“La manera en que la tecnología está vinculada con intereses políticos y económicos es causante de angustia”

“La manera en que la tecnología está vinculada con intereses políticos y económicos es causante de angustia”

La entrevistada mirando de frente a la cámara, con los brazos cruzados.

Renata Salecl, filósofa, socióloga y teórica jurídica eslovena que aplica la teoría del psicoanálisis al estudio de la sociedad post industrial, presentó en agosto pasado -durante la Feria del Libro Independiente de la Argentina- su último libro, Angustia, publicado por Ediciones Godot. En un contexto en que la innovación, la economía de datos y la tecnología informática parecen haber trazado una línea imborrable con la historia pasada, la autora sospecha e interroga nuestro presente: “Pero tal vez, la percepción según la cual el mundo actual es tan diferente del viejo por los avances de la tecnología moderna es la fantasía final que nos protege, primero, del hecho de que el sujeto (el individuo) sigue marcado por una falta y de que lo social (es decir, la sociedad) sigue marcado por los antagonismos”, dice la escritora, que dialogó con ANCCOM durante su visita al país.

En el libro, habla de diferentes eras de angustia a lo largo de la historia. ¿Cuáles son las principales características de la era actual?

Hubo muchas eras de angustia. Por ejemplo, luego de la Primera Guerra Mundial, la angustia estaba vinculada a la caída del ideal de progreso y al miedo a que se repita la violencia. Veo que cada sociedad se piensa a sí misma como sometida con mayor intensidad al sentimiento de angustia. Creo que eso es un artificio y que a lo largo de todas las épocas sufrimos angustia pero de manera diferente. En esta era, las divisiones tradicionales políticas, económicas y de clase fueron dejadas de lado por un discurso neoliberal que promueve el individualismo, la idea del poder de elección y de que todo está en nuestras manos. Por eso, el contexto económico y cultural en que viven los individuos no se percibe como algo que pueda influir en el bienestar de las personas. Es la idea propia del capitalismo norteamericano de que cualquiera puede lograrlo, incluso los pobres. Esta idea continúa en el modelo de Silicon Valley: solamente necesitas crear una aplicación para lograr el éxito. Pero todo esto implica que si las cosas salen mal, también es tu culpa, porque no hiciste lo suficiente. Lo que genera esta concepción es la negación de las diferencias sociales y económicas en la sociedad. En la realidad, nos determina la situación económica familiar, la violencia, el lugar donde nacimos. En foros online, veo un crecimiento de preguntas del tipo “¿cómo puedo ser más productivo?” o “¿cómo puedo organizar mejor mi día?”, lo cual indica que ser un fracaso es un importante factor causante de angustia. Pero no todo es homogéneo porque, aunque esta ideología es muy poderosa, se la negamos a los inmigrantes.

¿Qué es la angustia, en términos contemporáneos?

Trabajo con los desarrollos del psicoanálisis de la angustia como una parte constitutiva muy importante de la subjetividad. Me centro en las tradiciones freudianas y lacanianas que, por supuesto, no son homogéneas. Freud estudió la angustia diferenciándola del miedo: en la primera, el sujeto experimenta malestar pero no identifica el objeto causante de la angustia y por eso la angustia es un sentimiento a un miedo potencial que todavía no tiene forma, mientras que el miedo siempre es causado por un objeto nombrable e identificable para el sujeto. Lacan complejiza esta teoría porque señala que la angustia aparece en el momento en que el objeto ocupa el lugar de la falta y esta desaparece de manera inesperada: por ejemplo, nos miramos a nosotros mismos en el espejo y de repente vemos que un doble nos devuelve la mirada.

¿Cómo utiliza este concepto en su libro?

Yo empecé por analizar la angustia en el individuo y luego agregué el contexto social en el que está inmerso, es decir, tomando al sujeto como parte de un discurso social. Por discurso social entiendo los micromecanismos de funcionamiento del poder o lo que Louis Althusser llama Ideología. Esta constituye los cimientos de la sociedad y contribuye a reproducir las relaciones sociales, divisiones de clase y modos de producción, pero es algo que no podemos identificar claramente ni señalar su procedencia. Permite que percibamos nuestro entorno social como algo obvio, dado, que no cuestionamos. Empiezo por el discurso que circuló a partir del atentado del 11 de septiembre del 2001 y la forma en que la sociedad comenzó a percibir la vulnerabilidad y la amenaza del terrorismo, de afecciones internas del cuerpo como los virus y la incertidumbre que genera el cambio climático y las condiciones de vida precarias. Todos estos factores del entorno aumentan el sentimiento de angustia en el individuo.

¿Hay relación entre la gran cantidad de información disponible en nuestra era y la angustia?

Sí, definitivamente. Es el problema de en quién confiar, de la procedencia de la información, de la desinformación, la abundancia de información sobre todo tipo de peligros, la identificación con nuevas ideas de éxito y belleza que constantemente aparecen en los medios. Pero creo que ante esta situación, cada vez más personas están tratando de apagar ese flujo, de encontrar espacios donde no los afecte, inclusive los grandes referentes de Silicon Valley. Llamo a esta actitud una nueva forma de ignorancia: cuando tratamos de aislarnos de las presiones sociales en las redes y los medios de comunicación. Recientemente escribí un artículo sobre cómo ignoramos que empresas y gobiernos se quedan con nuestros datos y estamos constantemente vigilados. La ignorancia es también una forma de permanecer conectados porque no sabemos realmente quién ve todo lo que producimos online. La manera en que la tecnología está vinculada con intereses políticos y económicos también es causante de angustia.

¿De qué manera contribuyen las redes sociales al sentimiento de angustia?

En Estados Unidos, por ejemplo, Donald Trump usa una estrategia agresiva e irracional en Twitter para atacar. Que el presidente de la Nación más poderosa del mundo juegue con las redes como si fuera un adolescente cambió la manera en que funciona la autoridad. Las redes se convirtieron en la forma en que se comunica el poder; también son el principal medio para la manipulación, como el caso de Cambridge Analytica. Aunque estamos cuestionando el poder de las redes sociales y quién tiene el derecho de recolectar datos, lo cierto es que las grandes empresas todavía se encuentran fuera de una regulación clara y efectiva y las herramientas de los legisladores, como se presentan actualmente, son ineficaces.

La cultura, más allá del mercado

La cultura, más allá del mercado

Sobre una tela en el piso había cartas en tamaño de postal con diferentes dibujos abstractos, alrededor de un cartel que decía «Oráculo». La joven que estaba sentada las juntó formando el mazo, lo mezcló y luego tiró una de ellas: «Tiene que ver con la expresión, ofrecer los colores al mundo que se habita y que me habita, organizar los elementos del entorno a la manera propia. Es la tarjeta ‘innovar universos'», dijo Ruth Rajchenberg, la creadora de la obra. La carta parecía significar ese instante de la Feria del Libro Independiente dando su propio color, dándose el permiso de existir, de expresar algo más en la ciudad. La sede fue el espacio IMPA (Industria Metalúrgica y Plástico Argentina), la fábrica del barrio de Almagro recuperada por sus trabajadores en 1998, en la que se sigue fabricando aluminio y además funciona un centro cultural que brinda talleres, una radio y un canal de televisión, entre otras cosas.

La feria se realizó en la calle, mientras en el centro cultural sucedían obras de teatro y talleres, que acompañaron la programación de la feria. La FLIA, nombre que se le da por sus iniciales, comenzó en 2006 y se construyó como un colectivo de artistas y escritores que se reúnen para crear un espacio propio de intercambio y manifestación cultural sin patrocinadores y abierto para exponer y asistir. La muestra es gratuita y su fin es compartir pensamientos y arte popular y estimular que broten expresiones fuera del mercado editorial.

La feria se realizó en la calle, mientras en el centro cultural se sucedían obras de teatro y talleres que acompañaron la programación.

Mientras expositores y lectores se mezclaban entre las mesas, en los tres micrófonos dispuestos en el medio de la cuadra pasaban bandas a cantar, a hacer poesía, o monólogos. «Hay que meter a los chetos presos, el otro día pasé por un country y no se veía ninguna antena de DirecTV, se quejan de que no tienen dólares pero todos tienen Netflix. Los tienen que encerrar desde la cuna, para eso es Prosegur. Son así, nacen con el corazón con IVA. Ojo, que yo no odio los blancos de piel, odio los blancos de alma», narraba el actor Maxo Garrone, quien conoció la feria a partir de haber ido a otros eventos alternativos. También sonó rap con la banda Malos Modales: «Primero escucha, segundo lee, si comprende el mensaje te pregunto así se aprende y por ende es que hay tanta gente inconsciente, por la potencia mundial destructora de mentes, más conocida como Internet que pudrió rápidamente gran parte de este planeta».

El medio alternativo Radio Semilla FM 106.5 transmitió el evento en vivo, bajaron los equipos desde el cuarto piso del IMPA, donde funciona la radio, y esta vez la hicieron abierta en la calle. Pasaban escritores y escritoras a leer poemas, fragmentos de sus libros, y a contar sus proyectos, como fue el caso de Andrés Demichelis, quien habló de su proyecto Guía Té. La radio está relacionada con la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA), y durante los días de semana, de 10 a 12, tiene un programa llamado Enredando las mañanas que se emite, cada vez, en una radio distinta de las que integran la red. «Queremos que la radio se identifique con un variopinto de carácter popular, y no con algún sector específico. Buscamos no sólo transmitir la radio desde las cuatro paredes, sino darle participación a la gente que hace cosas y sobre todo que pelea, como el evento de hoy. Le diríamos que no a algún programa auspiciado por alguna marca, o a uno de política partidaria, más allá de lo que independientemente cada uno milite y piense, porque creemos que tiene que haber variedad, y no llegaríamos a cubrir todo», dijo a ANCCOM Juana Laguna, integrante del programa radial Gremiales.

La sede fue el espacio IMPA (Industria Metalúrgica y Plástico Argentina) la fábrica del barrio de Almagro recuperada por sus trabajadores .

La música y la radio en vivo se entremezclaban con las conversaciones de quienes paseaban mirando los libros. Había publicaciones de humor, infantiles, feministas; poemas, novelas, fanzines, entre otros. También había ediciones ilustradas con serigrafía, con tapas de cartón de cajas de ravioles, con plástico, con tela, y todo tipo de material artesanal y también en formato tradicional. «Escribimos desde la identidad que habitamos», dijo una integrante de la editorial Profundo, que además tiene varios libros de imágenes, por lo que despierta en ella la fotografía. Además de los libros, había comida vegana, billeteras artesanales, bolsos hechos con sachets, toallitas femeninas hechas con tela para ser reutilizables, entre otras cosas.

En la mesa de Queriendo ser colibrí, donde estaban los libros de cuentos y poemas de Sofia Zurueta, su hermano Joaquín Zurueta repartía volantes en apoyo a la campaña por la expropiación de la gráfica Madygraf, gestionada por sus trabajadores hace dos años. La fábrica logró media sanción de la expropiación en Diputados, pero los trabajadores aseguran que si la lucha no continúa se corre el riesgo de que pierda estado parlamentario, como ya pasó una vez, y se perderían doscientos puestos de trabajo.

Integrantes de Abanico de artistas caminaban maquillados y disfrazados entre los demás. Se trata de un grupo que se reúne a hacer poesía, stand up, teatro y baile los últimos sábados de cada mes en La casa de los chasquidos, en Villa Crespo. Como ellos, abundaban los artistas en la feria: la calle se convirtió en un gran escenario.

 

Actualizado 18/10/2016