Ni pan duro

Ni pan duro

En l os últimos doce meses el pan aumentó un 251 por ciento. Los panaderos se quejan de que no pueden evitar los incrementos y cuentan que la clientela ya no compra como antes.

El consumo de pan se ha convertido en una tradición en la mesa de los argentinos. La profesión de panadero se vio fortalecida con las inmigraciones europeas que se asentaron en el país y brindaron sus recetas. Mignones, figazas, milongas, tortugas, rosetas, baguettes y focaccias son algunas de las variedades que se consiguen en casi cualquier panadería tradicional, sin mencionar la inmensa variedad que conlleva la pastelería nacional. ¿Pero qué sucede con la venta de pan en este contexto de inflación descontrolada y licuación de los salarios? El INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos), publicó un informe que indica que en los últimos 12 meses el precio del pan aumentó un 251,2%.

Carlos Vázquez tiene 40 años, es el dueño de la panadería Lyon ubicada en Chile y Entre Ríos, en el barrio porteño de Congreso: “Hoy a nosotros nos aumenta todo lo que es materia prima, eso nos incide mucho en los precios. La manteca, la margarina, la harina, los huevos; todo incrementa, por eso tenemos que subir todo el tiempo los precios. El momento en el que más se sintió fue no bien asumió Milei, esa semana todo aumentó casi el doble, aumentamos los precios de golpe y no se vendía nada”. Además dice: “Nosotros vendemos comida también, nos aumentaron los elementos que utilizamos para cocinar y hoy la gente lleva menos, antes venían por un sandwich de milanesa o la tarta y hoy esa misma gente viene con el tupper para comprar solamente el pan, se llevan solo lo justo y necesario. Antes era común que se lleven un kilo de pan y hoy se llevan cuatro o cinco pancitos nada más”.

Las ventas en las panaderías han disminuido en el último tiempo. Esta es una de las consecuencias que trae consigo la pérdida del poder adquisitivo por la inflación que asfixia a los trabajadores

Nélida Guzmán, de 56 años, es cajera en la panadería llamada La Familia del barrio de Pompeya, a pocos metros del puente Ezequiel Demonty ( exPuente Alsina). En diálogo con ANCCOM asegura: “Yo creo que hay clientes que hoy deciden amasar algunas cosas y hacerlas por su cuenta, como las prepizzas por ejemplo. Ya no tengo recuerdos de cuál era el precio del pan hace unos meses y me cuesta aprenderme los valores nuevos porque todo el tiempo tenemos que remarcar de nuevo.”

La trabajadora agrega: “Las masas finas y las tortas hoy son un lujo que se da la gente, sobre todo los sábados y domingos que son los días donde más productos se venden por fuera de lo que es pan. Las docenas de facturas salen esos días, durante la semana llevan en menor cantidad, solo lo justo y necesario”.

En la panadería Caris, ubicada en Microcentro, Carabelas y Presidente Perón, un empleado, que llamaremos Enzo para preservar su identidad real, comenta: “Esto de la inflación viene hace rato. La diferencia con otros años es que ahora el porcentaje subió muchísimo en poco tiempo, llegamos a aumentar un 30% en un solo mes. Ya de por sí esta zona viene en decadencia hace mucho tiempo. Este era un lugar donde antes había muchas oficinas y hoy quedaron pocas; la cantidad de masitas finas o facturas que antes se llevaban para un evento o reunión cayó muchísimo, además de la comida que vendemos en el sector de confitería”. Enzo finaliza con la siguiente reflexión: “Las cargas sociales y de impuestos que afrontan los locales de panaderías son muy altas, tener a los empleados en regla y como corresponde cada vez es más difícil con una situación así. Y los ingredientes para los panificados aumentan un montón y los gastos por fuera de eso también, todo lo contrario de lo que pasa con las ventas

El precio de la salud no para de aumentar

El precio de la salud no para de aumentar

En todo 2023 los medicamentos aumentaron 319%. Desde que se dictó el DNU 70/2023 que quitó regulaciones y se discontinuaron acuerdos gubernamentales con laboratorios los valores se dispararon aún más. ¿Qué estrategias adoptan los pacientes para poder seguir un tratamiento?

Según un informe del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), el precio de los medicamentos más requeridos aumentó un 319,1% entre enero y diciembre del 2023, pero solo en el último bimestre del año pasado subieron otro 90%. El mismo informe también hizo notar que existen diferencias significativas entre los precios de distintas marcas que venden medicamentos muy utilizados, como son “omeprazol (antiulceroso), losartan (antihipertensivo), clopidogrel (antitrombótico), paracetamol (analgésico), ciprofloxacina (antibiótico) ibuprofeno (analgésico), salbutamol (broncodilatador) y enalapril (antihipertensivo)”.
Ceprofar recalcó que estas diferencias se explican por “el bajo cumplimiento y deficiente difusión de la Ley 25.649”, de promoción de la utilización de medicamentos por su nombre genérico, sancionada en agosto de 2002. La misma indica, en su Artículo 2, que “toda receta o prescripción médica deberá efectuarse en forma obligatoria expresando exclusivamente el nombre genérico del medicamento o denominación común internacional que se indique, seguida de forma farmacéutica y dosis por unidad, con detalle del grado de concentración”. Lo que sucede en muchas ocasiones es que en las recetas se incluyen las marcas comerciales, incentivando al consumidor a comprar la marca detallada que, además, suele ser la más cara.
Para entender en términos comparativos, en enero de 2023 la variación en los precios de medicamentos había sido de un 4,86% según un informe del Ministerio de Salud de la Nación, más de un punto por debajo de la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mismo mes, que fue del 6%. Por otro lado, la variación interanual entre enero del 2022 y enero del 2023 estuvo entre el 83,9% en medicamentos de la canasta de 25 drogas más vendidas y el 96% en medicamentos de venta libre, también por debajo del IPC anual que fue del 98,8%. Con varios aumentos en el medio, entre el 18 de agosto y el 31 de octubre de 2023 rigió un acuerdo de precios entre el Gobierno nacional y los laboratorios nacionales y cooperativos que congelaba los valores de los medicamentos. Desde que terminó, los aumentos escalaron en noviembre y sobre todo en diciembre. En sólo dos meses, aumentaron más de un 90%. Quedan por conocer los datos de enero, pero lo que se evidencia en distintas farmacias del país son más aumentos exponenciales.

“Muchos han optado por no consumirlo, o por pedir una tira y discontinuar el tratamiento. Me han pedido antibióticos sueltos también; hace rato que no lo veía», señala Figueroa.

Marina, empleada de universidad pública que vive en la Ciudad de Buenos Aires, registra mes a mes los aumentos de los medicamentos especiales que su mamá necesita por padecer de una enfermedad neurológica incapacitante. Si bien PAMI lo cubre en su totalidad, el aumento desde noviembre fue tal que, por ejemplo, la misma droga, quetiapina, pasó de $27.969 en septiembre, cuando aún regía el control de precios, a $44.310 en diciembre. “Si ella tuviera que cubrir con su jubilación mínima ese medicamento junto a los otros para el corazón, el colesterol o la  presión, no solo no llega a fin de mes sino que encima tendría que conseguir más plata para poder pagarlos”.

 

Con la entrada en vigencia del DNU 70/2023, algunas leyes que regulaban los valores de las cuotas de las prepagas de salud, la actividad farmacéutica y el recetado también se modificaron sustancialmente. Esto impactó directamente en el acceso a la salud de la población debido principalmente a las cuotas de las prepagas, que sin restricción pudieron aumentar los valores y ocasionaron la baja de muchos afiliados.

Otra de las complicaciones surgió a partir de la marcha atrás de un artículo del DNU, que ratificaba la Ley 25.649 de medicamentos genéricos, debido al lobby de los principales laboratorios. Nicolás Kreplak, ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, resaltó que hay obras sociales como IOMA que poseen coberturas fijas y que el aumento quintuplicado de los medicamentos más comunes las volvió inútiles.

Al respecto, el farmacéutico Mariano Figueroa Sobrero coincide en la gravedad del asunto. El también exrepresentante de Comunidad del Hospital Iturraspe de Santa Fe durante 18 años advirtió en diálogo con ANCCOM que las personas recurren a distintas alternativas para poder acceder a los medicamentos. “Muchos han optado por no consumirlo, o por pedir una tira y discontinuar el tratamiento. Me han pedido antibióticos sueltos también; hace rato que no lo veía. Un farmacéutico sabe lo grave que es tomar antibióticos sueltos y no completar un tratamiento, por lo que siempre sugerimos que vaya a un hospital o centro de salud para que no sostengan esa práctica. Y esto también repercute en el sistema de salud público, porque un diabético que discontinúa el tratamiento, por ejemplo, llega al hospital con un coma diabético. Así de sencillo”.

El tratamiento para la diabetes, por ejemplo, requiere de distintos insumos, y muchos de ellos están atados a precios internacionales, como puede ser la insulina. Según datos oficiales, “se estima que 1 de cada 10 argentinos de 18 años o más tiene diabetes y dado que, por varios años permanece sin síntomas, aproximadamente 4 de cada 10 personas que la padecen desconocen su condición”. En porcentaje, se estima que la prevalencia es de un 12,7% según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, realizada en 2019.
José Casais, empleado bancario en la Ciudad de Buenos Aires que padece de diabetes tipo 1 que lo hace dependiente de la insulina, cuenta en diálogo con ANCCOM cómo es el día a día de una persona con diabetes: implica medición de glucosa en sangre y al menos una aplicación de insulina diaria. Casais explica que ampliación de la Ley 23.753 de Salud Pública incorporó cobertura de los medicamentos y reactivos de diagnóstico para el autocontrol al 100%: “Si no tuviera la cobertura del Estado, el precio sería prácticamente inaccesible. La insulina común, la llamada lenta, que se aplica una vez por día, sale en promedio $200.000 por mes. Y a la rápida, que acompaña las comidas, se le calcula $100.000 por mes. Como la insulina a aplicarse está en función de la medición de glucemia que tenés, que varía según las condiciones físicas de cada persona, tenés que sumarle el aparato de medición y las tiras reactivas, que sale en promedio $20.000 la caja de 50 unidades. Además, están las agujas descartables para la aplicación de la insulina. Entonces hoy, con la inflación galopante, se calculan mínimo $320.000 por mes”. De no tener la cobertura total o incluso parcial, José estima que un 50% de sus ingresos se irían en la adquisición de la insulina y los elementos necesarios: “¿Qué pasa, entonces, con una persona que percibe un salario mínimo o igual al gasto mensual que acabo de indicar?”. Su temor, como el de muchos que padecen la enfermedad, es un inminente cambio en la ley, como ya sucedió con tantas otras a partir del DNU 70/2023.
El farmacéutico Figueroa cuenta que compañeros suyos que trabajan también en hospitales públicos están viviendo experiencias inéditas: “Está pasando con diabéticos de tipo 1, insulino-dependientes, por ejemplo que hacen un trueque. Se intercambian desde la tiras reactivas sueltas hasta la insulina misma, situación que indica un doble problema: primero, es muy arriesgada porque rompe la cadena de frío que debe respetarse y segundo, que hay gente que no llega a comprar la insulina, ni en los centros de salud ni con la cobertura de las obras sociales. Nosotros como farmacéuticos lo hacemos notar porque queremos que llegue al Ministerio, al provincial, al menos, para que lo investigue y para que empiecen a pensarse políticas de cobertura”. El día anterior a que Figueroa conversara con ANCCOM, la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia a cargo de Pablo de la Torre suspendió la ayuda que brinda la Dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales (DADSE) a pacientes oncológicos, con enfermedades crónicas discapacitantes o patologías agudas urgentes que no poseen cobertura de salud. El pasado 4 de febrero fue el Día Mundial contra el Cáncer.

Cancha libre para los laboratorios

Un informe de la OXFAM presentado en Davos el pasado 15 de enero denuncia que los laboratorios tienen la misma política de aumento de precios a nivel internacional, y que solo se ven limitados en su accionar en aquellos países cuyos gobiernos ejercen políticas de control y regulación de precios. Además, agrega que existen “10 gigantes mundiales de la industria farmacéutica que son resultado de la fusión durante dos décadas de 60 empresas farmacéuticas”. De esta forma, pocos laboratorios se llevan el grueso de las ganancias y profundizan las brechas entre los multinacionales y los nacionales, aumentando los precios desmedidamente. En otras palabras, OXFAM refuerza la idea de que los laboratorios son una empresa que no está interesada en el avance de la ciencia y la medicina, sino que tiene únicamente un fin de lucro.

En Argentina, “ni las farmacias ni los farmacéuticos son formadores de precios. El costo de los medicamentos es una caja de pandora que solo conocen los propios laboratorios: son ellos los verdaderos responsables de los precios”, agrega Figueroa.

Con la remarcadora en la mano

Con la remarcadora en la mano

Si con Alberto Fernández la inflación no daba tregua, desde que asumió Javier Milei la suba de precios se potenció. Los comerciantes dicen que deben aumentar hasta tres veces por semana y que los clientes disminuyeron su consumo.

 Se estima que la inflación interanual de 2023 ascendió cerca de 165%, comparada con los precios de diciembre del 2022. Sin embargo, hay datos que revelan que a partir de la asunción de Javier Milei en la presidencia y la designación del Luis Caputo como nuevo ministro de Economía, esta tendencia de suba en los precios se ha acelerado en menos de tres semanas.

En sus discursos posteriores al 10 de diciembre, el actual presidente mencionó que prevé una inflación mensual  que ronde entre el 20 y 40 por ciento y también enfatizó que será «un ajuste ordenado que caiga sobre el Estado y no sobre el sector privada”. ¿Pero cómo afectan las nuevas medidas los precios en el día a día?.

En diálogo con ANCCOM, David Cabrera de 37 años, cuenta la situación que se vive en la farmacia del Sindicato de Obreros de Maestranza en la cual trabaja, ubicada en el barrio de Parque Patricios: “Los precios de los medicamentos están aumentando bastante, a veces por semanas, días y hasta horas. Es insostenible, sobre todo para los pacientes que necesitan llevarse los medicamentos sí o sí porque son recetados. Lamentablemente los sueldos no aumentan con la misma velocidad”.

No solo los productos de farmacia están sufriendo un alza de precios; los de perfumería también siguen esta tendencia como comenta David: “Las subas durante todo este año fueron constantes, pero la diferencia es que antes eran escalonadas, estas últimas semanas se disparó todo demasiado y muy rápido”, asegura.

Los aumentos han sido generalizados en distintos rubros, incluido el más fundamental, que es el alimenticio. Juan Carlos Lombardo,  de 52 años,  trabaja en la granja avícola La Amistad,  que se ubica a pocos metros de Avenida Sáenz, en la zona de Pompeya, dice: “En lo que es la semana del 25 de diciembre en adelante quedó un poco más calmado el tema de las subas, pero las semanas anteriores fue tremendo con la velocidad que subían las cosas, llegando a tener aumentos de hasta dos veces por día. No te voy a decir que los proveedores especulan pero sí que a veces se guardan cosas”.

Lombardo agrega: “Hoy las ventas también bajaron un poco, antes la gente te compraba kilos y kilos de productos, hoy se llevan de a pocas cositas, solo lo justo y necesario para el momento. Se comentaba que la venta de pollo había aumentado por el aumento de la carne, es verdad que la carne es la “vedette” que eligen los argentinos para las fiestas, pero el pollo también subió, así que no aumentaron tanto las ventas; esto se empezó a acelerar con la devaluación fuerte que hubo con Alberto, pero esta últimas semanas fue peor”.

Por último, Luis Alberto Ricalde, de 35 años, dueño de una verdulería ubicada en el barrio de Villa Jardín, en Lanús Oeste, cuenta: “Yo vendo algunos productos de almacén además de la verdulería, y noté que la yerba y el arroz subieron un montón. En una semana tuve que aumentar los precios de esos productos como tres veces. Con la verdura lo mismo, por ejemplo el morrón rojo se disparó, por eso estoy trayendo menos y un poco más del verde, con la papa pasa lo mismo”. El comerciante asegura: “Se nota mucho cómo la gente compra menos para gastar lo justo y necesario, de a dos o tres cositas, solo repuntó un poco en los días previos de las fiestas, pero antes y después estuvo complicado”.  

Otros precios son posibles

Otros precios son posibles

La UTT organizó un Feriazo Soliario en la Plaza Constitución. Una multitud se congregó con bolsas y changuitos para comprar frutas y verduras a valores accesibles.

Bajo un sol que quema a cualquiera que esté al descubierto, gazebos y carpas comienzan a protagonizar la Plaza Constitución este miércoles por la mañana. La Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) se acomoda para realizar un nuevo “feriazo” solidario ante la inflación de los precios en alimentos y el DNU de desregulación total que quiere imponer el presidente Javier Milei. 

A medida que bajan de camiones cientos de cajones con diferentes tipos de frutas y verduras, las personas comienzan a hacer una fila larga y tendida. Con el paso del tiempo, el sol empieza a molestar cada vez más. Con sus changos o bolsas de compras vacías, cubren sus cabezas de la insolación. 

Algunos, cansados por la espera, toman asiento en la sombra mientras algún familiar hace la compra por ellos: “Me parece bien que hagan esta movida, porque si no…” comenta un hombre que en vez de terminar la frase, se pasa el dedo por el cuello como si fuera un cuchillo. “Estamos fritos”, remata. 

Frente a la boca del subte, un parlante empieza a sintonizar folklore y chamamé mientras las ventas se ejecutan. El flujo de entrada y salida del subte no se detiene y eso ayuda a incrementar el público del “feriazo” solidario. A quienes bajan de los colectivos o trenes, les llaman la atención los puestos; aquellos que veían los precios, sacan fotos y se suman a la fila de espera sin dudarlo. 

Precios justos para el pueblo es el lema de los Trabajadores de la Tierra -familias que se encargan de la producción de frutas y verduras, granos, lácteos y crianza de animales-, quienes cuelgan diferentes carteles que anuncian su reclamo e identidad: “Necesidad de Urgencia es el acceso a la tierra”, “Soberanía alimentaria” y “Agroecología”. Junto a ellos, la lista de precios de las frutas y verduras por dos kilos que no pasan de los mil pesos. 

Delina, quien espera sentada en el piso bajo la sombra, le compra a los Trabajadores de la Tierra desde hace un año: “Son frescas y te las regalan. Un morrón te puede durar dos meses, son lindos y grandes. Si los comprás en otro lugar y no lo usás, al otro día se pudre todo.” Al no contar con pesticidas en sus producciones, son productos naturales que vienen directo de la tierra y sus consumidores lo saben. 

Por esa misma razón, los eligió una oriunda de Wilde, quien tiene a su hija vegetariana y un nieto autista que debe seguir una dieta estricta, sin agrotóxicos. Con una sonrisa en la cara y viendo cómo cargar las siete u ocho bolsas que rebalsan de frutas y verduras en sus manos, comenta que la compra le salió solamente siete mil pesos. Admirada por el tamaño de las frutas y el color que tienen, agarra un tomate gigante a modo de exhibición para contemplarlo. 

A sus espaldas, comienza un desfiladero de trabajadores que continúan cargando en sus hombros y espaldas los cientos de cajones que bajan de los camiones: acelga, pepinos, hinojos, repollos, zanahorias y remolachas eran algunas de las verduras presentes. Todas tenían algo en común: el tamaño de sus cuerpos y el brillo de cada una las hacían ver frescas y sabrosas, resultado de producciones agroecológicas.

“La tierra en manos campesinas y no corporativas” sostiene Marisa, integrante de la UTT frente al puesto de trabajo, en reclamo a uno de los decretos del DNU que plantea la compra de tierra a extranjeros sin límites y como consecuencia, la concentración en manos privadas. 

Derogaciones a la regulación de la yerba mate, el mercado interno, la suba del dólar que afecta a la compra de insumos y alquileres de la tierra llamaron a que los Trabajadores de la UTT salgan a las calles para ayudar al pueblo y atenuar el gasto de sus bolsillos: “Con toda la situación del gobierno nacional, no podemos ver por la tele todo lo que está pasando y no hacer nada” comenta Jorge Ortiz, uno de los protagonistas del “feriazo” solidario. 

“Más allá de la economía, venimos a solidarizarnos con el pueblo. No vinimos a generar, simplemente a brindar el alimento que producimos al pueblo y que pasen un Año Nuevo diferente”, cuenta Ortiz, quien junto a su equipo de trabajo, tienen en claro que realizar canales directos de comercialización con las personas permite precios más bajos y garantiza el acceso a alimentos básicos en medio de la crisis económica.

Blanco y negro sobre la inflación

Blanco y negro sobre la inflación

El índice de inflación de mayo marcó un 7,8%. Si bien hubo una desaceleración respecto al mes anterior, la situación sigue siendo crítica. Un economista cercano al peronismo y otro liberal analizan el problema de los constantes aumentos de precios. Uno habla de multicausalidad y el otro de déficit fiscal. En lo único que coinciden es en que la dolarización no es la solución.

 

Pasó el quinto mes del 2023 y el índice de precios de los bienes y servicios sigue en alza; con un 42,2% de inflación en los primeros cinco meses del año, los ciudadanos se encuentran con cada vez más dificultades para llegar a fin de mes, porque los salarios de los trabajadores no acompañan estos rápidos movimientos de la economía.

Problemas económicos que no tienen freno, que parecieran cada vez empeorar más; con una génesis que no está clara y una sumatoria de percances a la rastra, entre los que están un déficit fiscal que viene desde hace una década, el achique del presupuesto estatal, la deuda con el Fondo Monetario Internacional tomada durante el macrismo, una pandemia, y una sequía que obligaron a una amplia emisión monetaria, más una serie de intentos de políticas económicas que no dieron resultado durante el gobierno de Alberto Fernández.

Es evidente que no hay una única mirada a la situación actual, porque los economistas tienen perspectivas distintas en cuanto al origen de los altos índices de inflación en el país. Sergio Chouza, economista y columnista, aliado a las ideas del peronismo, sostiene: “La inflación es un tema con una multicausalidad de componentes donde la base es la de los desajustes macroeconómicos”. Mientras que Christian Buteler, empresario y analista financiero con mirada liberal, afirma: “La causa de la inflación es exclusivamente la emisión de pesos, después uno debe analizar el detrás y la justificación del por qué se hace”.

Ahora bien, la crisis existe, pero ¿cómo salimos de ella? Claramente no hay receta ni una fórmula que asegure un mayor bienestar económico, pero sí debe haber determinadas políticas que sea cual sea el color político, se deberían tomar. “Se debería ir a un programa de estabilización macro integral donde obviamente el centro tiene que ser una política antiinflacionaria consistente”, afirma Chouza.

Por su parte, Buteler comenta: “Al haber tantos desequilibrios macroeconómicos desde hace más de dos décadas, tiene que realizarse un plan integral, que considere a la economía como un todo, viendo la parte monetaria, lo fiscal, lo cambiario, al tema subsidios o asistencia social, y todo basándose en buscar un equilibrio fiscal, a los efectos de no depender de esa financiación que termina siendo emisión pura y que afecta a la inflación”.

Por lo tanto, ambas miradas coinciden en que cualquier plan de estabilización económica, debe tener en cuenta cada uno de los compartimientos, para que cuando se intente llevar a cabo la estabilización, no se termine perjudicando a algún sector más que otro.

Pero un plan de estabilización económica en cuanto a la inflación, ¿necesariamente conlleva a reducir el gasto público? Como es sabido, muchos economistas, políticos y especialistas en el tema sostienen que la inflación se da por la emisión monetaria, y que eso está dado para solventar al alto gasto público que lleva a cabo el gobierno nacional.

Acorde a esta mirada, Buteler asegura: “Parte fundamental del problema de la Argentina es tener un Estado que gasta más de lo que produce, el nivel del mismo debe ser acorde a sus recursos. El Estado no se puede hacer cargo de todo si no se tiene una organización y financiación que pueda solventar esos gastos. Entonces, en el caso de Argentina, sí es necesario ajustar, pero no vas a empezar por los planes sociales en un país que tiene casi un 50% de pobres, se tendrán que buscar otro tipo de recortes como en el área política conformada por la Cámara de Senadores, diputados nacionales y provinciales, concejos deliberantes”.

Pero, ¿realmente tan solo reduciendo ese gasto público se solucionaría el problema del aumento de precios constantes que padece el país? Vale destacar que durante el gobierno de Mauricio Macri no solo se redujo la emisión de billetes casi a cero sino que también los índices inflacionarios duplicaron a los que había dejado el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. “Lo monetario es un factor muy determinante pero yo creo que no es el único, no podés solamente enfocarte en eso -sostiene Chouza-. Sin dudas hay que ordenarlo, pero sin descuidar el resto de los factores. La prueba está en el 2018, que se aplicó un programa bastante restrictivo en materias fiscales monetarias, pero la situación externa estaba mal con una situación de déficit muy pronunciado de la balanza de pagos, por los dólares que se iban de las reservas ya por el acuerdo con el FMI, entonces no alcanzó solamente tener una reducción del gasto y por ende menores necesidades de impresión de billetes”.

El gobierno actual también duplicó, a su vez, los preocupantes números de aumento de precios que había dejado el macrismo. La presidencia de Alberto Fernández realizó ciertos recortes estatales, como la disminución de subsidios y aumentos tarifarios, por el acuerdo con el FMI, y además, se incrementó la emisión monetaria, probablemente motivados para financiar los gastos durante la pandemia. La preocupación ante el ininterrumpido ascenso generalizado del valor de los bienes, hizo que en noviembre del año pasado, el Ministerio de Economía bajo el cargo de Sergio Massa, implementara una vieja fórmula ya utilizada por gobiernos anteriores para intervenir en los precios, pero esta vez con el nombre de “Precios Justos”. Chouza asegura que “son medidas que sirven para recomponer un poco las referencias de precios, que se suelen romper cuando la inflación supera determinado umbral, que yo prefiero que esté, pero no es un programa antiinflacionario que pueda solucionar problemas estructurales”.

Que el gobierno intervenga en los precios siempre despertó polémica, principalmente para el ala derecha de los economistas. “El Estado generalmente no debe intervenir en los precios porque lo suele hacer mal. Si hay problema con los precios, el Estado debería limitarse a incentivar la competencia, abriendo las importaciones de ese rubro en específico para que de forma natural los precios caigan”, opina Buteler. 

Ahora bien, reducir más o menos el gasto público, intervenir en mayor o menor medida en el mercado, en las políticas cambiarias y sociales, están dentro del debate habitual desde hace años en cuanto a la manera correcta de administración económica de un país.

De todas formas, en el último periodo se ha comenzado a evaluar como alternativa, como medida monetaria, en un grupo reducido de dirigentes vinculados a la Libertad Avanza, liderado por el economista y diputado nacional Javier Milei: la dolarización. Bajo la mirada de estos, los precios se manejan tras los movimientos del dólar y cambiarse a la moneda norteamericana ayudaría a detener la inflación definitivamente porque no se podría acudir a la emisión de billetes.

“No me parece factible porque tiene poco consenso, y además le encuentro un problema técnico en el sentido de que la dolarización requeriría cumplir con ciertos prerrequisitos, para que no sea muy traumática en términos sociales, los cuales se podría reducir al orden fiscal, monetario y acumulación de reservas –argumenta Chouza–. Pero si uno pudiera cumplir con esos puntos, ya de forma natural habría un descenso en la inflación sin necesidad de ceder soberanía monetaria, ni descuidando la cuestión social que esta medida cristaliza a través de una distribución del ingreso mucho más estática”.

Buteler ofrece una mirada similar: “Te puede hacer bajar rápidamente la inflación, pero hay muchos otros problemas económicos de distribución de ingresos o el equilibrio fiscal que no te los resuelve dolarizar. Para sostenerla se deberían hacer ciertos cambios estructurales que en caso de que pudieran mantenerse, tampoco vas a tener inflación. El problema no radica en el nombre que tenga la moneda que tengo en el bolsillo, sino el plan económico y la organización que hay detrás”.

Por lo pronto, la situación económica se encuentra en una situación gravísima, según lo que publicó el Banco Central con el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), que calcula que el aumento de precios esperado para el sexto mes del año rondará el 8%, al mismo tiempo que se estima un 148,9% de inflación anual. Números que preocupan ya que empeoran las previsiones anteriormente publicadas.

El gobierno actual no puede hacer mucho en el corto plazo más que poner un dique de contención para tabicar la crisis. Y esperar, así como sostuvieron los economistas, a un plan integral en manos del próximo gobierno, que pueda traer mayor bienestar al pueblo argentino.