15 años sin Luciano Arruga

15 años sin Luciano Arruga

Se cumplió un nuevo aniversario del secuestro del adolescente que se negaba a robar para la policía. Una marcha lo recordó y exigió justicia.

El acto de homenaje finalizó con la ya tradicional quema de un patrullero de cartón como forma de denuncia y repudio al accionar policial que derivó en la desaparición del adolescente.

 

En la tarde de este sábado 27, bajo el sol intenso de enero, familiares, amigos y militantes de agrupaciones sociales, políticas y antirrepresivas marcharon desde avenida General Paz y Mosconi hasta la plaza Luciano Nahuel Arruga, para recordar los 15 años desde la desaparición forzada del adolescente de 16 años que era hostigado por los policías de Lomas del Mirador por haberse negado a robar para ellos.

Arruga había nacido el 29 de febrero de 1992, era fanático de River y trabajaba en una fundición. Estuvo desaparecido desde el 31 de enero de 2009 hasta el 17 de octubre del año 2014. Con la intensa tarea de difusión de la familia, mientras peleaba para que jueces y fiscales buscaran a Luciano, el país comenzó a conocer la historia de este joven que había sido detenido por la policía bonaerense en una esquina cerca de su casa en el barrio 12 de Octubre. Estuvo desaparecido y su cuerpo apareció cinco años después, enterrado en el Cementerio de la Chacarita, registrado como un NN. Había llegado al hospital Santojanni luego de haber sido atropellado por un auto en General Paz y Mosconi. Su familia cree que fue obligado a cruzar esa vía rápida por los propios uniformados que lo habían secuestrado.

Este fin de semana, diferentes agrupaciones, familiares, amigos y vecinos de Luciano marcharon para volver a pedir el esclarecimiento del crimen con la consigna “sin justicia siempre habrá fuego». La hermana de Luciano, Vanesa Orieta, habló a la multitud que caminaba con sus banderas ocupando varias cuadras: “Es un momento más para recordarlo, pero también es un momento más para poder cristalizar que llevamos 15 años de organización y de lucha intentando llegar a la verdad y a la justicia”. Micrófono en mano, mientras caminaba al lado del camioncito de sonido, agregó: “Por más que la resistencia sea nuestro motor, no corresponde que tengamos que poner tanto el cuerpo para poder saber qué pasó con un joven que se negó a robar para la policía, para conseguir condenas a los responsables materiales y políticos”.

«La causa judicial que investiga la desaparición forzada se mantiene en etapa de instrucción», denunció Vanesa Orieta, la hermana de Luciano Arruga.

Una vez en la plaza, Orieta diálogo con ANCCOM: “La causa judicial que investiga su desaparición forzada se mantiene en etapa de instrucción, llevamos años denunciando la impunidad ahí y también en el juicio político que emprendimos por las responsabilidades de un juez y dos fiscales, Gustavo Banco, Roxana Castelli y Celia Cejas”. Para ella, es un momento de “poder visibilizar la realidad que sufren niños, niñas, adolescentes y jóvenes cuando no acceden a sus derechos, y cuando esto repercute sobre sus cuerpos a través de la represión”.

La hermana de Luciano reiteró un concepto que había mencionado durante la marcha. “Violencia institucional es la falta de acceso a derechos fundamentales por parte de niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Es necesario no desvirtuar con palabras livianas una problemática que se llama represión estatal, que implica graves violaciones a los derechos humanos, por hostigamiento, fusilamientos y desapariciones forzadas”.

Respecto del momento político actual, Orieta apuntó que “todos los gobiernos constitucionales llevaron adelante políticas represivas, por eso tenemos que seguir ocupando las calles exigiendo verdad y justicia por cada persona afectada por la represión estatal. Tenemos que llegar a esa sociedad que pide más patrulleros para decirle que eso no soluciona nada, y no tiene que ver con la democracia”. Y agregó: “Hoy nos toca luchar contra este gobierno de Milei que viene por todo. Algo no hicimos, hay que hacer memoria, fueron 30 mil, el fantasma genocida sigue presente en democracia, o acaso no es violación de los derechos humanos la desaparición forzada, el encarcelamiento, las torturas, las muertes. Por eso seguiremos luchando para que haya un cambio de raíz”

Familiares de otras victimas de la violencia policial acompañaron a la familia Arruga en el acto de homenaje.

Muchos Lucianos

La marcha tuvo el acompañamiento de varias familias que sufrieron la represión estatal, padres y madres que perdieron a sus hijos y estuvieron presentes para pedir justicia por todas las víctimas que sufrieron hechos similares. Según cifras de la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), hubo más de 9.000 personas asesinadas por gatillo fácil, muertes en encierro, fusilamientos y desapariciones desde 1983.

Luego de la caminata durante la cual gritaron varias veces “Luciano presente, ahora y siempre”, la mamá de Marcelo “Peca” Rivero, Estela, también diálogo con ANCCOM: “Estamos pidiendo justicia por mi hijo, van a ser 37 años. Siempre vamos a estar presentes, porque es la forma de que haya justicia algún día y esperamos justicia para otros pibes”. Peca tenía 17 años cuando fue asesinado por la policía bonaerense en el Barrio Central.

En el escenario de la plaza del barrio 12 de Octubre, que lleva el nombre de Luciano, la familia de Arruga agradeció por la participación de las personas que se acercaron, y a los medios comunitarios que los vienen acompañando en esta década y media. Uno de los tres hermanos de Luciano, Sebastián, dijo: “Estoy agradeciendo a todos los que se tomaron su tiempo para poder estar acá, concientizando a un barrio que en un momento fue ajeno a las problemáticas que sufría esta familia. Nos encargamos de poner el nombre de mi hermano en lo alto y pedir justicia y esclarecimiento por lo que pasó con él”. Minutos antes su mamá había dicho que está orgullosa de sus hijos, Sebastián acaba de terminar la secundaria y era la primera vez que hablaba. “A Vanesa ya la escucharon, y Mauro está finalizando su carrera”, apuntó.

Fue el principio del emotivo cierre del acto, entre abrazos y lágrimas. Luego vino el show de la cantante y compositora de hip hop Sara Hebe, que hizo bailar a todos y todas. Y finalmente se produjo la tradicional “quema del patrullero”, que en esta oportunidad incluyó algunas maquetas con el nombre de instituciones, que ardieron en el centro del espacio público, tomado esa noche por la evocación de la memoria de Luciano Arruga.

 

 

El espacio Luciano Arruga, en peligro

El espacio Luciano Arruga, en peligro

Cuando se cumplen 13 años de la desaparición de Luciano Arruga, siguen los reclamos de la familia para que la justicia investigue y condene a los responsables de su muerte. Pero ahora se suma el riesgo que la crisis económica también termine con el centro cultural que lo recuerda.

“La paciencia se acaba, conoce de límites. Después de tantos años es absurdo pedir justicia a quienes solo pretenden generar impunidad. Esta es la única violencia terrorista, la del Estado”, publicó en sus redes Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, el lunes pasado, hace exactamente 13 años de la desaparición de su hermano, el 31 de enero de 2009. Esta vez, a las denuncias y reclamos judiciales, se sumó como consecuencia de la crisis económica. El espacio Luciano Arruga corre el serio riesgo de cerrar. No tienen para pagar la luz, el gas ni para terminar con obras que les permitirían continuar con los talleres que dan para el barrio.

El 31 de enero es una fecha emblemática en La Matanza, todos sabían que alguna actividad se iba a realizar. Este año que los preparativos no se hicieron con mucha anticipación, igualmente las calles, el domingo pasado, se llenaron de personas. Se hizo un señalamiento desde  General Paz y Mosconi hasta la plaza Luciano Arruga, un recorrido de 134 carteles, que recordaban a Luciano y a muchos otros desaparecidos y denunciaban a las fuerzas de seguridad. “Todos los años hacíamos un festival que iba desde las 3 de la tarde hasta la noche, pedíamos a organismos, sindicatos y el Estado que nos ayuden. En Lomas del Mirador esto quedó marcado. Para nosotros es como si fuera un 24 de Marzo”, cuenta Rosaura Barletta, integrante de Familiares y Amigos de Luciano Arruga. 

El espacio Luciano Arruga, está en una situación crítica producto de la actual crisis económica, por eso están pidiendo que todo el que pueda les haga una donación, ya que necesitan pagar los servicios y terminar los techos y el baño para poder continuar con los talleres y cursos destinados a los vecinos del barrio.  “El festival es el antecedente para otras familias de que se pueden pedir los recursos necesarios y que no hay que ir solo a marchar a Buenos Aires. Es cierto que tiene mayor alcance a nivel nacional, pero lo que hay que hacer es quedarse en el lugar en el que sucedieron los delitos y cambiar las cosas ahí”, dice Berletta, quien  luego de acampar casi dos meses logró junto a familiares y amigos de Luciano que la Municipalidad les entregue las llaves del destacamento donde montones de chicos fueron torturados para poder convertirlo en un Centro Cultural. 

Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga.

Luciano vivía en el Barrio 12 de Octubre, en la localidad de Lomas del Mirador, ubicada en el partido de La Matanza. Había dejado el colegio, y juntaba cartones para llevar plata a su casa. Siempre que podía se sentaba a charlar en la vereda con sus amigos o iba hasta la plaza.  Un morocho con una sonrisa simpática, al que cuando alguien le decía que no tenía para comer, abría la heladera de su familia y le compartía lo que tenía.  

«Cuando bajó la ventanilla del patrullero y le ofreció ir a robar, él se animó a decirle que no».

Era un pibe muy seguro, y con los pies en la tierra, por eso cuando el patrullero bajó la ventanilla del auto y le ofreció ir a robar él se animó a decirle que no. “Yo no necesito plata. Si quiero zapatillas se las pido a mi hermana”, le dijo el adolescente. El policía insistió, lo cuestiono: “¿Te parece bien vivir de una mina?”. “Si, así nos pasa a los lindos”, contestó el menor, tal vez creyendo aliviado que se había terminado la discusión.   

Luciano, era un blanco fácil para la policía, sus derechos habían sido vulnerados desde el día en que nació, todo lo que le pasó después de esa tarde tanto a él como a su familia, era lo que le podía pasar a un chico pobre, marrón y estar invisibilizado por el Estado. 

Todos sabían que estaban buscando pibes para ir a robar en zonas liberadas, pasaba hacía tiempo. Se corría la bola en las villas cercanas que “la cana te pasaba a buscar”. Ofrecían, un auto, un arma y la seguridad de que no iba a ocurrir nada pero en el caso de que pasara les aseguraban “salís como entraste”.

Luciano dijo que no, y la policía que no sabe de límites lo persiguió, lo hostigó; fueron varias las detenciones. Se aguanto el tiempo que pudo, y un día le contó a su mamá y después a su hermana lo que pasaba. Ellas le pidieron un nombre. Él les dijo que no iba a decirles más para no ponerlas en peligro ni a sus hermanos más chicos. 

La denuncia no fue nunca una opción, el miedo de que alguien irrumpiera en su casa, les armen una causa e incluso los maten era más grande que la necesidad de terminar con la persecución.  Vanesa en ese entonces decidió ir a la oficina de Derechos Humanos de La Matanza donde le recomendaron no denunciar por no tener los medios económicos, ni la espalda para sostener una denuncia de esa magnitud. El miedo era real. 

El 22 de septiembre de 2008 lo detuvieron.  Su mamá lo fue a retirar al destacamiento de Lomas del Mirador junto con su hermana y escuchó  desde el hall de la entrada como le pegaban y lo amenzaban: “Negro de mierda la próxima te vamos a violar”.

Esa noche a Luciano lo torturaron tanto, que su hermana lo llevó con las costillas rotas al Poliquiniclico de San Justo, y pidió que alguien constatara las lesiones de Luciano, no para denunciar, sino para tener un antecedente de lo que había pasado. 

Años más tarde esa sería la prueba para meter preso al único detenido que hay hasta el día de hoy: Julio Diego Torales, a quien Luciano señaló como uno de los hombres que lo había secuestrado y torturado, cumple una condena de diez años desde 2014 por torturas físicas y psicológicas. 

Un día volvió a salir. Se animó. Fue a la plaza con amigos y luego de las 12 de la noche “nadie” más lo vio.  Su hermana mayor empezó una búsqueda que llevo años, iba a las comisarías y pedía información, dejaba en actas que había estado ahí “me tienen que dar información”. La pregunta que ella hacía se replicó en cada rincón de la provincia de Buenos Aires, colectivos, postes, puertas de colegio, las estaciones de tren y las paradas de colectivo: ¿Dónde está Luciano Arruga?

“La primera que dejó de esperarlo con vida fue Vanesa y al poco tiempo todos dejamos incluso de esperar que pudiéramos encontrar el cuerpo. La mamá de Luciano estaba tan angustiada que no podía poner en palabras lo que le pasaba”, recuerda Barletta y cuenta: “El hecho de que se lo llevaran las hizo perder el miedo. El único temor era la integridad de Luciano”. Y agrega:  “Pensaron que no tenían mucho más que perder y sí había, pero nada tan grave como lo que perdieron primero.” 

Las fiscales Celia Cejas, y Roxana Castelli y el Juez  Gustavo Banco fueron los primeros que intervinieron en la causa. “Citaban testigos, que habían sido detenidos al igual que Luciano, y les paraban en las espaldas a los policías que los habían torturado. Cuando los pibes iban al baño, la cana se les aparecía y los apretaba. Hicieron escuchas a la familia, entregaron la investigación a la policía. Tardaron 40 días en rastrillar cuando Luciano estaba desaparecido. Sabemos que fueron funcionales a las fuerzas de seguridad”, dice Berletta. Hoy junto a la familia llevan a cabo un jury acusándolos a los tres de incumplir con su trabajo como funcionarios públicos. 

El mismo día que Santiago Maldonado pero 3 años antes, un 17 de octubre de 2014, apareció el cuerpo de Arruga, a partir de un habeas corpus, que presentó la familia. Estaba enterrado como NN en el Cementerio de la Chacarita, había muerto atropellado. Su familia no creyó esa versión y salió a contradecirla: “Fue la policía, y todo desaparecido es responsabilidad del Estado”. 

“La declaración de la persona que lo atropelló fue clave. El pibe no sabía quién era Luciano, ni que estaba pasando en ese momento con la causa, pero igualmente dijo que antes de atropellarlo lo vio correr desesperado. También declaró un motociclista que se detuvo para hacer luces y dijo que le hizo señas a un patrullero de la bonaerense  que estaba parado en la Colectora para que se acercara y éste se fue con las luces bajas”, asegura Berletta. 

En las fotos tomadas por las cámaras de la autopista se veía que Luciano estaba con ropa que no era de él, vestido de mujer, y con los pantalones bajos y sin zapatillas. Berletta dice, invadida por la bronca: “Murio en el contexto de una tortura, en ese momento lo estaban torturando. Esto tiene que ver con los antecedentes que había. Ellos cumplieron con todas las amenazas que le habían hecho de sometimiento sexual”. 

La causa por el asesinato de Luciano esta en etapa de instrucción caratulado como “Desaparicion forzada” lo que significa que el Estado estuvo involucrado, pero no hay imputados ni procesados. “Nosotros tenemos señaladas a las personas que estaban de turno en el destacamento la noche que Luciano fue visto por última vez. Esos uniformados solamente fueron desafectados de sus cargos, pero hoy probablemente sigan en funciones y nosotros no lo sabemos, porque hay mucha información a la que no accedemos”, explica la mujer y añade: “Intervino una morgue de Buenos Aires, también la Policía Federal. Esas ocho personas quedan muy cortas. Hay otros funcionarios del Estado, que a partir de saber todo el recorrido que pasó el cuerpo de Luciano, tendrían que por lo menos ser citados a dar declaración.”

Hay una decisión política de que la familia de Luciano no tenga seguridad, porque hasta hace muy poco le prendieron fuego el auto a Vanesa, su hermana. “No estamos tranquilos con la denuncia que hacemos: el hecho de que hay una decisión del Estado de reprimir, y fusilar pibes por la espalda. Pibes que pertenecen a una población determinada, y no solo son de recursos bajos, si no chicos que tienen sus derechos vulnerados desde que nacen. Por eso las cosas no van a cambiar hasta que no haya una mirada integral de la problemática”, concluye Barletta. 

Luciano es un grito de lucha, es la insistencia a lo largo de los años, es una bandera de que “no se olvida” pero también es el presente: es la justicia que no funciona, la política impune y la relación de la policía con las redes de delincuencia. Hace 3 meses, la mamá de Lucas Gonzales se subía a un escenario con los botines de su hijo en las manos para pedir justicia y en su discurso le gritó a la mamá de Luciano que la entendía. Cuando desapareció Santiago Maldonado, Vanesa como cada vez que la policía muestra su lado más oscuro, salió a pelear. Es una lucha que se encuentra en el colectivo, porque no es un caso aislado. Los familiares y amigos de los muertos en manos de las fuerzas de seguridad y del Estado represivo dicen que no es un policía, es toda la institución.

“¿Quién mató a mi hermano?”

“¿Quién mató a mi hermano?”

Lucas Scavino, codirector de la película sobre Luciano Arruga, «¿Quién mató a mi hermano?».

Este domingo 7 de abril se estrena en el Bafici el documental ¿Quién mató a mi hermano?, codirigido por Lucas Scavino y Ana Fraile. El largometraje narra la desaparición forzada de Luciano Arruga y el camino de lucha transitado por su hermana, Vanesa Orieta, y su grupo de familiares y amigos. “Es fuerte, pero a la vez bastante importante para empezar a tener una mirada distinta sobre la problemática –dijo Scavino-. Creo que es una historia muy sensible, más allá de lo dura. Deja un aprendizaje a través del dolor. No tiene golpes bajos, y hay un rescate muy fuerte de la dignidad de las personas, sobre todo”.

Scavino, que es egresado de la Universidad del Cine, se mostró muy entusiasmado con la presentación en el festival. “Hay expectativa, y mucha gente que la quiere ver, que ya está escuchando de la película hace cinco años”, señaló. El codirector afirmó que contar la historia de Arruga a través del cine es una gran oportunidad para “sensibilizar, y no solo a un público militante, comprometido, que ya sabe y está convencido. Es que pase una señora por Belgrano, mire, se meta, conozca, se de cuenta. Y si a esa persona le cambia su mirada sobre un pibe que pasa con una gorrita por la calle, es bastante”. 

Comenzaron a filmar en 2014, y a su vez trabajaron con el archivo que ya venía recolectando el grupo de familiares. Scavino contó que a la vez que registraban el material, iban buscando cumplir con los requisitos para que la película tuviera el apoyo del Instituto del Cine. “Con Ana teníamos la idea de que esta película tuviese la mayor trascendencia, fuera del país incluso. Mandarla a festivales, vincular a familiares que de alguna manera estuviesen también en una situación similar a la de Vanesa en cuanto a ser víctimas de desapariciones forzadas, o de algún tipo de crimen por parte del estado. En ese plan empezamos a trabajar, y acá estamos. Fueron muchos años, mucho esfuerzo”.

En palabras de Lucas, la creación del documental fue un proceso de reelaboración constante, al punto que el mismo día en que fueron a presentar el guión al Instituto del Cine encontraron el cuerpo de Luciano enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita. “Estamos hablando de una desaparición en democracia, vos leés diarios y portales y hay muy poca presencia de eso, de algo que ocurre –señaló-. No es una cuestión menor. Se fue modificando siempre la percepción que teníamos de lo que iba a ser la película.  Cuando uno va elaborando el guión, la realidad después te lo va dictando, y a medida que vas registrando vas continuamente poniendo de alguna manera en juego qué es lo que querés contar y cómo estás contando”.

“Es fuerte, pero a la vez bastante importante para empezar a tener una mirada distinta sobre la problemática, dijo Scavino, codirector de la película sobre Luciano Arruga.

Scavino es montajista, y ¿Quién mató a mi hermano? es su primera película como director.  En relación a esta experiencia cuenta que “la función del editor generalmente es la de ser como un consultor, un observador, y a la vez un técnico especializado. Es una labor ciertamente objetiva, sobre lo que quien esté dirigiendo quiera contar. Y en este caso era raro porque yo tenía que ejercer esa función y a la vez estaba trabajando desde la dirección, estableciendo qué cosas dirigir”.

La codirección con Ana Fraile fue fundamental, destacó, ya que le permitió “mantener cierta objetividad”. Sobre el trabajo en conjunto dio a conocer que “en la práctica el vínculo principalmente con Vanesa y con el grupo de familiares lo iba afianzando más Ana, y yo estaba como uno o dos pasos detrás. Como manteniendo cierta distancia. Cuando establecés un vínculo emocional con la persona después es difícil distanciarte para ser objetivo, entonces creo que nos complementamos bastante bien en eso”.

Scavino sostuvo que la realización del documental le repercutió sobre todo “en lo humano”, en haberse identificado “con un grupo de jóvenes con tanta voluntad, con tanta fuerza y convicción para reclamar lo que es esencial. Están reclamando una cosa esencial, que no debería estar reclamándose en un estado democrático –enfatizó-. Creo que eso me hizo crecer como persona. Creo que también ese crecimiento es a nivel mucho más amplio, no solamente personal, en mi relación con Ana. Creo que crecimos bastante los dos en ese sentido”.

A su vez Scavino resaltó el rol de la mujer en la película, tanto por las protagonistas de la historia de lucha, como al hablar de la codirectora. “Es una película donde muchas mujeres están al frente –aseveró-. Mi propia codirectora Ana está al frente también. Tengo mucho respeto por eso, para mí es fundamental esa mirada femenina sobre la vida, está muy ligada a la película. Y de cuestionar privilegios, y cuestionar lugares de poder en general”. 

Scavino se mostró absolutamente comprometido con la búsqueda de verdad y justicia por la desaparición forzada de Luciano Arruga, y expresó que haber realizado este largometraje junto con Ana Fraile es su manera de aportar, y de poner al servicio de la causa sus conocimientos.  “Es muy importante que la causa se active, que se encuentre a los responsables, que se los juzgue, se los condene –concluyó-.  Si la película ayuda a mover la causa, y si fuerza a instalar el tema, y construye de alguna manera redes y vínculos a nivel internacional con otros familiares o con otras instituciones u organismos del estado, mucho de lo que imaginábamos o lo que nos proponíamos va a estar realizado”.

***
¿Quién mató a mi hermano?
será exhíbida en el cine Multiplex de Belgrano el domingo 7 de abril a las 17:25; el miércoles 10 de abril a las 16:55; y el domingo 14 de abril a las 15:10.

 

No estamos todos

No estamos todos

«Hay muchos Lucianos», dice Mónica Alegre, madre de Luciano Arruga, en este especial por el aniversario de la desaparición de Luciano Arruga, un adolescente que fue desaparecido y torturado por la policía en 2009, enterrado como NN y encontrado en 2014.

Mirá el especial de Luciano Arruga

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=1lFHn5h2hBg&w=560&h=315]

 

El Espacio Social y Cultural Luciano Arruga es construido en el destacamento N° 8, dependiente de la Comisaria 8ª de Lomas del Mirador, gracias a la lucha de organismos de derechos humanos, familiares y amigos del joven que le dio su nombre a ese lugar donde, antes de morir, había sido detenido ilegalmente y torturado.

En el destacamento, como tal, sólo se podían realizar tareas administrativas. Sin embargo, hay huellas de los cientos de Lucianos que pasaron por allí. De la ventana ataban a los pibes. Y los dejaban ahí, como basura amarrada a las rejas. Las marcas de los chicos hoy siguen intactas, no hay lavandina que las borre. Son huellas del dolor que atravesaron los jóvenes que tuvieron que padecer el hambre de esas fieras con gorra.

En el barrio 12 de Octubre ser pobre y vestir de determinada manera basta para ser detenido y  obligado a robar para la cana: esa misma que nos tiene que cuidar. Y el pibe no se puede negar, no corre con la misma suerte que el resto de la sociedad. Luciano se negó. A él y a sus familiares los hostigaron durante años. Lo detuvieron y lo molieron a palos en la cocina del destacamento, mientras su hermana Vanesa y su mamá Mónica oían sus gritos. Pero no pudieron pararlos. El hambre de la gorra se llevó puesta su vida.

Tenía 16 años cuando lo chuparon. El 31 de enero del 2009 salió a buscar dinero a lo de su hermana Vanesa. Hoy, 9 años después, nunca volvió. Lo vieron por última vez en el destacamento, alrededor de las 22. Y no hubo más noticias suyas, hasta el 17 de octubre del 2014. Cinco años después apareció el cuerpo enterrado en el Cementerio de Chacarita como NN. Claro, no había habido  oportunidad de reconocerlo si en el libro de guardias del Hospital Santojanni , donde lo había llevado la Policía,figuraba como un “hombre de 35 años de tes blanca”. Luciano era un pibe morocho y tenía 16 años.

Luciano murió atropellado en el cruce de la Avenida General Paz a la altura de Emilio Castro. Los testigos declararon verlo correr desesperado y sin zapatillas, lastimado. Es una avenida de carril rápido. Hay un cruce bajo nivel para los peatones. Luciano vivía a pocas cuadras. Sabía que no se cruza por allí. Cruzó corriendo en la madrugada de ese 31 de enero. Lo atropelló un auto. En la autopsia además de las marcas del vehículo, aparecieron signos de tortura: golpes en todo el cuerpo y una costilla rota.

En el destacamento se cuidaron. Se encargaron de lavar el patrullero y toda huella que se pudiera borrar. Moni no dejaba de preguntar por su hijo. Pero nadie le daba respuesta. Hasta que luego de cinco años, luego de buscarlo 1.866 días, apareció enterrado en Chacarita.

Luciano Arruga representa una problemática social que tiene relación con las políticas neoliberales y el silenciamiento social de prácticas represivas, de violencia institucional, de represión estatal. No es un caso aislado sino el accionar de instituciones corruptas. 

El delito de detención forzada de personas es definido por Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, como “el crimen de crímenes, porque se viola todos los derechos de una persona, se la priva de todos sus derechos. Es imprescriptible y permanente, todos los días la persona sigue desaparecida”. Se incorporó por la Ley 26.679 en el Código Penal en el año 2011.

Y es paradójico, porque en una democracia se supone que nadie tiene que desaparecer. Sin embargo, a Luciano lo mató la Policía, lo desapareció el Estado y lo encontramos luchando.

Lee la entrevista a Vanesa Orieta publicada el año pasado por ANCCOM: AQUÍ

Mirá la fotogalería de ANCCOM:

 

Nada ha cambiado

Nada ha cambiado

El 17 de octubre de 2014 la familia de Luciano Arruga cargaba sobre sus hombros cinco años y ocho meses de su búsqueda desesperada, de tocar puertas, de gritar su nombre y luchar para no ser vencidos por la impunidad cuando llegó la peor certeza: Luciano estaba muerto y enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita.

Ese mismo día, pero en 2017, fue encontrado el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado, luego de 78 días de búsqueda.

Ambos casos se encuentran cruzados por varias coincidencias: fuerzas de seguridad  fueron acusadas de las desapariciones por las familias; dichas fuerzas (en el caso de Luciano, la Policía Bonaerense; en el de Santiago, la Gendarmería)  tuvieron a cargo las primeras horas de la investigación. En ambos casos, la lucha de los familiares –hostigados y menospreciados por  funcionarios judiciales y políticos– fue fundamental para develar el encubrimiento.

Los dos casos también comparten el intento, por parte de los medios hegemónicos, de cuestionar a la víctima e instalar el motivo de muerte de los jóvenes como si fuera una foto: Arruga “murió atropellado” y Maldonado “se ahogó”, sin tener en cuenta que ambos huían de una persecución.

Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, es la principal impulsora de la búsqueda de justicia en una causa que, tras casi nueve años de su desaparición, todavía se encuentra en el período de instrucción.

Durante el proceso de búsqueda, ¿fueron recibidos por algún funcionario?

La realidad es que durante la búsqueda nosotros intentamos poder tener algún tipo de llegada con los funcionarios políticos que tuvieran injerencia en decisiones y que pudieran colaborar con herramientas propias del Estado para poder avanzar en la investigación y no pasaba de reuniones con secretarios, y en muchos casos con secretarios de secretarios, que no podían tomar decisiones concretas en lo inmediato. Eso con el tiempo se iba diluyendo.

¿Qué respuestas les daban?

Eran reuniones protocolares en las que nos decían: “Contame la situación de la causa” o “¿Cuáles son las exigencias?” No se avanzaba concretamente en nada. Nosotros no pudimos llegar a altos rangos. Nunca pudimos sentarnos a hablar con la Presidenta. Y llegar al gobernador Daniel Scioli nos llevó casi tres años. Esa reunión tampoco derivó en respuestas concretas que aportaran. Recién pudimos sentar a los funcionarios de Estado con injerencia en la causa judicial cuando presentamos por segunda vez el habeas corpus que fue a los cinco años de desaparecido Luciano. A través de ese recurso presentado en la justicia federal, nosotros obligamos a las diferentes instituciones del Estado a que den respuestas. Entonces se avanzó inmediatamente en lo que se debía hacer que fue, en primer lugar, comparar las huellas dactilares de Luciano con un registro de NN que tenía el Estado.

¿Qué sentiste en el momento en que supieron que uno de esos NN era Luciano?

Por empezar no se me derramó ninguna lágrima. La desconfianza es tal que hasta que uno no tiene la comprobación genética y la voz de un profesional que te dice que hay un 99,9% de exactitud nosotros no íbamos a decir que ese que se había encontrado era él. Así que nos sentamos en una conferencia de prensa y negamos lo que en ese momento se quiso instalar, que era que Luciano había muerto producto de un accidente de tránsito. Nosotros nos encargamos de realizar una conferencia de prensa porque la gente se podía guiar por las versiones de los funcionarios políticos y de los grandes medios de comunicación e iban a tener mala información. Necesitábamos más que nunca que se escuchara la voz de la familia, que seguía denunciando el accionar de la Policía Bonaerense. A las pocas semanas se concretaba lo que nosotros decíamos, con dos testigos: uno de ellos hablaba de un Luciano que corría desesperado obligado a cruzar por la Avenida General Paz y un segundo testigo ubicaba una patrulla de la Bonaerense a un costado de esa misma avenida. Esos dos testimonios, sumados a otros datos que nosotros teníamos -como la declaración de un testigo de identidad reservada que lo ve a Luciano en el destacamento de Lomas del Mirador prácticamente muerto y dos de los testigos que lo ven en la comisaría octava- son los que siguen alimentando nuestra denuncia en contra de la Policía y de los funcionarios políticos y judiciales que son los responsables de poder mantener una desaparición forzada durante cinco años y ocho meses.

¿Qué pensaste cuando encontraron el cuerpo de Santiago Maldonado justo en el aniversario de la fecha en la que identificaron a tu hermano?

No creo en las casualidades. En lo que sí creo es en la lucha y la presión social por lo que una desaparición forzada significa en la historia de nuestro país. Genera conflictos en cualquier gobierno esa gran fuerza que los familiares hemos hecho (y hacemos) para que la gente se concientice. Eso hizo que nos devolvieran lo restos de Luciano.

Vanesa Orieta en una plaza mirando a cámara

«No creo en las casualidades. En lo que sí creo es en la lucha y la presión social por lo que una desaparición forzada significa en la historia de nuestro país», dijo Vanesa Orieta.

¿Por qué creés que es posible una desaparición forzada en democracia?

Evidentemente se ha hecho un laburo de construcción en el cual la memoria solamente identificaba la violación de los Derechos Humanos como algo propio de la última dictadura militar: ese feroz genocidio que sufrieron gran parte de nuestros hermanos y hermanas. Pero no se pudo hacer la relación directa con una metodología que se extendía en períodos democráticos y que atravesaba gobiernos constitucionales. Tarde se llegó a la comprensión de que quienes estaban sufriendo esta vez con el control, la muerte y la desaparición son los pibes y pibas de barrios pobres. Allí lo que ha operado fuertemente es la discriminación y la criminalización hacia estos sectores, generando lo mismo que se ha generado durante el último genocidio: el “algo habrá hecho”.

Los familiares que nos levantamos organizados y luchando estamos dejando una semilla para que sean las futuras generaciones las que continúen este proceso de memoria dinámica, no estática, que sólo mira el pasado y no hace relación con el presente. Nosotros queremos que nuestra sociedad tenga una memoria dinámica que se comprometa con el pasado, que siga exigiendo memoria, verdad y justicia pero que también entienda que hay un correlato con lo que nos sigue pasando. Queremos que exija, con fuerza también, justicia en los casos de desaparición, gatillo fácil y tortura a nuestros pibes y pibas de los barrios pobres y a nuestros pueblos originarios que son criminalizados y discriminados.

¿Qué pensás del tratamiento mediático que se le dio a los casos de Luciano y Santiago?

Fueron similares. Sobre todo en manos de los medios hegemónicos de derecha que recurrieron a criminalizar fuertemente la figura de la víctima. En el caso de Luciano por ser un negro villero que podría haber estado involucrado en drogas y que por eso le pasó lo que le pasó. En el de Santiago, un pibe vinculado a la RAM, a un sector terrorista y cosas que intentan confundir a la sociedad y que se deshumanice y no contemple la gravedad de que sigan desapareciendo personas. Pero también hay diferencias. En el caso de Santiago fueron todos los medios de comunicación los que lo tomaron: por un lado, fueron los de la derecha con todo su aparato discriminador y criminalizante; pero también lo tomaron los medios un tanto progresistas, que fueron la contrabalanza a esa falsa teoría que se insiste en instalar. En cambio, en el caso de Luciano, por una cuestión estratégica, lo tomaron algunos medios de la derecha para poder pegarle al gobierno de aquel entonces; y los medios oficialistas hablaban poco y nada del caso, lo cual considero un error muy serio y grave porque me parece que más todavía lo tenés que tomar para poder seguir avanzando en la construcción de un país respetuoso de los Derechos Humanos.

La sociedad también tiene una responsabilidad, porque no se conmueve con la pérdida de una vida de un pibe o piba de barrio pobre como lo hace con la muerte de uno de clase media. Y esa es una autocrítica muy fuerte que tenemos que hacer.

Mirta Medina, madre de Sebastián Bordón, le escribió una carta a la madre de Santiago Maldonado. ¿Vos tendrías unas palabras para decirle a su familia en este momento?

Le diría lo que le digo siempre: que estamos con ellos, que los abrazamos y acompañamos desinteresadamente y con la mayor solidaridad y afecto. Que entendemos el dolor, porque lo hemos atravesado. Después, es puro sentimiento. A veces no hay palabras que uno pueda hacer llegar al familiar. Los familiares nos fundimos en el abrazo. Ahí todo está corriendo por dentro y la humanidad de cada uno de nosotros se muestra natural.

*****

El destacamento de Lomas del Mirador fue inaugurado en el año 2007 por un pedido de más seguridad de vecinos. Se instaló estratégicamente entre los barrios Santos Vega y 12 de octubre. A dos años de su inauguración, entre enero y febrero de 2009, es el espacio donde torturan y hacen desaparecer a Luciano Arruga.

Hoy en ese espacio expropiado funciona el Centro Cultural y Social Luciano Arruga: “El lugar está abierto para niños, niñas y adolescentes. Y para cualquier vecino que se quiera acercar para participar. En nuestros barrios se necesitan centros culturales, escuelas y bibliotecas. Y este espacio viene a traer eso: un lugar donde nuestros pibes puedan hacer actividades como las que hace cualquier otro que tiene todos sus derecho garantizados”, cuenta Vanesa, orgullosa.  

Actualizado 25/10/2017