Una política transgénero

Una política transgénero

En el partido de Moreno, provincia de Buenos Aires, se dio lugar hace un año a la apertura de la dirección de Diversidad Sexual en el área de Derechos Humanos de la localidad. Es una de las cinco que existen a lo largo de todo el país y está a cargo de Nancy Sena, una mujer transgénero que hace varios años trabaja para los morenenses y que se destaca socialmente por su lucha contra la discriminación hacia la comunidad trans (travestis, transgénero y transexuales) y hacia los colectivos de lesbianas y gays.  

¿Cómo surge la creación de una Dirección de Diversidad Sexual en Moreno?

La Dirección de Diversidad Sexual surge de las necesidades de las compañeras  trans (travestis, transgénero y transexuales) y de los colectivos de lesbianas y gays, en el partido de Moreno. Pertenezco a esta localidad y también al colectivo de personas diversas. Siempre tuve presente el objetivo de esforzarme y trabajar para ellas, para tratar de satisfacer sus necesidades sociales, para luchar contra la discriminación y las desigualdades que sufren por su construcción de género, y para que se respeten las diversas elecciones sexuales. Ya trabajaba en el municipio cuando asumió Walter Festa como intendente de Moreno. La Dirección de Diversidad Sexual ya existía, pero no cumplía las expectativas de las compañeras. Venían a hacerse su DNI -a partir de la aprobación de La Ley de Identidad de Género, por ejemplo- y no encontraban respuestas a través del referente de ese entonces. El área existía pero no funcionaba, no era más que una usurpación de cargos de funcionarios dentro de la gestión pública de Moreno. De las convocatorias llevadas a cabo por las compañeras, y de las reuniones con el nuevo intendente, surge la creación de la verdadera Dirección. Asumí como directora tras una unanimidad de votos por parte del colectivo en su conjunto. En mayo del 2016 comenzamos con toda la organización y presentación del proyecto en el Concejo Deliberante. El Concejo aprueba el plan de la Dirección y en agosto del mismo año, el área de Diversidad Sexual comienza a funcionar como tal.

Nancy se destaca socialmente por su lucha contra la discriminación hacia la comunidad trans (travestis, transgénero y transexuales) y hacia los colectivos de lesbianas y gays.

¿Quién es Nancy Sena?

Me considero una persona luchadora, siempre fui para adelante con respecto a mis convicciones, reconociendo que los derechos no son favores. Viví siempre en Moreno y siempre quise trabajar por y para Moreno, ayudando a la gente. Toda mi vida lo que hice fue trabajar. Antes me formé, estudié y me informé para ser cada día mejor persona. Creo que hoy estoy sentada al frente de esta oficina porque nunca me quede quieta y nunca me callé la boca. Soy la primera mujer transgénero en trabajar dentro de este municipio, en obtener mi identidad de género peleándosela al Estado y la primera que se pudo casar, antes de toda ley, porque ya trabajaba para el Estado y me animé a demandar y a luchar por mis derechos. Con respecto a mi construcción de género femenina sostengo que yo siempre me sentí mujer. Mujer a veces se nace y otras veces se hace. Yo quise hacerme mujer, y  lo más importante de esta decisión es que siempre tuve el apoyo incondicional de mi familia. Sufrí la discriminación social por mi elección, más que nada en la escuela y por parte de mis maestros, ni siquiera de mis compañeros, pero siempre tuve a mis padres que me entendieron y me amaron así como decidí ser.

¿Cómo llegaste a trabajar dentro de la gestión pública de Moreno?

En el 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como presidente, comienzo a militar en la política social y al poco tiempo me convierto en la presidenta de una ONG de mi barrio llamada “Alcorta al Pie”. Trataba de cubrir necesidades, de que la gente tenga para comer, para vestirse y que tenga trabajo, sin dejar de lado mi objetivo de trabajar para el colectivo LGBTIQ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex y queer). Cuando comienzo a militar en el barrio, empiezo a interactuar con la  gestión de ese entonces. El municipio en ese momento le proveía mercadería a una agrupación, y la mercadería nunca llegaba a gente que no militaba: los abuelos y los niños. Mediante denuncias que hago por este tipo de irregularidades llegue a dialogar con el intendente anterior, Mariano West, y me pidió más tarde que me quede a trabajar en el municipio para la gente. Reconoció, más que nada, mi coraje al animarme a denunciar algo así, a punteros políticos que le robaban a la gente. De esta manera, comencé en el 2006 a trabajar en el área de Derechos Humanos y no me fui más, me enamoré de mi trabajo a partir de mi ingreso al municipio. Trabajar para este pueblo siempre fue uno de mis objetivos. Estuve en Derechos Humanos hasta que se dio la apertura del área de Diversidad Sexual de la cual estoy al frente en el presente.

Como mujer transgénero, ¿qué significa que exista este espacio en Moreno?

Es un logro inmenso. Esta dirección dentro de la realidad en la que vivimos, donde reina la falta de respeto y la desigualdad, significa progreso y éxito para la lucha de todas las compañeras y para mi propia lucha. Es la tercera dirección de Diversidad Sexual abierta en la provincia de Buenos Aires por la pelea de las compañeras, por obtener trato digno e igualitario a nivel social, por sus derechos. Y en total son cinco direcciones de Diversidad Sexual que funcionan en todo el país. Que este espacio exista significa tener la posibilidad de que dentro del pueblo de Moreno, la sociedad sea consciente de que existen personas que eligen cambiar de alguna manera su realidad sexual y que hay que respetarlas como a todos. El respeto es lo más importante.

» Sufrí la discriminación social por mi elección, más que nada en la escuela y por parte de mis maestros, ni siquiera de mis compañeros, pero siempre tuve a mis padres que me entendieron y me amaron así como decidí ser», dijo Nancy.

¿Cómo trabaja el área de Diversidad Sexual?

La dirección de Diversidad Sexual trabaja visibilizando, acompañando y solucionando problemas que afecten la vida de las personas que eligen una construcción de género distinta. Apoyamos que el colectivo de personas diversas tenga los mismos derechos que cualquier persona. Por ejemplo, a estudiar en una universidad o en un colegio, sin ser discriminado. Recibimos denuncias de este tipo, por discriminación, por eso estamos en constante contacto con espacios educativos en donde brindamos charlas sobre lo que significa que todos, aunque decidamos ser diferentes, tengamos derecho a estudiar. La discriminación está en muchos ámbitos, en el trabajo también. Las compañeras necesitan tener un trabajo autónomo para vivir como cualquier ser humano. Necesitan decidir dónde quieren trabajar y deben ser aceptadas con respeto. Por eso, estamos peleando para que se le dé el necesario tratamiento y aprobación a la ley de cupo laboral, la cual sostiene que por lo menos el uno por ciento de personas transgénero deben poder trabajar en el Estado. También acompañamos a las compañeras que no tienen su DNI -porque lo rompen, porque lo tiran al no sentirse identificadas o porque son víctimas de robo- a que se hagan uno nuevo a partir de la nueva Ley de Identidad de Género. Estamos en contacto directo con la comisaría de la mujer porque hay compañeras que viven en pareja, como cualquier otra mujer, y son víctimas de violencia de género. Así estamos trabajando, y hay mucho más por hacer.

¿Cuáles son los objetivos a futuro?

Tenemos un largo camino por delante. Esta dirección es un espacio nuevo en Moreno. Lo principal es seguir escuchando a todas y todos, apoyar a las personas que forman parte del colectivo y a las que no, también; para que nos conozcan, para lograr igualdad. Tenemos que explicar que en la diversidad sexual hay un montón de actores. Para nosotros es muy importante, además, seguir llegando a las escuelas, interactuar con los maestros, con los niños para que los chicos que decidan sobre su construcción de género a temprano edad, logren integrarse. Nuestro trabajo desde los colegios es fundamental. Me parece importante destacar que tenemos buena llegada a los medios, muestran nuestro trabajo, nuestros logros. Que una niña transgénero tenga su DNI nuevo con 14 años, es un gran logro. Y queremos seguir así, cumpliendo objetivos, peleando por el respeto a los derechos de cada uno de nosotros, como también formando, informando y capacitando desde este lugar que es la dirección de Diversidad Sexual.

 

Actualizada 18/07/2017

 

“Nos sacan el derecho a ser personas”

“Nos sacan el derecho a ser personas”

Bajo el paraguas del colectivo Furia Trava, cientos de personas se movilizaron de Plaza de Mayo hacia el Congreso en el marco de la segunda Marcha Nacional “Basta de Travesticidios”. Frente a la Casa Rosada, los manifestantes volvieron a reclamar por la  aplicación de la Ley de Cupo Trans, y exigir un freno a la persecución que sufren las personas trans.

La marcha se nutrió del apoyo de diferentes organizaciones sociales y políticas. Autonomía y Libertad, el PO, La Izquierda Diario, Las Rojas, CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial), el Bachillerato Popular Trans, entre otros, se sumaron a la movilización.

En diálogo con ANCCOM, la activista y organizadora de la marcha, Florencia Guimares, explicó que la marcha buscó “visualizar las problemáticas que sufren día a día trans y travestis dentro del propio colectivo. Y sentenció: “Una parte, los trans VIP, en apoyo con el macrismo, levantan la bandera del orgullo simplemente porque está de moda, mientras a nosotras nos están matando. No podemos regalarle nuestra lucha para que ellos hagan marketing”.

Dentro del grupo Libertaria, Raquel Dizel, de 70 años, ocupó el centro de la escena. Lucía una remera negra que con letra blancas formaba la frase “la prostitución no es trabajo”, y el pañuelo del aborto en la cabeza. “La lucha trans debería ser responsabilidad de toda la sociedad”, le dijo a esta agencia.

Cuando las agujas marcaron las 19:00 comenzó el acto. Sobre un escenario improvisado, frente al Cabildo, Guimaraes invitó a reunirse alrededor de la radio abierta. Agradeció a las organizaciones y se solidarizó con las cooperativas que apenas unas horas antes habían sido reprimidas en la Avenida 9 de Julio. “Macri es ajuste y represión”, subrayó.  

La activista Lara Bertolini apuntó también al accionar de las fuerzas de seguridad sobre el colectivo. “Se nos acusa de narcos, la policía nos persigue, nos desnuda. El futuro de la sociedad tiene que ser la diversidad”, puntualizó.

«El futuro de la sociedad tiene que ser la diversidad”.

Antonella, otra de las referentes, amplió esa descripción y también apuntó al Ejecutivo nacional. “Este gobierno nos está reprimiendo, nos está quitando el derecho de ser personas. Las travestis tenemos derecho a vivir”, subrayó. Además, explicó que la mayoría de los travestis no superan los 35, 40 años de edad, y que, si bien desde hace dos años existe la Ley de Cupo Laboral Trans, la mayoría de travestis “caen en la prostitución por ser la única opción”. Y concluyó: “Hablar del colectivo trans, es hablar de prostitución. Hacemos responsable al Estado de esta situación, porque en la Ciudad de Buenos Aires no se aplica esta ley”.

Antes de culminar el acto y comenzar a marchar, la representante del Fondo Internacional Trans (TIF) y activista de OTRANS, Claudia Vázquez Haro, recordó la coincidencia de la marcha con el Día Internacional del Orgullo Gay. “Hoy es un día para militar, para hacer política y para recordar lo que hace el gobierno con nosotras”, afirmó. Y agregó: “Queremos trabajo digno, y no responder a las leyes del mercado. Entendemos que la prostitución no es un trabajo”.

Frente a la Casa Rosada, los manifestantes volvieron a reclamar por la aplicación de la Ley de Cupo Trans, y exigir un freno a la persecución que sufren las personas trans.

Con la bandera también marcharon Eva “Higui” de Jesús, la joven que estuvo presa por defenderse de una violación, y el hermano de Diana Sacayan, una de las principales activistas en materia de derechos humanos y la lucha por la inclusión del colectivo travesti que fue asesinada brutalmente en octubre de 2015.

La cabeza de la marcha no había logrado llegar a la calle Perú, cuando la Policía cortó camino. Bloqueó el paso por Avenida de Mayo de tal forma que los manifestantes sólo pudiesen utilizar medio carril. Fue apenas por una cuadra: los efectivos continuaron el resto del trayecto por la vereda. En la intersección con la 9 de Julio una mujer policía de civil comenzó a filmar toda la movilización.

“Señor, Señora no sea indiferente, matan a travestis en la cara de la gente”. Fue el grito con el que los manifestantes atravesaron la Avenida de Mayo. De fondo, el Obelisco se teñía de los colores de la bandera del orgullo gay. Al llegar al Congreso se leyó el documento oficial. “Vamos a recordar a todas las víctimas de este sistema capitalista, colonial y patriarcal. Basta de travesticidios. Basta de crímenes de odio sociales y políticos. El tiempo de revolución es ahora”. Se repasó los nombres de todas las jóvenes trans ya fallecidas. Cerca de las 22:00 comenzó la desconcentración entre lágrimas, abrazos y lluvia de colores.

Autonomía y Libertad, el PO, La Izquierda Diario, Las Rojas, CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial), el Bachillerato Popular Trans, entre otros, se sumaron a la movilización.

 

«El tiempo de revolución es ahora”.

 

Actualizada 29/06/2017

Lluvia de amor

Lluvia de amor

Cuando el agua cae con mayor intensidad sobre Plaza de Mayo, Tía Marilú le retruca a la tormenta con No me arrepiento de este amor. «¡Arriba las lesbianas, trans, gays, queers, intersexuales, todos, todas y todes!», arenga sobre el primer compás melódico en la previa de la XXV Marcha del Orgullo, desde el escenario que da la espalda a la Casa Rosada. Es sábado 26 y en el centro de la plaza, la figura de una trans crucificada evoca el corazón de la marcha de este año: «Basta de violencia institucional y asesinatos contra las personas trans. ¡Ley antidiscriminatoria ya!». En lo alto de la cruz, un cartel rememora los nombres de Nadia Echazú, Lohana Berkins, Diana Sacayán, Vanesa Ledesma y Rafaele Onorio. En lugar de espinas, la corona de la Jesús trans tiene flores blancas y rojas; el maquillaje desvanecido por la lluvia se le desliza por la cara y la remera empapada, pegada al cuerpo, reza el lema “NiUnaMenos”.

Mientras las carrozas esperan el inicio de la marcha estacionadas en el perímetro de la plaza, sobre el escenario Mariana Spagnuolo, de la Federación Argentina LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans), dispara las consignas: ley antidiscriminatoria ya; cupo laboral trans en todo el país; basta de violencia machista y patriarcal; ley por el derecho al aborto; separación de la Iglesia y del Estado; basta de subsidios a la Iglesia católica; basta de racismo, xenofobia y sexismo; por un ámbito deportivo sin discriminación ni violencia; legalización del autocultivo y consumo de marihuana; basta de persecución política a los luchadores y luchadoras y libertad a Milagro Sala. Los aplausos que se amontonan entre consigna y consigna toman especial vigor con el último reclamo.

«Si al patriarcado no lo para la lluvia, a nosotrxs tampoco»; «Nuestra lucha no obedece a la norma»; «Dejen circular libre al deseo»; «Macri queremos trabajar». El entramado de mensajes sobre carteles empañados, con las letras desteñidas por el agua, se condensan en la bandera que encabeza la marcha: “Amor Libre”. La columna avanza por Avenida de Mayo con paraguas multicolores después de pasar bajo un enorme arcoíris inflable que cruza de vereda a vereda. «Señor, Señora / no sea indiferente / se matan a travestis en la cara de la gente» es el canto que marca el ritmo del inicio de la marcha. Atrás, las carrozas llevan cada una su fiesta con flashes, luces de colores y música. Se baila bajo la lluvia, como en un videoclip de los ochenta, música electrónica, cumbia, glam rock, pop. Da igual. Reclamo y fiesta hoy son la misma cosa.

Los cuerpos desafían la calle. Disfrazados, maquillados, pintados y con brillos, semi desnudos, con o sin implantes, musculosos y tatuados, con piercings, besándose, todos mojados y bailando. En la trama cuadriculada y gris de la ciudad, los cuerpos son subversivos en sí mismos. Por la forma en la que avanzan no parece tanto una marcha, sino una expresión en movimiento, tan diversa como coherente. Los baños químicos de la plaza se dividen en dos con los usuales dibujos de hombre y mujer. Quedaron desbordados.

Unos metros detrás del frente de la columna, un colectivo se destaca por su rosa punzante. «Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (ATTTA)», los presenta la bandera horizontal que sostienen entre varias. Detrás, su propia carroza contribuye a la fiesta con otro tema de Gilda: Corazón valiente. Nadir Fernanda Cardozo se presenta como Promotora de Salud y Derechos Humanos de la agrupación. Su remera fucsia recuerda con una foto a María Pía Burdacco. «Si bien la Ley de Identidad de Género vino a solucionarnos un problema, realmente solucionó solo el 30 por ciento de nuestra problemática. Seguimos exigiendo políticas de educación, salud, vivienda, trabajo, nos falta un montón», asegura Nadir en diálogo con ANCCOM. La activista trans abandona el clima festivo por un momento para la breve entrevista: «Para nosotras la palabra ´travesti´ significa hombre disfrazado de mujer. En los años ochenta y noventa usaron esa palabra de forma peyorativa para meternos presas, y hubo cientos de compañeras asesinadas. Nosotras no podemos empoderarnos con esa palabra sino con la palabra ´trans´. «Vemos que hay un recrudecimiento de la violencia hacia las trans, pero no solamente en Argentina, sino en toda América Latina», advierte con angustia. «Con este gobierno las cosas se han complicado, una cosa es tener gobiernos afines a las políticas populares. Con una gestión como la de Macri tenemos más limitaciones para que nos escuchen. Pero en la lucha se vuelve a tomar más fuerza», continúa, y agrega: «Más allá de nuestra organización, se hace difícil porque la diversidad sigue creciendo, es más amplia, y al haber habido un período de libertad fueron mayores las expresiones».

Fuertes ráfagas reemplazan a la lluvia cuando la marcha avanza cruzando la calle Suipacha. En cada esquina se suman agrupaciones de género y organizaciones políticas que relegan momentáneamente sus tonos usuales para adoptar los siete colores del arcoíris. «Se va a acabar / se va a acabar / esa costumbre de matar», cantan ahora. Con Its my life de Bon Jovi y una imagen de Carlos Jáuregui, la carroza de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) se encolumna detrás de la cabeza de la marcha. Entre los escoltas que bailan en la calle se encuentra una versión del Freddy Mercury del video Want to break free, con un top rosa y pollera de cuero. Lo acompañan un grupo de monjas trans y un diablo pintado de cuerpo entero, cuya pintura parece indeleble. Por el balcón de la caravana asoman los osos, con casco de obra, sacudiendo las panzas y atados con cinta de «peligro». Por momentos, las luces que disparan los flashes se confunden con los rayos de la tormenta.

Una vez que pasa la carroza de la CHA, otro canto se hace nítido: «Diversidad de los trabajadores / y al que no le gusta / se jode, se jode».  Son un grupo de CTERA, todos de guardapolvo blanco, con la bandera de la integración y el retrato de Milagro Sala colgado del cuello. «Este año bajo la lluvia, marchamos con nuestros guardapolvos para decir que CTERA tiene la mirada puesta en la diversidad sexual, en la igualdad de derechos», los presenta Estefanía Aguirre, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de la Confederación de Trabajadores de la Educación. «Nos encontramos en pie de lucha por Milagro. Se dan muchas situaciones con ella: es mujer, es originaria, tiene una gran capacidad de organizar al pueblo jujeño, y el patriarcado no se lo perdona. Todo lo que nosotros hablamos de género y de diversidad nos tiene que poner la mira en la libertad de Milagro Sala», denuncia mientras sostiene, firme, el cartel con la cara de de la dirigente de la Tupac Amaru detenida por razones políticas. Casi no termina de hablar cuando su compañera Silvana Franco, del Área de Diversidad de Conadu, la interrumpe: «Lamentamos tener que recordar una consigna muy vieja: una navidad sin presos políticos. Una consigna de los 60 que vuelve este año. Hay seis presos además de Milagro. De los cuatro que soltaron solo una es mujer, o sea que hay un ensañamiento particular por ser mujeres».

Cerca de las 19 la columna desemboca en la Plaza del Congreso. El cielo no se despejó, pero las nubes se mimetizan con la marcha al tornarse de un naranja liviano que de a poco va mutando a rosa, hasta caer atrás de la cúpula del Congreso en un violáceo brillante. Sobre alguna carroza suena How deep is your love; en la siguiente cantan a gritos A quién le importa. Antes del cierre, la secretaria general de la Mesa Nacional por la Igualdad y de la Federación Argentina LGBT, María Rachid, dialoga con ANCCOM. «La marcha expresa claramente ‘Basta de violencia institucional y asesinatos de personas trans’, porque nos preocupa el recrudecimiento de la violencia institucional en este último año, y reclamamos por la Ley Antidiscriminatoria por la que trabajamos durante todo este año y el oficialismo viene prometiendo que la va a poner en temario en Diputados, pero hace varias semanas que no lo logramos. Esperamos que esta marcha sirva como mensaje para que la ponga en el temario y se apruebe la semana que viene, que es la última sesión ordinaria», comenta la ex legisladora porteña del Frente para la Victoria, apurada porque la llaman a subir al escenario. Levanta la mano a modo de pausa y continúa: «Las organizaciones sociales propusieron incluir el reclamo por la libertad de Milagro Sala y estuvimos todos y todas de acuerdo en la comisión organizadora. Nos parece que es un tema ineludible en cualquier movilización o manifestación de Derechos Humanos, no puede faltar el reclamo por su libertad que lo ha expresado hasta la ONU que siempre es bastante imparcial en todos los temas. La violación de Derechos Humanos de la detención de Milagro y mucha gente de la Tupac tiene mucho de misógino y machista. No toleran que sea mujer, kolla y luchadora».

«La igualdad por la que luchaban en el bar Stonewall de Nueva York, en el que se forjó aquella primera Marcha del Orgullo en el mundo. La igualdad por la que aquí lucharon compañeros y compañeras desde hace tantos años. La igualdad real por la que luchamos hoy, con muchas más herramientas, pero con el mismo dolor que nos genera la falta de justicia y acceso a todos los derechos para todas las personas LGBTIQ de nuestro país y del mundo».

El documento leído al cierre de la marcha deja claro -como si fuera necesario- que la Marcha del Orgullo es política desde que se gestó a fines de la década del 70. La particularidad de este año pasa por aglutinar la fuerza de las decenas de miles que se movilizaron hacia los reclamos más urgentes: «¡Basta de violencia institucional y asesinatos de personas trans!», se repitió, una vez más, con indignación, frente al Congreso. «No queremos ni una muerte más. La violencia institucional y social ha generado ya varios asesinatos a personas trans este año en nuestro país. El promedio de vida de travestis, transexuales y transgéneros en la región sigue siendo de unos cuarenta años. En sociedades democráticas, no podemos seguir tolerando estos datos que dan cuenta de una realidad tan injusta y violenta. ¡Esto se tiene que terminar! ¡Y se termina con políticas públicas concretas, acciones afirmativas para el colectivo trans y con la aprobación de la Ley Antidiscriminatoria ya!».

«Los derechos civiles e individuales pueden conquistarse solo en el marco de un país que respeta los derechos humanos», continúa el documento. «Ningún país avanza en el reconocimiento de derechos, si encarcela y hostiga a los y las que luchan. ¡Basta de persecución política a los luchadores y luchadoras! ¡Libertad a los 12 choferes en Salta detenidos por un conflicto gremial! ¡Libertad a Milagro Sala!».

 

Actualizado 29/11/2016

Hay que besarse más

Hay que besarse más

La cita era a las 20 del lunes pero a las 19 ya no había nadie en las calles aledañas al bar La Biela. Un leve recuerdo de las películas de cowboys se hizo presente, recreando el momento exacto en que dos personas se dirigen a un duelo mortal. Como es de esperarse en esos films, los vecinos del pueblo cómplices de la tradición deciden ocultarse, cierran las persianas, las puertas, y allí quedan sólo dos dispuestos a darse muerte cuando la aguja del reloj lo determine. Esa era la imagen de Recoleta, oscura, mojada por tanta lluvia, fría, y silenciosa. Los cómplices en sus casas, obviando y pretendiendo ignorar lo que sucedía afuera. Los otros, esos seres extraños, raros, esos que no gustan ver,  que no frecuentan el barrio pero que esta vez están allí, recorrieron el lugar mirando hacia todos lados, buscándola, buscándose. Las escasas personas que pasaban vieron cómo, de a poco, fueron llegando las grandes cámaras. Cerca de las 20 llegó Belén Arena: de estatura promedio, con jeans, camisa a cuadros, pelo corto y con cierta expresión nerviosa, la joven bailarina se dispuso a dar testimonio frente a esas tantísimas luces blancas que sólo le empalidecían el rostro. Su presencia marcó un punto de inflexión para aquellas personas que se acercaron a este bar, todas se mostraron amables y dispuestas a acompañarla durante el escrache. “Buscamos visibilizar a las lesbianas, besarnos bien, acariciarnos bien, porque dijeron que nos estábamos acariciando mal, y que esto sea didáctico para ellos”, declaró la joven que, el 29 de agosto pasado, fue discriminada y echada de La Biela por estar besando a su novia.

La lluvia y el frío quedaron en segundo plano y comenzó a brotar desde abajo, desde los pies mojados, una alegre rebelión que entibió el aire. Las sonrisas se marcaron cada vez más y poco a poco comenzaron a hablar, a liberarse esos cuerpos y “cuerpas” extraños que nadie quiere mirar. “Vengo a solidarizarme con mis hermanos y hermanas gays, lesbianas, travestis, transexuales, para que tengan respeto hacia nosotros, hacia la dignidad del ser humano y por eso me uno con todos”, comentó Alberto Pérez, de 56 años, activista de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y  Transexuales (LGBTT).

Belén Arena en el Tortazo en La Biela

“Buscamos visibilizar a las lesbianas, besarnos bien, acariciarnos bien”, declaró Belén Arena.

Como si Belén hubiese sido el condimento que faltaba en esa comida exótica, llena de colores y sabores, la gente brotó desde muchos rincones. Doscientos cuerpos comenzaron a alzar la voz para que se escuchen sus reivindicaciones, sus deseos y aspiraciones: “Igualdad”, “Respeto”, “Derecho a decidir”, “Abajo las masas finas, arriba las tortas grasas”, fueron algunas de las consignas. La comunidad que se presentó fue diversa y también hizo notar sus diferencias. “Creo que el tipo de disputa que se da en este espacio se fue diluyendo desde una declaración completamente política hasta una especie de espacio gay friendly (heterosexual con aceptación y tolerancia a personas gays y lesbianas), donde era bienvenida cualquier persona que quisiese visibilizar sus besos como si discriminaran a todas las formas de expresar cariño, cuando en verdad sabemos que mientras a nosotras nos echan de estos espacios a las parejas heterosexuales las dejan estar tranquilamente”, aseguró Manuela Anastasía, militante de la colectiva diversa y antipatriarcal Desde El Fuego al explicar por qué los espacios lesbo-feministas y el activismo autónomo no estuvieron presentes acompañando la iniciativa. “Entendieron que ellas ya no se sentían incluidos en la convocatoria porque quedaban invisibilizadas –agregó-. Pero también estamos ‘otres’ que venimos acá a disputar el espacio y a visibilizarnos de la misma manera, porque no podíamos dejar de hacerles ver a estas personas, que manejan este bar como si fuese un día más, que estamos acá para oponernos al régimen que nos quieren imponer con su moral y su conducta”.

La Biela, por dentro.

En la misma sintonía Carolina Alamino Barthaburu, militante de la Colectiva Lohana Berkins, caracterizó el episodio que tuvieron que vivir Belén Arena y su compañera, dentro del escenario político general. “Creemos que esto refleja una coyuntura de derechización de la sociedad muy clara, en la cual no solo desde arriba se dan discursos cada vez más lavados, de políticas públicas que se cierran y de Piter Robledo recibiendo a los neonazis en la Casa Rosada –argumentó-. Esta derechización de arriba se refleja también abajo y la gente que pregona esas ideas se siente legitimada para expresarlas. Esto va a hacer de nuestros cuerpos un tire y afloje, como si no fuéramos vidas”. Enseguida caracterizó cuáles son las tareas que el movimiento feminista y la comunidad disidente deben darse en este escenario político: “No creemos que con tener leyes alcance, eso es muy claro –dijo-. La Ley de Identidad de Género y de Matrimonio Igualitario pueden haber sentado una base, pero nuestras condiciones materiales siguen siendo diferentes a la de las personas heteronormadas.  Por eso creemos que la sociedad tiene que empezar a darse cuenta de que pregonar la igualdad o la diversidad no es suficiente, sino que hay que tomar acción y que nosotras somos ‘cuerpas’ que existimos, que vivimos, que habitamos los espacios y que exigimos respeto. No es tolerancia, yo no quiero que me tolere nadie, yo quiero que me respeten y respeten mi existencia”.

«La Ley de Identidad de Género y de Matrimonio Igualitario pueden haber sentado una base, pero nuestras condiciones materiales siguen siendo diferentes a la de las personas heteronormadas»

Se hicieron las 21 y la gente estaba más enardecida que nunca. Las denuncias a La Biela, comenzaron a ser más explícitas desde sectores más politizados y así, al ritmo de una cumbia, se entonaba: “Fuera La Biela y su moral, acá torteamos no importa el lugar”. Cada canción, acompañada de sonrisas bien marcadas en pechos galopantes que toman en sus manos el curso de la acción, hacía del escrache un momento de goce, de fiesta y de alegría. Los besos y el Besazo, consignas del encuentro, se hicieron esperar un poco más. En las caras de los mozos, de los encargados y de los clientes del bar se alternaban cierta amargura, bronca bien contenida y, en algunos casos, miradas de indignación y asco. Poca concurrencia: mucho personal para muchas mesas vacías, todos apostados sobre la barra, mirando hacia las ventanas y viendo cómo cada vez más gente se acercaba y adhería a la protesta mientras la batucada se disponía a empoderar a toda persona presente. “Somos la muerte de la moral, somos guerrilla de la subversión sexual”, cantaban. Sin embargo Carlos Gutiérrez, el gerente del bar, se mostró predispuesto a brindar su testimonio sobre los hechos que tuvieron lugar el 29 de agosto, cuando Belén y su pareja tuvieron que dejar el establecimiento. “Había dos chicas que no se estaban comportando como corresponde, se estaban manoseando y dando besos pero de una manera medio exagerada, y se les pidió que respeten el lugar”, expresó. No obstante, cuando se le preguntó qué era para él manosearse, el caballero resolvió: “Acariciarse, agarrarse, lo que te imaginás”, dijo, dejando entrever que el “manoseo” no fue más que un típico gesto de pareja, sólo que esta pareja era lesbiana y en fondo eso era lo que no se podía admitir.

Una vez que los medios de comunicación masivos se retiraron, el aire terminó de darse vuelta y de la lluvia quedó sólo el recuerdo. Se dirigieron al bar y decidieron entrar. Tres efectivos policiales se ubicaron al lado de las y los manifestantes con el fin de “quedarse cerca”, pero no intervinieron. Allí, dentro del bar, a las 21.30 comenzaron los besos, comenzó el Tortazo. Con canciones cada vez más políticas, se exigió hasta el derecho al aborto. Las reivindicaciones del movimiento feminista se hicieron sentir todas de una vez y para siempre. La alegría, la fiesta, el amor y la emoción, gravitaban en el aire. La Biela se convirtió en otra cosa y el escenario fue de las tortas, que una vez más demostraron que los espacios públicos, todos ellos, se disputan y se ganan.

En medio de besos y canciones, las masas finas se fueron y ganaron lugar y protagonismo las Tortas, dejando una enseñanza que se les marcó ahora a ellos en sus cuerpos.

“Fuera La Biela y su moral, acá torteamos no importa el lugar” fue una de las consignas.

 

Actualizada 07/09/2016