Escuela secundaria del futuro hipotecado

Escuela secundaria del futuro hipotecado

El rechazo a la nueva reforma de la educación Escuela Secundaria del Futuro se manifestó los días pasados con la toma de hasta dieciocho colegios secundarios de la Ciudad de Buenos Aires de manera simultánea. La Coordinadora de Estudiantes Base (CEB) propuso esta semana no continuar con la medida y esperar la respuesta al petitorio que entregaron al Ministerio de Educación de la Ciudad en la marcha que realizaron el 6 de septiembre último; así como también la respuesta al escrito que darán a la asesora tutelar para que presente en el Ministerio de Educación. Sin embargo, al cierre de esta nota sólo deshicieron la toma el Colegio Liceo Nº9 Santiago Derqui, la Escuela Normal N°10,  y el Colegio Nº 8 Roca. Y lejos de resolverse el conflicto, al cierre de esta nota, también se sumaron a la toma el colegio Nicolás Avellaneda, la escuela Rodolfo Walsh, Normal N°8 y el colegio García Lorca. El reclamo de los estudiantes incluye también la implementación de un protocolo de violencia de género, y la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral en las escuelas.

Escuela sin futuro

«Creemos que una reforma de la educación es necesaria, pero no una que baje la calidad de la educación que ya tenemos, ni una que nos haga trabajar gratis para quitarnos contenidos de las materias», dijo una estudiante del Liceo Nº9 Santiago Derqui, quien prefirió resguardar su identidad, al igual que los demás estudiantes, por temor a represalias.

Los alumnos consideran que las escuelas no están preparadas para afrontar los cambios que aparenta proponer la reforma. Actualmente, el Liceo Nº9 está transitando la última reforma implementada en 2015, la Nueva Escuela Secundaria (NES). La primera camada de esta reforma está recién en tercer año, por lo que no hubo una cohorte egresada con ese plan hasta el momento. «La reforma NES, en su momento, estaba planteada para los lugares donde había una educación de baja calidad, para que equiparara la educación en el país. En apariencia, parecía buena, pero en nuestro caso nos perjudicó, porque teníamos una educación mejor en el Liceo que lo que planteaba la NES, teníamos el título de Bachiller Común. En nuestra escuela, la NES planteaba especializaciones, por ejemplo, en arte y no contábamos con salas de teatro o instrumentos en cantidad. Fue la cooperadora la que tuvo que afrontar los gastos», dijo la estudiante de quinto año.

En una pared pintada se ven varios carteles con la cara de Santiago Maldonado, una bandera y un cartel escrito a mano en el que se lee: "No a la reforma".

«Creemos que una reforma de la educación es necesaria, pero no una que baje la calidad de la educación que ya tenemos», dijo una estudiante del Liceo Nº9.

Los alumnos consideran que con la reforma Escuela Secundaria del Futuro que el Ministerio quiere imponer, podría llegar a pasar lo mismo que sucede con la NES, ya que las escuelas no están preparadas para lo que dispone la reforma. «Hasta el momento es poca la información que hay, pero sobre lo que conocemos estamos en contra. Con la Escuela Secundaria del Futuro, la mitad de la currícula del último año va a consistir en trabajar para empresas privadas. Esto nos quita contenidos en la formación, y a su vez hay riesgo de que se reduzcan empleos formales de los mayores de 18 años, ya que es más fácil despedir a un pasante cuando la empresa quiera. A los alumnos de colegios técnicos, a partir de ahora, no se les pagaría más, ya que son prácticas, no pasantías», explicó un estudiante miembro de la conducción del Centro de Estudiantes del Liceo Nº9. Según se les dijo desde el Ministerio a los alumnos, no son pasantías porque no están enmarcadas dentro de la Ley 26.427 de Pasantías Educativas, la cual establece: «Sistema de pasantías educativas en el marco del sistema educativo nacional para los estudiantes de la Educación Superior (…) la educación Permanente de Jóvenes y Adultos (…) y la Formación Profesional (…) en todos los casos para personas mayores de dieciocho años».

Otro alumno explicó que todavía no hay respuestas sobre qué tipo de prácticas van a llevar a cabo los alumnos: «Una escuela técnica o con orientación puede tener prácticas específicas por ejemplo, pero en escuelas como la nuestra no hay una práctica de las que se ofrecen que se correspondan con nuestra formación».

En el Liceo Nº9,  la rectora hizo a los estudiantes firmar un acta y dio aviso a la Fiscalía y a la Supervisión. Un alumno, parte de la conducción del centro, explicó: «Desde la Fiscalía se envió un oficio en el que se pedían nombres de alumnos y de padres también. Nuestra asesora tutelar lo dejó sin efecto, porque dijo que no había usurpación del espacio público, ya que se permitía el paso». En el colegio Antonio Devoto, según un comunicado que emitió el Centro de Estudiantes, al momento de la toma, los directivos y supervisores intentaron impedirla y llamaron a personal policial, quien al llegar pidió el documento a la presidenta del Centro de Estudiantes y  amenazó con llevarlos a la comisaría si no desarmaban la toma. El Liceo Nº9 también tuvo presencia policial: en la primera ocasión fueron para preguntar si el colegio estaba tomado. Luego, entraron hasta la puerta del patio y dijeron que ante cualquier actitud que moleste a los vecinos iban a volver, “y no de forma amable”. Después de la advertencia, la policía asistió todas las mañanas al establecimiento para preguntar si continuaba tomada la escuela.

Desde el Gobierno de la Ciudad, comenzó a circular un instructivo sobre la forma de proceder en caso de la toma de establecimientos educativos. Allí se pedía a la conducción de cada escuela concurrir inmediatamente a la comisaría y denunciar la situación de toma, sin denunciar personas, y explicitando que los ilícitos que se podrían llegar a configurar serían violación de domicilio o usurpación y la contravención del artículo 58 (ingreso o permanencia de un lugar público o privado contra voluntad del titular). La ministra de Educación, Soledad Acuña, aseguró que ella no envió el documento. Sin embargo, tampoco desautorizó las denuncias de los directivos.

Un aula de colegio dentro de la misma, en el piso, se encuentran bolsas de dormir, mochilas, colchonetas y frazadas.

Desde el Gobierno de la Ciudad, comenzó a circular un instructivo sobre la forma de proceder en caso de la toma de establecimientos educativos, sin embargo, la ministra de Educación aseguró que ella no envió el documento.

Sin protocolos de género, pero sí de tomas

Otros hechos ocurridos durante los días de toma que llaman la atención y preocupan a los alumnos del Liceo Nº9  han sido la visita de un auto que les sacó fotos,  actos de vandalismo ocasionados por personas ajenas a la toma, el incendio de la bandera que proclamaba «Colegio tomado» y  los graffitti que aparecieron en el frente de la escuela.

Además de las críticas a la reforma, los estudiantes reclaman que se aplique en las secundarias el protocolo de violencia de género, como se realizó recientemente en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini. Una estudiante del Liceo Nº9 explicó: «Antes de las vacaciones hubo un caso de acoso en nuestra escuela y el acusado no fue separado del cargo. Las autoridades aplicaron un protocolo pero es el mismo que se usa si un profesor insulta a un alumno. No tenemos un protocolo específico para estos casos».

Un compañero de la joven mencionó que en 2014 sufrieron la pérdida de la compañera Lola Chomnalez, víctima de femicidio en una playa de Uruguay, caso que tomó relevancia en los medios. «Cuando pasó lo de Lola, las compañeras estaban muy mal. No había contención en la escuela para una situación así. Desde la cooperadora se tuvo que llamar a un psicólogo», contó el alumno en referencia a la necesidad de un protocolo como el que reclaman. Los alumnos también advierten que la Ley de Educación Sexual no se cumple, porque no tienen docentes especializados para abordar los temas. «Es necesario encarar la educación sexual con docentes especializados. Unos compañeros le estuvieron preguntando al docente de Psicología, por ejemplo. Si bien cada profesor puede aportar desde su conocimiento, creemos que es necesario alguien que pueda hablar específicamente del tema».

Las escuelas tomadas

Entre las escuelas que continúan con medidas de fuerza se encuentran las de Bellas Artes Manuel Belgrano y Rogelio Yrurtia, la Nº 15 Antonio Devoto, la Técnica Nº33, la Normal Nº1 en Lenguas Vivas, el Colegio Julio Argentino Roca, la Técnica Nº33 Plumerillo, el Comercial N°7 Manuel Belgrano, la Media N°1 Julio Cortázar, la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola, el Normal N°2 Mariano Acosta, la Técnica Fernando Fader, Escuela Arranz y el Colegio Osvaldo Pugliese. En apoyo a los colegios afectados por la reforma también se sumaron a la medida el Colegio Nacional Buenos Aires y  la escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini.

Los estudiantes esperan hasta esta semana las respuestas del Ministerio, en función de su respuesta definirán cómo continúan el plan de lucha.

En un pasillo del colegio se ve una mesa junto a ella dos personas sentadas y una parada. De fondo la pared del colegio con distintas imágenes y afiches.

En las escuelas que continúan con medidas de fuerza, los estudiantes, esperan hasta esta semana las respuestas del Ministerio, en función de su respuesta definirán cómo continúan el plan de lucha.

 

Actualizado 12/09/2017.

La escuela en la calle

La escuela en la calle

En la Plaza de la República en frente del Obelisco, un imitador del Papa Francisco permaneció impávido en la tarde del último martes 30 ante un grupo de adolescentes que llegaban con banderas. “¿Vamos por el Metrobus o cortamos la calle?”, preguntó uno de ellos mientras cruzaba la Avenida 9 de Julio para enterarse que el corte total era en la intersección con la Avenida de Mayo. En ese momento, un cabo de la Policía Federal gritó como si lo hubiera escuchado: “Vayan por arriba, no por la calle”.

“A ver, a ver, quién dirige la batuta…si los estudiantes …”, cantaban desafiantes los y las jóvenes en camino a reunirse con sus compañeros que ya estaban concentrados en la esquina programada, en reclamo por una educación pública de calidad. Una demanda que ya movilizó a los centros de estudiantes de catorce escuelas públicas de la Ciudad, tomados hace 20 días en el marco de un conflicto con el Ministerio de Educación jurisdiccional.

Marcha Estudiantil. Av. de Mayo. Bs As. 30 de junio de 2015. Foto Romina Morua. ANCCOM UBA

ANCCOM habló con la secretaria de Prensa de Ademys, María Isabel Grau, quién expresó que el reclamo era en contra de la implementación de la Nueva Escuela Secundaria. “Los problemas de la reforma tienen que ver con la disminución de la cantidad de orientaciones; la cantidad de materias que se sacan de las cajas curriculares, por ejemplo Historia y Geografía. Pero en definitiva, la implementación de un régimen educativo que no tiene en cuenta todo el trabajo y las sugerencias que hemos hecho en dos años de trabajo. A nivel edilicio, el Ministerio ha admitido que en la mayoría de las escuelas se tendrían que construir cinco aulas más”, manifestó Grau.

“¡Gracias! ¿En todo estás vos?” rezaba un cartel sobre el sueldo promedio de un docente en la Ciudad de Buenos Aires, mientras que en medio de la Avenida de Mayo, un padre intentaba explicar el corte total de las calles Carlos Pellegrini, Cerrito, 9 de Julio y los dos carriles del Metrobus a sus hijas: “Después quieren entrar a la facultad y no saben nada”, escupió.

Marcha Estudiantil. Asamblea en la calle. Av. de Mayo. Bs As. 30 de junio de 2015. Foto Romina Morua. ANCCOM UBA

“Nosotros entendemos que hay una orientación a vaciar la escuela pública que se viene dando desde hace años”, explicó Juan Francisco, un egresado de la Escuela Técnica Nro. 24 que vino a acompañar las demandas de los estudiantes. “Creo que el ministro Bullrich no demuestra voluntad política de resolver el conflicto. Él entiende que si diera una señal positiva, estaría cediendo a una extorsión de los pibes. No creo que se resuelva antes del domingo”, pronosticó.

Un muñeco de papel maché con dientes de vampiro y una corbata de cartón del PRO bailaban entre redoblantes y clavas. Grupos de chicos y chicas se concentraban alrededor de un megáfono para vitorear sus canciones, mientras que las motos pasaban constantemente por los pequeños espacios que dejaban sobre los costados de las avenidas. “Ahí están los de C5N sacándonos fotos de vuelta”, suspiró una chica con pelo verde.

Ya entrada la tarde de este caluroso invierno, dos turistas con la guía de Buenos Aires en la mano miraban el monumento a las Cataratas del Iguazú en plena 9 de Julio. Del otro lado colgaba banderas de la Federación Universitaria Buenos Aires, la Escuela Otto Krause, Lola Mora, entre muchas otras. Alrededor de ellas, mil bocinazos y un grito que se repetía: “La educación del pueblo, no se vende, se defiende”.

Crónica de una noche de reclamos

Crónica de una noche de reclamos

Ya son más de las dos de la madrugada y el colegio Mariano Acosta, en el barrio de Balvanera, resplandece contra la noche cerrada como un animal luminoso que reposa con los ojos abiertos. Un cuerpo enorme y centenario que desde afuera parece sumido en el silencio de la noche pero que por dentro, en sus aulas, salones y galerías, bulle en discusiones, deliberaciones, asambleas, cenas más o menos frugales, cambios de guardia en pasillos congelados y un estado de alerta porque, dicen los alumnos que tomaron el colegio hace dos semanas, están sufriendo la intimidación policial como nunca antes.

Al cierre de esta nota, eran trece las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires tomadas por alumnos secundarios que se oponen a la implementación del nuevo plan de estudios y que reclaman mejoras edilicias, además de una participación real en las decisiones que toma la cartera educativa porteña, a cargo de Esteban Bullrich. Permanecían tomados los colegios Lola Mora, Aída Mastrazzi, Rogelio Yrurtia, Cerámica 1, Lengüitas, Mariano Acosta, Julio Cortazar, María Claudia Falcone, Mariano Moreno, Lenguas Vivas, Manuel Belgrano, Agustín Tosco y la Escuela Superior Normal Nº 8 Julio Argentino Roca.

El motivo principal del rechazo al nuevo plan de estudios es que la denominada Nueva Escuela Secundaria, puesta en marcha este año, supone un recorte de especialidades –se pasa de 150 a solo 10- y un aumento de horas cátedras que necesita, según los alumnos, una ampliación edilicia en todos los colegios, para evitar la superpoblación.

Siberia es un pasillo que está en el primer piso del Mariano Acosta y cuyas paredes están heladas; hace meses que allí la calefacción no funciona. A un lado del corredor están las ventanas que dan al patio, al otro, dos aulas vacías, los pupitres arrumbados, el mate y algún que otro paquete de fideos o arroz en el piso. Siberia, así lo bautizaron los estudiantes, da acceso a una terraza en donde los alumnos saben que no pueden estar y, para evitar intromisiones, la custodian todo el tiempo. Ahora, a las dos y media de la madrugada, hay una guardia de tres chicos de segundo año. Sentados en el suelo, tapados hasta el cuello con frazadas y mantas, debaten sobre el modelo chavista. La temperatura debe estar tranquilamente por debajo de los cero grados. Un poco más allá, sobre el final del corredor, hay una puerta bloqueada por una barricada de pupitres y bancos. Cruzarla es acceder a un lugar en donde el frío, advierten, resulta todavía más hostil: Transiberia, lo llaman.

Imágenes de la toma del Colegio Mariano Acosta.

Imágenes de la toma del Colegio Mariano Acosta.

“La reforma del plan de estudios implica una incremento de horas cátedras que necesita, inmediatamente, una ampliación edilicia en todas las escuelas, algo difícil de imaginar con una gestión que sólo construyó 14 establecimientos públicos. El Acosta, en particular, necesita un anexo porque sino el año que viene vamos a terminar estudiando en los pasillos”, advierte Nicolás Orellana, referente del Centro de Estudiantes del Mariano Acosta. “En la ciudad había 150 especialidades. Acá, por ejemplo, tenemos el bachillerato bilingüe. Esas especialidades se estarían recortando y pasarían a ser 10 orientaciones. Además, con la reforma NES la formación general se vería reducida en la formación ciudadana e histórica de los estudiantes. Se dejan de ver materias troncales, como Historia Argentina del Siglo XX o Biología, que se reduce de ocho horas a solo dos, y en su lugar aparecen materias con nombres bonitos, como Estructura del Universo”, subraya el referente.

“Es una reforma que no tiene fundamentos pedagógicos. Busca la mercantilización de la educación y agrega el problema de la tercerización docente. Es un tema que nos afecta a todos los colegios, incluso aquellos que no están tomados. Mientras tanto, las autoridades nos ponen trabas a la hora de luchar y no fomentan el debate. Pretenden segmentar a la comunidad educativa. Hay muchos padres o chicos que no entienden el conflicto. Están disconformes con la toma, pero no saben por qué la hacemos. Desde el 2012 que estamos discutiendo esto, y nunca se consiguió un espacio vinculante para debatir entre toda la comunidad educativa”, señala Orellana.

Las galerías de la planta baja están desiertas. Apenas se oye el murmullo bajo de una conversación lejana. Una persona, de pronto, sale de un aula y camina en dirección a los baños. No se sabe si es hombre o mujer. Se la ve de espaldas, cubierta con una frazada raída como si fuera el manto de un indigente. Más adelante, dentro de un salón amplio e iluminado, duermen tres alumnos enfundados en sus bolsas de dormir. En el vidrio de la puerta de entrada, pende una cartulina amarilla: “Bullrich, basta de mentiras, solo queremos estudiar en condiciones dignas”.

Unos cuarenta alumnos pasan la noche en el colegio;  durante el día el número supera los cien. La cena de hoy consistió en unos fideos mostacholes con salsa de tomate. En la mesa de la sala de profesores, quedan tan solo los restos: las bandejas de plástico vacías, una botella de jugo, los cubiertos. Y Agustín Prieto, 17 años, que cuenta un episodio preocupante: “El día que se tomó el colegio, entraron dos policías a pedirnos nombres y números de teléfonos. En un momento, a un compañero le dijeron que si querían nos sacaban a patadas, y a otro alumno que es mayor, y estaba mediando, se le hizo un acta contravencional porque estaba obstruyendo la acción policial. Sabemos que en otros colegios hubo listas negras y denuncias. No podemos aceptar con tanta naturalidad que ingrese la policía a un colegio, con el rol trágico que tuvo justamente la policía durante toda nuestra historia”.

Desde el primer día de toma, en la puerta del colegio, hay un policía vigilando. Los alumnos se sienten intimidados y denuncian persecución política. La vocera del Centro de Estudiantes del Mariano Acosta recibió, hace unos días, un llamado mientras viajaba en colectivo hacia el colegio. “No te metas”, fue todo lo que escuchó. Después, tras lanzar la amenaza, cortaron.

Escenas de la noche en la toma del Mariano Acosta.

Escenas de la noche en la toma del Mariano Acosta.

Ariel tiene 13 años, los dientes con ortodoncia, y el celular en la mano. Está sentado, sin compañía, en uno de los bancos del pasillo del primer piso del colegio. “La NES nos afecta primero a nosotros, los alumnos que recién empezamos. Tenemos talleres que no sirven para nada y más adelante vamos a perder Historia y Biología”. Dando la vuelta por el corredor central, del lado izquierdo, hay un aula en donde un grupo de alumnas se apresta a dormir. Tres de ellas estiran las mantas que hacen las veces de colchón y se meten en sus bolsas de dormir, mientras otra enchufa al toma corriente un caloventor. La puerta se abre y el que se asoma es Fernando Strata, uno de los padres que acompaña la toma. “Chicos, me voy a acostar, cualquier cosa que pase, cualquier problema con la policía o algo, me avisan, voy a estar durmiendo en el aula de quinto, acá en diagonal”, dice y se va.

Son las cuatro de la madrugada. La mayoría de los estudiantes duerme o está en eso. El silencio, sin embargo, nunca es total; siempre se escuchan unos pasos o el murmullo de una charla reverberando en la noche.

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