Recuerdos de la infancia

Recuerdos de la infancia

La cantante Malena D´Alessio y Florencia Bernales, dos niñas que presenciaron el momento del secuestro y desaparición de sus familiares, declararon en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los pozos de Banfield y Quilmes y en la Brigada de Lanús.

Familiares y amigos de José Luis D ´Alessio, el Bebe, dieron su testimonio en una nueva audiencia por el Juicio Brigadas de Lanús, Quilmes y Banfield. En esta ocasión, contaron la historia del detenido desaparecido, cómo era su vida previa a la detención qué ocurrió el 28 de enero de 1977, y las consecuencias que padecieron su sobrina Florencia Bernales y su hija Malena D´Alessio, que fueron secuestradas y liberadas con apenas dos años de edad.

El primero en declarar fue Néstor Belomo, que conoció a D´Alessio en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde éste último militaba en una organización de izquierda. Con la vuelta de Perón en 1973, el grupo político al que pertenecía José Luis comenzó a virar hacia el peronismo y se unieron a Montoneros. “En el 76 me fui al sur, pero cuando volví, nos volvimos a encontrar (con D´Alessio). Ahí él me contó y me confirmó lo que yo ya sabía, a pesar de estar confinado en un trabajo de médico en el sur, en el medio de la nada. Pero estaba informado. Me confirmó la situación desastrosa en la que estaba la organización y recuerdo que me dijo: ‘Estoy durmiendo en los subtes’, porque no tenía donde estar. Estaba en una situación de precariedad absoluta en cuanto a su seguridad personal”, detalló en su relato Belomo. Ya para ese entonces, D’Alessio tenía participación militante en Zona Norte en el Astillero Astarsa, donde brindaba información sobre salud e higiene a los obreros.

El testigo contó que, en el contexto de la dictadura y al pasar a la clandestinidad, intentó ayudarlo: “Le ofrecí que venga a mi casa. Venía a casa, no todas las noches, pero venía bastante. Vino un par de ocasiones con Malena. Su hijita tenía, en ese momento, dos años. Yo estaba casado con quien era mi mujer y vivía en un pequeño departamento de dos ambientes. Tirábamos un colchón en el suelo y ahí dormían”. 

“Cuando D’Alessio no dormía en casa me hacía una llamada telefónica, me decía que estaba todo bien y sabía que no venía porque esa noche tenía otro lugar donde ir. Una noche no llamó. Por supuesto, un gran estado de inquietud con mi mujer y finalmente nos dormimos. Y a la mañana no habíamos tenido ninguna noticia”. Ese fue el día de la detención de la familia de D’Alessio. En cuanto al testigo, junto a su mujer decidieron alejarse de la ciudad y dirigirse hacia el campo. En primera instancia pararon en campings. Luego, decidieron quedarse en el campo de la familia de su exesposa pues all: “se puede ver, a la distancia, si aparece alguien. Estuvimos un mes”, detalló. 

“Como teníamos que trabajar y vivir, volvimos. Mandamos a una amiga al departamento y no había ninguna novedad. Volvimos a hacer nuestra vida”, recordó el testigo. A partir de allí, Belomo viajó, tras la liberación del resto de la familia, a Brasil para encontrarse con ellos. “Me contaron que todo había sido a raíz de que estaban tramitando un pasaporte para Bebe quien no se quería ir. Yo lo sabía por Bebe. No quería irse dejando solo a sus compañeros que no tenían posibilidad de salir del país. Fue a raíz de que tenían un contacto en la policía para hacer un pasaporte para que Bebe pudiera salir. Fue una trampa”. 

Luego expresó que la última vez que lo pudieron ver a D’Alessio detenido fueron los mismos familiares que arrestaron con él aquel día de enero de 1977, y lo pudieron hacer en la Brigada de Quilmes donde su hermano, Alfredo D’Alessio, pudo salir luego de pagar un rescate. Y mencionó la frase que le dijeron una vez liberado: “Sabemos que vos no estás en nada. Pero de tu hermano, olvidate”. 

 

La segunda en brindar su testimonio frente a la Justicia fue Florencia Bernales, sobrina de José Luis D’Alessio. La sobreviviente relató que, junto a su madre, vivían en Perú, pero al momento del secuestro, se encontraban en Buenos Aires por una visita que hacían cada año. “Tengo recuerdos del 77. Nos alojamos en la casa de mi tía abuela Berta en un departamento en Marcelo T. de Alvear, entre San Martín y Reconquista. Tengo recuerdos de ese momento en ese departamento. Tengo el recuerdo de varios hombres entrando. Caos y confusión. A Malena y a mí nos encerraron en un cuarto, nos cerraron la puerta y nos dijeron que tratáramos de dormir, cosa que no hicimos”, señaló.

Y resaltó cuál fue el recuerdo más fuerte que tiene de esa noche: “Vi cómo les vendaban los ojos a todos. Como yo hablaba pregunté qué pasaba. Me dijeron que estaban jugando al gallito ciego. Eso después lo recordé siempre”. Se llevaron a todos, pero a la niña, junto a su prima, Alfredo D’Alessio (padre) y Sofía Yessen los liberaron a las pocas horas cerca de Plaza de Mayo. 

A pesar de que era menor, Bernales manifestó que tuvo consecuencias directas posterior a haber vivido un momento traumático. Una vez que volvió a Perú con su madre, y que su tía abuela Berta iba a ir a visitarlas “empecé a tener un tartamudeo intenso. No podía hablar. Eso duró varios días. No se me iba. Mi mamá no sabía bien qué hacer y le dijeron que tratara de hablar conmigo sobre lo que había pasado”. Y añadió: “Me sentó, me preguntó si tenía miedo de que con la tía Berta vinieran esos hombres malos a Perú. Le dije que sí. Y me explicó que no podían venir porque estaban en Argentina y que ahí estábamos a salvo. Al poco tiempo se me fue ese tartamudeo”. 

“Después, con 20 años, vivía en Londres y me había alojado en la casa de un periodista que escribía sobre los juicios de lesa humanidad. Yo dormía cerca de donde entraban los faxes y las llamadas. Un día entró una llamada, yo escuché el contestador telefónico que decía que era un militar, que lo estaban buscando para matarlo. Me dio un ataque de pánico. No podía respirar. Sentía un terror total. Resulta que esa llamada había sido un chascarrillo. Que no era cierto. Después me pareció que era absurdo sentir tanto miedo en Londres por una llamada, pero bueno. Es otro recuerdo de haber vivido lo que había pasado”, declaró. 

Asimismo, finalizó su exposición pidiendo justicia por su tío y que se haga lo más rápido posible. 

«No hablaba mucho de mi papá. La primera herramienta con la que pude alzar la voz fue la canción ´Hijo de Desaparecido´», declaró Malena D´Alessio.

La siguiente fue Malena D’Alessio, hija del desaparecido José Luis D’Alessio. Su testimonio comenzó a explicar que luego de una lucha interna sobre cómo hablar de su padre, que lo ha hecho durante todo este período a través de la música y la militancia, ha logrado traer su historia personal frente a este juicio. 

En la familia D’Alessio, a partir de que la mayoría pudo recuperar su libertad y exiliarse en Brasil, “no se hablaba mucho de mi papá, con excepción de mis abuelos. Ellos eran quienes me hablaban mucho. Lo tramitaron de la manera más natural y sana. No así el resto de la familia. A mí se me fue armando una especie de trauma. No lo exteriorizaba. No hablaba”, relató. “Crecí en un clima social que un poco de lo que pasaba al interior de mi familia, pasaba afuera. Era un tema que estaba muy silenciado socialmente. Yo tenía la versión de mis abuelos y me contaban cosas sobre su aspecto humano. Me enseñaron a amarlo y me transmitieron su dimensión humana. Siempre crecí creyendo que a mi papá le habían pegado un tiro. Nunca, ni remotamente, concebí la posibilidad de que él pudiera haber sido torturado. No sabía que la tortura estaba sistematizada. Nunca me lo pude imaginar en relación a mi padre. Todo este clima de la Teoría de los Dos Demonios, la demonización de los militantes en esa época contrastaba con mis abuelos que me hablaban de la maravillosa persona que era mi padre”, expuso D´Alessio.

En sintonía con lo que contaba, rescató que en su adolescencia encontró en el arte la posibilidad de expresar todo lo que le generaban las políticas que se llevaban adelante desde los gobiernos democráticos con los militares que habían torturado, matado, violado y robado bebés durante la dictadura: “Sentía la necesidad de que algo tenía que hacer. La primera herramienta con la que pude alzar la voz fue con una canción que se llamaba ‘Hijo de desaparecido’. Fue una catarsis enorme donde pude expresarme y eso, además, me empodero mucho. Estaba muy enojada con la sociedad. Tuve algunos encontronazos con mi tío (Alfredo). Sentía que no me sentía acompañada en esta necesidad de hacer justicia por mi padre. Me sentía muy sola. Empecé con la música frente de batalla. Cantar contra el indulto. Me empecé a dedicar a la música más profesionalmente. Fui conocida por este tema. Me embanderé con el tema de los derechos humanos”. 

Acto seguido comenzó su militancia en HIJOS donde encontró la contención que necesitaba y donde los demás militantes entendían lo que estaba pasando Malena. Sin embargo, todavía estaba en deuda con la parte personal. Por lo cual decidió hacerle un homenaje a su padre junto a familiares donde se colocó una baldosa con su nombre, y, además, produjo un documental donde pudo unir las voces de amigos y compañeros de militancia de José Luis D´Alessio para reconstruir su memoria.

La exposición de la Malena siguió con el relato de cómo era la vida de José Luis D´Alessio previo a su detención. Y con respecto del día del secuestro, con ayuda de su tío Alfredo, pudo reconstruir la historia. No obstante, entre lágrimas, puntualizó que, al momento de la detención, su padre “me tomó en brazos, me dio un beso como despidiéndose de mí. Mi abuela dijo que prácticamente no la miró”. Lo mismo sucedió cuando recordó que su tío le contó que dentro del Pozo de Quilmes, previo a su liberación, pudo ver a José Luis, y las últimas palabras que le dijo fueron “Mandale un beso a Malena”. 

Para finalizar su intervención, D´Alessio repasó unas palabras que había escrito el día anterior y recitó el rap “Hijo de Desaparecido”, que escribió para hacer escuchar su voz y a su vez poder expresar lo que sentía. Entre las frases que leyó se destacó la siguiente: “Espero que este juicio me ayude en lo personal y nos ayude como sociedad a poner en orden lo más básico y elemental que podemos exigirle a la justicia. Algo que debería ser de sentido común, pero que durante tanto tiempo nos fue negado. Que no es ni más, ni menos que los asesinos, los torturadores, los violadores, robadores de bebés y sobre todo los responsables del genocidio más atroz de nuestra historia contemporánea vayan, o vuelvan, al único lugar que les corresponde, que es la cárcel común, perpetua y efectiva. Y que reciban también el repudio y desprecio del pueblo argentino, que ya se ganaron. Incluso en muchos casos el de sus propios hijos e hijas que han decidido dejar de ser un eslabón más en la cadena de degradación humana. No es el odio a estas bestias lo que, en mi caso, me ha impulsado a emprender esta lucha, es el amor que arde en mi cada vez que pienso en mi viejo y en toda esa generación que llevó la entrega y la solidaridad a los más altos niveles”.

La próxima audiencia será el martes 6 de diciembre a las 8:30.

“La salud mental de este país también se la debemos a las abuelas”

“La salud mental de este país también se la debemos a las abuelas”

“La música me salvó la vida y creo que esto le puede pasar a todo el mundo», dijo Malena D´Alessio.

El Centro Cultural de la Cooperación se cubrió de recuerdos y reflexiones en el ciclo Memoria Identidad, organizado por Abuelas de Plaza de Mayo, ANCCOM y  La Cultural, un espacio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Allí, dos mujeres, Malena D´Alessio, cantante de hip hop -ex integrante del grupo Actitud María Marta- y Lorena Battistiol, quien busca un hermano o hermana nacido en cautiverio durante la última dictadura, compartieron el último jueves  retazos de sus historias como hijas de desaparecidos y su relación con la música. El cierre musical estuvo a cargo de las voces de D’Alessio y Mariana Debenedetti con una fusión de ritmos latinoamericanos y rap. 

“Me acerqué a la casa de las Abuelas en el año 2000 porque tenía ganas de hacerme cargo de esta historia”, comenzó diciendo Battistiol y relató el recorrido que la llevó a participar de la lucha por los derechos humanos y a continuar la búsqueda de su hermane nacide en cautiverio. Ambas entrevistadas coincidieron sobre la forma en que fue tratada la desaparición de sus padres y hermane en el caso de Lorena, y de su padre en el de Malena D’Alessio: “Fue un tema muy difícil de abordar, de muchos silencios”, explicó la artista. Sin embargo, en ambas historias fueron las abuelas quienes pudieron recordar, hablar y seguir nombrando a los desaparecidos. “Mi familia intelectualizaba mucho todo pero mi abuela hablaba y podía llorar. Lo que a uno le debería suceder ante semejante tragedia. A mi abuela le debo mi salud mental”, sostuvo la Malena. Battistiol conmovió a todos y todas las presentes al narrar la relación con su abuela, quien la crió luego de la desaparición de sus padres. “Mi abuelo tenía muchos miedos. Mi abuela salía a la calle, hacía reclamos, iba a las comisarías, a los tribunales, a los hospitales. Tenía el coraje de hacerlo”, contó entre lágrimas que contagiaron al público. Casi como una reflexión conjunta de quienes estaban en la sala quedó claro que las experiencias personales de estas mujeres eran representativas de lo que a toda la sociedad argentina le sucedió gracias a las Madres y  Abuelas de Plaza de Mayo: ellas echaron luz a un tema que estaba vedado. “Le debo mi salud mental a mi abuela, y creo que la salud mental de este país también se la debemos a ellas”, concluyó la cantante. 

“En mi caso se cruzan las dos identidades que nos convocan, me dedico a la música pero también soy hija de desaparecido”, esclareció D’Alessio sobre la relación que la música tuvo con la conformación de su identidad. La identidad es un tema que se ha replanteado mucho a lo largo de su vida. Por un lado, quiso reconocerse como hija de desaparecido y pisar fuerte para reivindicar la lucha de su padre en una sociedad que aún reproducía muchos discursos negacionistas. Su comienzo en la música se dio en paralelo a este momento de la percepción de su identidad. Pero luego advirtió que quien era no pasaba únicamente por allí y recorrió otros caminos para desetiquetarse, para acercarse a otros rincones que la hacen ser quien es hoy. D’Alessio entendió que “no soy sólo hija de desaparecido, soy un montón de otras cosas. En esa lucha de poder construir la identidad de uno es cuando transcurre la vida”. Para Lorena su acercamiento a la música fue y es muy distinto. “No tengo cultura musical, lo mío es el reggaeton, bailar. Me gusta la música pedorra”, confesó. A partir de allí el intercambio giró en torno a la pregunta de por qué desvalorizar así a una música que habla de la vida cotidiana de los pueblos latinoamericanos 

“Siempre me interesó ser partícipe de esas culturas donde el baile y la música forman parte de la vida constantemente”, reflexionó D’Alessio. Para ella, la mirada eurocéntrica que caracteriza a la Argentina siempre mira con cierto desprecio a la cumbia, al reggaeton y a otros ritmos que tienen sus raíces en las culturas afros. “No creo que sea música pedorra. La cuestión de los derechos humanos también implica cuestionarnos qué es la música culta, representada en nuestro país por un teatro llamado Colón” puntualizó, haciendo hincapié en el nivel de eurocentrismo y racismo hegemónico en la sociedad. La infancia de D’Alessio estuvo fuertemente marcada por la música: primero rock nacional, después conoció “la música negra”, hasta que ese recorrido la llevó al hip hop que le cambió la vida: “Me generó una sensación como el enamoramiento”. Ahí encontró una forma de hacer catarsis real que le reveló que no sólo podía escuchar música, sino también crearla. “La música me salvó la vida y creo que esto le puede pasar a todo el mundo, no sólo a mí. Sobre todo la música pedorra”, dijo haciendo reír al público y sobre todo a Battistiol. Las formas en que las identidades se construyen se hacen presentes en todos lados, tanto en la búsqueda de reconstruir su pasado o de conocer su historia, como al rescatar ritmos latinoamericanos que son parte de la cultura del continente y del país. 

“Los problemas no sólo hay que hablarlos, también hay que bailarlos”, le sugirió D´Alessio a Battistiol.

El momento más emotivo se dio cuando Battistiol habló de sus abuelos, de las vivencias cotidianas siendo criada junto a su hermana por ellos y con el gran peso de sus padres desaparecidos. “Había dos momentos que se repetían todos los años donde mis abuelos lloraban” empezó, con una sonrisa llena de lágrimas. El primero era cuando su abuelo les enseñaba las tablas y a ellas les costaba aprenderlas. Su abuelo lloraba de impotencia. El segundo, era todos los 24 de diciembre a la noche. “Ellos se acostaban a dormir temprano y a las doce íbamos con mi hermana a despertarlos para brindar”, contó entre lágrimas, dando a entender lo mucho que los movilizaba esa fecha. Y agregó: “Creo que era la Navidad, el nacimiento, la esperanza. Siempre preferí que llegara año nuevo para no pasar por eso todos los años”. Ante su angustia, que se contagió a los presentes, D’Alessio apoyó la mano en su pierna y le sonrió. “Es bueno hablar de las tragedias y cuestionar dogmas instalados en la sociedad como la idea de que los adultos no lloran”,  señaló. Para ella en el país no hay muchos espacios para canalizar esas cuestiones que, a veces, encuentran salida en forma de llanto, de música e incluso de baile. “Los problemas no sólo hay que hablarlos sino que hay que bailarlos”, alentó a su compañera.

En toda la charla, Malena D’Alessio y Lorena Battistiol dejaron claro que de adolescentes no se hubieran llevado bien. Sus gustos, su forma de ser y de enfrentar la cuestión identitaria que las recorre eran muy diferentes en esa época. Sin embargo, la adultez las encuentra trabajando juntas, apoyándose desde una historia compartida y colectiva que las acerca. Actualmente Lorena Battistiol forma parte de Abuelas de Plaza de Mayo, milita la causa y busca a su hermane desaparecide. “Antes yo era sólo hija de desaparecidos, a partir de mi incorporación a abuelas comprendí muchas cosas. Me hice cargo de buscar a mi hermane”, aseguró. Por otro lado, Malena D’Alessio ve la lucha por los derechos humanos de una forma mucho más rupturista: “Sentí que la mejor manera de hacer una continuidad con la lucha de mi papá era hacerlo a mi manera; recrearlo desde un lugar diferente”. Y confesó que en la agrupación HIJOS se sentía parte pero también a parte, porque el reclamo era desde una continuación de la lucha de los padres desaparecidos y para ella “la mejor manera de ser efectivo para incidir en la realidad y modificarla es rompiendo con la anterior, deconstruyendo la identidad que te viene”.