Los rebusques de los clubes de barrio

Los rebusques de los clubes de barrio

Golpeados por la crisis y el ajustazo, los clubes de barrio buscan estrategias de supervivencia. Desde bodegones, hasta el alquiler de salones para fiestas, bautismos, incluso para actividades escolares. El objetivo es sobrevivir y mantener su esencia barrial.

Club Devoto Oeste. 

En una esquina de Palermo hay un club que hace la mejor milanesa de Buenos Aires. Sobre Uriarte y Honduras, el bodegón del Club Eros es una rareza de platos abundantes, tradicionales y baratos en un barrio repleto de turistas y opciones gourmet. Un espacio con 20 mesas sin manteles recibe a familias enteras, y los chicos hambrientos después de jugar al fútbol en la canchita del club se tiran sobre las paneras y la Coca Cola fría. Porque Eros antes que un bodegón es un club social y deportivo, que tiene canchas de fútbol, vóley y clases de tango. Y que, como muchos clubes de barrio en la actualidad, tuvo que ingeniárselas y encontrar la manera de mantenerse en pie. Sobre todo, cuando los aportes de los socios y la ayuda estatal no alcanzan.

Para el Club Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield (GEVS) en Floresta la situación es similar. El buffet devenido en bodegón representa cerca del 50% de los ingresos y es su principal fuente de recaudación. Desde que fue concesionado en 2016, se modernizó y duplicó la capacidad del salón principal. Sus platos abundantes, el bullicio de los comensales, los chicos del delivery que no dejan de entrar y salir, los mozos que van y vienen en un sin fin de idas y vueltas caracterizan a esta ya reconocida cantina.

Cuando los bolsillos de los vecinos están flacos por la inflación y los bajos sueldos, lo que se destina a esparcimiento y deportes disminuye. Los clubes de barrio tienen esto muy en cuenta y desarrollan estrategias para seguir brindando sus servicios, sin tener que excederse en el precio de las cuotas, lo que dejaría a muchos socios puertas afuera. Además del recurso de los bodegones, se suma el alquiler de los salones para cumpleaños, bautismos, aniversarios y bailes. También está el ingenio de hacer que estas estrategias se alimenten una a la otra para generar más rendimiento a futuro. A partir de la concesión del bodegón pudimos invertir en refaccionar el salón para poder alquilarlo y generar otra fuente de ingresos, de este modo multiplicamos la recaudación”, contó Fernando Penno, presidente de GEVS.

El club de Floresta, además, alquila sus espacios para que las escuelas realicen actividades de educación física. Penno comentó que “las escuelas utilizan los espacios cubiertos y las canchas. A cambio recibimos un dinero, que es muy escaso, pero lo más importante es hacer una obra social”.

La misma estrategia utiliza el Club Devoto Oeste, que también se preocupa por no dejar a nadie afuera. Nélida Adamenas, presidenta del club, explicó: Nosotros subsistimos por los socios y vecinos. Somos un espacio que fomenta la inclusión, si alguno no puede pagar la cuota lo entendemos porque conocemos el contexto. De todas formas, el dinero no alcanza para mejorar la infraestructura, tenemos lo que podemos y lo mantenemos con mucho esfuerzo”.

Por su parte Carlos Ortiz, vicepresidente del club, expresó: La cuota de socio, al ser una sociedad de fomento, sólo se destina al mantenimiento del establecimiento. Para continuar este proyecto, comenzamos hace algunos años a alquilar los salones que tenemos para celebraciones. Esto nos ayuda a seguir en pie». El club estima que los alquileres son casi el 40% de los ingresos, más que nada en verano cuando se dan más eventos.

Según Ortiz, también es fundamental una buena administración de los ingresos durante todo el año, ya que la temporada alta” de los clubes es en verano y en invierno se resiente la recaudación. Un balance bien regulado los ayuda a subsistir durante todo el año.

Una historia similar tiene el Club Varela Junior, que alquila su salón para fiestas y eventos, tanto diurnos como nocturnos. Según Viviana Sánchez, empleada administrativa, al ser un lugar pequeño no se pueden realizar grandes celebraciones, pero aun así logran alquilarlo: Incluso algunos profesores solicitan el salón para dar sus cursos, eso también nos sirve para financiar el club. Es fundamental para nosotros alquilar el salón para subsistir. Además, todos los años realizan un evento para recaudar fondos, que ayudan a mantener la infraestructura.

Para financiar el día a día también tenemos natación, tenis, cancha de fútbol y pádel que se cobra aparte de la cuota social, explicó Sánchez. En los últimos años, la institución renovó los vestuarios gracias al subsidio estatal que ofrecía el gobierno nacional para los clubes de barrio, hasta 2023. Según la trabajadora: Es un trámite muy burocrático. A veces te aceptan la solicitud y te dan la ayuda, en otras oportunidades eso no sucede. La verdad son más las veces que te dicen que no, que las que te dicen que sí”.

En el partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires, hay un club que encontró otra manera de financiarse: Unión Fútbol Club ofrece publicidad en sus uniformes y en su cuenta de Instagram. Se trata de algunos sponsorsbarriales, que ayudan a mantener las actividades en pie. Al respecto Analía Picelis, entrenadora del equipo femenino de fútbol, expresó: Las chicas son las que consiguen los anunciantes, conocen algún negocio cerca del club y nosotros les damos la posibilidad de promocionarse. Por esto nos pagan un poquito por mes. Almacenes, negocios de ropa, ferreterías y casas de materiales eléctricos, son algunos de los comercios locales que el club publicita en sus camisetas.

Los clubes son un espacio de inserción y aprendizaje. Muchos niños y jóvenes acuden para hacer deporte pero también para ser parte, no es solo jugar, el club es más que eso. Por eso debemos cuidarlos y ayudarlos para que no desaparezcan, afirmó Osvaldo Jara, periodista y escritor especializado en clubes de barrio.

El espíritu amateur sigue intacto

El espíritu amateur sigue intacto

Locro solidario en el Club Sahores.

A casi 5 meses de que se decretara el aislamiento social, preventivo y obligatorio, múltiples fueron los comercios e instituciones que debieron reinventarse para subsistir y no caer en el olvido. Los clubes, venerados tantas veces por ser el alma de los barrios, se vieron en la necesidad de “ponerse la camiseta” y “salir a darlo todo” en pos de hacerle frente a este duro golpe y permanecer intactos en los corazones de la comunidad.

Manuel Tascón, secretario general del club Imperio Juniors del barrio Villa Santa Rita es rotundo: “En general, estamos en una terapia intensiva sin respirador, al borde del cierre final del club.” Explica que este, al encontrarse más ligado a la educación que a la competencia deportiva, resolvió su cierre de actividades antes del decreto, en simultáneo con las escuelas, y que si bien se sigue sosteniendo a base de actividades virtuales, nunca llegan a ser comparables con las presenciales. El club mantiene una visión más social que económica, intentando acompañar a sus socios en estos duros momentos. Se mantiene una constante comunicación con ellos vía WhatsApp y redes sociales, en la que se promueve seguir abonando la cuota, aunque con resultados exiguos.

La mayoría de los clubes ya vivieron varias crisis. El club Argentinos de Del Viso venía de estar vapuleado por una economía que le dio la espalda durante el gobierno de Cambiemos. Gustavo Gioseffi, referente y ex presidente del club explica que al día de hoy “la masa de cuotas representa tan solo un 15% de la economía mensual del club. No depende ni queremos que dependa exclusivamente de eso. Nuestro proyecto de club se basa en cómo tener infraestructura y servicios de calidad, sin que termine excluyendo a las mismas personas para quienes fue hecho: chicas y chicos del barrio”. La institución busca terminar con la segregación social proveyendo de un espacio a disposición de cada uno de sus miembros que los haga sentirse dignos. Para poder palear los aumentos de servicios públicos y otros gastos necesitaron apoyo gubernamental y municipal como así también de empresas y cooperativas de la zona. En estos momentos, organizan ollas comunitarias con ayuda del municipio de Pilar.

Argentinos de Del Viso no percibe ningún tipo de subsidio. Sus actividades son gratuitas y funciona en base a voluntarios.

Para Rolando Solofrano, presidente del Club Sahores de Villa del Parque, la clave es la identidad que se forja alrededor del club y su comunidad. Según sus dichos, los clubes de barrio ofrecen un servicio de compromiso social. Entiende también que esa función, durante la pandemia, pueda no ser tomada como prioridad para quienes han visto disminuirse sus ingresos. Según cuenta, la entidad está recaudando en estas fechas apenas un 20% de lo que recibe en un período normal. Enfatiza en que Sahores puede mantenerse en pie gracias a los pocos socios que al verse identificados con la situación del club eligen seguir abonando la cuota. En el barrio es insignia del grupo de vecinos y locales de la zona, junto a los cuales realizan distintas actividades a favor de quienes realmente la están pasando mal; como bolsones de comida que son destinados a algunas familias y profesores del grupo; y comidas que venden entre la comunidad.

Solofrano resume el compromiso entre el club y su comunidad al afirmar que “tenemos una identificación directa con el barrio. Somos un club en una zona donde hay justamente muchísimos clubes. Sin embargo, nosotros tenemos (y esperamos que esto se mantenga cuando podamos volver a abrir) muchísima cantidad de socios, y una identificación total con ellos. Somos un conjunto, vamos todos para el mismo lado. La verdad que también hay un compromiso de los empleados, se hace difícil recaudar como antes, pagamos cuando llegamos; y aún así y todo nos aguantan y reconocen el esfuerzo.”

El Ercilla, del barrio porteño de Liniers, también sobrevive a partir de actividades culturales en formato virtual, como sesiones de lectura compartida promovida por los propios vecinos. Natalia Márquez, secretaria de la Comisión Directiva,  cuenta que luego de estar mucho tiempo cerrado, en 2010 pudo reabrir sus puertas y recuperar a sus socios, y destaca que hoy se mantiene a partir del apego emocional de los vecinos.

El Club Ercilla organiza actividades virtuales, como clases y torneos de ajedrez.

Es tal el afecto de la comunidad hacia el club que los profesores que dictan actividades allí no lo hacen persiguiendo un fin económico. Ellos encontraron la plataforma de Mercado Pago como una variante para que quienes pudieran continuaran colaborando, aunque los resultados son escasos. Cabe destacar que en el propio buffet había sido concesionado a una cooperativa gastronómica que genera también ingresos para que el club pueda terminar obras de infraestructura pendientes. En palabras del equipo directivo: “Acá hay un compromiso barrial, militante con el club, social. Ahí donde vemos una posibilidad de trabajo y quien la quiera tomar, que se organice y la tome, pero siempre en un sentido solidario y para hacer crecer el club y no para enriquecimiento individual.”

 

A pesar de haber superado distintas crisis, hoy los clubes ven con suma preocupación la imposibilidad de llegar a cubrir los sueldos tanto de empleados administrativos como profesores. No obstante, el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), mediante el cual el Estado se hace cargo del 50 por ciento de los haberes, actúa como un bálsamo.

El Club Atlético Platense, que tiene sus sedes en Vicente López y en Saavedra, lucha para que la deserción de sus socios en esta etapa sea inferior al 10 por ciento. No tienen ilusiones de regresar a la normalidad en el corto plazo.  A partir de abril se vieron imposibilitados de pagarles a los profesores de las distintas disciplinas y por esta razón los socios decidieron abonarles ellos mismos a partir de un aporte grupal. Si bien Platense no percibió ningún subsidio, fue beneficiado con un crédito destinado a los clubes de barrio que les aprobó el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, con el cual planean mejorar las condiciones edilicias de sus sedes.

Club Argentinos de Del Viso

Los directivos Platense ponen su foco en los chicos menores a 17 años que mantienen lazos con la institución de distintas maneras, entre ellas vía Zoom. Para Carlos Fernández, miembro de la Subcomisión de Handball, se percibe un gran abatimiento sobre todo en los más jóvenes, por esta razón entiende que como institución se deben ocupar de ellos desde varios aspectos: “Tenés que trabajar la parte física, pero también la mental y recreativa de los chicos, para que les guste y estén contentos y quieran ingresar. Hay mucho cansancio”.  El club también  organizó el grupo “Platense Ayuda”, en donde socios y jugadores voluntarios juntan alimentos no perecederos, ropa, verduras y carne entre otras cosas para quienes los necesiten.

En el caso del club Ercilla, es sólo un docente el que percibe una suma de medio salario mínimo, vital y móvil a partir del Plan Potenciar Trabajo (exclusivo para personal de la economía popular que no se encuentre registrado) y, de forma voluntaria, lo destina exclusivamente para la institución.

Para el Club Sahores, el ATP ha sido una ayuda importante. Su presidente  explica que “cayó tanto la recaudación que si nosotros nos quedásemos quietos, no cobra nadie”. Tiene un profundo sentimiento optimista a partir de ver cómo los profesores se desenvuelven a través de dar clases vía Zoom y cómo los chicos se conectan y el club sigue estando presente sus vidas.

No es la situación que vivió Imperio Juniors durante los primeros meses de cuarentena, al no haberse reglamentado aún  la Ley para Apoyo y Fomento de Clubes de Barrio, y no recibir ATP pese a haber presentado la documentación correspondiente. En palabras de uno de sus directivos: “Estábamos en un limbo. Siento que se olvidaron de nosotros, que no existimos como club”.  Finalmente pudieron acceder a la asistencia nacional, aunque para esa altura ya estaban atrasados con los sueldos. Si bien el ATP llegó no fue suficiente, por lo que debieron completar el faltante de la deuda con dinero que recaudaron –y que aún recaudan- a partir de la solidaridad de los socios. La institución mantiene el espíritu de barrio, en sus puertas no hay un molinete que impida la entrada a quien lo desee o necesite,  y aún no haciendo promociones especiales, tiene una mora muy baja con escasos controles administrativos.

El club Argentinos de Del Viso no percibe en la actualidad ningún tipo de subsidio al tener una estructura pequeña a base de voluntarios. La gran cantidad de actividades que ofrece son gratuitas. Los profesores perciben un sueldo pequeño a partir de aquellas actividades por las que se cobra una cuota.

En cuanto a los servicios públicos, en todos los clubes pasaron a segundo plano, acumulando en este tiempo deudas o planes de pagos con altos intereses, que no tiene miras a ser resuelto hasta que se retome la actividad.

Por otro lado, en cuanto a los protocolos para reabrir, en general se condicen con lo recomendado por los ministerios de Salud y de Deporte. La mayoría de los clubes ya tiene ideado determinados controles básicos; como el uso del tapabocas, el alcohol en gel, la toma de la temperatura y la distancia social.

El sentimiento general de los directivos entrevistados es levemente optimista, a pesar del abandono que sienten por parte de los distintos entes reguladores. Cada uno de los consultados enfatizó la necesidad de no bajar los brazos ante este caos por y para su gente: de poder seguir ofreciéndoles a sus socios el refugio que buscan y se merecen.