Toda compra es política

Toda compra es política

Una vez por mes, los Productores Feria La Nuestra realizan un ferifestival en el predio de la exEsma para comercializar productos de la economía popular con valores del comercio justo y que promuevan la organización cooperativista.

El Ferifestival Cooperativo es una nueva propuesta en el mundo de las ferias del AMBA y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tendrá su segunda edición el próximo sábado 11 de noviembre en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex Esma). Organizado por el colectivo autogestivo Productores Feria Nuestra, que reúne puestos de diversos emprendimientos y se enfoca en las cooperativas. 

Su edición inaugural se realizó el 7 de octubre, en la calle Son 30.000 del Espacio, en el marco del VII Encuentro Federal de Derechos Humanos, feriantes y organizadores pusieron la feria a prueba en un espacio público, puertas adentro de la exEsma. Aunque se trató de la edición inaugural, no fue la primera vez que estos productores se juntaban para ofrecer sus productos. 

Feria Nuestra tiene sus orígenes en Tecnópolis como parte del Plan Federal de Ferias, una iniciativa que promueve el acceso a productos elaborados por actores de la economía social y popular. Carlos González, uno de sus organizadores explicó: “El área donde estaba la feria se desarmó y nosotros quedamos a la deriva, ahí varados. Lo que hicimos fue juntarnos entre todos los productores y buscar contacto para poder volver a feriar ahí en Tecnópolis, porque comono teníamos lugar de trabajo. Conseguimos el lugar en Tecnópolis nuevamente, y desde ahí venimos con todo el colectivo”. González presenta así al colectivo: “Hace un año y pico que estamos como Productores Feria Nuestra, el programa de Nación se llamaba Feria Nuestra, cuando se cae formamos Productores Feria Nuestra. Somos un colectivo de alrededor de 70 productores que, si bien todos tienen una trayectoria importante como productores hace muchos años, como organización independiente son los primeros pasos”. 

Sobre cómo llegaron a feriar en la exESMA con el Ferifestival, González contó que el contacto llegó a través de la organización H.I.J.O.S.: “Estaban buscando feriantes, justo coincidió que nosotros estábamos buscando lugar, nos pusieron en contacto y a partir de ahí se empezó a trabajar” y agregó que “el espacio es hermoso, es increíble, pero tenemos que ver también qué les sirve a los productores, qué les sirve a los chicos de H.I.J.O.S. también, ir viendo lo que pasa”.

González también habló de lo que desea para el futuro del Ferifestival: “Hay distintas ferias que ya están establecidas, que ya tienen nombre, que tienen una marca digamos, la idea nuestra como Productores Feria Nuestra es conseguir eso, que el día de mañana digan ´están los chicos de Feria Nuestra´ y que sepan qué es esto”, se ilusionó y expresó que “la idea es poder tener distintos lugares, no solo un espacio fijo, así como vinimos acá, tenemos Tecnópolis, estamos hablando con la gente del municipio de San Martín, para poder también tener un espacio ahí cada tanto; en Quilmes, que se pueda recorrer en distintos lugares y que la gente sepa dónde está”.

Ignacio Agustín Orellano, otro de los organizadores explicó: “Es un gusto poder estar en un lugar donde nos sentimos representados todos, que nos incluye a todos, y que defiende la producción artesanal o cooperativa”. 

Surgieron también comparaciones entre las experiencias previas en Tecnópolis con cómo se desarrolló la jornada en el Espacio Memoria. “La gente va en vacaciones de Invierno, ya dispuestos a gastar plata, entonces es distinto, acá no, acá vienen a la actividad y de repente se encuentran con la feria y por ahí no vienen preparados para comprar cosas. Queremos que sea un lugar que la gente pueda conseguir algo directo del productor, y que nos sirva también a nosotros, que sea una fuente de ingreso de algo que nos gusta hacer”, expresó Gonzñalez. Detrás de su puesto de masas para infancias, la feriante Gisele Sotera de Bella Masa explicó: “Son dos cosas totalmente diferentes. En mi caso, que hago productos infantiles, se notó la diferencia, entré a un lugar donde no hay muchos niños” pero destacó la buena organización de la feria, que hizo que de todos modos haya sido una buena experiencia. La feriante Danisa, de la cooperativa de mujeres Espacio Terra, remarcó que notó que, en la primera edición de la feria, los visitantes se brindaron a “conocer cada stand y a escuchar cada historia”.

Sin importar cualquier diferencia o similitud entre feriar en uno u otro lugar, algo que muchos remarcaron fue el compañerismo que sienten entre ellos luego de varias ferias juntos, pero también por el hecho de que la feria se enfoca en cooperativas. “Yo creo que las cooperativas son importantísimas, porque reúnen personas que tienen productos diferentes, distintos y podemos sentarnos y compartir experiencias”, expresó Kamila Alves Dos Santos. La feriante Lucía, de Aluna Natural, señaló la importancia de “poder fortalecer los lazos entre emprendedores, entre familias, volver a generar esto de lo colectivo, del sentimiento de pertenencia, de ayudarnos entre todos”. Gisele de Bella Masa también dice que “ ayudar al otro es lo más importante”.

Otra de las organizadoras Malu Zelay habló sobre lo que el Ferifestival Cooperativo busca aportar a la exESMA: “Es hermoso poder estar de alguna manera militando el lugar, como apropiándonos, pero apropiándonos bien, de un lugar donde hubo mucho dolor y transformarlo en alegría, festejo, y en fuente de trabajo” y agregó que busca que los visitantes puedan “venir a sentarse, tomando mate, y que podamos hacer de este lugar algo mejor”.

Carlos “Charly” Pisoni, miembro de la organización H.I.J.O.S., comparte esta perspectiva: “Nosotros hace rato que venimos generando actividades en el predio de la ex-ESMA con el objetivo de refuncionalizar el espacio, y entendemos que una de las formas de hacerlo es a través de generar acciones y eventos que tengan que ver con la alegría, con el festejo”,  expresó y agregó: “Entendemos que una de las formas de reivindicar la lucha de nuestros viejos es generar espacios que puedan promover la economía popular y el derecho al trabajo” y que “la idea no es que esta sea una feria vacía, sino que esté llena de contenidos políticos y que podamos generar acciones que tengan que ver con charlas, con eventos en torno a la agenda actual de Derechos Humanos”.

Respecto a cómo encontraron a Productores Feria Nuestra, Charly contó: “Nosotros tenemos un convenio con el INAES por nuestro proyecto educativo, para poder realizar cursos de formación cooperativa, y en ese marco es que llegamos a la Feria [Nuestra], que también está enmarcada dentro de proyectos del INAES. Ahí llegamos a la idea de lograr que esta feria se instale una vez por mes y que todos sepan que el primer sábado de cada mes pueden ir a la exESMA, pueden ir a una charla, y hacerlo todo de una manera libre y gratuita”.

De cara a la segunda edición del festival, la organizadora Malu Zelaya contó: “Nos preparamos con más fuerza para el segundo festival, ya que son muchos los productores, son muchos los grupos de la economía popular que participan”. Y contó que va a haber espectáculos de circo y bandas musicales. Sobre las expectativas para esta edición del Ferifestival, Zelaya expresó: “Estamos poniendo más el cuerpo, difundiendo, compartiendo por todos lados para que la gente pueda venir”, ya que esta vez no contarán con la presencia del Encuentro Federal de Derechos Humanos- “Hay mucha gente que nunca entró a la ESMA por lo vivido en la dictadura, entonces lo que necesitamos es eso, que sea un espacio para venir y compartir con otros”, señaló.

La economía popular sale a la calle

La economía popular sale a la calle

El Parque Finky, en Lomas de Zamora, fue sede de la segunda edición de la Expo Feria de la Economía Popular y de Ambiente. Impulsada en conjunto entre el municipio y la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano, se ofrecieron productos artesanales y agroecológicos sin intermediarios.

Una vez cruzada la vía de tren, dejan de escucharse las bocinas de los autos. En uno de los ingresos al Parque Finky, ubicado en el municipio de Lomas de Zamora, se ve el inicio de una bicisenda. En paralelo, corre un camino peatonal pavimentado, una suerte de guía para saber cómo ubicarse en el predio y llegar a su corazón. Allí se multiplican los árboles y hay juegos y áreas verdes hoy interrumpidas por los puestos. Del lado izquierdo hay carpas de techos azules para distintos emprendimientos manufactureros; del lado derecho carpas blancas para la oferta agricultora. La bandera argentina está retratada también en la tierra.

El pasado domingo 8 de octubre se realizó la segunda Expo Feria de la Economía Popular y de Ambiente. Durante más de seis horas doscientos puestos de cooperativas, empresas recuperadas y organizaciones rurales de toda la provincia ofrecieron productos directo al público, sin intermediarios. Su primera edición en mayo de este año se había organizado en Plaza de Mayo, impulsada por instituciones nacionales, y tuvo una concurrencia masiva.

Según Juan Pablo Della Villa, coordinador general de la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano (ECAS), era necesario “mostrar en el epicentro de la política un desarrollo nacional de lo que es la economía popular y lo que el cooperativismo hace”. En esta ocasión, decidieron “llevar al conurbano una propuesta de acceso a los alimentos locales, de la Provincia de Buenos Aires”. Además, se le sumaron propuestas culturales: desde artistas en vivo como Bruno Arias hasta talleres sobre árboles nativos y forestaciones colectivas.

Avanzando a paso lento entre los puestos llega el olor a asado. Desde el escenario ubicado en el pequeño anfiteatro pasan canciones de distintos géneros, todas de artistas nacionales: si pasó una de rock, después le seguirá una de folclore.

En la cancha de fútbol, cuyo único límite claro es el comienzo del pasto, hay pibes y pibas jugando a la pelota. De vez en cuando se les escapa y algún feriante o caminante se las devuelve. No faltan pájaros que revolotean y perros ladrando. Es un escenario muy distinto al de Plaza de Mayo.

Entre las diferentes federaciones, cooperativas y organizaciones institucionales, se encontraban, además del ECAS, los Artesanos de Turdera, el Frente Agrario Evita y la Cátedra Libre de Agricultura Familiar y Soberanía Alimentaria UNLZ (CLAFySA). Todos se nuclean bajo un mismo lema: “Tierra, trabajo y soberanía”. Según Sol, ingeniera agrónoma del CLAFySA, el lema compone un todo: “Sin trabajar la tierra no hay producción de alimentos y tener alimentos sanos al alcance de la gente con precios justos y sin intermediarios hace a la soberanía alimentaria”. Valentina, estudiante de la misma carrera, escucha atenta y asiente frente a las palabras de su compañera. Si ambas están en ese espacio es porque consideran que existe una manera distinta de trabajar la tierra, de producir alimentos sanos y de repensar la relación con el medio ambiente. Ellas creen que ya no hay espacio para la producción de monocultivos exportables que dañan los suelos fértiles.

Uno de los objetivos inmediatos de la feria es instalar en la discusión pública la necesidad de planificación estatal sobre la producción alimenticia. Ante algunas propuestas políticas de reducir la intervención estatal, Della Villa, representante también de la Federación por la Soberanía, de la que ECAS forma parte, considera que, al contrario, el Estado debe tener más protagonismo. Sostiene que es fundamental “reordenar la planificación de alimentos en nuestro país, para ver dónde necesitamos producir, qué y en qué estación”. Tierra y soberanía son, para Della Villa, sinónimos. Remarca que no puede continuar sucediendo que un producto alimenticio viaje miles de kilómetros desde donde fue producido hasta donde será consumido. Esa es la concentración productiva y económica con la que plantean romper desde la feria.

A varios metros del puesto que organiza la cátedra libre de la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ) está el Frente Agrario Evita, que ofrece cajones y cajones de frutillas junto a plantas de diverso tipo. En diagonal, un tercer puesto que rebosa de frutas y verduras. Alberto Aquino y Andrea Díaz reciben con una sonrisa en la mixtura de frutillas y flores. Cuentan que es una federación que lleva más de seis años funcionando, que surgió ante la necesidad de resolver problemas comunes entre familias productoras y que se propone siempre ofrecer un sector por cada puesto, con los productos de familias de distintas partes de la Provincia de Buenos Aires. Por todos lados, y más que nunca, se deja ver en la feria que la producción será colectiva o no será.

A mayor distancia, Analía cuenta a una visitante curiosa que los Artesanos de Turdera son una feria autogestiva que está dos veces por mes en la Plaza San Martín, en el corazón de Turdera y a unas cuadras del Parque Finky. Son entre ocho y diez carpas azules de distintas artesanías, desde cerámica hasta herrería, pasando por variedades de bijouterie. Después de comprar té en hebras no viene mal una taza de cerámica para tomarlo.

Damián Arias, síndico de la cooperativa ECAS, lleva uno de los colores de la agrupación en su pelo: el violeta. Cuando surgió ECAS tuvo que aprender sobre administración y marketing. La militancia motorizó a los 70 trabajadores y socios que formaron la nueva cooperativa. ECAS recibe productos del sur de la Provincia de Buenos Aires, de Misiones, de Río Negro y de distintas provincias del norte, entre otras. Por ello, Arias la define como “la comercializadora de las cooperativas y de los productores agroecológicos”. Pero también sabe que son más que eso: ayudan a productores que quieran transicionar a esos modelos agroecológicos; para eso recorren el país en busca de cooperativas que se sumen al proyecto y promueven y concientizan el acercamiento a la producción colectiva de alimentos.

Della Villa también es claro en ese sentido: “Hay que construir un sistema de producción de riqueza que vaya de la mano con un sistema ambiental”. Todas las cooperativas presentes en la feria, en mayor o menor medida, proponen “construir un programa que dé alimento, que dé divisas, que dé renta extraordinaria pero que vaya de la mano con un programa ambiental”. Probablemente a la espera de un panorama político más claro, de momento no hay nuevas ediciones programadas. Ya habrá tiempo de planear cómo seguir. Además, después del trabajo en esta feria, las rutinas de los productores apremian.

Del productor a tu mesa

Del productor a tu mesa

Nacida en 2010, la cooperativa Colectivo Solidario ofrece frutas y verduras agroecológicas y artículos de cosmética natural con la premisa de comercializar productos de productores directos y la intención de fomentar la economía social y participativa.

La cooperativa Colectivo Solidario propone una forma de comercialización y consumo alternativos, inscriptos en el marco de la Economía Social y Solidaria. Posee dos espacios de venta al público, ambos ubicados en la Ciudad de Buenos Aires: el Almacén Cooperativo Palermo (sobre el final del pasillo en el Mercado de Economía Solidaria Bondpland, Bonpland 1660) y el Almacén Cooperativo Colegiales (Céspedes 3081), donde ofrecen frutas y verduras agroecológicas, y además realizan envíos gratuitos en la ciudad.

“Somos una cooperativa de trabajo, es decir, somos trabajadores organizados que llevamos adelante el proyecto, sin un patrón. Se trata de una comercializadora solidaria: vendemos productos de productores directos”, comenta Pamela, parte de los siete socios que llevan adelante Colectivo Solidario. El proyecto reúne una variedad de productos (alimentos, cosmética natural, elementos de limpieza, entre otros) de más de 40 productores de distintas partes del país, los cuales siguen, a su vez, los lineamientos del tipo de economía por la cual pugna la comercializadora.

“La cooperativa nació en 2010, ideada por estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA –dice Pamela–. Empezaron a hablar, investigar, y se dieron cuenta de que la comercialización era una instancia que los productos de empresas recuperadas por trabajadores no tenían, no había dónde ubicarlos. Entonces, decidieron armar una cooperativa orientada al consumo, para poder organizar a los consumidores y concientizar a las personas sobre la importancia de consumir en el marco de la economía social, que todavía no era un término muy conocido. En principio era acotado lo que se vendía, de a poco se fue estructurando y organizando el proyecto, que se terminó de hacer efectivo después de la participación en una feria del Centro Cultural IMPA, el cual es un espacio recuperado emblemático de nuestro sector”.

Ignacio, otro de los socios fundadores de la cooperativa, agrega que el detonante que motivó su desarrollo fue la vinculación y relación entre tales estudiantes y los trabajadores de la fábrica de chocolates Arrufat, que se encontraba en pleno proceso de recuperación. “A partir de esa experiencia el grupo se organizó, intentando volcar el consumo de alimentos a les productores de la economía social y solidaria”.

Desde entonces la comercializadora ha ido creciendo, al punto que hace un año organizaron la primera Federación de Comercializadoras (cooperativas de trabajo) del país. Allí, las diez entidades participantes llevan una agenda en común y compran colectivamente toneladas de frutas y verduras. Lo que impulsó la creación de dicha Federación fue el espíritu de la cooperativa, el establecer vínculos solidarios y tejer redes con emprendimientos similares en pos de un mutuo aprendizaje y colaboración.

“Elegí la coope porque es un sistema de trabajo que encaja con mis ideales —destaca Ignacio sobre su participación en el proyecto–. Creo que desde este espacio se pueden construir grandes realidades, tanto del productor y el modelo productivo como la realidad del consumidor y el sistema de consumo. Además, se sostiene trabajo asociativo y justo para quienes distribuyen el alimento”.

Por otra parte, Pamela explica que Colectivo Solidario no comercializa productos de emprendimientos desarrollados por una única persona, ya que esto iría en contra de la economía social: “Intentamos que los proyectos participantes sean colectivos autogestionados, para poder fortalecer la mirada que tenemos con la cooperativa: no trabajar desde la individualidad”. Para cerciorarse del efectivo cumplimiento del espíritu social, los socios de la cooperativa se encargan de realizar una breve investigación de los emprendimientos acudiendo al lugar de producción cuando es posible, o a través de una ‘certificación colectiva’, es decir estableciendo contacto con las redes ya existentes del sector para recibir recomendaciones e información.

“Durante estos 11 años aprendimos mucho acerca de la realidad de los productores, en principio fue conocernos y luego transitar una relación cercana que nos permita comprender las problemáticas del sector y abordarlas de la mejor manera. Al cabo de tantos años sabemos con quién trabajamos y los nuevos proyectos están en etapa de conocimiento”, sumó Ignacio respecto a las cooperativas cuyos productos son comercializados por Colectivo Solidario.

Asimismo, aparte de la Federación y los dos almacenes, la comercializadora está presente en la Feria del Productor al Consumidor, iniciativa de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CaLiSA) de la Facultad de Agronomía de la UBA. “Para nosotros es un puesto de venta importante ya que va mucha gente. Se desarrolla en La Agronomía los segundos sábados y domingos de cada mes. La gente va y se tira con el mate, compra, tiene un patio de comidas a disposición, hay eventos culturales”, menciona Pamela, y destaca la tarea de gestión que conlleva ya que previamente acuden con la cooperativa a realizar tareas de limpieza y reparación del parque.

–¿Cómo se traduce el ‘consumo responsable’ en la práctica?

Ignacio: Es una manera diferente de percibir la alimentación, pensar que los alimentos no son mercancía y reflexionar sobre cómo viven y producen quienes están dentro de la economía social popular y solidaria. Qué mundo queremos al momento de elegir alimentos es un objetivo que perseguimos quienes comercializamos.

En este sentido, Pamela agrega que parte de su trabajo es informar a los consumidores. “Detrás de los productos están los productores y es lo que intentamos visibilizar: de dónde vienen las cosas, cómo se hacen. Tratamos que haya un vínculo entre productores y consumidores; prepandemia organizamos muchos encuentros con productores en el mercado. La miel que venden los supermercados muy barata no es, en realidad, miel pura, entra en cuestionamiento qué es lo que consumimos, qué calidad tienen los alimentos y productos. Ahora con la inflación nuestros precios son más competitivos; es difícil la rueda financiera de este tipo de proyectos porque no tenemos el lugar de acopio ni el dinero para comprar mucha mercadería, tener stock y bajar el precio”.

Asimismo, el Mercado de la Economía Solidaria Bondpland, donde se encuentra uno de los puntos de venta de Colectivo Solidario, tiene por sí mismo una historia ligada al tipo de emprendimientos que actualmente incorpora. Se trata de un lugar que fue recuperado por los vecinos de Palermo en el 2001; las asambleas barriales se reunían allí para hacer frente a un país en crisis. “Un señor que trabajaba con productores del sector, quien nos ayudó en el desarrollo de la cooperativa, comenzó a realizar proyectos con el Estado para armar el Mercado: los puestos, las estanterías y pisos. En ese proceso de recuperación fuimos ingresando las cooperativas”, comenta Pamela.

A su vez, explica, son las propias organizaciones del Mercado quienes lo gestionan a través de una asamblea mensual. “El diálogo con el Gobierno de la Ciudad fluctúa, a veces es bueno, otras no tanto. Pero siempre con ganas de conciliar las diferencias. Nos deben obras hace muchos años: no tenemos gas y se deben realizar obras de infraestructura en los techos; esto hizo que el propio Gobierno de la Ciudad, que no realizó las obras pertinentes, nos clausurara en un momento”.

–¿Cuáles son los objetivos de la cooperativa hacia el futuro?

Pamela: Queremos ampliar el rango horario del local de Colegiales, lo que también implicaría nuevos puestos de trabajo para otros compañeros. Cada vez que alguien se suma al proyecto es un desafío, porque la persona tiene que entender que no sólo viene a cumplir un horario sino que hay muchas cosas que pensar y hacer. También nos gustaría poner un galpón propio; sobre todo, encontrar alguna forma de financiamiento para poder stockearnos de mercadería y combatir la inflación. Además, queremos seguir generando encuentros con productores: a veces hacíamos visitas a los campos de donde vienen los ‘bolsones verdes’ y la gente podía acudir a la visita para conocer al productor. Estos lugares generan comunidad, sos parte de un proyecto. Lo lindo es que siempre hay nuevas cosas para hacer, nuevos desafíos, que van surgiendo en el año.

 

 

«Reemplazá las compras del super por estas»

«Reemplazá las compras del super por estas»

Productores y consumidores de la agricultura familiar se reunieron en un festival para consolidar redes, dar a conocer otro modo de elaboración, distribución y comercialización alimentaria y construir “Mas comunidad”.  

Productores y consumidores de la agricultura familiar se encontraron este fin de semana para dar a conocer sus productos, conversar sobre otro modo de producir, distribuir y consumir alimentos y, ante todo, para fortalecer al colectivo de Red de Alimentos cooperativos a la que pertenecen. 

Entre las 15 y las 22, en un local de la calle Moreno 945, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, se llevó a cabo el primer Festival Más Comunidad organizado por la Red de Alimentos Cooperativos y la cooperativa de comunicación Huvaití, las organizaciones que gestionan ese espacio, donde el sábado todo fue fiesta. Hubo degustaciones, presentaciones de productos, radio abierta y hasta música en vivo, pero, también, un lugar para la reflexión sobre las problemáticas a las que se enfrentan las cooperativas.

Alimentos Cooperativos es una red nacional de cooperativas vinculadas a la cadena agroalimentaria. Su modo de producción es agroecológico, es decir, producen alimentos saludables y nutritivos minimizando la utilización de conservantes, saborizantes, y otros químicos de uso habitual en la industria alimenticia. “Alimentos Cooperativos surgió de un grupo de cooperativas que producen alimentos que hicieron un diagnóstico de por qué se les dificultaba tanto la comercialización. Se dieron cuenta de que el problema era que no se podía seguir peleando un lugar en el mercado tradicional. No se puede seguir disputando ingresar al supermercado porque las condiciones son un problema. Entonces, se dio la discusión de que necesitábamos nuestros propios esquemas comerciales”, recuerda Miguela Varela, organizadora del Festival, en diálogo con ANCCOM. Así fue como en 2014, la red comenzó a tomar forma hasta contar hoy con cooperativas de comercialización, consumo, comunicación, locales en distintos puntos del país y una tienda virtual. “Todo evolucionó al pensar la cadena de valor agroalimentaria como un todo, no solamente como el productor que necesita ubicar su producto. Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación hoy, un poco por los precios y un poco por la calidad también”, agregó.

«Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación, un poco por los precios y un poco por la calidad», señaló Miguela Varela, una de las organizadoras.

Durante la jornada, diferentes cooperativas tuvieron un lugar para dar a conocer sus productos. En el marco de la Semana de la Miel, la Federación de Cooperativas Apícolas (FECOAPI) se acercó desde San Pedro para realizar una degustación y presentación de sus productos y dialogaron con los consumidores sobre las propiedades de la miel, sus variedades y cómo se elabora. ANCCOM conversó con Jacobo Soria, representante de FECOAPI: “Como pequeños productores unidos podemos llegar a los estándares de las grandes empresas, seguir progresando, capacitándonos e ingresar a nuevos mercados. La cooperativa surgió por un problema de ventas, se vendía la miel a un precio que al productor no le convenía. Entonces, ahí surgió la idea de crear una cooperativa, trabajar en conjunto y vender nuestra miel a un precio que fuera rentable. Así, pudimos canalizar la miel en un mercado que no existía”, explicó.

Con respecto a quienes consumen sus productos, Soria observa una mayor concientización por parte de los clientes. “Nuestro consumidor suele buscar productos naturales, cooperativos. No es lo mismo que hace 10 años, hoy la gente está buscando lo natural, lo orgánico, lo autóctono”. 

Natalia de Majo Arbizo, referente de Oro del Inca, cooperativa de Bernal que se dedica a la elaboración de alimentos saludables como milanesas y hamburguesas vegetales, rebozador de mandioca y snacks de girasol, también estuvo presente en el evento. “Hay una concientización cada vez mayor, yo creo, de dos cosas: del origen del alimento, apostar políticamente a consumir un tipo de producto que sabemos de dónde viene: de la agricultura popular, familiar y también sobre de qué está hecho el producto”.

Natalia De Majo Arbiza, referente de la cooperativa Oro del Inca y Pasta Sur.

Por más que los productores notan un aumento en la preocupación por lo natural por parte de la sociedad y eso se ve en un consecuente aumento del consumo, no están exentos de la situación económica del país. “En este contexto, es difícil sostener un precio. Lo que nosotros siempre discutimos es que, que sea un precio justo no significa que sea un precio barato. Los supermercados, por ejemplo, pueden bajarte el precio e ir a pérdida para romper la competencia. El precio justo es el precio que realmente vale ese alimento por el trabajo que le puso el productor o productora. Además, en el medio hay un trabajo de comercialización y un costo de logística, de movilidad del producto. Ese después es el precio que le llega al consumidor. No hay factores especulativos en el medio, pero tampoco estamos al margen de las escaladas de precio”, explica Varela. “Los pequeños productores tienen costos muy altos, mucho más altos que los de una gran empresa por una cuestión de escala. Tratamos de hacer un equilibrio, siempre marcando los precios reales y justos”, agrega sobre el trabajo de la Red de Alimentos Cooperativos. Oro del Inca también se sostiene a pulmón, cuenta Natalia de Majo Arbizo. La organización sale adelante construyendo estrategias colectivas. “Una de ellas es fortalecernos en red y la participación en Alimentos Cooperativos es eso. Es juntarnos, fusionar las potencialidades y laburar las problemáticas de manera colectiva”, describe.

Alimentos Cooperativos tiene como objetivo fortalecer la economía de las distintas provincias, potenciando y priorizando el envío de recursos económicos hacia todos los rincones de la Argentina para mantener viva la diversa cultura alimentaria de nuestro país. Para Varela, ahora se trata de seguir creciendo: “Queremos abrir cada vez más espacios para que no sea un consumo esporádico, para que puedas reemplazar tu compra del súper por estas, y cerca de tu casa”.

Otra forma de producir, distribuir y consumir es posible

Otra forma de producir, distribuir y consumir es posible

La Red de Alimentos Cooperativos, conformada por productores, comercializadores y organizaciones de consumidores de todo el país, realizó el segundo encuentro nacional. La hora de la sustentabilidad y la institucionalización.

ebat La Red de Alimentos Cooperativos, integrada por más de cien organizaciones, realizó su segundo encuentro nacional, con una masiva concurrencia de productores y comercializadores de todo el país, del 16 al 18 de marzo en el Centro Cultural Pepa Noia de la Ciudad de Buenos Aires.

 Participaron productores y cooperativas de distintas regiones del país, y al cierre fueron invitados funcionarios vinculados al sector de la producción, comercialización y financiamiento de la agricultura familiar y la economía popular y solidaria. “Este Encuentro implicó poder vernos luego de dos años de reuniones virtuales, y retomar nuestro trabajo cotidiano, que tiene que ver con la producción, la comercialización, la logística y la comunicación”, señaló Miguela Varela, organizadora del Encuentro de Alimentos Cooperativos.

 Gabriela Olea, integrante de Cootravi, Cooperativa de Trabajadores y Contratistas de Viñas, de Mendoza, se emocionó al mencionar que: “Si bien nos reunimos de forma virtual estos dos años, fue bueno tener estos días de encuentro para vernos personalmente y conocer en profundidad la historia de cada uno de los compañeros cooperativistas que vinieron de todo el país”. 

 En forma conjunta evaluaron y pusieron en común la situación de cada cooperativa en el contexto actual, con un aumento constante de precios de los insumos y distintas dificultades provocadas por dos años de pandemia: “Se trata de un espacio de reflexión colectiva donde tratamos de descifrar los desafíos que vienen y de resolver las problemáticas que nos afectan a las cooperativas todos los días”, agregó Varela.

 Un centenar de cooperativas integran la Red de Alimentos y muchas de ellas pudieron participar de los tres días de encuentro. Estas sociedades realizan tareas de producción, distribución, comercialización, provisión de insumos o comunicación, y se piensan como una cadena de valor alimentaria, ya que no sólo producen alimentos, sino que realizan todas las tareas involucradas en el proceso. 

 “Una de las ideas centrales y el principal desafío que nos planteamos en el encuentro es lograr concentrar todos los actores de una cadena o de una porción de la cadena de los alimentos para poder empezar a actuar con una lógica y valores propios, y así dejar de responder a lo que nos imponen los mercados dominados por los poderes concentrados”, explicó Javier Rodríguez, integrante de la cooperativa Cauqueva de Jujuy, y uno de los participantes más enérgicos de la jornada.

 A lo largo del encuentro se trataron tres ejes, que fueron abordados mediante juegos, talleres, charlas y debates. Por un lado, se buscó definir una identidad de la Red para lograr destacarse. El segundo eje a tratar fue la estructuración de un esquema de funcionamiento que logre optimizar la articulación de las partes involucradas. Por último, se definió la sustentabilidad económica de la Red, un punto crucial para su actividad. 

 La mayoría de las cooperativas de la Red tiene puntos de venta de sus productos en diferentes provincias, gracias a la logística que lograron armar en todos sus años de funcionamiento. “Con Cauqueva estamos desde el 2014 en la Red. Nos dió escala y volumen para poder relacionarnos mejor con los mercados, el Estado y con cualquier actor de la sociedad. Nos fortaleció y nos permitió mostrar otra capacidad. Además, al tener locales y puntos de venta propios, nos abre el juego a distintas formas de organización y al desarrollo de una identidad”, afirmó Javier. 

 Durante los dos años de pandemia, las ventas de la gran mayoría de las cooperativas cayeron, y todavía no lograron reponerse a volúmenes previos. Sin embargo, a partir de este año notan que las ventas comienzan a repuntar.

 Desde el primer Encuentro Nacional de Alimentos Cooperativos, en marzo de 2019, es notorio el crecimiento que lograron conseguir al asociarse como red. “Cuando tuvimos el primer encuentro, se habían logrado abrir 10 locales de alimentos cooperativos. En este segundo encuentro, se notificó la apertura de 33 locales en todo el país, de los cuales uno, en el 2021, fue abierto en Mendoza”, indicó Gabriela Olea. 

 Para rescatar el valor de este Encuentro Nacional, Javier Rodríguez agregó: “Estas reuniones te permiten ver el crecimiento en red y tomar conciencia de que, si estamos creciendo, es porque estamos planteando algunas cuestiones de forma acertada. 

Por otro lado, un encuentro después de tanto tiempo de encierro es muy motivador para todos y tiene mucha más potencia que cuando lo hacíamos por Zoom. El cara a cara provoca sentires que se manifiestan de otra manera, y que, si no, no se vivencian”.

 En la última jornada, el día viernes, se discutieron y plasmaron, frente a funcionarias y funcionarios del Gobierno nacional y de la Provincia de Buenos Aires, una serie de conclusiones e intenciones de cara al futuro. Asistieron, Alberto Gandulfo, por la Comisión Nacional de Microcrédito (CONAMI); Eva Verde, coordinadora Nacional de Mercados de Cercanía del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y Sergio Cipolla, por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), entre otros. Los productores resaltaron la necesidad de concretar los microcréditos solicitados a los organismos. “Este proyecto, destinado al financiamiento de productores de la Red, lleva meses sin respuesta en la Comisión Nacional de Microcréditos. Se trata de fondos imprescindibles para sostener las actividades productivas”, afirmaron desde la Red.

 Los productores debatieron conformarse institucionalmente como Federación, y dar comienzo a un camino más amplio para que la red crezca y se transforme en una oportunidad para muchas más cooperativas y productores. Además, plantearon la necesidad de autosustentarse y comenzaron a planificar diversas medidas con ese objetivo. 

 Actualmente en la Ciudad de Buenos Aires, la Red cuenta con 4 almacenes en diversos barrios: Monserrat: Moreno 945; Devoto: Habana 3277; Villa Urquiza: Pampa 4801; y Palermo: Bonpland 1660. También realizan envíos a domicilio a todo el país a través de su página web.