Todas las voces, todas

Todas las voces, todas

Mujeres lesbianas, mujeres trans, mujeres travestis, mujeres heterosexuales, hombres, la comunidad en casi toda su diversidad marcharon el sábado pasado de Congreso a Plaza de Mayo en la tercera movilización bajo la consigna #Ni una menos. La movilización, además, tuvo su correlato en las principales ciudades del país.

La marcha contó con la presencia de decenas de organizaciones feministas, de diversidad de género e independientes. “Vine porque soy feminista, porque estoy a favor de todos los reclamos que se hacen. Me interesa pronunciarme, con mi presencia, en contra de los feminicidios y el acoso callejero”, declaró Belén, de 18 años. Iara, de 23, dijo: “Mi principal motivo de reclamo es por la libertad de Higui, una chica que fue atacada y criminalizada por defenderse de un ataque machista. Además, por todas las que ya no están y por todas las que sufrimos acoso y violencia diariamente”. Y denunció: “Yo estudio en la Facultad de Medicina y en Plaza Houssay están habiendo un montón de intentos de secuestro”. Rosana tiene 30 años y asegura que “vine acá para reclamar por Ni una menos, por los femicidios pero también por las otras violencias: físicas, psicológicas y simbólicas”. Valentina, una mujer trans, agregó su testimonio: “Estamos en la calle poniéndole el cuerpo a la movilización para que no haya ninguna trans menos. Esta es la tercera vez que vengo a esta marcha para visibilizar el reclamlo”. Así, una a una las historias se repetían, se sumaban, se multiplicaban, se reforzaban y reafirmaban.

Belen, 18 años.

En la movilización participaron organizaciones de diversidad como Furia Trava y la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA). Paola, una de sus miembros, relató: “Estamos acá porque vinimos a dar el apoyo por Ni una menos pero, además, no sólo por las mujeres sino por los travesticidios que muchas veces son invisibilizados”. Organizaciones como Otrans denunciaron que este año, no sólo ya hubo dos travesticidios (el de Angie Velázquez y el de Marcela Paduro) sino que, además, sufren constantes manifestaciones de acoso policial como producto de una discriminación machista y xenofóbica.

Marisol, de Asamblea Lésbica Permanente, agregó su perspectiva: “Marchamos para solidarizarnos, para visibilizarnos y para que empiecen a dudar de hacernos algo en la calle porque estamos armades. Estamos acá para mostrar que la lucha no es sólo de las mujeres sino de todas las personas. Tenemos que integrar a los tipos también porque es una pelea que tenemos que dar todes”. Entre las consignas de la Asamblea, también se encontraba el reclamo por la libertad de Higui y por el caso de “Pepa” Gaitán, asesinada por el padre de su pareja en 2010.

Marisol, de la asamblea Lesbica Permanente. Marcha Ni una Menos.

Marisol, de la Asamblea Lésbica Permanente.

Marcelo Suntheim, secretario de la Comunidad Homosexual Argentina, declaró: “la CHA, 100% Diversidad y Derechos, Conurbanos por la Diversidad y organizaciones de la comunidad LGBTI nos juntamos para participar en grupo de la marcha bajo las consignas: ‘libertad de Milagro Sala, libertad a Higui y justicia por Diana Sacayán’ y para acompañar en el reclamo por los femicidios, situación que debe generar medidas legislativas aún inexistentes. Es necesario que haya más y mejores políticas públicas y particularmente una ley antidiscriminatoria que apele a miradas de diversidad en las escuelas y a la perspectiva de género, además de una perspectiva socioafectiva y socioeconómica de la pobreza. Se necesita una reforma cultural para combatir el machismo, el patriarcado, los femicidios, los travesticidios y todos los crímenes de odio”.

Paola, de la Asociacion de Travestis Transexuales y Transgeneros de Argentina.

La lectura del documento final contó con las voces de la periodista Liliana Daunes y Nora Cortiñas, -titular de Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora- y destacó el pedido de políticas estatales integrales de prevención: “Nunca pedimos por endurecimiento de las penas, tampoco menos libertades, hablan por nosotras y dicen que queremos menos libertades sociales a cambio de una protección que nunca llega”, afirmó Daunes, alejándose de la perspectiva punitivista y denunciando, además, las políticas represivas hacia las feministas en América Latina y en Argentina en particular. Inscribió la marcha dentro de una perspectiva histórica del feminismo bajo consignas actuales: “por tercera vez marchamos un 3 de junio porque todos los días una mujer, una niña o una travesti aparece muerta. El patriarcado se sostiene con esa violencia sobre nuestros cuerpos”.

Entre las exigencias se encontraban el reclamo por el aborto legal, la correcta implementación de la ley de parto humanizado y la denuncia de la desfinanciación y dilatación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI): “La ESI es clave para para construir una educación no patriarcal y prevenir que los noviazgos, por ejemplo, sean el comienzo de vidas signadas por la violencia”.

Eugenia, 16 años.

Eugenia, 16 años.

 

Rosana, 30 años.

Rosana, 30 años.

Actualizada 05/06/2017

Lluvia de amor

Lluvia de amor

Cuando el agua cae con mayor intensidad sobre Plaza de Mayo, Tía Marilú le retruca a la tormenta con No me arrepiento de este amor. «¡Arriba las lesbianas, trans, gays, queers, intersexuales, todos, todas y todes!», arenga sobre el primer compás melódico en la previa de la XXV Marcha del Orgullo, desde el escenario que da la espalda a la Casa Rosada. Es sábado 26 y en el centro de la plaza, la figura de una trans crucificada evoca el corazón de la marcha de este año: «Basta de violencia institucional y asesinatos contra las personas trans. ¡Ley antidiscriminatoria ya!». En lo alto de la cruz, un cartel rememora los nombres de Nadia Echazú, Lohana Berkins, Diana Sacayán, Vanesa Ledesma y Rafaele Onorio. En lugar de espinas, la corona de la Jesús trans tiene flores blancas y rojas; el maquillaje desvanecido por la lluvia se le desliza por la cara y la remera empapada, pegada al cuerpo, reza el lema “NiUnaMenos”.

Mientras las carrozas esperan el inicio de la marcha estacionadas en el perímetro de la plaza, sobre el escenario Mariana Spagnuolo, de la Federación Argentina LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans), dispara las consignas: ley antidiscriminatoria ya; cupo laboral trans en todo el país; basta de violencia machista y patriarcal; ley por el derecho al aborto; separación de la Iglesia y del Estado; basta de subsidios a la Iglesia católica; basta de racismo, xenofobia y sexismo; por un ámbito deportivo sin discriminación ni violencia; legalización del autocultivo y consumo de marihuana; basta de persecución política a los luchadores y luchadoras y libertad a Milagro Sala. Los aplausos que se amontonan entre consigna y consigna toman especial vigor con el último reclamo.

«Si al patriarcado no lo para la lluvia, a nosotrxs tampoco»; «Nuestra lucha no obedece a la norma»; «Dejen circular libre al deseo»; «Macri queremos trabajar». El entramado de mensajes sobre carteles empañados, con las letras desteñidas por el agua, se condensan en la bandera que encabeza la marcha: “Amor Libre”. La columna avanza por Avenida de Mayo con paraguas multicolores después de pasar bajo un enorme arcoíris inflable que cruza de vereda a vereda. «Señor, Señora / no sea indiferente / se matan a travestis en la cara de la gente» es el canto que marca el ritmo del inicio de la marcha. Atrás, las carrozas llevan cada una su fiesta con flashes, luces de colores y música. Se baila bajo la lluvia, como en un videoclip de los ochenta, música electrónica, cumbia, glam rock, pop. Da igual. Reclamo y fiesta hoy son la misma cosa.

Los cuerpos desafían la calle. Disfrazados, maquillados, pintados y con brillos, semi desnudos, con o sin implantes, musculosos y tatuados, con piercings, besándose, todos mojados y bailando. En la trama cuadriculada y gris de la ciudad, los cuerpos son subversivos en sí mismos. Por la forma en la que avanzan no parece tanto una marcha, sino una expresión en movimiento, tan diversa como coherente. Los baños químicos de la plaza se dividen en dos con los usuales dibujos de hombre y mujer. Quedaron desbordados.

Unos metros detrás del frente de la columna, un colectivo se destaca por su rosa punzante. «Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero de Argentina (ATTTA)», los presenta la bandera horizontal que sostienen entre varias. Detrás, su propia carroza contribuye a la fiesta con otro tema de Gilda: Corazón valiente. Nadir Fernanda Cardozo se presenta como Promotora de Salud y Derechos Humanos de la agrupación. Su remera fucsia recuerda con una foto a María Pía Burdacco. «Si bien la Ley de Identidad de Género vino a solucionarnos un problema, realmente solucionó solo el 30 por ciento de nuestra problemática. Seguimos exigiendo políticas de educación, salud, vivienda, trabajo, nos falta un montón», asegura Nadir en diálogo con ANCCOM. La activista trans abandona el clima festivo por un momento para la breve entrevista: «Para nosotras la palabra ´travesti´ significa hombre disfrazado de mujer. En los años ochenta y noventa usaron esa palabra de forma peyorativa para meternos presas, y hubo cientos de compañeras asesinadas. Nosotras no podemos empoderarnos con esa palabra sino con la palabra ´trans´. «Vemos que hay un recrudecimiento de la violencia hacia las trans, pero no solamente en Argentina, sino en toda América Latina», advierte con angustia. «Con este gobierno las cosas se han complicado, una cosa es tener gobiernos afines a las políticas populares. Con una gestión como la de Macri tenemos más limitaciones para que nos escuchen. Pero en la lucha se vuelve a tomar más fuerza», continúa, y agrega: «Más allá de nuestra organización, se hace difícil porque la diversidad sigue creciendo, es más amplia, y al haber habido un período de libertad fueron mayores las expresiones».

Fuertes ráfagas reemplazan a la lluvia cuando la marcha avanza cruzando la calle Suipacha. En cada esquina se suman agrupaciones de género y organizaciones políticas que relegan momentáneamente sus tonos usuales para adoptar los siete colores del arcoíris. «Se va a acabar / se va a acabar / esa costumbre de matar», cantan ahora. Con Its my life de Bon Jovi y una imagen de Carlos Jáuregui, la carroza de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) se encolumna detrás de la cabeza de la marcha. Entre los escoltas que bailan en la calle se encuentra una versión del Freddy Mercury del video Want to break free, con un top rosa y pollera de cuero. Lo acompañan un grupo de monjas trans y un diablo pintado de cuerpo entero, cuya pintura parece indeleble. Por el balcón de la caravana asoman los osos, con casco de obra, sacudiendo las panzas y atados con cinta de «peligro». Por momentos, las luces que disparan los flashes se confunden con los rayos de la tormenta.

Una vez que pasa la carroza de la CHA, otro canto se hace nítido: «Diversidad de los trabajadores / y al que no le gusta / se jode, se jode».  Son un grupo de CTERA, todos de guardapolvo blanco, con la bandera de la integración y el retrato de Milagro Sala colgado del cuello. «Este año bajo la lluvia, marchamos con nuestros guardapolvos para decir que CTERA tiene la mirada puesta en la diversidad sexual, en la igualdad de derechos», los presenta Estefanía Aguirre, secretaria de Género e Igualdad de Oportunidades de la Confederación de Trabajadores de la Educación. «Nos encontramos en pie de lucha por Milagro. Se dan muchas situaciones con ella: es mujer, es originaria, tiene una gran capacidad de organizar al pueblo jujeño, y el patriarcado no se lo perdona. Todo lo que nosotros hablamos de género y de diversidad nos tiene que poner la mira en la libertad de Milagro Sala», denuncia mientras sostiene, firme, el cartel con la cara de de la dirigente de la Tupac Amaru detenida por razones políticas. Casi no termina de hablar cuando su compañera Silvana Franco, del Área de Diversidad de Conadu, la interrumpe: «Lamentamos tener que recordar una consigna muy vieja: una navidad sin presos políticos. Una consigna de los 60 que vuelve este año. Hay seis presos además de Milagro. De los cuatro que soltaron solo una es mujer, o sea que hay un ensañamiento particular por ser mujeres».

Cerca de las 19 la columna desemboca en la Plaza del Congreso. El cielo no se despejó, pero las nubes se mimetizan con la marcha al tornarse de un naranja liviano que de a poco va mutando a rosa, hasta caer atrás de la cúpula del Congreso en un violáceo brillante. Sobre alguna carroza suena How deep is your love; en la siguiente cantan a gritos A quién le importa. Antes del cierre, la secretaria general de la Mesa Nacional por la Igualdad y de la Federación Argentina LGBT, María Rachid, dialoga con ANCCOM. «La marcha expresa claramente ‘Basta de violencia institucional y asesinatos de personas trans’, porque nos preocupa el recrudecimiento de la violencia institucional en este último año, y reclamamos por la Ley Antidiscriminatoria por la que trabajamos durante todo este año y el oficialismo viene prometiendo que la va a poner en temario en Diputados, pero hace varias semanas que no lo logramos. Esperamos que esta marcha sirva como mensaje para que la ponga en el temario y se apruebe la semana que viene, que es la última sesión ordinaria», comenta la ex legisladora porteña del Frente para la Victoria, apurada porque la llaman a subir al escenario. Levanta la mano a modo de pausa y continúa: «Las organizaciones sociales propusieron incluir el reclamo por la libertad de Milagro Sala y estuvimos todos y todas de acuerdo en la comisión organizadora. Nos parece que es un tema ineludible en cualquier movilización o manifestación de Derechos Humanos, no puede faltar el reclamo por su libertad que lo ha expresado hasta la ONU que siempre es bastante imparcial en todos los temas. La violación de Derechos Humanos de la detención de Milagro y mucha gente de la Tupac tiene mucho de misógino y machista. No toleran que sea mujer, kolla y luchadora».

«La igualdad por la que luchaban en el bar Stonewall de Nueva York, en el que se forjó aquella primera Marcha del Orgullo en el mundo. La igualdad por la que aquí lucharon compañeros y compañeras desde hace tantos años. La igualdad real por la que luchamos hoy, con muchas más herramientas, pero con el mismo dolor que nos genera la falta de justicia y acceso a todos los derechos para todas las personas LGBTIQ de nuestro país y del mundo».

El documento leído al cierre de la marcha deja claro -como si fuera necesario- que la Marcha del Orgullo es política desde que se gestó a fines de la década del 70. La particularidad de este año pasa por aglutinar la fuerza de las decenas de miles que se movilizaron hacia los reclamos más urgentes: «¡Basta de violencia institucional y asesinatos de personas trans!», se repitió, una vez más, con indignación, frente al Congreso. «No queremos ni una muerte más. La violencia institucional y social ha generado ya varios asesinatos a personas trans este año en nuestro país. El promedio de vida de travestis, transexuales y transgéneros en la región sigue siendo de unos cuarenta años. En sociedades democráticas, no podemos seguir tolerando estos datos que dan cuenta de una realidad tan injusta y violenta. ¡Esto se tiene que terminar! ¡Y se termina con políticas públicas concretas, acciones afirmativas para el colectivo trans y con la aprobación de la Ley Antidiscriminatoria ya!».

«Los derechos civiles e individuales pueden conquistarse solo en el marco de un país que respeta los derechos humanos», continúa el documento. «Ningún país avanza en el reconocimiento de derechos, si encarcela y hostiga a los y las que luchan. ¡Basta de persecución política a los luchadores y luchadoras! ¡Libertad a los 12 choferes en Salta detenidos por un conflicto gremial! ¡Libertad a Milagro Sala!».

 

Actualizado 29/11/2016