Culturas sin barreras

Culturas sin barreras

“En el límite de lo visible” es la consigna del 14° Festival de Cine Migrante que se desarrolla esta semana en Buenos Aires. Un encuentro audiovisual donde se borran las fronteras y se instaura la conversación y el pensamiento colectivo.

Cine Migrante nació en el 2010, en un contexto donde se buscaba extender la Ley Migratoria en Argentina, algo que implicaba un gran desafío cultural. Este festival acompañó ese proceso de ampliación de derechos de las distintas comunidades migrantes para alcanzar un espacio territorial habitable de manera equitativa.

El festival se lleva a cabo en el Centro Cultural Kirchner, en el Centro Cultural San Martín y en el Cine Gaumont. Está compuesto por más de veinte películas que se exhiben por primera vez en Argentina.

Año a año, el festival construye una curaduría que permite profundizar visibilizar problemáticas que están sucediendo. Las dos curadurías de este año son Indicios de Parcelas Habitables y Materiales Fantasmas que buscan mostrar un lugar posible por donde transitar, nuevas maneras de vincularse con nuevos territorios.

En años anteriores la propuesta fue más grande, con más sedes y más películas: «Más que ampliar se profundiza: ahora es más chico pero con curadurías más pensadas, trabajo más profundo en todo lo que es la estructura de los contenidos. Menos es más. De esta manera podemos llevar discusiones a la mesa que antes no estaban», cuenta Juana Sánchez, integrante del equipo de producción general y asistencia de dirección.

Sofía Bensadon, antropóloga, realizadora audiovisual y fotógrafa, reflexiona en diálogo con ANCCOM: «La importancia de este festival es, por un lado, la posibilidad de mostrar cortometrajes argentinos en esta ciudad, donde no es tan fácil exhibir. Por otro lado, abre la posibilidad de cruces de temáticas que se arman y generan debate. El festival comparte toda una línea de pensamiento que no pasa solo por una exhibición de películas sino que son conversaciones que se abren a partir de lo que vemos».

Durante el evento habrá una competencia de cortometrajes y Bensadon participará con su corto Gambote, historia de Rosa e Irineo, una pareja de ladrilleros de La Paz, Bolivia.

En este festival, el cuestionamiento está presente y se hace visible en el habitar del mundo, de qué forma lo hacemos, quién puede y quien no puede moverse. También las formas en las que se realiza cine, quién tiene la cámara, quién tiene el poder de grabar al otro. O cuestionarse las formas en las que mostramos al otro, cómo el otro quiere ser representado: son parte de los puntos de encuentro de esta semana.

«Esta es la invasión migratoria. Sé que cuesta, pero la idea es trascender las fronteras. Cine Migrante intenta dar cuenta de que hay indicios posibles, lugares pequeños, casas comunes que son pequeñas parcelas posibles del habitar colectivamente, y la cinematografía que trae a esta edición es, principalmente, realizada por jóvenes, esos jóvenes que ahora en este país nos dan miedo porque parecería que están promoviendo una manera no colectiva, no común de vivir. En ese sentido si hay algo a lo que este festival apuesta es a entender una manera posible de habitar este mundo, una manera posible de encuentro con todas las existencias que nos rodean», dice Florencia Mazzadri, directora del festival, en la apertura.

Con respecto a En el límite de lo visible, Mazzadi comparte: «Tiene que ver con poder dar cuenta en lo liminal, pensar un cine que muestra menos, que enuncia menos, que esconde más aquellos conocimientos ancestrales y que en ese gesto de esconder guarda y conserva una posibilidad de vida».

Cine Migrante pone en el ambiente privado el debate de lo público, todo esto a través de proyecciones, conferencias, charlas y performances de lecturas colectivas hasta el 30 de septiembre.

Una madre, un niño y un árbol en un documental sobre la dictadura paraguaya

Una madre, un niño y un árbol en un documental sobre la dictadura paraguaya

«Guapo´ y», el documental de Sofía Paoli Thorme, cuenta la historia de Celsa Ramírez Rodas y su pequeño hijo, presos durante la dictadura de Alfredo Stroessner, la más larga de Latinoamérica.

Guapo’y es un documental que recorre el testimonio de Celsa Ramírez Rodas, quien pasó tres años presa en el campo de concentración del Municipio de Emboscada, en Paraguay, durante la dictadura de Alfredo Stroessner, la más larga en la historia de América Latina. Dirigido por Sofía Paoli Thorne en una coproducción con Argentina y Qatar, el film representará a Paraguay en los Premios Goya 2024.

Sofía Paoli trabajaba para el periódico E’a cuando leyó Canciones de cuna en los campos de Stroessner, un artículo sobre niños que nacieron en prisión en Paraguay durante la dictadura. Allí conoció la historia de Celsa Ramírez Rodas, esposa e hija de perseguidos políticos durante la dictadura de Alfredo Strossner entre 1945 y 1989. Privada de su libertad y sometida a graves torturas, Celsa dio a luz en 1976. Su hijo Derlis Villagra Jr. crecería en la cárcel de Emboscada junto a su madre, su abuela y otros compañeros detenidos, a la sombra de un frondoso guapo’y, un árbol siempre verde típico de la zona, que hoy persiste entre ellos como un símbolo de lucha colectiva.

El vínculo entre maternidad y encierro sacudió la atención de Sofía: «Guardé ese recorte porque sentía que algo tenía que hacerse con esa historia. Después de muchos años, cuando fui mamá, volví a leerlo y ahí me marcó la historia de Celsa. Me hizo sentir que estaba en ese mismo lugar, con mi hijo», recuerda en diálogo con ANCCOM.

En 2015, Sofía y Celsa se encontraron por primera vez y, entre charlas de mate sobre plantas y niños, la amistad entre ambas y el proyecto del film comenzó a tomar forma. La calidad humana de la directora y su equipo le permitió a Celsa atenuar una angustia recurrente a la hora de dar entrevistas: «Sofía se acercó de una manera tan inteligente… hablamos de un montón de cosas, y así se fue dispersando esa tensión que se crea cuando aparecen ciertas preguntas». Pero, además, trasladar su testimonio a la gran pantalla significó un punto de inflexión en su modo de contribuir en la lucha por la memoria: «En cierta medida, yo todavía estaba escondida. Se lleva ese miedo adentro, inconscientemente. Pero cuando salga la película… ¿adónde me escondo? Tuve que tomar otra actitud».

Según recuerda Celsa, Emboscada tenía un patio enorme, con muy pocos árboles. En el centro se erigía un guapo’y inmenso, convertido por ella y sus compañeros en un espacio de solidaridad, encuentro y cultura compartida: «Ahí hacíamos la comida, organizábamos peñas, jornadas de música, teatro, poesía, danza. Con mucha lucha se conquistó ese espacio». Años más tarde y ya en libertad, en una visita a la cárcel se encontraría con que el árbol fue talado, supuestamente con fines de logística y seguridad. «Yo creo, más bien, que lo que querían era ir borrando esas memorias, porque el guapo’y era un símbolo para los 500 presos políticos que estábamos ahí. Presos y presas, niños también. Significaba mucho».

Y es ante estos procesos de olvido que el film Guapo’y se propone volver a sembrar memoria. Sofía Paoli, galardonada con la Biznaga de Plata a la Mejor Dirección del Festival de Málaga, señala que es fundamental visitar esta historia y oír a sus protagonistas para no repetir errores del pasado: «Para nosotros es muy importante mostrar la película en Paraguay porque, lastimosamente, no se habla mucho e incluso se reivindica a nivel político la dictadura de Stroessner». Por su parte Celsa, distinguida por el Senado de Paraguay por su aporte a los Derechos Humanos enfatiza la necesidad de saber para defenderse: «No es fácil. Existe una presión muy fuerte para olvidar lo que pasó, supuestamente con el argumento de que vamos a mejorar ‘pensando en positivo’. Pero resulta que, para pensar en positivo y poder crecer, vos tenés que saber tu historia. Si no conocemos la historia, esta historia que dolió tanto y que perjudicó a tanta gente no sólo en un país sino también a nivel regional… esto no es posible».

En Argentina, la película se estrenará este jueves en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635, CABA), el Cine Cosmos (Av. Corrientes 2046, CABA) y el Espacio Cultural Florencio Constantino (Belgrano 1260, Bragado).

En el nombre del padre, del hijo, y del rock

En el nombre del padre, del hijo, y del rock

Dirigida por Guillermo Rocamora, se estrena en el país Temas propios, una comedia que enfoca en las relaciones entre padres e hijos, las crisis vocacionales y el paisaje de las bandas independientes. “Me considero un contador de historias”, dice el director de esta película, representante por Uruguay en la preselección de los Oscar.

“A mí me interesaba crear una comedia que te haga reír pero en donde los problemas que los personajes atravesaran fueran profundos”, comenta el director uruguayo Guillermo Rocamora. Este jueves 14 de septiembre se estrena en los cines de Argentina Temas Propios, una coproducción argentino- uruguaya que cuenta con el apoyo del INCAA y que está preseleccionada para los premios Oscar como mejor película internacional.

“Me vino el recuerdo de que mi hermano invitó a mi papá a tocar a una banda de rock cuando mis padres se separaron –dice Rocamora, en diálogo con ANCCOM–. Y también quería tratar el tema de las crisis vocacionales que yo viví en mi juventud”.

La película trata de un joven de 18 años, Manuel, apasionado por la música en plena crisis de vocación, y un padre inmaduro en una crisis de los cuarenta. En medio de una tormenta familiar, tras la separación de los padres, y con el hijo más chico a punto de ser echado del colegio, a Manuel y el padre no se les ocurre mejor idea que formar una banda de rock. Temas Propios cuenta el difícil camino de convertirse en adulto, el vínculo entre padres e hijos y el mundo de las bandas independientes.

Protagonizada por Diego Cremonesi, Franco Rizzaro y Ángela Torres, en esta comedia de 91 minutos se intenta mostrar todas las facetas de cada uno de los personajes, principalmente de los padres, para que así el espectador pueda empatizar con sus problemas y ver la transformación de cada uno de ellos.

Fue por el año 2008 cuando surgió la idea de Temas Propios, un recuerdo y una historia familiar que diez años después finaliza en un guion literario. La voz del director a través de la cámara revive ciertos momentos personales, pero a la vez logra transmitir y tocar esos problemas que un montón de gente vive y vivió a lo largo de su vida. “La música es un lugar donde me siento cómodo para representar estas situaciones de crisis vocacionales o de identidad que quiero contar”, dice Rocamora          .

En este proyecto incorporó a su equipo de trabajo a Juan Campodonico y Martín Rivero, quienes se encargaron de la supervisión musical. “Ellos fueron cruciales para la construcción de los personajes y los ambientes musicales en los cuales se iban a involucrar. Había que crear un ambiente musical convincente para la banda del hijo, que coincidiera con el tipo de música que el padre tocaba en su juventud”, afirma el cineasta. La música juega un rol clave en la película, no solo por la banda sonora, sino también por las canciones que los personajes iban a interpretar en sus bandas. “Ahora estamos sacando videoclips de las canciones tomadas de distintos artistas uruguayos, pero versionadas a la película”, apunta el director.

Sin embargo, uno de los trabajos más arduos fue el casting y la selección de actores y actrices, ya que en ciertos personajes resultaba indispensable que supieran cantar y tocar algún instrumento. “Diego Cremonesi fue una de las excepciones, tomó clases de canto, guitarra y bajo para quedarse con el papel del padre. La idea era mostrar que estaban naturalizados con los instrumentos, como si los hubieran tocado de toda la vida”, cuenta Rocamora.

Por estos aspectos, y así como la dirección de fotografía a cargo del argentino Julián Apezteguía, que trabajó en películas como El Ángel y El Clan, este largometraje fue preseleccionado para representar a Uruguay en los premios de la Academia hollywoodense de los Oscar. “Lo tomé con alegría sobre todo porque quienes eligen eso son mis colegas, los productores, realizadores, los críticos, los trabajadores del mundo del cine. Es un orgullo muy grande que esa gente te elija para eso”, dice el director.

El cine latinoamericano nuevamente se hace presente en las premiaciones estadounidenses, más allá de los graves problemas económicos que atraviesan en estos últimos años Argentina y Uruguay. Rocamora señala: “Se ha complicado mucho en el último tiempo la financiación de películas, históricamente en nuestros países era algo más accesible, y ahora cada vez se complica más. Y eso atenta contra la diversidad, y solo llegan directores que ya tienen carrera o las grandes producciones”.

El director remarca la importancia de la existencia del INCAA, que apoyó en la financiación de esta cinta, y que se mantengan las políticas públicas orientadas al cine ante un eventual cambio de gobierno. “La industria y el cine cultural son dos caras de la misma moneda, entonces yo creo que en vez de dividir hay que unir cada vez más. El INCAA es importante para el país, porque es como no tener un himno, una bandera o una moneda, ahora que se está discutiendo tanto en torno a ese tema; y es clave para desarrollar lo industrial y no perder la identidad”.

La película también cuenta con el apoyo económico de institutos, agencias y programas estatales de Uruguay. Estos organismos nacionales, en los países rioplatenses permiten una mayor diversidad de contenidos, calidad, y mayor igualdad de oportunidades.

En los últimos años, la industria del cine y las plataformas ha avanzado sobre la Argentina. “En el cine argentino siento que se están partiendo un poco las aguas entre las películas de autor y las de plataforma o de producción grande; igualmente no por eso pierde calidad, el cine argentino es impresionante y hay cada vez más realizadores. Pero a veces veo que a ciertas películas les interesa menos contar una historia, y vienen más enlatadas”, opina Rocamora.

“Yo no tenía claro que quería ser director de cine ni hice el recorrido clásico de los que estudian. Más que un cineasta me considero un contador de historias, me gusta contar chistes, cuentos, anécdotas. Y me di cuenta de que el cine me iba a ayudar a contarlas”. Un joven que en un principio quería ser periodista, que es licenciado en Ciencias de la Comunicación, y que luego comenzó su camino en el mundo del cine en el 2004, tras haber participado en la producción de Whisky.

En la actualidad, luego de ya finalizado este proyecto, el cineasta se encuentra trabajando con la adaptación de una novela de Mario Levrero, y en una nueva serie titulada AMIA, lo que implica todo un hito en el mundo del cine, ya que es la primera vez que un director uruguayo hace una serie para un país extranjero, en este caso con una productora israelí. Por lo que, Israel, Uruguay y Argentina se unen para trabajar sobre el atentado en la mutual judía en el año 1994, el cual ya tiene fecha de estreno para febrero de 2024.

Cine latinoamericano para estudiantes secundarios

Cine latinoamericano para estudiantes secundarios

La Facultad de Filosofía y Letras (UBA) invita a estudiantes de las escuelas medias a un recorrido por diferentes películas de la región en el Centro Cultural Borges.

El clásico Crónica de un niño solo, es la primera película de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine argentino, Leonardo Favio.

Rebeldía y Libertad es el nuevo ciclo de cine, pensado para estudiantes de los últimos años de la secundaria, que arranca en el Centro Cultural Borges este 13 de septiembre con entrada gratuita. La propuesta surge de la Carrera de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y se enmarca en las actividades de Universitarios por un mes. Se proyectarán películas latinoamericanas que indagan en el mundo del trabajo, la sexualidad y los vínculos. 

“Universitarios por un mes” es una iniciativa de la Facultad de Filosofía y Letras destinada a estudiantes de escuelas secundarias que quieran conocer las carreras que se dictan en esa sede de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Lara Gorfinkiel, Secretaria académica en el Dpto. de Artes explica: “Decidimos hacer un ciclo de cine, ya que muchas de las prácticas que hacemos en la carrera de artes se vinculan con ir a centros culturales, cine,  teatro, como espectadores, como críticos, como historiadores. Tiene relación con estar en contacto con obras de arte para indagar y reflexionar”.  

Esta actividad se ubica entre otras propuestas para que los estudiantes se acerquen a la universidad y de alguna manera vivan “la experiencia universitaria” durante un mes:  “Desde tomarse el colectivo, conocer el edificio, las aulas, pero también que conozcan gente que viene de otros ámbitos, otros lugares, con otras trayectorias, que entren en contacto con los docentes de las carreras, que vivan los pasillos, el patio y las diferentes actividades sociales que se dan en la Facultad. El sentido de esto es que los estudiantes de las escuelas secundarias tengan una percepción propia de lo que es la vida universitaria. Nos parecía importante que tengan una actividad vivencial, propia, y que a partir de esa actividad puedan percibir sus intereses, sus emociones y sentires”, agrega Gorfinkiel.

Las películas que se exhibirán son: Crónica de un niño solo (1965) de Leonardo Favio , 7 cajas (2013) de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, y Las mil y una (2020) de Clarisa Navas . Los tres films que forman parte del ciclo fueron elegidos por docentes especializados en cine que dictan materias de la carrera de Artes Combinadas y que estudian diversas manifestaciones del arte latinoamericano. También estarán presentes en cada encuentro y coordinarán un espacio de debate. 

Frente a cierto prejuicio acerca de la monotonía del cine latinoamericano Gorfinkiel responde a las miradas más comerciales cuando sostienen que “Son aburridas o lentas. Presentamos estas películas que tienen propuestas bien diferentes para pensar cuestiones ligadas a la libertad y la rebeldía hoy”.

El ciclo reúne películas del cine latinoamericano con protagonistas jóvenes, cuyos roles permiten pensar sobre temáticas como el trabajo, la sexualidad, la libertad, el narcotráfico. El clásico Crónica de un niño solo, es la primera película de uno de los cineastas más importantes de la historia del cine argentino, Leonardo Favio. Cuenta la vida de Polín, un niño abandonado por su familia que vive en un orfanato y los modos de resistencia dentro de un espacio de disciplinamiento. La película paraguaya 7 Cajas, es la historia de Víctor, un carretillero de 17 años que trabaja en Asunción y necesita conseguir dinero cuando le piden que transporte siete cajas cuyo contenido desconoce a cambio de 100 dólares. La más reciente, Las mil y una, trata de Iris, una joven de 17 años que ha sido expulsada de la escuela, pasa los cálidos días y noches con sus dos mejores amigas en un barrio correntino donde se construyen pequeñas comunidades queer. 

Las proyecciones se realizarán cada miércoles de septiembre a las 14 hs. En el Borges, Viamonte 525, CABA, auditorio Alberto Williams con entrada gratuita. Las inscripciones se encuentran disponibles. También se puede asistir a la función de manera independiente, es decir, elegir alguna de las películas. Además, para los estudiantes curiosos, el día 4 de octubre a las 14 hs. se realizará una visita a la Facultad de Filosofía y Letras, en Puán 480, con la presentación de la Carrera de Artes.

 

Lucrecia Martel: “Van a tener que inventar todo”

Lucrecia Martel: “Van a tener que inventar todo”

Con 2500 inscriptos Lucrecia Martel presentó una clase magistral en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. El evento fue organizado por la primera edición del festival de cine de la UBA, Universidad que le otorgó el Doctor Honoris Causa.

La directora de cine Lucrecia Martel, flamante Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires, dio una clase magistral en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo que contó con más de 2500 inscriptos. Presentada por Mayra Bottero, diseñadora y profesora de Diseño de Imagen y Sonido, la aclamada directora salteña dio inicio al segundo seminario sobre Cine y Democracia de la primera edición del Festival Internacional de Cine de la UBA. El Aula Magna, ubicada en el subsuelo de la facultad, superó en participantes su capacidad para 650 personas, quienes ubicadas hasta en las escaleras esperaron con entusiasmo a Martel. Quienes no llegaron a entrar pudieron escucharla a través de una pantalla que transmitía en directo desde el patio central de la facultad.

El primer seminario organizado por la FIC.UBA fue protagonizado por el cineasta español Alex de la Iglesia, quien desde España fue entrevistado por Martin Garabal, actor y conductor argentino. En esta ocasión, Martel preparó una clase dictada únicamente por ella en donde reflexionó acerca del cine, la cultura, la forma de ver el mundo, la educación pública y la cultura de la cancelación. La directora dio algunos detalles sobre el documental que está realizando, centrado en el asesinato del dirigente indígena Javier Chocobar, ocurrido en el año 2009 en la localidad tucumana de Trancas: “Las cosas que se discuten ahora en cuanto a la enseñanza, por ejemplo, en países que no están pasando por una crisis como la nuestra, que no tienen nuestra historia, no tiene nada que ver con lo que nosotros estamos discutiendo. Nosotros ni siquiera nos animamos a aceptar que la educación pública ha estafado a la población con menos recursos”. Luego aclaró: “Yo adoro esta universidad y considero que la única posibilidad que tiene este país es la educación pública, pero actualmente, estafa a la población”.

Martel explicó por qué el actual sistema de educación deja afuera a muchas personas que habiendo hecho sacrificios para terminar la primaria y la secundaria, apenas se enteran de que existe otra instancia más, que es la universidad. En su encuentro con un traductor de la comunidad wichi, la directora salteña contó la experiencia que tuvieron personas de la comunidad indigena cuando decidieron estudiar por primera vez en una institución: “Me dijeron: ‘Estuve cuatro meses para leer una hoja’. Eso es una persona estafada. Y el que está estafado es una persona que no tiene recursos para ir en otra dirección, para buscarse otra cosa”. De esta manera, destacó la importancia del trabajo de los futuros cineastas en observar, representar y compartir una realidad con responsabilidad, saliendo a la calle y observando los propios límites “tremendos” que genera nuestra propia educación.

Formas de hacer cine

Con humildad y entre risas, la directora de “La ciénaga”, “La mujer sin cabeza”, “Zama”, entre otras obras maestras, se explayó dando algunos “tips” que utilizó para realizar sus películas, remarcando la importancia del sonido y la representación del lenguaje en el cine. Además, insistió en animar a los estudiantes a construir nuevas formas de hacer películas: “Quisiera rescatar la palabra utilidad, sobre todo para nosotros, en este país donde necesitamos más que nunca que lo que compartimos, lo que hagamos, como expresión pública, sea útil”. Lucrecia determinó que la forma vigente de hacer cine durante los últimos años, incluyendo su propio trabajo, ha fracasado porque “no representan un destino en común que convoque a todos”. De esta manera se dirigió a los estudiantes de las diferentes carreras de la Facultad de diseño: “A ustedes que son jóvenes les voy a dar una buena noticia: esto fracasó. Por lo cual no se sientan atados a nada. Van a tener que inventar todo”. A la hora de aprender a narrar con imágenes no dudó en criticar el clásico modelo narrativo que enseñan en las facultades de cine y reproduce la industria. Invitó a cuestionar la aplicación de estos esquemas que “ya no dan cuenta de todo”, principalmente a la hora de representar la complejidad de los acontecimientos humanos: “Sinceramente les pregunto, ¿ven ustedes a diario que esa fórmula representa puede contar lo que les pasa, sobre todo las cosas más pensadas y furiosas? Hemos tratado de concertar la experiencia de la humanidad con una estructura que preforma los acontecimientos humanos y los convierte en enfrentamientos. Creo que lo tenemos que abandonar cuanto antes”. De esta manera, continuó reflexionando sobre estas fórmulas clásicas de hacer cine que generan un tipo de tensión que en las películas vemos repetidas veces. “Ya sabemos lo que va a pasar en el 85% de las películas que vemos”, afirmó la directora.

“A ustedes que son jóvenes les voy a dar una buena noticia: esto fracasó. Por lo cual no se sientan atados a nada. Van a tener que inventar todo”

Martel se tomó su tiempo para explicar que la cultura de la cancelación “nos ha vuelto impotentes” forzando a los realizadores a intentar “quedar bien” con todos los colectivos sociales. “La cultura es para apropiarse”, aseguró, y reforzó su idea: “Yo estoy haciendo una película sobre un conflicto indígena, y asumo todos los riesgos de la metida de patas que voy a hacer, pero no voy a dejar de decir lo que pienso. No está mal asumir el costo histórico. No se puede vivir queriendo quedar bien con todos”.

Por último, se refirió a todas aquellas productoras que siguen filmando en lugares que no representan la realidad: “No podemos seguir, por comodidad, filmando en los countries, porque el country no es nada”. A la hora de realizar historias, explicó, “Por una comodidad de producción filmamos en barrios porteños que no significan nada urbanísticamente más que exclusión y homogeneidad”.

Lucrecia terminó su clase con un fuerte y multidinario aplauso. El Festival Internacional de Cine continúa con sus actividades hasta el 30 de julio en la FADU, en el Cine Cosmos (UBA), el Cine Gaumont y en el Centro Cultural San Martin donde se estarán reproduciendo más de 40 películas en festejo por los 40 años de democracia presentadas por importantes figuras del cine.