El cine va a la escuela

El cine va a la escuela

El Cine Argentino Va a la Escuela es un programa que busca difundir el cine argentino en establecimientos educativos de puntos extremos del país llevado a cabo por la Asociación de Directores Cinematográficos (DAC). La semana pasada viajó el equipo con la actriz Ana Celentano “para estar martes, jueves y viernes en General Madariaga, Balcarce y Mar del Plata”, dijo a ANCCOM Marcela Carreira, coordinadora del programa.

La Asociación fue creada, en 2013, por los directores de cine, quienes conformaron una sociedad de gestión que recauda los derechos de autor. Una demanda histórica obtenida durante el anterior gobierno.

Un mapa de Argentina presenta varias marcas con anotaciones

Mapa donde se identifican las escuelas a las que concurrió el programa «El cine argentino va a la escuela».

El Cine Argentino Va a la Escuela se realiza desde 2014, cuando la asociación de directores recibió varios informes de que muchos estudiantes secundarios no iban al cine por razones culturales: “Ahora los chicos miran en la tele, en la tablet o en la computadora. También existen razones geográficas, porque no tienen cines cerca o porque muchas salas cerraron; y la otra es una cuestión económica. Y los que sí van al cine, no van a ver películas argentinas”, enumeró Carreira.

La idea de ir a escuelas en lugares recónditos es llevar el cine como si estuvieran en el cine: una pantalla grande, todo en silencio y a oscuras, con un buen sonido, sin que nadie pause la película y en compañía de compañeros y docentes. Después de la proyección se hace una charla debate con alguno de los protagonistas de la película, una actriz, un actor; o alguien que haya participado en la producción: el director, un técnico, un guionista o un productor.

En 2014 la DAC visitó 19 escuelas, 52 en 2015, 121 en 2016 y 104 hasta noviembre de 2017, con un total de 37.430 espectadores desde el comienzo del Programa. Al principio fueron escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, tras un acuerdo del Ministerio de Educación. Después, la Fundación se comunicó con escuelas rurales del conurbano; de Esquel, provincia de Chubut; y de Jachal, provincia de San Juan. La propuesta interesó y hacia allá viajó el equipo. A partir del 2016, por el boca a boca, la experiencia de las salas de cine montadas en salones de escuelas se fue difundiendo y empezaron a llegar pedidos del Conurbano y otras provincias del interior del país.  

“Nos manejamos por pedidos y creo que es unas de las cosas interesantes que tiene este proyecto —aseguró Carreira—. La solicitud es de un docente o de un directivo de la escuela y el trabajo pasa a ser en conjunto: nosotros no podemos ir antes a ver el espacio, entonces el que nos hace el pedido tiene que mandarnos fotos, medidas para planificar el sonido, los materiales que llevamos para oscurecer, porque la idea es ver cine como en el cine. Se hace todo un trabajo previo que tiene que ver con un compromiso y una necesidad de la escuela. Y ellos eligen la película”.

Marcela Carreira posa, sonriente, en un jardín.

Marcela Carreira, Coordinadora del programa «El cine argentino va a la escuela» de la Fundación DAC.

La última provincia visitada fue Tierra del Fuego, el Programa llegó a las ciudades de Río Grande, Tolhuin y Usuahia: cuatro escuelas en cuatro días. Y ahora llegó el turno a Mar del Plata.

El Programa es para estudiantes de secundaria aunque a veces en las escuelas rurales o indígenas juntan a los chicos de todas las edades por lo que se incorporaron dos películas más a la caja de filmes que en cada visita dejan como regalo a la escuela: Metegol y El Arca. Además de Relatos Salvajes, Camila, Kamchatka, Cordero de Dios, Luna de Avellaneda, El secreto de sus ojos, Días de vinilo, Sin retorno, Tesis sobre un homicidio, Hermanas, Tiempo de valientes, Tango feroz, Igualita a mí, Un cuento chino, Betibú, Vino para robar, Refugiado, y Corazón de León.

Las establecimientos que visita la Fundación son públicos y, en su mayoría, rurales. “Cada escuela es un mundo, es increíble, pasa algo distinto —describió la coordinadora—. Los chicos están chochos, esperándonos. A veces nos quedamos a dormir ahí porque no tenemos otro lugar a donde ir. En una escuela nos pasó que comimos de las mismas cosas que los chicos plantaban, del pan que hacen para la mañana. Después de la proyección algunos nos muestran cómo les dan de comer a los chanchos. Nosotros les mostramos una cosa y ellos otra».

En el 2014 las visitas de la Fundación DAC fueron un 68% en CABA, un 21% en Buenos Aires y 11% otras provincias. Este año, en cambio, un 2,92% se cumplieron en la Ciudad Autónoma, 34,45% provincia de Buenos Aires y 54% en otras provincias.

Las escuelas rurales quedan lejos de las casas, entonces los chicos llegan a dedo, a caballo o en autos de los propios docentes que pasan a buscarlos. En general, describió Carreira, las escuelas rurales tienen pocos alumnos -entre 20 o 30 estudiantes- y en alguna, como por ejemplo en Espigas y Cañuelas, duermen en las escuelas una semana, luego se va ese grupo y viene otro. La semana que están en sus casas, las maestras pasan a dejarles tarea.

“En algunas escuelas se vuelven locos porque está el actor, se toman fotos por ejemplo con Claudio Rissi, habían visto El Marginal y no lo podían creer que estuviera ahí con ellos. A veces hacen preguntas sobre la película en sí, o sobre el oficio: por qué fueron actores o actrices. Fernando Spiner, director de Aballay, el hombre sin miedo, se emocionó porque una chica se le acercó y le dijo: A partir de hoy voy a soñar que puedo ser una artista”, cuenta Carreira y agrega: “Es lindo que no vean que es una cosa de marcianos sino que es gente que trabaja y ese es su oficio, algunos están en la cámara, otros actúan; y que no es gente que los tocó la varita mágica. Son anécdotas que sintetizan nuestras experiencias y me quedan grabadas”.

Una caja de madera donde figura la inscripción "Fundación DAC" porta veinte películas de cine nacional.

«Camila», «Nueve reinas» y «El secreto de sus ojos» son algunas de las películas que dejan en las escuelas.

Hay escuelas en las que se genera un vínculo fuerte con el equipo de la Fundación, por ejemplo a una escuela de Bowen, Mendoza, que queda en la nada, ya fueron tres veces. El director del colegio, según Carreira, le pone mucha pila a la escuela y tienen una radio. Además, los chicos hacen cortometrajes. “La primera vez que fuimos fue Miguel Cohan, director de Sin retorno y Betibú; y justo los chicos estaban filmando un corto sobre bomberos, los mismos pibes actuaban y él los ayudó y aconsejó, ese mismo año volvimos y ya estaba terminado, entonces lo vimos en pantalla grande”.

El año pasado, en noviembre, en la localidad bonaerense de Balcarce, DAC proyectó la película Vino para robar y en la visita participó Ariel Winograd, el director. “Luego de la proyección -recuerda Carreira-, las maestras nos dijeron que estaban trabajando sobre violencia de género y que les habían pedido a los chicos que hagan un corto con el celular. Pasaron el corto y quedamos todos asombrados. ¡Era fuertísimo! Era muy profundo como contaban el tema violencia de género y el chico le pegaba a la chica, luego le pedía perdón. Yo pensé que iba por ese lado pero termina con la muerte de ella. Muy bien contado. Termina el corto y se presenta el director y Ariel dice: discúlpenme, pero yo no quiero hablar de mi película. Quiero hablar del corto”.

Las realidades en cada escuela son diferentes: “En otra escuela de Mar del Plata los chicos no conocían el mar y es una ciudad que la rodea el mar. Es una escuela bastante marginal, con padres presos. Proyectamos la película Tiempo de valientes, fue Gabriela Izcovich y le preguntaron por qué ganaron los malos. Para esos chicos los malos eran los policías”, cuenta la impulsora del proyecto que no para de sorprenderse en cada una de las proyecciones. “En Lago Puelo, Chubut -ejemplifica- la docente nos recibió con una nena en brazos y le pregunté: ‘¿Te venís con tu hija a trabajar?’. ‘No, es la hija de una alumna’, me contestó. O sea, la chica quedó embarazada a los 13 años y para que siga yendo a la escuela, va con la beba y se la van rotando entre las maestras. En la Ciudad (de Buenos Aires), en el Nicolás Avellaneda, escuela pública una chica quedó embarazada y dejó de ir. Me acuerdo una escuela en el Bajo Flores, una escuela muy brava, marginal. Tuvimos que atrasar la película porque se había atrasado la merienda y era la única comida que tenían los chicos y estoy hablando de 20 minutos del Centro porteño. Y cuando les dábamos el programa, nos lo revoleaban. Empezó la película y no volaba una mosca. Se reían. Y yo me decía: ‘esto vale’. A la salida se veían otras caras”.

En el equipo son las mismas personas: Marcela Carreira, coordinadora de la Fundación DAC; Ricardo Piterbarg, productor y director; Diego Aparicio, cámara y edición; Pablo Córdoba, sonidista y entrevistador. En el mes viajan una o dos semanas. La coordinadora cuenta que es una tarea preciosa y gratificante. En los viajes se empieza a las 6 de la mañana y se termina a las 10 de la noche. “Todos vamos contentos y, por lo menos, generamos un buen momento”.

“También hacemos donaciones —agregó Carreira—. Hasta el año pasado teníamos un acuerdo con el INCAA y nos cubría los pasajes aéreos, pero cambió el Gobierno y eso ya no está más. La actividad es financiada 100% por la Asociación de Directores pero con este acuerdo permitía que en algunas escuelas podamos dejar proyectores, pantallas y sonido. En una escuela rural en Patricios, Provincia de Buenos Aires, les dejamos un equipo, los materiales para oscurecer (agropol) y ellos ahora hacen ciclos de cine”. La Fundación, además, donó equipos completos de proyección a Jachal, Esquel, Villa Lugano, Roque Pérez, al Centro Cultural Puerto Esperanza de Misiones, a la escuela 186 de Río Turbio. A la vez, a una escuela de Lugano le reparó el equipo de sonido y al Cine Grande de Tierra del Fuego le dejó una pantalla y una notebook.

En febrero, la Fundación DAC llegará a un comedor en Neuquén “porque nos llegó un vídeo de los niños donde cuentan que su sueño es ir al cine”, argumenta la coordinadora.

Hay otros dos proyectos  que impulsa la Fundación. Uno con la ANSES, para realizar ciclos de cine argentino para adultos mayores, y otro con el Ministerio de Desarrollo Social para proyectar películas para los presos que estudian la primaria y el secundario. Pero aún no se ha concretado ninguno.

Imágenes paganas

Imágenes paganas

Desde el jueves 12 y hasta el próximo miércoles 18 se realizará  la 17º edición de Doc Buenos Aires, Muestra Internacional de Cine Documental. Su programación no solo propone exhibir las producciones más destacadas del género sino también actividades vinculadas a la exploración de nuevas narrativas y espacios de debate sobre las obras proyectadas y la experiencia  de realizar documentales.

Año a año Doc Buenos Aires se consolida como uno de los festivales internacionales de cine de mayor prestigio en Argentina junto con el Bafici y el Festival Internacional de Cine Mar Del Plata. No obstante, para Marcelo Céspedes, director general de Doc Buenos Aires, construir un espacio de reivindicación de ese tipo de cine no es una tarea sencilla: “Somos un festival pequeño en relación al Festival de Mar del Plata y al Bafici y siempre estamos peleando entre uno y el otro qué nos queda para programar. Muchos organizadores, realizadores y productores prefieren ir al Mar del Plata o al Bafici y no al Doc Buenos Aires porque éste último pide premier”.

Este año, el festival inaugurará secciones prometedoras que proponen nuevas narrativas, experiencias y formas de lenguaje. En este sentido, Carmen Guarini, directora de programación, destacó la muestra Cine de artistas, curada por Eduardo Stupía, que se realizará en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA). En ella se mostrarán producciones cinematográficas de cineastas que operan como artistas visuales, y, por otro lado,  artistas visuales que de un modo u otro ensayan conceptualmente formatos cinematográficos.  Por otra parte,  Guarini mencionó la sección de Realidad Virtual y Video en 360, en conjunto con UNTREF y con el laboratorio Neomedialab, donde el espectador podrá disfrutar de una selección internacional de cortometrajes que son el fruto de la convergencia tecnológica: “Son pequeñas obras que se miran con dispositivos especiales. Son ficciones cortas donde entra determinada cantidad de gente por vez”, explicó.  

Uno de los artistas seleccionados es Julián D’Angiolillo que presentará «Antropolis Memorabilia».

Quizás una de las apuestas más fuertes de esta edición resulta la presencia de Stéphane Breton, el reconocido antropólogo y cineasta francés, que dará una clase magistral en la Alianza Francesa. “Traemos sus últimas cinco obras y una última que será la apertura del festival, se llama Hijas Del Fuego y es el seguimiento de un grupo de mujeres combatientes en el frente de la Guerra de Siria”, contó la programadora del evento que además es una destacada directora y productora del cine documental.

El Doc reserva siempre un lugar para películas argentinas y esta edición no será la excepción. “Este año es la primera vez que podemos hacer un panorama de cine documental argentino con cinco películas que prácticamente son premier mundial”, declaró Céspedes. Por un lado, Gustavo Fontán estrenará Trilogía del Lago Helado compuesta por el tríptico Lluvias, El estanque y Sol en un patio vacío. Por el otro, Mariano Luque presentará su primer documental, Los árboles, y Javier Miquelez, director de fotografía de películas como Ronda Nocturna y Trelew, debutará como director con Cámara Oscura. Finalmente, Andrés Perugini presentará La intimidad y Lucas Turturro su film Inconsciente.

En el marco de un momento conflictivo para el cine nacional tras el anuncio de la Resolución 942/2017, que condiciona el acceso al Fondo de Fomento Cinematográfico con cláusulas restrictivas para la obtención de créditos y subsidios, los realizadores del festival hablaron de la situación del cine documental: “Si se pone en marcha esa resolución realmente va a ser catastrófico. La política actual a nivel de cultura es cada vez de menos producción, por lo menos en un sentido cultural profundo”, explicó Guarini.

La cineasta criticó duramente la gestión del Gobierno de turno sin dejar de mencionar problemáticas que se suceden desde gestiones anteriores: “Lo que falta en el cine argentino son salas suficientes y precios acordes a los problemas económicos que tiene la gente. No se puede competir con tanques que se exhiben en 300 salas, ocupan la mayoría de las salas del país y tienen toda la promoción del mundo. Son condiciones de desigualdad muy fuertes”, declaró.

El director de fotografía, Javier Miquelez, estrenará «Cámara Oscura».

Desde otra perspectiva, Céspedes resaltó el lugar que ocupa hoy este género como “un cine diferente, una mirada distinta, que también es un reflejo de cómo está hoy el mundo” y mencionó las dificultades a las que se enfrenta: “El tema de distribución y exhibición es un problema muy grande. No es de ahora, es de hace muchos años, y no es de acá, es en el mundo”.

Si bien Doc Buenos Aires cuenta, en palabras de Céspedes, con “un público muy fiel, muy selectivo y especializado”, el festival estará abierto al interés de nuevos espectadores. Tendrá lugar en diferentes salas de la ciudad de Buenos Aires, entre ellas las del Cine Ar Gaumont, la Sala Leopoldo Lugones, el Centro Cultural San Martín, la Alianza Francesa de Buenos Aires, el MACBA y la Universidad del Cine. Habrá descuentos para estudiantes y jubilados. Las entradas gratuitas serán válidas hasta agotar disponibilidad.

 

Actualización 11/10/2017.

Para terminar con la opresión a la mujer

Para terminar con la opresión a la mujer

“A esta altura de la vida si viene una hija mía a decirme que la han violado, yo, Julio Moisés, le digo: ‘Hijita, tu papá no es ningún estúpido, a vos no te viola nadie’”.  La frase pertenece a quien fue intendente de San Pedro, Jujuy, durante cuatro períodos, y es una de las tantas entrevistas que forman parte de La cena blanca de Romina, el documental estrenado este jueves en el cine Gaumont. Fue precisamente en la localidad de San Pedro en donde, el primero de agosto de 2002, Romina Tejerina fue violada por un vecino. Cuando casi siete meses más tarde ella parió a una beba prematura, lo primero y único que vio fue la cara de su violador, y entonces mató a la criatura. Estuvo presa nueve años. El violador, “Pocho” Vargas, fue absuelto. Ella fue liberada recién en 2012 gracias a la lucha del movimiento feminista.  

 Filmado en dos viajes a San Pedro que hicieron sus directores, Hernán Martín y Francisco Rizzi, el primero en 2010 y el segundo en 2014, este documental está compuesto por testimonios de distintos habitantes de la localidad jujeña, aunque se centra sobre todo en retratar la vida en esa ciudad, las costumbres, los hábitos, el funcionamiento de las instituciones y su influencia sobre los discursos de la gente. “Partimos del caso de Jujuy no para estigmatizar a la provincia, sino todo lo contrario –reflexionó Martín, en diálogo con ANCCOM-. Creemos que ahí son más transparentes todos los mecanismos machistas, pero son también perfectamente aplicables al resto de los pueblos y ciudades de Argentina y probablemente a otros lugares del mundo”. En cuanto a este tema Rizzi agregó que, “si bien pasaron más de diez años desde el inicio del caso de Romina, todavía tanto tiempo después sectores del poder político, que incluso tuvieron actitudes por las cuales se iniciaron causas penales, hablan con una total impunidad”.

Los padres de Romina.

 Martín explicó cómo fue el proceso para conseguir los testimonios: “En general tuvimos todo tipo de opiniones; algunos preferían no opinar, otros pobladores la defendían, pero también hubo un sector de personas que repetían los argumentos de la justicia misógina, de la Iglesia, del Gobierno, al decir que ‘a ella le gustaba salir a bailar’, o que ‘ella lo tendría que haber dado en adopción’, colocando el debate en un lugar equivocado”. Uno de los testimonios de este tipo que aparecen en el documental es el de una vecina de San Pedro que, refiriéndose a Romina, dice: ‘No tiene el valor de la vida, no tiene ética, no tiene nada. Ella es la que no merece vivir, y vive gratis; encima viven bien estando presos’. Según Martín, “por supuesto que nadie va a defender el asesinato de una beba, de lo que se trata justamente es de analizar todo lo que hay alrededor, lo que lleva a una mujer a esa situación desesperante”.

Otro de los ejes que atraviesa la película es el de la lucha feminista y sus diferentes reivindicaciones. Según Rizzi, en el documental “está presente un abanico gigante de reivindicaciones que tienen que ver con terminar con la opresión a la mujer. Entre ellas, una muy clara es el derecho al aborto legal y gratuito. El caso de Romina puso sobre el tapete el tema del aborto. Si ella hubiese podido abortar su historia habría sido completamente distinta”.

 Según los directores, uno de los impedimentos para que exista una ley de aborto seguro, legal y gratuito es, además del poder político, la gran influencia que hoy en día sigue teniendo la Iglesia católica. Esto es algo que se ve constantemente a lo largo del documental; en esta línea, una de las escenas más fuertes se desarrolla frente a la Catedral de Buenos Aires un día de marcha por los derechos de las mujeres: unos hombres de aproximadamente 30 años rodean el edificio con rosarios y rezan el Ave María. “Soy nacionalista y católico –dice uno de ellos-. Venimos como resguardo ante un posible desmán de los militantes homosexuales, izquierdistas. Suele suceder que estos tipos vienen y quieren profanar la catedral. Dañan una propiedad privada, como es la Iglesia católica, y ofenden a la religión fundacional del país. A los izquierdistas, feministas y homosexuales si quieren llegar a tocar la Catedral los vamos a moler a palos”. Según Rizzi, “la Iglesia es un ser omnipresente y junto con el régimen político son los que forjan todo el universo simbólico sobre el que se sostiene la dominación”. “En Jujuy -explicó- los fines de semana los chicos de las escuelas públicas tienen catequesis: la iglesia está muy presente. Pero al mismo tiempo en la película se ve que lo más retrogrado de la Iglesia católica no se ve en Jujuy sino que se ve acá, en Plaza de Mayo, frente a la Catedral”.

Romina fue liberada recién en 2012 gracias a la lucha del movimiento feminista.

 Otro de los pilares institucionales que reproducen las lógicas machistas y crean discursos patriarcales, según los directores, es el Poder Judicial. “Resulta evidente que se trata de una justicia misógina, pero en primer lugar considero que es una justicia de clase –sostuvo Martín-. El Poder Judicial no funciona igual cuando las mujeres son de clase alta; primero y principal porque ellas no llegan a esa situación, abortan antes”. El director subrayó además que “lo que se hizo con Romina, y también con el caso de Higui, fue tratar de dar una condena ejemplar para que las mujeres no repitan este accionar que consiste en denunciar al violador o actuar ante un abuso. Sobre todo hay un intento de regimentación al resto de las mujeres”. En este sentido, Rizzi se encargó de subrayar que la película no trata sólo del caso de Romina Tejerina, sino que lo que intenta es partir de ese caso particular para contar la historia de muchas otras mujeres. “Nosotros decidimos que se llamara La cena blanca de Romina y no ‘de Romina Tejerina’ porque tomamos el caso de ella como partida, pero queremos mostrar que el tema lamentablemente está universalizado –explicó-. No es sólo el caso de una Romina, sino que son muchas Rominas, Belenes, Higuis, Lucías, y la lista desafortunadamente sigue”.

 Lo que une al caso de Romina con casos más recientes, como el de Higui, es que en ambas situaciones fueron liberadas gracias a la lucha de los movimientos feministas. Como sostiene Rizzi, “por suerte hay un movimiento muy potente que ha surgido y que se está desarrollando, que combate todos estos elementos de opresión y permite que Romina esté en libertad y que Higui haya salido de la cárcel. Por supuesto que todavía hay que avanzar muchísimo. Esperamos que la película colabore en ese sentido”.

 

Actualizada 16/06/2017

 

 

“Subsidian un big mac pero no un centro cultural”

“Subsidian un big mac pero no un centro cultural”

Hace cuatro años, Lisandro Carcavallo empezó a producir audiovisuales de corta duración. Una tarde, en su casa, junto a una amiga, revisando su vieja agenda, encontró guardadas sus entradas a los recitales que había concurrido en la mítica Cemento. Ese fue el disparador. “No puede ser que no haya nada sobre esto”, pensó. Dos años y 87 entrevistas después, Cemento, el documental fue exhibido en el estacionamiento donde funcionó el mítico boliche al que Lisandro fue por primera vez a los 14 años y continuó yendo hasta que cerró. Declarado de interés cultural por la Ciudad, la película de recupera la dimensión del “primer germen de la democracia”, como dice su eslogan promocional. Ahora se proyectará nuevamente el próximo miércoles 21, a las 18.30, en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

¿Cómo nació el documental?

Influyó mucho mi pasado. Haber ido a Cemento me dio las herramientas para contar lo que se vivía. Y después, lo triste que fue enterarme que era un estacionamiento y la necesidad de reivindicarlo. Yo también toco, y la falta de espacios se nota, entonces el hecho de que hoy sea un estacionamiento habla de una postura ante los hitos culturales. Así surgió la idea de poner a Cemento en el lugar que se merece y contar la historia de lo que allí se vivió.

¿Por qué decís “el primer germen de la democracia”?

Cemento nace en 1985, con una democracia que estaba recién comenzando y donde todavía existían las razzias de la policía, persecuciones por tener el pelo largo o vestirte de tal o cual manera. En ese contexto, Cemento abre como una discoteca con una particularidad: no tenía derecho de admisión. Fue el primer lugar en albergar en democracia a todos los artistas, los performers, los travestidos o todo aquel que de verdad quería expresarse. Les da lugar a expresiones como la Organización Negra que anteriormente no tenía espacio y tenía que hacer sus actividades en la vía pública. Cemento brinda un lugar de desarrollo, de contención y de encuentro artístico.

Lisandro posa para la camara, con un cigarrillo sobre su boca

«Cemento fue el primer lugar en albergar en democracia a todos los artistas, los performers, los travestidos o todo aquel que de verdad quería expresarse».

¿Hoy no hay lugares así?

Cromañón marcó el cierre de una época. Hay un antes y un después. Hoy la escena mainstream es más cuidada, no así el under que sigue teniendo lugares donde puede pasar cualquier cosa. Lo que sucede es que uno sigue tocando porque confía que esos lugares estén aptos.

¿Faltan políticas?

No les interesa, subsidian un big mac pero no subsidian un centro cultural. Entonces, los lugares alternativos terminan siendo de resistencia porque no tienen ningún apoyo. Eso es lo terrible, que no haya una política que permita el desarrollo de estos espacios. Hoy tenemos el Centro Cultural Kirchner, ahora, yo me pregunto: ¿es para todos? No sé si ciertos pibes van a ir porque la cultura, cuando la segregan en estratos, es complicado de acceder. Cemento rompía con esto, era para todos, no importaba si vivías en Puerto Madero o en La Tablada, ibas y te sentías igual con el que tenías al lado. Por algo hoy tampoco existe La Perla, el Parakultural, el Café Einstein. No se trata de vivir del pasado, pero si tapamos las cosas con gimnasios, shoppings, estacionamientos, perdemos es la memoria de lo que somos.

¿Qué es Cemento, el documental?

Arrancamos sin nada, sin plata ni equipos. Empiezo solo con un sonidista al que le pagaba 120 pesos. Era demostrar que el cine independiente existe, que hay cosas que se pueden hacer con la gente adecuada y confiando. Creo que si hubiera tenido 20 mil dólares, la película no hubiera quedado así, había que hacerla a pulmón, como era Cemento, independiente. Está buenísimo haber logrado abrir ese lugar (Cemento) por una noche, la gente que fue a Plaza Francia a ver la proyección gratuita, demuestra que cuando le acercás cultura, la gente quiere y está ávida. Estaría bueno que se analice de qué forma se le puede acercar a la sociedad, a los pibes, más cultura genuina. Porque Cemento es nuestro, no existe en otro lugar. Estuvo el CBGB en Estados Unidos, estuvo The Cavern en Inglaterra y nosotros tuvimos Cemento, es nuestro.

¿Cuál fue la parte más difícil?

La de Omar (Chabán) era la que más miedo nos daba. Porque tal vez se confunda, nadie está diciendo que haya sido inocente o no haya sido responsable, pero tampoco se puede negar que fue un gestor cultural. Se equivocó, pagó, pero el tipo estuvo dando oportunidades a las bandas y teniendo el Café Einstein en plena dictadura, un lugar donde tocaban Soda Stereo y Los Twist. Fue un tipo que construía cultura, eso es lo que tratamos de mostrar, la diferencia que hay en Cemento con respecto a los lugares de hoy. Cuando se dice que no se firmaba un contrato, cuando dicen que las bandas no cumplían con el arreglo pero Omar les decía que estaba todo bien, que vuelvan. Qué distinto que es ahora, donde para tocar con una banda tenés que poner cinco lucas o no tocás. Es imposible hablar de Cemento sin hablar de Omar.

¿Y cómo describirías a Cemento?

Alejandro Taranto es el que mejor lo hace. Fue la tercera entrevista y nadie logró describirlo como él. Él dice que fue la usina cultural más importante que tuvimos en la Argentina. Y fue eso, una usina cultural tremenda, que dio espacio, lugar y oportunidad a montones de artistas y eso es algo que no se puede comparar, algo invaluable. No sabemos qué hubiese pasado si no estaba Cemento, pero sí sabemos que Cemento estuvo y que fue el lugar indispensable, el paso previo, el paso obligado de toda banda under que quería ser algo en el ambiente o en el mundo de la música.

No sólo de la música.

Exacto, pasa que después surgió el Parakultural, más teatral y performático. Como se ve en la peli, en Cemento surge la necesidad de hacer guita porque si no, no funcionaba, entonces empiezan a tocar bandas. En esa necesidad también hubo una apuesta, porque Divididos tocaba para cuarenta personas en un lugar que era para más de mil. Y no les dijeron “acá no vengas más” o “la próxima traeme más gente”. Si bien se necesitaba la guita, no se la puso antes que a la cultura.

 

Actualizada 22/05/2017

Una agencia de película

Una agencia de película

En un viaje que Julieta Sans hizo a la Argentina durante fines de 2011, tras vivir por más de diez años en Europa, leyó una noticia en un medio local. El recorte contaba la historia y el trabajo de Guido Fuentes, un boliviano que, movilizado por las desigualdades existentes en la Villa 31 del barrio porteño de Retiro, había creado una escuela y agencia de modelos para las chicas del barrio.  Atrapada por esa historia, Sans realizó un documental que se estrenó la semana pasada  y que se proyecta en Bama Cine Arte. ANCCOM dialogó con la realizadora, con el mismísimo Guido y con sus modelos.

La escuela de modelos abrió sus puertas en agosto de 2008. El puntapié inicial se dio en los festejos del Día del Niño, cuando se realizaba un agasajo a los chicos del barrio con un escenario en el medio de una canchita de fútbol que se encuentra entre la terminal de micros y la villa. “Comencé a observar con detenimiento mi alrededor y noté que había un contraste raro. Un choque de clases, de culturas. Por un lado, se veían los colectivos entrando y saliendo a la terminal; por otro, las casitas del barrio, que en ese momento sólo llegaban a tener dos pisos como máximo. Para coronar ese panorama, se veían de fondo los edificios imponentes de la Avenida Del Libertador. Miré mí alrededor y dije: ¡Qué lindo sería armar una pasarela con modelos desfilando entre todo ese contraste. Me imaginé eso y tomé la iniciativa’” dice Guido, quien agrega que en Bolivia había trabajado como modelo y había sido jurado de diferentes concursos de belleza, como Miss Boutique.

Sans realizó un documental sobre la agencia Guido Models, que se estrenó la semana pasada y que se proyecta en Bama Cine Arte.

A partir de ese día, Guido formó su plantel de modelos con sus amigas del barrio y vecinas. Recorrió y golpeó puertas ofreciendo cursos de modelos gratuitos. Tuvo que enfrentarse con que, más de una vez, las mamás de las chicas lo tratarán de loco y desequilibrado. Lo que no sabían es que se estaba gestando la primera agencia de modelos de la Villa 31, a la que luego llegaron modelos de otras zonas.

Julieta Sans, una vez instalada por completo en Buenos Aires, comenzó de lleno con su proyecto audiovisual. Luego se involucraron otros productores y juntos presentaron la idea al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Allí consiguieron un subsidio destinado a financiar documentales,  que les permitió, mientras filmaban, escribir el guión, estructurar y dar forma a la historia. Enseguida, entabló una gran amistad con Guido. “El rodaje duró en total unos tres años. En el medio me seguí formando en cine” afirma la directora.

Sans se ríe cuando se le pregunta qué le llamó la atención del trabajo de Guido para que decida retratarlo con su lente: “Me pareció un poco descabellado el proyecto, pero muy valioso por el contenido social, su convicción y su fuerte deseo de llevar a cabo sus ideales. Me interesó que plantee la inclusión social en la moda, cuando este es un ámbito conocido por su exclusividad”.

Si hay algo que caracteriza a Guido Fuentes es luchar por la inclusión social. Así lo sienten los y las modelos que trabajan en su agencia. Brenda, de 21 años, vive en Bajo Flores y trabaja con Guido hace seis meses. “Fue un flash. Lo tengo en Facebook y vi que subió una nota solicitando chicas y chicos porque iba a haber un evento en Costa Salguero. Me anoté y quedé. Para mí era un ícono, yo no me animaba a hablarle. Por ahora, soy modelo como hobbie, pero quiero que esto se convierta en mi principal trabajo”, afirma Brenda, esperanzada.

Guido Fuentes creador de "Guido Models" y Julieta Sans directora del documental.

Guido Fuentes, creador de «Guido Models» y Julieta Sans directora del documental.

Con sus 18 años, Katherine vive en Monte Grande. Viaja durante dos horas para llegar a la agencia ubicada en la Villa 31. Siempre acompañada de su mamá, una peluquera que no duda en afirmar que, tanto ella como su hija, tuvieron una vida muy difícil. Hace unos años perdieron su casa ubicada en la zona sur del Gran Buenos Aires. Vivieron por un tiempo en la Villa 21. Hace dos años su situación económica mejoró y pudieron volver a Monte Grande. “Las agencias son muy caras. Yo no tenía los recursos para entrar. Hace unos meses, cuando estaba abierta la convocatoria para el desfile de Costa Salguero, mi mamá le habló. Ahí fue la primera vez que desfilé. Es hermoso que te aplaudan por algo que te gusta. Quiero llegar más alto, siempre de la mano de Guido”, contesta Katherine entre risas y una brillante mirada.

Además de enseñar a sus modelos cómo tienen caminar, Guido predica con el ejemplo del sacrificio. Constantemente habla con ellas y les explica que desfilar no es la única alternativa. “Yo les insisto que estudien. De hecho, uno de los requisitos para participar de la agencia es estar en la escuela o en una facultad” asegura.

El documental Guido Models fue filmado entre los paisajes de la Villa 31 y Cochabamba, Bolivia, lugar de nacimiento y crecimiento de Guido Fuentes. La directora y artífice de este proyecto explica: “La película es un pequeño retrato de Guido y del mundo que él creó. Las chicas, Delia y Sonia, lo acompañan en ese camino, pero no centramos todo en ellas. Además, están en una edad en la que no está del todo claro si quieren dedicarse de lleno a la vida del modelaje.  El mundo es muy amplio cuando tenés 18 años y las chicas rondaban esa edad”.

“La película es un pequeño retrato de Guido y del mundo que él creó».

Delia, una veinteañera que mide cerca del metro ochenta, lo acompaña a Fuentes durante todo el rodaje de la película. Forma parte de la agencia desde los 12 años. “Viene un día Guido y me dice que quiere filmar una película, si quiero formar parte. Que estaría bueno que participemos, que muestre mi casa, mi familia, hacer una gira por los lugares donde vivió él. Acepté y tuve una muy buena experiencia. No vivo del modelaje, es un avance más. Yo trabajo de otra cosa y estudio”, dice Delia, quien en cinco años se ve formando parte de una buena agencia o teniendo la suya propia y volcando en ella todo lo que aprendió con Guido.

Fuentes entiende que la agencia es un sueño, tanto para las modelos, como para sus familias. Cuenta que, para muchos, la única meta es que sus hijas crezcan para ayudar con los quehaceres del hogar o para cuidar a sus hermanitos. Por tal motivo, entiende que, gracias a su trabajo, ahora cuentan con mayores aspiraciones que esas.

El estreno en el BAMA Cine Arte viene acompañado de la mudanza del lugar físico en el que Guido Models funcionaba. Ahora pasará a ocupar un espacio más de la larga avenida Rivadavia, precisamente al 7900, en el barrio de Floresta.  La mudanza llevará a Fuentes a ampliar su horizonte de trabajo: “La gente de afuera de la villa tiene desconfianza y miedo de acercarse. Estar en el barrio nos limita muchos trabajos. Yo siempre les digo a las chicas que están desde sus 12 años conmigo y hoy ya tienen 20 que prueben en otra agencia, pero ellas no quieren. Esto lo hago  únicamente por ellas, para que puedan conseguir más desfiles y dedicarse de lleno a esto”.

Enmarcada en esta mudanza, Fuentes prefiere que los medios hegemónicos no ingresen más a la villa de su mano: “Yo quiero que los medios muestren la parte positiva del barrio. Sé que tienen que vender, pero apelo a que muestren el  lado humano. Han usado esto sólo como marketing, con un título llamativo”. Guido explica que, si bien muchos bolsillos se ven beneficiados, esta clase de acciones a ellos los perjudica. Diversos diarios han titulado cosas terribles como Glamour en la miseria o  Las modelos Villeras. “En una nota que nos hicieron en La Nación tuvieron que cerrar los comentarios porque los lectores opinaban de manera prejuiciosa y discriminadora, tildando a las chicas como las futuras esposas de los narcos”.  

Ante la realidad desoladora construida por medios conservadores, Guido rescata la existencia de sujetos sin voz, quienes trabajan día y noche, duermen poco y recorren entre dos y tres horas para llegar a sus empleos. Ellos, dice, son quienes merecen ser tapa de un diario.

“Yo les insisto que estudien. De hecho, uno de los requisitos para participar de la agencia es estar en la escuela o en una facultad” asegura Guido.

 

Actualizado 15/11/2016