El Poder Judicial en el centro del reclamo de Ni una menos

El Poder Judicial en el centro del reclamo de Ni una menos

Por octavo año se desarrollo la movilización que exige poner fin a la violencia contra las mujeres y diversidades. Desde entonces, la primera edición, los femicidios aumentaron.

Contra todo pronóstico, el 3 de junio de 2023 la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia amanecieron con un cielo despejado y un sol que puso en pausa el frío otoñal, al calor de un reclamo que se extendió por todo el país. La lluvia y la niebla prometida se borró del mapa para dejar paso a la marea feminista que marchaba hacia el Congreso con la premisa: “¡Vivas, libres, desendeudades y en las calles nos queremos”. Desde temprano, se concentraron grupos en las estaciones de trenes donde las puertas estaban abiertas y liberadas con el acompañamiento estatal de Trenes Argentinos que permitió viajes gratuitos para los marchantes. Las filas en las paradas de los colectivos concentraban miradas curiosas y otras decididas.

Las miradas que no cargaban curiosidad eran las de los conductores de autos particulares y taxis que buscaban atravesar la osadía de la ciudad en marcha. En las calles San José y Avenida de Mayo, una agente de tránsito se frustró al no lograr contener a las manifestantes que cruzaban la calle en peligrosas maniobras, todo para estar más cerca de la Plaza del Congreso. Los conductores, que eran en su mayoría hombres, aprovechaban la situación descontrolada para tocar bocina y gritarles a las mujeres, en clara búsqueda de intimidar con el sonido de sus aceleradores. Pero ese caos quedó atrás al llegar al escenario principal, donde los grupos se tomaban las manos y armaban barreras para evitar que el tránsito interfiera con lo que estaba sucediendo. Los bombos, las banderas y las bengalas lo confirmaban: aquí estaba el feminismo. 

En 2015, el año del primer Ni Una Menos, la cantidad de femicidios anuales se posicionó en 235. En 2022, se produjeron 292 femicidios y 9 trans/travesticidios.

En 2015, el año del primer Ni Una Menos, la cantidad de femicidios anuales se posicionó en 235, según la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En 2022, se produjeron 292 femicidios, 9 trans/travesticidios, relevados por la Asociación Civil la Casa del Encuentro, la primera ONG que reunió las estadísticas de femicidios. Este número que no mermó, sino que aumentó, potenció los reclamos que año tras año mantiene la consigna “Vivas nos queremos”. “Hoy somos más compañeras monitoreando”, confirmó Ada Beatriz Rico, presidenta de la Asociación Civil la Casa del Encuentro que se encontraba marchando en la esquina del Congreso, sobre Rivadavia y Callao. “Cuantas más seamos, más reclamos podemos hacer y más voces se van a levantar exigiendo. Pedimos más políticas públicas para las mujeres y las compañeras trans”, enfatizó en su entrevista con ANCCOM

Entre las columnas de agrupaciones políticas y grupos activistas, también se encontraban cientos de madres con sus hijos e hijas. Yesica, de 27 años, tenía a Emily en brazos de tan sólo un año. Juntas disfrutaban de la música, mirando a sus compañeras de alrededor, esperando frente al escenario la presentación del documento oficial de Ni Una Menos. “Decidí marchar hoy porque sufrí violencia de género y también tengo hermanas que pasaron por lo mismo”, contó Yesica. “Traje a mi hija debido a que me sigue para todos lados, no se queda con nadie”, enfatizó, mientras aseguraba que ella busca inculcarle los valores del feminismo. El documento contemplaba a cada una de las madres que se encontraban manifestándose, ya que sostenía que “Maternar es político” y exigía políticas de Estado que acompañen a las maternidades. Teniendo presente que los femicidios también afectan a las infancias, ya que en 2022 se registraron 341 hijas e hijos que quedaron sin madre a causa de ellos, siendo el 65% menores de edad, según la Asociación Civil la Casa del Encuentro.

“Estamos en un momento bisagra: se han hecho muchas conquistas, pero que también hay varias amenazas sobre esos avances”, aseguró para ANCCOM Paula Rodriguez, periodista y autora del libro #NiUnaMenos. “Hay una demanda fuerte, que es que el Poder Judicial avance en su reforma y aggiornamento”, enfatizó, sumando su voz al reclamo específico de esta marcha, que exige en su documento oficial: “Con este Poder Judicial no hay ni una menos. Exigimos una reforma judicial transfeminista, plurinacional e interdisciplinaria”. Rodriguez remarcó que “hoy tenemos muchos casos de femicidio en donde hubo un pedido de cuidado y denuncias previas. Se debe actuar en la protección de las víctimas”. Así lo demuestran las estadísticas: en 2022, 59 víctimas habían realizado denuncia y 13 femicidas tenían dictada medida cautelar de prevención.

El efusivo clima de bombos, cánticos y música en la Plaza del Congreso se acalló cuando se encendieron los micrófonos en el escenario. Las mujeres, solas, en grupos o agrupaciones, se recargaron sobre postes, paradas de colectivo o paredes para escuchar atentamente a los familiares de víctimas de violencia de género. Ellos pusieron voz a un reclamo que ya no es solo de ellos, sino que es de cada una de las presentes y no presentes.

La hermana de María Isabel Speratti Aquino, quien era activista feminista y fue víctima de femicidio, aseguró firme y contundente: “María, como muchas otras, denunció a su agresor”. “Estamos aca porque la vida de María es la de cientos de mujeres, solo por ser mujeres, y no queremos que el final de esas cientos sea el que tuvo mi hermana – continuó Rocío Speratti Aquino–. Fue gatillada por su femicida frente a sus hijos, pero empujada a la muerte por el Poder Judicial”. En el marco de los reclamos, cuestionó que ese Poder Judicial “decidió darle el beneficio de la duda al violento”, mientras desviaba la mirada del caso.

Con el pedido de una reforma judicial feminista y una mirada más presente por parte del Estado, resonó el caso del del ahora exjugador de Boca Juniors, Sebastián Villa, que luego de tres denuncias por violencia de género y abuso sexual, continuó jugando en las canchas hasta que la justicia se pronunció sobre el caso. Un día antes de la marcha de Ni Una Menos, cuando el Tribunal en primera instancia lo declaró culpable con una condena de dos años y un mes de prisión de ejecución condicional, es decir, de no cumplimiento efectivo. Tras la resolución, la Comisión Directiva de Boca Juniors decidió apartarlo del equipo y no lo volverán a convocar en los partidos “hasta tanto recaiga pronunciamiento judicial definitivo”, según el comunicado oficial. Esta condena y suspensión es considerada un pequeño avance en las luchas feministas dentro del ámbito futbolístico, que pelearon estos ocho años de marcha para que se interpele a la justicia y a los clubes por su lento accionar  a pesar de tener áreas de género en las instituciones.

Entre las manifestantes, también se encontraba “La revolución de las viejas”, movimiento del cual participa la portavoz de la Presidencia de Argentina Gabriela Cerruti. Entre bailes y risas, sostenían el reclamo “¡Al patriarcado y el edadismo los vamos a hacer caer”. Mabel, docente que participa en esta organización, aseguró: “soy de la generación del 70, y hemos estado siempre en la calle para pedir nuestros derechos”. Con unos ojos celestes y vibrantes, que parecían tener pequeños destellos y miles de historias atravesadas, enfatizó que en “La revolución de las viejas” luchan por “transitar las vejeces con plenos derechos. Por eso estamos acompañando el Ni Una Menos y en sororidad con todas las mujeres, para acabar con la discriminación de edad”.

En la gran manifestación, las distinciones de edad no dividen, sino que unen: Belén una docente y activista de 22 años elevó un reclamo muy parecido: “Vine a marchar porque me parece que es clave que todas las feminidades puedan vivir, básicamente”. Se encontraba con sus compañeras de marcha, quienes lanzaban miradas furtivas y ansiosas hacia la marcha y el Congreso, listas para sumergirse entre los distintos grupos manifestantes. Belén confirmó: “Si no nos movilizamos, si no respondemos y si no nos organizamos, la derecha y los movimientos más conservadores avanzan, quitándonos lo que conseguimos y la concientización que logramos”.

Con la lectura del documento y poco a poco, desde Plaza de Mayo y hacia el Congreso se acercó la niebla prometida por el servicio meteorológico. Sin embargo, inmutadas, las y los manifestantes continuaron atentos a los reclamos del Ni Una Menos, que decía “basta de femicidios, lesbicidios, travesticidios y transhomicidios”, a la vez que pedían una correcta aplicación de la Educación Sexual Integral (ESI) y el aborto legal, que enfatizaban que maternar es político y decían basta a la violencia medico, gineco y obstetricia, al ajuste por el pago al FMI y a la patologización de los cuerpos gordos.

La atención mermaba entre el escenario y los carteles. Las madres dirigían su mirada  a sus hijas e hijos, otras manifestantes a sus compañeras, mientras que otras observaban la niebla que se avecinaba. Pero solo había un par de ojos al que todas querían mirar y no podían: a los ojos de las que no estaban, a los ojos de quienes fueron víctimas de femicidios. Y por ellas fue el reclamo: Ni Una Menos.

«Que exista una movida queer es de yuta madre porque el folklore siempre ha sido muy machista»

«Que exista una movida queer es de yuta madre porque el folklore siempre ha sido muy machista»

Crónica de una noche entre zapateos, bombo, pañuelos, glitter e inclusiones feministas y trans en el barrio de Almagro: cuando la danza se transforma en un acto político.

Almagro. Sobre la calle Mario Bravo, un cartel advierte: Centro Cultural Archibrazo. El afiche en la entrada interpela a los invitados: “Respeto, diversidad e inclusión”. Banderines multicolores decoran los pasillos que llevan al patio. De fondo suena “Zamba para no morir”, de Mercedes Sosa. A unos pasos está el salón. En el escenario, una luz pone el foco en la bandera colorida que tiene escrito «Folklorazo Queer», el movimiento que organiza el evento. Los colaboradores van de un lado a otro para ultimar detalles. Todo indica que pronto comienza el baile.

Las violas ya están afinadas y los músicos en el escenario. Acomodan las partituras y preparan los acordes para dar inicio a la peña disidente. El público —amigos, amigas, parentela, curiosos y curiosas— espera para levantarse ni bien escuche las primeras notas de la chacarera. Esta noche van a bailar y zapatear sobre el piso gastado de la heteronorma. El Folklorazo Queer garantiza la fiesta.

“Lo queer es lo no binario. Traemos ese término a la danza para romper con los estereotipos de género. El Folklorazo le da espacio a propuestas artísticas que no son hegemónicas. Superamos el cupo femenino y trans en los escenarios”, dice Eli Marchini. La joven de 33 años es oriunda de José Mármol. Cuenta que es lesbiana, bailarina y organizadora de la peña. Desde 2019, el Folklorazo Queer apoya a los artistas sexualmente disidentes en el tradicional género, a través de encuentros “libres de prejuicios y llenos de amor y danza”. 

Un gesto de rebeldía

El gaucho y la paisana son las figuras arquetípicas del folklore tradicional. El primero, con la frente en alto, bien “macho”, conquistador y habitante de las llanuras pampeanas. Fiel representante de la vetusta “argentinidad al palo”, la tradición y las costumbres del campo. La mujer gaucha, “la china”, sumisa, dócil y delicada, devota cuidadora del rancho. Son símbolos instalados en el imaginario social del ambiente folklórico desde épocas remotas, representantes de una patria conservadora y binaria que se quedó en los tiempos del Martín Fierro, lejos de la apertura que se vive en el presente en nuestra sociedad. 

Si toda estructura está para romperse, las identidades diversas caen como un tsunami que arrasa sobre la ya obsoleta superficie heteronormativa del folklore. Entonces, las pistas de las peñas se abrieron de a poco al glitter y a las diversidades e identidades disidentes.

En las pistas del Folklorazo reinan la extravagancia y los colores brillantes de protesta, y nadie está obligado a usar pollera o bombacha si no lo representa. Juegan los tacos, las plumas, el brillo. El drag y el vogue se suman como disciplinas en un criollismo resignificado.

Con este ideal de transgresión en la cabeza, Sol Pérez y Elina Marchini crearon esta peña nómade. Un encuentro por mes, un paso más hacia la igualdad y la libertad. Cuentan que una vez cada cuatro semanas buscan espacios que las reciban con amor y sin prejuicios. “Pero, claro, siempre están los misóginos que te miran de reojo y te juzgan por ser torta,: ser mujeres no heterosexuales es un obstáculo”, dice Eli. Luego agrega que, muchas veces, cuando quieren presentarse en lugares administrados por hombres, no les ofrecen días ni horarios, les cierran la puerta en la cara. 

La clave, según las chicas, está en no parar. En demostrar que el Folklorazo no es marketinero, que apuestan por un espacio que reivindica las identidades de género, las orientaciones sexuales y las distintas formas de vivir lo popular.

Clase de baile

“Armemos una ronda así bien grande entre todes”, dice Sol, bailarina, profesora y motor del evento. Este sábado, la sala de El Archibrazo quedó chica para los bailarines y las bailarinas que se acercaron a aprender zamba. Todos y todas revolean los pañuelos al compás de la guitarra en seis por ocho que suena a través de los parlantes del centro cultural. La mayoría son principiantes. Les cuesta coordinar izquierda y derecha, los giros y el zapateo. Disfrutan y se ríen cuando no les salen. Lo importante es disfrutar. “En nuestras clases siempre decimos que el zapateo y zarandeo es tirar magia. Cada quién puede bailar cumbia, vogue, contemporáneo, o lo que mejor le salga, si es parte de su identidad”, resalta Sol.

“La idea es conectar con la otredad, con nosotras mismas”, dice Justin, bailarina, cantante y actriz no binaria. Es otra de las organizadoras del Folklorazo. Esta noche enseña a “sentir el pañuelo”, a caminar el espacio, a mirar a los ojos, a comunicar a través de la danza. Explica: “Acá venimos a ser lo que queremos ser, para sentir la zamba con cada paso que damos”.

La ronda continúa, cada vez más sincronizada. Una vez aprendidos los movimientos básicos, llega el momento en el cual los bailarines y las bailarinas se animan a la primera coreo de la noche. “Amiga, mostrémosles este paso”, lanzan las profesoras y la cosa se va poniendo más complicada. Las docentes dividen a los participantes en dos filas enfrentadas. Se baila de a dos, rotando pareja y lugares para que todos bailen con todos. Es inevitable que los cuerpos se choquen en cada pasada. “Uy, perdón”, se escucha, entre risas. Se practica la coreo reiteradas veces: sobrepasos triples, medias vueltas, encuentros, desencuentros, errores, aciertos. Al final de la clase, todos y todas hacen una “pose final”. Las profes piden un fuerte aplauso. 

Música y esperanza

Mientras las organizadoras levantan el micrófono y hacen la presentación, el público compra cervezas y empanadas. Se preparan para la fiesta.

Pausa. Silencio. Expectativa. Suben ellas: la “Banda en construcción”. Así se definen, por ahora. Es la primera vez que tocan juntas. Su repertorio, detallan a coro, fusiona el folklore local con géneros latinoamericanos como el tango, la murga y el candombe. Así forman esta noche: Ana en el bombo, Macu en la voz y la guitarra, Georgina en la voz y en el cuatro. Consultadas por su propuesta musical, resaltan que buscan transmitir un mensaje revolucionario a través de las letras de otras artistas.

Suena una chacarera de Duratierra. El público deja las sillas para ir a bailar. La diversidad tiene su momento de disfrute con zapateos, zarandeos, el avance y retroceso de esta danza bien argentina.

Después de un par de vueltas de chacarera, llega el momento del tango. Lo que parece ser un homenaje, se desmiente a los pocos segundos. “Raras, como encendidas”, canta Macu, y todo el mundo sabe que habla de “Los mareados”. Pero de esas estrofas de antaño quedaron detalles nada más: “Esta noche hay aquelarre / las ancestras convocadas /¿Qué me importa que se rían / que nos llamen las mareadas?”, resignifica y sigue: “Hoy decimos Ni Una Menos / y en las calles lograremos, vida y libertad”. 

“Que exista una movida queer es de yuta madre, ya que el folklore siempre ha sido muy machista y muy masculino. Seguimos haciendo lo que hacen los feminismos y disidencias, y dejamos un mensaje político al subirnos al escenario”, explica Georgi. El show termina con “Creo”, un tema de Eruca Sativa. La canción, firme exponente de la lucha de los feminismos, agrega un mensaje de protesta al final: “Hartas estamos de los femicidios, de los travesticidios, de lesbofobias. Hartas de no poder decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras formas de amar. Estamos hartas de que abusen de nuestras infancias, pedimos por infancias que no estén más invisibilizadas”. Una ola de aplausos invade el salón de El Archibrazo.

La noche sigue. Hay agite y viene del Oeste. Ellas se llaman Maldita Sea. Dani está en la voz, Inés en bombo y segunda voz, Agustina completa el grupo en violín. La peña se llena de alegría y de buenas energías. El público acompaña y sigue bailando, como si la noche fuera eterna. “Nuestro repertorio musical es de Santiago del Estero”, cuentan. Detrás de cada selección de canciones, hay una investigación profunda, revelan las Maldita Sea. Se fijan en las letras, en la historia de sus compositores, para que vayan en sintonía con el mensaje feminista y de respeto por la diversidad que quieren transmitir.

La noche termina, y es solo recién con el último acorde que suena de Maldita Sea cuando la gente enfila para la salida. Las organizadoras y artistas prometen repetir la peña pronto, no sólo para extender el disfrute, sino para continuar con la visibilización y promoción de espacios donde primen el respeto, la diversidad y la igualdad. En este sentido, Georgi señala: “Estar arriba de un escenario que se define como folklore queer es un acto político”.

«La deuda es con nosotras»

«La deuda es con nosotras»

Miles de mujeres se movilizaron en todo el país en el marco del Paro Internacional Feminista #8M para exigir al gobierno justicia con perspectiva de género frente a a un Poder Judicial patriarcal y machista, reivindicaron el pedido por la igualdad, el reconocimiento de todos los trabajos y el reclamo por salarios dignos.

A pesar de que en gran parte del país las temperaturas no cedieron y alcanzaron los 37 grados, las calles ardieron pero esta vez no por la temperatura, sino por la indignación y el pedido a viva voz de miles de mujeres que exigieron transformaciones de fondo al sistema judicial. Además se movilizaron en contra de la violencia de género, de la precariedad laboral y reclamaron por la falta de salarios dignos, en un nueva jornada de #8M. En CABA, los carteles, banderas, cánticos y las diferentes muestras artísticas y gastronómicas, también sumaron a la atmósfera que se pintó de violeta y verde.

Los diferentes colectivos, sindicatos feministas y las personas que se autoconvocaron se dieron cita en Avenida de Mayo y 9 de Julio para marchar hacia el Congreso a las 15, pero sobre las 16:30 tuvieron que desplazarse hacia las calles Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, ya que se fueron sumando miles de  personas a la manifestación.

Marisela Escalante, vocera de la organización La Poderosa, contó que llegaron a las 6 de mañana desde la Villa 31, porque buscan recaudar 500.000 firmas para poder presentar un proyecto de ley de iniciativa popular que reconozca salarios dignos para las trabajadoras de los comedores comunitarios y para organizar las distintas cooperativas autogestionadas por mujeres cabeza de familia. “Nosotras estamos hoy presentes para que se reconozca la ley por salarios dignos para las compañeras que cocinan en los comedores populares. El Gobierno sabe que los comedores existen porque aporta la comida pero no reconoce a las mujeres que trabajan en ellos”. Y cerró: “Esta iniciativa no es de ningún partido político, comedores populares hay en todo Buenos Aires y en todas las provincias, lo que queremos es que el Gobierno reconozca el derecho de las trabajadoras de cobrar un sueldo digno. Durante la pandemia las cocineras fueron las que mantuvieron a los distintos vecinos que no tenían trabajo y pasaban situaciones muy difíciles. Pedimos las garantías sociales por ley para cualquier trabajador/a”.

 Por su parte, la secretaria de Igualdad de Oportunidades y Género de la Asociación de Trabajadores de la Sanidad de Argentina (ATSA) zona sur, Natalia Fernández, sostuvo que “nuestra consigna es ‘por todos los derechos, por todas la mujeres’. Venimos a reivindicar todos los derechos de las mujeres, que la paridad de género no sea solo algo impuesto por números, sino algo activo y tangible. Pedimos tener real participación en todos los ámbitos. Es la primera vez que nosotras participamos de este movimiento, pero el sindicato no se puede alejar del pedido de la sociedad que es un cambio. ATSA zona sur  es el primer sindicato en todo la Argentina que en la lista tiene paridad de género, es un paso muy importante y necesario”.

Sobre las 16, los cánticos de las estudiantes de los secundarios retumbaron en cada edificio a la altura de Santiago del Estero. Mora de 16 años, estudiante del Instituto Lomas de Zamora y miembro del comité estudiantil de género, dijo: “Creo que es importante salir a las calles y visibilizar todos nuestros reclamos, ya sea por la implementación de los derechos que ya conseguimos, como la ampliación de los que quedan por conquistar, también por las distintas violencias y femicidios. Es la primera vez que vengo y lo pude hacer con mis compañeras y es algo inolvidable, estar todas juntas y unidas en un día como hoy para hacernos escuchar es necesario y hermoso”.

Desde el colectivo Ni Una Menos, la militante Paola Roca expuso el conjunto de reclamos por los que se movilizan: “La transformación de la justicia, la ilegalidad de la deuda externa que nos empobrece a todas y todes, el acceso a la tierra y vivienda y la agenda clásica de género, en contra de las violencias, la homofobia, la transfobia, lesbofobia, etcétera. Estas son nuestras reivindicaciones a la que se le suman otras no accesorias, sino relevantes en el sentido de que el feminismo tiene algo particular para decir sobre la agenda social”.

Con un altavoz y al ritmo de las batucadas sobre la 9 de Julio se escuchó fuerte y claro a las militantes de distintas agrupaciones de izquierda sentenciar: “El gobierno de Fernández no para de chamullar/}cartelea ministerios y presupuesto real/lo escucharon en la radio,  salió por televisión/ ese 8 de noviembre diciendo que terminó/, no terminó, eso se sabe/gritemos juntas el Estado es responsable”.

Desde la provincia de Jujuy, Olga Choque de 70 años, llegó con un cartel de un metro en el que denunciaba distintas problemáticas que no son conocidas pero que aquejan a los propios. Con un vestido típico, color rosa y amarillo, y un sombrero, Choque declaró: “Soy de pueblos ancestrales milenarios, estoy tratando de visibilizar los distintos conflictos que tienen nuestras comunidades en la provincia de Jujuy, por ejemplo, el tema territorio- tierra y litio, este es uno de los motivos por los cuales el Gobernador de la provincia, Gerardo Morales, está buscando arrasar con todas la comunidades, desaparecer los pueblos ancestrales que vivieron siempre en esos lugares. Es muy grave lo que está pasando y no solo nos afecta a las mujeres sino a toda la comunidad”.

Por su parte, Daniela Ortiz Durán de 27 años, migrante colombiana en Buenos Aires hace 8 meses, expresó: “El feminismo es una fuerza que te ayuda a hacer parte de una colectividad, te enseña a reconocer y recordar que no estás sola y que haces parte de algo mucho más amplio y diverso. Mi deseo en esta oportunidad es conocer las distintas facciones y diversidad que alojan los feminismos que incluso a veces son tan contradictorios. Al ser migrante la lucha feminista ha sido un vehículo para empezar a construir vínculos nuevos y a tejer una solidaridad que se pierde en el momento de migrar y que bajo el pretexto de tener una lucha en común, se van reconstruyendo no solo esa esfera, sino las distintas esferas de la vida cotidiana”.

 

 

Ortiz destacó: “Sé que hay distintas corrientes feministas que pretenden que la demanda no se enuncie solo hacia el Estado nacional, sino que intentan ser un poco más abarcativas, es decir, saben que la lucha es aquí pero también las compañeras de Colombia, Perú, Irán y distintos lugares del mundo exigen lo mismo. Entonces, soy consciente de que esta es una lucha que excede el salir a demandar algo  al Estado que en últimas terminan siendo un ejercicio que reitera una subalternidad de las mujeres.” Y agregó: “Venimos a exigir pero también venimos a agenciar y a conocer dentro de nuestras propias posibilidades que otros colectivos hay, que están haciend ,y que ya hay mujeres haciendo cosas. Creo que va más allá de exigir al Estado o gobierno y es más de mostrarnos protagonistas y conocer qué están haciendo otras compañeras y darnos cuenta que los cambios están sucediendo y que no estamos a la espera de que pasen, si no los conseguimos”.

Al caer la tarde y ante los últimos rayos de sol, miles de personas se reunieron frente al Congreso

para dar cierre a la jornada. Magdalena Fernández Recoba, docente en una escuela de Floresta, ya un poco cansada y sentada en la vereda con un guardapolvo que en la espalda decía “La profe te cree”, habló del papel crucial que cumplen docentes en la educación y cuidado de niñas y niños y dijo: “Nosotras tenemos un espacio muy importante en las aulas y debemos estar abiertas a todo lo que nos puedan contar y tomarlo, para muchxs es el único espacio de expresión. También es muy importante que se implemente la Educación Sexual Integral ESI, que se trabaje y se cumpla en todas las escuelas, es fundamental para las infancias y adolescencias que este sea un lugar donde nos ocupemos de la ESI”.

 

«No me molesta que me griten puto»

«No me molesta que me griten puto»

Futbolista amateur en una liga bonaerense, Nicolás Fernández es el primer jugador en hacer pública su homosexualidad. “Con mis compañeros se me hizo fácil porque me conocieron como persona primero”, afirma. Entrevista publicada el 20 de julio de 2022.

Nicolás Fernández, 27 años, fue el primer jugador argentino en reconocerse gay en un ámbito tan homofóbico como el fútbol. Arquero en Huracán de Pellegrini de la Liga Trenquelauquense, en diálogo con ANCCOM cuenta como hizo público su elección sexual en un vestuario frente a sus compañeros, su relación con las hinchadas y su lucha constante por la visibilización del amor homosexual.

¿Cómo empezaste en el fútbol?

Arranqué de chico a jugar en mi pueblo, Pellegrini (provincia de Buenos Aires, en el límite con La Pampa). Debuté a los 15 años en primera y me mantuve hasta los 18. Luego de dos años sin jugar estuve en Barrio Alegre de Trenque Lauquen, en la liga amateur. En 2017 pasé por la Liga Cultural de La Pampa, un año y medio por Deportivo Rivera, medio año en Anguil y seis meses en Atlético Belgrano, de Santa Rosa. Me rompí ligamentos cruzados y volví en 2020 a atajar en Belgrano. Hicimos toda la pretemporada y pude jugar sólo un partido, porque nos agarró la pandemia. Después me mudé a La Plata y empecé a jugar en Universitario de Berisso, en la Liga Platense. Luego de ocho años de haber dejado de jugar en Huracán de Pellegrini, volví al pueblo y al club y estoy viajando todos los fines de semana a jugar.

 

El capitán del equipo me preguntó delante de todos mis compañeros si los pibes que vivían conmigo en la pensión eran gays. Yo le dije que hacía tres años que salía con un chico.

Nicolás Fernández

¿Cómo fue el momento en que declaraste ser gay en un vestuario?

Cuando jugaba en Rivera, estábamos jodiendo con el capitán del equipo y delante de todos mis compañeros me preguntó si con los que yo vivía en la pensión, que eran tres compañeros, eran gays. Me preguntó delante de todo el plantel. Yo le blanqueé lo mío, que hacía tres años que salía con un chico y si había algún problema que me lo dijeran. Por suerte quedó todo ahí, la mejor. Se me hizo fácil porque siempre me conocieron como persona primero, y después mis gustos o elecciones sexuales. Más tarde, en un boliche, estaba con mi expareja y decidí hacer una publicación en Facebook, y ahí se viralizó

¿Te acordás qué decía?

“Soy feliz. Gracias a quienes lo entienden. Y perdón a quién no. Un género no determina nada y mucho menos habla de quién soy como persona. Estoy enamorado y sí, de alguien de mi mismo sexo”. Justo coincidió con que era un 28 de junio, Día Internacional del Orgullo LGTB, pero no me di cuenta, no fue a propósito.

De un día para el otro te convertiste en una figura mediática…

Recibí apoyo de todo el mundo, de personas que creía que no se iban a arrimar o no iban a decir nada. Me han escrito futbolistas amateurs de España, Perú, Estados Unidos, diciéndome que era un paso adelante para ellos, que les había servido un montón.

El arquero siempre está cerca de las hinchadas, ¿cómo reaccionás ante los insultos?

Es parte del folklore del fútbol, lo tomo así. No me molesta que me griten “puto” o “qué lindas medias tenés”, porque yo antes usaba medias rosas a propósito. Al contrario, me doy vuelta y me río, lo tomo a chiste. No me tomo nada a pecho porque es en joda, y si lo dicen de verdad, habla mucho más de ellos que de mí. En este 2022 me ha tocado participar de clásicos de Huracán de Pellegrini con Atlético, que es uno de los más grandes de la zona. Van más de 2 mil personas. Siempre está la expectativa de que te griten cosas, pero el último clásico fue con mucho respeto, nadie me dijo nada respecto a mi sexualidad, sí ha pasado con otros equipos, pero no le doy bola, no presto atención, disfruto, más cuando el partido termina con un triunfo nuestro.

 

 

 

¿Cómo sigue tu futuro en el fútbol?

Disfrutando. Volví a compartir cancha con mi mejor amigo que es como mi hermano, después de ocho años. Estoy en el club del cual siempre fui hincha y siempre quise estar, jugando siempre en el fútbol amateur, veremos cómo sigue, por el momento sólo disfrutar y que se den los resultados para que estemos más tranquilos

¿Hay alguna reflexión que te gustaría transimitir?

Siempre digo lo mismo: cada uno tiene que vivir en la forma en que le toca y elija, sin miedo a lo que puedan llegar a decir. La gente va a hablar siempre, para bien o para mal. Es cuestión de disfrutar y no prestar demasiada atención a cosas que no tienen importancia.

«En un mundo de unos y ceros, vamos por la diversidad»

«En un mundo de unos y ceros, vamos por la diversidad»

Se realizó la quinta edición de Femit Conf, un evento para visibilizar el trabajo de la comunidad transfeminista en la industria tecnológica. Solo el 25 por ciento de los inscriptos en carreras del sector es mujer.

Tras ocho meses de planificación y con el trabajo de más de 40 personas voluntarias, se llevó adelante la quinta edición de la FemIt Conf, una conferencia de tecnología con perspectiva de género, gratuita y abierta a todo el público. El evento estuvo a cargo de Las de Sistemas, una comunidad transfeminista de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries, que trabaja en la industria de la tecnología y tiene como principales objetivos “visibilizar, potenciar, capacitar, contener y transformar los espacios de trabajo en lugares inclusivos”.

Declarada de interés por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, y por el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA (que brindó el espacio para la transmisión del evento), la FemIt incluyó charlas que abordaron diversos temas de la tecnología como: la inteligencia artificial y el arte, el emprendedurismo, la robótica, la educación, la identidad de género en los datos, y la inclusión laboral trans, a cargo de Mocha Celis.

La conferencia se realizó de manera virtual, y contó con la presencia de algunas oradoras para responder preguntas del público, además de que posibilitó la participación de personas a nivel nacional e internacional. A su vez, a lo largo de la jornada se realizó una colecta para el Proyecto Nahual, que capacita de forma gratuita a personas de sectores más vulnerados con el objetivo de brindarles una oportunidad laboral en el rubro de sistemas. 

 “En un mundo de ceros y unos, vamos por la diversidad” se observa en la bandera de Las de Sistemas. La comunidad surgió en 2017, cuando un grupo de colegas comenzaron a discutir acerca de cuáles eran los problemas a los que se exponían todos los días: discriminación, dificultad para acceder a posiciones de liderazgo, y diferencias salariales. “Uno de los problemas que siempre hablábamos era que íbamos a una conferencia y eran todos hombres: arriba del escenario, en la audiencia, y asistíamos en grupo para no estar colgadas en el ambiente. Entonces propusimos hacer nuestra propia conferencia, con nuestras propias reglas, donde las personas del colectivo sean quienes den las charlas, y los hombres puedan venir como parte del público. Así arrancamos en 2018 con la primera edición”, recuerda Virginia Barros, integrante de la comunidad y organizadora de la FemIt Conf, en diálogo con ANCCOM

Una problemática de género

Según datos del estudio realizado por Chicas en Tecnología sobre la brecha de género en carreras de tecnología, ésta se ubica como el área en el que menos paridad de género existe, con un 25 por ciento frente al 75 por ciento de los hombres. Sin embargo, de cada 100 mujeres que se inscriben en programación, se gradúan 19, y de cada 100 hombres, se gradúan 16. 

Respecto de estas cifras, Natalia Palau, Ingeniera en Sistemas y docente de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), comenta que la brecha entre mujeres y diversidades respecto a los hombres es evidente, y es lo que hace que se dé una conferencia de este tipo. “En los cursos tenés por cada treinta hombres a dos mujeres, y si hay cinco, son un montón”, reflexiona. Una experiencia similar tuvo Raysa Alanes, que al cursar sus estudios notó que había una brecha porque la mayoría de sus compañeros eran hombres, pero se naturalizaba. 

La falta de diversidad en tecnología implica una mirada sesgada en la creación de productos que luego son utilizados por la sociedad. Barros sostiene que “hay muchos estudios que muestran aplicaciones que salieron mal ya sea por no probarlas en mujeres, o por no contemplar accesibilidad. Y también los equipos diversos vuelven todas las discusiones y el trabajo mucho más rico, porque tenés distintas miradas”. 

En ese sentido, Lucia Fresno, que trabaja hace más de 20 años en tecnología y se define como una militante por la inclusión laboral de género en todos los ámbitos, explica que existe una excusa que aparece al preguntar por qué no contratan a otras personas que no sean hombres, y es “porque no hay mujeres ni personas trans capacitadas”. En respuesta a esto, Fresno comenta que surge la necesidad de generar un espacio donde poder dar visibilidad al trabajo de sus colegas, siendo este uno de los puntapié para el origen de la FemIt.

 Sobre el impacto que pueda tener la conferencia, Barros considera que mucha gente se suma sin tener conocimientos y se va con un montón de herramientas que les permite hablar de cosas que no se hablan en otras conferencias, como lo que sucede a nivel educacional, diversidad, y de observar el abanico de posibilidades que pueden existir relacionadas con la tecnología. También, “que las empresas tomen nota y empiecen a aplicar políticas en sus ámbitos corporativos para desarrollarse como profesional o académico, para que esto también empiece a pasar ahí, y no quede solo en una conferencia”, concluye Palau.