La odisea de testearse por el dengue

La odisea de testearse por el dengue

Los pacientes deben hacer filas de horas con fiebre y dolores en el cuerpo desde la madrugada. La población acude al Hospital Muñiz por falta de elementos para testear en otros centros de salud. Todos se declaran colapsados. Prometen el resultado para el día, pero es enviado por correo 48 horas después.

Mientras el nuevo brote de dengue llega a cifras sin precedentes, con 134.202 casos en lo que va de año y 106 muertes desde mediados del 2023 según el último Boletín Epidemiológico Nacional, los pacientes con síntomas forman filas durante horas en las 18 unidades febriles habilitadas en la Ciudad de Buenos Aires. Una de las más concurridas es la del Hospital Muñiz de Parque Patricios, donde suelen acudir muchos que no pudieron testearse en otros centros debido a la falta de reactivos.

A media mañana, todos los días, alrededor de treinta personas forman una aglomeración silenciosa frente a la entrada de la unidad febril del hospital. A pesar de las caras largas, se mantienen atentos. Esperan escuchar, entre los vehículos que pasan por la calle interna y el sonido de los pájaros, un nombre y apellido: el propio o el de la persona que acompañan. Griselda Segueso se deja caer sobre el costado de la rampa que zigzaguea hasta la estrecha puerta esmeralda de estilo colonial. Con los ojos entrecerrados y los labios violáceos, se apoya sobre la baranda caliente. El sol no da tregua y el malestar tampoco. “Lo que menos me imaginé es que me iba a traer tanto dolor”, dice en una voz frágil. Viene desde Mataderos a confirmar un caso prácticamente seguro de dengue: en su familia ya cursaron la enfermedad su hijo y su marido, mientras que la hija aguarda en Pediatría por un desmayo. Según cuenta, de los cuatro es la que más padece los síntomas: “Al principio te tira la fiebre, pero después el cuerpo ya no te deja dormir. Desde el viernes que no descanso, tengo muchísimo dolor de cabeza y de cuerpo”.

Quince días atrás, también estuvo en el Muñiz para que testeen a su hijo. Llegaron al mediodía y no los atendieron, a pesar de que varios carteles fijaban la hora de cierre a las 16. “Ahora sabía que si vengo temprano me van a atender, hay que esperar mucho”, afirma. Añade que en el Santojanni les avisaron desde el principio que no tenían reactivos, una historia que se repite en otros pacientes que probaron suerte sin éxito en el Hospital Penna –a poco más de diez cuadras – y el Argerich, entre otros. 

Facundo Quiroga está desde las 4 de la madrugada con su cuñado Juan José, de 63 años, que tiene fiebre alta hace cinco días y bajó de peso. Entraron a las 8 de la mañana, horario de apertura de la unidad febril, como los primeros de la fila. No obstante, dice que no los llamaron respetando el orden de llegada. “Somos de Virrey del Pino, pero vinimos de allá porque no hay nada, está todo colapsado”, cuenta. La odisea del cuñado de Quiroga tiene paradas frustradas en el Hospital Paroissien, de Isidro Casanova, y el 32 Simplemente Evita en González Catán donde, a falta de test, le pusieron suero para aliviar la fiebre, que llegó a superar los 40 grados. Después de una hora con suero en el Muñiz, la espera continúa con preocupación: en lugar de las dos horas estipuladas, les dicen que el resultado del test tardará dos días en llegar por e-mail. Juan José permanece sentado, alejado de la gente. Su mirada agotada sigue a Facundo, que entra a reclamar. Un suspiro sale del barbijo requerido para ingresar, prefiere dejárselo puesto. Entre los que preguntan por el dengue en ventanilla, hay consultas por neumonía. Mejor no arriesgarse.

Una enfermera le pide paciencia a la gente, sostiene que no dan abasto con los que llegan de distintos puntos de Capital y Buenos Aires. Explica a ANCCOM que la gran cantidad de cuadros de deshidratación requieren suero, lo cual extiende la demora para el turno del siguiente en la lista hasta tres horas. Entretanto, los mosquitos revolotean alrededor de la calle, que tiene un par de charcos y un tacho de basura sin tapa. Como la mayoría, María Gairo se defiende de las picaduras a base de palmadas en los brazos y las piernas. “Soy recicladora urbana, y es imposible prevenir el dengue en las condiciones en las que trabajamos”. Cuenta que no tiene quien la acompañe, aunque se encuentra en la fila con compañeras de trabajo. 

Al mediodía queda menos de la mitad de gente afuera. Los que llegan a preguntar a la ventanilla son enviados a su casa -a menos que presenten síntomas de alarma como sangrado en encías, nariz, vómitos, orina o heces-, considerados positivos en dengue si coinciden los síntomas y su duración con los indicados por el Ministerio de Salud nacional. Les recomiendan tomar paracetamol y aislarse entre 7 y 8 días. 

De acuerdo a la cartera nacional, se registraron 106 muertes por dengue en todo el país en la temporada 2023/2024, entre julio y marzo. En medio de un brote récord, que suma 41.450 casos confirmados entre la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires y sin oferta pública de vacunas, los que se acercan a los hospitales, sin garantía de conseguir confirmar o descartar la enfermedad en el día. La fiebre, denominada quebrantahuesos, no quebranta paciencias.

El dengue ataca de nuevo

El dengue ataca de nuevo

La epidemia transmitida por el mosquito de patas blancas está instalada en las zonas sur y oeste de la Ciudad de Buenos Aires y los vecinos reclaman falta de prevención y atención por parte del gobierno porteño.

Nuevamente, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires atraviesa un brote epidemiológico debido a la enfermedad del dengue -transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti- después del último que tuvo lugar en el 2020. En las últimas semanas se registró un gran aumento de casos y, según el Boletín Epidemiológico Semanal publicado por el Gobierno de la Ciudad, el escenario es de alto riesgo. Tanto la comuna 9 como la 10, compuestas por los barrios de Mataderos, Parque Avellaneda, Liniers y Monte Castro, entre otros, son las más afectadas por la situación.

Las personas que llegan a las guardias de los hospitales y a los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) con síntomas, y que residen en alguno de los barrios con mayor circulación, se las diagnostica sin la necesidad de realizar prueba alguna, por la gran cantidad de casos. Según los datos presentados en el Boletín mencionado, es evidente la circulación comunitaria tanto de dengue como de chikungunya, siendo DEN-2 Y DEN-1 los serotipos con mayor presencia.

El barrio de Mataderos es hoy el principal foco de contagio lo que se debe, en parte, a los grandes espacios verdes que se encuentran allí. Grisel El Jaber es residente de la zona, atravesó en dos ocasiones esta enfermedad y, en diálogo con ANCCOM, comentó: “Estuve con dengue en el mes de diciembre, fue la segunda vez y no había ningún reporte de casos y tampoco ningún sistema de prevención”. Sobre las medidas tomadas por las autoridades, agregó que “en los primeros llamados que se hicieron al Gobierno de la Ciudad por pedidos de fumigación, se solicitaban un montón de datos adicionales para verificar la veracidad de los casos, es decir, no se les creía a los vecinos y, evidentemente, la fumigación no estaba contemplada para nada”.

Según la información difundida por el Ministerio de Salud de la Nación, el contagio del dengue ocurre cuando el mosquito se alimenta de la sangre de una persona infectada, adquiriendo así el virus, y al pasar entre ocho y doce días ya es posible la transmisión a una persona sana a través de una picadura. Los principales síntomas son fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, cansancio intenso, náuseas y vómitos. En general, las personas que padecen la enfermedad por primera vez no corren riesgo, pero, al adquirirla por segunda vez, es posible atravesar una situación de mayor gravedad. Este fue el caso de El Jaber, quien afirmó: “Se siente un dolor muy grande en los huesos, como si te los rompieran, y mucho dolor articular; también en la piel tuve erupciones. Realmente es una enfermedad que moviliza bastante”. 

Por otro lado, las campañas de prevención resultan de gran importancia para evitar nuevos brotes; sin embargo, en algunos lugares de la Ciudad la concientización es más difícil de alcanzar. Esto ocurre en la mayoría de los barrios populares por lo que se convierten en zonas de mucho riesgo para sus habitantes. Griselda Galarza es vicedirectora de la Escuela de Enseñanza Media N°3, ubicada en el barrio denominado Bajo Flores, y sostuvo al respecto que, en las últimas semanas, por la falta de urbanización y la poca regulación que hay sobre las construcciones llevadas a cabo, es muy común encontrar espacios con mucha humedad y agua acumulada, lo que contribuye a la proliferación del dengue. “No hay un plan de salud. Los CeSAC están absolutamente colapsados siempre, pero en el caso del dengue, los pacientes se tienen que derivar a hospitales porque los tratamientos se dan ahí”, agregó Galarza respecto a la falta de acciones oportunas y a la materialización de políticas sanitarias de parte de las autoridades porteñas. Finalmente, concluyó: “La contención real a todas las situaciones, tanto a nivel epidemiológico o a nivel de violencia y vulneración de derechos, se terminan resolviendo por la enorme capacidad de solidaridad que tejen las organizaciones sociales”.

Mientras tanto, el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, se refirió a la problemática a través de su cuenta de Twitter y expresó: “Al día de hoy tenemos registrados 3.436 casos de dengue de los cuales solo 8 presentaron cuadros de gravedad”. Por otro lado, también hizo énfasis en la toma de conciencia de parte de los vecinos y afirmó que está haciendo todo lo que está a su alcance para frenar el avance del dengue. ¿Será así?

Dengue: un mejor diagnóstico y una peor situación sanitaria

Dengue: un mejor diagnóstico y una peor situación sanitaria

Desde que un grupo de científicos de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) anunció dos meses atrás la creación de un test altamente efectivo que en cinco minutos detecta dengue, fueron entregadas para diagnóstico 30.000 unidades. La empresa de base tecnológica incubada en la UNSAM, Chemtest, tiene una capacidad de producción mensual de 100.000 dispositivos reactivos, y según su presidente, Juan Manuel Capece, ese caudal podría duplicarse. Las provincias de Corrientes y Santiago del Estero han adquirido el test, y también algunos laboratorios privados, en el marco del fuerte brote registrado en gran parte del país como consecuencia de la picadura del mosquito aedes aegypti.

El producto fue fruto de cinco años de trabajo en el seno del Instituto de Investigación en Biotecnología de la UNSAM. Chemtest, por otra parte, fue fundada en 2013, y surgió con el objetivo de vincular científicos con el sector privado para fomentar la producción nacional de tecnología. Desde su fundación, han logrado kits de detección de numerosas enfermedades tanto humanas como animales. Actualmente trabajan en una tecnología similar para diagnosticar coronavirus, también en pocos minutos, que esperan tener listo en las próximas semanas.

El test detecta dengue de forma indirecta, mediante los anticuerpos que se producen en el organismo ante la presencia del virus. “Lo que hicimos fue desarrollar un sistema que fuera un test serológico en formato rápido con mayor sensibilidad diagnóstica de los que hoy están circulando en el mercado”, describe Juan Ugalde, uno de los investigadores que desarrolló el kit. El científico especializado en Biología Molecular y Biotecnología, que también es fundador de la empresa, explica que el test que desarrollaron tiene una sensibilidad del 95 por ciento –es decir, alta detección de casos- y una especificidad del 90 por ciento –es decir, que hay poca probabilidad de que hayan “falsos positivos”- en personas con más de cinco días de fiebre. Según Ugalde, los tests que circulan en Argentina tienen una efectividad del 70 por ciento, y eso descarta su uso: por su baja sensibilidad diagnóstica, no son confiables.

Chemtest, fue creada por Andrés Ciocchini, Diego Comerci y Juan Ugalde, investigadores del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM.

“Nuestro objetivo fue hacer una herramienta de fácil implementación, que la pueda operar alguien con entrenamiento mínimo y que no requiera de un laboratorio especializado para hacer el diagnóstico”, explica Ugalde. El biólogo afirma que la mayoría de los tests usados hasta el momento requieren de equipos especializados, o insumos importados que son caros, y que pueden tardar días en producir un diagnóstico. Para Capece el objetivo del kit rápido es que no se use solamente en hospitales o laboratorios que tengan gran equipamiento, sino también en unidades de salud más pequeñas. Además, permite una respuesta rápida por parte de la autoridades, y que así puedan actuar para controlar la propagación del virus.

Señala Capece que hay diálogos avanzados con Paraguay para comercializar los kits, y que están iniciando conversaciones con Brasil, Bolivia y Panamá, aunque aclara: “Primero, como es una industria nacional y ante la emergencia en la que estamos, queremos abastecer la necesidad de nuestro país”. Ugalde, por su parte, opina que “es importante que Argentina tenga políticas de desarrollo de estas tecnologías, que se financie la investigación para generar estos productos que en última instancia tendrán impacto en la sociedad. Eso tiene que ser política de Estado y que a la larga termine generando independencia”.

Detrás de la pademia

“El dengue no es un tema exclusivo del sector de la salud, sino que es una problemática social, ambiental, histórico y cultural”, señala Julián Antman, gerente operativo de epidemiología del Ministerio de Salud de la Ciudad. La situación en la Ciudad de Buenos Aires es crítica. “Lo que estamos observando, por la cantidad de casos y la curva de los mismos, es que estamos en una situación muy parecida a la del 2016”, explica Antman en relación al año en el que hubo un brote muy fuerte de dengue en la capital. En el último Boletín Epidemiológico Semanal -con fecha del 1º de mayo- se reportaron 5.909 casos confirmados de dengue en la Ciudad en 2020; en la más reciente semana relevada, entre el 19 y el 25 de abril, se contabilizaron 401 nuevos casos. Del informe también se desprende que, aunque hay afectados en todo el territorio capitalino, “hay 20 barrios que notificaron el 90% de los casos confirmados”. Los más afectados en relación a la densidad poblacional son Flores, Barracas, Villa Soldati, Vélez Sarsfield y Villa Lugano.

Durante la epidemia de 2016 se registraron 6.241 casos. “Si bien estamos en tendencia a disminución, hay muchos casos notificados”, explica Antman. En teoría, la temporada de dengue está llegando a su fin. Según Antman, en los últimos 11 años nunca se reportaron casos en el invierno. Sin embargo, la Agencia CTyS de la Universidad Nacional de La Matanza reportó que científicos de la Facultad de Ciencia Exactas y Naturales de la UBA recientemente hallaron que las hembras del mosquito que porta el dengue -el aedes aegypti– “desarrollaron una adaptación al clima que, en función de las horas de luz, le indica a los huevos cuándo es el momento indicado para eclosionar”. Nunca antes se había observado algo así en esta especie.

“El dengue se contagia en las casas porque el virus lo transmite es un mosquito domiciliario, porque pica especialmente entre las 6 y las 10 de la mañana, y las 6  y 10 de la noche –argumenta Antman-. Si vos ahora le sumas que la mayoría de la gente está en su casa todo el tiempo (por prevención ante el coronavirus), las probabilidades de que haya casos de dengue aumenta”. Además, manifiesta que la pandemia dificultó la promoción de las “buenas prácticas” para la prevención del dengue y que ponerlo en la agenda hoy “es todo un desafío”.

Según explica el funcionario, en la Ciudad se emplean todo tipo de diagnósticos, que varían dependiendo del momento epidemiológico. En particular, aún no se han comprado los desarrollados por ChemTest. Puede pensarse que la gravedad y la urgencia que implica el coronavirus se haya apropiado de la agenda social y estatal, en detrimento del tratamiento del dengue. “Hablar de dengue desde hace dos meses que es muy difícil”, manifiesta Antman, al tiempo que afirma: “En lo que va del año se han llevado a cabo 1.700 actividades de prevención, monitoreo y control de la enfermedad”. Sin embargo, teniendo en cuenta las cifras de infectados, la página de salud de la web del gobierno de la Ciudad dedicada al dengue no se actualiza con frecuencia –desde marzo pasado- y las campañas de difusión no parecen ser suficientes.

La epidemia detrás de la pandemia

La epidemia detrás de la pandemia

En las últimas dos semanas se duplicaron los casos de dengue.

Los números dicen suficiente: 1833 casos confirmados en lo que va del año, tan sólo en la Ciudad de Buenos Aires. De esa cantidad, 1576 sin antecedentes de viaje. En las últimas dos semanas se duplicaron los casos y la transmisión ya es principalmente autóctona, lo que da motivos para preocuparse. ¿Coronavirus? No, dengue. 

Mientras la agenda mediática se ve saturada por alertas e información minuto a minuto de lo que sucede con el avance de la pandemia en el país, en lo que pareciera ser un segundo plano de la realidad, esta enfermedad de carácter regional se continúa transmitiendo sin que se hable demasiado de ello.

Nora Burroni, bióloga especialista en mosquitos e integrante del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, considera más riesgoso el dengue que el Covid-19 en las circunstancias actuales: “Una de las razones es que el serotipo que está circulando mayormente es el DEN-4, y la grandes epidemias de 2016 y de 2009 eran con DEN-1 Y DEN-2. La doble infección -es decir, anteriormente con DEN-1 o 2 y en este momento con DEN-4- puede dar más casos de dengue grave, los cuales pueden causar muertes.” Según el Boletín Epidemiológico Semanal (BES) que elabora la Gerencia Operativa de Epidemiología (dependiente del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires), el 55% de los casos confirmados fueron portadores del DEN-1, mientras que el 42% dio positivo para DEN-4, siendo estos dos serotipos los de circulación actual en CABA.

Otra razón de preocupación para la bióloga, también investigadora del CONICET, es que “este año se observó un aumento importante de la población del mosquito aedes aegypti”. “Estamos cursando la peor epidemia de dengue en las Américas. Eso es preocupante ya que aún hay bastantes días para que siga el dengue propagándose: marzo y abril suelen ser los picos de casos de este tipo de enfermedades.”

Así también lo informa el BES correspondiente a la semana del 27 de marzo. En el documento se deja constancia de estar transitando el período de alto riesgo -que va de marzo a junio-, en el que se advierte “presencia del vector con existencia de casos confirmados de dengue, fiebre chikungunya, fiebre zika o fiebre amarilla (con circulación viral regional confirmada)”. Es decir, con casos autóctonos que no presentan antecedentes de viaje a zonas de contagio.

Flores, Barracas y Villa lugano concentran el 53 por ciento de los casos porteños.

Las comunas más afectadas son la 7 -Flores y Parque Chacabuco-, la 8 -Villa Soldati, Villa Lugano y Villa Riachuelo- y la 4 -La Boca, Barracas, Parque Patricios y Nueva Pompeya. Y sólo tres barrios concentran el 53% de los casos: Flores (21%), Barracas (16%) y Villa Lugano (16%). Esto también demuestra que, si bien el dengue dista de ser una enfermedad que distinga clases sociales, es un dato objetivo que los barrios más carenciados -ubicados en el sur de la ciudad- son los más afectados debido a las condiciones de infraestructura y de provisión de agua que facilita la reproducción del mosquito.

Según Luana De Borba, investigadora del Grupo de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir, el aumento de casos sospechosos en relación con el mismo período en años anteriores se debe a “la introducción de un nuevo serotipo al país, al cual la población no tiene inmunidad previa.” Esta situación no sólo es riesgosa para la salud personal de los ciudadanos, sino también para la pública: “La presencia del vector en comunidades altamente densas y la circulación del virus hace que el riesgo de salud pública sea muy importante y pueda significar una alta carga a los sistemas de salud pública, pudiendo evitarse con el simple control del vector, un mosquito”, explica la investigadora.

Según el Ministerio de Salud de la Ciudad, actualmente está en marcha un Plan Operativo de Prevención y Control de las Enfermedades Transmitidas por Mosquitos Aedes aegypti (ETMAa), a partir del cual realizan distintas medidas, como capacitaciones, “descacharreos” organizados, principalmente en las comunas más afectadas, y protocolos vigentes y activos en todos los hospitales y centros de salud. Sin embargo, y como sostiene De Borba, “dada la cantidad de casos registrados en 2020 hasta ahora, parecería que las medidas no están siendo lo suficientemente eficaces como para combatir la enfermedad y requieren de una estrategia más acentuada en la concientización de la población en riesgo”.

A nivel nacional, también se llevan a cabo distintos planes de control y monitoreo que se dan a conocer al público a través del Boletín Epidemiológico emitido por el Ministerio de Salud de la Nación. Sin embargo, es posible que haya un nivel de subnotificación de los casos oficiales debido a la escasez de kits de diagnóstico en determinadas regiones del país y a que muchas personas no acuden al médico frente a síntomas leves de la enfermedad. Mientras tanto, el número de casos en el país asciende a 2.942 infectados -con circulación viral en 15 provincias-, y ya son 6 los fallecidos por falla multiorgánica debido a dengue positivo.

En todo el país fallecieron seis personas por fallas multiorgánicas tras ser picados por el mosquito del dengue.

Mosquitos y paradigma químico

Los tiempos que corren de coronavirus y aislamiento social preventivo y obligatorio, tampoco son de gran ayuda. Debido a la cuarentena, los monitoreos con sensores de presencia del mosquito y las acciones de control y divulgación se detuvieron para enfrentar una crisis que parece más acuciante debido a la alta tasa de contagio del Covid-19. Además, las casas no sólo se convierten en el espacio único de las familias, sino que también en sitios ideales de contagio y transmisión por parte de los mosquitos. Esto se debe a que los seres humanos están rodeado de potenciales criaderos para estos insectos: y no son los charcos, lagunas ni ningún tipo de espejo de agua, sino floreros, recipientes y neumáticos, entre otros objetos. Ya que el aedes aegypti es un mosquito doméstico, por lo que cumple todos los requerimientos de reproducción en zonas urbanas y viviendas, específicamente. 

Sin embargo, el aislamiento también es una buena oportunidad para hacer limpieza. “El dengue se detiene controlando la población de mosquitos, lo cual es muy fácil si uno piensa que son tachos y estructuras en las viviendas que pueden acumular agua”, explica Burroni. “Hay que eliminarlos en estados inmaduros y descacharrar y limpiar los recipientes que no se tiran en el invierno, si todos los ciudadanos lo hacen a conciencia, la población de este mosquito baja al año siguiente. Y obviamente hay que mantenerlo bajo.”

No obstante, para Nicolás Schweigmann, doctor en Ciencias Biológicas y jefe de investigación del Grupo de Estudios de Mosquitos (GEM), las acciones y medidas que se toman no son suficientes: “Lo histórico es hablar de dengue y el descacharrado cuando la transmisión es inminente o ya se inició. Lo histórico es responsabilizar al ciudadano cuando el Estado tiene responsabilidad en que no existan criaderos en las cementerios,  escuelas, edificios públicos y hospitales (donde hay criaderos actualmente) y cubiertas de vehículos en las aceras de gomerías, cementerios de chatarra en zonas urbanas, etcétera. Hay que trabajar en prevención durante el invierno.”

Esta insuficiencia de las medidas se debe, según el especialista, a que la sociedad está atrapada en el paradigma químico que entiende la fumigación -con insecticidas y repelentes de capacidad sobreestimada- como única forma de eliminación del mosquito, cuando está comprobado que éste “se instala en nuestras viviendas porque le damos la oportunidad de proliferar en los recipientes que contienen agua. Controlar solo una de las siete etapas del ciclo de vida del mosquito no te protege en forma definitiva”, sostiene Schweigmann: “El mosquito responde favorablemente al paradigma químico, está preparado para morir ya que de 330 huevos, con que sobrevivan sólo dos y sean exitosos, esto permite que la población mantenga sus números.  Hay que actuar sobre los criaderos, pero no se le explica a la población ni se le enseña como luce una larva.” Para el biólogo, faltan educación, calidad de la información -los medios desinforman y subestiman la epidemia- ; y, principalmente, mejores acciones de prevención por parte de las autoridades.

El Dengue tiene zona liberada

El Dengue tiene zona liberada

“¿Qué hiciste hoy contra el mosquito?”, se preguntan en el video, para responder, de inmediato: “Nada… Porque no nos dejaron”. El eslogan que parafrasea a los avisos oficiales y su contundente respuesta forma parte de una campaña impulsada por profesionales de la salud pública nucleados en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que ven con preocupación cómo se desmantela el proyecto al que dedicaron mucha pasión y horas de sus vidas. “Desde el 23 de diciembre hasta avanzado marzo el programa Organización Comunitaria en Salud  estuvo totalmente paralizado”, contó a ANCCOM Camila Lynn, delegada de ATE en el Ministerio de Salud de la Nación.

Lynn se refiere a una iniciativa impulsada en octubre de 2014 que consistió en la formación de equipos interdisciplinarios para recorrer en unidades móviles especialmente equipadas las zonas consideradas vulnerables, con el objetivo de realizar campañas de prevención y controles sanitarios a sus pobladores, casi siempre de bajos recursos económicos y con escasas posibilidades de movilizarse hacia los centros urbanos para acceder a una atención digna. Durante más de un año, los profesionales del programa realizaron operativos en los lugares más carenciados, entre ellos las villas cercanas al Riachuelo, o lugares alejados del Conurbano bonaerense como Moreno, Merlo o Malvinas Argentinas. Zonas por lo general sin acceso de transporte público, ni pavimentos, y hasta sin agua corriente.

Pero no sería la única dependencia de dicha cartera que se encuentra prácticamente inoperativa. En los últimos días trascendió que el macrismo también pretende poner fin a la tarea de la Dirección de Enfermedades Transmisibles por Vectores (DETV), una oficina encargada de generar políticas de prevención y control de trastornos como el Dengue, el Zika, el Paludismo o el Mal de Chagas. Es decir, en los meses en los cuales la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre el riesgo de propagación de estos trastornos por América latina, el gobierno argentino decide desguazar los organismos que se ocupan de su contención.

Norma Romanello, Pediatra.

Norma Romanello, Pediatra.

 

En video de corta duración –menos de un minuto- circula desde principios de marzo a través de Internet y en las redes sociales: decenas de rostros desfilan fugazmente por el ojo de la cámara mientras una sucesión de voces en off relata profesiones y quehaceres: “Somos obstetras, odontólogos, trabajadores sociales, nutricionistas, pediatras, oftalmólogos, psicólogos, comunicadores sociales…” y apela a reducir la problemática de la expansión del Dengue, el Zika y el Chikungunya -todas enfermedades transmitidas por la picadura del mismo vector, el Aedes Aegypti- al interpelar al ciudadano común con preguntas directas: “¿Usaste repelente cada tres horas?”, “¿diste vuelta baldes y otros recipientes?”, “¿eliminaste neumáticos o botellas que no usás?”. Por otro lado, el video opera como recurso en la batalla discursiva para defender a los trabajadores estatales del estigma del “ñoqui”, al que el Gobierno recurrió desde su asunción, para justificar los despidos. “Hoy no pudimos vacunar a tu familia ni hacerle controles de salud (…) hoy no pudimos salir a hacer campañas de prevención”, insisten las voces del video, que cierra con una leyenda, que en rigor es un reclamo: “No al vaciamiento de la salud”. La pieza incluye estadísticas alarmantes: como consecuencia de la suspensión del programa habría hoy unas 18.000 personas sin la atención médica que éste les brindaba, unos 1.050 controles de embarazo sin realizar (la OMS advirtió que el Zika puede ocasionar en mujeres embarazadas trastornos graves a su bebé, como, por ejemplo, hidrocefalia), alrededor de 10.800 niños sin control de salud y aproximadamente 3.200 dosis de vacunas sin aplicar.

Lynn señaló que de los más de 100 trabajadores que en diciembre pasado integraban Organización Comunitaria en Salud sólo quedan unos 70. “Antes de comenzar el año intentaron despedir a 30, pero gracias a que nos movilizamos desde el gremio conseguimos reincorporar unos 15”, agregó la delegada. Sin embargo, cada caso es diferente y la incertidumbre laboral llevó a que los equipos se fueran desarticulando lentamente. Una de las caras que se turnan para aparecer en el video es la de Amelia Caresana. Es pediatra, tiene 60 años, y formó parte del proyecto desde la primera hora, cuando la Resolución N° 1770/2014 del Ministerio de Salud de la Nación oficializó su existencia.

“De un momento para el otro nos comunicaron que el programa se suspendía ‘hasta nuevo aviso’”, comentó Caresana en diálogo con ANCCOM, y aseguró que desde entonces muchos de los empleados siguieron con la obligación de concurrir al Ministerio todos los días, pero para permanecer las ocho horas de la jornada laboral en una oficina, sin posibilidad de retomar el trabajo territorial.  Caresana admite que su realidad es menos dramática que la de muchos de sus compañeros. Beneficiada por un tipo de contratación más estable, continuó percibiendo su salario hasta febrero -ya no en marzo- sin tener que presentarse a su puesto de trabajo. La estabilidad económica de su familia no depende de la actividad en el Ministerio y en el peor de los casos su marido tiene trabajo. Su angustia pasa por otro lado: “Pusimos el corazón en este proyecto”. Al mismo tiempo, advierte que aunque el Gobierno intente reactivarlo el daño ya está causado. Durante marzo, reconoce, fueron convocados a reuniones con funcionarios designados por las autoridades para “ver qué se puede hacer” frente al escenario de avance del dengue, pero percibe de su parte “mucha improvisación”.

Según los datos difundidos el pasado 8 de abril a través del Boletín Integrado de Vigilancia del Ministerio de Salud, en lo que va del año ya son 23.759 los casos de dengue confirmados en todo el país y la cifra asciende a 47.741 si se consideran los casos probables o en estudio y también los descartados. A su vez, el Ministerio reconoce 22.940 casos autóctonos entre confirmados y probables y al menos unos 2.504 importados. El NEA -Nordeste Argentino- que incluye a las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones, aparece como la región más comprometida, con 16.677 casos, considerando tanto los confirmados como probables, mientras que el centro del territorio nacional -provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Ciudad Autónoma de Buenos Aires- registra unos 4.362 casos. La situación en las restantes zonas del país, como el NOA -Noroeste Argentino que incluye a Catamarca, Jujuy, Salta, La Rioja y Santiago del Estero-, Cuyo –San Luis, San Juan y Mendoza- y la Patagonia –Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego- es menos alarmante, pero aún así el promedio total es de 110,7 casos cada 100 mil habitantes. A pesar de estos números, que surgen de las propias estadísticas oficiales, el gobierno insiste en anular los principales mecanismos políticos para evitar un posible agravamiento del panorama.

En lo que respecta a Organización Comunitaria en Salud, el alcance de las acciones implementadas por los equipos sanitarios excedía largamente la problemática del Dengue. Los móviles o simplemente, “los camiones”, como los llaman los trabajadores, incluyen ecógrafos, laboratorios e instalaciones para brindar servicios de odontología y oftalmología, fundamentales para las zonas vulnerables. Pero para prevenir puntualmente las enfermedades provocadas por el mosquito Aedes Aegypti se desplegaban campañas informativas en los mismos hogares de los barrios visitados. “Son viviendas muy precarias y cualquiera de los patios es un criadero de mosquitos”, precisa Caresana y remarca que en el pico de la epidemia el Ministerio de Salud mantiene a los miembros de los equipos sanitarios sentados en una oficina. Lejos de disimular su decepción por la orientación que ha tomado la política de salud pública en la era macrista, su diagnóstico personal sobre el futuro inmediato es todavía más desalentador: “Mientras nosotros estamos acá, el dengue sigue haciendo de las suyas”.

Sin choferes, no hay operativos

Durante marzo, acorraladas por la expansión del Dengue y el impacto de la problemática en la opinión pública, las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación comenzaron a considerar la necesidad de retomar los recorridos sanitarios. No obstante, tras desentenderse del trabajo de algunos de los profesionales del programa Organización Comunitaria en Salud, el Gobierno ya se había encargado previamente de crear un problema adicional: la interrupción de los convenios laborales con universidades nacionales.

 Como explicó Lynn a ANCCOM, hasta la llegada de Macri a la presidencia las contrataciones en el Ministerio de Salud nacional se realizaban bajo dos modalidades: una es la conocida como “048” -en referencia al número de la resolución del año 2002 que estableció el marco regulatorio del empleo público nacional-, que, como detalló Lynn, “podría definirse como planta transitoria del Ministerio, ya que el trabajador cuenta con su recibo de sueldo y se le aplican las deducciones correspondientes al sistema formal, pero no alcanza la categoría de permanente”; la otra es vía acuerdos con universidades, que según la gremialista es la que corresponde a la mayoría de los trabajadores del programa: “Así como se suspendieron los operativos, lo propio ocurrió con los convenios, por lo que los trabajadores están con sus contratos caídos”, explicó Lynn.

Esta situación alcanza a los choferes de las unidades móviles, quienes de acuerdo con lo expresado por la dirigente sindical no cobran sus sueldos desde febrero ni sus viáticos desde diciembre. En semejante escenario, es impensado que los camiones salgan regularmente. Si bien Lynn afirma que ATE consiguió el compromiso de las autoridades de que va a normalizar el pago de los salarios de los conductores, al mismo tiempo asegura que “no están dadas las condiciones para enfrentar la epidemia del dengue”.

El Muñiz, desbordado   

En el Hospital de Enfermedades Infecciosas Francisco Muñiz, ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios, un cartel colgado en uno de los pilares que decoran la vía de entrada y salida de las ambulancias oficia de guía para los visitantes. Enumera una serie de síntomas: “Fiebre, dolor de cabeza y detrás de los ojos, fuerte dolor muscular o en las articulaciones, vómitos, sarpullido”. También aconseja a quienes los experimenten no automedicarse. Son los signos orgánicos que advierten a una persona que podría estar padeciendo dengue.

Según la OMS, existen cuatro serotipos diferentes de la enfermedad -DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4- y cada uno supera en nivel de gravedad al estadío anterior. Si bien no existen tratamientos específicos, la detección oportuna y un control médico adecuado reduce el riesgo de mortalidad a porcentajes ínfimos, pero el escenario se complica cuando se producen re-infecciones -personas que ya lo padecieron vuelven a ser picadas por el vector- que pueden derivar en lo que se llama dengue grave o hemorrágico.

De acuerdo con el ya citado Boletín Integrado de Vigilancia del Ministerio de Salud de la Nación fueron confirmados en el país cinco casos mortales en 2016. Dos de ellos  ocurrieron en la Capital Federal y las víctimas –una mujer de 47 años y un hombre de 48- murieron internadas en el Muñiz. Una médica que trabaja en la Guardia del hospital, Norma Romanello, aclaró a ANCCOM que en ambos episodios los enfermos traían otras patologías de base, que agravaron su estado de salud al momento de presentárseles los síntomas de dengue. «La mujer, si bien era joven, era diabética, insulinodependiente, mientras que el hombre presentaba una inmunodeficiencia grave. Es decir, el serotipo de dengue que se vio en este brote es de tipo no hemorrágico», aseguró.

Los profesionales del hospital con los que dialogó ANCCOM coinciden en que, según sus cálculos, son más de 100 los pacientes que atienden diariamente por síntomas relacionados con el dengue.     La demanda de atención durante la epidemia es de tal magnitud que las instalaciones del Muñiz son insuficientes para cubrirla. Por esa razón, el Ministerio aprobó desde mediados de marzo la presencia de una de las unidades móviles que habitualmente se utilizaban para los operativos del programa Organización Comunitaria en Salud. La misma se encuentra en el patio central del hospital, a pocos metros de la Guardia. Al lado se montó una carpa de color anaranjado a la que se acercan permanentemente personas a registrarse y realizarse los controles correspondientes en la unidad móvil.

“Estamos desesperados porque llegue el frío y los mosquitos mueran y la epidemia se termine”, confió Romanello, quien aportó el detalle de que durante los primeros días del año la mayor parte de las consultas eran realizadas por personas que provenían de Misiones o del Paraguay, pero a medida que avanzaba el verano comenzaron a multiplicarse las atenciones por casos autóctonos. Es sábado 16 de abril y la médica llegó a las 8 de la mañana al Muñiz y pasará allí las siguientes veinticuatro horas. Junto a sus colegas dedicará el mayor de sus esfuerzos durante la jornada para aliviar a los pacientes aquejados por los síntomas del dengue. Es todo lo que puede hacer, mientras espera la llegada del invierno.

Actualizada 20/04/2016

Amelia Caresana, pediatra dell Programa organización comunitaria de la salud, Ministerio de Salud.

Amelia Caresana, pediatra dell Programa organización comunitaria de la salud, Ministerio de Salud.