Las pericias también complican a los policías

Las pericias también complican a los policías

En la sexta jornada del juicio por la Masacre de Monte, el perito balístico Lucas Basanta no sólo desechó que los policías hayan disparado al piso, sino que además confirmó que las vainas servidas encontradas en la escena fueron accionadas por el capitán Ruben García.

El lunes se retomó el juicio por la Masacre de Monte en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de La Plata, fue la sexta y anteúltima audiencia previa a conocer, este miércoles 17 de mayo, el veredicto por parte del jurado popular y la jueza Carolina Crispiani. La fiscalía presentó tres testigos que complicarían aún más la situación de los policías enjuiciados por el asesinato de los cuatro jóvenes de San Miguel de Monte, ocurrido el 20 de Mayo de 2019. Por otro lado, cuando la audiencia parecía concluir, dos de los acusados, Mariano Ibañez y Manuel Monreal, declararon su versión de los hechos.

En una jornada marcada por las constantes interrupciones tanto de la jueza como la defensa, el fiscal, Mariano Sibuet, llamó a declarar a tres testigos fundamentales para exponer el accionar de los imputados. El primero de ellos fue el perito balístico, Lucas Mateo Basanta. A partir de los informes realizados por pedido de la Fiscalía, Basanta se centró sobre la bala calibre 9mm hallada en el muslo izquierdo de la víctima, Gonzalo Domínguez. El perito testimonió que la deformación del proyectil estaba en la nariz -la parte delantera- y no había una superficie “dura, áspera y rugosa”, lo que implicaría que los policías no apuntaron al piso tal como sostiene la defensa de los acusados. Basanta declaró: “La deformación está en la nariz y no está rugosa, puede ser que haya impactado contra un hueso, o contra un telón de interpuesto, como puede ser una chapa del automóvil, y después ingresa al cuerpo de la víctima. No me da la sensación de que haya impactado contra una superficie dura o plana”.

Mientras Susana Ríos se retiraba para no oír los detalles del disparo efectuado a su hijo Gonzálo, Lucas Basanta prosiguió. Planteó que el proyectil calibre 9mm, fue disparado por la pistola Bersa Thunder Pro N° 13-H57836, arma reglamentaria perteneciente al imputado, Manuel Monreal. Por último, explicó que las cuatro vainas servidas, que la policía descuidó al momento de limpiar la escena del crimen, fueron accionadas por la pistola Bersa Thunder Pro n° 13544188, arma reglamentaria del capitán Rubén García: “El estriado de los proyectiles permiten ver de manera fehaciente que esa bala atravesó el arma en cuestión”

La segunda testigo fue la médica Karina Cinquegrani, quien atendió a la víctima y única sobreviviente de la masacre, Rocío Quagliarello. La doctora afirma que Rocío ingresó al hospital El Cruce, ubicado en Florencio Varela, con riesgo de vida. La paciente presentaba un edema cerebral, múltiples fracturas (húmero, fémur, tibia, lado derecho del tobillo, clavícula, maxilar inferior) y una laceración del hígado. El tercer testigo en pasar fue el perito informático,y miembro del cuerpo de investigaciones judiciales de procuración, Jose Luis Sanchez, quien se encargó de abrir los aparatos móviles tanto de las víctimas como de los acusados, con el fin de obtener el grueso de la información. Mientras que en los teléfonos de los jóvenes no se encontraron más que videos divirtiéndose momentos antes de ser perseguidos por la policía, en uno de los celulares de los acusados se encontraron audios provenientes del subcomisario Franco Micucci, en los que pedía ordenar la escena de los hechos, así como también mantener la calma porque la culpa no era de ellos, sino de las víctimas por “resistirse” a las autoridades.

Hacia el final se leyó la transcripción realizada a la cámara Gesell de Rocío Quagliarello, debido a los inconvenientes técnicos surgidos durante su filmación.

Cuando todo parecía concluir, la defensa hizo claras las intenciones de los cuatro imputados -Manuel Monreal, Mariano Ibañez, Rubén García y Leandro Ecilapé- de declarar ante el tribunal oral.

Por cuestiones de tiempo, sólo Ibañez y Monreal pudieron llegar a declarar. El primero se desligó de cualquier responsabilidad, planteando que el Fiat 147 en el que iban los jóvenes se dio a la fuga, por medio de una maniobra en la que habría puesto en peligro la vida de los oficiales. El policía que estaba a cargo del volante del patrullero en el que también iba Monreal argumentó: “Mi trabajo fue hacer un cerrojo policial, yo no disparé, estoy preso hace cuatro años por un cerrojo”. Con respecto a la escena del crimen, en la cual los jóvenes Anibal Suarez (22), Gonzalo Domínguez (14), Camila López (13), Danilo Sansone (13) y Rocío Quagliarello (13) impactan contra un acoplado producto de la persecución policial, Ibañez sostiene haber estado a 15 cuadras de distancia de los hechos: “Cuando llegué al lugar pido inmediatamente una ambulancia”.

Manuel Monreal, por su parte, afirma haberse bajado del móvil con el arma desenfundada y disparar, con la justificación de ser una operación de riesgo: “Doy la voz de alto, veo al 147 haciendo caso omiso a mi alerta y me quiere embestir, me quiere matar, efectúo dos disparos a la rueda para detenerlos, jamás para lastimar a nadie”. Luego, insistió nuevamente: “Yo tiré, yo disparé, no quise matar  a nadie. Quise detener el auto. Fui instruido porque tengo que cumplir con mi deber”.

Para la séptima jornada del martes 16 de mayo, se esperan las dos declaraciones faltantes de Rubén García y Leandro Ecilapé, para luego proceder a los alegatos de las partes. Será transmitida por el canal de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, tal como se espera que suceda el miércoles con el veredicto final.

Declaró la única sobreviviente de la Masacre de Monte

Declaró la única sobreviviente de la Masacre de Monte

Durante la quinta jornada en el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de La Plata fueron presentadas varias pruebas de los disparos de los policías. Sus defensas buscaron culpar a una de las víctimas con un test de alcoholemia, pero una bioquímica forense oficial las puso en jaque.

Rocío Quagliarello junto a su madre frente a los Tribunales de La Plata.

Es el quinto día consecutivo de audiencias, se percibe cansancio entre quienes protagonizan el proceso. Hace cinco jornadas que la jueza, los abogados y los familiares solo piensan en este caso, en los cuatro chicos muertos. Las querellas sostienen que los culpables son los policías, quienes habrían atacado a los tiros y provocado el choque del auto en el que viajaban las víctimas contra un acoplado, pero la defensa le delega toda responsabilidad a Carlos Anibal Suárez, uno de los fallecidos, a quien acusan de haber manejado borracho.

 Este viernes se presentó la Cámara Gesell de Rocío Quagliarello, la única sobreviviente de la Masacre de Monte, como anticipo extraordinario de prueba, por lo que el jurado popular debía tomarla como si la joven estuviera declarando en persona como los otros testigos. La joven no puede declarar por su condición psicofísica. “No me acuerdo de nada”, dijo entre lágrimas Rocio. Minutos antes, la perito psicológica, María Andrea Hernández Masso, había explicado que ante situaciones traumáticas o de elevado estrés el cerebro decide “disociar”, dejar a un lado los recuerdos del trauma para poder seguir adelante con su vida, así es como se creó la “laguna mental” que tiene Rocío. 

La menor comenzó su declaración diciendo que la prestaba para “hacer justicia” por sus amigos. Rocío, de 13 años al momento del accidente, recuerda haberse juntado primero con Camila y luego con Danilo, quien las invita a dar un paseo con Anibal. «Íbamos paseando y de la nada nos empezaron a correr», dijo. Desde ese momento solo recuerda que Gonzalo se agarra la rodilla y grita “me arde, me arde”. Su memoria vuelve días más tarde al despertarse en el hospital.

 Rodeada de amigas y seres queridos, Rocío se vio y escuchó a sí misma en la sala de audiencias, en un video proyectado sobre uno de los laterales. Allí se la vio contar entre sollozos lo que recordaba. “No sé por qué nos perseguían”, dijo ante la psicóloga. Asustadas por los tiros, con Camila se agacharon en la parte trasera del auto. La Cámara Gesell terminó con un pedido de Rocío: “Que haya justicia”. En ese momento entre el público, compuesto centralmente por familiares donde estaba Rocío, hubo llantos y abrazos.

Se caen las coartadas

La defensa de los policías endilgó la responsabilidad del accidente a Aníbal Suárez, quien dio positivo de alcoholemia. Sin embargo, la bioquímica Jorgelina Victoria Garrote explicó que las muestras de los fallecidos no tenían conservantes, por lo que  “es difícil asegurar si hubo una alteración bacteriana o consumo de alcohol». Garrote explicó que la conservación puede ser por refrigeración o con una dosis de cloruro de sodio al 1 %. Así se inhibe la producción de microorganismos generada por la descomposición de la materia, que fermentan glucosa y producen alcohol. “Es difícil concluir si la muestra extraída de un cuerpo en putrefacción da positivo por las bacterias o por el consumo de alcohol”, afirmó la especialista. 

Otro elemento impidió llegar a conclusiones certeras respecto a si Aníbal había consumido o no alcohol antes de morir. La perito confirmó ante el jurado que la muestra fue extraída el 22 de mayo, más de 48 horas después de la muerte, cuando el cuerpo ya había empezado a producir etanol (alcohol etílico). Ese día se realizó la autopsia. Pero el análisis recién se hizo el 26 de septiembre, es decir más de cuatro meses después.

Pruebas contra los policías

Un especialista en el análisis de cámaras de seguridad, José Alberto Gutierrez, de la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de la Gendarmería Nacional sostuvo que la persecución se ve claramente en las cámaras. Fueron proyectados recortes de distintas cámaras de seguridad de la zona que enfocaban al Fiat 147 y luego también a los patrulleros. 

 Las cámaras de seguridad cuentan con fecha y hora, por lo que reconstruir aquel momento en imágenes no fue tan dificultoso. Se vió al Fiat yendo a una velocidad tranquila, de paseo hasta que se ve que los patrulleros dan una vuelta en U en una de las calles de Monte y empieza a perseguir a gran velocidad al auto, ahí es cuando se hace notorio el cambio de velocidad del auto manejado por Anibal. 

Por otro lado, en una cámara que data del 20 de mayo a las 00:48, Gutierrez detectó que uno de los policías “extrae su cuerpo para disparar al vehículo que tiene en frente (Fiat 147)”. Lo que ve el perito es una “persona uniformada con su torso sacado por una ventana”, una prueba de los tiros de la policía al auto de los jóvenes. 

También declaró Pablo Luis Tafarel, perito balístico de Gendarmería, quien sostuvo que en el Fiat 147 se encontraron “indicios balísticos”. El testigo afirmó que “prima facie no se encontró nada, pero luego encontramos una impronta dentro de un caño que abastece el combustible, y debajo del vehículo en un chapón. Se lo mandó a que sea evaluado”. Y agregó que también se halló un “orificio en la luz de stop trasera que podía ser coincidente con la deformación de ese caño”.

 

Tramo final

Este lunes a las 10 continuará el juicio. El martes serán los alegatos de las partes. Primero alegará el fiscal Mariano Subiet. Seguirán las querellas, representadas como por la Comisión Provincial por la Memoria como querella institucional y patrocinante de las familias de Danilo Sansone y Camila López; la abogada Dora Bernárdez que patrocina a las familias de Aníbal Suárez y Gonzalo Domínguez; Ricardo Minoli, tío y abogado de Rocío; y el CELS. Finalmente lo harán los abogados de los cuatro policías, Marcelo Di Siervi en representación de Leonardo Ecilape, y el mediático Guillermo Baqué en defensa de los otros tres imputados.

Las partes expondrán ante el jurado popular y la jueza Carolina Crispiani las teorías que tienen sobre lo que sucedió hace cuatro años. Finalmente para el miércoles 17 se espera el veredicto.

«Son tiros, boludo»

«Son tiros, boludo»

Los testigos de la cuarta audiencia del juicio que investiga la Masacre de Monte volvieron a complicar a los policías imputados por el asesinato de cuatro adolescentes. Uno declaró que dispararon cuando el auto en que viajaban las víctimas ya habían chocado.

 Una nueva audiencia por el juicio de la Masacre de Monte tuvo lugar este jueves por la mañana en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 de La Plata. En esta oportunidad se escucharon cinco testimonios de los cuales dos fueron testigos presenciales de los asesinatos de Danilo, Gonzalo, Camila y Aníbal. Uno de ellos, Ignacio Cattáneo, dijo que escuchó tiros luego de que el Fiat 147 en el que viajaban las víctimas,  ya había quedado destruido por el choque.

Con un ambiente sombrío en Sala A del Tribunal, el primer testigo contó vía zoom lo vivido aquella madrugada del 20 de mayo de 2019. Ignacio Santiago Cattáneo vivía en ese momento a solo 50 metros del lugar de los hechos. “Estaba sentado en la cama, preparándome para ir a dormir cuando escuché un estruendo muy fuerte”. El vecino de San Miguel del Monte no dudó en socorrer a las posibles víctimas y allí se encontró con una escena confusa. La nube de tierra levantada dificultaba la visión pero a medida que se disipaba notó un bulto de fierros que no llegaba a distinguir qué era. Luego comprendió que se trataba de un auto partido a la mitad que había chocado con un camión que se encontraba allí. “Dos segundos después llegaba un móvil policial. El conductor bajó con el arma levantada y en posición de tiro. Entonces pensé ‘esto es un enfrentamiento’, así que corrí hacia la otra vereda por si había disparos de ambas partes. No vi pero sí escuché tiros”.

Según su relato, más tarde llegó un segundo móvil y frente a la confusión el testigo preguntó qué era lo que estaba sucediendo. La respuesta que recibió: “Son unos chorros que los venimos persiguiendo.” Al día siguiente, Ignacio se enteraría de la verdad a través de las redes sociales. “Yo lo conocía a Aníbal, lo cruzaba en la calle y lo saludaba con la cabeza sin siquiera saber cómo se llamaba. Vi dos cuerpos tirados, de dos chicas. Una se movía, intentaba levantarse pero no podía. Se le vencían los brazos. Estaba llamando a su amiga pero ella no se movía”. La angustia entre el público aumentaba mientras se escuchaba el testimonio de Cattaneo y los familiares no escondían su llanto.

El otro testimonio igual de estremecedor fue el de Rodrigo Alejandro Masías, quien esa noche se encontraba con un amigo yendo a la casa de su primo. Declaró ver un auto y un móvil siguiéndolo de cerca pero recordó que no le dio importancia. Enseguida comenzó a escuchar sonidos que identificó como los caños de escape de las motos pero no tardó en percatarse de que se trataba de tiros. Comenzó a correr, escuchó el choque y vio un auto rodando. Tomó su celular y filmó lo que veía. El video se proyectó a los presentes: tras una cortina de humo se divisaban las luces azules del patrullero. Se veía una de las partes del auto y a unos metros del mismo, un cuerpo yacía tirado en la mitad de la calle. “Son tiros, boludo. Son tiros” se escuchaba decir asustado a Rodrigo, quien confirmó que esa era su voz en el video. Como testigo de lo sucedido, a Masías no le permitieron irse. Retuvieron su documento y no lo dejaban ver con claridad la escena pero relató que vio a Danilo Sansone, a quien conocía. “Estaba boca abajo e intentó darse vuelta, quejándose por el dolor. Luego vi a Aníbal, yo no tenía trato con él. Tenía medio cuerpo bajo el camión y trataba de mover las piernas pero no podía”. 

«Es muy doloroso tener que recordar ese momento y tener que explicar quién era mi hija, cómo era mi hija, que no hacía nada y que era una nena buena», dijo Yanina Zarzoso, la madre de Camila López.

La declaración de Rodrigo fue acompañada por el desconsuelo de los familiares, que revivieron en sus palabras aquellas escenas de dolor y agobio. Con firmeza y tranquilidad, la madre de Camila López (13), Yanina Zarzoso habló con ANCCOM: “Los primeros días me costaron mucho más, en especial cuando tuve que declarar. Es muy doloroso tener que recordar ese momento y tener que explicar quién era mi hija, cómo era mi hija, que no hacía nada y que era una nena buena. Pero luego de eso me relajé y ahora lo estoy viviendo con mucha expectativa. Pido perpetua, lo estoy esperando y confío en que el jurado va a poder ponerse en nuestro lugar”.

Vanesa Baci, quien forma parte de la División Localización Vehicular, se dedicó a explicar detalladamente los reportes que arrojaron los localizadores implantados en los móviles policiales. Especificando hora, velocidad y ubicación, su testimonio fue clave a la hora de conocer y despejar dudas respecto al accionar policial y de los patrulleros correspondientes a los cuatro policías acusados. Gracias a su declaración se estableció que “el vehículo 21725 aceleró en Av. Costanera y llegó a picos de 84km/h”.

Los otros testimonios fueron los de Joel Castro y Facundo Czakajowsky. Castro, perito de Gendarmería Nacional (GNA), realizó una inspección ocular del móvil policial 21725, Toyota modelo Hilux, no pudo profundizar en su testimonio ya que decía no recordar con exactitud las condiciones del mismo. Ante esto, la jueza señaló que no tenía permitido leer el expediente sino que debían ser sus propias palabras las que llegaran a los integrantes del jurado. Por su parte, Czakajowsky, funcionario público que se desempeñaba en una Unidad de Investigación en Campo de Mayo, aclaró que sólo se encargó de recibir y guardar en el taller correspondiente el Toyota y el Fiat 147, ya destrozado.

Dora Bernárdez, representante de las familias Domínguez y Suárez, dijo no sorprenderse del alegato y las estrategias planteadas por la defensa, pero aseguró que fueron desmentidas gracias a los testigos: “En todas estas jornadas se comprobó que hubo disparos y que trataron de instaurar la versión de que se trataba de un robo, de chicos que venían de robar”. 

La cuarta audiencia finaliza pero los familiares y abogados de las víctimas se quedan un tiempo en la puerta del Tribunal sobre la calle 8. Con abrazos y saludos alentadores se van despidiendo para reencontrarse nuevamente hoy, viernes 12 de mayo. Se espera que esta nueva audiencia cuente con el video de la Cámara Gesell de Rocío Minoli, única sobreviviente de la llamada Masacre del Monte.

Disparos en la madrugada

Disparos en la madrugada

En la tercera audiencia del juicio por la Masacre de Monte más testigos complicaron a los policías que están en el banquillo de los acusados por la muerte de cuatro jóvenes de ese pueblo en 2019.

La noche de la muerte de los cuatro adolescentes que iban en el Fiat 147 se dio una prolongada persecución policial mientras se escucharon, al menos, seis disparos. Así quedó demostrado este miércoles, en los Tribunales de la Plata, durante la tercera audiencia del juicio oral por la masacre de Monte. También se desdibujaron los indicios del presunto delito cometido por una de las víctimas, Aníbal Suárez, de 22 años, acusado de ir alcoholizado al volante. Los testimonios de los vecinos pusieron en evidencia que el jóven más bien intentó escapar de los agentes de la policía que ya lo habían perseguido en otra ocasión.

Frente a los doce integrantes de un jurado popular, y a la presidenta del Tribunal Oral en lo Criminal 4 de La Plata, Carolina Crispiani que modera el debate, aportó su testimonio Héctor Mensi, chofer del camión contra el que impactó el auto en el que viajaban los cuatro chicos aquella madrugada del 20 de mayo de 2019. El hombre aseguró haber escuchado cuatro disparos antes del impacto. Una vez que se produjo el choque, recordó que se acercó un patrullero y vio a uno de los policías bajar al grito de “quédate quieto, quédate quieto”. Después de eso, dos disparos más. Luego pudo ver por el espejo de su cabina el cuerpo de una de las víctimas. Minutos antes dijo haber oído a una de las jóvenes pedir auxilio y gritar de dolor.

También declaró una maestra de primaria y vecina de Monte, María de las Mercedes Gogna, conocida como «Marita». Ella recordó haber escuchado “cuatro o cinco detonaciones”. Esa madrugada se encontraba en su casa y tras los disparos le envió un mensaje a su esposo Víctor Bearzotti, remisero de San Miguel del Monte. «Los perros están enloquecidos. Deben haber matado a dos o tres. Si podés mandá una patrulla que dé una vuelta», le escribió «Marita» a su marido. Lo que realmente sucedía era lo que luego se terminaría conociendo como la Masacre de Monte.

La testigo aseguró haber visto a dos vehículos policiales, una camioneta y un auto, «sin ninguna luz, ni afuera ni adentro», algo que le pareció sospechoso. «Me quedé atrás de la cortina porque no es la manera de que lleguen los policías. No saludaron y revisaron la zona. Poco después veo las balizas que llegan de otro patrullero. Cuando giro la cabeza, ese patrullero sí llevaba las luces reglamentarias, y comienzan a dialogar con los otros dos móviles que ya estaban y se dividen por distintas zonas», declaró la testigo Gogna.

Dos horas más tarde llegaron a su casa dos policías «muy nerviosos», que le preguntaron si había visto un «auto viejo», similar al Fiat 147 que llevaba a los adolescentes. «La mujer policía que vino a mi casa temblaba mucho. El otro chico le armaba las oraciones. Me preguntaron si estaba sola. Cuatro años después me da miedo esa pregunta. Gracias a Dios mi hijo ese día no se levantó. Él era quien iba a revisar lo que pasaba en la calle cuando se escuchaba algún ruido. Esa noche si mi hijo iba, no sé si hubiera vuelto… Ya todo me formula dudas», expresó «Marita».

 

El albañil Héctor Garcete coincidió con otros testimonios: en la medianoche del 20 de mayo el silencio y la calma del pueblo se rompieron por los tiros, la persecución y el impacto del Fiat contra el acoplado estacionado sobre la colectora de la Ruta nacional 3. Otro de los testigos, el pizzero Ignacio Torres, reconstruyó partes importantes de la persecución. Dijo que vio a los chicos frente a la plaza y observó al conductor, Aníbal Suárez, cuando le pidió a los adolescentes que lo ayudaran a empujar el vehículo y se los llevó a pasear por el pueblo. En aquel momento, Garcete guardó las cuatro vainas y una semana después se las entregó a los padres de Danilo Sansone, una de las víctimas de la masacre patrocinadas por la abogada Margarita Jarque, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). 

Según ese organismo, los casquillos de bala resultaron fundamentales para desmontar la versión policial del accidente de tránsito que desde el primer momento pretendieron instalar los cuatro responsables de la masacre y otros policías de la localidad, además de la propia intendenta Sandra Mayol y de los funcionarios municipales implicados. El testigo Garcete -así como muchos otros testigos de esta historia- aún convive con custodia permanente de Gendarmería afuera de su casa, para prevenir represalias por su testimonio y por haber aportado pruebas fundamentales a la causa.

Florencia Arosa vive en San Miguel del Monte y trabaja como enfermera en el hospital local. En la audiencia de ayer mencionó que estaba entre dormida y despierta en su cama cuando se sobresaltó por cuatro disparos de arma de fuego y por un impacto seco, grave, metálico. Esos sonidos resonaron cerca de su casa de la calle López y colectora 9 de Julio. Con miedo se acercó a la ventana -su habitación está en un primer piso- y vio que una camioneta policial de doble cabina giraba en U y se estacionaba frente a su casa con las balizas encendidas. Bajó al patio, se acercó a la calle y luego salió también su madre y una vecina.

«Un policía sacó una botella de plástico del patrullero y nos pidió que se la llenáramos con agua. Mi madre entró a la casa con la botella y mientras tanto yo conversaba con la vecina sobre los disparos que habíamos escuchado minutos antes. Fue allí que el policía se acercó unos pasos y haciendo gestos con las manos nos dijo ‘yo no tiré’, como cubriéndose», relató la testigo.

Con el paso de los días y la repercusión de la Masacre de Monte en los medios de comunicación de todo el país, Florencia identificaría al efectivo policial como el capitán García, uno de los cuatro imputados por el homicidio de cuatro de las víctimas y el intento de asesinato de Rocío Quagliarello, la única sobreviviente. La testigo dijo que no quiso acercarse al Fiat 147 que había impactado contra el acoplado, su único recuerdo es el de un vehículo tan destrozado «que había perdido hasta su forma».

También declaró el integrante de Gendarmería Hugo Alexis Chicahuala, quien en 2019 prestaba funciones en el Departamento de Criminalística de Campo de Mayo y fue el encargado de realizar la pericia al acoplado del camión para determinar toda la información relativa al epicentro de impacto, la dirección del choque, el porte del vehículo que colisionó con el acoplado, entre otros aspectos. Siguieron los testimonios de Ignacio Domingo Torres, quien vivía -y aún vive- en avenida Las Perdices del barrio Montemar por donde se produjo una parte de la persecución policial, y del vecino Víctor Leandro Bearzotti.

Hasta ahora se presentaron sólo testigos de la fiscalía. “Estos aportes sirven para constatar que no hubo robo ni intento de robo previo, como quisieron presentar desde la defensa. Hubo una persecución innecesaria y disparos sin sentido”, sostuvo el fiscal a cargo de la acusación, Mariano Sibuet.

Durante la audiencia Juan Carlos Sansone, padre de Danilo, tuvo que salir un momento a tomar aire porque la situación lo sobrepasaba. En su dolor dijo que los policías «están rebien y mí hijo está enterrado», que ya no podrá disfrutar de la vida de su hijo, mientras ellos podrán continuar con la suya detrás de unas rejas. Al ver pasar a un joven en bicicleta recordó que a su hijo le gustaba andar en bici, y sonrió al rememorar las clases de bombo a las que el adolescente asistía. «Hoy tendría que estar terminando el secundario, tendría 17 años» dijo Sansone a ANCCOM.

“Acto atroz e inmotivado”

 En los lineamientos de la acusación, el fiscal Sibuet dijo que los policías imputados cometieron un «acto atroz», que actuaron de manera «inmotivada» y afirmó que las víctimas, «al verse rodeadas», vivieron momentos de «terror, angustia y miedo», por lo que en el inicio del juicio había solicitado al jurado popular que «emita un dictamen justo para hacer honor a la justicia».

La denominada Masacre de San Miguel del Monte ocurrió en la madrugada del 20 de mayo de 2019, cuando efectivos de la comisaría local persiguieron a lo largo de la colectora de la ruta 3 a un Fiat 147 en el que viajaban cuatro adolescentes, tres de 13 años y uno de 14, junto a un joven de 22. Los cinco chicos escuchaban música cuando los oficiales comenzaron a perseguirlos, de acuerdo con los registros de las cámaras de seguridad del municipio, y a dispararles. En esas imágenes se observa a un efectivo en el lugar del acompañante de la patrulla, con medio cuerpo afuera y en actitud de disparo. Así, el auto en el que iban los jóvenes chocó contra un acoplado que estaba detenido en la ruta.

En la jornada de hoy habrá otras siete declaraciones testimoniales en este proceso oral y público que se realiza en la sala de audiencias A del edificio de tribunales de La Plata, situado en 8 entre 56 y 57.

 

Comenzó el juicio a los cuatro policías acusados por la masacre de Monte

Comenzó el juicio a los cuatro policías acusados por la masacre de Monte

Los organismos de derechos humanos son querellantes en un juicio con jurado popular que investiga los asesinatos de cuatro chicos ejecutados en mayo de 2019.

Los cuatro policías acusados, sentados detrás de sus abogados defensores.

Cuatro policías están siendo juzgados por un jurado popular, acusados de haber provocado la Masacre de San Miguel del Monte, en la que fueron asesinados cuatro chicos el 20 de mayo del 2019 al ser perseguidos y tiroteados por un móvil policial que luego provocó un choque.

El proceso está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de La Plata, en cabeza de la jueza Carolina Crispiani. El juicio inició el lunes 8 y se extenderá en jornadas consecutivas hasta el 17 de mayo. Los acusados son los oficiales Leonardo Daniel Ecilape, Manuel Monreal y Mariano Alejandro Ibañez y el excapitán de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, Rubén Alberto García, quienes se encontraban a bordo de los patrulleros que persiguieron a los chicos. Los uniformados enfrentan la acusación de «homicidio agravado por abuso de función como miembro de las fuerzas policiales calificado por el empleo de armas de fuego, y violación de los deberes de funcionario público».

Los policías siguieron a los tiros al Fiat 147 en los que se encontraba Camila López (13), Danilo Sansone (13), Gonzalo Domínguez (14), Rocío Quagliarello (13) y Aníbal Suárez (22), quien manejaba. En consecuencia, el Fiat chocó contra un acoplado que estaba detenido en la ruta provocando la muerte de Camila, Gonzalo, Danilo y Aníbal por el impacto. Solo sobrevivió Rocío –que en su momento declaró en Cámara Gesell–, que asiste a un proceso oral y público en la que se cruzan dos versiones. “Por un lado la verdad de las víctimas que ya no están producto de la violencia policial, y por el otro la pretensión de los imputados de culpar a Aníbal, el joven de 23 años y dueño del Fiat 147, por haber consumido alcohol, y al grupo que se trasladaba con él por no haberse detenido ‘para identificarse ante la autoridad’”, según la crónica de la agencia Andar. La mamá de Danilo, Gladys Ruiz Díaz, describió el dolor y la constante sensación de “muerte en vida”, como así también las amenazas, hostigamientos, mensajes intimidatorios de la policía y agresiones a su casa que han derivado a una custodia permanente por parte de Gendarmería. Los testimonios de las familias fueron desgarradores, relataron con mucha angustia la revictimización que padecieron cuando la policía intento difamar a sus hijos y les dijeron que habían salido a robar.

Loana Sanguinetti junto a su hija Rocío Quagliariello, la única sobreviviente de la masacre.

El fiscal de juicio es Mariano Sibuet, mientras que la querella está dividida en tres partes: la abogada Dora Bernardez representa a las familias Domínguez y Suárez; Margarita Jarque, de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), patrocina a las familias Sansone y López; mientras que Ricardo Minoli acompaña a la familia Quagliarello. Tanto el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), como la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) actúan como querellantes. La Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires se presentó ante el TOC 4 bajo la figura de “amigos del tribunal” y está siendo observadora del juicio.

Este lunes, día del inicio del juicio, se realizó un fogón en la plaza principal de San Miguel del Monte en conmemoración a los chicos para mantener encendida la “llama de la memoria”. Allí se encontraron seres queridos de los chicos, organizaciones de Derechos Humanos y vecinos de La Plata.

«Yo necesito que la Justicia tome ese caso como lo que es: un asesinato de niños inocentes”, expresó la madre de Gonzalo Domínguez. Además, resaltó que el patrullero siguió a un 147 que “iba muy despacio, paseando, durante dos kilómetros disparando al menos doce veces”. Susana Ríos cree que los chicos vieron algo: “Pasaron por un lugar donde no sé qué estaba haciendo la policía, para mi ese fue el motivo”. “Evidentemente son asesinos”, concluyó.

Por otro lado, Juan Carlos Sansone, papá de Danilo, declaró: «Queremos que nos digan por qué hicieron lo que hicieron. Hasta el día de hoy no sabemos por qué los empezaron a perseguir, me gustaría preguntarles, jamás nos dijeron nada».

El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, sentado detrás de los abogados querellantes.

LAS AUDIENCIAS

Se prevén ocho jornadas consecutivas del juicio, que culminaría el miércoles 17 de mayo. Durante el lunes se eligieron a los titulares y suplentes del jurado. En la segunda audiencia comenzaron a hablar los familiares de las víctimas y la defensa de los policías imputados.

La mañana del martes comenzó con el alegato de defensa de los policías bonaerenses quienes responsabilizaron de los hechos a Aníbal Suárez, a quien acusaron de manejar en estado de ebriedad, de emborrachar a los adolescentes y de huir de la policía tras conducir en zigzag.

 

Emanuel y Hugo Suárez, primo y tío de Aníbal, sostuvieron que un mes antes de la masacre la Policía había extorsionado a Aníbal luego de detenerlo por no tener los papeles del auto en regla. «La Policía nos hizo señas de luces y nos llevaron a la comisaria. Ahí nos empezaron a apretar porque teníamos el domicilio en Misiones. Que teníamos que pagar una multa para salir, les dimos cinco mil pesos que, para nosotros, era mucha plata», relató Emanuel.

Yanina Zarzoso, mamá de Camila López, también declaró este martes ante el jurado. Como la familia de Sansone, Yanina no supo de los disparos y de la brutalidad policial hasta el día siguiente cuando su padre -el abuelo de Camila- recibió esa información por parte de un amigo que trabajaba en la estación de micros de Monte. La propia policía del pueblo había estado comentando, en conversaciones casuales, lo ocurrido durante la noche anterior. Sin embargo, un video de una radio local fue necesario para terminar de dar vuelta la versión policial.

Susana Ríos contó cómo se enteró que su hijo había estado en un accidente de auto y cómo la intendenta de aquel momento, Sandra Mayor (actual presidenta del INTI Instituto Nacional de Tecnología Industrial), y los funcionarios municipales, Hugo Medus y Claudio Martínez, le negaron que hubieran existido disparos contra el Fiat 147 en el que viajaba Gonzalo, al tiempo que alimentaban la versión del “accidente”. En este sentido, habrá un segundo juicio referido al encubrimiento de los hechos, falsificación de documentos, entorpecimiento de la investigación y ocultamiento de evidencias que desarrollaron para exculpar a los policías responsables, donde el abogado de la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional), Ismael Jalil, será testigo. “Monte fue una masacre emblemática, es un crimen de Estado donde se juzga a la institución policial, no a cuatro policías”, dijo ayer el letrado.

Durante la acusación, el fiscal del juicio Mariano Sibuet le pidió al jurado popular que “emitan un dictamen justo para hacer honor a la justicia”. El abogado dijo que los policías imputados cometieron un “acto atroz” y que las víctimas vivieron momentos de “terror, angustia y miedo”.