Malvinas, la otra cara

Malvinas, la otra cara

El gobierno volvió a poner esta semana en agenda una política con sello propio en el histórico reclamo de soberanía en las Islas Malvinas. En un viaje relámpago a Londres, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, homenajeó a los soldados británicos caídos en el archipiélago sur e insistió en alimentar las críticas de “desmalvinización” que umula la estrategia de Cambiemos. Muchos de esos cuestionamientos parten de los diferentes sectores que nuclean a los excombatientes. En esa secuencia se inscriben los exconscriptos del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur. Los exsoldados nucleados en ese espacio fueron protagonistas del acampe que duró una década en la Plaza de Mayo y, a principios de este año y pese a las negociaciones abiertas con la Casa Rosada, sufrieron un violento desalojo a cargo del Ministerio de Espacio Público del gobierno de la Ciudad. En pleno verano y en medio de las refacciones del histórico paseo, el hecho tuvo poca cobertura mediática. “Ese día (el viernes 26 de enero de 2018) no nos imaginábamos nada. Éramos cinco personas y nos reventaron la carpa. No es la forma, nosotros no queríamos vivir en la Plaza, queríamos que se comente y se escuche nuestro reclamo, que se investigue, y que el pueblo conozca una historia que se sigue ocultando. Utilizaron la excusa de que estaban reformando la Plaza para sacarnos”, afirmó Luis Giannini, vocero y referente del acampe en diálogo con ANCCOM.

La carpa había sido instalada en 2008 para reclamar el reconocimiento como excombatientes. En rigor, ese pedido se remonta a los años 90 cuando la Ley 23848/90 estableció una controversia jurídica al definir como requisito para los exsoldados del TOAS “haber entrado efectivamente en combate” para tener el derecho a una pensión vitalicia. Desde entonces, el grupo mantuvo negociaciones con diferentes gobiernos. El reclamo sufrió vaivenes y críticas. Hasta que el gobierno porteño efectivizó este verano el desalojo.

“Hacía 10 años que estábamos ahí. No nos íbamos a ir hasta que no vinieran con alguna orden judicial. Ese día nos dijeron que no la necesitaban, que ellos ya habían tomado la determinación y que la iban a cumplir. Vimos que en la calle Defensa empezó a aparecer un montón de gente con pecheras verdes. El primer grupo era de tipos jóvenes, salidos de un gimnasio, bien empilchados y que nos empezaron a empujar. Ahí empezó un poco la refriega, y como nosotros no cedíamos mandaron a la Policía que se nos metió por atrás de la carpa y quedamos en el medio”, reconstruyó Giannini.

Ex combatientes de malvinas con banderas de Argentina.

Los exsoldados, pese a las negociaciones, sufrieron un violento desalojo en Plaza de Mayo.

La falta de una posición unánime entre los excombatientes ya reconocidos genera aún más complicaciones en su reclamo. La Fundación de Veteranos de Guerra de Malvinas, por ejemplo, se apega únicamente a la ley. Sin embargo, su presidente, Edgardo Sargioto, opina que “hay trabajo que se desarrolló en el continente que debe ser reconocido, como el de aquellos que han trabajado con explosivos o que han defendido directamente una misión, o los aviadores que partían y regresaban al combate”.

Además, el acampe se había fraccionado políticamente por disidencias en cuanto a la relación con el gobierno de Cambiemos. Algunos exsoldados solicitaron que no se colgaran más banderas con inscripciones políticas contra el gobierno -como se hizo durante el kirchnerismo- o pretendían “corregir” sus enunciados: “Ahí fue el quiebre de los que queremos verdaderamente luchar por un reconocimiento sin tener una bandera, porque todos ideológicamente tenemos una identificación política, pero en el acampe la única política que se hacía era la de nuestra lucha”, puntualizó Giannini.

Tras el desalojo, el movimiento está analizando iniciarle un juicio al Estado por la falta de respuestas del Ministerio de Defensa ante la documentación presentada y la ausencia de diálogo con los funcionarios. “Una semana antes de que asumieran, estuvimos con ellos en el bar que está en la esquina de la Plaza. Vieron toda la documentación y dijeron que teníamos que ser reconocidos. Nunca más nos recibieron, salvo una vez en 2016 en la exESMA donde me quisieron hablar de la causa penal que tenemos por la construcción de una pared en la Plaza y yo les dije que con ellos quería hablar de la resolución de nuestro reclamo. Nos prometieron una respuesta que nunca tuvimos. Ese es el diálogo que tienen. Nos consideramos perseguidos políticos porque a los que estábamos a cargo del acampe nos tiraron con lo de la causa, pero nosotros la parte política podíamos seguir transitándola, aunque no podíamos estar adentro de la carpa”, aseguró Giannini.
El Ministerio de Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires no contestó las consultas de ANCCOM sobre el operativo.
A cinco meses del desalojo, los exconscriptos no bajan los brazos y continúan reuniéndose ocasionalmente en el lugar donde estaba la carpa para realizar asambleas y definir los pasos a seguir para continuar con su reclamo. “El acampe va a seguir. No está la carpa, pero está la gente, que es lo más importante, la que levantó la bandera, la que sigue luchando y que quiere insistir para que esta historia se cuente”, concluyó Giannini.

Los soldados de Malvinas, con nombre y apellido

Los soldados de Malvinas, con nombre y apellido

El lunes 2 de abril, tres miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) brindaron una charla abierta en el Museo Malvinas, ubicado dentro del predio de la ex Escuela de Mecánica de la Armada. El auditorio, que lleva el nombre del ex combatiente Orlando Pascua, se colmó de gente dispuesta a escuchar a los encargados de llevar a cabo el procedimiento de identificación de soldados caídos en la guerra, quienes explicaron con notable sensibilidad las etapas e implicancias del trabajo que realizaron recientemente en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas.

Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

Los tres representantes del EAAF, Mercedes Salgado, Carlos Maco Somigliana y Carlos Hurraco, respondieron todas las preguntas formuladas por Federico Lorenz, director del Museo. Explicaron en qué consistió el proceso de exhumación de restos y contaron cómo fue el contacto con las familias de los soldados. El Equipo, fundado en 1984 con el objetivo de identificar a las víctimas de la represión clandestina impulsada por la última dictadura cívico-militar, se abocó en 2012 a un proyecto por demás complejo y doloroso. Luego de que la Cruz Roja Internacional asumiera el papel de mediadora y contactara al Reino Unido para establecer los acuerdos necesarios, el EAAF comenzó a tomar muestras de sangre de los familiares de los caídos para compararlas con los restos óseos extraídos del cementerio.

En diciembre de 2017 logró identificar a 88 personas y había dos casos en los que existía una hipótesis probable pero las conclusiones no llegaban al umbral del 99,95 por ciento necesario para la confirmación positiva. Finalmente, en enero se tomaron nuevas muestras y esta vez el resultado de ambos casos fue exitoso. En total, 90 soldados resultaron identificados. La intervención del EAAF se realizó en 121 sepulturas pero una de ellas contenía los restos de dos personas, por ende, aún quedan 32 combatientes no reconocidos.

Carlos Somigliana remarcó el carácter sumamente profesional del equipo de trabajo y de la Cruz Roja y destacó la labor del ex capitán británico Geoffrey Cardozo, quien se ocupó de sepultar dignamente a los soldados argentinos y de conservar sus pertenencias. Con respecto a los 32 caídos no identificados, los antropólogos afirmaron que inmediatamente se pondrán a trabajar y a tomar muestras de sangre de las familias restantes.

Mercedes Salado Puerto, Carlos Somigliana y Carlos Hurraco, miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense. Charla sobre el proceso de identificación de soldados caídos en Malvinas realizada en el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

Mercedes Salgado contó cómo vivió la experiencia de viajar a las Islas con los familiares de los combatientes que, por primera vez, tenían la certeza de estar hablando con su hijo o con su hermano y aseguró que nunca antes había visto algo así: “En un momento —recordó—, el cementerio se convirtió en una burbuja, no sé cómo explicarlo, era como un silencio. Había muchísima gente y transmitían paz. Había personas que llevaban las fotos de sus familiares, de sus hijos, nietos, que les presentaban todo lo que había pasado luego de 30 años. Le presentaban la vida que ellos no habían podido vivir y eso era una paz inmensa”.

Por su parte, Somigliana definió el proyecto de identificación del EAAF como una forma de saldar la deuda con todos los familiares de los soldados de Malvinas: “Durante muchos años —señaló— la gente llegaba al cementerio y se les decía que si no encontraban el nombre de su ser querido eligieran cualquier cruz, y lo cuento para que se den una idea del maltrato al que fueron sometidas estas familias”.

En este sentido, Salgado agregó que “hay una necesidad de lo físico, de la presencia, del contacto. A nosotros nunca nos tocaron tanto las manos como en este caso. Estábamos impactados porque muchas madres nos decían ‘me da paz verles los ojos porque fueron las últimas personas que lo vieron’, y nos tocaban las manos porque éramos las últimas personas que los habían tocado”.

Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

Por último, Somigliana planteó que “Malvinas tiene como connotación haber sido un tema dejado de lado tantas veces. Por una vez es el centro del escenario, y sentimos honor de haber trabajado en esto”.

Mirá el video de la charla publicado por el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur
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En el auditorio, los aplausos sonaban cada vez más fuerte y cuando el director del Museo propuso que el público hiciera comentarios y preguntas, emanaba del ambiente una emoción palpable. Madres, padres y hermanos de aquellos jóvenes de 18 años que ahora permanecen inmortalizados con su identidad, con su nombre y su apellido, dejaron caer las lágrimas dolorosas y en cierto punto reconfortantes que aguardaban en sus retinas hace muchísimos años. En el marco de la Conmemoración por el día del Veterano y los Caídos en Malvinas y 36 años después del siniestro despliegue de una guerra absurda, el Equipo Argentino de Antropología Forense llevó a cabo, y lo seguirá haciendo, una tarea necesaria y concreta con total responsabilidad y brindaron a todo el mundo y sobre todo a los seres queridos, la posibilidad de identificar a aquellos soldados que hasta hace poco eran desaparecidos.

El hombre que secuestró un avión y aterrizó en Malvinas

El hombre que secuestró un avión y aterrizó en Malvinas

Andrés Castillo fue el primero en pisar las Islas Malvinas de los 18 jóvenes militantes que el 28 de setiembre de 1966 desviaron un vuelo comercial hacia el archipiélago, en lo que se conoció como Operativo Cóndor. Medio siglo después,  recibe a ANCCOM en su oficina de la Asociación Bancaria, donde es secretario general adjunto. Detrás de su escritorio, luce una serie de fotografías emblemáticas, que mucho dicen sobre él: un retrato de Evita, la imagen que tomaron cuando izaban la bandera argentina en Malvinas, una foto con Cristina Kirchner y otra de él con su pequeña nieta y Néstor Kirchner a su lado.

¿En dónde militaba y cómo conoció a Dardo Cabo, el líder de la Operación Cóndor?

Con Dardo nos conocíamos desde los 15 años y con otros compañeros teníamos una relación desde hacía tiempo. Éramos compañeros de militancia en la Juventud Peronista, en una agrupación que se llamaba MLA. Nos reuníamos en cafés, donde siempre la cuestión Malvinas aparecía como una cosa inconclusa, como algo pendiente de esa Argentina que había perdido el territorio en manos de la invasión de los ingleses. Yo además recién empezaba a militar en el gremio de la Caja de Ahorro y Seguros, que en ese momento era del Estado.

Usted tenía 23 años, acababa de comenzar la dictadura de Juan Carlos Onganía y se definía como peronista. ¿Qué lo impulsó a integrar un grupo que tenía por objetivo llegar a Malvinas?

Muchas veces escuchábamos fantasías sobre qué hacer y un día yo estaba con Rodolfo, “Rudy” Pfaffendorf, un compañero que está muerto, y nos encontramos con Dardo, quien nos contó que realmente estaba organizando un viaje a Malvinas. En ese momento, mucha bola no le di. Era algo secreto, pero conversado entre muchos. Hoy, con toda la tecnología que hay, hubiéramos caído en cana en dos minutos.

¿Y cómo termina subiendo a ese avión?

Un día que Rudy me llama y me dice: “¿Te acordás del viaje de Dardo al sur? Bueno se va esta noche”. Yo no sabía ni cómo ni cuándo, traté de ubicarlo todo el día y después de llamar a mucha gente, ese mismo 27, doy con un compañero que me dice:Yo lo veo hoy, venite”. Nos encontramos en el Correo Central y tomamos el colectivo azul a Munro. En el local de la UOM estaban los compañeros y Dardo, en un bar, comiendo un sándwich, antes de partir. Nos abrazamos, porque hacía mucho tiempo que no nos veíamos y me preguntó si quería ir. Le dije que sí. Le avisé a mi novia que le pidiera a mi papá que fuera a pedir licencia a mi trabajo, por unos días. Y así viajamos los 18, desde Munro a Retiro en tren y desde ahí en un colectivo más, hasta Aeroparque. Llevábamos algunas armas y algunos de nosotros tenían una especie de uniforme verde y borceguíes. Yo en cambio, estaba de mocasines, camisa y corbata, lo que usaba en el trabajo. Después, allá, me re cagué de frío. En esa época no había control de nada, ni siquiera te pedían el documento. Subí al avión con un nombre ficticio.

Entonces, usted se sumó al Comando apenas unas horas antes, ¿qué sabía de lo que iba a suceder para la toma del avión?

Había roles, pero yo no tenía ninguno definido, entonces Dardo me dijo: “Subí y pegate al lado mío”. Yo lo único que sabía era que en un momento dado el vuelo iba a ser desviado y que había que tomar el rumbo 105. Un rato antes del desvío Dardo se fue a la cabina del avión con Alejandro Giovenco, mientras que Pedro Tursi y Juan Carlos Rodríguez se fueron a la cola y le dijeron a la azafata: “El avión está tomado”. “Ya sé lo que quieren”, les contestó la chica y les sirvió un whisky, haciéndose la graciosa. Nunca había habido un secuestro de un avión en nuestro país, era algo impensable. Lo primero que hizo el Comandante, Ernesto Fernández García, fue anunciar por los parlantes, que por mal tiempo se volaría a Río Gallegos. Pero dos personas que estaban al lado mío, uno aviador y otro que tenía aviones, empezaron a decir que no podía ser que hubiera mar de los dos lados y se pusieron muy inquietos. Ahí decidí ir adelante y avisarle a Dardo. Finalmente, el Comandante le dijo a la azafata que efectivamente estaba tomado y ella les avisó a los pasajeros. Entre ellos estaba el Gobernador Guzmán, de lo que era el Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, que se quedó como los demás, bien quietito, vale aclarar.

¿Qué pasó cuando el Comandante les pidió las cartas de aeronavegación?

Nosotros teníamos sólo cartas marinas, que no eran lo mismo, pero hasta ese momento no lo sabíamos. Así que volamos más o menos hacia donde teníamos que ir.

¿Y esa historia de que el Comandante alegó falta de combustible?

No, ahí hubo muchas mentiras. Clarín miente y en esa época también mentía como ahora. El Comandante le pidió al copiloto que le diera el estado del combustible, que se toma midiendo un tramo de ida y vuelta. En nuestro caso se achicó a 4 minutos y ahí Dardo tenía que tomar una decisión antes de llegar a cero. No se veía nada, estaba todo encapotado, con nubes negras, como suele estar en esa zona, hasta que se vio un haz de luz y de pronto se vio tierra. No sabíamos al principio en qué isla estábamos. Entramos a seguir una huella y ahí vimos que estábamos en la Isla Soledad. En el descenso carreteamos en una zona donde estaba muy cerca la casa del Gobernador inglés, Cosmo Haskard, que en ese momento no estaba en la isla. La verdad no tuvimos dificultad para aterrizar.

¿Por qué decidieron el nombre Cóndor?

El cóndor tradicionalmente ha sido un símbolo del antiimperialismo y del nacionalismo. Elegimos la palabra Cóndor por ser, en alguna medida, un símbolo de la soberanía. Y durante esa época se usaron tanto las palabras ‘operativo’ como ‘comando’ Cóndor. Ambas me gustan.

¿Qué significaba ser nacionalista en 1966 y qué significa serlo hoy?

Lo mismo, es querer la Patria. Yo soy peronista y el peronismo es, incluso, algo más que el nacionalismo, porque es lo nacional junto a lo popular. Todas las épocas son complejas, pensá en el Gaucho Rivero subiéndose a un bote para llegar a Malvinas…siempre es difícil, en cada época está el hombre con su inteligencia.

¿Cómo es que Héctor Ricardo García, el director del diario Crónica, se convierte en unos de los pasajeros?

Héctor Ricardo García sabía exactamente del plan y, en realidad, Dardo se encuentra con él porque le iba a presentar un fotógrafo para el viaje. Pero cuando llegó, García sacó una credencial y le dijo: “Yo soy fotógrafo profesional”. No se la quería perder, quería viajar y viajó.

¿Qué sintió usted al pisar la isla?

Yo fui el primero en bajar, así que lo que sentí fue muy importante, muy grande para mí. Pusimos una soga, yo no tenía ninguna instrucción militar, ni siquiera había hecho la conscripción, me agarré de la soga y me tiré. Me quemé las manos de una forma que me las “enllagué” durante un tiempo. Caí con los pies en las Malvinas y la sensación fue muy impresionante, tanto que lo recuerdo como si fuera hoy y en parte es como si lo viviera de nuevo.

¿Qué pasó inmediatamente después?

Se acercaron unas siete personas y las tomamos prisioneras. Entre ellos, el Jefe de Policía, que estaba desarmado, mujeres, niños y un belga que era uno de los mercenarios que daban entrenamiento a la pequeña fuerza de defensa, que tenía la isla en ese momento. Los subimos adentro del avión y después desplegamos las siete banderas que habíamos llevado y cantamos el himno nacional. La bandera más famosa, por la foto, se izó a un poste de hierro que estaba ahí, las otras las desplegamos en alambrados. A última hora, cuando anocheció, cantamos el himno nuevamente, luego las bajamos y nos replegamos dentro de la nave con ellas.

¿Qué hacían los ingleses?

Nos rodearon, pero a unos 500 metros de distancia. Hicieron fuego e instalaron carpas, como para evitar que nos fuéramos de esa zona. Nosotros de día caminamos un área de 200 por 400 metros y llegamos a un lugar donde había agua. Pensábamos que, si la cosa duraba, sería muy necesaria.

¿Cómo llegó el cura de la Isla, Rodolfo Roel, a negociar con ustedes?

La misma mañana que nosotros llegamos, vino a pedirnos que liberáramos a los prisioneros. Nosotros le dijimos que se podía ir con las mujeres y los niños que estaban en el avión. A la noche dejamos ir al resto, junto con los prisioneros, que se llevaron unos volantes en inglés. Los argentinos se hospedaron en casas de familia.

¿Qué decían los pasajeros durante esas primeras horas?

Lo tomaron todos muy bien, tal es así que varios nos pidieron armas, pero no se las dimos. Por supuesto, el que estaba enojadísimo era el Gobernador de Tierra del Fuego. Yo le ofrecí el micrófono para que hablara por la radio del avión, que transmitía a Buenos Aires y lo único que atinó a decir era que pedía frazadas para las mujeres y los niños, a quienes ya habíamos dejado ir hacía varias horas. El tipo estaba perdido.

María Cristina Verrier fue la única mujer del Comando, ¿qué puede decir de ella en esos momentos?

Supongo que tanto ella, como Dardo, habían ideado este operativo. Cristina se comportó de forma muy correcta. Como ella era periodista, había viajado tiempo antes al territorio para hacer unas notas y participó en la inteligencia, conociendo el lugar.

¿Cómo llegó a darse esa confianza que permitió que Roel, el sacerdote holandés, diera una misa dentro del avión?

No era inglés y se hacía sentir. Te podría decir que hasta había una simpatía mutua. Era muy ameno y estaba preocupado porque hubiera un acuerdo final, que no hubiera tiros. Al principio vino un anglicano también y ese nos trataba mal, estaba furioso con nosotros. Con Roel, en cambio, hubo una buena relación a pesar de la dificultad del idioma. Pero no fue una misa, creo yo, fue más bien una oración. La mayoría de los compañeros, y yo también en ese momento, éramos católicos. Sí hubo una misa que se hizo en Buenos Aires, en la que yo no participé, que la dio el padre salesiano Chindemi.

¿El objetivo final del Operativo era tomar las islas?

En realidad, el objetivo era reivindicar la soberanía, era un hecho simbólico. No estábamos en condiciones de algo así.

¿Cómo depusieron las armas?

Al día siguiente, el 29. Pedimos que viniera el Comandante y dijimos que íbamos a deponer armas. Fernández García vino, con una caja y ahí las dejamos y le expresamos que lo hacíamos responsable del armamento porque él, como comandante, era responsable del avión y de todo lo que estaba dentro. El cura ofreció la iglesia como un lugar neutral y hacia allí nos dirigimos.

¿Se realizó algún trato con el Gobernador de las Islas?

Dardo y el Gobernador firmaron un pacto escrito, que decía que no había rendición y que no iban a tomar represalias, que seríamos entregados a las autoridades argentinas. Se suponía no iban a hacernos nada, pero en el momento nos empezaron a revisar y empujar. Nosotros, por las dudas, nos habíamos atado las banderas, yo me había puesto una debajo de la ropa como un pañal. Claro que esos grandotes, tranquilamente nos podrían haber molido a palos y robarnos las banderas, pero no lo hicieron. Lo que sí, nos rodearon y nos hicieron sentir que estábamos prisioneros. Permanecimos en la iglesia sólo un día más, los ingleses querían sacarse a nosotros de encima. Al otro día nos llevaron en el Buque Bahía Buen Suceso a Tierra del Fuego y nos bajaron de madrugada, a escondidas, para que nadie nos viera.

En la confirmación de sentencia, un año después, se ordenó la devolución de las banderas a Dardo Cabo. ¿Sintieron, en alguna medida, que ese hecho fue una pequeña victoria?

Sí, por supuesto, Dardo como jefe del grupo, hizo la apelación al juez y pidió las banderas. Se las quedó él y nadie lo cuestionó. Viajó a España y se las ofreció a Perón, pero el General le dijo que era mejor que las tuviera él. Luego vinieron momentos duros, Montoneros, la lucha armada, la dictadura. Dardo fue preso a fines del 1975 y las banderas quedaron en manos de Cristina Verrier, su mujer. En 1977 lo mataron a Dardo, así que durante todos estos años las tuvo Cristina.

¿Cómo fue el proceso legal que tuvieron que afrontar tras el regreso de las Islas?

El abogado era Torres, de la CGT y la UOM, y había un abogado de Tierra del Fuego también que, cuando nos dieron nueve meses, nos decía que no apeláramos. Pero nosotros nos sentíamos obligados a apelar, aunque nos quedáramos en cana por eso, porque reivindicábamos el hecho, no como delictivo, sino como patriótico. Así que fuimos a Bahía Blanca con la apelación y como ni siquiera estaba legislado el secuestro de un avión, el fiscal de la cámara nos quería inventar el delito de robo al descampado en el que aterrizamos, una cosa totalmente tirada de los pelos. En el ínterin yo me casé con la que era mi novia, estando detenido. Después el caso volvió a Ushuaia y ahí el juez nos condenó a dos años, por lo que obtenemos la libertad condicional casi todos, menos Rodríguez, Cabo y Giovenco. Cristina no pidió la libertad, para quedarse con Cabo. El cura Chindemi los casó religiosamente en la Jefatura de Policía.

¿Siguieron en contacto al volver?

Terminado Malvinas nos disolvimos como grupo. Los años nos fueron ubicando donde a cada uno le parecía que tenía que estar. Con Dardo, yo tenía discusiones porque él estaba con Vandor, pero después nos reencontramos en Montoneros y eso quedó atrás.

A 50 años del operativo, ¿mantiene vínculo con alguno de los integrantes ?

Reivindico a mis 17 compañeros cuando fuimos a Malvinas, sabíamos lo que queríamos y en eso estábamos juntos. Yo estuve en la ESMA y sobreviví, pero muchos fueron asesinados durante la dictadura, como Salcedo y Ramírez. Sigo en contacto con algunos, como compañeros, sobre todo.

¿Y cómo recuerda a Dardo Cabo?

Como un gran compañero. Fui muy amigo de él desde chicos. Su papá, Armando, era un dirigente metalúrgico muy importante, fue Secretario de la UOM y es a quien Evita le encarga la creación de la Milicia Peronista, algo que fue abortado. Cuando la CGT interviene el gran diario opositor de la época, La Prensa, nombra a Armando como director del periódico. La mamá de Dardo muere en el bombardeo de Plaza de Mayo. Me sorprendió mucho ver a Cristina Verrier con la Presidenta, porque todos estos años no había querido aparecer en nada político.

Usted fue reivindicado por la Presidenta Cristina Fernández y hubo otros hechos significativos, como tener un billete con la imagen del Gaucho Rivero, la instalación de las vitrinas con cada una de las 7 banderas en espacios tan significativos como la Ex Esma, el Patio Islas Malvinas en Casa Rosada, el Salón de los Pasos Perdidos del Senado de la Nación, la Basílica de Luján, el mausoleo de Néstor Kirchner, ¿qué sensación le causaron estos reconocimientos por parte del Estado?

Te lo sintetizo: Cristina nos metió dentro de la historia. Nosotros estábamos afuera, no existíamos, el ninguneo era total. Pero hay que decir que todo Malvinas estaba escondido. Fue ella la que movilizó el tema permanentemente en Organismos Internacionales, cuando viajó a la ONU, con todos los recordatorios que se hicieron. Lo que más me emociona es el libro de texto de las escuelas públicas. Yo tengo uno que se los llevé a mis nietos que están en Chile, donde se reivindica el Operativo Cóndor.

La semana pasada hubo una cantidad de dichos y desdichos por parte del presidente Mauricio Macri y de la canciller de la Nación, Susana Malcorra, sobre la relación con Gran Bretaña, ¿qué mirada tiene sobre la política actual en materia de soberanía?

No es coherente con el pensamiento argentino. Lo único que le interesa a este hombre es hacer un negocio en el cual el pueblo se queda con la peor parte, porque de última es legalizar el robo de petróleo y de la pesca, mediante un acuerdo comercial que no es más que un reconocimiento al imperio de que tiene derecho sobre nuestras tierras. No puede ser que un argentino vuele a las Islas y le pongan un sello en el pasaporte.

¿Cómo ve los años que se vienen?

El año que viene no sólo que no se va a poder pagar la deuda, sino que vamos a tener que financiar la cuota que no se podrá pagar. Se está tomando dinero prestado no para infraestructura, sino para gastos corrientes. Entonces después no tenés para pagar los gastos corrientes, ni la deuda. No hace falta que te manden marines, te tienen agarrado con la plata.

¿Fueron invitados a algún acto para este aniversario?

El 30 va a haber un acto en la ex ESMA, por la mañana. No en el Museo Malvinas, porque el director no nos permite realizarlo ahí, dice que somos subversivos, pero se va a hacer en el local de las Abuelas de Plaza de Mayo. Se está viviendo mucho revanchismo, quieren sacar incluso las banderas. Me hace acordar a lo que viví en el ´55.
Actualizado 28/09/2016