El VIH, 35 años después

El VIH, 35 años después

El pasado 1º de diciembre se conmemoró el Día Mundial de Lucha contra el SIDA y en Argentina, uno de los países más avanzados de Latinoamérica en cuanto al diagnóstico, análisis y tratamiento del virus del VIH,  las cifras médicas indican que hay aproximadamente 120.000 personas que lo poseen,  pero se calcula que un tercio de esa cantidad desconoce esa situación. ANCCOM dialogó con especialistas en la temática, a 35 años del primer caso detectado en el país y con un proyecto de ley congelado en el Congreso.

Lorena del Valle, miembro de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (RAJAP) afirma que “El VIH no es una enfermedad. Tienen que pasar muchas cosas antes de que uno llegue a la etapa de SIDA, por desconocimiento o por propia voluntad de no llevar adelante el tratamiento”. Esta situación favorece el desarrollo de enfermedades “oportunistas” (infecciones o tumores) que aparecen aprovechando la caída de las defensas. Del Valle agrega: “Las enfermedades oportunistas siempre atacan de forma muy fuerte y muy violenta”. Según la edición 2016 del Boletín Epidemiológico de VIH-SIDA difundido por el Ministerio de Salud, 17 personas por día se infectan el virus y en el 90% de los casos, la vía de transmisión son las relaciones sexuales sin preservativo.

Dicho Ministerio, a través de la Dirección de SIDA y Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), promueve el acceso universal a la prueba de VIH en forma gratuita, voluntaria y confidencial. Se recomienda hacerse el test de VIH a las personas que tuvieron relaciones sexuales (orales, vaginales o anales) sin preservativo; a las que compartieron agujas, jeringas o máquinas de afeitar con otras personas o a aquellas que desean tener un hijo de manera de evitar posibles transmisiones del virus al bebé. Por otro lado, a partir de la Ley Nacional de SIDA, sancionada en 1990, se garantiza el acceso al diagnóstico y tratamiento gratuito de VIH y otras enfermedades asociadas. El Estado brinda, además, todos los estudios de seguimiento a quienes se atiendan en el sistema público de salud.

“Argentina tiene uno de los índices más altos de personas que acceden al tratamiento antirretroviral. Por la ley vigente, el tratamiento se entrega gratuitamente al 100% de los pacientes, ya sea a través del sistema público como los de las obras sociales y de las prepagas”, sostiene José María Di Bello, secretario de la Fundación GEP (Grupo Efecto Positivo) y miembro del secretariado de RedAr (Red Argentina de Personas Viviendo con VIH-SIDA).

Desde el año 2007 y como medida de prevención, el Estado pone a disposición de la población puestos de distribución de preservativos, ubicados en espacios públicos de gran circulación. Soledad Sequeira, abogada y miembro del Área de Derechos humanos de la Dirección de SIDA, ETS y HEP virales resalta que “además hay que tener acciones de prevención precisas y estratégicas que lleguen a esos lugares donde son necesarias. La prevención tiene que llegar a todo tipo de lugar y de cultura. La información tiene que estar adecuada a cada autonomía y cada identidad”. Otra de las políticas públicas que se lleva a cabo es la se entrega de leche maternizada para bebés recién nacidos de mujeres con VIH en hospitales de todo el país.

Gracias a los tratamientos actuales, cada vez son más las personas que tienen VIH sin desarrollar SIDA. Más allá de las políticas de salud adoptadas por el Estado, las personas con VIH-SIDA sufren estigmatizaciones y discriminación. Lorena del Valle resalta que “existe algo que nosotros llamamos ‘la enfermedad social’ que tiene que ver con la segregación que sufrimos. Todavía se tiene un concepto muy antiguo de lo que es vivir con VIH. Se lo asocia con la muerte, con drogadicciones o con promiscuidad y hoy ya no es tan así”. Y agrega: “En caso de que lo fuera, nadie tiene autoridad como para cuestionar la manera de vivir del otro”.

José María Di Bello considera, justamente, que “el obstáculo más grande para frenar el VIH-SIDA sigue siendo el estigma y la discriminación. Es una realidad contundente en nuestro país como en otros. Sobre esto no había mucha materia de legislación y, a decir verdad, la ley de los años 90 es buena pero se encarga exclusivamente de los aspectos biomédicos”. Por eso, desde el año 2014, se viene gestando un proyecto de actualización de la normativa que contempla los determinantes sociales y cuestiones ligadas a los derechos humanos. En esa propuesta trabajan ONGs, la comunidad científica y la Dirección Nacional de SIDA.

En el proyecto se planea crear el Observatorio contra el Estigma y la Discriminación Asociados al VIH-SIDA y las Hepatitis Virales. La propuesta legislativa tiene artículos que sancionan específicamente situaciones del ámbito laboral, educacional y sanitario, como poder multar a aquellas empresas privadas u organismos públicos que pidan el test como condición para acceder a un trabajo. Además, el proyecto incluye a las infecciones de transmisión sexual (ITS) como la sífilis, gonorrea, clamidiasis, herpes, hepatitis B y C, VIH y VPH.

El proyecto de ley fue presentado en el Congreso en el año 2016. “El 13 de junio de 2017 se logró un dictamen favorable en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. Desde esa fecha, debía pasar por la Comisión de Legislación General y la de Presupuesto y Hacienda, pero lo cierto es que no ha pasado nada” expresa José María Di Bello. Los días y meses pasaron acompañados de movilizaciones pero la propuesta no recibió el tratamiento necesario y con el cierre del año legislativo perdió estado parlamentario. Por lo que, como el Juego de la Oca, el tratamiento legislativo deberá volver a empezar.

Actualizado 05/12/2017

“La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos”

“La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos”

Lucas ‘Fauno’ Gutiérrez es un periodista y escritor porteño, fanático de Sailor Moon, capricorniano y VIH positivo. Aunque dice no ser periodista, sino “haber devenido uno”, Lucas cofundó la Revista Waska, su primer proyecto autogestivo, trabajó en AM Splendid y colaboró en el suplemento Soy de Página/12. Actualmente es colaborador en BuzFeed Latinoamérica y columnista especializado en sexualidades en #TuMuch (Much Music Latinoamérica). En 2008, Lucas se enteró de que era portador de VIH y desde entonces sintió la necesidad de hacer y de trabajar por la visibilización y en contra la estigmatización de las personas en su condición. Fue productor del Ciclo Positivx! en Casa Brandon y gran parte de su activismo se desarrolló a través de la acción poética. Dos veces Campeón del Slam de Poesía Oral en Capital, sus escritos recorren las temáticas de la diversidad sexual desde una perspectiva que ataca la teoría de los géneros binarios y, aunque no esperaba que fuera así, hoy se convirtió en un referente del VIH en Argentina.

¿Cuándo decidiste hacer público tu caso de VIH?

Asumirlo es un proceso de todos los días. Primero salí a hacerlo público en las redes porque yo sentía que si lo exponía en todos lados iba a evitar el momento de mierda de tener que contárselo a alguien. Si alguien venía a coger conmigo, ya lo sabía. Después entendí que nada que ver. Fue todo un recorrido. Durante mucho tiempo prevalecía el virus antes que yo. En algún momento el virus llegó a ser más importante que toda mi personalidad. Yo te encaraba diciéndote ‘soy VIH positivo’. Tardé un montón en entender que soy Lucas, soy de Capricornio, soy fan de Sailor Moon, y además soy VIH positivo.

¿Sentís que esa primera reacción tuvo que ver con la presión de la mirada social?

La sociedad te genera guetos y espacios para que te quedes encerrado en ellos. Para que no salgas de ahí. A veces te vende el VIH, que tiene carga y estigma negativo, tiene culpas, y otras veces te vende lugares cool, como el under. ‘under, no pactes con el sistema’, te dicen, te venden. ¿Por estar en un espacio de difusión masiva dejo de ser under? El under solo existe para que el mainstream tenga un punto de comparación.

¿Tu activismo empezó cuando te enteraste de que eras VIH positivo?

Nunca me planteé un activismo. Yo hice. Tengo pulsión de hacer. La gente me dice ‘vos sos activista’ y yo me pregunto ‘¿ah, sí?’ Yo hago porque necesito hacer. Jamás quise ser un referente de VIH. Lo que yo necesitaba era no vivirlo en secreto. Siempre me escriben por Facebook para preguntarme o contarme situaciones. El otro día una piba me escribió ‘no sé cómo voy a vivir con este secreto’ y tuve la necesidad de decirle ‘no lo vivas como un secreto, contáselo a quienes valgan la pena, compartíselo como un regalo a alguien, como una ofrenda, que se sientan privilegiados porque estás contando algo tuyo’. Eso no quita que, si vamos a garchar, yo tenga mis cuidados, conmigo, y con vos. Porque pareciera que los que tienen VIH tienen que andar protegiendo al otro. ¿Y yo? ¿Y mi cuerpo? ¿Y mi autoestima? ¿Y mi vida?

Muchas de las temáticas de tus artículos periodísticos tienen que ver con el tema. ¿Sentís que es un modo de generar nuevos canales de información?

En BuzFeed Latinoamérica, mis editoras son muy abiertas. De repente me encontré en un medio latinoamericano hablando de lo que quiero y como quiero, y por eso creo que ellas plantean un nuevo periodismo. Lo divertido no quita lo importante. Cuando llegué a BuzFeed y Conz Preti me preguntó si escribiría una nota sobre VIH, yo lo acepté de inmediato. Temas de los que no se podía hablar, ahora aparecían con lenguaje de amor. Mi activismo ataca no tanto los problemas, sino las pseudosoluciones.

¿Ese devenir periodista está relacionado con el “no quiero vivir en secreto” del que venías hablando?

Tengo un gran problema con las estructuras impuestas. Yo no podría haber estudiado periodismo jamás. No por la carrera, sino por mí. No puedo seguir los pasos de algo impuesto. En ningún aspecto. Creo que la homosexualidad, basada en la heteronormatividad, creó la homonorma. Pareja obligatoriamente binómica, porque también podés elegirlo, todo lo normado es malo, y hay que recordar que lo puto no quita lo facho.

¿Sentís que las cosas cambiaron desde que hiciste público tu caso de VIH?

Lo primero que cambió fui yo. Tardé mucho en aceptar que yo podía elegir a mi pareja. Yo cogía por default, con quien quisiera coger conmigo. Yo había perdido toda autoestima. Estaba a la espera de que alguien me amara. Nunca tuve una gran autoestima, pero potenciada por el VIH, era peor, porque ahora era feo, y además, era sidoso. ¿Quién me iba a amar? Venía cualquier persona y me aferraba, no a la persona, sino al hecho amatorio. Tardé un montón en llegar a establecer un vínculo real con alguien. Con el último pibe del que estuve enamorado, con quien tuve un gran vínculo, me dijo una gran frase. Me dijo: ‘Esperá que me pongo un forro así vos te quedás tranquilo’. No era ‘así yo me cuido de vos’, sino ‘así vos también te relajás y la pasás bien’. Eso me ayudó a crecer un montón como persona. Yo no soy el puto de catálogo, chongo, groso, hermoso, con todos los dientes. Y cuando empecé a salir con pibes y los observaba, sus panzas, sus culos chatos, su torpeza, yo los amé más. Me parecen hermosos. Y ellos me eligen a mí. Es muy loco cómo aprendés a quererte desde la mirada ajena. Que primero a tu belleza la tenga que valorar la otredad me parece un síndrome total de la época. ¿Cuántos likes tiene mi foto de perfil?

¿Cuál sentís que es, de parte de la sociedad, la primera reacción frente a la deconstrucción de la teoría del género binario?

La deconstrucción de todo binarismo se basa primero en la conciencia binaria. Yo no puedo deconstruir si no tengo una conciencia del binarismo. Cuando hablo de ‘nosotres’, lo hago y me copa, pero no quiero que se me confunda con mucho idiota que habla del ‘nosotres’ porque está de moda. Repito, lo puto no quita lo facho. Que compartas una foto de Milagro Sala no te hace activista. Hay un voyeurismo del activismo que no tiene nada que ver con el hacer. Y la gente es una mierda. Empezando por mí. La gente es el gran cáncer de este planeta. Nos creemos indispensables, tenemos religiones e hijos para nunca morir. Perpetuamos nuestra locura y nuestras enfermedades en hijos de nuestra propia sangre. Todos tenemos miedo a morir, y la única muerte es el olvido, entonces creamos obras todo el tiempo, trastornamos hijos para que nuestro legado de locura se mantenga en el tiempo. El amor es efímero, la maldad familiar y la ignorancia de nuestros padres nos expulsa del paraíso.

Tu activismo, o este ‘hacer’ tuyo, tiene mucho que ver con la poesía. ¿Crees que es posible separar el arte de la política?

El gran error del arte es pensar que tiene un espacio propio. Esa libertad encorsetada es funcional al sistema macabro. Yo digo que dejemos de hacer poesía. Somos todos dioses, hermoses, con las luces que nos iluminan en los escenarios de los Slam, siendo los más aplaudidos. ¿Y en casa? ¿Y en la calle? ¿Sos un slam en la calle? No hablo en contra de la poesía ni del circuito poético. Es mi base, es mi raíz. Ese under es como mi casa. Pero después, ¿qué hacemos en la vereda? ¿Qué hacemos en la calle? Si en mi muro pongo que no hay que decir piropos a la gente, ¿eso queda en mi muro o en mi cotidiano? La conquista del capitalismo es volver el arte un producto de manufactura.

¿En qué sentido entendés al arte como un producto de manufactura?

Si querés arte, andá al MALBA. El arte es decirle a tu papá que el piropo está mal, es decirle que no le compre azul al nene y rosa a la nena. El capitalismo, lo que no puede destrozar, lo incorpora. Ahora los homosexuales tenemos matrimonio igualitario. Estoy a favor del matrimonio igualitario urgente, pero estoy en contra del matrimonio, punto. Apoyo muchísimo el matrimonio igualitario, pero también sé que me adormece. Debería haber sido un pie de inicio para una lucha más fuerte, pero fortaleció el flagelo del matrimonio hétero. Hay que desarmar ambos caminos. El amor es una de las mayores víctimas de la modernidad y del capitalismo. El amor está arrasado por los conceptos retrógrados de los cobardes. Lo mismo con la Ley de Identidad de Género. No niego su importancia, ¿pero a cuántas travas ves laburando?

¿Qué puntos cruciales pensás que faltan en la información que recorre sobre el VIH?

No hay trabajo de prevención, hay trabajo de decirle a las personas blancas, heterosexuales, hombres, negativos, cómo no agarrarse el virus de los pobres, presos, travas y sidosos. Hay muy poco de hablarle al cuerpo positivo, de decirle que vale la pena. Denigrar a la otredad requiere dos o tres frases prefabricadas, ‘algo habrán hecho’, ‘por qué no denunciaste’, ‘andá a saber en qué andaba’, ‘mirá cómo está vestida’, ‘para qué fue a la casa’.

¿Cómo pensás que se podría revertir eso?

Lo primero es ser consciente. Soy hijo de un nefasto y paternalista Estado. No hay una visión mundial de las personas con VIH, porque si es por el capitalismo, ojalá nos muramos todos. Porque somos drogones, putos sidosos, presos, somos escoria de la sociedad. No somos eso, pero me refiero a que la gente gusta de pensar eso, porque mi ser escoria los vuelve a ellos buena gente. Mi miseria contra sus acciones. Me encantaría sentir algún tipo de amparo por parte del Estado, pero nunca lo sentí, y pienso que con el presidente que tenemos hoy y con el gabinete nefasto que lo asesora, sería demasiado.
Actualización 15/06/2016