin humedad. En vez de secarnos la ropa tuvimos que agarrar un secador y empezar a ayudar a sacar el agua porque era caótico”, cuenta Luis. 

Durante muchos años la comunidad del Isauro realizó movilizaciones para que la escuela no fuera demolida por el Gobierno de la Ciudad con el objetivo de construir el Metrobus. Finalmente se acordó que la obra se iba a realizar quitándole diez metros de frente al viejo edificio y construyendo uno nuevo a su lado, en donde había una fábrica. Sin embargo, el primer día que los maestros encendieron la calefacción, un caño del jardín explotó y cayeron chorros de agua caliente sobre las cunas. “Por suerte fue a las cuatro de la tarde y los niños no estaban, pero podría haber sido una tragedia absoluta”, manifiesta Susana Reyes, directora de la escuela. A estos problemas se le agregan que no hay acceso para las personas con discapacidad, tampoco teléfonos para la comunicación interna y externa ni canillas para la limpieza. La cocina, además, sólo posee cuatro hornallas y un termotanque demasiado chico. “Los chicos vienen a pedirnos agua caliente y no hay abasto”, denuncia Marcelo, personal de cocina.

La escuela Isauro Arancibia se inició como un centro educativo en 1998 con Susana Reyes y veinte alumnos. Hoy brinda educación primaria y secundaria para jóvenes y adultos con 130 trabajadores y 394 estudiantes. A pesar de esto, en los papeles continúa figurando sólo como un centro educativo, lo que significa un obstáculo a la hora de hacer reclamos. Además de brindar educación primaria y secundaria para jóvenes y adultos, la escuela posee diversos talleres de oficio, como el de periodismo con la revista La Realidad Sin Chamuyo; reparación de bicicletas y una panadería que no funciona, debido a que los hornos no cuentan con gas desde hace tres meses. “Tuvieron que cambiar los caños porque el caudal de gas que necesita la panadería y la calefacción tiene que ser más gruesa que la que ellos pusieron. Ellos tenían un plano y sabían que iba a haber una panadería, ¿Por qué pusieron un caño chiquito si sabían que tenían que poner uno más grande?”, se pregunta Cristina Aguilar, secretaria de la escuela desde hace tres años y estudiante de Trabajo Social en la ex Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Actualmente no está cursando y se está replanteando su carrera debido a la intervención que sufrió la universidad a mediados de 2017, por parte de los ministerios de Justicia y de Educación, que reformularon en el plan de estudios y se despidieron a la mayoría de los profesores. 

Si bien se suele concebir al Isauro como una escuela destinada a personas en situación de calle, el formato es el que la hace inclusiva. Su enfoque educativo pone al sujeto pedagógico, y no a la normativa, como factor central. Sus docentes creen que este sistema debería implementarse en todas las escuelas. “Cualquier persona en cualquier situación tendría que poder ser recibido en cualquier escuela pública. Nosotros trabajamos con los pibes estigmatizados y que todo el mundo tilda de chorros. Son lo que no hay que ver, lo que quieren ocultar y silenciar. Acá tienen voz, se vizibilizan y aparte son seres adorables. Muchos de ellos han terminado el secundario y están pensando en ir a la universidad. Los pibes son un ejemplo de resistencia porque a pesar del desprecio, el maltrato y la violencia institucional siguen viniendo a la escuela”, finaliza Reyes. 

¿Será justicia?

¿Será justicia?

En la Provincia de Buenos Aires se realizaron 173 juicios por jurados en dos años.

El sistema de jurados populares ha ganado relevancia en los medios de comunicación nacionales a partir de los debates generados en casos como el de Daniel Oyarzún, acusado de perseguir, atropellar y asesinar a Brian González, quien lo había asaltado minutos antes en su carnicería, en la localidad de Zárate. Oyarzún fue absuelto por unanimidad en un juicio por jurados. Sin embargo, expertos en el tema aseguran que son pocos los casos de “gatillo fácil” o exceso de legítima defensa que no son condenados..

La investigación El Poder del Jurado, realizada por Aldana Romano en conjunto con Sidonie Porterie, politóloga y directora del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED), revela que los jueces se ven teñidos por la numerosa cantidad de casos que han tratado, pero que el ciudadano no se comporta de la misma manera que cuando opina ante un hecho noticioso, sino que a la hora de juzgar a un tercero asume responsabilidad y compromiso “más allá de toda duda razonable”. Según este trabajo, en la Provincia de Buenos Aires hubo un total de 80% de condenas y 20% de absoluciones por parte de jueces profesionales en 2011, mientras que los juicios que se han realizado por jurados han dado como resultado un 65% de condenas y 35% de absoluciones en 2017. “En todos los (casos) que el policía acusa una situación de robo y dispara, el jurado ha condenado a los policías. En general, se suele condenar más la supuesta defensa a un policía, que a un particular. En los casos de legítima defensa, en Provincia de Buenos Aires, el jurado condena más de los que absuelve, contrariamente a lo que se cree. Si es en contextos de robo la decisión de condena o absolución están más parejos”, aclara Romano.

En el origen, populares

Uno de los tantos objetivos que persiguieron los fundadores de la Argentina en la asamblea de 1813 fue que los juicios criminales se resolvieran por jurados populares. Sin embargo, no fue hasta la reforma constitucional de 1994 que se confirmó ese legado al ordenar el juicio por jurados en los artículos 24, 75 y 118 de la nueva Carta Magna. Córdoba se adelantó en 1991 al sancionar la Ley 8123 que modificó su Código de Procesamiento Penal, norma que tardó siete años en entrar en vigencia y dio como resultado que el 29 de julio de 1998 se realizara el primer juicio por jurados en Argentina. Si bien Río Negro, San Juan, Mendoza y Chaco han sancionado su propia ley, a la que se le está sumando Santa Fe con media sanción, las únicas provincias que gozan en su legislación del juicio por jurados son Neuquén, Buenos Aires y Mendoza. A nivel nacional, el nuevo Código Procesal Penal Federal sancionado en 2014 los prevé en el Artículo 249, pero aún es necesaria una ley específica que los regule.

En el mundo existen dos grandes modelos, denominados clásico y escabinado. Este último es el que terminó de instituir Córdoba en 2004 al establecer un tribunal mixto donde dos jueces profesionales deliberan junto a ocho ciudadanos comunes para determinar la culpabilidad o inocencia de un acusado. En el resto de las provincias las discusiones que se llevaron a cabo fueron por jurados clásicos y un claro ejemplo es Buenos Aires, donde hace cuatro años se estableció con la Ley 14543 mediante la cual doce jurados titulares, compuestos por seis hombres y seis mujeres, estudian el caso de forma secreta. A estos se le añaden otros seis jurados suplentes que no participan de esa deliberación. Así, el rol del juez queda reservado a moderar las exposiciones de la fiscalía y la defensa, brindar asesoramiento en materia de derecho al jurado y admitir o rechazar las pruebas que este puede considerar. Al final, es el jurado el que decidirá, a puertas cerradas, sobre la culpabilidad del acusado por cada cargo que se le impute. En la provincia de Buenos Aires se requiere una mayoría de diez votos afirmativos para la culpabilidad, aunque para los casos de reclusión perpetua es necesaria la unanimidad. Una vez que el jurado emite su veredicto este es vinculante para el juez, quien se limita a aplicar la sentencia. Si el acusado es encontrado culpable es posible pedir una revisión del proceso, opción que no existe en caso de su absolución.

¿Hacia la democratización judicial?

La aplicación del juicio por jurados es obligatoria para los casos de penas mayores a 15 años en todas las provincias que funciona, aunque en Buenos Aires el acusado puede renunciar a este novedoso sistema. De esta manera, queda restringido sólo a los casos de homicidio agravado, homicidio en ocasión de robo, abuso sexual agravado o robo agravado por arma si hay resultado de lesiones o muerte. Córdoba es la única provincia que incluye a los delitos relacionados a la corrupción. En esta dirección, un ejemplo fue el caso de Germán Kammerath, ex intendente de Córdoba, quien resultó condenado en 2015 a tres años y medio de prisión efectiva. “Estamos en una fase inicial en la que se quiso hacer una implementación gradual eligiendo delitos muy graves. Hasta ahora está funcionando, así que va a venir una segunda fase en donde se va a ampliar a más delitos”, explica Andrés Harfuch, miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP) y vicepresidente de la Asociación de Juicio por Jurados (AAJJ).

En un contexto de crisis de legitimidad del sistema judicial, el jurado se presenta como una propuesta que aparenta otorgar democratización, control, proximidad e imparcialidad. Su fuerza democratizadora reside en que se le devuelve al ciudadano un poder que originariamente había delegado, pero también en que tiene la posibilidad de deliberar entre pares para arribar a un consenso. Así, el modelo que más respeta el espíritu del jurado para Aldana Romano, politóloga y directora del INECIP, es el mendocino porque requiere de la unanimidad, es decir, que las doce personas se pongan de acuerdo tanto para condenar o absolver al acusado. “Existen prejuicios como que los argentinos no nos podemos poner de acuerdo porque somos como Boca vs River. El reparo que le tenemos a la unanimidad es porque desconocemos la deliberación como experiencia, no tenemos otras instancias en nuestra democracia donde exista la deliberación. Nuestro sector político está acostumbrado a negociar, que no es lo mismo”, afirma Romano. Según la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, de 173 juicios realizados bajo esta modalidad entre 2015 y 2017 sólo tres se estancaron, es decir, el jurado no llegó a un acuerdo.

Este último punto es el que revela su fuerza de control, ya que en las pocas oportunidades en que el jurado se estanca se debe a que la prueba que le presentaron es poco clara, es decir, Fiscalía y Defensa hicieron un mal trabajo. “El sistema judicial en países como Argentina posee inflexibilidad, lentitud burocrática y un ritualismo absurdo. En el juicio por jurados todo se hace más rápido y además, eleva la calidad del debate porque obliga a las partes a traer mejores pruebas, lo que despeja el error judicial. Cuando el juicio es sin jurado el fiscal va más relajado, cuando es con jurado el fiscal labura el triple”, señala Harfuch. La duración promedio que tuvieron los 173 juicios mencionados fue de dos días y medio según la investigación por Romano y Porterie.

El beneficio de la proximidad del juicio por jurados se manifiesta en cómo se están modificando las reglas de juego para los abogados penalistas. Cualquier persona que presencie o participe de este sistema debe poder comprender todo lo que allí ocurrió y esto obliga a que los términos legales se expliquen en términos más asequibles para buscar la transparencia. “Estamos tan atados a una justicia colonial, escrita, secreta, plagada de tecnicismos y amparada en el famoso expediente judicial que el jurado rompe con esa lógica y pone en evidencia todas las falencias que el sistema tiene”, resalta Romano.

La selección del jurado

La imparcialidad puede rastrearse en el proceso de conformación del jurado. En Buenos Aires se realiza anualmente un sorteo sobre el padrón electoral para conseguir la cantidad de ciudadanos que van a participar durante un año judicial como jurados. Así se reúne uno por mil del padrón teniendo en cuenta sexo y departamento judicial, lo cual da 12.000 ciudadanos para toda la provincia. Luego, el Ministerio de Justicia depura ese padrón descartando los que no cumplen el requisito de poseer nacionalidad argentina, tener entre 21 y 75 años y entender el idioma castellano. Quedan excluidas las personas que posean cargos electivos o públicos, empleados del Poder Judicial, integrantes y exintegrantes de las Fuerzas Armadas o seguridad privada, abogados y escribanos, condenados de ciertos delitos y representantes de religiones. El siguiente paso consiste en otro sorteo para obtener 48 ciudadanos por cada juicio, cuyos nombres se preservan por razones de seguridad hasta la audiencia de selección. En esta ocasión, Defensa y Fiscalía tienen la posibilidad de descartar mediante preguntas a aquellos que pueden tener prejuicios y para esto ambas partes disponen de recusaciones con causa, que son ilimitadas y deben justificarse, y las sin causa que pueden alcanzar un máximo de cuatro jurados sin esgrimir razón alguna. Al finalizar esta instancia, se efectúa otro sorteo para conseguir los 18 jurados (12 titulares y 6 suplentes) que participarán del juicio.

Este proceso en la provincia de Buenos Aires, sin embargo, todavía presenta numerosos obstáculos a sortear. La investigación de Romano y Porterie ha dejado en evidencia un padrón electoral desactualizado, un proceso de depuración deficiente, falta de información de los potenciales jurados a la hora de contactarlos, fallas en la instancia de notificación de los mismos y una sobrecarga administrativa sobre los jueces. “La Constitución dice que todos los juicios criminales deben terminar con jurados y es lo deseable, pero no es posible hoy porque nuestro sistema de administración de justicia recién está empezando a atravesar la participación ciudadana. Organizar juicios por jurados conlleva un trabajo adicional administrativo que nuestra justicia no está del todo preparada para hacer, el sistema colapsaría”, finaliza Romano.

Otro fútbol es posible

Otro fútbol es posible

«Las jugadoras de básquetbol, fútbol y las boxeadoras tienen dificultades para conseguir espacios para entrenar: la prioridad la tienen los equipos masculinos”, dijo Gabriela Minck, presidenta del Club Social y Deportivo La Cultura del Barrio.

“Nos acostumbraron a un fútbol tan personalista y egoísta que no mirábamos al que teníamos al lado. Desde 2004 empezamos a hacer fútbol popular en la Villa 21-24 y la primera regla que pusimos fue que primero hay que desayunar porque muchos veníamos cagados de hambre desde la crisis del 2001. Pasó mucho tiempo hasta que las pibas pudieran sentirse incluidas en las canchas y pronto nos dimos cuenta que el fútbol no es solamente una pelota, unas líneas y dos arcos, sino que es también educación popular”, contó Fidel Ruiz, integrante de Fútbol Popular La Poderosa, el 1 de abril, en el Club Social y Deportivo La Cultura Del Barrio, ubicado en Villa Crespo. El Tercer Encuentro de Fútbol y Antifascismo, organizado por la Coordinadora de Hinchadas Antifascistas, tuvo como objetivo conversar sobre las diferentes problemáticas que atraviesan a la inclusión social en el deporte y más específicamente en el fútbol. Entre los expositores se encontraron Gabriela Minck, presidenta del Club La Cultura Del Barrio; Brenda Bracco, asistente técnica en el Fútbol Femenino del Club Atlético Atlanta; Daniela Lichinizer, periodista de Infobae; Miller Roa de Red Guards United, la hinchada antifascista del Club Independiente Santa Fe de Colombia; y Ezequiel, integrante de Nueva Chicago Popular.

Minck introdujo la labor de la Asociación Civil Club La Cultura Del Barrio, que se creó como un espacio de encuentro para las instituciones deportivas barriales, pero con una identidad y una construcción antifascista. Así se observa en las actividades que lleva adelante por el club, libres de prejuicios y discriminaciones ligadas a la homofobia, la xenofobia, el sexismo y el racismo. Sin embargo, Gabriela resalta que todavía queda mucho por hacer: “Un punto en común que poseen las jugadoras de distintas disciplinas, como el básquetbol, el fútbol y el boxeo, es la dificultad a la hora de conseguir espacios para entrenar, porque siempre la prioridad la tienen los equipos masculinos”.

Estos obstáculos son prejuicios que llegan a todos los ámbitos deportivos.  Bracco plantea que se sigue subestimando a las mujeres y otros géneros: “Mi posición todavía me cuesta horrores porque tengo que estar todo el tiempo demostrando que soy capaz. He visto cómo muchas jugadoras se alejaron del fútbol porque no poseían una red de apoyo que las sostenga. Me acuerdo que cuando recién empezaba iba a ver los partidos del equipo femenino de Atlanta y me encontraba con que era la única. Cuando preguntaba dónde estaban las familias, me contestaban que no iban porque se piensa que las mujeres juegan mal o por otros prejuicios relacionados a la orientación sexual”, rememoraba. Algo similar describe Daniela Lichinizer, licenciada en Ciencias de la Comunicación de la UBA y periodista en Infobae: “Para mí el periodismo no es sólo contar un resultado de un partido, sino también mostrar las historias de lucha, superación y rebelión por parte del fútbol femenino. El periodismo deportivo, al igual que el fútbol, es un espacio que siempre estuvo ligado a lo masculino y las prácticas machistas. Es un terreno difícil donde se rinde examen todos los días, pero me parece fundamental que se incorporen más mujeres en el ámbito y que tengan, a su vez, perspectiva de género”, rescata.

Hinchadas Antifascistas tiene presencia en Ferro, Nueva Chicago, Racing, Independiente, San Lorenzo, River, Boca, Talleres, San Martín de Tucumán, Newell’s, Rosario Central, Belgrano, Desamparados, Platense, Almagro, Argentinos y Gimnasia.

Ezequiel, 22 años, trabaja en el mantenimiento de plazas para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y también es el fundador de la organización Nueva Chicago Popular. Su trabajo territorial comenzó a fines del año pasado cuando realizaron un torneo de fútbol mixto a beneficio de un merendero llamado Los Toritos en el barrio de Mataderos. Sus integrantes, hinchas del club que tienen un compromiso social y político, colaboran con otras organizaciones sociales para crear espacios alternativos que produzcan nuevas formas de ver el fútbol. “En la cancha es el todo vale. Llevamos las presiones que cargamos en la semana a un lugar donde nos desinhibimos y no sentimos las consecuencias por hacerlo. Porque seguramente si en la calle a un tipo lo puteas o lo amenazas vas a tener un problema porque te va responder o va a llamar a un policía. Sabemos que lo nuestro es un trabajo que cuesta muchísimo y nos llevará mucho tiempo, pero la idea es que esto se haga fuerte en las bases y que continúe más allá de los que estamos ahora”, reflexiona Ezequiel.  

Nikolai López, 28 años, es periodista e integrante de la Coordinadora de Hinchadas Antifascistas. Nacido en Colombia, llegó a la provincia de Córdoba en 2011 para hacer la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba. Se hizo amigo de los vecinos del barrio de Alberdi, donde se encuentra el Club Atlético Belgrano, por lo que pronto empezó a concurrir a los partidos, participar en el club y finalmente hacerse socio. Después se mudó a Buenos Aires, donde actualmente trabaja en Radio Rivadavia. Nikolai explica que la Coordinadora surgió luego de un encuentro realizado en el Club La Cultura del Barrio por los Piratas del Sur, fanáticos del FC St. Pauli, el club alemán que posee una historia ejemplar a nivel internacional en cuanto a la lucha antifascista. Después de ese encuentro, empezaron a aparecer colectivos antifascistas dentro de cada club argentino, de manera que decidieron organizarse con una Coordinadora que pudiera visualizar y potenciar el trabajo de cada uno al realizar difusiones y organizar eventos y charlas. Hoy las hinchadas antifascistas que poseen presencia y han desarrollado un trabajo de base se encuentran en los clubes de Ferro, Nueva Chicago, Racing, Independiente, San Lorenzo, River, Boca, Talleres de Córdoba, San Martín de Tucumán, Newell’s Old Boys, Rosario Central, Belgrano, Desamparados, Platense, Almagro, Argentinos Juniors y Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Nikolai también forma parte de Santa Fe Antifascista, el primer colectivo de hinchas migrantes organizado en la Argentina que tiene su raíz en el Club Independiente Santa Fe de Colombia. “En la Villa 31 estamos dando cursos de radio, serigrafía, apoyo escolar y una escuela de fútbol. En esta última tratamos de erradicar los microfascismos socialmente aceptados, como por ejemplo, que la mujer no puede jugar con el hombre y que está mal perder. Educamos también sobre el entorno migrante con el que ellos se encuentran, porque sabemos que a las villas llegan muchos desde Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela y muchas veces el Gobierno y los medios tratan de enfocar a ellos como si fueran un enemigo interno”, revela Nikolai.

«Empezamos a hacer fútbol popular en la Villa 21-24 y la primera regla que pusimos fue que primero había que desayunar, porque veníamos cagados de hambre» recordó Fidel Ruiz, de La Poderosa.

En dialogó con ANCCOM Javier Bundio, antropólogo especialista en fútbol, violencias y territorio, describió el entramado de responsabilidades ante los hechos de violencia: “Los comunicadores suelen señalar como responsables a las barras bravas o a ciertos inadaptados o salvajes”. Sin embargo, Bundio piensa que se trata de una problemática más compleja en la que los comunicadores necesitan vender cierto dramatismo en los partidos de fútbol.

“En el fútbol hay muchas condiciones que posibilitan distintas prácticas de violencia y tenemos a distintos actores que con su accionar contribuyen a alimentarla. Por un lado, la policía efectúa malos operativos de seguridad, que incluyen también cacheos que rozan lo ofensivo y maltratos hacia los hinchas. Después, están los propios simpatizantes, tanto las barras bravas como el hincha común que también participa en sus acciones violentas. Por otra parte, están los discursos y los medios de comunicación que contribuyen a construir un contexto en el que la violencia está naturalizada y legitimada. Los cantos de cancha también aportan su parte porque cuando, por ejemplo, hay cantos que celebran la muerte real del otro en cierta manera se está celebrando esa violencia y eso contribuye a legitimarla”, manifiesta Bundio.

El cientista social, que es miembro del Seminario Permanente de Estudios Sociales del Deporte, también formula soluciones. Una es convocar tanto a los hinchas para discutir el Plan Nacional contra la Discriminación en el Fútbol. Bundio revela que este plan, implementado en 2016, no los incluyó porque prevalece una percepción represiva sobre ellos. “El hincha es una pieza fundamental que tiene la posibilidad de transformar sus propias prácticas. Las hinchadas antifascistas lograron hacer esto luego de una autorreflexión para después pasar al plano de la acción. Cuando hay un canto racista, el hincha puede llamarse al silencio o no concurrir más a los espectáculos deportivos. En cambio, las hinchadas antifascistas muestran que existe otro camino: concurrir, participar y transformar”, finaliza Bundio.