Basurales a cielo abierto en el Gran Buenos Aires: otra cuenta pendiente

Basurales a cielo abierto en el Gran Buenos Aires: otra cuenta pendiente

Luján, el basural más grande de la provincia de Buenos Aires, ubicado en el bloque de Barrios Santos.

Más de 74 basurales a cielo abierto fueron detectados en 2018 en distintos municipios del interior de la provincia de Buenos Aires y figuran en el informe elaborado por la Defensoría de la Provincia. Algunos de ellos se encuentran en las localidades de 25 de Mayo; Alberti; Mercedes; Luján; San Andrés de Giles; Tandil; Marcos Paz; Miramar, Pehuajó, entre otros. La mayoría de estos basurales se encuentran a menos de 4 kilómetros de la zona urbana, un ejemplo es el de la ciudad 25 de Mayo, ubicado a menos de medio kilómetro. Esta cercanía, aumenta la probabilidad de que los habitantes contraigan algún tipo de enfermedad. ANCCOM relevó esta problemática y habló con los actores involucrados.

Viviana Fulleringer, vocera del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS) explicó que “la Provincia saneó en 2018 los basurales a cielo abierto de San Vicente, Junín, Balcarce, Azul, e Isla Martín García. Y en 2019 el de Ranchos, partido de General Paz. Otros municipios cerraron o están cerrando sus basurales a través de CEAMSE». Sin embargo, se adelanta Fulleringer: “Es importante conocer que la gestión de residuos y la disposición final de éstos es de absoluta competencia municipal y que la Provincia solo controla esa gestión, asiste técnicamente y sanciona si es necesario. En algunos casos muy sensibles, financió obras de saneamiento, pero no está entre sus obligaciones”. En el año 2015, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgó un préstamo al país, con el objetivo de financiar proyectos GIRSU (Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos). Federico Bordelois, coordinador de la Unidad Ejecutora Especial Temporaria de Residuos, en la secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, explicó que “lo que hace el programa es financiar proyectos de sistemas integrales de tratamiento de residuos urbanos, entre los cuales se encuentra el componente de la radicación de basurales. Debe haber unos 10 o más proyectos financiados. Por ejemplo, en Catamarca la obra finalizó, mientras que en Jujuy, Viedma y Calafate están en ejecución”. Además, en línea con la vocera del OPDS, Bordelois también aclaró que la problemática de la basura es, legalmente, una problemática municipal.

El programa GIRSU cobra un rol importante, ya que “no hay proyectos concretos o programas sobre erradicación de basurales que no estén atados a un sistema GIRSU, es decir, si yo erradico un basural, tengo que poner la basura en algún lado. La problemática del basural se da en lugares donde la recolección es deficiente o no hay lugares aptos, suficientes, como para disponer la basura”, afirma Bordelois. El funcionario ejemplificó esto a partir de lo que sucede en el Conurbano: “En algunos partidos, hay una enorme cantidad de basura en lugares donde debería haber plantas de separaciones, que es lo que se tiende a hacer con el programa GIRSU, donde cada localidad tenga una planta e integre formalmente a los separadores y clasificadores”.

Basurales y daños en la salud

Los basurales a cielo abierto, así como cualquier espacio que presente un alto grado de contaminación, pueden llegar a generar problemas en la salud. Los daños pueden ser de diversa índole y diferente gravedad, según la incidencia de varios factores: “Hay desde problemas neurológicos, de desarrollo del sistema nervioso; malformaciones congénitas; bajo peso al nacer; dengue y cólera”, explica Verónica Odriozola, licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires, con amplia trayectoria en el área de salud ambiental. Odriozola explicitó que “hay estudios que demuestran bajo peso al nacer de los bebés de familias que viven cerca de los basurales, y luego, esto puede aumentar las chances de muerte”. El cáncer es otro tipo de enfermedad que se presenta: “Hay sustancias cancerígenas y algunas son volátiles, que van apareciendo en mayores concentraciones en el aire”, sostiene la especialista. Por otro lado, explicó que hay efectos más agudos, como vómitos y náuseas, que son generados por los distintos olores o materia en descomposición y en línea con lo anterior, expresó: “Yo creo que hay que organizarse y exigir que el basural se relocalice, o la población. Es difícil pensar en que está en manos de una familia evitar enfermedades si vive cerca de un basural. Quemar los residuos que están en un basural, a menudo, es muy contaminante”. Las leyes de basura cero de la mano de políticas públicas que reduzcan la generación de basura parecen ser una posible salida: «A la vez, también, de educación a la población sobre cuáles son los impactos y que aquello que no puede ser evitado o reciclado, tenga un destino lo más sofisticado posible”, dijo Odriozola.

“La quema” de Luján, caso paradigmático

Luján es una ciudad ubicada en la zona Oeste de la provincia de Buenos Aires. Es una ciudad turística que, año tras año, recibe a miles de fieles que peregrinan hacia allí. Sin embargo, a unos kilómetros de la terminal, en el predio de la ruta 192 camino a Open Door, se encuentra uno de los basurales a cielo abierto más grandes de la Provincia, “La Quema”, conocido con ese nombre porque es una zona donde se realizan quemas de residuos.

“La Quema” ha generado grandes perjuicios en la comunidad de Luján. Sergio Almada es uno de los vecinos que, desde ya mucho tiempo, encabeza la lucha por la limpieza del basural. Inició su compromiso con esta causa en el año 2007, cuando en el basural, ya constituido entonces, comenzaron a tirarse deshechos de tanques atmosféricos: “Hacían un perjuicio tremendo, sumado al humo, a las moscas”, narra Almada. Los vecinos lograron, en ese entonces, que se deje de contaminar con este tipo de desechos, pero continuaron la lucha para que se acaben las quemas: “Hemos llevado, muchas veces, vecinos a la puerta de la municipalidad a participar, pidiendo en el Concejo Deliberante que se tomen medidas, y mandando notas al municipio”, continúa Almada. Tras el desarrollo de estas acciones, los vecinos consiguieron que se decrete el estado de emergencia sanitaria en tres ocasiones consecutivas, sin embargo, ha sido solamente por un lapso de 180 días cada uno y, durante esos períodos, no se han resuelto ninguno de los problemas que acarrea el basural. Respecto a ello, Almada cuenta: “Prometieron poner cámaras, luminaria y seguridad, y eso, con la emergencia sanitaria y todo, nunca pasó”.

Como parte del reclamo vecinal, Almada ha realizado una denuncia penal al gobierno municipal lujanense, y a los funcionarios que lo acompañan, en la fiscalía de Mercedes. También se presentó una denuncia por el caso frente a la Comisión de la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, ninguna medida ha sido realmente efectiva para terminar con las problemáticas del basural.

El concejal Nicolás Capelli, del municipio de Luján, ha elaborado y presentado un proyecto para el tratamiento del problema de la basura que, si bien fue aprobado, al día de hoy no termina de ponerse en marcha: “Desde que asumí como concejal, en el año 2015, declaramos la emergencia sanitaria en el predio de ‘La Quema´. Hoy, por impericia del gobierno ejecutivo municipal, sigue sin dar respuesta concreta y final a la situación de la contaminación en ´La Quema´”, sostiene Capelli.

Lo cierto es que, todavía, la mayoría de las propuestas para la gestión de la basura, no están siendo aplicadas y la comunidad de Luján convive con las consecuencias. Un correcto tratamiento de los residuos es necesario, tanto por el impacto ambiental que estos generan, como por el que producen en la salud, sobre todo, en las comunidades más pobres, que suelen ser las que se alojan en la proximidad de los basurales. Aquellas no se preocupan por las jurisdicciones y lo que necesitan es solución para tener un ambiente sano. Ni más ni menos.

Santa crisis

Santa crisis

Texto: Federico Berezan | Foto: Julieta Ortiz

La zona histórico-basilical es una de las más importantes del Partido de Luján. Allí circulan alrededor de cinco millones de turistas y peregrinos por año. La Sociedad de Santeros Ambulantes nació en 1930 y sus socios se ubican en la plaza contigua a la Catedral y en los alrededores, donde instalan sus “cajas de santos”, tal como se llaman sus puestos. El periodo más importante empieza a fines de agosto y principios de septiembre, con la llegada de la peregrinación gaucha. El primer fin de semana de octubre se realiza la peregrinación de la juventud y el 8 de diciembre, con el Día de la Virgen, se cierra esa etapa de mayor actividad. No obstante, y aunque todavía no  haya empezado esa época del año, todos los sectores reconocen la caída del consumo en santerías, pancherías, restoranes y cafeterías. 

“La recesión afectó en todos los ámbitos, los gastos que hoy tenemos fijos nos llevan a consumir menos cosas, a la vez tampoco me quejo, en todos lados vos tenés que trabajar y pagar los impuestos con tu dinero y no subsidiar nada”,  opina un miembro de la Sociedad de Santeros que no quiere dar su nombre. Sin embargo, se ilusiona: “Yo tengo esperanza en que esto repunte y por otro lado, no me gustaba como llevaban a cabo las ideas en el modelo político anterior, aunque las ideas que manifestaban estaban buenas. Pasamos de un modelo de doce años a otro totalmente opuesto y esos cambios no lo podés hacer en un solo mandato”-

Por su parte,  José Gallego, dueño de una santería que abrió sus puertas hace 80 años, comenta: “Esta es la peor época del año, junio es el mes más complicado. Yo, como soy dueño del local,  puedo manejar la crisis de manera distinta porque no pago alquiler, es una preocupación menos”. El comerciante le encuentra una explicación cultural a la caída en las ventas. “Para mí, se está perdiendo la tradición de venir a la Basílica, sobre todo en la juventud. Solamente vienen para fechas puntuales y las personas mayores ya no vienen. Antiguamente en este negocio, había cuatro personas trabajando, ahora estoy yo solo. Ahora hay muchas más cosas para hacer en otros lados. En los últimos años, la religión se fue dejando de lado. Antes, por ejemplo, venía un matrimonio y decía: ´María, vamos a llevarle a la abuela una capillita y al hijo le querían comprar una cadena de plata con una cruz ´. 

Sin embargo, reconoce el desequilibro en sus cuentas provocado por la inflación. “Hoy hice 10 ventas y recaudé 100 pesos y si comparamos con el año pasado, no sabemos bien cuánto realmente ganamos porque no se sabe cómo medir con tanta inflación. Yo no me pongo a analizar, pero vuelvo a insistir, yo soy dueño del negocio, no tengo empleados y por suerte estoy al día con las cuentas. Por otro lado, todo es tan cambiante, sube el dólar y en los diarios se percibe la crisis. Yo escucho a los demás y todos se quejan, se siente eso”, finaliza.

Una mujer de 26 años, que también tiene su puesto de venta de santos en la plaza, manifiesta que “desde hace un año se empezó a sentir la diferencia, los peregrinos buscan precios más bajos y lo más económico posible y en menor cantidad. Algunos mayoristas también nos dicen que les está yendo bastante mal.  Nuestra Sociedad tiene su espacio físico para guardar las cajas, con un casero. Son cajas limitadas. No se pueden crear más puestos para vender. Tienen normas: hay que usar delantal, también una determinada estructura de la caja y posición”.

Otro dueño de una santería tradicional confiesa: “Ahora la gente recorre más, busca precios y pregunta. Para mí es igual, para otros no. Con relación a los peregrinos, se acuerdan de la Virgen cuando más necesitan, cuando le aprieta el zapato o tiene algún familiar enfermo. Después están los que vienen a cumplir su promesa y no pudieron venir antes.”  Este comerciante, que tampoco quiso identificarse, hace un análisis demográfico. “Acá vienen todas las clases. La clase alta viene, pasa y se va. Después las familias más pobres están más tiempo. Acá en el negocio hay diez mil testimonios de padres y madres que vienen a rezar por los hijos enfermos.” 

Una trabajadora del local de panchos, ubicado en la zona histórico-basilical y  que hace cinco años que está a cargo del mismo, expresa que “a nosotros nos afectó muy negativamente la crisis, bajaron mucho las ventas. Los turistas salen a pasear y gastan lo justo y necesario. Hay que sumar también que nosotros tenemos que aumentar los precios por los insumos. Hoy cobramos 60 pesos un pancho y la mayoría se queja por el valor, y eso no pasaba antes. Ahora se vende menos, pero se vende. La comida rápida siempre funciona, nos salva eso”. 

El padre Javier Spreafichi, sacerdote de la Basílica, expone su visión acerca de la realidad cotidiana: “Notamos ya hace unos cinco años que las personas hacen viajes más cortos, en un día pasea y vuelve a su casa. En el plano económico, a nivel comunidad, se ve afectada por el aumento del combustible, del peaje y de la comida. Cuando llega al Santuario llega con nada de plata. Se nota mucho la crisis. Se observa que la gente sigue creyendo en la Virgen y más en situaciones de crisis porque vienen a pedir. La Virgencita está desde 1630 y pasaron muchas crisis y épocas de esplendor. 

Los negocios de santerías se aferran a la fidelidad de los peregrinos para bancar la crisis. El sector más perjudicado es de los santeros ambulantes, sobre todo en invierno porque las cajas de santos están a la intemperie. Lo mismo sucede con los fotógrafos, quienes forman parte de una asociación histórica, que con el avance de la tecnología, fueron perdiendo espacio y sufren de lleno el impacto de la caída del consumo. También en los restoranes, provocado a su vez por una falta de promoción y mejoramiento de la zona turística por parte del Estado. La última remodelación y modernización de la Plaza Belgrano se efectuó en 2007.