«Si es necesario salgamos a la calle todos los días»

«Si es necesario salgamos a la calle todos los días»

La 43ª Marcha de la Resistencia tuvo lugar una vez más en Plaza de Mayo. Teñida por el retorno del discurso negacionista, oganizaciones defensoras de los derechos humanos, movimientos sociales, culturales y partidos políticos reivindicaron a los 30.000 desaparecidos y renovaron la exigencia de memoria, verdad y justicia.

A tres días de la asunción de Javier Milei, como cada año desde hace más de cuatro décadas, organizaciones de derechos humanos, sociales y la izquierda se concovaron en Plaza de Mayo para renovar las consignas históricas del movimiento de memoria, verdad y justicia contra el genocidio, la impunidad y el negacionismo. Como cada jueves, hubo sendas movilizaciones de la Asociación Madres de Plaza de Mayo -que organizaron su tradicional acto- y de las Madres de la Línea Fundadora. Ambas dieron vueltas, acompañadas por una multitud, en torno a la histórica pirámide en su Marcha de la Resistencia número 43.

Las consignas “¡47 años de lucha!”, “Apertura de los archivos de la represión”, “Son 30.000”, “Es genocidio”, “¡30.000 detenidos y detenidas desaparecidos presentes, ahora y siempre!” cobraron una nueva dimensión este año, cruzado por una campaña electoral en la que afloraron como pocas veces antes discursos negacionistas de parte de la fuerza política que este domingo accede a la presidencia de la nación.

Del lado sur de la plaza, a pocos pasos de la calle Defensa, en una pequeña tarima el sobreviviente de la dictadura Carlos Loza conversaba con los miembros del colectivo de comunicación La Retaguardia sobre los juicios a los genocidas, la histórica demanda de la apertura de los archivos históricos de la dictadura y la situación del campo de deportes de la Armada detrás del predio de la ESMA. Cerca de la tarima La Banda del Pañuelo, un grupo cultural que desde hace seis años acompaña a las Madres de la Plaza de Mayo – Línea Fundadora en sus rondas, dibujó en el suelo un mural comunitario con enormes pañuelos de colores. Su diseñador, que se identificó como Iván, explicó a ANCCOM el concepto de la obra: “Armamos un pañuelo grande y dentro de él van nombres de pila de desaparecidos en la dictadura. Se acercan a pintar ese nombre sus familiares, y alrededor del pañuelo hay unas flores azucenas –por su fundadora de la organización, la desaparecida Madre Azucena Villaflor– y una mariposa.” 

Las Madres se juntan al lado del bebedero que está frente al acceso a la estación del subte A cada jueves desde hace 47 años, y marchan a las tres y media de la tarde. “Acompañamos desde el lado cultural porque entendemos también que somos la generación que tiene que seguir esta línea histórica, la continuidad de la memoria, la justicia y la verdad” expresó.

Ya con la tarima rodeada con mucha más gente, se pronunció Elia Espen quien emocionada manifestó que “cuando todos los genocidas sean enjuiciados y no protegidos diremos, queridos hijos, padres, hermanos: ´¡Cumplimos!´. Pero como no creo que eso ocurra, pediremos juicio y castigo a todos los genocidas.” Sin quitarse sus enormes lentes oscuros, aseguró que se aproximan momentos difíciles en la Argentina, pero que las Madres no se callarán y seguirán defendiendo la verdad y la justicia. Espen mostró su desacuerdo con lo que denominó la “politización partidaria” del Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia y las disputas entre los organismos de derechos humanos: “Consiguieron separar a los organismos, hacer que nos miremos todos como enemigos por pensar diferente. En todo caso, somos disidentes”, expresó. Según ella, «ante los que conjugan el verbo obedecer, yo conjugo el verbo no perdono y no olvido. ¿Qué pretenden que nos abracemos con los genocidas?», reprochó y prometió que hasta su «último suspiro» va a continuar pidiendo que «se abran los archivos» de la última dictadura militar.

El cierre del acto fue encabezado por Nora Cortiñas, quien manifestó que a pesar de los resultados adversos en las pasadas elecciones nacionales “tenemos mucho para hacer y decir y vamos a seguir, no vamos a bajar los brazos”. También resaltó que es necesario que permanezcan juntas como lo han hecho en los últimos 47 años y que la unidad es la que permitirá lograr que la justicia siga funcionando y no se pare ninguno de los juicios en contra de quienes violaron los derechos humanos durante la dictadura. Además cuestionó algunas de las medidas del plan de gobierno del presidente por asumir, Javier Milei “Nos enteramos que quieren sacar la ESI de los colegios, no los dejemos, salgamos a la calle todos los días si es necesario”. Cortiñas destacó que “lo otro que tenemos que lograr es que dejen en libertad a Milagro Sala ¡ya!, ¡ya!”. Sentada en su silla de ruedas, presentó las consignas de la marcha que fueron “que se abran los archivos” y “que sigan los juicios”, aunque también hizo un llamado a estar atentos antes muchas otras consignas que se tendrán que seguir manteniendo y planteó la necesidad de usar mecanismos como el volanteo en las calles del país.

 Otra de las madres que estuvo presente en la tarima, al lado de Espen y Cortiñas, fue Mirta Acuña de Baravalle. Luego de sus discursos, las Madres hicieron sus vueltas alrededor de la Pirámide de Mayo, y tras la tercera vuelta se acercaron al mural de La Banda del Pañuelo en donde las tres colocaron el nombre de sus hijos desaparecidos. Elia Espen plasmó el nombre de Hugo Orlando; Mirta Acuña de Baravalle escribió los nombres de Anita, su hija embarazada y Julio, su yerno, además de “Camila o Ernesto” en referencia al nombre que habría tenido su nieto. Por último, Nora Cortiñas pintó el nombre de Gustavo y la frase “¡Venceremos!”. La actriz Cristina Banegas leyó poemas, y el final del acto estuvo a cargo de Lidia Borda que junto a las madres entonó la canción de Maria Elena Walsh “Como la cigarra”. 

Sobre la Marcha de la Resistencia que las Madres realizaron por primera vez en 1981, Cortiñas recordó que las hacían «por 24 horas, de 15.30 a las 15.30 del día siguiente» pero, dijo, «ahora estamos muchas madres enfermas y aunque quisiéramos no podríamos». Por eso, convocó «a los jóvenes» y a las generaciones que vienen a que «si algún día se nos ocurriera que hay que salir 24 horas, nos acompañen». La respuesta fueron aplausos y puños en alto. Luego, siempre fiel a mencionar todo tipo de reclamo, exigió que las «comunidades indígenas reciban sus tierras».

“Sobre este pueblo ha caído una niebla intensa”

Más temprano gente suelta, turistas y algunos militantes ya se encontraban dispersos alrededor de Plaza de Mayo vieron llegar una combi blanca estampada con el nombre “Madres de Plaza de Mayo”. En seguida, los presentes en la plaza comenzaron a rodear el vehículo del que bajaron, junto a familiares, las integrantes de la Asociación Carmen Arias y Sara Mrad, referente de las Madres en Tucumán. Empujadas en sillas de ruedas por sus acompañantes y protegidas del sol con sombrillas circularon en torno a la Pirámide mientras la multitud entonaba “Vamos las madres, con fuerza vamo’ al frente que se los pide toda la gente. Una bandera que diga ‘gracias, madres’ por ser siempre el ejemplo en la lucha popular”. Junto a los gritos y aplausos los bombos también se escuchaban en el recorrido. “Montalvo, Carlos Alberto” recitaba una voz desde uno de los costados de la plaza. “¡Presente!” respondían a voz fuerte los presentes. “Montaño Carvajal, Felix” de nuevo, “¡Presente!”. Y así, iban repasando los nombres de cada uno de los desaparecidos durante la última dictadura militar. 

Ya bajo la sombra de los gazebos azules, la directora de la Universidad Nacional de las Madres de Plaza de Mayo (UNMA), Cristina Caamaño leyó una resolución publicada el 4 de diciembre en honor al cumpleaños de Hebe de Bonafini. Luego de hacer un recorrido por su vida y trayectoria, en la que la describió como un “símbolo de dignidad, coraje y lucha por la memoria, verdad y justicia”, Caamaño le otorgó el título póstumo de Doctora Honoris Causa a Bonafini. La condecoración fue recibida por Carmen Arias en medio de las voces que coreaban “Se siente, se siente, Hebe está presente”. 

A su turno, Sara Mrad habló del nuevo escenario político que inicia su gestión oficialmente el diez de diciembre “Sobre esta patria, sobre este pueblo ha caído una niebla intensa que pareciera impenetrable, pero los pueblos sabemos cómo vamos a seguir la ruta y vamos a pelear porque traemos cientos de años de historia”. Y remarcó la importancia de resistir y sostener la lucha por siempre. Rodeadas por personas queriendo fotografiarse junto a ellas, las madres fueron trasladadas nuevamente a la combi para retirarse. 

Los que acompañaron a las Madres

Marcharon junto a las Madres el Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), el Centro de Abogados por Derechos Humanos (CADHU), el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh), el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), el Nuevo MAS, la Izquierda Socialista, el Partido Obrero y el PTS, entre otros.

También estuvieron presentes delegaciones de Suteba Tigre, Ademys, trabajadores de Fate, FPDS CP, FOL, Coordinadora por el Cambio Social, Cuba MTR, PRML, Resistir y Luchar, FOB, FAR, Libres del Sur, MAS, La Poderosa y Kolina. 

Además, acompañaron la legisladora porteña Alejandrina Barry (hija de desaparecidos), el abogado Matías Aufieri y el politólogo Leo Deza (nieto de víctima de la Triple A). Se acercó, también, Sergio Maldonado, hermano del desaparecido Santiago Maldonado. Sumándose a la Marcha de la Resistencia hubo otras actividades. A las 16:30 la colectividad peruana marchó hacia el Consulado de ese país hermano a un año del golpe de Dina Boluarte. Y posteriormente a la Marcha, César Arakaki (condenado por la movilización de diciembre de 2017 en el Congreso) junto a otros actores representaron en la Plaza la pieza teatral Tintorero para seguir reclamando su absolución.

La ronda de la resistencia

La ronda de la resistencia

Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo realizaron su primera vuelta frente a la Casa Rosada después del triunfo electoral de Javier Milei. Fueron esperadas por el sol y un público entusiasta que las acompañó con cánticos y caminó junto a ellas.

El sol pica en Plaza de Mayo. La columna de un movimiento popular le hace frente con paraguas que simulan ser sombrillas. Son las 15.20. La gente pisa firme como si el calor no pudiera detener esa presencia. Dos personas venden marcianitos en distintas esquinas de la plaza. Hoy no es un jueves cualquiera: la ronda de Madres y Abuelas es esperada por cientos de personas.

Abajo de un árbol, hay una guía turística con un micrófono y, colgado del cuello, su identificación del Gobierno de la Ciudad. Un japonés con mirada extrañada la llama. Con su sombrero amarillo, se acerca a quien en un inglés oxidado le pregunta: “¿Por qué la gente se reune alrededor del monumento?”. Con una sonrisa cálida, le responde técnicamente, sin que se le despeine ni un sólo pelo.

Por Defensa baja una camioneta blanca. Cruza Yrigoyen y la gente se empieza a correr hacia los costados. Una agitación colectiva. Tres veiteañeras se suben a un banco para mirar qué pasa. “Allá vienen”, grita entusiasmada una de ellas con un pañuelo de la campaña del aborto legal, seguro y gratuito en la cabeza.

– Disculpen, chicas, ¿me puedo subir? – pregunta titubeando una señora de 50 años.

Con una amorosidad efusiva, las jóvenes abren espacio y le ofrecen el brazo. “Haciendo esto me quebré la pierna en 2016”, recuerda con una leve risa que se nubla de súbito: “Estábamos pidiendo la libertad de Milagro Sala, ¿vieron? Hasta me tuvieron que poner un clavo”. Un alemán le saca una foto a la Pirámide de Mayo rodeada y otra a las mujeres del banco. Las mujeres latinas hacen historia.

La camioneta blanca se arbre paso, partiendo la marea de gente. El “Madres de la plaza, el pueblo las abraza” se transmite con tal magnetismo que, del otro lado de la Av. Rivadavia, también canta.

Del retrovisor de la camioneta cuelga un cartel verde IVE: “Ni un paso atrás” dice acompañado del dibujo de un pañuelo blanco. Las puertas se abren y se arma un cordón. De a poco, las madres de Plaza de Mayo empiezan a bajar con ayuda: dos están en sillas de ruedas. Todas están maquilladas y cuelgan de sus cuellos la imágen y el nombre de sus familiares desaparecidos. Atrás de ellas, una lleva un micrófono inalámbrico y otra un parlante. Se arma un cordón de protección para las Madres. Para ellas, dos paraguas.

Los cánticos disminuyen, el repiqueteo de los tambores continúa despacio. Las históricas luchadoras nombran desaparecidos. En cada pausa, se escucha un “presente” que sale de las entrañas. Atrás de los lentes de sol de esas madres, quizá se avizora una lágrima.

La ronda avanza. Atrás y adelante de las madres, la gente da vuelta a la pirámide. “Milei, basura, vos sos la dictadura”, agitan desde CORREPI. La consigna recorre la plaza. Tras una breve pausa, reformulan: “Victoria, basura, vos sos la dictadura”. Una señora de pelo tan blanco como uno de los pañuelos, canta con bronca, pero se detiene. “No, compañeras. Hay que decirle Villarruel”, se repite preocupada. Siguen cantando, así que se acerca a quienes sostienen la bandera y las detiene: “No, no, no. Victoria es un tan lindo nombre… y encima tan nuestro… No se lo podemos dar. Hay que cantar ‘Villarruel, basura, vos sos la dictadura’”, forzando la rima. Algunos, los más trotskistas, la miran con confusión, pero todos se suman a la nueva versión.

Con la tarea hecha, se adelanta y sigue cantando. Pasa por debajo de un cartel con el lema “El legado de la ternura que grita” y una foto de Hebe de Bonafini. A un año de su muerte, su imágen sigue presente. Una señora de 60 años teñida de rojo cobrizo suspira: “Hay que salir a luchar”. En la muchedumbre, Vilma Ripoll sostiene un cartel “Fue genocidio. No al negacionismo” mientras masca chicle con nerviosismo.

“Olé olá, como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar, olé olé”, cantan con los brazos en alto. Un señor de 65 años exhala cada palabra. De su cuello, cuelga un silbato, pero no lo usa. En cambio, su herramienta principal está en su mano: un megáfono casero. Con una botella chica de alcohol etílico cortada amplifica los hilos desgarrados de su voz.

Al costado, un niño de 10 años agita una bandera pansexual. Su mamá le sonríe con ternura. El orgullo y la memoria van de la mano. No es casual que la fórmula electa este domingo los ataque sistemáticamente. Ocupar la plaza es negarse a que nos quieran volver a encerrar en el clóset sexual y del olvido. “Nos une el amor por la memoria, la verdad y la justicia”, reza un cartel atado a las rejas de la pirámide y decorado con corazones multicolores.

“Siempre nos quedará la plaza los jueves”, dice Gabriela, una estudiante de Ciencia Política. Abajo de las banderas violetas de Espacio Puebla debate con sus compañeros y planifican una reunión. “En estos tiempos vuelve a ser necesario reunirse” comenta en sintonía con el discurso principal. El orador recuerda el gobierno de Mauricio Macri y la calle como espacio de reunión. Surge un canto: «Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode, se jode». Bajo una sombra, en una ronda de treintañeros, un jóven reflexiona: «Mientras no nos saquen a palos, vamos a estar bien”. La represión futura es un temor que recorre las conversaciones.

«Siempre nos quedará la plaza de los jueves», dice Gabriela.

Cuando finaliza el discurso, la plaza estalla en aplausos. Vuelven los cantos. Las madres se suben otra vez a la camioneta. Se repite el mismo saludo: “Madres de la plaza, el pueblo las abraza”. El motor se prende y las madres del pueblo se dirigen hacia Rivadavia para volver el próximo jueves. Hasta que pisa el cordón, la gente las acompaña.

Un grupo de jóvenes, menores de treinta años, comienzan a vociferar: “Somos de la gloriosa juventud peronista, somos los herederos de Perón y de Evita. A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos, no nos han vencido”. Una periodista se seca las lágrimas. “Acá empieza la resistencia”, grita una. Más allá, bajo la bandera de SIPREBA, los trabajadores de los medios públicos se abrazan. A ellos tampoco los han vencido.

Declararon Sitio de Interés Cultural a la casa de las Madres

Declararon Sitio de Interés Cultural a la casa de las Madres

La Legislatura porteña descubrió una placa en el solar de Piedras 153 como reconocimiento a la sede que se convirtió en símbolo de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

La casa de las Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora fue declarada Sitio de Interés Cultural por la Legislatura porteña. Este sábado en Piedras 153 se colocó una placa para homenajear al domicilio que simboliza la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

En una jornada de mucho sol, la música de La Chilinga y Victor Heredia le dieron melodía al festival al que asistieron distintas agrupaciones sociales, diputados nacionales, legisladores porteños artistas y, por supuesto, las Madres de Plaza de Mayo. 

Durante el acto, las Madres relataron el recorrido histórico del grupo de Madres Líneas Fundadoras. Recordaron que en los comienzos no contaban con una casa. Las reuniones se realizaban en domicilios particulares, bares, plazas y luego en instalaciones del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y la sede del Servicio de Paz y Justicia. 

La falta de un espacio propio fue siempre una deuda pendiente de la organización. De este modo, un grupo impulsado por Taty Almeida decidió realizar una campaña para recaudar fondos y adquirir una sede. «La casa de las madres la compra el pueblo», fue la consigna. La solidaridad de los artistas se sumó a la del pueblo y en un recital internacional en el estadio de Ferro -del que participaron Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Víctor Heredia, Adriana Varela y Jaime Ross- se

Al adquirir la casa de Piedras 153 las Madres comenzaron una nueva historia aunque con el mismo objetivo: luchar contra la impunidad y en favor, por la memoria, la verdad y la justicia. Las locas de la Plaza también se propusieron hacer docencia sobre la defensa de los derechos humanos fundamentales y promover la protección de los derechos sociales de los pueblos, trabajando por el futuro de las nuevas generaciones y preservando la ética de los principios solitarios que inspiraron a la generación del 70. 

Otros de los artistas que participó del homenaje, fue el actor Pablo Echarri, quien leyó algunos poemas dedicados a los nietos desaparecidos y a sus abuelas. Además, señaló: «Es un placer enorme acompañar a mis madres y en esta oportunidad, declarando este sitio de interés cultural». 

Las Madres Plaza de Mayo comenzaron a reunirse en 1977, bajo la dictadura de Jorge Rafael Videla, con el objetivo principal de recuperar a sus hijos desaparecidos. Un jueves decidieron citarse en la Pirámide de Mayo y se les acercó un oficial que les ordenó circular. Así nacieron las rondas alrededor de las la Pirámide que  todos los jueves se repite desde entonces a las 15:30.

La iniciativa de declarar a la casa de las Madres como Sitio de Interés Cultural de la Ciudad correspondió al legislador de Unión por la Patria Juan Pablo O’Dezaille, quién llevó adelante la propuesta que le realizó Pascual Espineria, integrante del Grupo de Apoyo a las Madres. El proyecto fue acompañado por el bloque de izquierda, el radicalismo y también un sector del PRO. “Votaron en contra -subrayó O´Dezaille- quienes hoy vienen con el discurso negacionista”.

La madre de Plaza de Mayo Lidia Stella Mercedes Miy Uranga, popularmente conocida como Taty Almeida, cerró: «Acá no hubo guerra, hubo genocidio. Acá no ha habido Teoría de los Dos Demonios. Un solo demonio que desapareció embarazadas, las torturaron, las mataron y se apropiaron de sus bebés».

«Nunca olvidé los ojos de las Abuelas, Madres y hermanas»

«Nunca olvidé los ojos de las Abuelas, Madres y hermanas»

Los periodistas neerlandeses Frits Jelle Barend y Jan Van der Putten fueron los que entrevistaron a las Madres de Plaza de Mayo, por primera vez, durante el Mundial 78. Sus testimonios trascendieron al mundo. Ahora estuvieron en Buenos Aires por un reconocimiento a su labor. ANCCOM conversó con ellos.

Los periodistas neerlandeses Frits Jelle Barend y Jan Van der Putten fueron reconocidos ayer en la Biblioteca de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por haber difundido en 1978 los crímenes de la dictadura cívico militar. Se trata de los reporteros que durante el Mundial disputado en la Argentina, entrevistaron a las Madres de Plaza de Mayo y lograron que todo el planeta supiera lo que se escondía debajo del entramado de mentiras y distracciones elaborado por los represores.

Durante el el evento estuvieron presentes la embajadora de los Países Bajos, Annemieke Verrijp; los legisladores Emmanuel Ferrario, Matías López, Victoria Montenegro y Claudio Morresi; la secretaria de Derechos Humanos de Río Negro, Evangelina Salazar; la subsecretaria derechos humanos y pluralismo cultural de la Ciudad de Buenos Aires, Pamela Malewicz y el director de la Casa Ana frank, Héctor Shalom. 

“Lo que hemos hecho, no es menos que nuestro trabajo. Nuestro trabajo es escribir, hacer reportajes sobre lo que pasa en el mundo – explica Barend ante ANCCOM–. En ese momento me dije que no podía venir como periodista de deportes, tenía que escribir lo que pasaba en Argentina”.

Cuando el gobierno de facto logró quedarse con la sede del Mundial, fijó la inauguración del campeonato para el jueves 1 de junio, de modo que todos los periodistas se concentraran en lo que ocurría en El Monumental. Frits y Jan decidieron ir en contra de la corriente y acercarse hasta la plaza donde todas las semanas las mujeres se reunían para denunciar las desapariciones.

“No nos dicen dónde están nuestros hijos, no sabemos nada de ellos, nos han quitado lo más preciado que puede tener una madre. Angustia porque no sabemos si están enfermos, si tienen frío, si tienen hambre. Y desesperación, señor, porque ya no sabemos a quién recurrir”, denunciaba esa tarde de junio Marta Moreira de Alconada ante las cámaras de la televisión holandesa.

“Todas me decían ‘Por favor, escribe qué pasa con mi hija, con mi madre, con mi nieto’. Nunca voy a olvidar ese momento”, confiesa Barend. No habla solo como reportero, detrás de su desafío al poder se esconde la historia de un hijo de la generación que sufrió el Holocausto: toda su familia fue asesinada por la ingeniería del terror diseñada desde Berlín.  Por ese motivo, al llegar a Buenos Aires rápidamente comprendió que tenía que asumir el objetivo de trabajar para que los genocidas no volvieran a salirse con la suya.

“Antes de venir, me preparé muy bien. Mis abuelos también habían sido asesinados, entonces para mí era una obligación humana hacer esto”, señala.

La primera sospecha de que estaban molestando al Gobierno llegó cuando quisieron transmitir sus notas a través del Télex. Mientras que con sus colegas el servicio demoraba media hora, con Frits y Jan tardaba más de cuatro.

La confirmación llegó cuando se dieron cuenta de que el equipo de prensa del campeonato les mentía con las fechas de los viajes de la selección de su país, para mantenerlos alejados del evento.

Con el miedo de ser alcanzados por las fauces de la represión, alertaron en su embajada de lo que estaba ocurriendo. Desde Europa les informaron que, si les pasaba algo, no se jugaría la final del Mundial. La amenaza de suspender el show montado por Jorge Rafael Videla fue lo que les permitió continuar con su trabajo.

“Lo que hemos hecho, no es menos que nuestro trabajo: escribir, hacer reportajes sobre lo que pasa en el mundo – explica Barend–. En ese momento me dije que no podía venir como periodista de deportes, tenía que escribir lo que pasaba en Argentina”.

Luego de la final, la Junta Militar invitó a la delegación neerlandesa a una cena de honor. Cuando Barend se enteró, consiguió una acreditación perteneciente a un jugador y se infiltró en el evento. Apenas ingresó al salón donde se realizaba la fiesta, se dirigió rápidamente hacia donde estaba Videla y le preguntó por los desaparecidos. La respuesta fue que las Madres mentían. El falso futbolista comparó la situación con lo que había ocurrido en la década del 1940 en su país. El dictador volvió a ser escueto:

Son cosas que pasan

“Fue algo espontáneo, pero también peligroso. Nunca olvidé los ojos de las abuelas, madres, hermanas. Eran ojos de personas que habían perdido sus amores, no podían mentir”, recuerda.

 

El riesgo del negacionismo

Al hablar sobre su historia personal y el parecido con lo que ocurrió en Argentina, Barend alerta: “Estoy preocupado con lo que pueda pasar después de las elecciones, porque hay un candidato que dice que los desaparecidos fueron ocho mil personas. Es muy peligroso. Argentina merece un presidente que respete la democracia”.

En la misma línea, Van Der Putten sostiene: “No es casualidad que en esta fecha hayamos sido invitados por la Casa Ana Frank a venir. Nosotros, con nuestros testimonios directos, intentamos hacer pensar a la gente que quizás la democracia es el bien más grande en la sociedad. Sin democracia no hay nada, solo destrucción, terror, maldad, infelicidad y todo lo que un ser maligno no quiere”.

Y añade: “Lo esencial es que la conmemoración que se realizó hoy sirva para sacar las conclusiones y lecciones para este presente y no dejarse arrastrar por slogans vacíos, absurdos y fakes news. Los políticos tienen que tener ideas, no slogans”.

Memoria infinita

Memoria infinita

Con un enfoque íntimo y personal, Leo Vaca retrató a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus casas para componer Un abrazo infinito, la muestra fotográfica que se inauguró en el Centro Cultural Haroldo Conti.

“¿Pueden los objetos capturar algo de lo que puede un cuerpo? ¿Pueden ser acunados? ¿Pueden acunar a su vez a las mismas manos que tantas veces los han acariciado, interrogado? ¿Cómo se teje la trama de la existencia en torno a un cuerpo ausente?” Estas preguntas pueden leerse en el texto de presentación que la periodista Marta Dillon escribió para Un abrazo infinito, la muestra fotográfica de Leo Vaca, que retrató a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus casas, así como objetos preciados que remiten a la memoria.

La muestra, iniciativa de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, está compuesta por unas 120 fotografías y se inauguró el 6 de julio en el Centro Cultural Haroldo Conti. Leo Vaca es fotógrafo, editor y colaborador de revistas nacionales e internacionales como Anfibia, Rolling Stone y Brando. En 2018 ganó el Premio Gabo en la categoría Imagen por el trabajo “Memoria, verdad y justicia para las pibas”, una cobertura del Ni una menos.

El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, y las madres de Plaza de Mayo Taty Almeida, Clara Weinstein y Bella Friszman presenciaron la inauguración de la muestra.

En diálogo con ANCCOM, el fotógrafo contó el proceso de creación de la muestra: “El inicio del proyecto fue en el contexto de la pandemia y la única forma de retratar a las Madres y a las Abuelas era en sus casas. Encontré en ese esquema de trabajo un hallazgo, porque nos permitió verlas en otro contexto, en un perfil mucho más íntimo, en su cotidianidad. Esos espacios también reflejan sus historias de lucha: esos livings, esas habitaciones están abarrotados de objetos y de memoria”.

 Unas manos que sostienen un portaretrato con una fotografía en blanco y negro, un paquete de cigarrillos, un poema escrito en un cuaderno escolar, un vestido, un álbum con recuerdos. “Los objetos tienen mucho para decir. Son objetos con vida, muy presentes y muy latentes. Resguardados por ellas, adquieren un sentido muy diferente al que podría tener el objeto por sí mismo”, reflexionó Leo Vaca sobre el protagonismo que adquieren las cosas en Un abrazo infinito.  

. “Los objetos tienen mucho para decir. Son objetos con vida, muy presentes y muy latentes. Resguardados por ellas, adquieren un sentido muy diferente al que podría tener el objeto por sí mismo”, reflexionó Leo Vaca.

 

El evento contó con la presencia de las Madres Taty Almeida, Clara Weinstein y Bella Friszman y del secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla Corti. Un grupo de la Escuela Popular de Música Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora 

interpretó temas como “Zamba para olvidar” y “Déjame que me vaya”.

“Pensamos constantemente cómo explicarles a las generaciones jóvenes lo que significó esa dictadura y cuanto aún perdura del daño que generó- reflexionó Pietragalla Corti- Quiero agradecer al fotógrafo Leo Vaca porque esta muestra contribuye a eso”.

“La memoria nunca va a desaparecer a pesar de que muchos la quieren borrar. No lo van a lograr mientras existan jóvenes como ustedes que tomen la posta de nuestra lucha”, dijo ante el público Taty Almeida.

 

 

La muestra puede visitarse de martes a jueves de 13 a 19 y viernes, sábados y domingos de 13 a 21. Centro Cultural Haroldo Conti, Avenida del Libertador 8151, CABA. Entrada gratuita.