Hay que besarse más

Hay que besarse más

La cita era a las 20 del lunes pero a las 19 ya no había nadie en las calles aledañas al bar La Biela. Un leve recuerdo de las películas de cowboys se hizo presente, recreando el momento exacto en que dos personas se dirigen a un duelo mortal. Como es de esperarse en esos films, los vecinos del pueblo cómplices de la tradición deciden ocultarse, cierran las persianas, las puertas, y allí quedan sólo dos dispuestos a darse muerte cuando la aguja del reloj lo determine. Esa era la imagen de Recoleta, oscura, mojada por tanta lluvia, fría, y silenciosa. Los cómplices en sus casas, obviando y pretendiendo ignorar lo que sucedía afuera. Los otros, esos seres extraños, raros, esos que no gustan ver,  que no frecuentan el barrio pero que esta vez están allí, recorrieron el lugar mirando hacia todos lados, buscándola, buscándose. Las escasas personas que pasaban vieron cómo, de a poco, fueron llegando las grandes cámaras. Cerca de las 20 llegó Belén Arena: de estatura promedio, con jeans, camisa a cuadros, pelo corto y con cierta expresión nerviosa, la joven bailarina se dispuso a dar testimonio frente a esas tantísimas luces blancas que sólo le empalidecían el rostro. Su presencia marcó un punto de inflexión para aquellas personas que se acercaron a este bar, todas se mostraron amables y dispuestas a acompañarla durante el escrache. “Buscamos visibilizar a las lesbianas, besarnos bien, acariciarnos bien, porque dijeron que nos estábamos acariciando mal, y que esto sea didáctico para ellos”, declaró la joven que, el 29 de agosto pasado, fue discriminada y echada de La Biela por estar besando a su novia.

La lluvia y el frío quedaron en segundo plano y comenzó a brotar desde abajo, desde los pies mojados, una alegre rebelión que entibió el aire. Las sonrisas se marcaron cada vez más y poco a poco comenzaron a hablar, a liberarse esos cuerpos y “cuerpas” extraños que nadie quiere mirar. “Vengo a solidarizarme con mis hermanos y hermanas gays, lesbianas, travestis, transexuales, para que tengan respeto hacia nosotros, hacia la dignidad del ser humano y por eso me uno con todos”, comentó Alberto Pérez, de 56 años, activista de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis y  Transexuales (LGBTT).

Belén Arena en el Tortazo en La Biela

“Buscamos visibilizar a las lesbianas, besarnos bien, acariciarnos bien”, declaró Belén Arena.

Como si Belén hubiese sido el condimento que faltaba en esa comida exótica, llena de colores y sabores, la gente brotó desde muchos rincones. Doscientos cuerpos comenzaron a alzar la voz para que se escuchen sus reivindicaciones, sus deseos y aspiraciones: “Igualdad”, “Respeto”, “Derecho a decidir”, “Abajo las masas finas, arriba las tortas grasas”, fueron algunas de las consignas. La comunidad que se presentó fue diversa y también hizo notar sus diferencias. “Creo que el tipo de disputa que se da en este espacio se fue diluyendo desde una declaración completamente política hasta una especie de espacio gay friendly (heterosexual con aceptación y tolerancia a personas gays y lesbianas), donde era bienvenida cualquier persona que quisiese visibilizar sus besos como si discriminaran a todas las formas de expresar cariño, cuando en verdad sabemos que mientras a nosotras nos echan de estos espacios a las parejas heterosexuales las dejan estar tranquilamente”, aseguró Manuela Anastasía, militante de la colectiva diversa y antipatriarcal Desde El Fuego al explicar por qué los espacios lesbo-feministas y el activismo autónomo no estuvieron presentes acompañando la iniciativa. “Entendieron que ellas ya no se sentían incluidos en la convocatoria porque quedaban invisibilizadas –agregó-. Pero también estamos ‘otres’ que venimos acá a disputar el espacio y a visibilizarnos de la misma manera, porque no podíamos dejar de hacerles ver a estas personas, que manejan este bar como si fuese un día más, que estamos acá para oponernos al régimen que nos quieren imponer con su moral y su conducta”.

La Biela, por dentro.

En la misma sintonía Carolina Alamino Barthaburu, militante de la Colectiva Lohana Berkins, caracterizó el episodio que tuvieron que vivir Belén Arena y su compañera, dentro del escenario político general. “Creemos que esto refleja una coyuntura de derechización de la sociedad muy clara, en la cual no solo desde arriba se dan discursos cada vez más lavados, de políticas públicas que se cierran y de Piter Robledo recibiendo a los neonazis en la Casa Rosada –argumentó-. Esta derechización de arriba se refleja también abajo y la gente que pregona esas ideas se siente legitimada para expresarlas. Esto va a hacer de nuestros cuerpos un tire y afloje, como si no fuéramos vidas”. Enseguida caracterizó cuáles son las tareas que el movimiento feminista y la comunidad disidente deben darse en este escenario político: “No creemos que con tener leyes alcance, eso es muy claro –dijo-. La Ley de Identidad de Género y de Matrimonio Igualitario pueden haber sentado una base, pero nuestras condiciones materiales siguen siendo diferentes a la de las personas heteronormadas.  Por eso creemos que la sociedad tiene que empezar a darse cuenta de que pregonar la igualdad o la diversidad no es suficiente, sino que hay que tomar acción y que nosotras somos ‘cuerpas’ que existimos, que vivimos, que habitamos los espacios y que exigimos respeto. No es tolerancia, yo no quiero que me tolere nadie, yo quiero que me respeten y respeten mi existencia”.

«La Ley de Identidad de Género y de Matrimonio Igualitario pueden haber sentado una base, pero nuestras condiciones materiales siguen siendo diferentes a la de las personas heteronormadas»

Se hicieron las 21 y la gente estaba más enardecida que nunca. Las denuncias a La Biela, comenzaron a ser más explícitas desde sectores más politizados y así, al ritmo de una cumbia, se entonaba: “Fuera La Biela y su moral, acá torteamos no importa el lugar”. Cada canción, acompañada de sonrisas bien marcadas en pechos galopantes que toman en sus manos el curso de la acción, hacía del escrache un momento de goce, de fiesta y de alegría. Los besos y el Besazo, consignas del encuentro, se hicieron esperar un poco más. En las caras de los mozos, de los encargados y de los clientes del bar se alternaban cierta amargura, bronca bien contenida y, en algunos casos, miradas de indignación y asco. Poca concurrencia: mucho personal para muchas mesas vacías, todos apostados sobre la barra, mirando hacia las ventanas y viendo cómo cada vez más gente se acercaba y adhería a la protesta mientras la batucada se disponía a empoderar a toda persona presente. “Somos la muerte de la moral, somos guerrilla de la subversión sexual”, cantaban. Sin embargo Carlos Gutiérrez, el gerente del bar, se mostró predispuesto a brindar su testimonio sobre los hechos que tuvieron lugar el 29 de agosto, cuando Belén y su pareja tuvieron que dejar el establecimiento. “Había dos chicas que no se estaban comportando como corresponde, se estaban manoseando y dando besos pero de una manera medio exagerada, y se les pidió que respeten el lugar”, expresó. No obstante, cuando se le preguntó qué era para él manosearse, el caballero resolvió: “Acariciarse, agarrarse, lo que te imaginás”, dijo, dejando entrever que el “manoseo” no fue más que un típico gesto de pareja, sólo que esta pareja era lesbiana y en fondo eso era lo que no se podía admitir.

Una vez que los medios de comunicación masivos se retiraron, el aire terminó de darse vuelta y de la lluvia quedó sólo el recuerdo. Se dirigieron al bar y decidieron entrar. Tres efectivos policiales se ubicaron al lado de las y los manifestantes con el fin de “quedarse cerca”, pero no intervinieron. Allí, dentro del bar, a las 21.30 comenzaron los besos, comenzó el Tortazo. Con canciones cada vez más políticas, se exigió hasta el derecho al aborto. Las reivindicaciones del movimiento feminista se hicieron sentir todas de una vez y para siempre. La alegría, la fiesta, el amor y la emoción, gravitaban en el aire. La Biela se convirtió en otra cosa y el escenario fue de las tortas, que una vez más demostraron que los espacios públicos, todos ellos, se disputan y se ganan.

En medio de besos y canciones, las masas finas se fueron y ganaron lugar y protagonismo las Tortas, dejando una enseñanza que se les marcó ahora a ellos en sus cuerpos.

“Fuera La Biela y su moral, acá torteamos no importa el lugar” fue una de las consignas.

 

Actualizada 07/09/2016

 

La igualdad tiene cinco años de matrimonio

La igualdad tiene cinco años de matrimonio

Buenos Aires, julio de 2015. El país está sumido en la oscuridad, la sociedad está desmembrada, ya no hay familias, miles de chicos han sido víctimas de la pedofilia, el tráfico de niños ha aumentado, las únicas beneficiadas son las empresas dedicadas al turismo gay. Este es el panorama que habían imaginado aquellos que, desde posturas extremistas y apocalípticas,  estaban en contra de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Sin embargo, desde hace cinco años en aquella madrugada del 15 de julio de 2010,  Argentina es una sociedad más igualitaria.

El proyecto de ley de Matrimonio Civil para personas del mismo sexo fue aprobado por la Cámara de Diputados el 4 de mayo de 2010 luego de haber sido tratado por las comisiones de Legislación General y Familia. Con la media sanción, el proyecto ingresa a la comisión de Legislación General del Senado, donde la senadora Liliana Negre de Alonso llevó a cabo la realización de audiencias públicas en provincias del interior para debatir el proyecto. Mientras tanto, los medios de comunicación le dieron una gran cobertura al tema y la sociedad pareció dividirse entre los que estaban a favor y los que estaban en contra. Sin embargo, mientras los primeros daban cuenta de sólidos argumentos para avalar la igualdad de derechos, los segundos apelaban a supuestas verdades inmutables basadas en prejuicios y falta de información. Finalmente, en la madrugada del 15 de julio de 2010, luego de un debate de más de doce horas, el Senado aprobó las modificaciones al Código Civil que permitían el acceso al matrimonio a parejas gays y lesbianas. Con 33 votos afirmativos y 27 negativos, Argentina se convertía en el primer país de Latinoamérica en tener una ley de este tipo.

La ley de reforma del Matrimonio Civil es la número 26.618 y reemplaza los términos “hombre” y “mujer” por “contrayentes”, al tiempo que “todas las referencias a la institución del matrimonio que contiene nuestro ordenamiento jurídico se entenderán aplicables tanto al matrimonio constituido por dos personas del mismo sexo como al constituido por dos personas de distinto sexo”.

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El largo camino

El camino que conduce a la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario se remonta al año 2007 cuando la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT), presidida por María Rachid, emprendió una campaña de amparos. Mientras tanto, los medios de comunicación se encargaron de darle cobertura y esto contribuyó a instalar el tema en la agenda pública. Bruno Bimbi, periodista, autor del libro “Matrimonio Igualitario”, también es activista y desempeñó un papel importante en ese momento. Desde Brasil, donde está finalizando un doctorado en lingüística en la Universidad de Río de Janeiro, dialogó con ANCCOM. “Iniciamos recursos de amparo en la justicia, distintas parejas iban al Registro Civil a pedir turno para casarse, le decían que no y presentaban un recurso de amparo. La intención era conseguir un fallo judicial y llegar a la Corte Suprema”. Por otro lado, la FALGBT presentó proyectos de ley en el Congreso. En el Senado “lo presentó Vilma Ibarra y el de diputados fue iniciativa de Di Polina y Silvia Ausburger”, explica Bimbi.  En tercer lugar, la Federación busco el apoyo del gobierno. “Hubo todo un camino de trabajo en común, La idea era ir por los tres poderes del Estado y a la vez lanzar una campaña para la sociedad a través de los medios de comunicación para instalar los temas en la agenda pública”, agrega.

De esta manera, varias parejas lograron casarse por la vía judicial. El primer matrimonio entre varones fue el de Alex Freire y José María Di Bello, que habían obtenido un fallo a su favor de la jueza Gabriela Seijas, quien declaró la inconstitucionalidad de los artículos del Código Civil que limitaban el matrimonio a parejas heterosexuales. Sin embargo, cuando obtuvieron la fecha para celebrar el matrimonio, la jueza Marta Gómez Alsina declaró la nulidad del fallo de Seijas, basándose en una incompatibilidad de fueros. Finalmente, gracias a artilugios legales, la pareja logró casarse el 28 de diciembre de 2009 en la localidad de Tierra del Fuego, convirtiéndose en el primer matrimonio igualitario de Sudamérica. Ernesto Meccia, sociólogo e investigador, autor de “La cuestión gay” (2006) y “Los últimos homosexuales” (2011), fue convocado por Seijas para consultarlo acerca del fallo. En el primer libro, Meccia critica la noción de tolerancia, crítica que fue tomada por la jueza para avalar su dictamen. En diálogo con ANCCOM, explica que la tolerancia “lleva en sí misma una especie de contrato des-igualitario; hay alguien que decidió que otro es objeto de su tolerancia. Por lo tanto, si alguien es objeto de mi tolerancia, yo lo estoy mirando desde ese lugar y le estoy adosando atributos que para mí no son modélicos pero yo tengo que tolerar. Yo me atribuyo no solo que tengo los valores buenos sino que tengo la capacidad de tolerar al otro. La jueza Seijas puso que la tolerancia conlleva a priori una definición negativa del otro”.

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Unión civil: el antecedente más importante

El antecedente más importante de la Ley de Matrimonio Igualitario es la aprobación de la Unión Civil por parte de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en el año 2002. Si bien la medida reconoce algunos derechos, como la incorporación de la pareja a la obra social, solicitar vacaciones en el mismo período y recibir una pensión, no contemplaba otros derechos fundamentales como la adopción conjunta y el derecho a herencia.

Sin embargo, durante el debate acerca de la ley de Matrimonio Igualitario, existían diferentes posturas. Para Bruno Bimbi, había tres posiciones. Por un lado, la FALGBT, que sostenía “que la lucha por el matrimonio era una lucha central y estratégica por los derechos civiles y contra la discriminación y la homofobia.” Por otro lado, el enfoque de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) era favorable a la Unión Civil. Bimbi lo explica de la siguiente manera: “Ellos tenían un doble discurso. Públicamente decían que la Unión Civil era mejor que el matrimonio pero, para adentro, decían que el matrimonio era imposible”. Para él, se trató de “una cuestión de intereses políticos porque el proyecto de Unión Civil” había sido presentado por la CHA en un contexto “donde la discusión por el matrimonio igualitario a nivel mundial era muy incipiente”. La Federación estaba en contra porque la Unión Civil era una institución diferente al matrimonio, lo cual “significaría reconocer que somos ciudadanos de segunda clase. Es colocarte en un lugar de inferioridad, de ciudadano de segunda que no tiene el valor suficiente de acceder a una institución como el matrimonio”. Por último, estaba la postura de algunos partidos de izquierda que planteaban que el matrimonio era una institución patriarcal y burguesa. Al respecto, Bimbi no está de acuerdo, por el contrario, cree que “la aprobación del matrimonio igualitario cuestiona esa carácter patriarcal, machista. Desde el momento en que el matrimonio deja de ser exclusivamente heterosexual, deja de ser orientado a la procreación, y pasa a ser un contrato civil entre dos personas adultas, eso también cuestiona el carácter patriarcal de la figura del matrimonio. Me parece que esos sectores de izquierda tenían una visión tan dogmática casi como los del Opus Dei”.

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Un contexto favorable

La Ley de Matrimonio Igualitario se enmarca en un contexto global favorable a las cuestiones de género, donde nuevas identidades y nuevos actores adquieren una visibilidad mayor. Así, los derechos sexuales se empiezan a concebir como Derechos Humanos y comienzan a implementarse políticas públicas en materia de género. Además, las organizaciones del movimiento de la diversidad sexual empiezan a trabajar en conjunto con organizaciones de Derechos Humanos a nivel internacional. Meccia, recuerda que “en 2005, en España se aprueba la ley de matrimonio para personas del mismo sexo y se produce un intercambio de ideas, de militancia, de cuadros políticos académicos”. En ese contexto “se arma un caldo de cultivo interesante para pensar en universalizar los derechos que existen, no a crear derechos especiales para ciudadanos especiales porque no los hay. Empieza a densificarse el tempo político”.

En el ámbito nacional, también se generó un contexto favorable a la demanda de igualdad de derechos por parte de gays y lesbianas. Las organizaciones de la diversidad sexual dejaron de lado su anterior reivindicación de la diferencia y comenzaron a luchar por obtener igualdad de trato ante la ley e igualdad de derechos. Además, la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, sancionada en 1994, incorporó la perspectiva de género, se erradicaron los viejos edictos policiales que criminalizaban la homosexualidad y se sancionaron leyes en materia de género y sexualidad como la de Salud Sexual y Procreación Responsable y la de Educación Sexual Integral.

Para Bimbi, “fue un proceso bastante rápido, tres años y medio para un cambio tan profundo y eso demuestra que había condiciones. Creo que hubo un contexto de país. Era el mejor momento del kirchnerismo, que había implementado las políticas en Derechos Humanos, una Corte Suprema más progresista y un debate interesante en la sociedad.” El contexto social y político ayudó pero la FALGBT desempeñó un papel fundamental. “Nos preparamos, estudiamos la experiencia y leímos los fallos de otros países. Tuvimos una buena estrategia política y un liderazgo muy bueno, de dialogar con todos los partidos, buscamos apoyo de organismos de Derechos Humanos, de la cultura. La Federación tuvo una estrategia inteligente y creo que había un espacio propicio en la sociedad”, explica Bimbi.

Para Meccia, “el tiempo político se densificó muchísimo, es decir,  un tiempo muy breve pero muy denso a nivel de militancia política y de instalación de conceptos y de imágenes sobre la homosexualidad dentro de la sociedad. Tenemos que pensar en sinergias: una parte del entramado judicial que se había modernizado y secularizado, representación política con gente pluripartidaria, el Inadi. El gobierno aprovechó efectivamente esta coyuntura”. En este contexto, los medios de comunicación desempeñaron un importante rol. “Son escenarios donde se disputan imágenes, conceptos, definiciones, le dio muchísima visibilidad, de la mano de referentes artísticos y políticos.” Bimbi coincide al recordar que los medios “mostraron a parejas que tenían hijos” y esto “ayudó mucho”.

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Antes y después

En Argentina, la homosexualidad fue perseguida y castigada, fundamentalmente durante los años de la última dictadura militar. De hecho, muchos gays eran víctimas de las denominadas razzias por parte de personal policial. Al respecto, Meccia plantea que “los efectos de las humillaciones sociales, institucionales, legales y políticas son muy difíciles de remover, sobre todo las humillaciones cotidianas”.

Esa situación, sumada a la falta de leyes que garantizaran el acceso a derechos fundamentales, dejaba a muchas familias sin protección legal ni jurídica. De hecho, podía suceder que ante el fallecimiento de uno de los miembros de la pareja, el otro quedara en la calle. Además, muchas parejas  adoptaban chicos ya que la ley permitía la adopción de un niño por parte de una persona soltera sin importar su orientación sexual. De esta forma, se formaron muchas familias. Sin embargo, los niños carecían de la protección legal necesaria.

La sanción de la ley les brindó a esas parejas la posibilidad de acceder al matrimonio y a los derechos y bienes, materiales y simbólicos, que se derivan de él. Ernesto Meccia no sabe si les cambió mucho la vida a las parejas que se casaron “en términos que podamos medir exteriormente” pero mucho “en términos internos, emotivos, afectivo y emocionales”. Y habla del “reconocimiento” y de la “sanación interna”: “que la otra persona te vea como un igual. Imaginá esas subjetividades tan dañadas, una pareja de cincuentones, que estaban juntos desde la época de la dictadura, imaginá que vayan al Registro Civil, la fiesta en la casa, con el viejito de ellos en silla de ruedas. Y ahí estaba el festejo. Ahí estaba la diferencia, no se puede medir, se puede sentir esa diferencia.” Para Bruno Bimbi “la ley es muy importante pero más importante fue que el debate que instalamos en la sociedad cambio la mente de muchas personas, logramos cambiar algunos prejuicios. El día que se votó nosotros ya habíamos ganado”.

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