Puro jugo de periodismo

Puro jugo de periodismo

Desde su nacimiento en 2010 hasta el día de hoy, Revista Cítrica recorrió un largo camino. Tras el cierre del diario donde trabajaban, un grupo de periodistas decidió apostar al periodismo autogestivo. Hoy, constituidos como Cooperativa de Ex Trabajadores del Diario Crítica, publican una revista en papel, que  en marzo de este año celebró sus primeros 50 números y además sostienen un sitio web.

Pablo Bruetman fue uno de los 180 trabajadores despedidos de Crítica de la Argentina en 2010, mientras Antonio Mata (quien hoy cumple condena por la administración fraudulenta de Aerolíneas Argentinas en 2001) era su dueño. “Los diarios suelen tener diferentes objetivos según quien los financia. En ese entonces se creía que Mata quería el diario para ejercer presión y obtener la concesión de una aerolínea a su nombre, Air Pampas. Al no conseguirlo, abandonó el diario. Fue atrasando el pago de los sueldos hasta cerrar sin previo aviso”, explica Bruetman.

La redacción de la Revista Cítrica es autogestiva. Hoy están constituidos como Cooperativa de Ex Trabajadores del Diario Crítica.

“El conflicto duró seis meses, de los cuales cinco estuvimos tomando la redacción”, recuerda Maxi Goldschmidt, quien trabaja el diario que dirigía Jorge Lanata desde su fundación, y agrega: “La cooperativa inició con dos proyectos. Por un lado, tener una página web. Por otro lado, se había acercado a nosotros la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos (FADICCRA), que son varios medios recuperados o autogestivos. Ellos nos propusieron hacer una revista de domingo que compitiera con revistas como Viva o Rumbos”.revista

“Hoy somos cinco o seis personas que trabajamos en la redacción. Nos dividimos lo que es web y redes y durante el mes también se trabaja la versión en papel, que es mensual. Además tenemos el contacto y colaboración de mucha gente. Todo lo resolvemos colectivamente, con asambleas, reuniones semanales y de área. El trabajo sin jefe debe ser lo más consensuado y democrático posible”, aclara Mariana Aquino, que se dedica al Área Web del proyecto desde 2013.

“Al principio fue trabajo de hormiga, había veces que creíamos que no llegábamos”, recuerda Bruetman. Fiel a su estilo camaleónico, el proyectó debió mutar en el tiempo: de una revista de domingo se pasó a una versión mensual, para afrontar los costos del papel. A su vez se sumaron trabajadores y la cooperativa se involucró en AreCIA (la Asociación de Revistas Culturales de Argentina). El último cambio sustancial se dio en el 2015 cuando la revista pasó a tener una redacción fija en el Hotel Bauen, recuperado y autogestionado por sus trabajadores.

Los últimos años fueron clave para dar impulso a la revista, debido a la situación que atraviesan los medios a partir del cambio de gobierno. Al respecto Bruetman aclara que “en esta época empezaron a caer medios que fueron creados durante el kirchnerismo y no podían sostenerse en el tiempo. Entonces pensamos “¿Para qué ir a buscar otro medio grande donde trabajar? Eso ya nos pasó con Crítica”. Era momento de apostar, y lo hicimos con la poca plata que teníamos, invertida en tener más horas de trabajo”.

La importancia de los medios cooperativos fue constatada por la revista durante la cobertura del caso Maldonado. Según el sitio oficial de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo, la Revista Cítrica fue el primer medio en arribar al lugar del hecho. “Llegamos y nos encontramos con toda una trama que no quería ser contada, y fueron esas primeras notas que lograron instalar que se trataba de una desaparición forzada. Esto fue una bisagra para la cooperativa en cuanto a la visibilidad de la revista,  pero sobretodo nos permitió ver el rol social que cumplíamos”, comenta Maxi Goldschmidt.

Con respecto a los horizontes de la publicación, Goldschmidt señala: “Hoy es de distribución gratuita, pero esperamos volver a venderla en un futuro porque la importancia de estar sostenidos por nuestros lectores es algo a lo que apostamos. No nos importa que crezca solamente Cítrica, sino todos los medios autogestivos y experiencias similares que se vienen desarrollando en todo el continente Esto es a lo que más apuntamos: la comunicación entendida como una herramienta y un derecho, y no como una mercancía”.

El verdadero repulgue noble

El verdadero repulgue noble

La Litoraleña es una fábrica de tapas para empanadas y pascualinas que funciona desde 2015 de manera autogestionada en el barrio de Chacarita. Está conformada por 55 trabajadores que hace pocos meses consiguieron el reconocimiento legal como cooperativa de trabajo. Además, inauguraron un local de venta directa al público ubicado en Garay 3768, en el barrio porteño de Boedo, donde también venden productos de otras cooperativas. ANCCOM recorrió las instalaciones de la planta y dialogó con los trabajadores, que en el plazo de un año deben demostrar que la empresa es solvente.

Seis trabajadores de la fábrica recuperada La Litoraleña.

Desde 2015 La Litoraleña funciona de manera autogestionada y, hace pocos meses, obtuvieron el reconocimiento legal como cooperativa de trabajo.

“El 27 de octubre de 2017 cumplimos dos años desde que se paró la producción y al poco tiempo se empezó la gestión obrera. La nueva etapa comenzó a partir de que logramos legalidad como cooperativa de trabajo”, explicó Fabián Pierucci, asociado a La Litoraleña que integra la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA). Durante un año y medio los trabajadores cumplieron con los trámites judiciales necesarios para conseguir la continuidad laboral y la justicia les otorgó el permiso de explotación.

“En 2015 veníamos sufriendo malas condiciones de trabajo, salarios atrasados, incumplimiento de pago de las cargas sociales. Decidimos no irnos de la fábrica hasta que nos pagaran lo que nos debían, hasta que se solucionara nuestro problema. Ahí empezó la lucha, estuvimos dos meses en esas condiciones”, sostuvo Luis Baini, presidente de la cooperativa.

Imagen del interior de la fábrica recuperada La Litoraleña, mientras los trabajadores realizan sus tareas.

Los trabajadores de la fábrica recuperada tienen un año para demostrar que la empresa es solvente.

De los 115 empleados que tenía la empresa, 80 mantuvieron la medida. Actualmente son 55 los trabajadores los que forman parte de la cooperativa.

Baini recordó los inicios de la nueva Litoraleña: “Decidimos por votación conformarnos en cooperativa, vimos que teníamos una manera de salir y decidimos reactivar la producción como autogestión. Teníamos un muy buen abogado de FACTA que la peleó junto a nosotros y ganamos tanto en lo penal como en lo comercial. Yo estaba imputado por usurpación y salí sobreseído hace poco tiempo. Logramos la matrícula de cooperativa y hoy tenemos legalidad.”

Miguel Ángel Ríos trabaja en La Litoraleña desde hace quince años y en los últimos meses vive además en la fábrica junto a otros compañeros. “Los ingresos que nos llevamos por semana son de alrededor de $2500. Confiamos en que mas adelante vamos a poder aumentar la producción y generar mas ingresos para todos”, afirmó. Y destacó la importancia del trabajo en equipo: “Confío ciegamente en el grupo y se que vamos a lograr mejorar la situación. Todos tienen mucha experiencia y son muy trabajadores.”

Dos pilas de masa sobre una mesada, en el fondo, de espaldas un trabajador y otro cargando otra pila de masa.

“Confiamos en que mas adelante vamos a poder aumentar la producción y generar mas ingresos para todos”, dijo Miguel Ángel Ríos.

Pierucci destacó las mejoras de las condiciones de trabajo bajo la modalidad de la autogestión: “En esta etapa se pone de manifiesto la diferencia de objetivos de la empresa bajo patrón y la empresa como cooperativa de trabajo. Mientras bajo patrón el objetivo es la ganancia, aun con formas ilegales o turbias, el objetivo de la cooperativa es mantener los puestos de trabajo genuinos y aumentar todo lo posible la calidad de vida del trabajador.”

“Ahora tenemos que empezar a aumentar el volumen de venta para poder tener nosotros más ingresos”, afirmó Baini. En el mismo sentido, apostando a sostener y acrecentar el nivel de producción,  Pierucci explicó: “La idea es ampliar las ventas lo máximo posible, para eso tenemos que empezar a reconquistar segmentos de mercado y abrir nuevos canales de distribución.”

La Litoraleña produce distintas versiones y tamaños  de tapas de empanadas y pascualinas, que se venden en su local  de venta directa al público ubicado en Boedo.

Dos integrantes de la cooperativa realizando su trabajo, en la zona de maquinaria de la fabrica.

La cooperativa tiene como objetivo mantener los puestos de trabajo y aumentar la calidad de vida del trabajador.

La mayor parte de los insumos que la fábrica necesita para producir los obtiene comprándolos a otras fábricas autogestionadas. “Empezamos a buscar vínculos con otras cooperativas de trabajo, la idea es integrar todo el proceso de producción o gran parte del mismo de forma cooperativa. Hacia afuera lo fundamental es ser solidario”, sostuvo Pierucci. Y agregó: “Creemos que es importante contactarnos con el consumidor de tal forma de dar a conocer que la gestión obrera tiene un plus. Nosotros también somos consumidores y nos interesa mucho mantener la calidad de la producción”.

El fallo judicial que legalizó a la fábrica como cooperativa les impone tiempos. Tienen el límite de un año para demostrar que pueden mantener los puestos de trabajo y estar en mejores condiciones. Confían en que van a lograr mantener la cooperativa: ingredientes fundamentales como el apoyo del grupo y su capacidad de lucha ya los tienen.

 

La costumbre de vetar

La costumbre de vetar

Cooperativa de Trabajo Cintoplom Ltda es una fábrica de pinturas recuperada  y autogestionada por sus trabajadores desde 2004. A pesar de que llevan catorce años de sustentabilidad produciendo en las instalaciones de la antigua Cintoplom S. A., ubicada en Ciudadela, la gobernadora María Eugenia Vidal vetó una ley, aprobada en mayo de este año, que establecía una prórroga de tres años para la expropiación que beneficiaría a los trabajadores. No es la primera vez que el Gobierno obstaculiza el camino de las fábricas recuperadas, en enero Vidal vetó la expropiación de la Cooperativa de Precisión Limitada -ex Rench- que realiza cerraduras bancarias, ubicada en Don Torcuato, en febrero fue el turno de la metalúrgica Raimat de Quilmes y en abril rechazó la expropiación de la Cooperativa Acoplados del Oeste, ex Petinari.

José Silva, presidente de la Cooperativa Cintoplom, trabaja hace veinte años en la fábrica. Primero comenzó en el sector de fabricación de masilla, después pasó al sector de Logística y Expedición.  Además de ejercer las tareas que tiene como presidente, no ha perdido la humildad y sigue vistiendo ropas de trabajo, manchadas con pintura. José cuenta que cuando se conformaron en cooperativa trataron de seguir haciendo el trabajo que cada uno sabía hacer. A aquellos que tenían un poco más de tiempo, como fue su caso, les adjudicaron tareas administrativas para poder llevar adelante los trámites burocráticos y legales. José menciona que su vida laboral cambió, ya que tuvo que aprender nuevas tareas y adquirió nuevas obligaciones. “Debimos  hacernos cargo de la empresa, es decir autogestionarnos. Todos los que quedamos éramos operarios y trabajadores de planta, lo que sabíamos era usar máquinas. Yo tuve que capacitarme en algunas cuestiones, hacer cursos y formarme para poder interpretar ciertas cosas en la administración de la empresa”, explica Silva.

La salida cooperativa

Los cooperativistas de Cintoplom fueron asesorados principalmente por el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas. “Dentro del movimiento hay un montón de fábricas y colegas que tienen distintos niveles de experiencia en la autogestión y nos ayudaron mucho. Se acercaron a Cintoplom, nos dieron cursos de costos y nos enseñaron cómo comercializar un producto. La gente del Movimiento, además de ponernos la mano en el hombro y  decirnos qué hacer, nos ayudó económicamente. Aún hoy los tenemos presentes, cuando uno necesita preguntar alguna cuestión, siempre están, tenemos un contacto fluido”, asegura Silva. Ahora, los trabajadores de Cintoplom tratan de retribuir esa ayuda brindándosela a otros. “A veces vamos a fábricas que recién comienzan para ofrecerles información, le contamos nuestra experiencia y les decimos de qué forma pueden ir solucionando ciertos problemas”. El mayor desafío que recuerda Silva en el pasaje de empresa capitalista a cooperativa fue poner en condiciones la fábrica para volver a producir. “Se requería mucho tiempo de trabajo y dinero. Tuvimos la suerte de que nos apoyaron muchas personas, la gente del Movimiento de Fábricas Recuperadas nos compró pinturas, también los vecinos del barrio”, rememora el presidente de Cintoplom.

Operario se encuentra mezclando pintura con una de las máquinas de la fábrica.

«No sólo heredamos la marca, sino también las fórmulas. En el sector de fabricación de pintura tenemos gente muy capacitada, son químicos”, explicó Silva.

Silva habla de la dificultad que tuvieron para volver a instalar la marca en el mercado y generar nuevamente confianza, ya que cuando quebró Cintoplom quedaron deudas pendientes con proveedores y clientes enojados. “Teníamos que demostrar que éramos serios y teníamos ganas de trabajar. Nuestros primeros ingresos nos sirvieron para poder invertir en materia prima y seguir fabricando. En un principio no nos querían vender materia prima, y cuando lo logramos teníamos que pagar por adelantado. Hoy ya no es así, los proveedores nos dejan sacar materia prima con plazos de entre 60 o 90 días. Con todo este tiempo de trabajo se dieron cuenta que nosotros nunca dejamos de pagar a nadie. Con respecto a los clientes volvieron a elegirnos porque ingresamos nuevamente en el mercado con una calidad igual a la que teníamos. No sólo heredamos la marca, sino también las fórmulas. En el sector de fabricación de pintura tenemos gente muy capacitada, son químicos”, explica Silva. El mayor logro que encuentra el presidente es que actualmente la fábrica funciona en un noventa y cinco por ciento como cooperativa.

Ismael Ramón Elías trabaja hace treinta y cinco años en Cintoplom, antes de que se transformara en cooperativa era un operario en el sector de fabricación de pintura. Actualmente se desempeña en el área de administración, control de los créditos y la financiación. Ismael explica que tenía una idea de cómo hacer el trabajo y fue aprendiendo a medida que fue haciéndose cargo, junto a sus compañeros. Ismael también recuerda el proceso que los llevó a formar la cooperativa: “El mismo día en que el dueño presentó la quiebra, los trabajadores nos acercamos a las dos de la tarde para hablar con él.  Le dijimos que íbamos a seguir trabajando a pesar de la deuda que la empresa tenía con nosotros -nos debía diez meses de sueldo, más aguinaldos y vacaciones-, que lo íbamos a apoyar para no perder nuestra fuente de trabajo y él nos dio a entender que había aceptado”. Ismael describe que ellos trabajaban de seis a tres de la tarde. Aquel día, se fueron a su casa pensando que al otro día volverían a defender su trabajo; sin embargo el propietario (uno de los hermanos Bosedi, dueños de la empresa familiar)  fue directo al juzgado a declarar la quiebra de la empresa. “Al día siguiente nos encontramos con que no podíamos ingresar y con una faja de clausura en la entrada. Intentamos hablar con el dueño pero no lo pudimos localizar, fue un abandono total”. 

Trabajador de la fábrica se encuentra parado de frente a una vidriera que tiene el dibujo de un balde de pintura y el nombre de la marca: "Cintoplom".

«Estoy vestido con ropa de trabajo porque a pesar de estar en el área administrativa, también bajo a colaborar, fabricamos y envasamos, todos hacemos todo” comentó Ismael Ramón Elías, secretario administrativo de la cooperativa.

Todos los miembros de la cooperativa recuerdan aquellos como los tiempos más duros. Pasaron más de un año sin trabajo hasta que Ismael conoció a un abogado especializado en cooperativismo que lo aconsejó. “Nos asesoró y empezamos hacer los trámites para formar la cooperativa, lo que también nos llevó su tiempo. Estuvimos alrededor de un mes con una carpa afuera de la fábrica para hacer el aguante, ya que había gente que quería ocuparla. Finalmente el juez nos permitió ingresar primero para hacer limpieza y mantenimiento hasta que en el 2004 nos cedió la tenencia de los medios de producción para empezar a trabajar”, repasa con orgullo. Cuando repararon las máquinas empezaron fabricando en una escala pequeña e Ismael salió a la calle para vender y buscar clientes. “Estuve cinco años en la calle como vendedor hasta que pusimos un aviso en el diario buscando vendedores independientes, porque tampoco podíamos poner efectivo a nadie. Tuvimos la suerte de que la gente nos acompañó”, agradece Ismael.

Los desafíos pasados y futuros

Para Ismael Ramón Elías el desafío más grande que tuvo la Cooperativa Cintoplom fue en un principio comprar materia prima para fabricar. La mayor parte de los insumos para la fabricación de pintura son productos caros e importados. La otra dificultad que se encontraron fue el mismo trabajo autogestionado. “Nosotros nunca fuimos patrones sino siempre operarios y cambiar de un día para otro la cabeza cuesta. Fue incómodo hasta que nos adaptamos al sistema autogestivo, hay muchos a los que no les quita la humildad y hay otros que los cambia un poco. No es mi caso, estoy vestido con ropa de trabajo porque a pesar de estar en el área administrativa, también bajo a colaborar, fabricamos y envasamos, todos hacemos todo”. Ismael cree que el mayor logro que consiguieron como cooperativa fue poder mantenerse y vivir de su trabajo. “Ahora estamos bien, pero siempre con la meta de seguir creciendo”, augura.

José Silva dice que la empresa anterior dejó la fábrica en una condición pésima. Mientras recorre la planta ve un cuadro de un auto de carreras en la recepción, que data de la época de Cintoplom S. A., y sentencia con recelo: “Invertían  la plata ahí –en las carreras- en vez de en la fábrica. Estaba muy en claro cuáles eran sus prioridades».  A diferencia de otros casos de fábricas que fueron recuperadas, ellos no pudieron quedarse a resistir el vaciamiento dentro de las instalaciones. “Cuando la planta quebró, nosotros regresamos a nuestras casas y después de un año y medio volvimos. La fábrica quebró en 2002, volvimos en 2004 y tuvimos que permanecer un mes con una carpa en la puerta, mientras dialogábamos con el juez, para que nos permitiera ingresar. Ya nos habíamos formado como cooperativa, hacíamos nuestras asambleas en la vereda. Finalmente cuando pudimos entrar nos encontramos con la planta totalmente vaciada, no había absolutamente nada, estaba todo roto porque habían entrado a saquear. Lo que no se pudieron llevar quedó completamente en desuso debido a los destrozos, a las máquinas les sacaron plaquetas y cables”, recuerda José afligido. En el mismo sentido Ismael agrega: “Acá el que vino a robar sabía que se estaba llevando el corazón de las máquinas, la pieza principal para que funcionaran”. Les llevó un año poder hacer su primera fabricación como cooperativa. Estuvieron seis meses sin luz, porque tenían que comprar los cables que se habían robado y no contaban con el dinero. El Movimiento de Fábricas los financió para que pudieran instalar las máquinas y empezaran a trabajar. “La vuelta fue terrible porque empezamos de cero y muchos compañeros no quisieron continuar, ya que era una tarea muy difícil. Cuando la fábrica pertenecía a Cintoplom S.A. trabajaban 200 personas, hoy somos 22 los cooperativistas. La mayoría de los que nos quedamos fue porque teníamos una cierta edad y en ese tiempo -creo que ahora también es así- si eras grande quedabas fuera del mercado laboral. En esa situación decidimos quedarnos acá, resistiendo. Nos capacitamos y hoy en día estamos trabajando”, resume Silva.

Un trabajador se encuentra operando un montacargas con el que traslada grandes baldes de pintura.

«Ahora gracias a Dios generamos laburo para nosotros mismos y para los demás, estamos creciendo de a poquito” comentó José Villalba, operario de la fábrica.

José Luis Villalba maneja un montacargas como si fuera una extensión de su cuerpo, trabaja hace veintisiete años en la fábrica. Mantuvo el mismo puesto en que se desempeñaba antes de que Cintoplom se transformara en cooperativa. Dice que es diferente el trabajo autogestivo que el asalariado porque antes tenían que trabajar para un patrón y ahora son ellos sus propios patrones. “Entender eso fue uno de los mayores desafíos. Ahora gracias a Dios generamos laburo para nosotros mismos y para los demás, estamos creciendo de a poquito”, agrega José Villalba.

El veto

Gerardo Ángel Arrieta trabaja hace veinticinco años en Cintoplom, antes era fabricante de pintura. Actualmente es cocinero y mecánico, desempeña su labor en el área del mantenimiento de las máquinas y su hijo, Nicolás Arrieta, trabaja junto a él. Gerardo también recuerda los duros momentos del principio y plantea que ahora están pasando una situación bastante holgada, ya que tienen clientes fieles incorporados. “Formamos la cooperativa gracias al trabajo del presidente y el secretario, entre otros compañeros, que hicieron los trámites para que se formalizara. También fue indispensable el apoyo del Movimiento de Fábricas Recuperadas y después lógicamente el sacrificio nuestro”, asegura.

Un trabajador en la fábrica sentado junto a una mesa y rodeado de baldes de pintura.

Nicolás Arrieta trabaja en la fábrica junto a su padre, Gerardo Ángel Arrieta, quien desde hace veinticinco años se desempeña en el área del mantenimiento de las máquinas de Cintoplom.

“Cuando me enteré que Vidal había vetado la expropiación en un principio no me molesté tanto, porque estamos acostumbrados a esta respuesta por parte del Gobierno”, dice José. El presidente de la cooperativa contó que no es la primera vez que ocurre, antes que lo hiciera Vidal, ya lo habían hecho en otras oportunidades Daniel Scioli y Felipe Solá. “Nosotros vamos a volver a insistir y presentar nuevamente la ley. Esta es una lucha constante desde que formamos la cooperativa. Desde hace catorce años que lo venimos viviendo con nuestra empresa y con fábricas amigas. Siempre te hacen el camino más difícil, aunque nosotros no hagamos otra cosa más que trabajar y producir.”

Ismael también recuerda cómo recibió la noticia y confiesa que se sintió mal, porque considera que la situación del país es difícil. “No hay trabajo en ningún lado y el Gobierno en vez de ayudarnos nos pone un freno para seguir creciendo. Si no nos aprueban la expropiación y el día de mañana nos tenemos que ir de acá, hay veinte familias que quedarían en la calle, porque están viviendo de esto. Y ese día nadie me va a ayudar a darle de comer a mis hijos”. En la misma línea, Villalba dijo que se sintió triste porque cree que el Estado no ayuda al trabajo cooperativista, sino que por el contrario lo ataca. “Nos tiran a matar a todos, no solo a nosotros sino a varias cooperativas le vetó la ley de expropiación, pero no perdemos la fe”. Por su parte, a Gerardo el veto lo tomó por sorpresa porque ya tenían en sus manos una aprobación legislativa de tres años desde mayo pasado.. Pero aseguró que tanto él como sus compañeros  seguirán adelante.

Los trabajadores de Cintoplom nunca recibieron las indemnizaciones ni cobraron los sueldos adeudados. “Todo lo que la empresa nos debía forma nuestros créditos laborales, que algún día vamos a hacer valer cuando tengamos que comprar la planta”, explica Silva. La necesidad de mantener una fuente de trabajo fue lo que llevó a los trabajadores de Cintoplom a conformar la cooperativa y a continuar hasta el día de hoy trabajando. A pesar de no recibir el apoyo del Estado, los trabajadores de Cintoplom afirman que están encarando la compra de la empresa.  

Baldes de pintura con el logo de la marca "Cintoplom".

“Siempre te hacen el camino más difícil, aunque nosotros no hagamos otra cosa más que trabajar y producir.” explicó José Silva, presidente de la cooperativa.

 

Actualizada 25/07/2017

“La unidad es lo único que nos puede salvar”

“La unidad es lo único que nos puede salvar”

San Cayetano es conocido como el patrono del pan y del trabajo desde el año 1671 cuando fue proclamado santo por el Papa Clemente X. Cada 7 de agosto miles de fieles acuden a su templo en una de las muestras de religiosidad popular más importantes de nuestro país. Hoy, a ese grupo de creyentes se sumaron numerosas agrupaciones sociales y sindicales que transformaron la plegaria cristiana en una manifestación popular y política que conectó a la iglesia ubicada en Cuzco 150, en el barrio porteño de Liniers, con la histórica Plaza de Mayo. Bajo la consigna de “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo”, miles de manifestantes -los organizadores calcularon cerca de 100 mil personas- se movilizaron contra los despidos y el proceso de ajuste de la administración de Mauricio Macri.  Después de trece kilómetros de caminata, todos se unieron frente a la Casa Rosada en el reclamo de un “Salario Universal Complementario” para los trabajadores de la economía popular y la declaración de la Emergencia Social en el Congreso Nacional. La movilización fue convocada por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTE), el Movimiento Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa (CCC), pero recibió el respaldo de sectores sindicales y políticos que cuestionan el rumbo económico-social del gobierno de Cambiemos.

Cada 7 de agosto miles de fieles acuden a su templo en una de las muestras de religiosidad popular más importantes de nuestro país.

Cada 7 de agosto miles de fieles acuden a su templo en una de las muestras de religiosidad popular más importantes de nuestro país.

“Acá estamos los agredidos de este modelo, de sus políticas económicas”, sintetizó el coordinador de Barrios de Pie, Daniel Menéndez, el primero de los oradores. El inicio del acto central estaba previsto para las 14:00, pero debió retrasarse al menos una hora debido a las incesantes columnas de manifestantes que avanzaban hacia el escenario junto a la Pirámide de Mayo. Agrupaciones barriales, gremiales, políticas y universitarias conformaron la multitud que cambió el habitual paisaje de la Plaza de Mayo en una tarde de domingo. Al iniciar el acto, la plaza entera recibió con aplausos a los “Jóvenes Misioneros de Francisco” que, portando las imágenes de San Cayetano, la Virgen de Lujan y el Papa Francisco, marcharon esos trece kilómetros desde Liniers.

Marcha de San Cayetano a Plaza de Mayo por pan, paz y trabajo , 07 de Agosto de 2016; Foto: Nicolas Parodi / ANCCOM

Marcha de San Cayetano a Plaza de Mayo por pan, paz y trabajo , 07 de Agosto de 2016; Foto: Nicolas Parodi / ANCCOM

Menéndez criticó en duros términos el orden de prioridades establecido por el gobierno nacional al que calificó como el “agresor” y señaló una serie de problemas que concluyen en un golpe contra la industria que provoca la pérdida de puestos de empleo. “Lo único que se produce en este país, como consecuencia de este gobierno, es que se ha instalado una fábrica de pobreza con las políticas económicas que se están llevando adelante”, sentenció.

.  Después de trece kilómetros de caminata, todos se unieron frente a la Casa Rosada en el reclamo de un “Salario Universal Complementario” para los trabajadores de la economía popular y la declaración de la Emergencia Social en el Congreso Nacional.

. Después de trece kilómetros de caminata, todos se unieron frente a la Casa Rosada en el reclamo de un “Salario Universal Complementario” para los trabajadores de la economía popular y la declaración de la Emergencia Social en el Congreso Nacional.

Luego, el coordinador nacional de la CCC, Amancay Ardura, alertó sobre la problemática más urgente que las organizaciones deben enfrentar: “El hambre arrecia en todos los territorios. Las necesidades nos están matando”. Y advirtió: “Los que convocamos a esta jornada no esperamos ni podemos esperar. Las organizaciones no estamos para contener a nuestros compañeros, estamos para luchar y organizar. Nosotros no queremos desestabilizar a este gobierno, pero sí que cambie esta política que nos está matando. Estamos muy mal y un nuevo fracaso lo vamos a pagar nosotros. Por eso estamos en las calles, por eso estamos aquí, por lo que estamos sufriendo. No vemos la luz al final del túnel”.

 “Acá estamos los agredidos de este modelo, de sus políticas económicas”, sintetizó el coordinador de Barrios de Pie, Daniel Menéndez.

“Acá estamos los agredidos de este modelo, de sus políticas económicas”, sintetizó el coordinador de Barrios de Pie, Daniel Menéndez.

El mensaje final estuvo a cargo del secretario general de la CTEP,  Esteban Gringo Castro, quien también responsabilizó al modelo económico de las problemáticas que enfrentan los sectores más vulnerables. “El sistema nos expulsa del trabajo a nosotros que somos creadores de trabajo. Nos reprime y no nos deja laburar y eso no lo podemos permitir”, remarcó.

“Lo único que se produce en este país, como consecuencia de este gobierno, es que se ha instalado una fábrica de pobreza con las políticas económicas que se están llevando adelante”, sentenció Menéndez.

“Lo único que se produce en este país, como consecuencia de este gobierno, es que se ha instalado una fábrica de pobreza con las políticas económicas que se están llevando adelante”, sentenció Menéndez.

Además, enfatizó la necesidad de mantener la unidad entre las agrupaciones sociales y del trabajo informal. “Si los monopolios lo que quieren es fragmentar a la clase trabajadora, nosotros vamos a trabajar incansablemente para la unidad. Vamos a trabajar para la unidad porque es lo único que nos puede salvar. No nos puede salvar la guita que viene de afuera porque viene para sacar lo que tenemos adentro”, señaló.

“El sistema nos expulsa del trabajo a nosotros que somos creadores de trabajo. Nos reprime y no nos deja laburar y eso no lo podemos permitir”, remarcó Gringo Castro.

“El sistema nos expulsa del trabajo a nosotros que somos creadores de trabajo. Nos reprime y no nos deja laburar y eso no lo podemos permitir”, remarcó Gringo Castro.

El representante del CTEP también dedicó una parte de su discurso a señalar la sintonía que el reclamo de los trabajadores puede encontrar en la figura del Papa Francisco a quien visualizó como uno de los propulsores de las iniciativas del sector. “La consigna Techo, Tierra y Trabajo surge de la convocatoria del Papa Francisco. Nos encontramos con un Papa que nos dijo que tenemos que hacer la reforma agraria, que además planteó que los trabajadores de la economía popular, y así lo nombró, teníamos en nuestras manos la posibilidad de garantizar un futuro para nuestro país”, remarcó. Tanto la movilización como el acto en Plaza de Mayo superaron ampliamente las expectativas de sus organizadores que, sin embargo, ya plantean una marcha federal y multisectorial como el paso siguiente. “Acá hay mucha bronca, mucho malestar por lo que están haciendo y que día a día afecta a nuestros bolsillos, nos afecta porque tenemos que ir para atrás y todos queremos progresar. Es por eso que necesitamos hoy que paren la mano con las políticas económicas que están llevando adelante. Acá estamos los que la estamos pasando mal. Aspiramos a que, a partir de esta muestra de nuestro pueblo en esta fecha tan simbólica, el gobierno reflexione y convoque a un estado de emergencia social”, sintetizó Menéndez.

“Los que convocamos a esta jornada no esperamos ni  podemos esperar. Las organizaciones no estamos para contener a nuestros compañeros, estamos para luchar y organizar. Nosotros no queremos desestabilizar a este gobierno, pero sí que cambie esta política que nos está matando", alertó Amancay Ardura.

“Los que convocamos a esta jornada no esperamos ni podemos esperar. Las organizaciones no estamos para contener a nuestros compañeros, estamos para luchar y organizar. Nosotros no queremos desestabilizar a este gobierno, pero sí que cambie esta política que nos está matando», alertó Amancay Ardura.

La movilización convocada por los movimientos que lideran la denominada economía popular también contó con la adhesión de Hugo Yasky, de la CTA de los Trabajadores; Roberto Baradel, de Suteba y Eduardo López, de UTE. Además, se sumaron al reclamo los dirigentes del Movimiento Evita, Fernando “Chino” Navarro; y Jorge Ceballos, de Libres del Sur; entre otros.

“Si los monopolios lo que quieren es fragmentar a la clase trabajadora, nosotros vamos a trabajar incansablemente para la unidad", señaló Gringo Castro.

“Si los monopolios lo que quieren es fragmentar a la clase trabajadora, nosotros vamos a trabajar incansablemente para la unidad», señaló Gringo Castro.

Actualizada 08/08/2010

Con las tarifas al cuello

Con las tarifas al cuello

Al igual que muchos otros sectores de la economía social, cooperativas de trabajo agrupadas en la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT), la Federación Argentina de Cooperativas y Trabajadores Autogestionados (FACTA) y la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (Conarcoop), entre otras, reclaman desde hace varias semanas a los Ministerios de Energía y Minería y de Trabajo por los aumentos en las tarifas de energía eléctrica, agua y gas. Según los cooperativistas, estas medidas del gobierno nacional ponen en riesgo sus fuentes de trabajo.

“Nosotros no vamos a bajar la persiana, no le vamos a dar el gusto a nadie”, sostuvo con seguridad Julio César Fuque, presidente de la cooperativa textil Kbrones, que pagaba $800 de energía eléctrica y ahora la factura ronda entre $3.500 y $4000. Kbrones fue creada en 2009 en la Unidad Penal 12 de La Plata con el fin de permitir la reinserción laboral de ex convictos, a los que luego se sumaron personas liberadas de talleres clandestinos. Situada en el barrio porteño de Barracas, hoy la cooperativa produce ropa de trabajo y está compuesta por 24 asociados. Sin embargo, entre los aumentos de tarifas e insumos y la apertura de las importaciones los ingresos han disminuido y algunos integrantes decidieron buscar otras alternativas laborales. “Nosotros los entendemos. Estaban acostumbrados a llevarse un retiro muy bueno y ahora que bajó el trabajo tiene que ser equitativo y llevarnos una monedita cada uno a casa para poder pagar la olla. Hay otros compañeros que no están acostumbrados a eso”, se lamentó Fuque.

En el caso del Hotel Bauen, la factura de luz pasó de los 24 mil a los 100 mil pesos mensuales, mientras que la de agua era de 65 mil pesos bimestrales y ahora es de 218 mil. La factura de gas todavía no llegó. Federico Tonarelli,  presidente de FACTA, dice que desde el Bauen se hicieron gestiones con los directivos de AySA y, de las dos boletas que tienen, van a pagar en cuotas sólo una, a la espera de que salga alguna resolución que revoque los aumentos. Tonarelli asegura que es imposible trasladar este aumento a los precios del servicio del hotel y que los ajustes que han hecho no afectan estructuralmente su situación. Una de las medidas que han tomado fue cerrar el espacio del segundo piso donde servían el desayuno a los huéspedes y atenderlos en el bar abierto al público que da a la avenida Callao.

Las cooperativas presentaron recursos de amparo. Sin embargo, Araceli Ferreyra, diputada nacional del Frente Para la Victoria (FPV-PJ), advierte que la presentación fragmentada de recursos es “jugar con fuego”. “Si el juez no ordena a la empresa prestataria que haga una nueva facturación, vos tenés la factura y si no pagás te cortan el servicio”, advirtió Ferreyra. Respecto a la gravedad de los aumentos, la diputada señaló: “Por primera vez, un tarifazo pone en crisis la situación de la economía. (…) Es la primera vez que los empresarios no pueden trasladar un aumento a los precios por la magnitud”. Ferreyra presentó un proyecto de ley que propone la derogación del esquema tarifario sancionado por el macrismo y que el Congreso establezca nuevos criterios para un aumento del costo de servicios.

Plácido Peñarrieta es impresor y hace 14 años trabaja en la cooperativa Artes Gráficas Chilavert, empresa recuperada y autogestionada desde 2002, ubicada en Pompeya. Peñarrieta aseguró que no se puede trasladar el aumento de tarifas y de insumos al producto:“Quedamos afuera del mercado”. En la cooperativa la factura de luz era de $3.000 y aumentó a $15.000. Con el fin de achicar gastos, tomaron diversas medidas: “Ya no prendemos la luz del galpón, literalmente estamos a media luz. Tampoco damos aumentos desde enero y tuvimos que achicar gastos de terceros, como remises y fletes. Intentamos hacerlo todo nosotros, en la medida de lo posible”. También han perdido clientes. “Esto nos achica la esperanza”, dijo Peñarrieta afligido.

ARCHIVO _ Restaurant La Casona, Ciudad de Buenos Aires.

Restaurant La Casona, Ciudad de Buenos Aires. Foto: Archivo ANCCOM

Para Tonarelli, es fundamental no hablar de “tarifas sociales” porque algunas cooperativas como Bauen, Cerámicas FaSinPat (ex Zanón) o la Gráfica Patricios son empresas muy grandes y quedarían por fuera de ese criterio. “Lo que hay que hacer es decir que va a haber una tarifa diferencial para la industria, que muchísimas veces tiene a cooperativas de trabajo como parte del conjunto. Algunas empresas, como Zanón, son muy grandes y superan la categoría de PyMES por la cantidad de trabajadores y niveles de facturación. Entonces es imposible pensar en una tarifa social para una empresa que gasta lo que gasta Zanón en gas, por ejemplo”.  Y agregó: “Lo que hay que hacer es retrotraer todo y buscar porcentajes de aumento que sean racionales y que las empresas estén en condiciones de afrontar”.

A nivel nacional se han presentado dos proyectos que pretenden resolver específicamente el problema de la suba de tarifas para las cooperativas. Por un lado, el de Myriam Bregman, diputada nacional del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT), propone que las cooperativas de trabajadores de fábricas o empresas recuperadas no paguen los servicios públicos por un plazo de dos años. Por su parte, Héctor Recalde, jefe del bloque de diputados del FPV-PJ, presentó otro proyecto en el que se propone establecer “tarifas diferenciales” para las cooperativas y empresas recuperadas.

Actualización 21/06/2016