Nueva muestra fotográfica de ANCCOM

Nueva muestra fotográfica de ANCCOM

«Trabajo y democracia» se exhibe en el Centro Cultural Nueva Uriarte y retrata el universo de cooperativistas de la economía social y popular.

En el marco del reciente Día del Trabajador y de la conmemoración de los 40 años de democracia se inauguró el 13 de mayo la muestra Trabajo y democracia del equipo de fotoperiodismo de ANCCOM en el Centro Cultural Nueva Uriarte.

La exposición se compone de 15 fotografías realizadas por 13 integrantes de la agencia durante el período de 2015 a 2023. En las imágenes se presentan a trabajadores de la economía social y popular que conforman cooperativas de diversos rubros. Malena Rosemberg, gestora cultural y programadora del Centro Cultural Nueva Uriarte, comentó cómo fue el proceso de creación de la muestra: “En el mes de mayo nos parecía importante poder valorizar a les fotógrafes como trabajadores de la cultura y la comunicación y al mismo tiempo exponer fotos que den cuenta de las distintas realidades relacionadas al mundo laboral y a la lucha por los derechos”.

Las fotografías fueron realizadas por fotoperiodistas de ANCCOM. Deslizá para ver la galería completa.  

 

La muestra fue curada y coordinada por Leandro Teysseire y Victoria Gesualdi, editores fotográficos de la agencia. Esta muestra se inscribe en el trabajo que realiza ANCCOM, desde su nacimiento, hace ocho años. En ese sentido, esta es la tercera muestra fotográfica. Las anteriores fueron montadas en el Centro Cultural Caras y Caretas en el 2018 y en la Cámara de Diputados de la Nación en el 2019. Ambas retrataban una serie de problemáticas políticas con el foco puesto en el rol social del fotoperiodismo.

“Nos pusimos en contacto con el Centro Cultural y decidimos realizar una muestra sobre los trabajadores de la economía popular, que es una pata fuerte de ANCCOM. Con esta muestra buscamos darles voz y mostrar cómo gestionan su trabajo, cómo la reman los laburantes”, afirmó Teysseire.

Algunos trabajadores retratados miran a la cámara y muestran orgullosos su trabajo, otros son mostrados mientras realizan sus labores diarias. Son cooperativistas que trabajan la tierra o ponen en marcha las máquinas de fábricas que fueron abandonadas por sus dueños y recuperadas por la lucha colectiva.

Un caso es el de la Cooperativa de alimentos SAFRA, una fábrica de caldos deshidratados, sopas y salsas ubicada en Berazategui, Provincia de Buenos Aires, que fue recuperada por los trabajadores en el 2010. En la fotografía, se observa a un grupo de mujeres que fabrica caldos deshidratados. Sofía Barrios, fotógrafa de ANCCOM, tomó la imagen cuando visitó la fábrica en 2022 para cubrir una nota de la agencia. Recuerda la historia de esas mujeres y su lucha por recuperar sus puestos de trabajo: “Cuando uno saca una foto decide qué mostrar y cómo mostrarlo. Acá no estamos mostrando grandes empresas, sino cooperativas, que forman parte de una lucha que está muy invisibilizada”.

En otra de las fotografías, se observa a una chica que camina por un campo mientras carga con plantas de lechuga. Es Ramona, tiene 21 años y se desempeña en las chacras de la Unión de Trabajadores de la Tierra en Jáuregui, una localidad ubicada en el partido de Luján, Provincia de Buenos Aires. Las tierras fueron otorgadas por el Gobierno nacional para que se trabajen de manera agroecológica y cooperativa. Allí viven familias de productores que conforman la Colonia 20 de abril Darío Santillán. “La foto la hicimos el 18 de mayo de 2019, al amanecer, porque era el horario de cosecha –cuenta Pilar Camacho, autora de la fotografía–. Fue el día en que se anunció la fórmula presidencial de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Me acuerdo porque había mucha expectativa sobre cómo se iba a encarar el año electoral, era un año bisagra en la política argentina. Fue un año de salir a cubrir el clima social de cara a las elecciones y de tantos años de macrismo que me movilizó mucho. Al fotoperiodismo, a partir de las prácticas en ANCCOM, lo tomé como una militancia».

 

La muestra se puede visitar hasta el 2 de junio en el Centro Cultural Nueva Uriarte (Uriarte 1289).

Cooperativas de la Patria Grande

Cooperativas de la Patria Grande

Redes cooperativistas de Argentina, Brasil y Chile organizaron un encuentro en Buenos Aires para compartir experiencias. Avances y obstáculos de un movimiento que promueve una vida más justa.

Un encuentro de cooperativas de alimentos de América Latina, organizado por la Red de Alimentos Cooperativos de Argentina, la UNICAFES de Brasil y Campocoop de Chile, se está desarrollando en el país, con el objetivo de convocar al debate e intercambio de experiencias. La propuesta que se está desarrollando del 2 al 4 de mayo, incluye visitas a la provincia de Santa Fe, a la Ciudad de Buenos Aires y la localidad de Saladillo, en la Provincia de Buenos Aires. 

En representación de Brasil asistió la Unión Nacional de Cooperativas de Agricultura Familiar y Economía Solidaria (UNICAFES), surgida en el año 2005 con el objetivo de representar y fomentar a nivel nacional el cooperativismo solidario, relacionado con la agricultura familiar, comunidades rurales y los pueblos tradicionales, en busca de mejorar las condiciones de vida de esos sectores. Actualmente reúne a más de 700 cooperativas de agricultores familiares y de la economía solidaria de las distintas regiones del país.

En diálogo con ANCCOM, Genês da Fonseca Rosa, consejero e integrante de la delegación de UNICAFES sostuvo: “El evento es importante para socializar los conocimientos, ampliar los aprendizajes sobre los productos, y sobre la forma de administrar, porque necesitamos de una cooperativa que, aunque sea pequeña, pueda estar bien administrada, y con productos que si provienen de la agricultura serán más naturales, sin químicos y de buena calidad, que le den garantía al consumidor”. En ese sentido, sostuvo que el intercambio fue fructífero y que, desde su mirada, la necesidad de Argentina, Chile y Brasil es la misma, aunque Argentina esté un poco más organizada que Brasil. “La experiencia argentina va a ayudar a las cooperativas de Brasil. Hay que continuar el debate con las cooperativas de aquí y de Chile. Es muy importante el intercambio que estamos haciendo aquí, y creemos que hay un saldo positivo de las experiencias y lo que se puede hacer en Brasil, que aún falta más”, comentó Fonseca Rosa y destacó que “en Argentina hay productos de calidad, y las cooperativas se ven favorecidas a través de sus mercaderías, consecuentemente la agricultura familiar también”.

“En Argentina hay productos de calidad, y las cooperativas se ven favorecidas a través de sus mercaderías, consecuentemente la agricultura familiar también”, dijo el brasileño Fonseca Rosa.

Por su parte, Milton Fornazieri, secretario de Abastecimiento, Cooperativismo y Soberanía Alimentaria de Brasil, consideró que en cuanto a la mirada del gobierno brasileño sobre el cooperativismo “se tiene la intención de contribuir en ese proceso organizativo de la región, y la experiencia de UNICAFES es bastante significativa en el Brasil. Creo que la experiencia de los conocimientos prácticos vistos en Argentina fortalece mucho al movimiento cooperativista en Brasil”. 

Una de las expectativas de este encuentro es crear una unidad regional del movimiento cooperativista, de la agricultura familiar, la soberanía alimentaria y la economía social. En relación a ello, Fornazieri explicó: “Una organización regional que congregue los diversos segmentos cooperativistas dentro del ámbito del Mercosur, pero también que congregue y rompa con las fronteras, y logre relaciones mutuas, será muy importante. Por ejemplo, tener un banco de crédito común entre los países, un banco cooperativista, y que podamos crear mercados alternativos para romper la dependencia de las grandes centrales distribuidoras de alimentos que existen en todos los países”.

Otra de las organizaciones participantes es la Confederación Nacional de Federaciones de Cooperativas y Asociaciones Silvoagropecuarias (Campocoop), de Chile. Fundada en 1969 en plena reforma agraria, Campocoop está integrada por pequeños productores ubicados entre la Región de Coquimbo y la Región de Los Lagos, y produce semillas de trigo, maíz, y trabaja con empresas extranjeras que producen semillas especiales en Chile, como semillas de origen asiático, aprovechando la condición fitosanitaria chilena.

Daniel Rebolledo Mercado, dirigente gremial y productivo de Chile y Gerente de Campocoop, expresó que, en Chile, producto de la última dictadura y del ensayo llevado adelante con el modelo neoliberal y sus fines del exitismo y resultados, se perdieron valores, y por lo tanto la sociedad fue llevada al individualismo. De ese modo, pensar en la cadena productiva cooperativizada no es sencillo, ya que significaría ir contra el modelo, que no es fácil, sumado a que ha faltado voluntad política para dinamizar el proceso del cooperativismo en Chile. 

La principal problemática se encuentra en la brecha entre los productos cooperativistas y los productos de consumo masivo que se encuentran en las grandes cadenas de supermercados. La causa de la brecha se da en la dificultad de industrializar la producción por el complejo acceso a los capitales en manos de unos pocos, que están consolidados.

“Necesitamos capitales importantes para montar una cámara de frío para dar un valor agregado como corresponde, y transformarnos en algo competitivo para llegar al mercado junto a aquellos otros que están produciendo grandes cantidades y volúmenes y que tienen todo el aparataje a su disposición”, explicó Rebolledo Mercado y agregó: “En Chile existe un intermediarismo muy consolidado en la formación de precios. Un personaje que te manda una empresa campo afuera, con dinero, pasa (por las fincas) mientras se está cosechando y busca comprar al mejor postor. Esa gente desarticula por su capacidad financiera y nos echa abajo negocios muy interesantes, porque la Cooperativa le va a pagar a 20 días, y el intermediario lo tiene en el momento”. 

En la misma línea, Daniela Encalada, integrante de Campocoop, manifestó que surgieron nuevos movimientos de consumidores enmarcados en cooperativas de consumidores donde las personas se organizan y compran de manera conjunta para poder lograr precios más económicos y justos para la alimentación básica. Al mismo tiempo, expresó que “estamos en una instancia de poder romper las barreras, las líneas limítrofes -que son imaginarias- del sistema político o la comercialización tradicional que las genera, para que no nos unamos. Queremos crear un núcleo que nos permita poder distribuir los productos desde Chile al territorio latinoamericano y viceversa. El futuro del cooperativismo es la intercooperación”.

Por el lado argentino, la representación está a cargo de Alimentos Cooperativos, una red nacional de cooperativas vinculadas a la cadena agroalimentaria. Actualmente nuclea a 150 cooperativas de todo el país y comercializa alimentos producidos por la agricultura familiar y la economía social y solidaria, con el objetivo de consolidar un modelo comercial alternativo.

Pedro Cerviño es integrante de la Red Alimentos Cooperativos y Presidente de la Cooperativa Centro de Comercialización de Productos de la Agricultura Familiar (CECOPAF), que gestiona todos los puntos de venta minorista y mayorista de la red en y desde Buenos Aires hacia otros lugares del país, al mismo tiempo que se encarga de la tienda virtual. 

Para Cerviño, el cooperativismo en Argentina está comenzando a despertarse en algunos sentidos de los que venía estancado, como es el caso de los productores de alimentos, en la transformación de la producción primaria, el agregado de valor, y, por lo tanto, lograr productos alimenticios en condiciones de calidad y diversidad para la dieta completa de la población, que hace años no sucedía. 

En Alimentos Cooperativos, la formación de precios se da de manera conjunta. El productor o la cooperativa de productores le pone el precio que considera justo a un producto, y se le suma el costo de logística y comercialización, dando por resultado un precio final del producto que en muchos casos es inferior al de supermercados, y en otros casos es más alto por la calidad del producto. De ese precio final, el 60 por ciento va a los productores y el 40 por ciento restante es del sistema.

“La diversidad de productos con que contamos, los precios que logramos, y la inserción en el mercado que tenemos con la diversidad de productos, no se ha logrado en los países vecinos. Nuestra propuesta es también promover este intercambio para que podamos tomar algunos desarrollos que ellos tienen”, comentó Cerviño y agregó que “el cooperativismo no es una única vía, pero es una herramienta importante que nosotros tratamos de promover. Tenemos valores de la diversidad. No queremos un discurso único, porque somos distintos, con posturas distintas, territorios diferentes. Eso es un valor que para nosotros nos fortalece. No queremos que todo sea igual, cada cooperativa tiene su estilo y su manera, y eso refleja la flexibilidad con la que nos tenemos que manejar”. 

El frutazo que no fue

El frutazo que no fue

La medida de fuerza planeada por ECAS para este jueves se levantó ante la apertura de una mesa de diálogo. Los cooperativas reclaman una deuda de 120 millones de pesos por las compras realizadas por el Ministerio de Desarrollo Social para Navidad.

Finalmente no se concretó el “Frutazo” previsto para el jueves 30 de marzo frente al Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. La organización  estaba a cargo de la Empresa Cooperativa de Alimentos Soberanos (ECAS) y contaba con el apoyo de otras asociaciones y cooperativas involucradas en lo que se denominó la “Mesa de Frutas”, realizada para la Navidad del 2022. Las medidas de lucha pacífica se propusieron con el fin de acelerar los procesos administrativos y lograr un acuerdo de pago de una deuda de 120 millones de pesos por parte del Estado. Sin embargo, un día antes de la manifestación funcionarios y organizaciones damnificadas coordinaron una mesa de diálogo.

El conflicto inició a finales del año pasado donde un grupo de funcionarios del Ministerio había planificado la estrategia de suministro de 800.000 kg de alimentos a comedores y centros de asistencia durante las fiestas navideñas. Para llevar a cabo este plan, se aliaron con pequeñas cooperativas y productores, a quienes se les comprometió un pago en un plazo de 30 a 40 días. Esta iniciativa se presentó bajo la premisa de apoyar a las economías populares y cooperativas. Sin embargo, no fue hasta hoy que desde el gobierno determinaro un plazo de pago concreto a los productores. Según el comunicado de la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano “luego de una larga mañana participando en la mesa de diálogo con representantes del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, se llegó a un acuerdo de emisión de pago escrito con fecha 3 de abril del corriente año”, por lo que, con el ingreso de la suma pendiente, se determina la continuidad de la cooperativa.

Desde las páginas de ECAS aprovecharon para continuar promocionando su fruta agroecológicos de cooperativas de toda la Argentina, disponible en Abastos Soberanos y puntos de venta en la Feria Eco Popular.

Mujeres cooperativas

Mujeres cooperativas

En la semana de la reivindicación de los derechos de la mujer, tres trabajadoras cuentan su experiencia en otro modelo de organización económica. Relatan cómo se unieron para enfrentar las dificultades del mercado laboral, para recuperar una fábrica u organizarse para cuidar a sus compañeras.

En la semana en la que se conmemora la lucha de las mujeres trabajadoras por igualdad de derechos, que tuvo origen con las trabajadoras textiles de las fábricas de Chicago, ANCCOM conversó con mujeres que llevan adelante asociaciones y cooperativas de trabajo para demostrar que otra economía es posible. De Berazategui y como parte de la Comisión Directiva de Safra, habló Graciela Avalos; desde el valle de Uco, lo hizo Francisca Agüero, integrante de Mujeres de la Viña y María Ramallo, integrante de la cooperativa Ave Fenix de la economía social y popular, se pronunció desde Ezeiza.

Graciela forma parte de Safra, una cooperativa de Berazategui que fabrica caldos deshidratados, sopas instantáneas y salsas. Tuvo origen en 2010, cuando los trabajadoras y trabajadores decidieron recuperar y autogestionar la empresa que estaba en vías de extinción. “La idea de formar una cooperativa surgió por necesidad. Antes de llevarla a la quiebra comenzaron a hacer un desgaste y muchos se fueron buscando otros horizontes y los pocos que quedamos dijimos que teníamos que hacer algo: o formábamos una cooperativa o cerrábamos y nos íbamos. Ni siquiera hizo falta tomar la empresa porque hicieron abandono del lugar”.

El espíritu de resistencia no sólo lo tenían los trabajadores y trabajadoras, sino que contaron con el apoyo de los vecinos de la fábrica, quienes les avisaron cuando empezaron a llevarse las máquinas del lugar, por lo que tuvieron que empezar a dejar guardias todo el día: “La mayoría éramos mujeres y de noche una mujer sola en el lugar era más peligroso. Durante todo el día íbamos las mujeres, con los chicos y a la noche se quedaban los varones”.

Graciela trabajaba en la empresa como personal de maestranza y dice que eso la ayudó y le sirvió porque escuchaba muchas cosas que nunca pensó que en algún momento le iban a servir para entender cómo organizar el trabajo, desde la producción hasta la venta. Cuando surgió la idea de la cooperativa nadie sabía nada de cooperativismo: «Para mí conformarla fue un mundo aparte, había escuchado de empresas recuperadas por sus trabajadores, pero no sabía bien lo que había que hacer. Un día estuvimos ahí y dijimos: ´¿Seguimos luchando por esto o cada uno se va a su casa y ve su rumbo?´ Había muchas chicas jefas de familia con hijos que su única entrada era esa. Fuimos aprendiendo con muchas ganas. Fue difícil aprender, pero tuvimos gente que nos ayudó, de la UOM y del INAES, por ejemplo». 

Graciela plantea que recuperar la empresa le dio otro valor al trabajo en cooperativa: «Lo único que tenés es la necesidad de sostener un trabajo y las ganas de trabajar». Graciela también menciona la diferencia que hay entre el mercado laboral formal y el cooperativismo: «Acá lo que entra, se reparte para todos igual, no hay empleados. La otra diferencia es que cuando pasamos por momentos difíciles en lo que estás en la disyuntiva de cerrar o no, en ningún momento se piensa que vamos a sacar a cinco o diez para salvar a unos pocos, en la cooperativa se salvan todos o ninguno.» Y también la ve en el rol que las mujeres tienen en Safra: «Cuando estaba el anterior dueño llegó un momento en el que quería echar a las mujeres porque decía que faltaban porque se embarazaban, o porque siempre tenían problemas con los hijos y echó a bastantes chicas. Éramos más mujeres porque el trabajo es muy manual y las mujeres tenemos más habilidad con las manos. Los varones estaban en lugares donde tenían que hacer tareas de fuerza». Graciela destaca que hoy en la cooperativa trabajan todos igual: “Todos a la par, siempre cuidando el respeto entre todos porque somos todos iguales, todos tenemos que saber hacer todo. Tenemos muchos proyectos a futuro, queremos ampliarnos, pero también queremos que el consumidor tenga la posibilidad de elegir”.

Mujeres de la Viña es una asociación productoras conformada por 23 trabajadoras. Estas mujeres eran dueñas de tierras en el Valle de Uco (Mendoza) donde se producían uvas de alta calidad que, en su mayoría, eran comercializadas a bodegas extranjeras.

Federica Agüero, técnica de los centros de desarrollo vitícola del INTA quien trabajó en articulación institucional con la Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), contó que se conformaron en 2018 como una asociación que trabaja con espíritu cooperativo. En ese año, las uvas no tenían buen valor y estaban teniendo inconvenientes para venderlas y colocarlas en la zona, dominada por bodegas extranjeras que compran a los pequeños productores para sus vinos de alta gama. «Ese año las bodegas estaban con stock de vino y era un problema que tenían en común las mujeres».

Federica trabajaba dando asesoramiento y apoyo técnico en la zona: «Me di cuenta que había muchas mujeres dueñas de sus unidades productivas que les costaba mucho insertarse en el mercado y ser visibilizadas en el sector vitivinícola. Las empezamos a visitar con más frecuencia y se unieron, en especial a las que eran mujeres porque los hombres, como es una actividad masculinizada, se apoyaban con el precio de la uva, se prestaban maquinaria y con las mujeres no sucedía eso». 

Ese año el problema era la venta de la uva y surgió la propuesta de hacer un vino bajo su propia marca aprovechando que lo que mejor que tenían era la materia prima, ya que sus uvas son de alta calidad. El proyecto fue creciendo de menor a mayor ya que primero fueron seis o siete productoras y después, con el boca en boca se fueron invitando a otras productoras. Agüero comentó que al principio les costó porque costaba que ellas encontraran su espacio. Pero que la idea era darles un espacio para que pudieran capacitarse en la elaboración de vino y fortalecerse como mujeres empresarias, productoras y que pudieran visibilizar todo lo que estaban haciendo. 

Otro punto en común de estas mujeres era el amor por sus tierras que no querían perder, porque también eran tradiciones de familia. Los viñedos eran tradición masculina e históricamente los trabajaban los hombres. Pero, más allá del arraigo a sus tierras, más allá que las unía la necesidad al momento de vender la uva y elaborar un vino para mejorar la rentabilidad, las experiencias compartidas pasaban por no ser visibilizadas como mujeres productoras, explica Agüero. «Entonces empezaron a trabajar, a charlar, a contar historias y eso las unió y les permitió plantearse objetivos claros y sumar mujeres que estén en la misma situación». Federica las acompañó, escuchó, asesoró y ayudó a buscar capacitaciones. «Mi rol es contar las historias hermosas que tiene cada una. Hoy, en 2023 las veo y es increíble el crecimiento de este grupo, vendiendo su marca a nivel nacional con cuatro líneas de vino. 

En 2018 estaban preocupadas por tratar de levantar la cosecha y tratar de saber cómo negociar el valor de la uva a la bodega, y hoy están trabajando para exportar su línea de vinos, su marca. Por ejemplo, hay mujeres que vendieron toda su vida a bodegas, donde tenían que rogar y negociar el precio. Hoy las llaman porque son conocidas, porque saben que producen su propia marca y porque el bodeguero quiere su uva, entonces hay otro tipo de negociación. No son esas productoras sumisas que vendían la uva con tal de no dejar nada en la planta y levantar la cosecha, hoy están en otra posición».

Agüero destaca que Mujeres de la Viña es un colectivo que está todo el tiempo estudiando, porque ellas aprenden en todos los roles: desde la finca, que empezaron a capacitarse con asesoramiento técnico, después en la elaboración del vino. «Ellas están asesorando y aprendiendo siempre sobre comercialización, comunicación, sobre toda la cadena completa que lleva el vino. El estar constantemente capacitándose, adquiriendo conocimiento también les genera poder. El conocimiento es fundamental en ellas porque algunas son profesionales, otras amas de casa, otras modistas, otras trabajadoras de la educación. El valor más importante que tienen es que se transmiten una a la otra su conocimiento y eso también las empodera y las pone de pie frente a cualquier situación en las que tenga que negociar con una bodega, vinoteca o empresario del vino».

María Ramallo comenzó a trabajar en la cooperativa Ave Fénix de la economía social en 2009 debido a la situación económica que atravesaba el país. «Me llevó a ser parte de una cooperativa el tener que satisfacer una necesidad, participar en la economía social a través de un colectivo, organizado solidariamente y para prestar un servicio a la comunidad».

En el trabajo que realizaban, pudo darse cuenta de la diferencia que se da con el mercado laboral tradicional: «Las cooperativas dan oportunidades no sólo económicas, sino también educativas. Por fuera no tendríamos esas oportunidades, ya que las cooperativas generan los espacios para eso». María dice que las mujeres en las cooperativas tienen herramientas que sirven como una salida económica instantánea, pero también como oportunidad de estudio, ya que son un espacio para organizarse y satisfacer sus necesidades en todos los ámbitos de sus vidas y también en su propia comunidad. 

En 2013, el Ministerio de Desarrollo Social sumó a Argentina Trabaja un nuevo programa que se llamó Ellas Hacen, con el objetivo de otorgar una ayuda económica a madres solteras y a mujeres que hubieran atravesado situaciones de violencia de género. María, además del trabajo en la cooperativa, tuvo la oportunidad de realizar una diplomatura que dictó el organismo y comenzó con otras compañeras un equipo de «operadoras de género». En ese sentido, asegura: «Doy gracias a que las cooperativas me dieron el lugar y así estudié una diplomatura que me abrió muchas puertas». Desde ese año trabajó en la cooperativa y ayudó a decenas de mujeres que recurrían a sus asesorías y acompañamiento por grupos de WhatsApp: «Fue un trabajo que costó pero que al fin pudimos articular con las instituciones del distrito para ayudar y acompañar a las mujeres que estuvieran atravesando diferentes problemáticas. Hoy acompaño a las mujeres en sus denuncias, empezando ese camino al que llamo «la ruta crítica». 

María se jubiló hace dos años, pero no dejó de trabajar y tampoco de luchar por los derechos que faltan conquistar. «Los próximos años los veo difícil con este sistema capitalista. Creo que las cooperativas son clave para generar trabajo, igualdad, equidad; la salida está en la economía popular», asegura.

Graciela, Federica y María son tres de las tantas mujeres que se pusieron en pie ante las adversidades que se les presentaba el mercado laboral. Como reflexiona Federica: «Las mujeres somos así, si nos cierran las puertas nos metemos por la ventana. No hay maneras que nos pongan trabas. Solas sí, y es lo que tratamos de transmitir siempre a otras mujeres productoras o emprendedoras y es que la unión hace la fuerza». 

Los trabajadores del Bauen no se dan por vencidos

Los trabajadores del Bauen no se dan por vencidos

La pandemia logró lo que no pudo el poder: que cierre el autogestionado hotel Bauen. Pero sus integrantes ya armaron tres nuevas cooperativas y sueñan con una cuarta.

La cooperativa Sweet Canela la integran cinco extrabajadores del Bauen.

La pandemia de covid-19 causó la pérdida de innumerables puestos de trabajo y con ello la necesidad de decenas de familias de encontrar en medio de la crisis, nuevas formas para sustentarse. El coronavirus, entre otras cosas, logró lo que no pudo el Poder Judicial, el macrismo y empresariado: el Hotel Bauen cerró en octubre de 2020, luego de casi dos décadas de autogestión cooperativista y constantes luchas por las recurrentes amenazas de desalojo, los trabajadores tuvieron que abandonar el edificio debido a las deudas por la falta de ingresos a y previo a esto, los tarifazos y el veto de Mauricio Macri a la Ley de Expropiación, en el 2016.

Se cerró un capítulo para el exBauen, pero sus integrantes se repensaron junto con compañeros de otras cooperativas y así inició una nueva etapa, esta vez con mucha experiencia acumulada. Por eso, tras abandonar el edificio, surgieron tres experiencias cooperativistas. De estas, dos son gastronómicas: Sweet Canela, que administra el bar del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini; Los Carpinchos, que asume la gestión del bar de los trabajadores del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (en la ex ESMA, Avenida del Libertador 8151) y Rutas Argentinas, la agencia de turismo que les va a permitir a todos los trabajadores conocer los alojamientos y destinos turísticos en manos de cooperativas y mutuales en todo el país y se espera que para el segundo semestre del año este en función en Avenida Cabildo al 1700.

Los exintegrantes de la cooperativa del Bauen ya crearon dos emprendimientos gastronómicos y uno turístico.

“Aún nos resta continuar con el Hotel. Es difícil pero no vamos a parar hasta encontrarlo. Como lo posible no se encuentra tirado por ahí sino que se construye espalda con espalda, salimos nuevamente a la cancha con más ganas que nunca”, indica Federico Tonarelli, presidente de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA).

En este sentido, Tonarelli cuenta: “Nos encontramos en la búsqueda de un edificio estatal que cumpla con las condiciones necesarias para el desarrollo de la actividad hotelera, estamos gestionando los permisos de uso con la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), es un proyecto a mediano plazo”.

En paralelo al cierre del Hotel Bauen, algunos trabajadores siguieron en la cooperativa, otros desarrollaron proyectos personales y algunos están trabajando en relación de dependencia. “La dispersión del grupo fue medio inevitable; sobre todo, por no haber podido resolver rápidamente lo del nuevo edificio”, dice Tonarelli. Sin embargo, hubo un grupo que siguió con el horizonte puesto en el asociativismo y la economía solidaria. En la actualidad, son 15 los trabajadores directos, 5 en cada una de las tres nuevas cooperativas, y a ellos se sumarían otros puestos de trabajo, según el número de habitaciones que tenga el futuro hotel y el crecimiento de cada una de las nuevas empresas autogestivas.

Sweet Canela asumió la administración del café-bar del Centro Cultural de la Cooperación en junio de 2022; el equipo de trabajo está integrado por cinco personas (tres mujeres y dos varones) y las ganancias se reparten entre todos por igual. Nancy Galván es la presidenta de esa cooperativa, y también es la encargada del local, en donde trabaja su hija mayor, Jacqueline.

Sweet es el proyecto que más recorrido tuvo en este tiempo y la más pura de los exBauen, aunque son poquitos por ahora, porque el bar de la CCC da para pocos todavía», explica el presidente de FACTA y adelanta “Cooperativa Los Carpinchos somos compañeros de la cooperativa Bar La Cacerola y yo que vengo del Hotel”.

La cooperativa Rutas Argentinas, en tanto, está integrada por siete trabajadores exBauen junto con compañeros de la Cooperativa Escuela Mundo Nuevo y la de lácteos La Ciudad (Séptimo Varón). “Si bien aún el proyecto está en sus inicios, ya tiene matrícula y CUIT y está tramitando el legajo de agencia de turismo en el Ministerio”, explica Tonarelli.

El objetivo a mediano plazo es reabrir el hotel.

El objetivo central es la reapertura del hotel que para el Mundial de 1978 fue hecho para albergar turistas y que tras la crisis económica, política y social del 2001 desatada por las políticas neoliberales que llevaron adelante los presidentes Carlos Menem y Fernando de la Rúa terminó con sus puestos de trabajo. Así nació la cooperativa de los trabajadores que por casi 20 años hospedó a miles de personas y comensales y en sus últimos años supo ser la casa y cuna de diferentes proyectos culturales y sociales tales como las redacciones de las revistas La Garganta Poderosa y Cítrica, el grupo teatral El Descubridor (con Manuel Callau a la cabeza) y un almacén de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

“La suma de tantas voluntades hizo nacer el Espacio Cooperativo Bauen, y esperamos poder continuar con el trabajo de tantos años. A estas tres cooperativas que hablamos, se le sumaría la cuarta, que es la cooperativa del Hotel Bauen. Dependemos para poder avanzar de las negociaciones que con la AABE estamos motorizando para conseguir un edificio estatal en comodato. Si conseguimos un edificio habría un rápido reagrupamiento de los compañeros, de eso no tenemos dudas», cierra Tonarelli.