Diseñar en legítima defensa

Diseñar en legítima defensa

Ante la amenaza que suponen las propuestas libertarias, profesionales y estudiantes de FADU-UBA realizaron Diseñazo Argentino, una intervención con el objetivo de poner en valor la disciplina y la educación pública.

“¡Que no nos quiten lo que construimos!”, exclaman al unísono diseñadores, profesores y estudiantes mientras realizan una intervención performática entre los pisos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA. Llevan camisetas y en las caras una especie de antifaz pintado con colores celeste y blanco.

En el desfile, aparentan estar festejando el triunfo de Argentina en el Mundial pero llevan colgados diferentes objetos que ellos mismos crearon: un reloj, dos palas plásticas para residuos, un juguete encastrable, dos vinilos, mates de silicona y libros. Mientras avanzan, dos figuras con trajes negros –representación de “la mano invisible del mercado”– amenazan con quitarles los objetos, ante lo cual los diseñadores reclaman, entre gritos, el respeto a sus obras. De las aulas asoman celulares grabando, se escuchan risas y se ven miradas curiosas y molestas por la intervención.

“A partir de los resultados de las PASO nos preocupan los discursos que buscan desprestigiar las políticas vinculadas a la industria nacional y la educación pública. Defendemos el desarrollo y financiamiento de productos y bienes culturales y queremos resaltar que, lejos de ser meramente decorativos, son elementos que construyen sentido y mejoran la calidad de vida de las personas. En el diseño se trabaja mucho de manera independiente y poco organizada, por eso lo que proponemos es una voz colectiva, construida a partir de debates, para cuestionar el entramado productivo, como también lo cultural, social y político. Así surge el Diseñazo”, explica la diseñadora industrial Emilia Pezzati, antes de comenzar esta acción sorpresa en la FADU.

El Diseñazo Argentino fue convocado por el colectivo de trabajadores del diseño Hay Futura, pero la propuesta fue abierta para toda persona que quisiera sumarse. Los participantes de la performance expresaron la necesidad de salir de un lugar pasivo y motivar a las generaciones más jóvenes, futuros profesionales, a manifestarse utilizando lo que mejor conocen, la comunicación visual, y así mostrar que el diseño tiene mucho para decir.

“Traje una palita que hicimos para la empresa 3M que había comprado a Fiorentina, una PyME nacional. En el momento en que desarrollamos este proyecto estaba la sustitución de importaciones y una empresa multinacional, que podía encarar el proyecto en cualquier lugar del mundo, decidió hacerlo en Argentina. Me parece que refleja cómo las políticas públicas contribuyen a que la industria local se desarrolle, a que las PyMEs argentinas puedan también tener producción y productos de calidad de exportación”, afirma Verónica Mercer, diseñadora industrial y trabajadora del Plan Nacional de Diseño.  

Durante la intervención se alzan con orgullo carteles que dicen “Más diseño, más Argentina” y se reparten folletos con inscripciones similares incitando a los estudiantes a defender sus derechos, inclusive algunos con el texto “Votá más Lali, más Argentina”.

“En la época de los militares, que es la que reivindica en particular Milei, la industria argentina se hizo pelota, de hecho, había campañas del Estado para incentivar que se compren productos extranjeros diseñados afuera. Nosotros queremos que se diseñen las cosas acá, Argentina tiene una matriz productiva muy grande, y que las y los diseñadores estemos peleando por esto es para defender el tipo de vida y lugar donde queremos vivir”, sostiene Sebastián Feinsilber, diseñador gráfico especializado en comercio exterior. 

Luego de alborotar todos los pisos de FADU, la performance finalizó en el patio central con aplausos y un parlante que reproducía un audio con un mensaje: “Lo hacemos nosotras, nosotros, lo hacemos para los nuestros, lo exportamos, lo premian, es el resultado de las políticas públicas, del Estado, del desarrollo industrial y nos da orgullo. Diseñazo Argentino”.

Pocas horas después de la intervención, comenzaron a circular videos por TikTok de lo sucedido en la FADU, y si había dudas sobre el impacto logrado, con las reacciones en redes se terminaron de disipar. La repercusión mediática advierte una vez más cómo se modificaron las formas de construir sentido en la realidad y también de compartir las luchas.

La propuesta de Diseñazo Argentino no es la única. Empiezan a oírse también otras voces como la del colectivo Activismo Diseño Gráfico, compuesto por estudiantes de la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA), que a través del eslogan “Diseñando activismo” buscan convocarse y luchar por lo mismo. No sólo a través de redes, sino también interviniendo el espacio público, pintando paredes y pegando stickers y flyers.

Los resultados de las PASO han motivado la acción colectiva de diversos sectores y de una juventud que no adhiere a las ideas que atentan contra el futuro del país y sus intereses. 

Made in Argentina

Made in Argentina

Más de 400 empresas nacionales se presentaron en la Exposición del Sello de Buen Diseño Argentino, donde se exhibieron desde ascensores hogareños que se instalan en 24 horas hasta simuladores que permiten practicar cómo extraer petróleo.

El primer ascensor que funciona por depresión de aire, cuyo tamaño y funcionalidad lo hacen parecerse más a un electrodoméstico ya que puede ser instalado en lugares donde un elevador convencional no entra, que además no necesita ni bajo ni sobre recorrido ya que va apoyado directamente al suelo del hogar y se conecta a la red eléctrica de cualquier casa, es decir que no necesita ni siquiera energía trifásica, es sólo uno de los cientos de productos nacionales que se presentaron en la Exposición del Sello de Buen Diseño Argentino, celebrada en el Centro Cultural Kirchner (CCK), todos ellos galardonados por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).

Además de Energía de Misiones (EMSA), la empresa fabricante del Elevador Panorámico Neumático recién descripto, también se encontraban en la feria compañías con muchos años en sus rubros como Ombú o Essen, y junto a ellas emprendimientos que trabajan a una escala de ventas y producción más reducida, como Bolsa Red o Blackñandú.

ANCCOM dialogó con representantes de varias de estas empresas. Por caso, Tasche, dedicada al ámbito textil. Su dueña y diseñadora, Yamila Insaurralde, la define como “un emprendedurismo” que trabaja mochilas, necesers, bolsos y billeteras que se caracterizan por tener muchos bolsillos pensados para cada objeto que se suele usar en la vida diaria, a esto le suman un puerto USB en todas sus mochilas, pensado para cargar dispositivos a lo largo del día. Insaurralde destaca que aparte de tener un compromiso con sus clientes, también lo tiene con el medio ambiente, puesto que trabaja con cuero curtido vegetal, cuyo proceso es menos nocivo.

En otro sector de la muestra, está Flor Dacal, diseñadora principal de Somos Dacal, empresa que tuvo una participación especial ya que colaboró con Ombú para que los encargados de la Expo utilicen las prendas confeccionadas por ellas. Somos Dacal, tal cual es su característica, recicló uniformes clásicos de Ombú y los personalizó para que cada uno de los integrantes del equipo de Sello de Buen Diseño lo luzca en la inauguración del evento. La unión entre Somos Dacal y Ombú, cuenta Dacal, se dio de manera sencilla. “Ombú, al igual que Dacal, a su escala más industrial y más grande, también se dedica a la sustentabilidad, al cero desperdicio, a tener condiciones responsables de trabajo”, afirmó. La diseñadora consideró que esta contribución entre estas dos marcas va en pos de “buscar una nueva forma de ver a la industria argentina, y principalmente nuestro rubro”. El principal objetivo es recuperar prendas y telas de la industria nacional que han quedado fuera del circuito comercial para darles una nueva funcionalidad, buscando así la eliminación del descarte y apoyar en la tarea contra la contaminación que genera la industria textil en el mundo.

Hellbot, como muchas otras, sólo trabaja con diseño y fabricación nacional y en la expo presentó Ecofila, un nuevo diseño del carretel para los hilos de impresión 3D. Lo innovador de este modelo es su funcionalidad y su poder de reutilización, ya que los carreteles convencionales hechos de plástico inyectado eran utilizados hasta que se terminara el hilo para la impresión, para luego quedar en desuso. Con Ecofila la finalidad es reducir esta cantidad de residuos que generan los carreteles comunes.

En el stand de Delta3, ANCCOM pudo probar el Telemando, un simulador visor 3D que se utiliza para la capacitación de personal en una base industrial. Con él, se puede observar toda la planta y los comandos a utilizar por medio de un simulador que, a su vez, puede generar distintas acciones similares a las de la planta real, desde extracción de petróleo hasta una emergencia por un accidente. La utilización de este Telemando tiene como objetivo preceder todo tipo de maniobra y así prevenir errores a lo largo del horario laboral.

Delta3, EMSA, Somos Dacal, Hellbot, Tasche, son sólo un puñado de las 400 empresas nacionales innovadoras y con responsabilidad ambiental que estuvieron en la exposición, botón de muestra de una industria argentina que, pese a las sucesivas crisis, sigue apostando a crear valor con ingenio y calidad.

La Bauhaus en Buenos Aires

La Bauhaus en Buenos Aires

El mundo entero es una Bauhaus expo subsuelo y seminario de la tarde – Museo Nacional de Arte Decorativo MNAD.

La exposición El mundo entero es una Bauhaus comenzó su recorrido por América Latina en el Museo Nacional de Arte Decorativo (MNAD), en donde se pueden ver los objetos, las fotografías y los archivos de la escuela alemana que no sólo revolucionó el diseño, el arte y la arquitectura, sino que significó un cambio de paradigma y una mirada moderna a principios del siglo XX con increíble repercusión y vigencia en la actualidad. La muestra puede visitarse hasta el 12 de agosto, cuando comenzará a viajar por el mundo.

Valérie Hammerbacher,  la directora artística de la muestra, explica en diálogo con ANCCOM qué significa  El mundo entero es una Bauhaus, frase que pertenece al belga Fritz Kuhr, estudiante y luego profesor de esa escuela artística: “Quería decir que no se trataba de imponer el estilo Bauhaus sino que era una manera de mirar y de estar en el mundo. Tener amplitud de miradas, apertura a lo internacional, afición por crear cosas que simplificasen la vida cotidiana.”  Hammerbacher lo resume: “La Bauhaus no es solamente una escuela donde se aprende arquitectura, o a trabajar telas, o a crear lámparas y mobiliario, sino un lugar en el que se elabora una forma de habitar el mundo y de convivir con los demás”.

Bauhaus – en alemán, Bau “construcción” y Haus “casa”- nació en 1919 y fue cerrada en 1933 por el régimen nazi. En sus catorce años de vida se sucedieron tres directores, Walter Gropius, Hannes Meyer y Ludwig Mies van der Rohe. A casi un siglo de su fundación, el Instituto para las Relaciones Culturales Internacionales de Alemania junto con el Goethe-Institut, la Embajada de la República Federal de Alemania, el Ministerio de Cultura de la Nación y el Servicio Alemán de Intercambio Académico hicieron la “puesta a punto” de la muestra en Argentina con un equipo alemán y local que trabajaron bajo la guía del curador Boris Friedewald. La muestra continuará por México y terminará en Alemania el 2019.

La exposición El mundo entero es una Bauhaus comenzó su recorrido por América Latina en el
Museo Nacional de Arte Decorativo

“Veíamos con entusiasmo con el curador hacer dialogar la lógica rupturista de la Bauhaus con el Palacio de nuestro museo, porque ahí se genera un contraste interesante entre Walter Gropius y René Sergent (arquitecto del MNAD)  que son dos contemporáneos y construyeron los edificios con doce meses de diferencia. Uno representa un mundo que está terminando y el otro que está naciendo”, sostiene el director del Museo, Martín Marcos, desde uno de los balcones de la casa donde se podía apreciar el estilo neoclásico francés y las instalaciones minimalistas de la muestra.

La muestra está dividida en ocho áreas que intentan abordar todos los aspectos de la escuela. Aparecen conceptos muy modernos, como los cuerpos suspendidos y la ingravidez, el hombre nuevo, la técnica, el arte y la artesanía, la pedagogía basada en la creación colectiva, la biblioteca conformada no por libros de arquitectura barroca alemana sino por libros de otras culturas que muestra una mirada hacia el “otro” como un otro valioso.

“Hoy los desafíos son distintos pero la actitud Bauhaus puede hacernos reflexionar sobre nuestras encrucijadas en términos de sustentabilidad ambiental, social y económica. Para tener una mirada menos tradicional más innovadora y que acepte tomar riesgos para generar nuevas alternativas”,  agrega  Marcos.

En las salas temporarias del subsuelo hay un homenaje a las huellas de la Bauhaus en Argentina, fotos de Horacio Cóppola y Grete Stern, la visita de Gropius al país y el mirador de Marcel Breuer en Mar del Plata (hoy muy deteriorado pero de gran valor cultural). Además están los modelos de las sillas de Breuer y Van der Rohe y se pasan constantemente películas filmadas en la Bauhaus. La idea de no hacer de la muestra un mausoleo viene acompañada de la invitación al público a conferencias y seminarios con especialistas locales y del exterior para construir una mirada actual y crítica sobre lo que es el espíritu Bauhaus.

La muestra está dividida en ocho áreas que intentan abordar todos los aspectos de la escuela.

Entre el público había quienes conocían el movimiento, pero aun así encontraron información y materiales que no están disponibles en otro lugar, como señaló Olivia, una diseñadora gráfica- que cuenta: “Lo que más me gustó es poder ver acá los originales de Kandinsky”. También lo destaca Florencia Cherñajovsky, curadora de arte: “Me parece remarcable la cantidad de información integrada en la escenografía, con documentos, libros, planos y fotografías que dan cuenta del carácter multidisciplinario de la escuela”.

La gente que viene de otros campos también pudo apreciar la relevancia actual de la Bauhaus: “Me encanta porque es de una actualidad increíble” comenta Susana Bueno, mientras Mónica Herrero, docente de literatura, agrega: “Lo que te alucina es que es post Primera Guerra y es súper moderno. Muchos de ellos estuvieron en el frente de la guerra y esa experiencia te obliga a crear algo para encontrarle un sentido a la vida. Supongo que por eso también el contacto con la artesanía más que con el arte… es mucho más cuerpo a tierra”.

El  MNAD está ubicado en Avenida Libertador 1902, abre sus puertas al público de martes a domingo de 12.30 a 19 horas y la entrada libre y gratuita.

“La creatividad la impiden todas las ideas que tienen estructuras rígidas”

“La creatividad la impiden todas las ideas que tienen estructuras rígidas”

Martín Churba, el diseñador argentino reconocido en el mundo como un artista innovador en lo textil, parecía no querer alejarse ni perderse detalle de lo que las tejedoras de Red Puna estaban contando a alumnas de la Facultad de Diseño y Urbanismo de la UBA, en el marco de la Tercera Bienal Nacional de Diseño, que se desarrolló del 16 al 19 de agosto, en el Pabellón III de Ciudad Universitaria. Mientras ellas echaban las semillas de achihuete junto con las cenizas, y les explicaban a las alumnas cómo hacer un tinte natural, Churba hacía preguntas como cuánto tiempo había que dejar el tinte con la lana, y remarcaba las respuestas de las tejedoras para que las alumnas fueran siguiendo el proceso. El diseñador trabaja con ellas y otros campesinos y artesanas de comunidades aborígenes de Jujuy desde 2005, cuando fue contactado para dar herramientas y agregar valor a los tejidos y artesanías que hacía la comunidad. Para ese entonces, ya hacía tres años que había empezado de manera independiente con su marca Tramando, en la que empleó a trabajadores que habían quedado desocupados en la crisis de 2001. Con esta marca empezó a exportar a Japón y, en 2014, abrió un local en Dubai.

Si bien sus estudios formales fueron las artes escénicas y el diseño gráfico, finalmente resultó un pionero de la moda: armó el primer estudio de diseño textil de la Argentina junto a Florencia Vitón (con quien trabaja en Red Puna) y  Carla Bonifacio. Su inserción internacional fue en los años 90 junto a Jessica Trosman, con el emprendimiento TrosmanChurba, considerado una revolución de la moda, y que les daba empleo a personas con capacidades diferentes. Su compromiso con integrar a trabajadores al proceso productivo también se ve reflejado en la Fundación Pro-Tejer, organización sin fines de lucro que busca potenciar la industria nacional, reuniendo a los sectores de la cadena de valor de la industria textil e indumentaria. Desde su lugar de diseñador, Churba busca integrar, componer, combinar, no sólo telas, sino personas. En diálogo con ANCCOM compartió la experiencia de trabajar intercambiando experiencias con los trabajadores de Red Puna.

Generalmente el trabajo de un diseñador de indumentaria se asocia más al estilo urbano, o a la revista de moda. ¿Cómo es la experiencia de brindar herramientas para trabajadores de la Red Puna que tienen sus propios diseños?

Lo que vehiculiza esa posibilidad es el gran desafío que tienen las comunidades de incorporarse al sistema, sin perder identidad. Es un ejercicio comunicacional, un diálogo permanente. El camino era constantemente preguntarnos «¿Qué es para vos diseño? ¿Qué es para mí diseño? ¿Qué es entonces, para nosotros,  diseño?», tiene que ver un poco con tomarse ese trabajo de decodificar lo que cada uno de nosotros quería expresar. Integrar su trabajo y su cultura es un desafío de ellos también, porque tienen que lograr que todos nos tomemos el trabajo de hacer esa homologación de lenguaje. Cuando vos querés ir a su cultura también tenés que integrarte. Tenés que lograr que alguien te quiera enseñar sus modos de hacer y su cultura. A ellos les pasa lo mismo. Ellos tienen que lograr puentes que homologuen ese sistema de comunicación que hay que crear.

¿Y para vos qué es el diseño?

Para mí es un proceso en el cual se eligen distintas opciones y se define un sistema de elementos. Diseñar tiene que ver con el proceso anterior a administrar esos elementos. Es como pensar antes de lo proyectual. Pensar el contexto, pensar la disposición de las cosas y de las personas. Luego viene el proceso de creación. Ese es el proceso de selección de elementos. Y luego, la narrativa final, que es eso que vos creas, y que tiene un vínculo con ese contexto que trazaste al principio.

«Cuando vos querés ir a su cultura también tenés que integrarte. Tenés que lograr que alguien te quiera enseñar sus modos de hacer y su cultura», dijo Martín Churba.

Como diseñador, integrás mucho tu trabajo con procesos que están en la trama histórica del país. ¿Cómo relacionaste el diseño con lo social?

Quizás eso tiene un poco que ver con ser uno de los primeros en la actividad, entonces le vas dando forma un poco a la disciplina. Trato de darle cierta entidad a los hechos y a las cosas a través del uso de la metáfora. Creo en que esa posibilidad hace cambios en toda la realidad.

Muchas veces, hacés referencia a tus primeros años de diseño, en los que algunos te miraban extrañados porque no estaba desarrollada  la actividad en Argentina. ¿En algún momento pensaste que el oficio no iba a instalarse en el país?

Es algo que pienso todos los días. Aunque el diseño en sí, ya es una realidad. Está la Facultad y está totalmente incorporado. El diseño sí se instaló cómodamente. Tal vez la creatividad es lo que sigue peleando con la realidad. Pelea con los mercados, con la imaginación de la gente, con la libertad. La creatividad como hecho de libertad es algo en lo que siento que siempre volvemos a cero. Es una lucha constante.

¿Qué es lo que impide para vos esa creatividad?

La racionalidad, el capital, y a veces la misma academia. La creatividad la impiden todas las ideas que tienen estructuras rígidas y que no se parecen a nosotros, los seres humanos, que somos blandos, cambiantes, sensibles e inteligentes.

¿Cómo encontraste el equilibrio para aportar tus métodos de diseñador a los tejedores de la Red Puna, que a su vez tienen sus propios métodos?

Era un punto que lo discutíamos todos los días, cómo no invadir. Pero al mismo tiempo, si hay un problema que no encuentra solución, por qué vas a privar a alguien de que cambie el resultado de lo que hace, si encima no les satisface. Ellos viven en lo contemporáneo, no viven en el pasado, quieren renovarse. Nunca decimos lo que tienen que corregir y cómo. Ellos saben qué quieren corregir y te dicen lo que no les sale. Cuando ellos me conocieron me dijeron que querían mejorar su calidad y el valor percibido de sus productos para la venta.

¿Qué pensás que fue lo que más cambió en el intercambio que tuvieron con ustedes?

Las siluetas, los moldes de hule. Sirve mucho de patrón para los tejedores que quieren vender, que son la mayoría. Fue un proyecto que inventamos pensando que teníamos que armar cierta armonía de forma. Tampoco sabíamos si lo iban a incorporar porque las tejedoras decían que no medían, sino que contaban puntos. Lo que pasa es que tenían que esperar hasta el final para ver si estaba bien hecho. Era un desafío ver si habían tensado menos o por demás. Pasaron tres o cuatro años hasta que lo quisieron incorporar. Las siluetas sirvieron como un orden. Contrariamente a lo que decía antes sobre los órdenes y las estructuras, al mismo tiempo, los sistemas son geniales para brindar recursos.  

¿Cómo te relacionás como persona y como diseñador con esta experiencia ?

Siempre me sentí una persona ajena a este saber cultural. Me relaciono desde el respeto. Todo este saber, como por ejemplo el teñido con tintes naturales, es algo que les pertenece, y que ellos comparten con algunos de nosotros en situaciones en las cuales se puede dar una justicia en el vínculo. La mayoría de las veces esto no es lo que sucede. En general los vínculos entre las comunidades y la gente que vive en las ciudades son asimétricas. Sentirme a la par, a pesar de tener esta diferencia cultural tan importante, fue el gran desafío. No pensar que somos lo mismo, porque cada uno tiene su cultura, que lo configura con su identidad, pero tampoco pensar que hay uno más que otro, o uno que pueda sobre el otro, sino que sea un vínculo de paridad. Desde ahí, cualquier aprendizaje es un proceso a descubrir.

«No pensar que somos lo mismo, porque cada uno tiene su cultura, que lo configura con su identidad, pero tampoco pensar que hay uno más que otro, o uno que pueda sobre el otro, sino que sea un vínculo de paridad», dijo Martín Churba.

Actualizada 12/09/2017

Un invento argentino

Un invento argentino

Una chica va a una cena de fin de año del trabajo. Es celíaca. Quienes la organizan, llaman previamente al restaurante y encargan un menú libre de gluten para todos. La cena transcurre sin problemas. El postre, una bocha de helado, viene decorado con una oblea. Un pequeño momento de silencio. Se apagan las risas. La chica se siente incómoda. Un mozo al que le explican la situación, lleva el helado hasta la cocina, saca la oblea y borra las huellas con una cuchara. Ya es tarde. El plato está contaminado. Alguien lo ve y desata una discusión. La chica llora y la cena termina en silencio.  

La historia la cuenta Jimena Mardones Buet. Es diseñadora industrial. Hace dos años ella y dos compañeros de la Carrera de Diseño Industrial de la UBA (Pablo Méndez y Teresa Dutari) crearon un dispositivo, similar a una cuchara, con la capacidad de detectar partículas de gluten y alertar a una persona celíaca que una comida está contaminada. Hoy, Mardones Buet y Dutari siguen las gestiones para que Gluno pase de prototipo a realidad. El dispositivo está en etapa de desarrollo, con el testeo  para abarcar la mayor cantidad de alimentos posible, antes de salir al mercado.

El invento consiste en un pequeño artefacto plástico con una pila de reloj, una luz roja y un compartimento para guardar paletitas descartables. Mide entre diez y doce centímetros para poder ser fácilmente transportable. Funciona como una cuchara, con una punta descartable de cartón, desarrollada con una tecnología llamada electrónica impresa. “Son tintas con propiedades eléctricas”, explica Mardones Buet. Y agrega: “Hasta el momento se venían utilizando en todo lo que era packaging o cuestiones publicitarias. La cátedra se juntó con la fundación Gutenberg, querían que con este proyecto la electrónica impresa tuviera un alcance en productos de salud”.

Jimena Mardones Buet y Teresa Dutari, diseñadoras y desarrolladoras de Gluno.

Las paletas de cartón sólo pueden detectar gluten una vez. Cuando hayan generado una reacción eléctrica, se deben desechar. Sin embargo, al entrar en contacto con alimentos, lo recomendable es que, aún sin detectar partículas de gluten, las paletitas se desechen luego de su uso. Por ese motivo, parte del dispositivo es un compartimento para llevar 4 o 5 paletas de repuesto. “La idea es que frente a la situación de desconocimiento de cómo está preparado un plato, la persona celíaca coloque una de las paletitas y empiece a pinchar la comida. Si detecta la partícula de gluten, genera una reacción electroquímica que manda una señal a la base de la tapita y hace que se encienda una luz de alerta al usuario que indica que esa comida está contaminada”, explica Mardones Buet.

Los orígenes

Como prototipo, Gluno durmió durante dos años hasta que el grupo de estudiantes se presentó en INNOVAR, un concurso organizado por el Ministerio de Ciencia,Tecnología e Innovación Productiva. Un periodista lo vio, les hizo una nota y el tema estalló en las redes sociales, principalmente en los foros y grupos de Facebook en los que celíacos de distintas partes de Argentina y el mundo comparten recetas y consejos.

“Lo presentamos porque nos parecía que había categorías que iban bien para este producto y no ganamos. Pero a partir de ahí empezó a llegar gente interesada”, cuenta Mardones Buet y agrega: “Nos sirvió para validar que realmente lo que habíamos visto como una necesidad era genuino”, completa.

La enfermedad celíaca es, según el Ministerio de Salud de la Nación, una intolerancia permanente al gluten, (proteína que se encuentra en el trigo, avena, cebada y centeno) que ocurre en individuos genéticamente predispuestos. Se desconocen las causas exactas, aunque se sabe que intervienen factores ambientales, genéticos e inmunológicos. Es considerada la enfermedad intestinal más frecuente. En Argentina se calcula que una de cada cien personas la padece. El único tratamiento posible hasta el momento es el cuidado de una dieta estricta libre de gluten que debe mantenerse de por vida.

Según Mardones Buet, creadora del proyecto, llevar una dieta de ese tipo no es sólo una cuestión de alimentación. “En nuestro país casi todas las reuniones giran en torno a la comida. Hicimos montones de entrevistas a celíacos. Estuve con ellos, sé las reacciones y cómo aceptan el producto; las ansias con que están esperando que se venda”, resume.

Sin embargo, según los laboratorios comerciales, protagonistas en esta etapa de desarrollo, Gluno aún tiene limitaciones que afrontar para ser un producto comercializable. La principal es la cantidad de alimentos testeados. El mundo gastronómico es muy amplio y un laboratorio que desarrolla y vende este producto debe asegurarle al paciente celíaco que el dispositivo no arroje falsos positivos, o lo que sería peor, que no detecte gluten en algún alimento. La segunda limitación, la cantidad de celíacos, potenciales consumidores, que comprarían el producto.

“Los laboratorios tienen una mirada muy comercial”, dice Mardones Buet. “Nosotros lo pensamos desde el lugar del usuario, del celíaco. Si a una persona celíaca le decís que va a poder probar cien comidas testeadas, le estás dando la posibilidad de salir y saber que puede comer cualquiera de esas cien comidas y no le va a pasar nada”, sentencia.

“Los laboratorios tienen una mirada muy comercial”, dice Mardones Buet.

 

En primera persona

“Cuando tuve el diagnóstico pensé que era casi el fin del mundo. Creo que lo fue por un momento”, cuenta Agustina. Hace poco más de un año, la joven recibió el diagnóstico de la enfermedad celíaca. “Todo el mundo coincide en decir que hace unos años y no hace tanto, era casi imposible vivir siendo celíaco. No sólo ir a comer afuera sino conseguir cosas para cocinarse uno en la casa”, subraya.

“El diagnóstico lo tuve en junio del año pasado. Llegué a él por otros motivos, sino tal vez hubiese vivido toda la vida sin saber que tenía celiaquía.” afirma. Y reconstruye: “Venía con problemas en la voz y fui al fonoaudiólogo a ver qué me pasaba. Tras unos estudios me dijeron que tenía reflujo, que viera a un gastroenterólogo. Me hice una biopsia para ver qué tan dañado tenía el esofago y en el resultado me dio que tenia altas chances de ser celiaca, y lo terminó confirmando  el médico con un análisis de sangre”.

Agustina entre tanto se permite soñar con soluciones para la celiaquía: “Me encantaría que haya una vacuna que te la cure. Si no existiera esa posibilidad, una vacuna que te la des cada tanto y que tengas un margen de un mes, medio año, un año para comer lo que quieras. O unas pastillas que las puedas tomar para alguna ocasión especial para comer lo que quieras”.  

Algunos productos similares a Gluno, de otros lugares del mundo, que aún no se comercializan, tuvieron la limitación de ser complejos y demorar en arrojar un resultado, con el consiguiente efecto de que la comida se enfríe o que la persona celíaca no pueda comer en simultáneo al resto de los comensales. “Lo que quiere hacer este producto es que se vuelva a naturalizar la situación de comer para un celíaco. Que vos vayas a cualquier lado, hagas ese test simple, y ya está, que puedas comer tranquilo”, explica Mardones Buet.

A partir de su presencia en INNOVAR y de aquella primera nota periodística, en junio de este año el prototipo saltó a la web y a las redes sociales. Ya no era solamente un trabajo de la Facultad. En los foros de debates de celíacos y en los comentarios debajo de cada una de las notas se acumulaban las preguntas acerca de dónde se conseguía y a qué precio.  “Se nos empezó a acercar mucha gente. De laboratorios privados, personas que querían invertir en el proyecto, gente que comercializaba productos celíacos y lo querían vender, un montón de celíacos que lo querían comprar”, cuentan los emprendedores.

Sin embargo ninguna nota aclaraba que Gluno era recién un prototipo, y no estaba aún a la venta.

Las claves de la enfermedad

¿Qué le sucede a una persona celíaca que ingiere un alimento con partículas de gluten? En los restaurantes, comedores estudiantiles o cualquier lugar en que se preparan múltiples platos, los alimentos pueden sufrir contaminación cruzada: el uso de cubiertos que estuvieron en contacto con gluten, uso de las mismas superficies -incluso si se las limpió entre una preparación y otra-, uso del horno o incluso la volatilidad de las harinas pueden contaminar con trazas de gluten una comida supuestamente apta.

Los síntomas de la celiaquía varían según la etapa de la vida en que se descubra la enfermedad: desde vómitos, diarrea o pelo frágil en la infancia, a osteoporosis, fracturas, irritabilidad o pérdida de peso en los adultos, pasando por anemia, dolor abdominal o cefaleas en la adolescencia. Eso entre una lista de muchas otras posibilidades.

En Argentina, según datos del Ministerio de Salud de la Nación, una de cada cien personas es celíaca. En el año 2007 un decreto del Ministerio de Salud de la Nación, creó el Programa Nacional de Detección y Control de la Enfermedad Celíaca, para favorecer el diagnóstico precoz y fortalecer el sistema de control de alimentos.

Por su parte, en la Ciudad de Buenos Aires, una ley de 2012, obliga a los restaurantes a ofrecer un menú libre de gluten. Incluso en estos casos, Gluno es un dispositivo que permitirá a la persona celíaca, asegurarse por sus propios medios que la comida no contiene gluten.

Mardones Buet junto a Teresa Dutari son quienes hoy hacen las gestiones necesarias para que el producto llegue al mercado. Son optimistas respecto a que esto suceda, aunque los laboratorios, que en principio tuvieron un gran impulso por querer desarrollar el producto, hoy descrean de su viabilidad: “El límite ahora es encontrar quien nos quiera acompañar en el proyecto. Alguien que entienda la viabilidad del producto desde la perspectiva de la necesidad del usuario. Cuando nos juntamos con la gente del laboratorio, piensan que el producto va a tener ciertos límites y ellos ya creen que no es viable. Yo sé que sí, porque sé el mundo de posibilidades que se le abre a la persona celíaca”, sentencia.