Nació la Unión de Trabajadores de la Economía Popular

Nació la Unión de Trabajadores de la Economía Popular

 

Miles de personas se encontraron en el Club Ferrocarril Oeste, el 21 de diciembre, para festejar el nacimiento de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). Referentes de diferentes organizaciones populares, sindicales y políticas se hicieron presentes para acompañar la creación del sindicato.

La UTEP nació de la materialización de cuatro años de resistencia a las medidas neoliberales. Surgió como una herramienta gremial, con el objetivo de permitir la participación de este sector específico en la construcción de políticas públicas.

“Durante 4 años nos dedicamos a limar asperezas -cuenta Dina Sánchez, del Frente Popular Darío Santillán-. En aquel diciembre del 2015, sabíamos que nos venía lo peor y que la unión de todo el movimiento de las organizaciones populares era el único frente posible”.

La creación formal de este sindicato único es un paso más en la legitimación de las nuevas formas de trabajo autogestionado, producto de la incapacidad del sistema económico y social imperante, que no garantiza las condiciones mínimas en la reproducción de la vida. Una gran masa de trabajadores desplazados hacia la nada, se ha organizado para resistir a un capitalismo, cada vez más concentrado y tecnologizado.

En la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) confluyen organizaciones que se conformaron a medida que se intensificaban las políticas neoliberales, durante los 90, que llevaron a la profunda crisis desatada en el 2001. Cada una de estas organizaciones buscaron su denominación, según se constituían con su propia identidad.

El ahora diputado nacional Juan Carlos Alderete, coordinador de la CCC (Corriente Clasista y Combativa), continúa la línea de pensamiento de Dina Sánchez: “Había que darle contenido político y una salida a los trabajadores que habían perdido todo derecho. La unión de la izquierda con el peronismo, es una realidad, por la unidad de los trabajadores. No podíamos ser tan necios de no unirnos”.

Esteban “Gringo” Castro, Secretario General de la UTEP habló con ANCCOM:“Hoy vivimos una muestra de unidad bajo una personería gremial de todos los movimientos sociales, es un paso gigantesco. Esto es la ‘gremialidad’ de los barrios, de la calle, de algunas unidades productivas, de un vasto sector del campo, que tiene poco campo, pero que produce mucho mejor, alimenta, mucho mejor. Esto no es un apoyo asistencial, ponemos el eje en el trabajo”.

Castro continúo: “Somos trabajadores de una nueva construcción del trabajo, que conlleva el proceso de incorporar nuevas formas de plantearse el trabajo. Casi todos nuestros compañeros están trabajando. Lo que no tienen es derechos. Esto implica un debate muy profundo”.

Hacia el 2011, nacía la CTEP, una Confederación de Trabajadores de alcance nacional, integrada por organizaciones como ‘Patria Grande’, ‘La Dignidad’, el ‘Movimiento de Trabajadores Excluidos’ (MTE), ‘La Darío Santillán’, la ‘Corriente Clasista y Combativa’ (CCC) y el ‘Movimiento Nacional Campesino Indígena’, entre otros.

ANCCOM dialogó con Rafael Klejzer, referente del Movimiento Popular ‘La Dignidad’: «Nosotros –dice- adscribimos a una corriente ideológica que nos parece mucho más importante: la realidad».

¿Cómo explicarían la creación del Sindicato de Trabajadores de la Economía Popular?

R.K.: Es un sindicato de trabajadores, una representación gremial y como tal tiene que ver con la dinámica y con la etapa histórica que se vive. El sindicato, como lo conocemos hoy, no es el mismo que planteaban los anarquistas panaderos en 1870, no es el que se planteaban los trabajadores estatales en 1920, ni el de los mecánicos en 1970. Los trabajadores de la economía popular se plantean otra cosa. Las representaciones sindicales tienen que ver con la realidad que viven los trabajadores en un momento histórico. Primero aparece la representación y después, los marcos legales que dan legalidad a ese sindicato. Nuestro sindicato estuvo diez años peleando, cinco años luchando por una legalidad. En 2015 nos dieron una representación muy informal, dentro de lo que es la ley de asociaciones sindicales y recién ahora está tomando forma la inscripción.

¿Cómo sería la relación con el Estado?

RK: Es un problema ideológico: si sos una cadena de transmisión de las políticas del Estado a los trabajadores o si representás los intereses de los trabajadores frente al Estado. Son dos formas de ver el mundo. Nosotros adscribimos a que somos los representantes de los trabajadores, para cualquiera, nos plantamos con autonomía y con independencia política.

¿La economía popular es considerada para el Estado como una economía del ‘pobrerío’?

RK: Nosotros somos trabajadores sin patrón, pero nuestros derechos nacen de políticas públicas estatales, así que hay que ir a discutir ahí. La economía popular, no es una economía del pobrerío, ni de la subsistencia, sino que es una alternativa a la economía de mercado que no puede resolver la reproducción de la vida.

¿Y cuál tiene que ser el rol del Estado?

Si vos tenés un Estado represivo, como el de la Ciudad de Buenos Aires, donde no quieren el trabajo en la vía pública, es imposible que se generen puestos de trabajo. Si nosotros podemos discutir con el Estado, regularizar empleo, trabajo en la vía pública, tiene un impacto de 20.000 o 25.000 trabajadores nuevos. Es muy importante el rol del Estado. Si vos tenés un Estado que no regula nada, el lobo se come a la oveja.

¿Se disputa el territorio, la calle, como un mercado de oferta y demanda?

RK: Generalmente las sociedades han realizado su intercambio en los espacios públicos. Tiene que tener una función social el espacio público, que es un lugar de encuentro y de intercambio, en la medida en que uno ocupe el espacio público va a haber una mayor seguridad, intercambio y mayor solidaridad. Y otra cosa, con respecto al territorio, la economía popular, a diferencia de la economía de mercado, tiene un desarrollo extensivo, federal.

A: ¿De red?

RK: Exacto y es muy poroso en la comunidad, es decir, que si vos generás a través de la economía popular y las cooperativas o los consorcios de trabajadores, laburo, tiene un alto impacto en la propia comunidad, porque lo que gana ese laburante lo consume en el territorio. No hay fuga de divisas, no cambia dólares, sino que lo gasta en la comunidad, eso genera un movimiento importante.

Ni los cartoneros se salvan de la crisis

Ni los cartoneros se salvan de la crisis

Federico hace el viaje diario desde Florencio Varela para cumplir con su jornada laboral que va de 7 a 20.

Sentado en la vereda, apenas recostado entre las pilas de cartón y papel que recogió durante la mañana, Federico descansa mientras espera a que saquen material reciclable de un banco, sobre la céntrica calle Maipú esquina Sarmiento. Ya es el horario, pero puede ser que ese día no lleguen las bolsas: la crisis es el mejor escenario para que algunos se aprovechen de los más necesitados, y hay quienes prefieren vender -en lugar de entregar- el material a los recuperadores, para así ganar una moneda más.  Mientras tanto, su compañero continúa la búsqueda, de contenedor en contenedor. El trabajo es agotador, y arrastrar el bolsón repleto durante todo el día, lo es más. Sin carro, y con algunas molestias en el pie, sigue trabajando, porque eso es lo que le permite llevar un plato de comida a su hogar, para su familia.

Federico hace el viaje diario desde Florencio Varela para cumplir con su jornada laboral que va de 7 a 20. Por un accidente en el que se lesionó el pie en su empleo anterior -y que le impide volver a desempeñarse formalmente-, trabaja como recuperador de residuos independiente desde hace tres años. Admite no ganar demasiado, pero que al menos le alcanza para alimentar a sus dos hijas. Sin embargo advierte algunas diferencias desde que comenzó a recolectar material reciclable: “Bajaron muchas cosas. Lo que es el material bajó: antes te sacaban más planillas y te hacías una moneda, ahora está jodida la cosa.”

La situación económica actual del país -un índice de pobreza que alcanzó los 32 puntos, y una inflación interanual del 55,8 % a junio,  según datos del INDEC-; trajo aparejada la baja notoria del consumo: un 14,7% durante el primer cuatrimestre de 2019, según datos del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala. Los precios suben y el margen de compra se vuelve cada vez más estrecho. Cintia, trabajadora administrativa de la cooperativa de recicladores El Álamo, cuenta el panorama de su rubro: “Los compañeros tienen que salir a ver la realidad día a día de que el material les ha bajado, de que el que juntaba cinco bolsones, ahora junta dos porque no hay material en la calle.” Por su parte, Alicia Montoya, responsable del equipo técnico de la cooperativa, observa que hay mucha gente paseando y mirando vidrieras, pero no compra. “Te das cuenta en la caída de la cantidad del cartón. Estamos hablando de un 20 o 30 por ciento. En el trimestre del año nosotros recuperamos 684 toneladas, lo cual da un promedio de 230 toneladas por mes.  Y antes nosotros veníamos de 300 toneladas”, añadió.

Las cooperativas de cartoneros dicen que con la crisis, el cartón para reciclar bajó entre un 20 y un 30%.

Este es el panorama diario, tal y como contaba Julio -recuperador independiente-, mientras corría con su carro junto a los autos, y de contenedor en contenedor, por el barrio de Constitución, en busca del material del día: “Estuvimos recorriendo y ya no hay más nada. Por el horario y porque ya hay muchos carros, hay mucha gente.” Porque esta es otra de las consecuencias de la crisis: un amplio sector de la población que se vuelca al trabajo informal. Juan Collado, militante y asesor técnico de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores –perteneciente a la CTEP- explica: “Al volver a haber una crisis, vuelve a haber un aumento de la gente que queda descartada por el sistema y que busca en el reciclado y la basura una forma de sobrevivir, de sustento, de subsistencia, y entonces genera una nueva oleada masiva de gente que se incorpora al cartoneo.” De este modo, a la caída del consumo y, por ende, del material, se le suma la complejidad de una mayor cantidad de personas viviendo de ese material que escasea. La competencia, pero también la solidaridad, son las formas diarias de relacionarse: se nota en la mirada recelosa del recuperador que pasa junto a Julio; se nota en su saludo amable, a pesar de todo.

Esta realidad se puede ver en las calles, en el trabajo de los recuperadores informales: carros de todo tipo, bolsones que se arrastran, hombres y mujeres, familias enteras revolviendo en los contenedores, niños asomándose entre bolsas abiertas y pilas de cartón y papel. Para esta gente no existe el más mínimo respaldo, en tanto trabajan de manera independiente y expuestos a muchos riesgos, tanto físicos como económicos. Frente a esto, las cooperativas que nuclean a recuperadores formales exigen al gobierno un mayor presupuesto para poder formalizar a más trabajadores.  Estela, empleada de la cooperativa El Álamo, detalla el reclamo: “Siempre queremos que haya un compañero más en el sistema. Lo que pedimos son más cupos para poder incorporar más personas y más familias porque lamentablemente esto va creciendo y queremos hacer un espacio de inclusión social.”

Sin embargo, la respuesta de las autoridades dista de ser la esperada: sobre aplicar como corresponde el convenio con las cooperativas de recuperadores urbanos, poco y nada. A cambio, destinan presupuesto para proyectos como los ya conocidos “contenedores inteligentes”, ubicados en la avenida Corrientes. “En vez de invertir en las cooperativas (consensuado con ellas para un mejor servicio) invierten en contenedores.”, explica María Ramis, tesorera de la Cooperativa del Oeste. Las quejas de este tipo se expresan, también, en la cooperativa El Álamo: “Presentamos un proyecto donde estamos queriendo que los compañeros dejen los carros por unas bicicletas, para mejorar las condiciones de trabajo. El gobierno dice que no tiene plata, pero tiene los tres mil dólares que salen los contenedores, y para las bicicletas estas, que salen 800 dólares, no. Nos dicen que no hay plata…”

«Los contenedores inteligentes muestran insensibilidad, y es, además, un derroche de la plata del Estado», denuncian las cooperativas de cartoneros.

Respecto de los contenedores, Collado opina que «obviamente son una pésima idea, son un desastre. Fueron, por lo que sabemos nosotros, una compra realizada hace más de un año, entre uno de los muchísimos negociados que hay con el tema de la basura y la tecnología para este tipo de cosas.» Según el referente, este tipo de proyectos -si bien son rechazados firmemente- no tienen proyección a futuro, en tanto el objetivo está orientado al marketing y a la campaña política. «Es algo completamente insensible, y es además un derroche de la plata del Estado», agrega.

La crisis golpea a todos, pero no lo hace por igual: los sectores más vulnerables son los que primero se caen del sistema, e incluso sus formas de trabajo se ven perjudicadas. Si baja el consumo, también baja la cantidad de material disponible para recolección. Este panorama empeora con los nuevos recuperadores urbanos que, sin estar asociados a ninguna cooperativa, su único ingreso depende del cartón y el papel que logren vender al final del día. Menos material, más gente y mismos precios: «Los precios siempre estuvieron así, se mantuvieron; todo aumenta menos lo que nos pagan», explica Federico, resumiendo así la situación crítica que los recicladores deben enfrentar diariamente.

“Hay que convocar un paro nacional”

“Hay que convocar un paro nacional”

 

¡Tienen la máquina de hacer llover comprada! ¡La tienen comprada!” exclamaba una voz refugiada bajo el techo de una galería sobre Hipólito Yrigoyen y Virrey Cevallos. Las columnas de manifestantes llegaban desde varias avenidas hasta el Congreso conforme avanzaba también la nube oscura que traía la tormenta. No obstante, ni la lluvia ni los fuertes vientos lograron callar los bombos y las trompetas que entonaban al ritmo del que parecería ser el hit de toda convocatoria popular desde hace ya más de un año: MMLPQTP.

 

La marcha encabezada ayer por la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) junto a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), que confluyó con la impulsada por la CGT, se consolidó bajo la consigna “Por la unidad, la producción y el trabajo”. No es casual, sin embargo, el contexto en el que se desarrolló, marcado por el anuncio del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) del incremento del índice de pobreza al 32%, la suspensión de la reunión de los movimientos sociales con Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social de la Nación, la semana pasada y la exigencia de una Ley de Emergencia Alimentaria. Al resoecto, Gildo Onorato, dirigente de la CTEP y Secretario de Políticas Sociales del Movimiento Evita declaró a ANCCOM: “Hay una convocatoria de la CGT por la unidad, por la producción, por el trabajo. Nosotros le agregamos a eso la emergencia alimentaria, para que sea tratada con urgencia, teniendo en cuenta los niveles de pobreza y exclusión que tenemos en Argentina”. Añade luego: “Entendemos que hay que convocar un paro nacional, que hay que construirlo, fortaleciendo los acuerdos, las coincidencias y planteando la agenda de los sectores populares, que la están planteando muy mal”.

“Unidad de los trabajadores” fue el grito favorito de las columnas, que tras dar vueltas a la plaza del Congreso adornadas con pilotos y paraguas, se deslizaron por Avenida de Mayo hasta la 9 de julio, donde viraron para dirigirse hacia el Ministerio de Desarrollo Social, cortando el Metrobus y desviando el tránsito. Entre las seis cuadras de agrupaciones (donde se destacaron también el Movimiento Barrios de Pie, la Asociación de Trabajadores del Estado, el Frente Popular Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en lucha) uno de los gremios que marcó mayor presencia fue el de la Educación. Roberto Baradel, Secretario General del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires, describió la situación de los docentes como “compleja” y narró: “Ayer se dio un nuevo accidente en una escuela de Moreno, que lastimó a otros docentes. Hay desidia, abandono y también nos vemos afectados por el salario, por la inflación y por las políticas de ajuste de este gobierno”. Representantes de Conadu sumaron a los reclamos los recortes en el presupuesto universitario y en la investigación y el cierre de numerosos institutos. También se encontraban entre los presentes los docentes agrupados en UTE, FEDUN, FATUN, Suteba, Sadop y APUBA.


El pedido de paro nacional fue unánime, tal como se inscribía en la extensa bandera que se posicionó detrás del escenario anclado en Avenida Belgrano. Pese al rumor de que no habría acto al finalizar la convocatoria, representantes de los principales movimientos hicieron lectura de un documento donde se insistió en la unidad y el fortalecimiento del diálogo entre los trabajadores y las trabajadoras de la Argentina y se expuso la preocupación por el cierre de fábricas y comercios frente a la apertura indiscriminada de las importaciones y el crecimiento del desempleo. También se mencionó la decadencia de las cooperativas de trabajo y de la economía popular, el aumento del costo de vida, el fomento de monopolios en la producción de alimentos y el cierre y desfinanciamiento de comedores escolares. “Paro, paro, paro, paro nacional” continuaba el grito de los manifestantes previo a entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino y dar por finalizado el acto. Por último, se anticipó una próxima jornada de lucha para el jueves 11 de abril.

Otros dos asesinatos estatales, impunes

Otros dos asesinatos estatales, impunes

Cartel con un dibujo del rostro de Justicia por Rodolfo Orellana pidiendo justiciaEl pesado y acalorado ambiente que predomina en la Avenida de Mayo y la 9 de julio no impide que se congreguen poco a poco múltiples banderas de distintos colores e insignias. El objetivo es marchar en dirección al Congreso de la Nación para luego manifestarse en dos destinos: la Casa de la Provincia de Buenos Aires y la Casa de Córdoba. A todos los motiva un mismo sentimiento, la indignación generada por el asesinato por la espalda de dos integrantes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), con dos días de diferencia entre cada caso.

El asesinato del trabajador textil Rodolfo Orellana ocurrió en la madrugada del jueves, durante un desalojo policial basado en una toma de terrenos en el partido de La Matanza. Ese día también fueron detenidos Mirian Calizaya, Hugo Vedia, Alanes Coria y Wilson Delgado, quienes fueron liberados ayer. El otro caso es el de Marcos Soria, la CTEP denunció que el sábado sufrió una brutal golpiza en un descampado, por parte de dos uniformados, luego resultó ultimado por estos en el barrio Ciudad Obispo Angelleli II, al sur de la ciudad de Córdoba. La versión policial planteó que los disparos efectuados a Soria se realizaron mientras él intentaba huir, luego de cometer un robo con un presunto cómplice, quien se encuentra detenido.

Bandera amplia con letras pintadas que dicen: "Justicia por Rodolfo Orellana y Marcos Soria". De fondo la Manifestación.

“Las órdenes directas de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, son primero disparar y después preguntar», dijo Luciano Álvarez.

“Hay una escalada represiva avalada por la Presidencia de la Nación porque sino, ¿qué fue la felicitación que Macri le dio a los dos tiros por la espalda efectuados por el agente Chocobar? Nunca se dijo tampoco quién mató a Rafael Nahuel por la espalda ¿Y ahora Orellana y Soria? ¿Se piensan que nos vamos a quedar callados?”, expresa el cineasta y actual senador Fernando “Pino” Solanas a ANCCOM mientras camina al frente de una columna de manifestantes que ya lleva varias cuadras de extensión. A su lado se encuentran los representantes gremiales Juan Grabois, Roberto Baradel, Hugo Yasky y Pablo Moyano. Atrás brindan su apoyo las filas de la CTEP, ATE, CTA, Barrios de Pie, MP La Dignidad, el Polo Obrero y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), entre otras organizaciones sociales.

“Las órdenes directas de la ministra de seguridad, Patricia Bullrich, son primero disparar y después preguntar, como también primero dispersar la manifestación antes que saber cuáles son los motivos de los reclamos. Pero por más que quieran matar o judicializar a nuestros compañeros, vamos a seguir demostrando el más grande arco de solidaridad en las calles”, descarga Luciano Álvarez, de la organización Los Pibes perteneciente a la CTEP. A los dos costados de la columna, sobre la vereda, se vislumbran transeúntes dispersos y desconcertados ante el masivo movimiento de gente. Algunos se detienen a aplaudir, otros miran para otro lado con indiferencia. Pero nada detiene el andar de los concurrentes que ya llegaron al Congreso de la Nación y se disponen a doblar en dirección a la avenida Corrientes.  

Un cordón policial presente en la entrada de la Casa de la Provincia de Buenos Aires, espera a la muchedumbre, que se detiene para acercarles una base de madera que sostiene la figura de la Virgen María con banderas blancas de la CTEP. Otro cordón se forma al frente de los uniformados, es distinto, ya que están tomados de las manos y poseen chalecos blancos con la insignia de aquella organización gremial. De fondo se escucha a León Gieco por los parlantes de una camioneta: “¡Bajen las armas que aquí solo hay pibes comiendo!”. A continuación, toma la palabra Esteban “Gringo” Castro, secretario general de CTEP: “La muerte de nuestros compañeros y compañeras en los barrios populares son la consecuencia de una política de hambre, saqueo y de represión que lleva adelante el Gobierno. No vamos a mostrar violencia y ser funcionales a su política. Queremos la paz, pero como fruto de la justicia social”.

Nora Cortiñas, Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, toma la palabra en la marcha

“Vengo a traer solidaridad y repudio ante la violencia institucional desatada contra el pueblo», dijo Nora Cortiñas.

Si bien la puesta en escena se repitió en la siguiente y última parada, la Casa de Córdoba, la sorpresiva presencia de Nora Cortiñas entusiasmó a la mayoría, que la recibió con cálidos abrazos y cantos: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. La cofundadora de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora fue la encargada de concluir la intensa jornada de lucha: “Vengo a traer solidaridad y repudio ante la violencia institucional desatada contra el pueblo. Es una violencia que demuestra el odio y el miedo que las autoridades nos tienen. Hay que resistir en la calle a esa política, impuesta por el FMI y traída con más fuerza por el G-20, que viene a quedarse con nuestras riquezas y nuestra soberanía. Los vamos a mirar de cerca para decirles que vamos a seguir luchando y que no nos vencerán”.

   

La educación sobre la mesa

La educación sobre la mesa

Restaurante y Parrilla Don Battaglia es una cooperativa de trabajo gestada tras la quiebra del grupo OJA. La historia fue contada hace pocos días en este espacio: el 9 de febrero de 2013 los compañeros de Battaglia toman el local tras la quiebra, pasan varios días durmiendo allí hasta que consiguen la matrícula habilitante, y se constituyen como cooperativa. El año pasado decidieron otorgar a sus trabajadores la posibilidad de cursar un bachillerato allí mismo para poder terminar sus estudios.

La historia se remonta al vínculo territorial que tiene la Cooperativa Don Battaglia con otras organizaciones del barrio de Villa Crespo, reunidas en la Mesa Territorial de Cooperativas (METECO) de la Comuna 15,  que reúne 14 cooperativas y organiza talleres y actividades, incluido un campeonato de fútbol que se disputa desde 2016.

Agostina Betes es referente de bachilleratos e integrante de la Comisión de Educación de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Además milita en el Movimiento Popular La Dignidad, organización que cuenta con el Bachillerato Popular Villa Crespo que funciona de noche en el Club Atlanta. “Decidimos participar del torneo de fútbol, donde se cruzan laburantes de la cooperativa Battaglia con profesores y estudiantes de nuestro bachillerato -cuenta-. Allí, como producto de esas comuniones que genera el deporte, los laburantes comentan que no terminaron el secundario pero sus horarios laborales no les permiten estudiar.” Significaba todo un reto para la gente del bachillerato: “Lo planeamos durante un año, porque para nosotros significaba un gran esfuerzo armar un bachi de la nada”, agrega Agostina.

Hasta que, continúa ella, “una tarde de lluvia llegó acompañada por Esteban (otro compañero docente) a la primera reunión para ver como armábamos el bachillerato. Nos sentamos con algunos de los trabajadores, que en ese momento eran todos hombres”. A partir de ese momento comenzaron a ponerse de acuerdo y decidieron que la mejor opción era hacerlo de martes a jueves en el horario intermedio, entre los dos horarios de trabajo de los trabajadores del restaurante, de mañana de 11 a 15 y el de tarde de 20 a 24. Así fue que a principios de abril del año pasado arrancaron las clases de 16 a 19.

Pensaron en un módulo de tres años, aunque aquellos que tienen estudios previos pueden cursar uno o dos años. Agostina cuenta orgullosa que son “la única experiencia de La Dignidad que funciona dentro de una cooperativa con trabajadores. Es también el único bachi de La Dignidad que funciona en turno tarde, cuando todos funcionan por la noche. Es una experiencia totalmente diferente”.

Laura, nueva profesora, escucha la charla introductoria del ciclo lectivo 2018.

Los seis bachilleratos de La Dignidad otorgan títulos oficiales.

El otro profe que se acaba de sumar al proyecto es Enzo Scargiali. Sostiene que los trabajadores “tienen la necesidad de estudiar y trabajar especificidades propias de su tarea cotidiana. Porque con realizar su labor no alcanza: hay que llevarles herramientas para poder trabajar, reflexionar y seguir construyendo la cooperativa.”

Las materias que se dictan son: Salud Social, Economía Popular, Historia, Matemática con Orientación Contable, Prácticas del Lenguaje y Teoría Política. Son alrededor de 12 estudiantes,  la mayoría trabajadores de la cooperativa, pero hay algunos que vienen de afuera.

“Tenemos boletines, en los cuales no ponemos notas, lo que damos son devoluciones por escrito, donde analizamos el proceso educativo durante todo el cuatrimestre, y a su vez los alumnos nos dan su devolución sobre nuestro desempeño”, explica Enzo.

Experiencias

Joaquín entró porque vio un cartel en la entrada de Battaglia. Y Beatriz leyó en la calle un afiche del Bachillerato Villa Crespo, pero le resultaba muy tarde terminar de cursar en Atlanta a las 10 de la noche para recién entonces volver a Devoto. Por eso optó por estudiar en el restorán cooperativo.

María Salto, en tanto,  trabaja en el turno noche en el Hospital Italiano, y quiso inscribirse en el Bachillerato de Villa Crespo con el ciclo lectivo ya iniciado: “Me dijeron que no había vacantes. Justo me crucé con un compañero del hospital. Me dijo que podía hablar con alguien que podría ubicarme. Eso me dio esperanzas, dejé todos mis datos y un día me llegó un mensaje de texto. Me avisaban que tenían un lugar y que me acercara a Battaglia”, recuerda. María ya está cursando el segundo año, y asegura que tiene “excelentes compañeros, el lugar es acogedor, estamos todo el tiempo a pesar del cansancio y las dificultades que todos acumulamos. Los profes lo hacen muy llevadero”.

Los chicos y chicas del bachillerato tienen ganas de hablar. Cuentan que tienen un compañero de más de 60 años, o que hay chicos que vienen a cursar en su día de franco. Las materias les hacen ver las cosas de otra manera: destacan la importancia de ponerse en el lugar del otro. En este sentido, María afirma: “Salgo de acá y me voy a trabajar, duermo muy poco. Estoy totalmente agradecida a los profesores, el año pasado llegaba a clases y por momentos me dormía. La voluntad, el empeño, el trabajo en conjunto te llevan a seguir por más”.

Grupo de estudiantes y profesores sonríen a cámara con el pizarrón detrás.

Los 12 estudiantes reciben sus clases en el restorán entre las 16 y las 19 horas.

¿Educar para qué?

Los bachilleratos de La Dignidad surgen en 2007, están reconocidos por el Estado, otorgan títulos oficiales pero los educadores y las educadoras no cobran salario docente. En la actualidad se dictan seis. “Queríamos conservar la autonomía de decisión y la posición respecto de nuestro propio espacio de construcción político-pedagógica. Nosotros hacemos los bachis porque entendemos que la transformación social se da en muchos aspectos, y uno de ellos es la educación”, remarca Agostina.  Se trata de construir colectivamente espacios desde los cuales cuestionar la mirada hegemónica de la sociedad. Por eso se trata de formar “ya no individuos sino seres sociales emancipados. Estos espacios en el fondo tienen una razón política de ser”, cierra.

Tanto Enzo como Agostina coinciden en que no se trata de reemplazar al Estado; por el contrario aclaran que “el nuestro es un lugar inclusivo. Nosotros somos las clases populares organizadas para autogestionarse la educación. Entendemos que el Estado debería garantizar el derecho a la formación de todos y todas, pero la educación del sistema capitalista sólo forma individuos oprimidos: nuestra educación tiene otro objetivo que es liberarnos”.