«Cualquiera que haga periodismo de investigación puede ser tildado de espía»

«Cualquiera que haga periodismo de investigación puede ser tildado de espía»

Como parte de una jornada simultánea de actos en todo el mundo, periodistas y activistas reclamaron ayer en Plaza de Mayo la libertad de Julian Assange, creador de Wikileaks, detenido en Londres y con riesgo de ser extraditado a Estados Unidos.

Activistas y organizaciones de Derechos Humanos realizaron ayer concentraciones en más de 60 ciudades de todo el mundo para exigir la liberación de Julian Assange, periodista y creador del sitio de periodismo de investigación Wikileaks. En Buenos Aires esta acción, conocida como el día «D», tuvo lugar por la tarde de este martes en la Plaza de Mayo. Santiago O’Donnell, periodista y autor de los libros Argenleaks y Politileaks, participó como orador en la convocatoria. «Hay que derrotar la noción mentirosa de que Assange es un espía. Lo están juzgando por ‘robar’ información, pero déjenme decirles que la información no se puede robar. No tiene propiedad. Se accede o no a la información. No es una propiedad, es un saber, como que el sol sale a la mañana», declaró el periodista durante el acto.

Entre ayer y hoy se decide el destino del periodista y fundador de Wikileaks. Assange se encuentra encarcelado en una prisión de máxima seguridad en Reino Unido. Se enfrentará a la justicia británica, que examinará si será o no extraditado a Estados Unidos para determinar si deberá cumplir una condena por haber filtrado documentos secretos norteamericanos a través de su sitio web.

«La batalla por la liberación de Julian Assange es cultural, es política y es judicial, me parece importante decirlo en una plaza donde las Madres han sido llamadas locas y donde un presidente ha dicho que el Estado es el enemigo. Acá es donde tenemos que dar una batalla cultural», declaró O’Donnell.

Con la presentación de Profe Romero, el acto-festival convocó a reconocidas personalidades de la política, el periodismo y los Derechos Humanos, como Alicia Castro y Alicia Simeoni, entre otros, como oradores. Además se sumaron al evento músicos y artistas, como Alejandro Jusim, Azél Milanés o Daniela Tomé.

En una entrevista para ANCCOM Agustín Lecchi, secretario general de Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), declaró que en los siguientes días “se podría definir la extradición a Estados Unidos, donde se enfrentaría a acusaciones por delitos que suman 175 años de prisión. Si el Tribunal de Londres concede la extradición, la defensa de Assange prevé apelar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH)”.

Wikileaks, fundada en 2006, tiene como objetivo exponer y vigilar el accionar gubernamental mediante la publicación de archivos oficiales. El 25 de julio de 2010, reveló más de noventa mil documentos que evidenciaban crímenes de guerra en Irak y Afganistán, incluyendo muertes civiles, torturas y violaciones cometidas por el ejército estadounidense. Además, difundió cables diplomáticos que mostraban la influencia política de Estados Unidos en numerosos países.

«El caso de Assange busca ser ejemplificador para que las y los periodistas tengamos miedo de investigar al poder”, concluyó Lecchi.

Desde entonces, la persecución de Assange no ha cesado. Ha estado 13 años privado de su libertad, primero como asilado en la Embajada de Ecuador en Londres durante el gobierno de Rafael Correa y desde abril de 2023 en la prisión británica donde está recluido en soledad 23 horas al día. Siguiendo a Lecchi, “el ataque coordinado contra Assange, del que participan varios Estados, sus poderes judiciales y las derechas políticas y empresarias, es la demostración concreta de la criminalización del periodismo y el ataque directo al derecho a la información”.

La persecución y encarcelamiento de Assange ha generado preocupación sobre las implicancias para la libertad de prensa internacional. El periodista es un “símbolo del periodismo de investigación que debemos reivindicar. El ataque a las y los periodistas y a quienes opinan distinto de los poderes establecidos se sufre a diferentes niveles, pero el objetivo es el mismo: que no se cuestione al poder establecido. El caso de Assange busca ser ejemplificador para que las y los periodistas tengamos miedo de investigar al poder”, concluyó Lecchi.

Por su parte Celeste Fierro, diputada en CABA por el Movimiento Socialista de los Trabajadores, declaró a ANCCOM: “Hace años que el gobierno estadounidense persigue a Julian Assange argumentando espionaje, cuando lo que en realidad se está juzgando y queriendo limitar es la libertad de expresión”.

Este es un caso sin precedentes en el derecho internacional. “Estados Unidos quiere sentar precedentes, dar una señal de que está bien poder amedrentar aquellos trabajadores y trabajadoras de prensa de investigación, evitar que indaguen en los asuntos de los distintos gobiernos poderosos que prefieren que no se sepan –continuó Fierro–. Es fundamental levantar y luchar por estas causas que ponen en riesgo derechos como el de la información, al trabajo de las y los trabajadores de la prensa, así como también el derecho a organizarse y a la protesta social”.

Alicia Castro, diplomática y amiga del periodista, destacó que Assange no cometió delitos en Estados Unidos ni en ninguna otra parte. “No es un hacker, no violó ningún secreto, ley, ni contrato –declaró en una entrevista para AM750–. Solo ha democratizado para la vista pública la información que recibía de algunas fuentes. Él tiene una misión: democratizar la verdad. Es un héroe de verdad”. Según aseveró, lo que pase con Assange será decisivo:

“Cualquiera que haga periodismo de investigación puede ser tildado como un espía. Esto no es solo una amenaza para la prensa libre, sino para todos los ciudadanos que reivindicamos el derecho humano de ser informados con la verdad”, concluyó la diplomática.

“Tratamos de proteger el hábito de ir al cine”

“Tratamos de proteger el hábito de ir al cine”

La historia del Cine Club Núcleo incluye hitos como ser el primer espacio en difundir a directores como Ingmar Bergman en el Río de la Plata, así como ser emblema de lucha contra la censura de la dictadura. Su director, Alejandro Sammaritano, hijo del fundador, comparte sus entrañables recuerdos y reflexiona sobre la experiencia cinematográfica.

Frente a la Plaza del Congreso, la sala principal del Cine Gaumont se encuentra repleta de adultos mayores bien vestidos y perfumados para la ocasión. Cuando empieza la película –la multipremiada Puán–, el reflejo de la pantalla deja ver los cabellos blancos de un público cinéfilo (y combativo) desde su juventud, que hoy sigue asistiendo a las funciones presenciales.

Ante el avance de las plataformas de streaming y la habitual programación de las salas comerciales, se vuelve imprescindible la preservación de espacios como el que constituye, desde 1952, el Cine Club Núcleo, para compartir el hábito y recordar tiempos pasados en los que el acceso no era para todos.

Fundado por Salvador Sammaritano, un ícono de la crítica cinematográfica argentina, desde 2001 Cine Club Núcleo es dirigido por su hijo, Alejandro Sammaritano, quien tras el fallecimiento de su padre, en 2008, tuvo que decidir si continuar con el bien de familia que tenía un valor emocional y espiritual muy grande o seguir siendo un “oscuro” contador de una empresa metalúrgica. Eligió la primera opción y continuó viviendo el cine cada día de su vida.

¿Qué diferencias encontrás en los objetivos actuales de Cine Club Núcleo y los que motivaron su creación?

Núcleo nació para tratar de facilitar al público el acceso a películas que de otra forma no podría ver nunca. Ese objetivo ahora se desvirtuó porque existe la posibilidad de verlas en el celular y, antes que no verlas, es mejor opción. Considero que se modifica mucho la percepción teniendo en cuenta que la concentración y la estética visual es diferente. Por eso lo que tratamos de proteger actualmente es el hábito de ir al cine, el hecho de estar sentado con un montón de gente que no conocés, pero con la que compartís sentimientos similares. Son prácticas que se pierden estando sentado en el living de casa.

Durante la dictadura, se planificaban excursiones a Uruguay desde la mañana temprano hasta la noche y los socios iban a ver cuatro películas en el día que estaban prohibidas en Argentina.

Alejandro Sammaritano

Núcleo continuó su actividad durante la última dictadura, ¿cómo convivieron con la censura?

La lucha contra la censura hoy parece una cosa lejana, pero fue lo más emblemático de Núcleo. Los que lo vivimos sabemos lo duro que es: había un tipo que arbitrariamente decidía qué películas se podían ver y cuáles no. Lo que hizo el cine club fue organizar un “contrabando visual”. Se planificaban excursiones a Uruguay desde la mañana temprano hasta la noche y los socios iban a ver cuatro películas en el día que estaban prohibidas en Argentina, tales como La última tentación de Cristo, Emmanuelle, Último tango en París y La Naranja Mecánica. Miguel Paulino Tato, a quien Charly García bautizó como el “Señor Tijeras”, fue uno de los censores más destacados de la época y tenía una visión elitista de la cultura. Con el tiempo, mi viejo llegó a un acuerdo de pasar ciertas películas con la condición de no anunciarlas públicamente, pero en el contestador telefónico –que era el medio de difusión de las programaciones– se decía “hay un importante preestreno” y la sala se llenaba, porque todos sabían que era una película prohibida.

¿Cuándo adquirió popularidad Núcleo?

En un principio empezó con un grupo de amigos del barrio de Colegiales, con la palabra “núcleo” uno se imagina una cosa restrictiva, pero lo que querían era que ese núcleo se agrandara y difundir el buen cine, entonces repartían volantes en la calle. De a poco comenzaron a conseguir mayor cantidad de películas, les prestaron algunos sótanos más grandes y había inclusive un arquitecto que les facilitó la casa. Se fue haciendo una cosa popular con películas que realmente no eran convencionales porque no había videocasete, DVD, Blu-rays, había que conseguir el celuloide o el material con la película. Para esto iban a embajadas y a festivales itinerantes a buscarlas, hasta que muchos distribuidores de cine se enteraron de la existencia del cine club y les ofrecieron películas de arte con el objetivo de ver la reacción de la gente y después encarar un lanzamiento. Así se consagró que Cine Club Núcleo tenga preestrenos los martes de películas artísticas. Se podían ver algunas comerciales porque no todo Hollywood es malo, pero se buscaba un cine más alternativo. La programación también se pudo seguir sosteniendo por los contactos que tenía mi viejo con Leopoldo Torre Nilson, Humberto Ríos, José Martínez Suárez, Carlos Sorín, Alberto Lecchi, también con Campanella, que nos dio todas sus películas. Actualmente, muchos periodistas continúan viniendo a ver el preestreno de ciertas películas acá para después criticarlas.

¿Cómo es la gestión del cine club?

Los distribuidores compran las películas y las ceden para el preestreno en Núcleo mediante un acuerdo. Obviamente el cine es un arte, pero no deja de ser un negocio, traer películas te sale guita y si después la gente no va, te fundís. Muchas veces yo las pido por directores, recorrido en festivales o que tengan actores o actrices importantes, pero también hay un asesoramiento implícito de las distribuidoras en la programación, ya que tienen criterio para anticiparnos si la película va o no para el cine club. Tenemos además un montón de gastos fijos que se pagan con la mensualidad de los socios, hoy si no tuviéramos el apoyo del INCAA, que nos presta la sala, no sé si podríamos continuar con esta actividad. Por mes en total son 12 funciones –la actividad en el MALBA los jueves y en el Gaumont los martes y domingos– así que, en términos monetarios, si asisten a todas es muy barato.

Teniendo en cuenta que tienen un público que viene hace años, ¿cómo hacen para que se renueve?

Es complicado, tratamos de interpelar a un público más joven, pero no tienen constancia con una actividad regular como esta. La diferencia con la gente grande es que conforma toda una salida para ellos y en los jóvenes esa práctica no está tan instalada. A su vez, después de la pandemia mucha gente perdió el hábito, cada vez se les hizo más difícil llegar hasta el centro para venir y otros lamentablemente quedaron en el camino. El público de a poco se va renovando pero la realidad es que me da miedo que a largo plazo esto que a nosotros nos gusta tanto se pierda. Hay películas que al verlas en la computadora son seis puntos pero en el cine suben a ocho, las imágenes se ven majestuosas y la experiencia es muy distinta. Por eso, resalto la importancia de salvaguardar estos espacios porque también es cuidar la calidad artística de los filmes.

¿Cómo fue crecer en una casa de cinéfilos?

Yo veía películas desde muy chico. Me acuerdo que un día mi viejo me llevó a ver La conversación, que era durísima. También películas rusas muy buenas, pero a la edad que yo tenía no eran las adecuadas para ver, así que habré dormido un rato. Algunas las volví a ver y me gustaron, otras no. En casa –que era muy chiquita– había un proyector de 16 mm que mi viejo armaba, poníamos un afiche blanco dado vuelta y veíamos las películas para decidir si la programaba para el cine club o no. Así que siempre estuve muy embebido, y eso repercutió en mi formación.

La domesticación de la cultura

La domesticación de la cultura

Se estrena Danubio, una ficción documental que da cuenta de las operaciones de inteligencia de la dictadura de Onganía sobre los artistas de Europa del este en el Festival de Cine de Mar del Plata.

Este jueves 9 de marzo se estrena Danubio, una ficción documental dirigida y producida por Agustina Pérez Rial que busca recrear lo que sucedía en el año 1968, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, cuando los servicios de inteligencia se dedicaban a vigilar “la infiltración del comunismo en la cultura”. La producción llega a la Sala Leopoldo Lugones de la Ciudad de Buenos Aires buscando interpelar al público a través de una historia inédita.

Siendo licenciada en Ciencias de la Comunicación y habiendo recorrido un largo camino en el ámbito académico, Agustina Pérez Rial decidió buscar su lugar en el mundo de lo audiovisual ya que “sentía que había algo de la forma académica y escrita que tenía un límite en cuanto a las personas que se podía llegar”, según contó en diálogo con ANCCOM. Fue en ese momento cuando Paulina Battendorff, compañera y  guionista de Danubio, le acercó unos legajos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA) que hablaban sobre las persecuciones que se llevaron a cabo en el Festival de Cine Internacional de Mar del Plata, durante el gobierno de Onganía y en plena Guerra Fría, cuando el comunismo era objeto de terror y persecución.

“Ese legajo tenía solo tres hojas en las que se hablaba de una fiesta que había hecho una sociedad Danubio para que miembros del Partido Comunista local marplatense se pudieran acercar a las delegaciones de los países del este que vinieron al festival durante el año 1968”, relató la directora y comentó que “el primer trabajo fuerte era ver quiénes eran las personas que estaban en esos legajos porque todos los informes eran anulados por Habeas Corpus y Habeas Data para que los nombres no estuvieran expuestos. Más allá de eso, por la manera que tenían de describirlos fue posible averiguar quiénes eran haciendo un trabajo de contrainteligencia”. Es que, más allá de la ficción, la película fue fruto de seis años de una intensa investigación y recopilación de archivos mediante la cual se nos permite entrar en una época de la que poco se habla. Sobre esto, Pérez Rial confesó que “fue muy difícil encontrar los archivos, muchos estaban en manos de coleccionistas privados y eso nos hace pensar el problema del acceso público a los archivos que son parte de una memoria que está muy dispersa”.

La película fue fruto de seis años de investigación y recopilación de archivos.

Mediante una amplia recopilación de archivos de diferentes tipos, ésta ficción documental busca recrear una época en la que el cine, como referente de la cultura, era objeto de censura y de vigilancia por ser considerado peligroso. “En esa época se pensaba que una persona por ir a ver una película podía salir convertida en comunista. El miedo era directamente a la cultura, eso es lo más interesante de la época”, expresó la directora y agregó: “Primero vino la domesticación de la cultura y luego la de los cuerpos en los años posteriores, una domesticación que también era cultural pero que antes estaba más escondida”. Por lo que más allá de la época, Danubio intenta que el público pueda interpelar y repensar la relación entre la cultura y la política en la actualidad.

Danubio se presenta como una ficción documental que sobrepasa todos los límites de un documental tradicional porque hace hablar a la época desde el lugar de la mujer, un lugar de enunciación poco común en una sociedad ampliamente masculinizada. “La historia se cuenta desde la voz ficcional de una mujer rusa que en sí nunca existió, sino que está hecha de mil retazos de entrevistas e investigaciones y representa a todas las que podrían haber sido perseguidas en ese momento”, sostuvo la directora.

Por otro lado, se vuelve interesante pensar el lugar que ocupa la ciudad de Mar del Plata en ésta historia, aquella ciudad “feliz” en la que se realizaban operativos de censura y de inteligencia para controlar a los miembros del Partido Comunista. “Mar del Plata tiene un lado facho muy fuerte –subraya la directora-. Es una ciudad de tres meses de actividad y nueve meses de retracción. En su momento le molestó mucho el peronismo, sobre todo cuando las vacaciones fueron universales y empezaron a llegar las masas: lo necesitó pero le molestó”. Danubio también busca mostrar aquel lado de la “ciudad feliz” que está oculto y es importante conocer.

Después de recorrer festivales nacionales e internacionales Danubio llega a la Sala Leopoldo Lugones, perteneciente al Complejo Teatral de Buenos Aires, del 9 al 12 de marzo a las 21 y del 14 al 16 de marzo a las 18, para invitarnos pensar, reflexionar y disfrutar de una historia nunca antes contada.

 

La virgen encerrada

La virgen encerrada

 

Un fallo judicial obligó a exhibir la obra de arte de manera restringida.

La obra María Abortera, realizada por Silvia Lucero, fue “separada” de la muestra Para todes tode que se realiza en el Centro Cultural Haroldo Conti, a partir de una orden judicial expedida el miércoles pasado por el juez de primera instancia Esteban Furnari. La medida fue impulsada por organizaciones que se oponen al aborto legal, seguro y gratuito porque consideran la exhibición de esta pieza como una profanación de la imagen de la virgen, ya que la estatua lleva un pañuelo verde pintado en su cara. “Tomar la decisión de encerrarla en una habitación me parece ridículo”, sostiene la autora.

La organización Abogados x la Vida dio a conocer su rechazo hacia María Abortera desde el momento de la inauguración de la muestra curada por Kekena Corvalán, cuando se hizo una entrada paródica de la obra en forma de procesión hacia la exhibición. Al día siguiente de este evento el director del centro cultural, Alex Kurland, se comunicó con Corvalán pidiéndole que retire la obra. “Yo no bajo, yo no censuro –le respondió ella, según cuenta a ANCCOM-. El director del Conti me dijo que si no lo hacía yo iba a ser peor. Pero sostuve que debían sacarla ellos, que ellos debían pagar el costo político porque esto es censura”. Asimismo, la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación, dirigida por Claudio Avruj, expresó mediante su página de twitter que no comparten algunas manifestaciones de la muestra y que fueron “sorprendidos en nuestra buena fe, al disponer un espacio de un centro cultural público para la exposición de una muestra que contiene elementos ofensivos no informados previamente. Caso contrario, hubiésemos objetado su exhibición”.

 Lucero considera que estos ataques visibilizan sobre todo la postura que tienen estos sectores de la sociedad hacia la legalización del aborto y  recuerda: “La mostré en varios lugares y nunca tuvo esta repercusión”. La estatua de la virgen con el pañuelo se encuentra dentro de una serie llamada Subversiones que Lucero realizó como tesis para su licenciatura en Artes Plásticas en la Universidad de la Plata. La serie se compone de diversas estatuas de santos subvertidas, “entre ellas estaba María Feminista, pero el año pasado cuando la llevaron al Encuentro Nacional de Mujeres le empezaron a decir María Abortera. Como en lo popular se le decía así me pareció bien cambiarle el nombre”, cuenta la autora sobre los inicios de la obra.

El grupo de abogados católicos creó el 19 de marzo una campaña online para juntar firmas en busca de que la estatua fuera retirada y desde ese momento lograron recaudar 20 mil firmas. Sobre esta medida la curadora Corvalán sostiene: “Es una locura que un grupo minúsculo, porque esa cantidad de firmas no es nada, le diga a los demás lo que puede o no ver. Es una cosa digna de los momentos más oscuros del conocimiento humano”. Sin embargo, aunque este número pareciera no ser tan importante,  a partir de esta movilización y con la fuerte presión realizada por Pedro Andereggen, perteneciente a la Democracia Cristiana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, lograron en primera instancia la expedición de una medida cautelar que sostiene que la obra debe ser exhibida en un salón a puertas cerradas con acceso permitido solamente a personas mayores de edad. Corvalán dijo a este respecto: “Ahora acatamos la orden judicial, no queda otro remedio, la obra está guardada en una oficina, pero salimos a decirle a los medios que esto es un acto de censura”, dice Corvalán, que también considera que la prohibición de la entrada a menores es otro problema, “porque si hay un nene que es agnóstico, que no está bautizado en ninguna religión, ¿quiénes son estos abogados católicos varones para decir que no podés llevar a tus hijos e hijas?”

Desde el comienzo de la exhibición hasta el momento en que la virgen abortera fue retirada Corvalán sufrió diversos ataques mediáticos por parte de las organizaciones y personas que están en contra de la obra y del acceso al aborto legal, seguro y gratuito. “Están apareciendo dos notas diarias con mi nombre denunciándome por sostener esta ‘profanación’ –cuenta Corvalán a ANCCOM-. En medios menores, pero los comentarios que deja ahí la gente son terribles. Más todos los mensajes que recibimos por Facebook”. Incluso han pedido que se retire su nombre e imagen de todos los eventos del centro cultural. “Esta gente es muy mediática, en realidad son muy poco numerosos pero son muy trolls, están todo el tiempo insultando y quejándose. Diciendo cualquier cosa también, porque yo no soy la autora de la obra, yo soy la curadora”, dice Corvalán.

También la realizadora de la obra ha recibido agravios por medio de las redes sociales de personas que al enterarse de la existencia de la virgen a través de los medios la desprecian. “Tengo pensado seguir haciendo lo que hago –dice Lucero-. Me parece que va a estar complicado exponer en algún lugar público, al menos en el contexto actual. Pero no voy a dejar de hacerlo”.

 A partir de que María abortera fuera retirada de la muestra los y las trabajadoras del Conti expidieron un comunicado y comenzaron a juntar firmas en contra de este acto de censura. Cuenta Corvalán: “Ya hay muchas propuestas para hacer cosas incluso humorísticas: poner una virgen sin pañuelo, a ver si también les molesta; o hacer una performance. Desde el campo cultural se está tomando esto con mucho humor en un momento en el cual la situación político-económica está muy complicada”. Resulta muy simbólico que este acto suceda en un espacio como el Centro Cultural Haroldo Conti, donde los derechos humanos y la libertad de expresión son ejes centrales. “Yo pensé esta muestra que cruza géneros y memoria, y también problematiza la situación de desfinanciamiento de un lugar como este, porque Avruj no destina presupuesto, está achicando y busca que se asfixie este espacio”, concluye Corvalán.

 

Martínez de Hoz: la verdad al desvelo

Martínez de Hoz: la verdad al desvelo

La censura, según la Real Academia Española, es la intervención que practica el censor en el contenido o en la forma de una obra, atendiendo a razones ideológicas, morales o políticas. La censura, desde tiempos memoriales, ha sido una herramienta utilizada por las clases dirigentes en su objeto por frenar aquella información comprometedora con el gobierno de turno. Ya cuando el periodismo y las nuevas formas de comunicar iban desarrollándose allá, por el siglo XVII, existieron intentos por bloquear la circulación de información, de las mercancías más valiosas del mundo. La censura perdura hasta nuestros días. Awka Liwen es un ejemplo de ello.

Awka Liwen es un documental estrenado en septiembre de 2010, escrito por Osvaldo Bayer y dirigido por Mariano Aiello. El film trata sobre la matanza y la expulsión de los pueblos originarios por parte del gobierno de Julio Argentino Roca, en la llamada en los libros de historia “Campaña del desierto”, para hacerse así de sus tierras. De ahí, el nombre Awka Liwen, que en idioma mapuche significa “rebelde amanecer”.

El documental enfatiza en la clase dominante por entonces, principal beneficiaria del saqueo de miles de hectáreas, y en José Toribio Martínez de Hoz, colaborador de Roca, acreedor de dichas tierras y primer presidente de la Sociedad Rural Argentina. Tiempo después de la exhibición de Awka Liwen, los nietos de José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía durante la Dictadura militar de 1976, realizaron una demanda judicial a los directores del film con el propósito de terminar con la circulación del material. El intento de censura se justificaba por “el perjuicio irreparable que esas acreditadas falsedades le causaron a la familia”.

El film trata sobre la matanza y la expulsión de los pueblos originarios por parte del gobierno de Julio Argentino Roca, en la llamada en los libros de historia “Campaña del desierto”, para hacerse así de sus tierras.

Los demandantes, Alejandro y José Alfredo, como toda clase dirigente incómoda ante una información verídica, se escudaron en la censura. Buscaron limitar la libertad de expresión. Sin embargo, luego de cinco años de conflicto, en mayo de 2016, los jueces se pronunciaron a favor de Aiello y Bayer. “Los Martínez de Hoz son una familia del poder económico argentino totalmente anacrónica, no moderna, que para hacer su reclamo se centraron en la obra pero no tuvieron en cuenta el pasado”, cuenta Aiello a ANCCOM, y prosigue: “Es una familia que, en 200 años de Argentina, siempre estuvo en contra de los intereses de la mayoría de los argentinos”.

En ese conflicto, Aiello y Bayer vieron una oportunidad para crear un segundo documental, Martínez de Hoz, que se estrenó el pasado jueves 22, en el cine Gaumont, y el viernes 23, en el Malba. El film, de 202 minutos y dividido en dos partes, cuenta cuatro historias: el papel de la familia Martínez de Hoz a lo largo de la historia del país, con el juicio impulsado por los nietos del ministro de la Dictadura; la historia económica argentina; el rol de la justicia en todos esos años; y la formación de nuestra cosmovisión nacional. Son cuatro ejes que toma el documental para dar cuenta de la estrecha relación que existió entre el Poder Judicial y la clase dominante, de tinte económico, sumado a las principales medidas llevadas a cabo por los diferentes gobiernos, muchas de ellas con participación de los Martínez de Hoz. Asimismo, el material audiovisual cuenta con Osvaldo Bayer como hilo conductor y con testimonios de especialistas en historia, economía y derecho. Con ello, se logra argumentar la desfavorable presencia para el pueblo argentino de la dinastía Martínez de Hoz, desde las raíces de la Argentina, en tiempos del Cabildo Abierto, hasta nuestros días. Aiello sostiene que los nietos, quienes son abogados y tienen un estudio jurídico, además de la demanda sobre Awka Liwen, también se muestran en contra del Estado argentino.

En agosto de 2016, tres meses después del fallo judicial a favor de los directores de Awka Liwen, los demandantes volvieron a la carga: solicitaron un resarcimiento económico por el daño moral causado. “Tenemos otro nuevo juicio que nos está iniciando esta familia para prohibir esta nueva película. Es una demanda por daños y perjuicios pero también, en el petitorio, piden que se prohíba el documental”, sostiene Aiello en el estreno de Martínez de Hoz. Quedará en la justicia, entonces, resolver qué hacer. Si dar lugar al pedido de censura, o bien, resaltar, una vez más, el valor incondicional de la libertad de expresión para toda sociedad democrática, informada y educada a partir de la historia nacional. Por lo pronto, quienes quieran ver el nuevo documental sobre los Martínez de Hoz, pueden hacerlo el próximo domingo 2 de julio, en el Malba.

Actualizada 27/06/2017