Once días que conmovieron al comercio

Once días que conmovieron al comercio

El impacto de la devaluación desestabilizó a los comercios de barrio. Deben pagar aumentos desmedidos o no pueden abastecerse porque los proveedores especulan con los precios. Los clientes dejan de consumir y, encima, el temor a los saqueos.

Luego del triunfo de Javier Milei en las elecciones de  las PASO, el peso sufrió una devaluación del 21,6% . El dólar blue cerró en el mismo día a 720 pesos para la compra y a 730  para la venta,  un 101.89% por ciento arriba del oficial. El ministro de Economía, Sergio Massa, declaró: “El FMI pedía 100 por ciento de devaluación, después bajó al 60 por ciento y finalmente logramos acordar en el 20 por ciento”. Y para colmo, en la noche del martes hubo saqueos en distintos puntos del país. ¿Pero qué pasó con los precios en la economía cotidiana? ¿Cómo se traducen estos números en el día a día? De qué manera afectan a los comerciantes y consumidores?

El primer testimonio es de un distribuidor que trabaja para Pepsico, su  nombre es Claudio Gracián; su trabajo consta de recorrer negocios y ser el nexo entre los comerciantes y la empresa. Se maneja por distintos barrios de Avellaneda y Lanús y comenta lo siguiente: “Desde la empresa se dio un aumento del 25 por ciento en general, hoy unas papas de 95 gramos te salen 1000 pesos, al no ser un producto de primera necesidad noto que la venta está bajando un montón. Los comerciantes dejaron de comprar bastante estas semanas, antes te compraban de más para stockearse pensado en futuras subas, hoy prefieren esperar a que todo se normalice”.

Por último, cuenta una anécdota que refleja la acelerada suba de precios: “Me pasó de ir a venderle a un cliente y notar que el arroz que estaba en la góndola era más barato que el que yo le ofrecía; subió en una sola semana de 165 pesos el paquete de medio kilo a 310 pesos”.

La dueña de ese local se llama Claudia Nuzzi, atiende con su familia el almacén Cefe, que se encuentra en Villa Jardín, Lanus Oeste. Lo primero que ella destaca es la importante suba en los precios de los fideos y el arroz; fue tal el aumento que el distribuidor encargado de traer esos productos suspendió la visita semanal que tenía pactada debido a que no sabía cuánto debía cobrarle

“Es terrible la suba de precios, se notó mucho más en la semana después de las elecciones, el consumo bajó muchísimo, a  veces el cliente intenta suplantar algún producto que consumía seguido por uno de menor calidad. Además prefieren llevar menos, antes por ejemplo vendía muchísimo pollo hoy compran lo justo y necesario”.

El rubro alimenticio no fue el único afectado. En varias farmacias del Gran Buenos Aires se ven carteles con este tipo de inscripciones: «Estimados clientes: Las farmacias bonaerenses estamos sufriendo problemas de reposición diaria de medicamentos por causas ajenas a nosotros. Estamos atendiendo en emergencia con el stock disponible de la farmacia», firmado por el Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires».

Micaela Colombo es empleada de la farmacia Gran, a que se encuentra en Valentín Alsina, y dice: “Nos manejamos por el momento como indica el cartel por el tema de la suba de precios. Hay muchos productos que en este momento no se consiguen y la gente se ve obligada a utilizar la marca disponible venga o no de una obra social o por parte de PAMI Más allá de que nos manejamos con un stock que ya teníamos previamente a la suba no podemos mantener los precios y nos vemos obligados a venderlos con esa misma suba. La gente  no para de quejarse”,

Ella agrega: “La gente no ha dejado de consumir los medicamentos pero sí ha disminuido su cantidad. Quizás antes se llevaban una caja y hoy se llevan una tira, lo que sí se ha dejado de consumir bastante es todo lo relacionado a higiene y perfumería.”

Por último, ya mudándose de barrio, de distrito y de rubro, en la librería Orfeo, del Bajo Flores, dice Tiago Páez: “Ni bien se dieron los resultados de las PASO, recibimos mensaje de la mayoría de los proveedores advirtiéndonos que calculemos todo con una suba del 20 al 25 por ciento aproximadamente. Para ese momento no teníamos un precio fijo de las cosas pero era lo que se estimaba. Nos vimos obligados a realizar los cálculos y modificarlos de inmediato porque la situación no nos permite congelarlo, hay que pensar que uno pone el cuerpo y además gasta en luz, impuestos y todo lo que conlleva abrir un negocios día a día”.

Tiago, que es integrante de la familia que fundó el negocio, cuenta: “Las pautas de consumo fueron cambiando no solo desde las PASO sino desde mucho antes. La inflación este año fue constante, antes la marca de hojas de carpeta más vendida era la Rivadavia, ahora se utiliza mucho la marca Éxito. Lo mismo con los cuadernos, los que más se vendían antes eran los Éxito o Rivadavia, hoy son los Gloria, Asamblea y Ledesma. Uno de los productos que más subió este año son las hojas de resma Ledesma. Hasta el momento tuvimos un incremento del 40 por ciento en su precio en lo que va del año”.  

A capella

A capella

Nicolás, vendedor un, local de música de la calle Talcahuano en la Ciudad de Buenos Aires.

La calle Talcahuano condensa, en apenas cuatro cuadras, el epicentro de la industria de instrumentos musicales en la Ciudad de Buenos Aires. Con más de 30 locales distribuidos entre Rivadavia y Corrientes, las vidrieras que exhiben guitarras, teclados, saxos y violines -entre otros- se siguen casi consecutivamente, interrumpidas, a veces, por persianas bajas que no volverán a abrirse. El sector es otro de los tantos golpeados por una política económica centrada en el libre mercado y las finanzas, las importaciones, la desregulación y el ajuste. En esas pocas calles, la situación complicada también queda en evidencia: escasos clientes, negocios vacíos, y gran disposición a hablar por parte de los empleados, los primeros afectados.

Frente a la pregunta sobre las ventas, las respuestas no varían demasiado. Hay quienes reflejan la situación con gestos preocupados y de resignación; hay quienes responden directamente: “Mal”, “en baja”, “pésimo”. Y hay, incluso, quien lanza un “¡ayuda!” dramático, intentando ocultar tras el humor una preocupación que no deja de ser real. “Siempre las ventas, por meses, son irregulares: hay épocas del año que se vende más y hay épocas en que se vende menos. Pero lo que se mantiene del año pasado, del primer sacudón del dólar, a este,  es que va en descenso: no sube ningún mes, siempre se va vendiendo menos que el mes anterior”, explica Marcelo, empleado de Baires Music.

En Antigua Casa Núñez, en tanto, “se vende en pesos lo mismo que se vendía dos años atrás, cuando comenzó a caer el negocio”, cuenta Juan, quien trabaja hace años en la conocida casa de guitarras. El diagnóstico se replica en la mayoría de los negocios de la calle: en promedio, las ventas cayeron entre un 30% y un 50%, según relatan los vendedores. También coinciden en que la demanda de servicios de luthería -arreglo de instrumentos-, si bien acompaña el descenso general de la actividad, es lo que se mantiene más estable: según Marcelo, mucha gente prefiere arreglar los instrumentos antes que comprar uno nuevo, tratando de extender la vida útil de los instrumentos al máximo.

La otra cara del descenso en las ventas es que, en un contexto económico complejo, la gente no sólo deja de comprar instrumentos, un producto que no es de primera necesidad; sino que también comienza a tratar de vender los que ya tiene, en busca de algún ingreso extra. “Hay muchísima oferta de instrumentos usados: de diez personas que vienen al local, cinco están vendiendo”, cuenta Victoria, de Sunset Music. Pero la escena se repite: en los locales tampoco hay dinero para comprar instrumentos, todo lo ganado en las pocas ventas va destinado a pagar los servicios, el alquiler y los sueldos. Y cuando no alcanza, comienzan los despidos.

La situación cambiaria es otra de las circunstancias que afectan a la industria: para un sector en el que el 90% de los productos son importados, la devaluación impacta directamente en los precios de los instrumentos y otros insumos, desde cuerdas y elementos de audio, hasta materiales para fabricación. “Con el incremento del dólar se tuvieron que aumentar las listas. En lo que va del año esta es la tercera vez, y esto afecta en las ventas porque los aumentos son de un 8%, un 13%, y es mucha la diferencia”, dice Victoria, empleada de un local que abrió hace seis meses y que desde un principio sintió la caída del negocio. La mayoría de los trabajadores observan que los clientes priorizan precio sobre otras variables, pero Martín, de Guitar Center,  especifica que es el amateur o quien recién se inicia en la música el que tiene esta conducta, mientras que el músico profesional sigue invirtiendo y elige calidad por sobre el precio. “Yo dejaré de pagar algo, puedo dejar de comer, si esa plata es para el instrumento”, agrega, como un músico más.

La inestabilidad de la moneda impacta también en la fabricación nacional debido a que, junto con la apertura de importaciones, imposibilita competir con precios como los de los productos chinos, que tienen un menor coste de producción. “Se necesita cerrar las importaciones para que la industria tenga alguna oportunidad, sacarle el IVA a los insumos necesarios para la fabricación”, sostiene Juan, de Antigua Casa Núñez. Pero desde el gobierno no hay recepción a los pedidos, y tampoco se advierte algún interés por el estado del sector: pareciera que los negocios de música, su situación y sus empleados son invisibles. Tal vez por eso los trabajadores responden de buena gana, expresando la incertidumbre del día a día cuando alguien está dispuesto a escuchar.

 

“Hace 20 años que trabajo en Talcahuano, y nunca vi algo así. Cada vez cierran más locales. Acá entra una persona cada 15 horas, y a preguntar o a vender, no a comprar instrumentos. Es todo los días lo mismo, un déjà vu.” Las palabras de Juan, empleado de Monk, resumen un panorama que se extiende por aquellas cuadras en las que la industria funciona como la selva: sobrevive el más fuerte. Mientras tanto, y sin indicios de cambio, el futuro parece ser a capella: sin ayuda, sin respuestas y sin instrumentos.