La historia de un científico comprometido

La historia de un científico comprometido

Se estrenó “Varsavsky, el científico rebelde”, segundo documental de Rodolfo Petriz. El matemático encuentra en esta obra un reconocimiento al esfuerzo que realizó por vincular la investigación académica con la sociedad. Su estilo, sus ideas y sus luchas se cuentan con una gran investigación de archivo.

«Para Varsavsky, “ya existía la palabra ‘cientificismo’: la gente hacía una tesis para graduarse y una vez que se recibían ya no le interesaba ni a ellos ni a nadie», explica Petriz, el director del documental.

“Las ideas que escribió hace 50 años son útiles y tienen vigencia en la actualidad argentina y latinoamericana“, afirma acerca de Oscar Varsavsky, Rodolfo Petriz, director de largometrajes y docente graduado en la Facultad de Filosofía de la UBA. “Escribía con la patencia que menciona el escritor Roberto Arlt, ‘como un cross en la mandíbula ‘”. Varsavsky, el Científico Rebelde, su último documental, se estrenó el jueves 15 de junio en el cine Gaumont y se presentará en Buenos Aires hasta el 21.

La función de estreno en el Cine Gaumont se llenó de público. El director presentó el documental junto a su pequeña hija Ema y agradeció a los principales colaboradores. Entonces las luces se apagan y llegan 78 minutos de silencio y atención en la sala para escuchar cada detalle de la vida de uno de los grandes científicos argentinos.

Entre las múltiples facetas del protagonista del documental, Petriz, quien realizó el Taller de Periodismo Científico en el Instituto Leloir, destaca su estilo como escritor: “Tenía una forma particular de plasmar sus ideas en los libros y no andaba con medias tintas, sino que era muy vehemente, hablaba directamente y con claridad”.

¿Quién fue Varsavsky?

Oscar Varsavsky nació en Buenos Aires el 18 de enero de 1920 y murió a los 56 años el 17 de diciembre de 1976. Fue uno de los miembros más destacados de la gestión de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en la llamada «Época de Oro» y protagonista central de los debates científicos de los años sesenta y setenta, en los que realizó una crítica revolucionaria de la ciencia latinoamericana. Viajó a Brasil, Perú, Venezuela y otros países de América Latina compartiendo sus ideas y conocimientos con sus pares. Se lo leía entre los textos de otros intelectuales como Jorge Sábato, Manuel Sadosky y Rolando García. Sobresalía por la originalidad y radicalidad de sus planteos, acordes al momento histórico-político.

El documental refleja “sus ideas, las bases sobre las cuales edificar una ciencia comprometida que solucione necesidades prioritarias de la población y esté al servicio del desarrollo nacional soberano y autónomo”, explica el director del documental. Para Varsavsky, “ya existía la palabra ‘cientificismo’: la gente hacía una tesis para graduarse y una vez que se recibían ya no le interesaba ni a ellos ni a nadie”, explica en el documental Marcelino Cerejeido, autor del libro La nuca de Houssay. “Para él –agrega-, Argentina tenía que crear un equipo científico para hiper-conocer el país y resolver sus propios problemas”. Una ciencia funcional acorde a las problemáticas sociales, pensando en un futuro mejor como país.

 

Petriz explica a ANCCOM por qué decidió realizar este un documental: “Al leer a Varsavsky sus ideas y propuestas conmueven e invitan a ser parte. En una medida hace sentir que algo pasó por tu cabeza y te golpeó metafóricamente, de una manera muy fuerte, y te lleva a la acción o la reflexión como mínimo”.

“Me parece muy interesante –asegura el director- que se escuche un poco del pensamiento de Varsavsky y tomar de aquellas ideas que fueron muy fecundas, como el dinero que se destina a la ciencia, cómo se realiza, en  función de qué, para  qué se destina. Para Varsavsky tenían igual importancia las Ciencias Exactas y las Ciencias Sociales. Creía que se debían formar equipos interdisciplinarios”, plantea. 

“Si se piensa en términos políticos Varsavsky era una persona que pertenecía a un ideario de izquierda. Y sostenía que la ideología no es ajena a la ciencia. La ciencia está atravesada por la política y la ideología”, explica Petriz. Si bien el científico rebelde se oponía al consumismo, “tampoco estaba de acuerdo ni veía con buenos ojos el comunismo que funcionaba en la Unión Soviética. En su formación académica Varsavsky leía de todo”, aclara.

La puesta en escena

Testimonios, entrevistas, momentos de manifestaciones turbulentas durante la dictadura militar, imágenes en blanco y negro, viajes a Brasil, Córdoba, cassettes de charlas y conferencias, recomposición de la imágen de Oscar Varsavsky, (evitaba todo lo posible ser fotografiado) dan vida al documental. “Yo digo que murió de tristeza, más allá de la enfermedad. Ya estaba enfermo, pero… él era un luchador, no era sólo un científico que se dedicó a realizar modelos matemáticos y nada más”, afirma una de sus colegas en el documental.

El financiamiento del documental provino del  programa de “Financiamiento de Documentales” del INCAA y del programa de “Apoyo a la Cultura” de la CIudad de Buenos Aires Mecenazgo.

 

Próximas Funciones

Varsavsky. El científico Rebelde, segundo documental de Rodolfo Petriz, tuvo su preestreno en el 37º Festival de Cine Ibero Latinoamericano de Trieste (2022), en el XXXI Festival de Cine e Imagen Científicas de Madrid (2022) y en el Festival Internacional de Cine Político (FICIP 2023). También se present en las universidades de La Plata, Río Negro, San Juan y UBA-Ciencias Exactas. Se presentará en Tucumán, en el Espacio INCAA Hynes O ́Connor el jueves 15, viernes 16 y sábado 17 de junio a las 20 hs. En  Zapala, Neuquén, en el Espacio INCAA Cine Municipal Jueves 15 de Junio 21:30 hs. En Caleta Olivia, Santa Cruz Espacio INCAA,  sala José Fernández viernes 16 de junio 20 hs.

Cine sí, pochoclos no

Cine sí, pochoclos no

Un conjunto de salas porteñas resisten la homogenización que proponen las grandes cadenas de exhibición cinematográficas. Los casos de la Lugones, el Malba, el Gaumont y el Cosmos y la eterna vida de los cineclubes.

 

 

A pesar de la presión ejercida por las cadenas de cine, quienes condensan una cartelera colmada de películas pochocleras que llegan incluso a durar meses en la grilla (los últimos informes destacan un repunte de los llamados tanques) la Ciudad de Buenos Aires ofrece una vasta cantidad de opciones para hacerles frente. Desde salas de exhibición hasta el cineclubismo, conforman carteleras que le dan un mayor lugar a los clásicos y a las películas independientes, tanto nacionales como internacionales, como así también a la producción de documentales argentinos y extranjeros, muchos de los cuales han sido difundidos por esta agencia.

Salas eran las de antes (y las de ahora)

 Para llegar a la sala Leopoldo Lugones hay que esperar pacientemente que el ascensor del Teatro San Martín -Avenida Corrientes al 1500- y tocar el décimo piso. Una vez allí, solo quedará atravesar el foyer que conecta, por fin, con la pantalla: una amplia sala con superficie alfombrada y butacas centradas que funciona desde 1967 con el apoyo de la Fundación Cinemateca Argentina -entidad dedicada a la conservación del patrimonio fílmico-. Se caracteriza por la proyección de películas de cine independiente internacional (y a veces nacional), así como también de clásicos que no tienen lugar en las carteleras mainstream.

Diego Brodersen, Director de Programación de la sala, en diálogo con ANCCOM dijo seguir “la tradición de más de cincuenta años asociados a la Fundación de Cinemateca Argentina, así como también la del director anterior de la Lugones, Luciano Monteagudo”. Con el objetivo de “mantener vivo el cine” organiza ciclos de revisionismo y producciones independientes que no serían programadas por ninguna de las grandes cadenas. “Cambió el hábito de ir al cine, la gente opta por ir cuando hay una película-evento y esto afecta a las películas medias. Todos los estrenos están doblados, se usa mucho el celular, y cada vez hay más ruido de alimento”, explicó Brodersen. La Lugones, como se la conoce en el ambiente cinéfilo, suele tomar aquellas películas que plataformas como Mubi o Paramount no logran acordar para proyectar en los cines, tal es el caso de La Decisión de Partir (Park Chan-wook, 2022), que no iba a ser estrenada en Argentina, y sin embargo tendrá ocho funciones allí, del 7 al 21 de junio.

A cinco cuadras de la Lugones, en Rivadavia 1635, se encuentra el Cine Gaumont, que funciona de lunes a domingos de 12 a 24. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales -INCAA- lo alquiló a sus propietarios en el año 2003 con el fin de transformarlo en la casa matriz de los Espacios INCAA. Se enmarca dentro de la Ley 17.741 que busca, a través de la apertura de salas en diversas localidades del país, recuperar la tradición de los argentinos de vivir el cine como hecho cultural y social, como arte y entretenimiento. El edificio de estilo racionalista cuenta allí con tres salas que llevan nombres de  significativos directores del cine argentino: Leonardo Favio (Sala 1), Maria Luisa Bemberg (Sala 2) y Fernando Birri (Sala 3). En éstas, se lleva a cabo la proyección de producciones cinematográficas argentinas -largometrajes y cortometrajes- tanto contemporáneas como emblemáticas. Por ejemplo, durante todo mayo, con motivo de la celebración del “Día del Cine Nacional” que se conmemora el 23 de ese mes, se proyectó una selección de películas emblemáticas para la filmografía nacional como El silencio es un cuerpo que cae, Medianeras y El Polaquito, entre otras.

En Corrientes al 2046 está el Cine Cosmos, un histórica sala cinematográfica que se ganó su fama en la década de 1960 al proyectar películas alternativas de origen soviético. En 2010, fue comprado, reacondicionado y reabierto por la Universidad de Buenos Aires. Desde su reapertura, cuenta con una sala principal para 160 espectadores y una microsala para 30, en las cuales, de miércoles a domingos a partir de las 15, ofrece una programación que comprende estrenos y reposiciones de películas nacionales y extranjeras, tanto de ficción como documental. Cabe aclarar que tanto la sala Leopoldo Lugones como el Cine Gaumont y el Cine Cosmos suelen ser sedes del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, el BAFICI.

Por último, en el barrio de Palermo -Figueroa Alcorta 3415-, se encuentra el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires -MALBA-, el cual cuenta con su propia sala de exhibición. De jueves a domingos, Malba Cine proyecta films nacionales e internacionales, clásicos y contemporáneos, amalgamados en ciclos usualmente mensuales. Además, suele ser el albergue de cineclubes que utilizan el espacio para presentar películas bajo sus propios criterios cinematográficos.

El cineclubismo 

El objetivo del cineclubismo es mostrar en pantalla grande cintas que nunca serían proyectadas frente a la homogeneidad de las cadenas cinematográficas, hacer accesibles películas que quedan fuera del circuito comercial. Es una forma en la cual el público puede jugar un rol más activo y apropiarse de las obras cinematográficas para mejorar su lenguaje audiovisual. 

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene una gran actividad cineclubista, y su guarida son las salas mencionadas. El Cine Club Núcleo, fundado en 1952, lleva a cabo sus funciones todos los martes a las 18 y 20.30, y el segundo y cuarto domingo de cada mes a las 11,  en el Cine Gaumont. Se caracteriza por ser un espacio para descubrir películas que no se habían estrenado en Argentina –fue una de las primeras entidades cinematográficas rioplatenses en difundir la filmografía de Ingmar Bergman– o que no son de fácil acceso al público. Los requisitos excluyentes para asociarse son “tener más de 16 años y gustar mucho del cine”, así como hacer el trámite desde una hora antes de la exhibición. Otro ejemplo es el Cine Club Nocturna, creado en 1994 por Christian Aguirre, el cual los viernes cada quince días -a excepción de eventos especiales-, por el Malba Cine  proyecta en 35mm clásicos del terror y la ciencia ficción en funciones dobles a las 22:30 y 00:30hs a precios populares.

Luz, cámara, periodismo

Luz, cámara, periodismo

De personaje de los bajos fondos a héroe de guerra, de mercenario sensacionalista a guardián de la democracia, el cine ha representado de diversas formas al cuarto poder. Dos periodistas argentinos analizaron más de 3.000 películas, seleccionaron las mejores y las reseñaron en un sitio web.

El portal Periodistas en el cine reúne más de 3.000 películas que ofrecen representaciones sobre el periodismo y los medios. Incluye filmes de más de cien países, desde la era del cine mudo hasta hoy, y dispone de un buscador que permite filtrar por género, director, actores, temática o nacionalidad, “un excelente recurso para estudiantes”, según sus desarrolladores. Además, presenta un ranking de las 150 obras cinematográficas más destacadas sobre el cuarto poder, encabezado por los clásicos El ciudadano Kane (1941), de Orson Welles, Todos los hombres del presidente (1976), de Alan Pakula, y Lo que sucedió aquella noche (1934), de Frank Capra. En el marco del Día del Periodista, ANCCOM dialogó con los creadores de este original sitio, Manuel Barrientos y Federico Poore, ambos licenciados en Ciencias de la Comunicación de la UBA.

Barrientos, quien afirma haber nacido periodista, se desempeña como docente de Investigación Periodística en TEA y en la Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales (UCES). Muchos años antes de escribir para Página/12, Ámbito Financiero o la revista Debate, trabajó cortando cables en el diario local de su ciudad natal, Chacabuco, mientras sus compañeros del secundario se iban de vacaciones. Es autor de los libros 2001. Relatos de la crisis que cambió la Argentina y Quién construye qué agenda.

El sueño de Poore, magíster en Economia Urbana por la Universidad Torcuato Di Tella, era ser editor de la sección de política en Página/12. Cuenta que en la entrevista que le hicieron para una pasantía en ese diario, le advirtió a su jefe que lo reemplazaría en el cargo. No se equivocó. Luego trabajó en las redacciones de Debate y Buenos Aires Herald y publicó artículos en Clarín, La Nación, Ámbito Financiero, Playboy y Noticias. En 2014, junto a otro colega, escribió El poder del juego. El gran negocio de la política Argentina.

¿Por qué el cine se interesó siempre por el periodismo?

Federico Poore: El periodismo comercial surge en paralelo con el cine. Son fenómenos simultáneos y se representan mutuamente. Desde 1895 hasta hoy, los periodistas aparecen en numerosas películas porque, gracias a su rol de detectives, colaboran de una manera sencilla y divertida poniendo al espectador en situación de observador.

Manuel Barrientos: Tanto el cine como el periodismo tratan de buscar y construir una verdad, aunque de distinto modo. El periodismo le sirve al cine como puerta de entrada para que el público conozca a ciertos personajes históricos. Las películas biográficas, en su mayoría, arrancan con un periodista. Muchos directores y guionistas de principios del siglo XX eran periodistas. En aquel momento, tenían más trabajo en las redacciones que en la industria del cine.

¿Qué tipo de periodista construyó el cine en cada etapa?

FP: En los inicios, el periodista era una figura de los bajos mundos: alcohólico, marginal, que frecuentaba policías y prostitutas. Con la implantación del Codigo Hays (una serie de reglas restrictivas para las producciones estadounidenses), Hollywood intenta “sanitizar” esa imagen y el periodista se domestica. A partir de la Segunda Guerra Mundial, se convierte en una figura heroica, y en los últimos años, con el ascenso de Trump, pasa a cumplir el papel de guardián de la democracia, tal cual se ve en películas como En primera plana (2015) o The Post. Los oscuros secretos del Pentágono (2017).

MB: Coexisten diferentes representaciones del periodista, a veces más críticas y otras de exaltación. Hay distintos tipos de heroísmo. En los años 30, en los westerns, aparece como parte de la estrategia civilizatoria, mientras que en los 40 se resalta el modelo heroico de los corresponsales extranjeros durante la guerra. Con la emergencia de la televisión, en los 50, se consolida la tendencia del periodista villano o sensacionalista.

¿Cómo fue el trabajo para construir el sitio?

MB: Comienza con mi tesina de grado, a finales de los 90. Después, cuando nos reunimos con Federico, teníamos la idea de incluir unos 300 títulos como máximo. En las películas buscábamos ver el rol que cumplían los periodistas en la sociedad y como eran vistos por ella, los niveles de precarización laboral, la relación con la tecnología, entre otros criterios. Pero la base estalló y pasó de 300 a 3.000.

FP: Hicimos un trabajo importante de curaduría. Exigimos que las películas tengan una mínima calificación en The Movie Database (TMDB) e información disponible respecto a actores y directores. Por este motivo, hay obras dejamos de lado. La gracia de esta investigación es que estos filmes están disponibles para ser vistos por los usuarios. Más allá de la tradición hollywoodense, todos los países con cultura cinematográfica tienen películas sobre periodistas, y en ellas destacamos aspectos generales, como las peleas editor-redactor, y las particularidades de cada país, que son muy interesantes.

Todos estos filmes subrayan aspectos como el manejo de la información, la rigurosidad o el resguardo de las fuentes, ¿son valores presentes en la práctica actual?

MB: Hay películas como En primera plana que trabajan con un nivel de detalle altísimo. Chequean sus informaciones una y otra vez, y no publican algo hasta que no haya tres o cuatro fuentes confiables. En cambio, otras muestran el criterio de sensacionalismo. En cualquiera de los dos casos, el cine tiene impacto sobre el periodismo. En los 70, Todos los hombres del presidente provocó un estallido en las matrículas de las escuelas de periodismo de Estados Unidos. Hoy, el periodismo no tiene ese rol único y central. El cine tampoco. Pero los criterios periodísticos siguen vivos.

FP: Los criterios de selección, tematización y contextualización están más vigentes que nunca, a pesar de lo precaria que se ha vuelto la práctica periodística. No es lo mismo que alguien haga correr un rumor sobre un tema, a que The New York Times haga una investigación, busque fuentes y ponga los resultados en primera plana. La película Ella dijo,  sobre el movimiento Me Too, lo muestra a la perfección.

¿Qué es lo mejor y lo peor del periodismo?

FP: Lo mejor es este rol insustituible de informar y explicar un suceso. Descubrir las causas que hay detrás y decirlo en un lenguaje sencillo y llano. Eso no es algo que cualquiera pueda hacer. Hay un método, un saber hacer involucrado. La suma de las personas que intentamos hacerlo conformamos un contrapoder a los grandes poderes de la sociedad. Así que es saludable participar de eso. Además, ser periodista te llena más espiritualmente que otras profesiones. Lo malo del periodismo hoy es la situación precaria de quienes los ejercen, incluso en los grandes medios y ocupando cargos jerárquicos. Antes era una fuente fija de ingresos.

MB: Lo mejor es que da la posibilidad de comprender el mundo, conocer personas que uno admira y hablar con ellas. He colaborado en distintos medios buscando esa gratificación, más que por la remuneración económica. También permite conocer gente interesante y hacer amigos. Con Federico nos conocimos en la redacción de la revista Debate. Lo peor es que históricamente fue un oficio mal pago y las mismas películas lo muestran. Hoy existen más posibilidades que antes de ejercerlo, pero no de vivir solamente de eso.

¿Qué opinan del periodismo actual?

FP: El periodismo está desesperado porque no tiene un modelo de negocio sustentable, y en esa desesperación se desdibuja y pierde su valor agregado. Si lo que produce un medio en redes sociales es indistinguible de lo que hace un influencer, entonces ese plus periodístico no existe y la suscripción no vale la pena. Ahora bien, si la crítica es que el periodismo atraviesa un estado banal y estupido, es válida y se justifica en los titulares y contenidos que los medios publican. El periodismo casi siempre está en crisis, pero el nivel de precarización laboral actual está en niveles inéditos. Más allá de esto, la figura del periodista sigue siendo muy importante.

MB: Siempre se criticó al periodismo porque muchas veces actúa como contrapoder a la política o a las corporaciones de turno. Hoy los contenidos más vistos en YouTube son las entrevistas, pero los medios gráficos hacen pocas. Tampoco existe otro formato importante, ni realizan informes complejos. En su mayoría, se trata de notas básicas o editoriales, en parte porque es lo más barato. Sin embargo, el periodismo sigue vivo en múltiples ámbitos y formatos, no sólo en los medios. Saber hacer una investigación, buscar un título, volver una idea sencilla y potente, es sinónimo de saber hacer periodismo y eso sirve para un montón de cosas en la vida.

¿Qué consejo le darían a los estudiantes de comunicación y periodismo?

FB: Los egresados de cualquier carrera no saben qué van a hacer de su vida a largo plazo. Están juntando herramientas para ver cómo se desenvuelven en lo inmediato. En el caso de los comunicadores, si acaso tienen otros intereses, hay muchos vínculos posibles, la carrera otorga una amplia caja de herramientas.

MB: A lo mejor después podés trabajar de otra cosa, pero el periodismo te sirve para la vida. Estudiar Comunicación me abrió la cabeza, y hacerlo en la UBA te ofrece un pantallazo de la historia de la humanidad. Ahora que lo pienso, esta base de datos que armamos “es muy” de Comunicación de la UBA: esa imposibilidad de recortar objetos de estudio tiene que ver con una carrera que te hace entender que todo es importante. A quienes estudian, les diría que sigan y le metan ganas porque el periodismo siempre va a ser útil y necesario, sobre todo en un mundo cada vez más complejo.

Una manifestación, cinco muertes y un perito

Una manifestación, cinco muertes y un perito

«Maelström 2001» es el documental que reconstruye, a partir de las pericias del físico Willy Pregliasco, las cinco muertes ocurridas en Plaza de Mayo el 20 de diciembre de 2001. Desde este jueves, podrá verse en el Gaumont.

El documental Maelström 2001 reconstruye la jornada de manifestación social ocurrida el 20 de diciembre del 2001, en la que cinco personas fueron asesinadas por parte de la Policía Federal tras una represión en las inmediaciones de Plaza de Mayo. Juan Pollio, director y guionista del film producido por Conicet Documental, se basó en el peritaje que realizó el físico Guillermo Willy Pregliasco para la causa que condenó a las fuerzas de seguridad y funcionarios públicos de alto rango por los crímenes ocurridos ese día.

Para Juan Pollio, lograr entender que pasó ese día fue el impulsor del proyecto, “Se sabía muy poco de que hubo un juicio y condenas. A 22 años permanece bastante desordenada la lógica que tuvo ese día, cómo empezó, cómo se desarrolló, por qué la violencia policial nunca pudo controlarse ni detenerse. Tampoco se sabe cómo fueron los asesinatos ni que hubo muchos más heridos de bala de plomo de lo que se sabe popularmente. También, entender que el estado de sitio decretado por Fernando De la Rúa no prohibía la protesta social. Y que los deberes de los funcionarios y las fuerzas era velar por la seguridad de las personas que se manifiestan, todo lo contrario a lo que hicieron”, afirmó.

Para las ocho de la mañana del 20 de diciembre, pese a que la noche anterior el entonces presidente De la Rúa decretara el estado de sitio por las manifestaciones masivas, oficinistas, motoqueros, jubilados, desempleados y una gran variedad de sectores sociales comenzaron a acercarse a Plaza de Mayo con el fin de protestar en contra de la crisis económica y política que atravesaba Argentina. “Eso del reconocimiento mutuo en la masa, de reconocerse en un ‘nosotros’, de abrazarte con gente que no conocés, creo que eso está en la película. Había cierta felicidad en ese encuentro de protestar por algo, de reconocerse en un ‘juntos’”, expresó Juan Pollio.

«A 22 años permanece bastante desordenada la lógica que tuvo ese día, cómo empezó, cómo se desarrolló, por qué la violencia policial nunca pudo controlarse ni detenerse», dice Juan Pollio, director del documental.

:La distancia en el tiempo con los hechos resultó todo un desafío para el director: “Descubrí el devolverle humanidad a las víctimas. Se va olvidando y se mira como con distancia y esto se trata de volver a construir esa empatía hacia las víctimas. El objetivo era reconstruir los momentos previos, el después, cómo había sido cada uno, su historia, cómo había llegado ahí, qué les estaba pasando, por qué decidieron ir a manifestarse. Algunos tenían formación más de la militancia, otros nada que ver y era su primera manifestación, otros salían de trabajar, pasaban por ahí y recibieron un disparo. Es interesante porque también te saca un poco del lugar común que el tiempo construye sobre los manifestantes y las manifestaciones”, aseguró Pollio.

El documental resalta parte del trabajo realizado por el físico Pregliasco, un programa en donde se sincronizaban todas las imágenes de video y de fotografías que había de ese día. Se podía filtrar por lugar y hora una escena en la medida en que hubiese material filmado desde diferentes lugares. Fue lo que le aportó al juicio que se hizo casi 13 años después del 20 de diciembre de 2001. “Es interesante esta cosa detectivesca que hace Pregliasco de encontrar herramientas en las imágenes para poder armar una cronología: desde los relojes que tienen puestos las personas, donde se puede ver en qué momento fue tomada esa imagen, a las sombras que hay en el piso por la posición del sol. Todos estos elementos empiezan a estructurar el día con imágenes analógicas que no tenían horario. Fue un trabajo que él hizo súper interesante y también apasionante”, afirmó el cineasta.

“Es interesante esta cosa detectivesca que hace Pregliasco, de encontrar herramientas en las imágenes para armar una cronología: desde los relojes de las personas a las sombras por la posición del sol», dice Pollio.

A mediados de los años 90, Pregliasco trabajaba con el doctor Ernesto Martínez en un laboratorio de propiedades ópticas de materiales, respondiendo consultas judiciales para la reconstrucción de accidentes viales. “Un día aparece gente de La Plata en un camión de Penitenciaría con un comisario esposado y un libro: era el de la comisaría donde estaba asentado que había ingresado Miguel Bru al destacamento. Cuando lo matan, lo borran de la entrada del libro y escriben otro nombre encima”, comentó el físico. Ese caso fue el puntapié para empezar a participar en peritajes de causas judiciales de violencia institucional. “Hoy el Conicet acepta las pericias como trabajos relevantes de los investigadores, no fue hace mucho que se instauró el Programa Nacional de Ciencia y Justicia, que articula las demandas del Poder Judicial con la ciencia. Hay muchas cosas que se pueden hacer desde el método científico”, comentó.

Para Pregliasco, ver todos los días por más de un año esas imágenes, lo llevó a descubrir que de la manera en que ese día la gente se manifestó, nunca más volvió a verse. “Para mí la estrella de la película es la gente en la calle’. Existía una base social que era distinta, se llega al 20 de diciembre del 2001 con una creatividad de organización social como los grupos barriales, el trueque, los movimientos piqueteros, los cacerolazos, todos unidos. Cuando la gente se embronca, actúa y esa fecha hizo que se vaya un presidente. Era una sorpresa y una indignación que a vistas de hoy suena rara, porque hoy vas a una marcha pensando en que mi cuerpo puede recibir un balazo, en ese momento era impensable que eso pudiera suceder. De alguna manera, seguía vigente el pacto del ‘Nunca Más’, ese pacto se rompe ese día”, expresó el físico.

¿Qué les pasa a los presos?

¿Qué les pasa a los presos?

«El libro de los jueces» se estrenó este jueves en el Cine Gaumont y relata la experiencia de dos magistrados que recorren las cárceles. Una novedosa concepción del perdón y el derecho restaurativo.

“Mi interés está puesto en el ejercicio de la actividad y de la función de los jueces en nuestra sociedad” afirmó Matías Scarvaci, director y guionista de El libro de los jueces, la película que se estrenó este jueves en el cine Gaumont.

El director de Los cuerpos dóciles, galardonada en el Festival de Mar del Plata, recorre esta vez el trabajo de dos jueces que ejercen el derecho penal restaurativo en la provincia de Buenos Aires. Recorriendo junto a los jueces Walter Saettone y Alejandro David, la cámara de Matías refleja lo que es un tema descuidado socialmente: las condiciones de vida en las cárceles, las distintas historias de los reclusos, así como una novedosa concepción del perdón, la libertad, la marginalidad y la soledad que atraviesan las personas que son sometidas a un sistema diseñado para el castigo.

“Es un castigo psicológico, más que físico”, señala en la película una de las personas privadas de su libertad, entre las tantas historias que construyen el lenguaje cinematográfico buscado por Scarvaci. Para el director, “esta película narra una parte del estado de situación actual de la justicia y de la Argentina. Y de cómo nuestra sociedad resuelve el problema penal.”

¿Qué esperas de la recepción de la película?

– “Espero que pueda llegar a la mayor cantidad de gente posible. Gente que esté interesada en el tema, que tenga sensibilidad Ojalá que sea de mucho interés sobre todo del Poder Judicial, las personas que intervienen en la temática, los operadores judiciales y también las Universidades. Me parece que está bueno que la película pueda discutir en esos ámbitos.”

 

 ¿Cómo fueron los casi dos años de rodaje?

 Primero fue el contacto con los protagonistas: los jueces. Establecer vínculo con ellos. Luego, acompañarlos en el territorio, tanto en las cárceles como en las comisarías, en la jurisdicción donde ellos ejercen.”

Con respecto al foco de la película, Scarvaci sostuvo: “Mi interés está puesto en el ejercicio de la actividad y de la función de los jueces en nuestra sociedad. En mostrar esa tarea, ese rol. En entender qué significa y cuál es la resonancia en los cuerpos de las personas sobre las que caen las sentencias, las decisiones que ellos toman. Y, sobre todo, estar en un lugar que me parece inédito. No sé si hay mucho registro de documentales que muestren la tarea de los jueces. Me parece un lugar de mucho poder. Hay todo un imaginario sobre sobre qué significa ser juez. Entonces me parecía que era poderoso mostrarlo en términos cinematográficos. A partir de allí descubrí a dos jueces que son a mi entender muy interesantes: además de ser jueces me parece que le dan un plus en términos cinematográficos por las características personales y profesionales que tienen: la manera que ejercen su rol, el acercamiento o la mirada. Me parece que en ese sentido la película discute con el estado de la Justicia. Y es interesante que se pueda dar esa discusión para tratar de mejorar”.

 

 

¿Cómo fue el trato con los detenidos, los oficiales, los jueces? ¿Cómo se prestaron a la cámara?

En general fue muy bueno. Está muy invisibilizada esa problemática, entonces el hecho de que haya un interés de poner la mirada ahí generó una buena recepción. Yo también tengo experiencia en trabajo en cárceles, conozco un poco como es. No soy experto en el tema pero sé lo que es ir a lugares de encierro. Hay algo de la naturalización de la mirada o de la cámara que tiene que ver con las experiencias anteriores que me sumaron al momento de establecer relación con esos ámbitos.”

 

¿En qué hacías foco al capturar la realidad del encierro desde lo documental?

A mí me interesan las historias humanas, lo singular de la humanidad, las personas. Me parece que ahí hay una multiplicidad de sentido que intento capturar y narrar en las películas. La realidad en determinados contextos es muy poderosa: en este caso es muy poderoso estar privado de la libertad, muy doloroso. Y me parece que esa condensación es interesante en términos artísticos.”

 

¿A qué se refiere el derecho penal restaurativo?

Es un tema que se está aplicando hace no relativamente mucho tiempo. Una parte de la Justicia intenta ir para ese lado. Tratar de restaurar lo que se rompió, tratar de trabajar sobre la mediación penal. La película intenta tocar ese tema, que me parece muy poderoso. Aparece el perdón como forma de superar, de mitigar el dolor y no quedar trabado, cristalizado en la experiencia dolorosa o acumulando rencor. Soy muy cauteloso en ese sentido porque no todos los delitos son los mismos. La película pone el eje no solo en el victimario sino también en las víctimas. Desde hace un tiempo funciona la Ley de Víctimas: la víctima también es parte del proceso penal, se la tiene en cuenta, se las escucha. Escuchar en un sentido amplio, una escucha activa que permita generar empatía con quien habla o con quien necesita hacer catarsis. Me parece que eso es contenedor. Esos pequeños movimientos, esos pequeños gestos, también están retratados en la película y me parece que hacen a la cuestión. También hay asociaciones de víctimas que trabajan esto del perdón como forma del tratamiento de la condena o del agravio sentido.”

 

¿Por qué el nombre El libro de los jueces?

 El libro de los jueces es un libro donde se establece cuál es la función de los jueces en nuestras sociedades. Un poco tenía que ver con eso, con ir a una idea más elemental o más básica para desnaturalizar lo que está naturalizado: que a las personas se las priva de su libertad, se las encierra y nos dejamos de preguntar qué les pasa. Hay quienes piden «mano dura» sin saber precisamente cómo es que funciona: generalmente con discursos mediatizados, estereotipados en relación al delito o a los delincuentes. Entonces el nombre del documental va un poco por ese lado.

El libro de los jueces se exhibirá en la Sala 3 el Cine Gaumont en funciones que se proyectarán a las 12:30, 14:15 y 20:15.