Retrato de un periodista comprometido con la justicia social

Retrato de un periodista comprometido con la justicia social

“Sebastián Moro, el caminante” es un documental sobre el corresponsal mendocino asesinado durante el golpe de Estado de 2019 en Bolivia.

Sebastián Moro, el caminante es un documental que explora los últimos movimientos que realizó el periodista argentino antes de ser asesinado el 16 de noviembre de 2019 en Bolivia, mientras se precipitaba el golpe de Estado que derrocó al presidente Evo Morales. Tras casi cuatro años de su fallecimiento, la causa sigue sin respuestas y sus familiares y amigos luchan por esclarecer lo que pasó aquella noche en que Moro salió a caminar como solía hacerlo y regresó con signos de politraumatismos que, una semana más tarde, derivaron en su muerte.

El documental, dirigido por María Laura Cali, recoge una multiplicidad de voces entre las cuales aparece principalmente la de Sebastián, recuperada a través de la utilización de audios de WhatsApp que envió a sus conocidos. Su madre, Raquel, y sus hermanas, Penélope y Melody, cuentan detalles de su personalidad y su trabajo profesional; también se hacen visibles los testimonios de sus colegas y allegados que vivieron junto a él sus últimos días de vida.

El audiovisual comienza en Mendoza, lugar del que Moro era oriundo, y muestra sus inicios en Radio Nacional, donde tenía un programa que se especializaba en derechos humanos. Con el gobierno de Mauricio Macri se vio obligado a abandonarlo, y fue entonces cuando decidió viajar a Bolivia para explorar nuevos horizontes y terminar ejerciendo como editor de Prensa Rural por su contacto y compromiso con la Confederación Única Sindical de Trabajadores Campesinos de Bolivia.

Retrato de un periodista comprometido con la justicia social

«Yo quería retratar la vida de Sebastián, que lo que priorizó era cubrir los sectores más vulnerables: ese fue mi objetivo», dice María Laura Cali, directora del documental.

El mendocino realizó un arduo trabajo por cubrir los crímenes de lesa humanidad en Argentina a través de su programa de radio Despacito y por las piedras, mediante la transcripción de los juicios a la dictadura y a través del abordaje de crímenes de violencia institucional: este trabajo lo formó como cronista. Durante su trayectoria demostró tener un fuerte compromiso con este tipo de causas. Su militancia en contra del golpe de Estado a Evo Morales en Bolivia fue la que marcó su trágico destino con tan sólo 40 años.

María Laura Cali respondió acerca de si buscó retratar a la sociedad boliviana desde un lugar de dominación cultural: «Hay una dominación cultural, hay mucho racismo en Bolivia, pero no fue una mirada intencional sobre el lugar de dominación cultural. Yo quería retratar la vida de Sebastián, que lo que priorizó era cubrir los sectores más vulnerables: ese fue mi objetivo. Quise mostrar a quiénes defendía a través del periodismo: gracias al trabajo de Sebastián, que le da cobertura, ellos logran obtener justicia, porque estaban usurpando sus territorios».

Cali plantea que los medios hegemónicos de comunicación bolivianos jugaron un rol decisivo: «¡Fue terrible! No paraban de negar el golpe, decían que no había un golpe y lo siguieron haciendo antes y después, generando fake news y tergiversando la realidad. El periodismo es la nueva manera de dominación que tenemos a través de los medios hegemónicos. Es una práctica que ya sabemos que se está efectuando a nivel mundial y sobre todo a nivel latinoamericano cuando necesitan dominar a la población. Creo que la más vulnerable es la clase media, que cree en esa tergiversación de la realidad, que pone el eje en otro lado y no donde debe ponerlo, y es a raíz de eso que se logra la dominación y los votos hacia la derecha».

La directora conoció a Moro en octubre de 2019 tras una entrevista en la que el mendocino se interesaba por su documental Los ñoquis, enfocado en los despidos durante la asunción de Macri. Tras la muerte del periodista, Cali decidió reivindicar el fuerte compromiso que tuvo con las causas sociales. «Retrato la vida de un periodista comprometido con la verdad, la justicia, que tiene un gran sentido social, que llega a postergar su propio bienestar por dar luz a estas problemáticas y que por eso termina encontrando la muerte. Quise retratar que defender esa manera de vivir te puede llevar a la muerte. El documental fue una mirada de una historia de vida».

Su hermana Penélope Moro, quién también trabajó con él en Radio Nacional, lo recuerda: «La que convenció a Sebastián de que su camino de vida era el periodismo fui yo, él empezó profesionalmente después, pero cuando lo hizo, lo hizo con mucha más entrega. Se fue creando una relación muy particular entre los dos por compartir el oficio».

El audiovisual logra transmitir la situación de miedo y desesperación que se vivió en Bolivia frente a la intervención de la extrema derecha contra el gobierno de Evo Morales. Con imágenes originales y la reconstrucción del momento a través de los testimonios de sus protagonistas el audiovisual traslada a los espectadores a esa Bolivia azotada por la violencia militar, pero también combatiente, que buscó al igual que Sebastián resistir el golpe.

El golpe de Estado de Bolivia se traslada a su Embajada en la Argentina

El golpe de Estado de Bolivia se traslada a su Embajada en la Argentina

Una guardia policial en la puerta de la Embajada impide el acceso a cualquier boliviano. 

“Vamos a cuestionar el cordón policial que hay afuera de la Embajada. Nosotros necesitamos que ustedes puedan ingresar ya que es un derecho de todos los bolivianos”, dice Vladimir, uno de los seis huelguistas de hambre, en el video que se difundió en redes sociales y muestra cuál es la situación en el interior de la sede diplomática de Bolivia en Buenos Aires.  “Estamos encerrados”, continua Vladimir mientras gira la cámara del celular y enfoca la cerradura de la puerta. Sus compañeros la intentan abrir pero es imposible. 

El conflicto comenzó cuando el lunes pasado se presentaron en la Embajada representantes de la Cancillería de Bolivia del gobierno de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez. Entre ellos Julio Alvarado, quien fue nombrado Ministro Consejero, y Guido González Paz, nombrado Cónsul Adjunto. Frente a la instalación de estos representantes de facto, que no cuentan con las acreditaciones necesarias que marca la normativa, se presentaron en la Embajada integrantes de la comunidad boliviana que cuestionaron la presencia de golpistas en su territorio soberano. Hubo varias reuniones hasta que finalmente seis bolivianos residentes en Argentina decidieron quedarse dentro del edificio realizando una huelga de hambre. A partir de ese momento, se montó un cordón policial en la puerta que impide el acceso a cualquier boliviano. 

Este martes, los huelguistas cumplieron sus primeras 24 horas apostados dentro de la Embajada ubicada en la avenida Corrientes al 545. En la vereda hay una vigilia pacífica de organizaciones sociales como la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y el Movimiento Evita y La Dignidad. Tienen prohibido el ingreso al edificio por cuatro policías de la Ciudad de Buenos Aires. Pero eso no les impide cantar ,“Evo no está solo carajo” ni colocar en la fachada del edificio la wiphala, ni pegar carteles con consignas como “el pueblo originario muere de hambre, no a la dictadura”.

“No somos de bajar los brazos rápido. Necesitamos ver hoy sí o sí a esta gente, sino radicaremos una denuncia por retención indebida de personas. Acá en la Argentina hay un Estado de facto: la Embajada de Bolivia. Se trasladó el golpe acá”, explicaba a primera hora de la tarde Pablo Pimentel,  titular de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza (APDH-La Matanza).

“Los maltratan. No los dejan ingresar al baño. Tampoco a nosotros nos dejan entrar a ver, ni acercarnos. Ese es el miedo que tenemos. No sabemos en qué va a terminar. Ahora no tenemos novedades. Llamamos y no contestan. Sabemos que allá en Bolivia les quitan los celulares para dejarlos incomunicados. Estamos viviendo lo mismo de allá acá”, contó a ANCCOM María Blanco, integrante de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia, Bartolina Sisa.

Seis bolivianos se declararon en huelga de hambre dentro de la Embajada y afuera un grupo de manifestantes demuestra su solidaridad con ellos y con Evo Morales.

Además de representantes de las organizaciones sociales, la vigilia está integrada por bolivianos autoconvocados, como el caso de una periodista que no puede regresar a su país: “Salieron mis fotos en todas las redes sociales bolivianas buscándome por terrorismo y sedición. Me acusaron de haber quemado casas, por eso me vine a la Argentina. Allá hay un notorio silenciamiento de los medios de comunicación”.

Recién a las 17, se les permitió el ingreso a Pablo Pimentel y Fernanda Pereyra, abogada y militante de Quebracho, para tener una reunión con los funcionarios y poder ver a los huelguistas.

“Estamos pidiendo que salgan. Ahora si se resisten también vamos a respetar su decisión. Pero les pedimos que salgan ahora sanos y salvos con los abogados. No sabemos en el camino qué les puede pasar cuando no hay nadie que los acompañe. Porque confianza en la policía no tenemos”, explicó Maribel Guayguasi, secretaria ejecutiva de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia, Bartolina Sisa.

La reunión se extendió más de lo esperado. Innumerables llamadas y mensajes de WhatsApp entre el adentro y el afuera no bastaban para ponerse de acuerdo. Con el paso de las horas las mujeres que sostenían la bandera boliviana se fueron sentando en el único banco de la vereda. Después les siguieron algunos hombres sentándose en el cordón. La mayoría estaba ahí desde las 8 de la mañana y el cansancio se notaba en las caras.

“Evo no está solo carajo”, gritaban afuera del edificio los manifestantes.

Finalmente, pasadas las 21, salieron Pablo Pimentel, Fernanda Pereyra y tres de los huelguistas, dos hombres y una mujer, quien entre lágrimas declaró: “No es grato para nosotros como bolivianos no tener confianza en nuestro país. Hay tantas mentiras infundadas… luchamos por nuestros derechos. Tenemos miedo y eso es lo que más me duele. Pero hermanos, nosotros aquí en la Argentina estamos en un país guerrero, de lucha. Agradezco a los que la pelearon por entrar y ver cómo estamos adentro.”

Como resultado de la reunión se labró un acta en la que los huelguistas obtuvieron garantías de seguridad y reafirmaron la decisión de no aceptar a personas que no estén acreditadas legalmente por la cancillería. Por su parte, Pimentel se comprometió a realizar una presentación judicial.

 “No naturalicemos lo que está pasando en la región y digamos un fuerte ‘nunca más’ a ningún golpe de Estado en ninguna parte del mundo y menos a la Patria Grande. Luchemos para que haya una verdadera democracia”, concluyó Pimentel. 

Por el momento, en Argentina también sigue la resistencia.