«Vivimos en una vetocracia»

«Vivimos en una vetocracia»

El economista Eduardo Crespo analiza la situación económica y las medidas anunciada por Silvina Batakis. ¿Qué le preocupa?

En un escenario político altamente dinámico, por momentos convulsionado e impredecible y en el que inflación creciente parece indomable, ANCCOM dialogó con el economista Eduardo Crespo, para intentar pensar de dónde venimos, hacia dónde vamos, y cuáles son los temas más urgentes de la agenda económica hoy.

¿Cuál es su lectura del actual panorama económico argentino?

La verdad es que de solo ver los datos se ve que tenemos altísimos niveles de inflación, debemos estar entre el 70 u 80 por ciento anual, y puede seguir aumentando, tenemos un bajísimo nivel de reservas, cepo y brecha cambiaria que genera todo tipo de problemas y los va a seguir generando en la medida que exista. Eso en cuanto al panorama inflacionario. Por otro lado, tenemos tras la pandemia una recuperación económica en 2021, y un arranque muy fuerte en 2022. El problema es que si hay un crecimiento grande pero no hay reservas, es inevitable parar, y eso es lo que está pasando ahora. No hay forma de seguir creciendo, porque hay una demanda de importaciones y dólares que es inconsistente con la capacidad de generarlos. Y esto tiene una dimensión comercial pero fundamentalmente financiera. Esto es, tal vez, lo más difícil de entender. Hay un diagnóstico totalmente equivocado sobre la inflación y la fuga de capitales. Para sumar, el tema de la política es preocupante. Vivimos en un país en donde todo el mundo tiene capacidad de veto, es una «vetocracia»: ambientalistas, ruralistas, piqueteros, oposición, Poder Judicial. Pero además, ahora, al interior de la coalición, se dan también los vetos internos y no hay coincidencia sobre lo que hay que hacer.

 ¿Por qué los diagnósticos sobre la inflación y la fuga de capitales le parecen totalmente equivocados?

Cuando hay inflación, la moneda que vos estás emitiendo va perdiendo algunas de las funciones del dinero. Para entender esto es bueno diferenciar el dinero de la moneda. El dinero es la función social. La moneda, el instrumento para esa función. Entonces, cuando hay inflación la moneda pierde una función fundamentalísima del dinero que es reservar valor líquido. Es la primera función que desaparece con la inflación. Y es lógico que los operadores empiecen a buscar otros activos que cumplan esa función. Una posibilidad sería que vos pongas una tasa de interés alta que haga que la gente se quede en el peso y que le gane a la expectativa de devaluación. Pero todo esto es mucha ingeniería, porque cuando hay inflación a la larga se crea expectativa de devaluación.

 ¿Cuáles deberían ser, entonces, los ejes centrales de un programa antiinflacionario?

Tenés que acumular reservas porque es lo que te permite fijar el tipo de cambio y es preciso tener un tipo de cambio fijo si se quiere estabilizar la economía. Entonces, eso lo resolvés o con un crédito extraordinario tipo FMI o con una recesión muy grande que te haga caer las importaciones. Pero bueno, obviamente, eso tiene un efecto drástico en lo social.

La nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, dijo tras su asunción que es preciso subir las exportaciones y que la especulación no se justifica porque el tipo de cambio multilateral es competitivo. ¿Esto es así?

El problema no es que sea competitivo, el problema es que el cepo constituye una mayor presión a la devaluación. Cuando vos pones un cepo la brecha se arma a los quince minutos y te la arma cualquiera, no es la gran conspiración del capital. Entonces hay una idea de que el tipo de cambio está bien porque crecieron las exportaciones un 30% pero es una mala lectura porque se está mirando solo el lado comercial cuando el problema es que siguen existiendo incentivos para huir del peso. Esto tendría que quedar claro. Alejando Fiorito, un colega economista, plantea una metáfora para pensar este tema. Si vos querés llenar una bañera y no pones el tapón, por más que abras al máximo todas las canillas, el agua se sigue yendo. El tapón es la cuestión financiera. Si no ordenas esto es muy difícil resolver el tema. Yo no sé si (Martín) Guzmán tenía poder para hacerlo, pero creo que no.

 Pero ¿no hay algo de esto inscripto en la estructura productiva? Es decir, si la industria no se autofinancia, ¿no es esperable que se mantenga este esquema?

No, si la industria va creciendo con los dólares que le genera el comercio. Si ponés una (Silvina) Batakis o un (Matías) Kulfas a promover todo lo que se pueda la exportación entonces el crecimiento industrial es totalmente viable.

 En este contexto, en el que algunos analistas comienzan a señalar que el boom agroexportador no va a cubrir el rojo de las importaciones de energía, ¿cuál es, en materia energética, la agenda más urgente?

Argentina tiene que terminar el gasoducto Néstor Kirchner y ponerlo en marcha lo antes posible. Es algo que se retrasó mucho y hay provincias que están esperándolo para activar sus proyectos. Vaca Muerta, depende como se mida, es la primera o segunda reserva del mundo. Entonces tenés ahí una promesa de “otra pampa húmeda”. Insisto: no vamos a ser Corea del Sur o Australia, pero si recuperas la moneda, con un proyecto semejante, podes ordenarte mucho.

 ¿Y la segmentación de tarifas cuánto puede colaborar a resolver algo de la crisis energética?

El gran problema es que los subsidios te están generando un gran déficit fiscal. Si no hubiera inflación eso no sería un problema, pero con la inflación el subsidio es creciente. Por otro lado, en ningún lado del mundo te regalan la energía y nosotros, por lo menos por ahora, necesitamos importar. El otro problema es que muchos de los contratos de inversión están sujetos a las tarifas.

 Tras su reunión con Batakis, Kristalina Georgieva dijo que Argentina se comprometió a cumplir con el programa firmado por Guzmán y señaló que “las acciones dolorosas a veces son necesarias”. Según tu criterio, ¿es viable cumplir con estas metas?

El principal problema que veo es con una de las cláusulas que creo que no se le ha dado demasiada importancia. Es la que establece que el tipo de cambio se tiene que actualizar con la inflación. Esto se conoce como crowling peg o fijación de arrastre y hace que el tipo de cambio suba con el aumento de la inflación. Esa cláusula traba la posibilidad de fijar el tipo de cambio y apreciar la moneda. Y hay que ver a qué se refiere Georgieva con “acciones dolorosas” porque si vos no estabilizas mínimamente y empezar a recortar gasto público no vas a resolver nada, eso es hambre. Tiene que haber algún plan de estabilización.

“Lo que me asusta un poquito es esto de ajustar el tipo de cambio según la inflación”.

Batakis anunció un plan de medidas tendientes a garantizar el equilibrio fiscal ratificando, a su vez, el cumplimiento de las metas acordadas con el FMI. ¿Qué opinión le merecen las medidas en su conjunto?

El conjunto de medidas me parece bastante consistente. Yo pondría el acento en subir tasas, es preciso dar incentivos a quienes tienen pesos para que se queden en pesos o en activos nominados en pesos como los depósitos bancarios. Las tasas de interés bajas incentivan también la compra de dólares. Entonces, tanto el déficit fiscal como las tasas bajas llevan a los actores económicos, desde los más pobres a los más ricos, a la compra de dólares cuando les sobra algún pesos. Y me parece que eso es lo que se busca atacar. Son medidas dolorosas pero absolutamente necesarias. Ahora, lo que me asusta un poquito es esto de ajustar el tipo de cambio según la inflación. Esto es algo acordado con el FMI. Lo cierto es que un plan de estabilización debería ser, en algún momento, precedido por una devaluación, es decir, liberar el tipo de cambio y después apreciar. Veo difícil estabilizar sin algún tipo de apreciación como fue el caso de la convertibilidad o el austral. Me parece el punto más crítico de lo que se anunció. Pero el resto me parece bastante consistente. Ciertamente va a tener una oposición interna significativa, al interior del kirchnerismo, por parte de quienes esperaban que la salida de Guzmán y la entrada de Batakis significara algún tipo de vuelco a políticas más redistributivas, para las cuales no hay hoy el menor margen. Y bueno, Batakis, en principio, parece reforzar la línea de Guzmán. Consecuentemente va a tener bastante oposición. Pero, sinceramente, yo creo que en las actuales circunstancias no queda otra.  

 ¿Qué características tendría un plan de estabilización?

Lo ideal sería una especie de “convertibilidad a la brasileña”: una convertibilidad flexible, donde vos fijas el tipo de cambio y si en algún momento necesitas devaluar de nuevo con toda la prudencia necesaria devaluás y salís. Y después estableces un régimen de metas. Esto evitaría una salida de la convertibilidad como fue Argentina en 2001. Una convertibilidad con un mínimo de flexibilidad que establezca un tipo de cambio pero que no la ate a futuro. Lo peor que nos puede ocurrir es ir a una convertibilidad durísima, una «dolarización de facto». Ahí perdés toda autonomía monetaria y fiscal, pasas a depender pura y exclusivamente del ciclo internacional.

 ¿Cuál sería su consejo principal si fueras asesor de la ministra?

Que ponga el tapón. Es necesario tomar una serie de medidas coordinadas para frenar el drenaje de reservas y recuperar la moneda, poner todos los cañones a bajar la inflación, estabilizar y evitar la fuga de capitales. El resto se puede ir trabajando en simultáneo. Pero esto es condición necesaria pero no suficiente, no va a garantizar nada, pero si no haces eso el resto de las medidas están con pies de barro porque tenés ese agujero.

 ¿Cuál podría llegar a ser, de acá a un año, el mejor y el peor de los escenarios posibles?

El mejor panorama sería que dentro del gobierno se llegue a un acuerdo con el cual, de la forma más civilizada posible, y dentro de una orientación popular, se pueda encaminar la cuestión financiera. Y el peor escenario es que no se resuelva ese problema, vayamos a una dinámica cada vez más cercana a la hiperinflación y el programa lo decida la derecha, con dolarización, flexibilización laboral y disciplinamiento social, es decir, un paquete neoliberal extremo.

 

La deuda externa, un respirador artificial

La deuda externa, un respirador artificial

Según el informe publicado este martes por el Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), la deuda neta en moneda extranjera creció en 55 mil millones de dólares desde la asunción de Mauricio Macri, lo que coloca a la Argentina como el país emergente que más se endeudó a nivel mundial en el último año y medio. “Esto es un sobreendeudamiento que significa el 11 por ciento del Producto Bruto”, afirma el economista Arnaldo Bocco, ex titular del Banco Central y director del Observatorio. Y agrega: “El Gobierno no puede recuperar la recaudación por vía tributaria normal, entonces lo hace a través de un respirador artificial, que es la deuda externa”. Otro problema a tener en cuenta es la fuga de capitales: según los números que maneja Bocco, en el primer cuatrimestre de 2017 salieron del país casi 12 mil millones de dólares entre fuga neta, utilidades y regalías, intereses de deuda y turismo, que este año será record histórico. “Nunca antes los argentinos gastaron 1.100 millones de dólares mensuales fuera del país”, concluye.   

 Por su parte, Andrés Asiaín, Licenciado en Economía y director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO) coincide en esa preocupación y no cree en el discurso oficial que explica el endeudamiento externo como una manera de evitar el ajuste. “Ese discurso de la deuda como búsqueda del gradualismo se cae cuando uno ve que por más deuda que emitan la inflación sigue estando. Si el dinero se usa para pagarle a docentes, por ejemplo, sería lo mismo emitir moneda, y encima nos ahorraríamos el refinanciamiento internacional el día de mañana”, explica.

Manifestación de agrupaciones políticas y sociales en contra de la derogación de las leyes de pago a los fondos buitre, en marzo de 2016.

Compara esta gestión con la del gobierno anterior cuando comenta: “Todos los problemas que tuvo el kirchnerismo y que generaron el cepo no solo no se están solucionando sino que este gobierno al pedir tanta plata afuera los patea para adelante y los agrava, ya que con la apertura importadora rompe el tejido industrial, favorece la dolarización de la economía y pretende debilitar gremios, eliminar paritarias y bajar las jubilaciones. Todo eso durante cuatro años le deja al próximo gobierno un país muy endeudado como para que no pueda mover los pies del plato y tenga que mendigar refinanciamiento en el exterior.  Para Cambiemos ese no es un mal resultado, es el resultado buscado.”

Agustín D’Attellis,  economista y docente especialista en macroeconomía y mercados financieros tiene una visión similar; no obstante sostiene que el endeudamiento en sí no es algo negativo, sino la manera en que se produce: “Es tan fuerte el ritmo de endeudamiento que empieza a representar cada vez más en la partida presupuestaria, y eso te condiciona la política económica. Sin control sobre el descalce de la moneda y usando los dólares para financiar flujos corrientes, en algún momento esto explota y, lamentablemente, ese momento no está muy lejos”, advierte.

“Es tan fuerte el ritmo de endeudamiento que empieza a representar cada vez más en la partida presupuestaria, y eso te condiciona la política económica», comenta el economista Agustín D’Attellis.

Un cálculo realizado por D’Attellis estima que a este ritmo el gobierno está haciendo asumir a cada familia argentina una deuda de quince mil pesos por mes. Esta estimación permite notar que los que más sufren este compromiso son las clases medias y bajas, a las que les sería imposible afrontar una deuda semejante. “La deuda pública es, como lo dice la palabra, de todos, y la vamos a tener que pagar entre todos, como siempre”, aclara.

Acerca de la recurrencia histórica de la deuda externa, Nicolás Tereschuk, politólogo, Magister en Sociología Económica y docente de FLACSO, analiza que la deuda pública tiene un significado muy especial en la Argentina de los últimos cuarenta años. “El ciclo de endeudamiento arranca con la dictadura militar de 1976.  Se toma deuda, motorizada por empresas privadas, con un esquema de valorización financiera local y luego se produce una fuga de divisas”, reflexiona.  Y agrega: “Lo que me causa gracia es que nos quieren hacer creer que el endeudamiento permite una política económica gradual, pero cuando hilás más fino, ves que tanto la dictadura militar como el gobierno de Carlos Menem y Domingo Cavallo tuvieron un ciclo de endeudamiento igual y es un proceso típico, que no beneficia a los sectores populares ni propicia la industrialización sino a la bicicleta financiera y a la fuga de capitales, y te hace pagar la cuenta al final”.

Según el informe publicado este martes por el Observatorio de la Deuda Externa de la UMET, la deuda neta en moneda extranjera creció en 55 mil millones de dólares desde la asunción de Mauricio Macri.

Tereschuk distingue dos tipos de partidos políticos que han gobernado el país en la historia reciente. “Por un lado, tenés un partido que siempre termina con restricción externa, como el peronismo del 45, o el kirchnerismo. Los gobiernos que asumen después de este partido tienen amplio margen para endeudarse. Por otro lado, está el partido que siempre termina con endeudamiento, como este.” La gran diferencia está, para Tereschuk, en las consecuencias. “El 2015 no fue lo mismo que el 2001, me parece”, ironiza. Y aclara aún más su postura: “Jamás un endeudamiento externo de este tipo se usó para obras de infraestructura. Hay que fijarse que los que fugaron divisas son los mismos que hace poquito blanquearon, y ese dinero sigue en el exterior en un 80 ó 90 por ciento. Por otra parte, la familia Macri estuvo en el Gobierno, en la fuga y en el blanqueo. Es más, el presidente metió un decreto que permite a los familiares directos blanquear esos dólares, así que lo que me parece que tenemos que analizar es quiénes ganan y quiénes pierden en estos ciclos de endeudamiento y fuga”.

Bocco y D’Attellis, junto a otros políticos y economistas, presentarán un proyecto para que en el Congreso Nacional se cree una comisión bicameral que permita un seguimiento exhaustivo de la deuda. Además, propondrán una ley que ponga límite al endeudamiento externo y condicione al Poder Ejecutivo en pos de un cambio en la política económica nacional.

“La deuda pública es, como lo dice la palabra, de todos, y la vamos a tener que pagar entre todos, como siempre”.

Actualizada 07/06/2017