Dos velitas para el Reprocann

Dos velitas para el Reprocann

El Registro del Programa Cannabis que permite el uso y cultivo de la planta de marihuana con fines medicinales ya cumplió dos años. En este período se realizaron más de 200.000 solicitudes, buena parte ya aprobadas. ¿Qué impacto está teniendo el sistema? ¿Cómo viene funcionando?

En marzo de 2021 se aprobó el Registro del Programa Cannabis (REPROCANN) que habilitó en la Argentina el uso y cultivo de cannabis con fines medicinales. Desde entonces, el Ministerio de Salud recibió más de 200.000 solicitudes para obtener el permiso. La demora para la aprobación suele rondar entre uno y dos meses en promedio para quienes cumplieron con los requisitos, sobre todo un diagnóstico médico que lo justifique. Gracias a este registro, la persona es autorizada a circular dentro del país con la cantidad necesaria para su tratamiento.

¿Cómo funciona el Reprocann? ¿Qué evaluación hacen los expertos a dos años desde su implementación?

 

Cómo se hace

“Para uno poder registrarse tiene que ingresar a la página de REPROCANN y definir si es paciente, si cultiva para sí mismo o si cultiva para un tercero, es decir, si es un ‘cultivador solidario’”, explica Nicolás Di Biase, médico clínico y especialista en hepatología, con posgrado en endocannabinología y terapéutica cannabica de la Universidad de la Plata. El especialista aclara que el REPROCANN está vinculado a la  Ley 27350 de 2017 que permitió legalizar el cultivo y transporte de cannabis para uso medicinal.

“Una vez hecha la solicitud, el sistema brinda un código de vinculación que  tiene que usar el médico tratante”, comenta Di Biase, quien trabaja en diferentes hospitales de Bahía Blanca. Cualquier médico que tenga matrícula vigente puede recetar, “no tiene que ser un médico especialista en cannabis. Aunque hay médicos que se autodefinen como cannabinólogos, la verdad es que no es una especialidad en sí misma sino una herramienta que está bueno aprender a utilizar” explica Di Biase, también presidente de la Red de Profesionales para el Estudio de Cannabis. “En la Universidad Nacional del Sur desde 2018, dentro de la Carrera de Medicina, se dicta una cátedra de uso de cannabis medicinal. Se busca que el estudiante se reciba como médico teniendo información sobre la planta. Hay otras universidades que lo están haciendo”, afirma el médico.

Una vez hecha la inscripción, el médico debe entregar al paciente un consentimiento informado bilateral. Por su parte, el paciente debe brindar al médico el código obtenido de la inscripción en el REPROCANN para cargalo. Si todo va bien, en aproximadamente uno o dos meses se recibe la aprobación. El permiso dura tres años y, “se permite cultivar indoor (interior) u outdoor (exterior). Lo que no se permite es cultivar en la vía pública, como en las veredas”, aclara Di Biase.

Si bien la mayoría de las inscripciones se aprueba, “se puede negar cuando hay patologías psiquiátricas como esquizofrenia, bipolaridad, depresión… No es que lo rechazan definitivamente, sino que piden que el permiso lo haga un psiquiatra. Es importante recalcar que el programa solicita que se haga una evaluación a cargo de un especialista», afirma Di Biase.

Los cuatro grupos de enfermedades frecuentes que trata el cannabis son el dolor crónico, alteraciones del sueño, alteraciones del estado de ánimo y alteraciones del apetito. El cannabis también se utiliza para tratar la epilepsia: ayuda a reducir la cantidad de convulsiones, pero no cura la enfermedad. “Hay que entender que son paliativos de síntomas. El producto no produce intoxicación ni muerte. La única precaución a tener en cuenta es con mujeres embarazadas, niños y adolescentes, personas con problemas psiquiátricos graves, enfermedades cardiovasculares no controladas y casos específicos”, aclara.

Existen cerca de quince mil tipos de cannabis y dependiendo el perfil de cannabinoides que tiene, se le receta al paciente. Es frecuente que alguien se acerque con un producto comprado en un negocio: “En la mayoría de los casos nos hemos encontrado con que no tienen nada. Por eso la idea es que mejor auto-cultiven las plantas”, sugiere el especialista.

Di Biase asegura que es difícil que se produzca dependencia o adicción como suele suceder con el clonazepam, la nicotina o la cocaína. La razón es que no es una molécula singular individual que entra al cuerpo y genera dependencia continua si no un grupo de moléculas que interactúan en diferentes receptores y eso hace que la persona no genere dependencia a una sola. Lo que sí puede pasar es que con los años pueda requerir más cantidad para tener el mismo efecto. También aclara que si bien “no produce dependencia química, puede pasar que se produzca la dependencia psíquica».

“Somos hijos de una cultura prohibicionista que se instaló en la década de 1920 y fue una bajada de línea de políticas internacionales de Estados Unidos en las cuales se demonizó a la planta y a su usuario. Hemos nacido en ese contexto y suele relacionarse al cannabis con otras drogas, narcotráfico y crímenes”, aclara Di Biase.

De este lado de la ley

Di Biase recuerda que “está prohibido vender cannabis. La persona que vende este producto está violando la Ley 23737. En farmacias todavía no se vende porque no hay productos aprobados por el ANMAT. Los únicos productos aprobados no son del extracto completo de la planta sino cannabidiol o CBD solo y se utiliza para Epilepsia Refractaria”, afirma. En relación a conseguir las semillas, “es un mercado que no está regulado y es complicado porque sigue siendo un poco gris. La ley no permite su venta, pero el Instituto Nacional de la Semilla (INASE) autoriza la venta de aquellas que han demostrado calidad y trazabilidad. Hay cinco cepas que han aprobado, pero que aún no están a la venta”, explica Di Biase. Los especialistas recomiendan que cada paciente cultive sus propias plantas.

Emilio Ruchansky, productor periodístico del noticiero de la Televisión Pública, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA), explica que hay dos permisos que se pueden obtener a través del REPROCANN: uno es para pacientes/usuarios y permite tener un máximo de nueve plantas de las que se obtienen unos 40 gramos de flores o seis frascos de 30 mililitros de aceite. El otro permite cultivar para un tercero (algo fundamental para las llamadas madres del cannabis) al que se lo denomina, “cultivador/a solidaria”.

“También se acaba de abrir una posibilidad de hacer una Asociación Civil que puede tener hasta 150 pacientes”, explica el también autor del libro Un mundo con drogas. Los caminos alternativos a la prohibición. Cabe recordar que la Ley 23.737 prevé entre un mes o dos años de prisión por tenencia de drogas para uso personal: “Esa pena en general no se aplica porque se declara inconstitucional o es una pena en suspenso. Depende mucho del juzgado y que lo considere para su uso personal. La pena por tráfico de drogas va desde cuatro a quince años de cárcel”, explica Ruchansky.

De este lado de la ley

Di Biase recuerda que “está prohibido vender cannabis. La persona que vende este producto está violando la Ley 23737. En farmacias todavía no se vende porque no hay productos aprobados por el ANMAT. Los únicos productos aprobados no son del extracto completo de la planta sino cannabidiol o CBD solo y se utiliza para Epilepsia Refractaria”, afirma. En relación a conseguir las semillas, “es un mercado que no está regulado y es complicado porque sigue siendo un poco gris. La ley no permite su venta, pero el Instituto Nacional de la Semilla (INASE) autoriza la venta de aquellas que han demostrado calidad y trazabilidad. Hay cinco cepas que han aprobado, pero que aún no están a la venta”, explica Di Biase. Los especialistas recomiendan que cada paciente cultive sus propias plantas.

Emilio Ruchansky, productor periodístico del noticiero de la Televisión Pública, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA), explica que hay dos permisos que se pueden obtener a través del REPROCANN: uno es para pacientes/usuarios y permite tener un máximo de nueve plantas de las que se obtienen unos 40 gramos de flores o seis frascos de 30 mililitros de aceite. El otro permite cultivar para un tercero (algo fundamental para las llamadas madres del cannabis) al que se lo denomina, “cultivador/a solidaria”.

“También se acaba de abrir una posibilidad de hacer una Asociación Civil que puede tener hasta 150 pacientes”, explica el también autor del libro Un mundo con drogas. Los caminos alternativos a la prohibición. Cabe recordar que la Ley 23.737 prevé entre un mes o dos años de prisión por tenencia de drogas para uso personal: “Esa pena en general no se aplica porque se declara inconstitucional o es una pena en suspenso. Depende mucho del juzgado y que lo considere para su uso personal. La pena por tráfico de drogas va desde cuatro a quince años de cárcel”, explica Ruchansky.

Ruchansky describe que hay dos tipos de permiso: para pacientes o el llamado «cultivador solidario».   

Cultivadores

La falta de información a nivel institucional ha hecho que la comunidad del cannabis desarrolle sus propios canales. Emiliano Montamat, licenciado en Educación, es uno de ellos a través de la página de Instagram dr.reprocann que tiene como fin, “comunicar sobre el programa del cannabis y crear conciencia del uso responsable. Cuenta con un equipo de médicos  en diferentes especialidades autorizados por REPROCANN que pueden indicar el uso de cannabis medicinal”, explica el licenciado. Entre Instagram y WhatsApp recibe entre cien y doscientos mensajes por día por diferentes consultas. “Los médicos hacen un análisis integral e indican qué tipo de cannabis consumir. Lo que cobran al paciente son los gastos de mantener la estructura y el honorario del médico. Pero también hacen consultas médicas gratuitas a través de ONG”, explica.

Montamat también es presidente de la cooperativa Siembra Nativa. Aún no cultivan en conjunto porque están a la espera de que la Agencia Regulatoria de la Industria del Cañamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) determine qué requisitos van a necesitar y qué van hacer con su producción si llegan a obtener la licencia. “Todos somos autocultivadores desde hace mucho tiempo y estamos inscriptos en el REPROCANN. Hoy nos estamos asesorando con ingenieros agrónomos y diferentes especialistas. También seguimos avanzando en infraestructura”, detalla Montamat. Como grupo, están autorizados para adquirir las semillas y plantines y tiene un vivero que se llama Semas Legales.

Cultivadores

La falta de información a nivel institucional ha hecho que la comunidad del cannabis desarrolle sus propios canales. Emiliano Montamat, licenciado en Educación, es uno de ellos a través de la página de Instagram dr.reprocann que tiene como fin, “comunicar sobre el programa del cannabis y crear conciencia del uso responsable. Cuenta con un equipo de médicos  en diferentes especialidades autorizados por REPROCANN que pueden indicar el uso de cannabis medicinal”, explica el licenciado. Entre Instagram y WhatsApp recibe entre cien y doscientos mensajes por día por diferentes consultas. “Los médicos hacen un análisis integral e indican qué tipo de cannabis consumir. Lo que cobran al paciente son los gastos de mantener la estructura y el honorario del médico. Pero también hacen consultas médicas gratuitas a través de ONG”, explica.

Montamat también es presidente de la cooperativa Siembra Nativa. Aún no cultivan en conjunto porque están a la espera de que la Agencia Regulatoria de la Industria del Cañamo y del Cannabis Medicinal (ARICCAME) determine qué requisitos van a necesitar y qué van hacer con su producción si llegan a obtener la licencia. “Todos somos autocultivadores desde hace mucho tiempo y estamos inscriptos en el REPROCANN. Hoy nos estamos asesorando con ingenieros agrónomos y diferentes especialistas. También seguimos avanzando en infraestructura”, detalla Montamat. Como grupo, están autorizados para adquirir las semillas y plantines y tiene un vivero que se llama Semas Legales.

Una movilización que no fue puro humo

Una movilización que no fue puro humo

Miles de personas reclamaron en la 15ª Marcha Mundial de la Marihuana la legalización del cultivo de cannabis.

Iniciada desde Plaza de Mayo, ayer tuvo lugar la décimo Quinta Marcha Mundial de la Marihuana, que en el resto del mundo se realizó días antes, el 20 de abril. La columna estaba compuesta por miles de personas que marcharon hasta el Parlamento para pedir por su legalización. Luego de dos años de pandemia y de la clara imposibilidad para reunirse, finalmente, la Plaza del Congreso se transformó en el espacio de festejo de quienes defienden el cannabis. 

“Yo no soy delincuente, yo no soy un criminal, yo cultivo marihuana, no más presos por plantar”, cantan quienes van al frente de la marcha.

Son las cuatro y veinte en Plaza de Mayo, a una cuadra ya se siente un vaho que pocas veces se percibe con esa intensidad en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Pero hoy es diferente, todo el mundo fuma marihuana con una sonrisa en la cara, todos se juntan con el mismo pedido: “Legalización”. Un policía, desde el Cabildo, filma la concentración, la plaza parece un espacio donde no existe la Ley N° 23737, hay un vacío legal que se llena de humo.

“Exigimos una nueva Ley de Drogas y la derogación de la Ley 23737 por su carácter inconstitucional. Hace más de treinta años que tenemos una norma que vulnera nuestras libertades e instaló la represión y el control social”, dice una de las tantas oradoras en el escenario donde cada persona trata distintos reclamos relacionados al cannabis. 

La movilización la lidera una banda murguera, empiezan a caminar en el mismo momento que suena el Himno Nacional al ritmo de trompetas, bombos y redoblantes. Atrás de la banda, una bandera de Mamá Cultiva llama la atención por sobre las otras, debajo de ella se encuentran las madres que representan la organización: “Empecé a hacer cursos en Mamá Cultiva por un problema de salud de mi hija. Ella tiene endometriosis y fibromialgia, le daban muchos medicamentos derivados de la morfina y lo reemplazamos con aceite y cremas de Mamá Cultiva”, cuenta Susana, de 66 años, que fue a marchar junto a su nieto de 9.

Esta semana se dio a conocer la aprobación de la Ley para la Industria del Cannabis Medicinal y el Cáñamo. Con el objetivo de complementar la Ley N°27350 que permite el uso paliativo y terapéutico del cannabis , se presentó el marco regulatorio necesario para el desarrollo de la industria cannabica y de cáñamo. Si bien es un gran avance para quienes luchan por la legalización y la posibilidad del autocultivo para el consumo personal del cannabis, todavía queda mucho por recorrer. “Necesitamos una legislación que abarque a todos y a todas, que el autocultivo sea una realidad y que esta legislación medicinal y sobre todo industrial tenga una perspectiva de economía popular”, reclama Ornella Infante, directora de Políticas y Prácticas contra la Discriminación en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).

 

A medida que avanzan por Avenida de Mayo, cientos de personas se suman al peregrinaje hacia el Congreso. Hay tantas formas diferentes de porros como lo hay en cantidad de personas. Dos chicas caminan en contramano a la dirección que se dirige la marcha: “Que lindo que es mi país, que linda que es Argentina”, exclama como agradeciendo a quienes estaban frente a ella reclamando derechos. 

“Basta de presos por plantar” es el pedido que más se repite en los carteles de la manifestación. Asociaciones e incluso particulares cuestionan la falta de capacitación de las fuerzas de seguridad en cuanto a ley N° 27350: “Estamos luchando para que el autocultivo sea reconocido, que no nos quiten las plantas. Estamos registrados en el Reprocann pero eso no basta, tenemos compañeras que tuvieron muchos problemas. La policía no está capacitada y toma al cannabis como una droga peligrosa”, sostiene Susana que lleva a su nieto de la mano a medida que caminan por Avenida de Mayo. 

 

Al llegar al Congreso espera un escenario aún más grande que el que estaba en Plaza de Mayo junto con una feria de emprendedores donde la estrella es, obviamente, el cannabis: brownie loco, empanada loca, medialuna loca, pizza loca. Para picar, para enrollar, para quemar, para plantar, para decorar, para regar, para bajonear. La comunidad del cannabis se hizo presente en la Plaza del Congreso, la planta santa, como le dicen algunos, sigue buscando ganar derechos y derribar aún más prejuicios. Son las seis de la tarde, empiezan a tocar bandas en el escenario pero siguen siendo las cuatro y veinte. 

 

«Los adolescentes consumen lo que pueden y no lo que quieren»

«Los adolescentes consumen lo que pueden y no lo que quieren»

Según un informe del SEDRONAR la droga ilícita más consumida en la Argentina es la marihuana. ¿Qué dicen quienes la usan de forma recreativa?

El siglo XX trajo consigo la globalización y con ella cambios en las maneras de consumir. En el caso del cannabis, las sociedades primitivas pasaron de un uso tradicional y medicinal a las sociedades modernas con consumos, en este caso, de sensaciones y experiencias. Estas transformaciones también repercutieron en nuevos modos de pensar la relación entre los jóvenes y los consumos cotidianos. Es en este contexto que aparece la noción de «consumo responsable», la cual deja de implicar un consumo pasivo para tener un rol activo, consciente y crítico.

Un cambio profundo en esta relación se produjo cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la utilidad del cannabis medicinal para mitigar los síntomas de múltiples enfermedades: glaucoma, autismo, quimioterapia o parkinson. Además, se comprobó que funciona eficazmente en algunos tipos de epilepsia, aminora el dolor menstrual e incluso es beneficioso para controlar y paliar procesos de ansiedad y depresión.

En Argentina, el uso medicinal y el autocultivo se legalizó en noviembre de 2020, en esta línea, este avance legislativo invita a debatir, una vez más, el uso adulto o recreativo específicamente en adolescentes.

Por otro lado, su uso recreativo (aún no aprobado en Argentina) es cada vez más frecuente. Según el informe Marihuana: intensidad del consumo publicado en 2017 por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) el cannabis es la sustancia más “probada” al menos alguna vez luego del alcohol y del tabaco, y también la droga ilícita más usada en el país. El estudio organizado por el Centro de Estudios Culturales del Cannabis (CECCA), con el apoyo de la Universidad Nacional de Quilmes y de la revista THC, reveló que entre 2010 y el año de la difusión de este informe el consumo creció en todos los grupos de edad, tanto en varones como en mujeres.

La adolescencia es una etapa que va formando la identidad y la búsqueda de autonomía e implica el cuestionamiento a cualquier autoridad que ponga límites, pero sobre todo se caracteriza por la necesidad de experimentar. Asimismo, los jóvenes están insertos en una sociedad que tiene una fuerte presencia de industrias que empujan al consumo. Además, en la actualidad el acceso a las sustancias es más fácil y rápido, por lo tanto, ellos mismos toman la decisión de qué probar o experimentar.

Existen diferentes formas de consumir drogas. Un primer contacto que puede quedar ahí o luego continuar; ocasional, caracterizado por el uso intermitente de las sustancias con largos intervalos de no consumo y que está asociado a la búsqueda del placer, relacionarse, relajarse; y por último, un consumo frecuente, diario. Para saber si alguna sustancia provoca algún tipo de dependencia, debemos evaluar qué tipo de sustancia es y el contexto en el que se consume.

Para Olavarría la dependencia de cualquier sustancia conlleva ciertos comportamientos que motivan el impulso y la necesidad de tomar una sustancia en forma continua y regular para sentir el efecto o para evitar sentir el malestar que provoca no consumirla: “El problema es cuando el consumo afecta la salud física y mental, las relaciones primarias como la familia y amigos, las relaciones secundarias como el colegio o el labor y hasta  presentar problemas legales. Pero no todos son casos problemáticos”.

A la hora de hablar del consumo de cannabis, muchos jóvenes mencionan su uso recreativo, sin embargo, Olavarría considera que en este período lo que hay es “uso adulto”: “Muchas veces, por cómo mencionamos las situaciones, reforzamos conductas como sucede con las publicidades de alcohol que permanentemente inculcan valores positivos a dicho consumo en los jóvenes”. A la par afirma que en este proceso el consumo de cualquier sustancia debería ser cero ya que el cerebro madura hasta los veinticinco años y cualquier sustancia psicoactiva y psicotomimética como el cannabis impacta allí y provoca daño. Aun así, para la psiquiatra, la cuestión pasa “por el lado de la experimentación”.

La experimentación y el uso adulto de drogas es muy propio de esta etapa de la vida para sentir placer o para aliviar un sufrimiento. Respecto a este tema, ANCCOM inició un debate en el foro «Cultura Cannabica», un espacio de discusión sobre diversas temáticas del cannabis para que algunos jóvenes explicaran el propósito de su consumo:

“Se dice muchas veces que los jóvenes consumimos por tener tiempo libre o porque estamos aburridos pero la verdad es que a mí me sirve mucho para calmar las tensiones con el entorno familiar o mismo para dormir”, explica Julian, miembro del grupo de Facebook.

Otros lo refieren para mejorar la creatividad: Yo generalmente fumo cuando llego a casa del colegio y me pongo a dibujar, siento que en ese es mi momento conmigo mismo para hacer lo que amo de una manera distinta”; (Selene, joven de 24 años). Otros señalan que se trata de un momento para compartir con amigos: “Nosotros preferimos juntarnos para comer y fumar en una casa en vez de un boliche, no solo porque la pasamos bien sino porque nos sentimos seguros y acompañados entre amigos”. (Lucas, 39 años, Almagro)

En este sentido, la especialista afirma que esto sucede porque el cannabis relaja, deshinibe y esto hace que los jóvenes se sientan más divertidos y menos estresados. Para Olavarría hay quienes usan el consumo para identificarse, en este caso por medio del Cannabis: “Los adolescentes están en permanente búsqueda de una identidad, su principal angustia esta, entonces, en ¿quién soy?, ¿qué pienso?, ¿con quién me identifico? Por eso es fundamental en esta etapa fomentar actividades placenteras relacionadas con hábitos saludables para que puedan identificarse, por ejemplo, con el deporte, la música, el arte en lugar del cannabis o cualquier otra sustancia como el alcohol”.

El último estudio de Sedronar del 2021 sobre consumo en estudiantes universitarios pone de manifiesto que las principales motivaciones hacia el consumo tienen que ver, en primer lugar, con la diversión y el placer, seguido de problemas personales, o consumo de amigos y, por último, la indiferencia a la información sobre los daños.

Siguiendo esta línea, la médica destaca que no es menor que en plena pandemia el 30% de los encuestados refirió como principal motivo de consumo el relajarse: “Esto habla del estrés que vivieron los adolescentes por la pandemia y que no estamos trabajando como sociedad en enseñarles y en proveer otras formas para relajarse y tramitar sus emociones, y en esto la familia y los colegios tiene un rol fundamental”.

Barrios vulnerables

El contexto social de los barrios vulnerables provoca sufrimiento, violencia, desigualdad y por supuesto consumos de sustancias. Para Olavarría hay tres ejes que funcionan como factores de riesgo: el social y cultural, el familiar y el individual: “¿Cómo tolero tanto malestar?, ¿dónde encuentro placer? El consumo engloba estas dos preguntas y es la respuesta ante el sufrimiento y la búsqueda de placer”.

La disponibilidad de la sustancia es otro factor de riesgo de consumo y  atraviesa todos los sectores: “Los adolescentes consumen lo que pueden, no lo que quieren. Muchas veces el acceso al alcohol fomenta el consumo masivo del mismo en los jóvenes, hay ofertas, te fían en el supermercado, hay en las casas. Es decir, es barato y lo consigo fácil, con el resto de las sustancias va pasando lo mismo”.

Sin embargo, el problema con todo esto es, por un lado, el “efecto góndola”, es decir el dealer vende lo que tiene y no lo que tal vez el adolescente quiera consumir, con situaciones en las que se va a comprar cannabis pero como no tenía, se termina comprando LSD o pastillas y por el otro, la falta de reducción de daños que hay en el país por las leyes que nos atraviesan: “Un ejemplo de esto es lo que pasó hace poco con la cocaína adulterada. Sobre este tema muchos estudios manifiestan que cuando los adolescentes conocen los componentes de la sustancia que eligen para consumir el 90% elige no consumirla si está adulterada o no tiene los componentes que debería tener esa droga”.

El uso adulto de esta sustancia y su calidad es hoy una problemática a resolver. Parece necesario concientizar y dar herramientas a los jóvenes que deciden aprovechar los beneficios de esta planta: “Mis padres saben que fumo aunque no están de acuerdo. La realidad es que lo hacemos como una forma de vida y de salud, queremos ser conscientes sobre lo que estamos consumiendo”, detalla en el foro Juan, consumidor frecuente de cannabis.

En este sentido, para la médica el uso responsable de una sustancia se alcanza sólo a través del conocimiento sobre lo que se consume: “Si vas a experimentar sabé con qué lo vas a hacer y de qué forma es más seguro hacerlo”. Asimismo aconseja evitar consumir a quienes tengan antecedentes de familiares con trastornos por uso de sustancias o psicosis o si están en período de embarazo. Lo importante acá es siempre evaluar el momento y el contexto: “Las sustancias te van a dar el viaje según cómo estás vos anímicamente. Es clave el control clínico anual con tu pediatra y comentarle que consumís, así cuidas tu salud”.

Por otro lado, la legislación reconoce a los adolescentes como sujetos de derechos y establece el concepto de autonomía progresiva, la cual impone la obligación de atender a toda persona menor de 18 años con o sin acompañamiento siempre que llegue de forma voluntaria.

Finalmente en este escenario, algunos consumidores apuestan por la legalización de la marihuana no solo para hacer frente a los malos usos de esta sustancia sino también para terminar con el mercado negro.

El regular la calidad y la presencia de cannabinoides psicoactivos implica la existencia de un Estado presente en materia de legislación pero, sobre todo, de salud pública. Un Estado que promueva las propiedades medicinales junto a programas de prevención, educación y salud para que cada consumidor tenga información verídica sobre los productos que consume.

La Rural ahora también exhibe el cannabis

La Rural ahora también exhibe el cannabis

Entre el 15 y el 17 de octubre se llevó a cabo la segunda edición de la Expo Cannabis en la Rural de Buenos Aires. Los organizadores se propusieron avanzar contra la desinformación y los mitos de esta planta ofreciendo charlas de investigadores, abogados, médicos, empresarios y la comunidad ciudadana para reivindicar la relevancia del cannabis medicinal, industrial y de uso adulto en el país. El autocultivo y el consumo de marihuana es una realidad en el país y sus beneficios medicinales, productivos y recreativos llegaron para quedarse. El encuentro reunió a más de cincuenta mil personas. Palermo se vistió de verde e inauguró conferencias, talleres y consultorios presenciales y virtuales.

Tras dos años de pandemia, volvió el segundo evento más importante de Latinoamérica. Siguiendo el protocolo Covid y en turnos escalonados, expositores, asistentes y personal del predio reciben a todo aquel que ingresa. Familias, amigos, jóvenes, niños, adultos mayores recorren el pasillo de entrada para ir al pabellón general. Pueden hacerlo a través del patio, el espacio de cinco mil metros de aire libre ubicado en la histórica pista de La Rural que se ve rodeado de puestos de comida, música y un sector especial donde niños y niñas se divierten en una huerta con plantas aromáticas.

El otro recorrido cuenta con quince mil metros de exposición y está techado. Allí las luces iluminan los ciento veinte stands nacionales e internacionales y alrededor de quince mil personas recorren los pasillos en busca de artículos para el consumo o para autocultivo: “Es la primera vez que vengo a la expo. Soy consumidor medicinal y estoy autorizado por el Reprocann. Empecé a tomar aceite porque tengo hernias de disco pero me metí en este mundo porque necesitaba información y no sabía qué me vendían. El prejuicio de la planta hace que los médicos tarden en investigar pero hoy hay muchos beneficios demostrados”, comenta Santiago de 46 años, de la Provincia de Buenos Aires.

Para su compañera, Agostina Garcia de 35 años, «no solo hay mucha gente sino que de distintas edades. Hoy mi familia usa cannabis con beneficios medicinales y nosotros consumimos de forma recreativa y responsable porque nos ayuda a desenchufarnos, nos relaja y es mejor que las pastillas”.

Según la Primera Encuesta Nacional de Personas que Usan Cannabis, el 75,5% de los personas que tratan algún problema de salud con cannabis medicinal logra reducir el consumo de fármacos y casi en su totalidad (el 98%) se suele recetar a personas que sufren de enfermedades como el Parkinson, la neuropatía, el daño de la médula espinal y la esclerosis múltiple.

Cannabis para todes

Nora, de 72 años, junto a su marido Oscar participó de la charla “Tercera Edad” del doctor Nicolás Di Biase. Ellos aseguraron haber mejorado su calidad de vida tras consumir aceites y derivados pero no tuvieron un médico que los acompañara en este proceso. Tal como explicó el doctor durante la conferencia, la información es uno de los puntos más demandados: “Son los pacientes los que piden estos tratamientos. Es nuestra responsabilidad informar e investigar tanto en el área de la salud como en otros campos”.

No solo hay stands de consultas medicinales sino legales y veterinarias. El puesto del consultorio legal es atendido por defensores oficiales y abogados especializados. Allí se responden dudas y se brindan cursos sobre “cómo anotarse en el registro oficial” de autocultivadores autorizados por el Ministerio de Salud. A su vez, la Defensoría General de la Nación, el Ministerio Público de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Estudios de la Cultura Cannábica pusieron un servicio personalizado llamado Punto de acceso a la Justicia. Allí las personas consultan gratuitamente dudas legales en torno al cannabis pero también para informarse sobre los derechos que tienen. En la edición 2019 de Expo Cannabis, los defensores oficiales del Punto de acceso a la Justicia recibieron más de 10.000 consultas legales.

Para animales

Sin duda, la gran novedad de esta feria es la aplicación de tratamientos a base de la planta en animales con patologías. Veterinarios Cannábicos Argentinos tiene a cargo el consultorio veterinario que se dedica a informar sobre las afecciones que podemos tratar con los componentes de la planta: tetrahidrocannabinol (THC) y cannabidiol (CBD). Las principales enfermedades son la epilepsia refractaria, trastornos neurológicos, cáncer, moquillo nervioso y problemas de la piel. Se tratan con cremas, infusiones y  hojas de la planta que ayudan a reducir los dolores.

ANCCOM diálogo con Paula Lezcano fundadora del primer consultorio cannabico veterinario para entender por qué la regulación actual necesita modificarse. La ley de psicotrópicos y estupefacientes le brinda a los médicos veterinarios la competencia para delegar recetas médicas de animales pero no con derivados de cannabis: “Nosotros, como médicos veterinarios, pedimos ser incorporados en la ley nacional medicinal argentina porque entendemos que el derecho medicinal de ser humano debe tenerlo el animal también”.

Hoy, la mayoría de los tratamientos cannabicos para animales son abastecidos por el autocultivo y no existen aún productos farmacéuticos para el uso veterinario. Aunque esto parezca novedoso, el tratamiento cannábico en animales existía a fines del XVIII como método de anestesia para antes de cualquier operación, en combinación con alcohol y otras hierbas. Con la prohibición se dio de baja la investigación y tratamientos médicos a seguir: “La planta hace bien y tiene tanto abanico terapéutico que no es necesario estar enfermo para consumirla, es una herramienta muy útil que tiene años y eso a veces no es bien visto por la medicina tradicional. Empecemos a dejar las pastillas, volvamos a la tierra, a lo natural y pensemos en los animales como sujetos de derechos”.

La propuesta se superpone con los cambios sociales y los derechos a los animales, entendidos como un miembro más en la familia. La especialista detalla que esto también transforma al nivel académico entre profesionales: se ofrecen capacitaciones gratuitas a colegios médicos veterinarios, universidades con cátedras libres de cannabis medicinal y organizaciones civiles visibilizan esta temática: “Estar en la expo nos permite mostrarnos, dar conferencias y traer información a las familias. Estamos hablando de una necesidad y del derecho a la salud entendida como una sola, muchos profesionales de la salud veterinaria trabajamos durante la pandemia y recién en este evento nos conocemos”.

El Estado argentino se hizo cargo de la enorme demanda que expresaron cincuenta y seis mil personas en el primer año de ExpoCannabis. A partir de aquel evento se reguló el acceso al cannabis medicinal a través del autocultivo y se empezó a regular su industrialización con un proyecto de ley oficial que se aprobó en el Senado. En este contexto, la agrupación de médicos veterinarios alza la voz defendiendo el autocultivo y la protección a las familias frente a las persecuciones policiales: “La realidad es que existe una separación entre el médico humano y el veterinario olvidando que todos somos profesionales de la salud, nosotros no fuimos reconocidos como tal y esta ley lo refleja. Hay que entender que hoy el animal es un sujeto de derecho en un montón de situaciones”.

Práctica terapéutica

En paralelo y en dos escenarios simultáneos, se desarrollarán más de 80 charlas y conferencias por donde pasan científicos, investigadores, economistas, empresarios, periodistas, especialistas en género, abogados y otros profesionales conversando y debatiendo sobre los distintos usos de esta planta. También se dictaron dieciséis talleres para aprender a cultivar, hacer aceite y resina de cannabis. Por ejemplo María, de 45 años, quien vive en el barrio de Flores compartió su experiencia tras participar del taller de cultivo: “Hace diez años que cultivo para consumo personal y quiero aprender a hacer aceite de cannabis porque son caros y los tengo que comprar afuera”. “La importancia de cultivar está en la calidad de lo que uno consume y saber que es natural, aparte que la práctica en sí es terapéutica”, agrega su novio Emanuel. Quien planta cannabis en su casa no le compra al dealer, quien cultiva se enfrenta al mercado ilegal de drogas, quien planta necesita información y quien consume quiere calidad. El autocultivo y el consumo de marihuana es una realidad en el país pero no todo es consumo recreativo.

Uno de los stands más concurridos es el de Mamá Cultiva, una organización pionera en el autocultivo para uso medicinal que se formó en el año 2016 cuando un grupo de mujeres, madres de hijos con diferentes condiciones de salud, exigieron la legalidad de la actividad para la salud. “Esta herramienta terapéutica nos brindó lo que la medicina alopática no pudo, calidad de vida y dignidad para les nuestres”, explica en el acto de inauguración, Valeria Salech, fundadora de Mamá Cultiva. “Muchas familias siguen con temores para lanzarse al autocultivo, incluso muchas que ya lo practican, porque si bien la nueva reglamentación del gobierno nacional determinó la legalidad de esta práctica, en algunas provincias se les da más bola que en otras, porque lamentablemente sigue habiendo algunos allanamientos en casas de familias que tienen plantas para uso medicinal. Hoy, hay gente que puede viajar en avión con su gotero, con sus flores, y por el otro lado hay personas a las que, aun con el carnet del Reprocann, les golpea la puerta la policía. Estamos generando un cambio de paradigma y eso no ocurre de un momento a otro. Necesitamos seguir formando a las fuerzas de seguridad y también a los profesionales de la salud, porque todavía hay quienes dudan si el autocultivo es legal o no”.

Desde principios de marzo de este año el Reprocann es el único registro que autoriza a las personas al cultivo controlado con fines medicinales o terapéuticos. Según datos del Ministerio de Salud, a los que accedió THC, ocho mil trámites están aprobados, alrededor de unos trescientos fueron rechazados y en torno a los veinticuatro mil siguen sin haberse completado. ¿Por qué estando aplicada la ley se dificulta el acceso a un derecho a la salud? Los abogados consultados durante el evento expresaron que muchos médicos se niegan a certificar estos casos o no quieren registrarse para avalar los permisos. Asimismo nos detallan que no existe en el sistema público de salud espacios de atención para el tratamiento con cannabis lo cual obliga a muchas personas a pagar una consulta privada. Estos obstáculos hacen que hoy un paciente no pueda acceder de forma gratuita a un certificado médico de cannabis medicinal. Así queda en evidencia la ausencia de una política clara en los centros de salud.

Sin embargo, una arista para cambiar esta situación es la primera empresa estatal dedicada a la producción pública de derivados medicinales de cannabis de grado farmacéutico: Cannava. Cuenta con un equipo de cultivo y trabajadores de campo que llevan adelante todas las actividades que requiere la agricultura del cannabis con fines medicinales, un laboratorio y operaciones de industrialización farmacéutica: “El redescubrimiento de la potencia científica y práctica de esta planta, es su capacidad y efectividad para aliviar el dolor; también es un golpe a la soberbia de las estructuras y una invitación al conocimiento.”

La empresa nacional cuenta con el respaldo de las leyes nacionales y abarca toda la cadena productiva: desde las semillas hasta la distribución de medicamentos y aceites reservada a la epilepsia refractaria.

A lo largo de estos días, se desarrolló también una jornada exclusiva de negocios con los actores más relevantes del sector y un Workshop de formación médica para profesionales de la salud.

El cierre del evento se caracteriza por el arte y la ciencia: pintores y artistas dibujan sobre esta temática y se presentan los ganadores del concurso «Pósters Científicos». La convocatoria expone investigaciones científicas actuales frente a especialistas reconocidos en el país y en el mundo. En comparación con la edición 2019 el evento creció un 400% en superficie y duplicó los pabellones, los escenarios, las conferencias y los stands. De hecho se habla de una cannabicultura en Argentina conformada por distintas edades, especialidades y usos que exigen hoy más que nunca el reconocimiento del estado y de políticas públicas.

Sebastián Basalo, director de la Revista THC y uno de los organizadores de Expo Cannabis dijo en el cierre: «La Expo es un punto de encuentro y construcción colectiva. Juntos construimos bienestar, trabajo y salud. Las bases de este año son un gran desafío para crecer mucho más, estamos más que listos para construir una nueva realidad del cannabis en Argentina».

El gobierno impulsa la industria del cannabis medicinal

El gobierno impulsa la industria del cannabis medicinal

Argentina legalizó el autocultivo controlado de cannabis medicinal en noviembre de 2020 permitiendo la venta de aceites, cremas y otros derivados en farmacias autorizadas. La ley incluye la autorización del cultivo personal y en red para los usuarios, investigadores y pacientes que se registren en el Programa Nacional de Cannabis. El pasado 1° de marzo, durante su mensaje ante la Asamblea Legislativa, el presidente Alberto Fernández fue más allá y anunció que impulsará un proyecto de ley para desarrollar la industria local vinculada al uso del cannabis terapéutico y con fines de industrialización.

A fin del año pasado, las diputadas del Frente de Todos, Mara Brawer y Carolina Gaillard, presentaron un proyecto de ley para desarrollar la industria del cáñamo en productos alimenticios, textiles y cosméticos. La novedad se encuentra en la regulación de esta variedad de planta que contiene bajos contenidos de THC del cual se pueden fabricar diversos derivados como fibras, papel, materiales para la construcción, bebidas e infusiones y hasta biocombustible. “De la misma manera que la sociedad entendió que el uso del cannabis medicinal no es el mismo que el recreativo, ahora todos tenemos que entender que el cáñamo es una oportunidad para el desarrollo sustentable, estamos hablando de industria. Si saldamos ese debate, solo será ganancia, generamos trabajo e industrias novedosas que se sumarán a la economía”, sostiene Brawer.

El proyecto pretende habilitar todas las acciones: sembrar, cultivar, cosechar, guardar, acopiar, almacenar, transportar, realizar extracciones, industrializar, comercializar, importar y exportar semillas con todas las partes de la planta de cáñamo, cáñamo industrial y hortícola, así como de sus extractos y producidos. En referencia a esto, la diputada agrega: “Toda la planta tiene distintas utilidades, desde los granos que se usan para disminuir el colesterol y sacar harinas que sirven como suplementos dietarios para personas mayores, a la cáscara de la semilla que es un abrasivo industrial y pasta ecológica de dientes, hasta el tallo y la raíz. Del tallo se puede hacer fibra textil, fibra larga para industrias y fibra de vidrio con el aserrín; también se pueden hacer proyectos de ladrillos para la construcción de vivienda y telas”.

Otro de los argumentos para apoyar esta regulación es su bajo impacto ambiental. La producción de cáñamo puede servir de sustituto de materiales contaminantes como plásticos y fibra de vidrio, y beneficia a la tierra ya que no requiere de agroquímicos para erradicar malezas o plagas.

Tomando esta iniciativa como referencia, el Ejecutivo decidió unificar este proyecto con el medicinal para la producción local en diversas áreas. Además, en febrero de 2021 se acordó entre el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la compañía Pampa Hemp equipos de investigación para la producción local. El foco está puesto en el desarrollo productivo de técnicas de cultivo de cannabis con diferentes variedades genéticas, así como el diseño de protocolos de producción apoyados en acciones, medidas y procedimientos técnicos que permiten identificar y registrar cada producto desde su origen hasta el final de la cadena de comercialización. Esto se complementará con inteligencia artificial aplicada, automatización, sensorización y monitoreo de cultivos. En una segunda etapa, el objetivo será el desarrollo de genéticas propias para fines medicinales y otros usos junto con la creación de un banco de semillas que permita contar con germoplasma adaptado a las condiciones geográficas y climáticas del país.

En este marco, entre 2021 y 2022 se invertirán 350 millones de pesos para potenciar la investigación y el desarrollo de la elaboración local trabajando en conjunto con la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA) y la Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME).

Pero, ¿cómo se estima el resultado de estas investigaciones en términos productivos y de ganancias? ¿Qué elementos se tienen en cuenta para investigar y aplicar políticas públicas respecto a este tema? El Ministerio de Desarrollo Productivo encargó un informe al economista Andrés López, director del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) y profesor titular de Desarrollo Económico en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, para conocer el potencial del mercado del cannabis en el país. En diálogo con ANCCOM, López explica que para avanzar con el informe se conversó con los sectores interesados en participar de la cadena de cannabis para atender sus especificidades y sus respectivos objetivos.

El estudio tiene la intención de encontrar las oportunidades de Argentina en el rubro de cannabis medicinal e industrial, identificando los obstáculos y los eslabones principales del sector. “En lo económico, a comparación de lo médico, hay poco estudiado y por ello recurrimos a experiencias y estudios de otros países como Estados Unidos y Canadá”, detalla el economista. En el informe se estimó que la Argentina podría generar un mercado interno de 450 millones de dólares agrupando en un primer grupo a medicamentos, aceites y nutracéuticos para enfermedades crónicas; y en el segundo, cáñamo que se podría utilizar para el sector textil y fabricación de alimentos o productos veterinarios con CBD.

Si bien está permitido el autocultivo a nivel artesanal, el especialista insiste en la necesidad de un marco regulatorio que acompañe e impulse las inversiones a nivel comercial. Respecto a esto afirma que faltan muchas regulaciones: “Por un lado, un proyecto de ley medicinal que amplíe la participación de más sectores y más utilizaciones, y por el otro, una ley que habilite la plantación de cannabis con bajo contenido psicoactivo para regular el procesamiento y manipulación posterior al cultivo, como también la comercialización y el traslado”.

Además de la posibilidad de cultivar en distintas modalidades y diversos lugares del país, se busca reemplazar el cultivo de tabaco para los agricultores pequeños. López explica que “debería desaparecer el consumo del tabaco para darle oportunidad a los derivados del cannabis atendiendo los servicios que la planta requiere”. En la industria y en todo el mundo se sabe que el consumo de marihuana sigue siendo cada vez más alto, por lo cual resulta fundamental regular y controlar no solo para tener noción de lo que se consume sino para evitar el mercado negro y la manipulación, concluye.

El presidente de la Cámara Argentina del Cannabis y director de Pampa Hemp, Pablo Fazio, prevé una inversión de 600 mil dólares para poner en marcha dos invernaderos de 270 metros cuadrados cada uno, y pidió autorización al Ministerio de Salud para importar semillas. Más allá de la investigación y el acceso al cannabis con fines terapéuticos, la finalidad estará centrada en regular e impulsar la cadena productiva de un sector con gran potencial estratégico: «La Argentina tiene que aprovechar su condición de país agroexportador, su sector académico y de investigación fuerte y su industria farmacéutica», señaló Fazio al diario La Nación.

En una situación de crisis económica, el Gobierno nacional busca ampliar la matriz productiva, generando empleo y la entrada de divisas. Pero para ello antes deberá impulsar las leyes y marcos regulatorios para que estos desarrollos puedan llevarse a cabo en todo el país.