Ni yankees ni marxistas, humoristas

Ni yankees ni marxistas, humoristas

La revista Satiricón cumple 50 años y fue homenajeada en la Biblioteca Nacional. A principios de los setenta, marcó una revolución en el periodismo por su desfachatada irreverencia. Sexo y política en medio de la violencia y la censura.

Este 9 de noviembre la revista Satiricón cumple 50 años. La semana pasada, en el Centro de la Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional, sus protagonistas celebraron la publicación que rompió el molde de lo políticamente correcto.

Este  homenaje a Satiricón sintetiza también un cambio de época en la manera de producir humor gráfico y hacer periodismo. Del encuentro moderado por Juan Sasturain, director de la Biblioteca Nacional, participaron Carlos Ulanovsky, Tomás Sanz y Oskar Blotta. Entre el público, asomaban Mario Mactas y Carlos Blotta, entre otros colaboradores. 

La idea de comenzar una revista surgió durante un almuerzo: corría el año 1972 cuando, motivados por el deseo de dibujar, Oskar Blotta y Andrés Cascioli, que trabajaban juntos en la agencia de publicidad de Carlos Blotta, le propusieron iniciar el proyecto. “Nos entrevistamos con él, le comentamos la idea y Carlos obviamente se sorprendió, nos dijo que la idea era un peligro pero le encantó”, explicó Oskar. “Parte del secreto  de Satiricón fue ser concebida en una agencia de publicidad”, continuó. Sus técnicas eran completamente distintas a las del periodismo de entonces, “sobre todo en el diseño”.

Una vez que el proyecto estuvo más consolidado, se lo presentaron a Dante Quinterno, creador de Patoruzú. No lo apoyó. “Estos chicos no saben lo que es sugerir, creen que todo tiene que estar explícito en el humor. Chicas desnudas y temas políticos son para países más maduros. El poder político no lo va a tolerar y la gente se va a escandalizar”, sentenció.

Aún teniendo en cuenta las adversidades, la revista de tirada mensual se publicó por primera vez el 9 de noviembre de 1972, a un precio de 4 pesos, en medio de la conmoción por el regreso de Juan Domingo Perón a nuestro país. “Salió sin número cero. Se trabajó sin red, sin el respaldo del señor un millón de dólares, solo guiados por la intuición de Carlos Blotta”. explicó Ulanovsky en diálogo con ANCCOM.

Ubicada en Viamonte 759, Oskar Blotta, Andrés Cascioli, Tomás Sanz, Carlos Ulanovsky, Mario Mactas, Landrú, Alicia Gallotti (que saltó a la fama con entrevista al popular boxieador Ringo Bonavena a quien desnudó metafórica y literalmente), Viviana Gómez Thorpe, Jorge Guinzburg y Carlos Abrevaya, entre otros colaboradores, escribían e ilustraban secciones como “El último es cola de perro”, “Estamos podridos de…” y “El Sátiro Virgen”, Satiricón hablaba de política, de sexo y se burlaba de todos con crueldad y sin piedad, incluso de sus lectores.

 La publicación fue definida por Ulanovsky como “una revista totalmente sincrónica con su tiempo que tuvo que ver con lo que ocurría alrededor”. El maestro de periodistas destacó además su relación con la libertad con la que se trataba cada tema y el corrimiento constante de los límites”. Para Ulanovsky esa fue la clave del éxito. La primera tirada contó con 33.000 ejemplares. En menos de un año, ya se imprimían más de 156.000 y en octubre de 1974 rondaba los 200.000. “No nos creíamos nada. Ese fue uno de los motivos de la repercusión de la revista. Los éxitos se alcanzan cuando uno menos los busca”, agregó. Con la publicación en su mejor momento, llegó la censura. La Ley 21.840, mejor conocida como “antisubversiva», penaba toda actividad que atentara contra la estabilidad del orden constitucional. La revista fue clausurada durante un año, mediante un decreto. En consecuencia, varios de sus integrantes partieron amenazados al exilio, entre ellos: Carlos Ulanovsky. “Siempre es una cosa muy desagradable que la censura te respire en la nuca pero creo que una de las grandes enseñanzas es que no hay que autocensurarse, en todo caso es mejor retirarse”, reflexionó.

Satiricón ya había sufrido censuras parciales: en diciembre de 1972, el segundo número fue declarado de exhibición limitada por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y en abril de 1973, el número 6 resultó retenido pero a partir de la vuelta de Perón a la Argentina, los integrantes de la revista comenzaron a recibir mensajes: “a él le gusta hacer muchos chistes pero no le gusta que que hagan chistes sobre él”. La cuestión se agravó con su fallecimiento, recordó Ulanovsky, ya que “empezó a operar la Triple A y eso fue todavía más difícil de sortear. Intentamos eludir el tema con una serie de números temáticos especiales, el humor negro, chancho, sexual, morboso”.

En diciembre de 1975, la revista publicó un nuevo ejemplar  pero el regreso fue breve. La primera etapa de Satiricón tuvo 22 números. El último salió en marzo de 1976, en la tapa se leía “El demonio nos gobierna». Precio de tapa: 8 pesos y fin de un primer ciclo marcado por las balas de metralla y la represión.  A pesar de su corta vida, la publicación fundo un tipo de periodismo que poco después derivaría en el quincenario Humor, el medio de comunicación que más haya resistido y erosionado a la dictadura militar que se instaló en 1976.

Sus ediciones se encuentran disponibles en el Archivo Histórico de Revistas Argentinas y en el Centro de Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional. Son piezas clave para entender un momento clave de nuestra memoria cultural y política.

Del autor al lector

Del autor al lector

Carlos Ulanovsky ofrecerá algunos de sus clásicos, como «Días de Radio «y «Paren las Rotativas».

Podría decirse que la idea comenzó a nacer a partir de una llamada o un mail y de  cajas llenas de libros que apenas habían sido salvados de ser destruidos. La situación de la industria editorial no es ajena a la crisis económica del país -que también afecta a los demás sectores industriales-, y las editoriales no tienen el dinero para mantener depósitos, y en ellos, los remanentes de ediciones pasadas. A partir de esta situación, Victoria Nasisi, Jorge Bernárdez y Luciano Di Vito diseñaron la Feria Autores y Bodegas que se llevará a cabo el sábado 7 y el domingo 8 de diciembre, de 14 a 20.

«Las editoriales comenzaron a llamarnos para decirnos que podíamos retirar los libros que no se habían vendido o, caso contrario, los destinarían a hacer pulpa de papel. Así fue que los escritores nos encontramos con libros en casa, en cajas bajo la cama y sin posibilidad de hacerlos llegar a los lectores», cuenta Nasisi, autora de Los besos no serán televisados. Se encontraban en un punto muerto en el que nadie ganaba, ya que «hay un tema de costos que hace que la editorial deba pagar impuestos por los ejemplares que le quedan sin vender”, explica Bernárdez (couator junto a Di Vito de Las aventuras de Perón en la Tierra y El fin del periodismo) y agrega: “Si le sumás que la situación económica no ayuda a que la gente compre libros, hace que las editoriales se saquen de encima cada vez más rápidos esos ejemplares que ya saben que no se van a vender por los canales habituales.»

Fue así que estos autores se encontraron con un centenar de libros en sus casas y sabiendo que otros colegas -escritores y periodistas- tenían el mismo problema. La convocatoria se hizo entre amigos y fue una invitación a juntarse para vender esos libros. Y con ello, no sólo salvar esos ejemplares de la destrucción, sino también acercarlos al público a precios más accesibles que los del mercado.

La primera edición de la feria se llevó a cabo el sábado 3 de agosto de este mismo año, en Villa Urquiza. En aquella ocasión, el espacio fue mucho más pequeño -por ser la primera vez, casi un ensayo-, y las gruesas camperas de invierno acompañaron a los libros y los vinos. «Fuimos doce autores y dos bodegas a una vinería llamada Acha Club, con nuestros libros y con sus vinos”, cuenta Nasisi, y agrega que el resultado fue sorprendente para todos: “Vino muchísima cantidad de público y vendimos un montón, siempre a precio amigable, porque la idea es salvar a los libros de la destrucción o del olvido en nuestras casas.»

En esta ocasión, y con promoción de la Dirección General del Libro, Bibliotecas y Promoción de la lectura del Ministerio de Cultura de la Ciudad, la feria se llevará a cabo durante dos días en la Biblioteca del Parque de la Estación, un espacio recuperado por los vecinos del barrio, ubicado en Presidente Perón y Gallo. Con una convocatoria mayor a la de agosto, reúne a más de cuarenta autores y diez bodegas. La entrada es libre y gratuita, y no se cobra participación a los autores, en tanto está pensado como un espacio de oportunidades e intercambio.

Cristina Mahne, quien participa por primera vez del evento con su libro ¡Sí, quiero! (A mi wedding planner) -una investigación periodística realizada hace diez años acerca del negocio de la organización de eventos-, considera que “esta feria es una oportunidad de que los lectores se encuentren con obras que ya no se comercializan, y para los autores implica el acceso a un público masivo y la chance de comercializar sus títulos de manera directa.” Y agrega: “Me parece valiosa la propuesta en momentos en que vemos que, por ejemplo, en España las editoriales destruyen colecciones completas. De este modo estamos propiciando un nuevo circuito de comercialización, sin afectar a los actores tradicionales porque son volúmenes que ya no se venden en librerías.”

Así lo entiende también Alejandro Wall, quien fue uno de los escritores invitados a participar de la primera edición por los mismos organizadores, con sus libros ¡Academia, carajo! y El último Maradona (en coautoría con Andrés Burgo): “Fue muy lindo lo que se generó también con el resto de los autores y autoras. Porque además de poner la venta libre, hubieron muchos intercambios entre nosotros: de ideas, de libros, de conversaciones, de conocer gente. Así que eso es lo interesante de esto y lo interesante de que se pueda mantener y repetirse antes de que termine el año.”

Para Carlos Ulanovsky, una de las figuras más importantes que participa de la Feria Autores y Bodegas, la iniciativa también es “muy buena y útil. Nos permite a los autores cuyos libros han sido descatalogados, saldados o amenazados de ser convertidos en pulpa de papel, presentarlos y ofrecerlos en una modalidad muy del autor al lector y a precios amigables.” Él estará con libros de su autoría como Días de radio, Estamos en el aire y Paren las rotativas.

El valor de las obras que son vendidas en el marco de la feria es decidido por los mismos autores; y éstos también conservan lo recaudado por las ventas de sus ejemplares. Esto está en relación con lo que ganan los escritores por derechos de autor: “Se calcula que el autor cobra un 10% por cada libro vendido. Si el libro, hoy, vale 900 pesos, el autor se queda con 90. Ese dinero se liquida semestralmente, aunque en los últimos años por las crisis esos plazos se hicieron un poco más flexibles y en algunos casos el autor recibe una sola liquidación en el año. En general, salvo que sea un milagro, las liquidaciones nunca conforman a los autores”, explica Ulanovsky, dando el panorama de lo que puede esperar un escritor dentro del mercado editorial y una nueva dimensión de lo que significa esta feria para los mismos autores.

En ese sentido,  Wall considera que la instancia que se generó de escritores autoconvocados -durante la primera edición de la feria y, en mayor medida, lo que sucederá el fin de semana del 7 y 8 de diciembre- es muy interesante: “Vivir de los libros es algo muy difícil, incluso para los que venden muy bien. Me parece que lo más interesante que sucedió en el último tiempo, en lo que se podría llamar ‘mercado’, es que puedan juntarse para pensar desde el lugar del autor y la autora los derechos que tenemos, que no son solamente los derechos por regalías o derechos de autor, sino también de que esto forma parte de un trabajo y quizás se necesiten otras reivindicaciones. Y después la autogestión, que siempre es un lugar interesante.”

Los escritores esperan una amplia convocatoria de público para la feria que contará con libros de diferentes géneros: ficción, poesía, periodismo, deporte, humor gráfico y fotografía. Entre otros títulos (aparte de los nombrados anteriormente) estarán Trimarco, la mujer que lucha por todas las mujeres y Amalita, la biografía, de Soledad Vallejos (el último en coautoría con Marina Abiuso). También se podrán comprar La increíble aventura del ERP en los cerros tucumanos, de Daniel Gutman, Un mundo con drogas, de Emiliano Ruchansky, Argenpapers, de Tomás Lukin y Vicentico y Pequeños fracasos, de Eduardo Fabregat,

El panorama de la industria editorial es complejo, y los distintos tipos de feria que proliferan suponen formas de paliar la situación. “El presente es complicadísimo, y el futuro se avizora igual por varios motivos que exceden a la crisis económica: también hay cambios en los hábitos de consumo. Los libros siguen teniendo un público fiel pero en todo el mundo las librerías cierran o se achican, y se ven obligadas a buscar formatos originales de comercialización”, explica Cristina Mahne. La Feria Autores y Bodegas se presenta como una de estas alternativas