El abandono del Estado mata

El abandono del Estado mata

Pacientes oncológicos y sus familias se movilizaron frente al Congreso de la Nación para denunciar el atraso en la entrega de medicamentos, la burocratización del sistema sanitario y la falta de interlocutores gubernamentales que los escuchen en sus reclamos.

En el día Mundial de la lucha contra el cáncer, pacientes oncológicos y familiares se reunieron frente al Congreso de la Nación para visibilizar la falta de tratamientos. “Hace dos semanas una paciente tomó la decisión de suicidarse por la angustia ante la falta de medicación”, cuenta Débora Bosco, titular de la Fundación Solidaridad Cáncer Argentina (FUSOCA), y asegura que fue este hecho el que la motivó a organizar la convocatoria, además de la falta de tratamientos que ya lleva más de tres meses de retraso: “Desde que cambió el Gobierno perdimos todo tipo de contacto con el Ministerio de Salud de la Nación”, comenta.

Bosco explica que una vez diagnosticada la persona, se le comunica si el tratamiento debe ser gestionado por el Ministerio de Salud de la Provincia o por el de la Nación, y los insumos deberían llegarle al paciente veinte días después de iniciado el trámite: “Hoy el tratamiento no está llegando”, denuncia y destaca que, entre los medicamentos faltantes, se encuentra el pembrolizumab, uno de los principales anticancerígenos cuya entrega corresponde a Nación.

Alexis trabaja con pacientes oncopediátricos y es padre de Ren, fallecido de cáncer a los ocho años. Si bien aclara que la Ley Oncopediátrica (sancionada en 2022) exige la cobertura de la medicación para niños y niñas, advierte que las drogas oncológicas, al ser habitualmente inmunosupresoras, generan una baja en las defensas y así facilitan la producción de infecciones intrahospitalarias durante la internación. La medicación que combate estas infecciones no está asegurada a pesar de que la Ley Oncopediátrica determina que todos los insumos relacionados con la internación deben ser garantizados: “Como no están dentro del cuadro oncológico, las obras sociales argumentan que no forma parte de lo que deben cubrir”.

Al mismo tiempo, cuestiona lo burocrático del procedimiento para solicitar los tratamientos: “Las familias que están con un hijo enfermo no están en condiciones de andar haciendo trámites”, advierte. En concordancia, Mónica Santi, acompañante terapéutica de pacientes con cáncer de mama y miembro del grupo Unidos por el Cáncer, declara que una persona con cáncer de mama debe realizarse cada seis meses una serie de estudios “sumamente invasivos” para renovar la medicación: “Es innecesario porque la oncóloga sabe cuál es el estadio de la enfermedad”, agrega y afirma que también hay retrasos en la asignación de turnos para esos estudios: “En una enfermedad que no puede esperar como lo es el cáncer, tendría que existir menos burocracia”, opina.

Tanto Mónica como Alexis coinciden en que la medicación que debe garantizar el Estado ronda mínimamente entre los ochenta y los noventa mil pesos si se la obtiene de forma particular. Además, en ocasiones se ofrece en dólares y solo rinde para una semana de quimioterapia.

Desesperación

“Recién ahora tengo esa sensación de riesgo total porque no sé cómo va a ser el futuro”, confiesa Julio Bullon, un docente que perdió casi la totalidad de su voz a raíz de las múltiples operaciones a las que tuvo que someterse por cáncer de colon con metástasis en hígado y pulmón. Cuenta que su obra social no cubrió los insumos necesarios para su primera sesión de quimioterapia, la que pudo solventar gracias a medicación prestada y antigua que él conservaba. Dice sentir “desesperanza” porque no sabe qué sucederá con su segunda sesión, que mientras tanto se pospone indefinidamente a la espera de tratamientos que no llegan.

“Si no obtenemos respuesta seguiremos para adelante”, concluye Débora Bosco, que confía en la movilización y en el contacto con los medios de comunicación como herramientas para llegar a una solución para esta problemática.

Los metrodelegados paran y exigen limpiar de asbesto los subtes

Los metrodelegados paran y exigen limpiar de asbesto los subtes

Todavía quedan 300 toneladas del material cancerígeno en la red de subterráneos. Ya murieron tres trabajadores, otros 85 están afectados y 2.150 en vigilancia médica.

Este miércoles 5 de julio la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro -AGTSyP y Metrodelegadxs- tomarán medidas de autodefensa en el subte para exigir la reducción de la jornada laboral y evitar la exposición al asbesto.  Por esa razón, habrá paros rotativos en todas las líneas.

La empresa de los subtes de la Ciudad de Buenos Aires -Sbase- frenó la compra de vagones, a raíz de los reclamos de los trabajadores, tras un amparo judicial, por la confirmación de que contienen asbesto en sus formaciones. Aun así, la lucha sigue vigente para la “desasbestización» de toda la red ferroviaria. 

El asbesto, componente utilizado en formaciones de trenes de Argentina y manipulado por cientos de trabajadores en el Taller Rancagua y Polvorín de la Ciudad de Buenos Aires, es un mineral de origen natural, distribuido en hilos de fibras resistentes al calor, al fuego y a las sustancias químicas, con escasa termoconductividad. Dadas sus propiedades, es utilizado en aislamiento de los edificios, como componente de diversos productos (tejas, tuberías de agua) y en la industria automovilística como revestimiento de embragues, frenos y amortiguadores. La contradicción de este mineral es su característica cancerígena para el ser humano. Al ingresar por vía respiratoria puede generar dos posibles caminos en la vida de una persona en contacto con asbesto: si ataca a la pleura, membrana que recubre los pulmones, se engrosa y se vuelve rígida, los pulmones empiezan a sufrir cada vez más presión, impidiendo su expansión y con el tiempo, la circulación de oxígeno. Según la OMS, si la afección avanza, el 12 por ciento de los engrosamientos pleurales terminan en cáncer de pulmón, faringe, o colón. 

En Argentina, el uso de asbesto se prohibió en 2003, pero las formaciones de trenes utilizadas en el país como el Mitsubishi en la línea B y Nagoya la línea C y E, fueron creadas en 1960 en Japón e importadas al país en la década de 1990, periodo en que el mineral seguía bajo reglamentos legales. 

 “Antes, mi proyección eran las vacaciones y qué le voy a poner en los zapatos de mis hijos para reyes. Ahora es proyectarse en los médicos, viendo si te encuentran cáncer o no, porque tengo la potencialidad de estar enferma o de que me reaccione esa porqueria en mi cuerpo”, cuenta con angustia y enojo Inés Maya, de 44 años, trabajadora de la Secretaría de la salud de AGTSyP -Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro- de la Línea B, quien junto a sus compañeros, encabezan cuatro principales reclamos: reducción de la jornada laboral a cuatro horas, denominado “doble franco”; paritarias para rever las condiciones salariales y laborales; la creación de un plan de desasbestización de toda la red ferroviaria y la vigilancia médica a todas y todos los trabajadores que sufren la exposición del asbesto. 

A raíz de las noticias españolas, las y los trabajadores de la Secretaría de la Salud Laboral del subte se organizaron junto con entidades oficiales como la Universidad Nacional del Sur, ingenieros de la Universidad de Buenos Aires, médicos e Instituciones que tengan renombre, poder de firma y sello para que sea comprobado de forma legítima. El resultado determinó que hay asbesto en todas las instalaciones fijas, infraestructuras y áreas que componen la red ferroviaria de la ciudad: señales (semáforos), vías, puertos de bombeos, pozos fluviales, cloacales o de drenaje, escaleras mecánicas, tableros eléctricos y la iluminación que da a vida a los molinetes. Esto significa que todas las especialidades tienen en su puesto de trabajo algún equipo o componente que esté certificado de contener asbesto, ya sea boletería, limpieza, talleres mecánicos o tráfico. 

Hay 85 trabajadores afectados, 2150 bajo vigilancia médica, seis con cáncer por asbesto y tres fallecidos: Jorge Pacci fue el primero de ellos. Durante siete años, su puesto de trabajo se basó en el mantenimiento y limpieza, a puerta cerrada, del taller Rancagua, donde se manipulan piezas que contenían asbesto, de la Línea B. Luego de ser diagnosticado con cáncer de la pleura causado por este componente cancerígeno, falleció nueve meses más tarde. 

“La enfermedad tiene una latencia entre 15 y 20 años, entonces no sabemos cuando puede derivar en un cáncer», señala Depetris.

Daniel Fernández, diagnosticado con cáncer por exposición al asbesto, sufrió la extirpación de medio pulmón y fue jubilado por esta razón a sus 58 años: “A mi el asbesto casi me cuesta la vida. Que mi testimonio sirva para que los compañeros y las compañeras sigan haciéndose los estudios y no haya más enfermos en el subte”.  

Pablo Depetris, quien trabaja en el sector de tráfico del subte desde 1997 en la Línea D, fue diagnosticado con ensanchamiento de pleura por exposición al asbesto, según estudios del Hospital Britanico. Su reclamo es incisivo: “La enfermedad tiene una latencia entre 15 y 20 años, entonces no sabemos cuando puede derivar en un cáncer. Necesitamos y le exigimos al Gobierno de la Ciudad, EMOVA y SBASE, la vigilancia médica para todos los empleados del subte. Tenemos el derecho de saber si estamos o no enfermos”. 

 “Los que tienen la afección, la empresa estatal o privada, no puede obligar a que vuelvan a su puesto de trabajo, no puede echar ni descontar salarios. Lo que tiene que hacer es sacar todo el asbesto del puesto de trabajo y cuando tenga el certificado libre de asbesto puede volver, aunque no va a pasar porque ya van cinco años y todavía faltan 300 toneladas”, relata Francisco Ledesma, “Pancho” para sus compañeros, quien integra el equipo de Salud Laboral del subte y forma parte de AGTSyP. En 2023, se retiraron 90 toneladas del mineral cancerígeno en trenes, talleres y subestaciones eléctricas. Agrega: “No hay más o menos muertos, más o menos con cáncer, más o menos enfermo, es blanco o negro, no hay gris. Yo no tengo la afección ni el cáncer porque mi ADN y  genética no es propensa a la afección. Pero esto no es lineal, yo puedo pasar de no tener afección a tener el cáncer directo.” 

Ledesma e Inés Maya, compañeros del gremio e integrantes del equipo de salud, reclaman la emergencia de la Línea B por ser la más afectada y un plan de desasbestización serio para atender el asbesto en mal estado o contenido en instalaciones antiguas y buscar la forma de señalizar; ya que cada material que contenga este mineral debe tener una etiqueta que exprese y visibilice si hay componente cancerígeno, para que el trabajador cuente con esa información en el caso de que algo se rompa dentro del área donde se desarrolla. 

“El costo psicológico es gigante. Muchos envejecieron de golpe, tienen problemas para dormir, para relacionarse y los que trabajan se sienten enfermos o trabajan a otro ritmo.” cuenta Maya, con enojo y desgano ante la situación. 

El peligroso mercado de los cosméticos truchos

El peligroso mercado de los cosméticos truchos

Labiales, sombras, delineadores, bases, correctores, máscaras, fragancias: un enorme universo de productos que escapan al control de los organismos reguladores y que, en lugar de embellecer, pueden causar serios daños a la salud.

“Tuve miedo. Sentía que me quemaban los párpados. Media hora después de haberme rascado por la picazón que me dio la sombra de ojos, tenía la cara toda hinchada, los ojos, los pómulos, la boca. Supuse que era una reacción alérgica y suspendí el uso. Al otro día ya estaba mejor. Al tiempo volví a comprar un quitaesmalte en el mismo bazar, al usarlo me dejó las uñas blancas y resecas y la piel donde me había tocado toda escamada”, cuenta Micaela (25).

“Me compré un delineador de ojos en un paseo de compras en la Estación de Moreno. Al principio me dio ardor, luego se me formó un orzuelo y cuando maduró se me pasó al otro ojo. Estuve así diez días. La marca era una imitación de Mac. No llamé a Atención al Consumidor porque el producto no tenía ningún dato ni contacto. Suspendí el uso de inmediato y lo terminé tirando. Si vuelvo a comprar lo haría en una farmacia o perfumería”, relata Mariana (22). Tanto ella como Micaela son dos de las tantas mujeres que han consumido cosmética “trucha” y que encontramos fácilmente en cualquier negocio.

El precio es un factor relevante a la hora de adquirirlos. Los altos costos de los productos importados o de marca tornan cada vez más atractivos aquellos que son réplicas o que no cuentan con aprobación sanitaria. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) es el organismo encargado de regular todos los productos que inciden en la salud humana, entre ellos los cosméticos. Comercializados en supermercados, perfumerías, tiendas online, ferias, los maquillajes truchos son parte de los consumos habituales de las mujeres de todo el mundo.

Entre sus componentes pueden se han detectado trióxido de cromo, cancerígeno y mutagénico, así como metales pesados. Los brillos labiales pueden contener químicos con filtros de protección de luz y materias primas plásticas dañinas para la salud, al igual que nitrito de sodio, que en una dosis de cuatro gramos ya resulta mortal.

Los grandes productores de cosmética trucha están situados en China, país que no cuenta con tantas regulaciones sobre la fabricación como sí las tienen en Europa, donde el uso de ciertos químicos está prohibido y penalizado. Esta capacidad de emplear los componentes que deseen es lo que vuelve a los productos de réplica particularmente llamativos, ya que los colores brillantes y saturados que resaltan en el mercado suelen ser aquellos que tienen pigmentos nocivos. Así, a partir de una producción abaratada y desregulada, llegan a nuestras manos cosméticos tanto de réplica como de marcas independientes o hasta inexistentes, ya que un mismo producto puede ser impreso con diversas firmas según quien lo vaya a comercializar. 

La dermatóloga Marta Volpe explica: “El níquel, que se usa para la máscara de pestañas, es alergénico, al igual que los parabenos (un tipo de conservantes) y el formaldehído, que se usa en las peluquerías. En las pantallas solares, ciertos componentes provocan dermatitis de contacto, en general los párpados son la zona más afectada. Y los esmaltes de uñas contienen tolueno y a mucha gente le da alergia. Estos químicos pueden producir descamación en labios y brotes en el rostro”.

“Los maquillajes que ahora tienen adicionado vitamina C o son ‘anti age’ hay que usarlos por el tiempo que dice el envase y luego tirarlos porque aquella se oxida, se pone oscura y hace mal. Los productos hipoalergénicos se testean en muchas personas, aunque esto no quiere decir que todos respondan de la misma manera. Siempre hay alguna que puede ser alérgica. Las fragancias que se usan en los cosméticos también pueden causar una reacción, sobre todo las que tienen en base de bergamota, que le da el olor más intenso”, agrega.

A la hora de comprar es importante tener en cuenta que todo producto cosmético inscripto ante la ANMAT debe declarar, en su rotulado, además del lote y la fecha de vencimiento, la lista de ingredientes, y una leyenda con el número de legajo que identifique al establecimiento elaborador o importador. La propia ANMAT proporciona un listado de empresas autorizadas donde figuran sus razones sociales, rubros para los cuales se encuentran habilitados y direcciones. A su vez, en caso de sufrir algún inconveniente, el organismo invita a realizar el reclamo correspondiente, que se puede presentar a través de un formulario.

 

Problemática mundial

Manuel Sztern es el dueño de Jactan’s, un laboratorio de cosmética con más de 30 años de trayectoria ubicado en el barrio porteño de La Paternal. Máscara de pestañas, polvo compacto, labiales y esmaltes integran su línea de productos. ¿Cómo los fabrican? En principio, operan bajo las normas de la ANMAT y deben cumplir con estrictos controles de calidad. Una directora técnica, una bioquímica, una subdirectora técnica bioquímica y dos auxiliares forman parte del organigrama de la empresa. Son los responsables también de auditar los productos que mandan a hacer en el exterior y de supervisar todos los insumos.

El propietario de Jactan’s señala que llevan todos los registros de fabricación como exige la ANMAT. Cada vez que crean un producto, hay que iniciar un legajo nuevo con las especificaciones y características para comercializarlo. Debe incluir el nombre, la marca, la submarca, los componentes y el diseño de las etiquetas.

Además, se les requiere a los fabricantes que tengan registro de todos los componentes del producto y la trazabilidad: este último concepto refiere al proceso, se trata de la información que permite, en caso de detectar un producto que cause alergia, informar a la ANMAT para retirarlo del mercado. Se lleva un registro de a qué cliente se le vendió cada unidad: se genera un recall, esto significa que se recuperan estos maquillajes que pueden ser perjudiciales.

“Por suerte nunca vivimos una situación así, no tenemos experiencia en productos que le hicieron mal a la gente. Está todo muy testeado. Con respecto al protocolo a seguir, no ponemos número de atención al cliente por posibles reacciones alérgicas, pero sí tenemos una casilla de información, donde a veces pueden llegar mails de reclamo, como que una persona compró algo y se le rompió el producto, pero nunca por cuestiones de salud”, asegura Sztern, cuyo laboratorio cuenta con unos 500 productos autorizados para la venta.

“Lo que sí sucede es que el país está repleto de mercadería importada, sin ningún tipo de aprobación –remarca–. Si bien la ANMAT tiene inspectores en la calle, no dispone de una estructura para hacer frente a semejante cantidad de productos truchos. Esto existe y va a seguir existiendo. Es algo mundial”.

 

El reino de lo trucho

El barrio porteño de Once es la sede del grueso de los mayoristas de maquillaje de réplica. Con una compra mínima de 1.000 pesos podemos acceder a precios reducidos y un catálogo infinito de sombras, labiales y esmaltes. Adentro de los locales, encontramos pasillos anchos y las cajas de los productos están acomodadas una al lado de la otra sin dejar espacio vacío. En los estantes se observan nombres similares a los de las grandes marcas: Mac, Maybelline, Pink, Kylie Cosmetics.

No solo los nombres están replicados, también los envases: copias exactas de labiales que podrían pasar por originales. Productos de diferentes colores, texturas, fragancias, ninguno tiene rotulado el número de serie, fecha de vencimiento ni de elaboración. Las cajas que los exhiben solo ofrecen advertencias de uso no recomendado para niños, acompañado de algún texto en inglés o en chino, imágenes de mujeres con el producto en su rostro, y alguna descripción. Ninguno habla de componentes, ninguno está aprobado por la ANMAT.

Mujeres de diferentes edades compran, por menor y por mayor –para luego ser comercializados–, maquillajes que muy probablemente hayan sido producidos con sustancias prohibidas y quizá dañinas para la piel, mucosas, y otras partes del cuerpo.

Una vendedora se acerca y preguntamos por la procedencia de los maquillajes: “¿Están aprobados?”. “Ni idea, la mayoría son truchos”, responde y admite que los productos son réplicas y que a eso se debe el bajo precio. Paula, una de sus compañeras, cuenta que compró un delineador en la calle Paso, cerca de allí, que decía ser marca Loreal. “Al primer uso me dio picazón y se me irritó el párpado derecho. Me pasó lo mismo con el maquillaje de Pink 21”, afirma.

Una cuestión de salud

Cuando los falsificadores cambian los ingredientes para ahorrar dinero, las consecuencias van más allá de la textura y el olor. En la serie documental Sociedad de consumo, la dermatóloga Whitney Bowe sostiene que ‘’los cosméticos de imitación han dado positivo para cancerígenos como arsénico y berilio, también para plomo y mercurio. Estos sirven como colorantes para obtener colores vibrantes, y es mucho más barato que tratar de lograr un color hermoso y profundo con un producto más seguro y natural”.

“En cantidades elevadas, metales como el plomo pueden ser peligrosos: el cerebro es extremadamente sensible a este, puede causar problemas de memoria, dolores de cabeza, problemas con la fertilidad y abortos. Muchos maquillajes de réplica han dado positivo para orina y materia fecal, se ha encontrado estafilococo en estos productos, que puede causar impétigo, celulitis, forúnculos, pústulas, conjuntivitis y orzuelos, estas cosas no deben tomarse a la ligera’’, subraya.

“Los productores de cosméticos no regulados toman la lista de ingredientes de los originales, intentan adivinar el porcentaje de cada uno, y luego reemplazan algunos ingredientes caros con otros más baratos. Por ejemplo, la parafina o aceite mineral actúa igual que el isododecano por una fracción del precio, pero existen algunas desventajas. Este es inodoro, mientras que el aceite mineral es pesado y pegajoso”, advierte Luisa Fanzani, química cosmetóloga.

El mercado de la cosmética trucha se ve hoy impulsado por las redes sociales. Las influencers de belleza crean expectativas sobre los productos que lanzan las marcas reconocidas, los revendedores compran en cantidad para comercializarlos en línea, y se vuelve difícil saber cuáles son falsos y cuáles no. Los sitios de venta en Internet brindan a los falsificadores la fachada perfecta. Por eso es fundamental atender a las indicaciones de la ANMAT y los especialistas, antes de sufrir consecuencias en la salud.

Bellamente diversas

Bellamente diversas

El Centro Cultural Recoleta alojó el festival que busca es promover la diversidad corporal, sexual y de género y así prevenir los trastornos alimentarios.

Cuando Candela Yatche terminaba el secundario comenzó a notar la enorme importancia que recaía sobre los cuerpos en su colegio, sobre todo, en los de las mujeres. Para su fiesta de egresados sus amigas hacían dietas, bajaban muchísimo de peso y hasta iban a la cama solar. Cuando finalizó el año, dos de ellas comenzaron tratamientos por trastornos de la conducta alimentaria.

Según un informe de la Fundación La Casita, Argentina es el segundo país con más trastornos de la conducta alimentaria en el mundo después de Japón, por lo que estas experiencias no solo atravesaron la adolescencia de Candela si no, también, las de muchas otras mujeres. Al egresar del colegio decidió crear una cuenta de Instagram para poner en palabras estas cuestiones: “Ahí hablaba de por qué no hay diversidad de talles, por qué en las publicidades siempre aparecen las mismas personas, un montón de porqués que empecé a cuestionar. Una pregunta fue llevando a la otra hasta que mucha gente se empezó a sumar y de una cuenta de Instagram creció un proyecto social y hoy en día es una fundación sin fines de lucro que lo que busca es promover la diversidad corporal, sexual y de género y así prevenir los trastornos alimentarios”, explicó, en diálogo con ANCCOM, Candela, fundadora de Bellamente.

El miércoles se realizó en el Centro Cultural Recoleta el cuarto Festival Bellamente con entrada libre y gratuita. Mientras bajaba el sol, la gente se fue acercando a la terraza para pasar una tarde llena de música y para escuchar paneles de distintas activistas. La jornada comenzó con una charla sobre discapacidad y racismo con Daniela Aza y Melisa Yaleva de invitadas. Más tarde, se sumaron Lucía Levy, periodista de moda, y Brenda Mato, modelo y activista de la diversidad corporal, a discutir sobre nuevas maneras de pensar la moda, la Ley de Talles, ecología y fast fashion. A su vez, Acus y Mora Navarro se lucieron con sus interpretaciones musicales. Esta última, cantó “Libres” una canción ya convertida en himno en la conmemoración de fechas como el Día de la Mujer y Ni Una Menos. Por su parte, Mercedes Russo leyó un relato de su autoría sobre la recuperación de un TCA. 

Además, el Festival contó con variedad de propuestas con el fin de emprender un camino de transformación social a favor de la diversidad, la igualdad de género y el cuidado de la salud mental. Una de las actividades fue el stand de Un Pelito Más Fácil, destinado a la donación de pelo para la confección de pelucas para entregar de forma gratuita a niñas, adolescentes y adultas que estén transitando por un tratamiento oncológico. “La idea es inspirar a que cada uno desde su lugar pueda hacer algo por el otro, en este caso, donando un poquito de su pelo. Hay que romper algunos mitos que hay sobre la donación de pelo, cualquier tipo de pelo sirve, teñido, alisado, decolorado, desmechado”, comentó Carina Cohen. “También vamos a las escuelas para que se pueda abrir la conversación de un tema tan complicado como es el cáncer, sobre todo el cáncer infantil. Para que los chicos puedan entender qué pasa cuando un nene se enferma o cuando la mamá de un compañerito se enferma y que entre todos le hagamos, como es nuestro lema, ´un pelito más fácil la vida al otro´”, agregó.

También participaron del Festival asociaciones como Preservate, que se dedica a dar charlas de Educación Sexual Integral en distintos ámbitos e instituciones para todas las edades y FUSA, que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas a través de la promoción, prevención y atención integral de la salud desde una perspectiva de género y derechos humanos. Contratá Trans fue, a su vez, parte de la jornada: una organización que busca insertar a las personas trans en el mercado laboral. “Cada vez que una persona asume su identidad es muy poco probable que puedan ir a entrevistas o que sean consideradas para los trabajos formales. El 60 por ciento de la población recae en lo que es prostitución o trabajo sexual y tiene una expectativa de vida de 40 años. Por eso, lo que buscamos hacer desde la organización es ayudar a estas personas para que puedan insertarse en el mercado laboral y tener una vida digna como cualquier persona. La idea es que la gente se acerque, que nos puedan conocer, que, si hay personas de la comunidad trans que vengan a cargar CVs a nuestra plataforma”, dijo Romina Ramírez, voluntaria de la organización, a ANCCOM.

Por su parte, Anybody, la ONG que impulsó la Ley de Talles contó con su stand. “Estamos consultando cuándo hicimos la primera dieta para mostrar que tan chiquites empezamos con ese tipo de procesos tan violentos para nosotres mismes y ver cuánto camino falta recorrer para aceptarnos”, explicó Ayelén Lecman.

El evento finalizó con un desfile diverso, siguiendo con el lema de Bellamente de “somos más que un cuerpo”, uno de los pensamientos que circulaban por la cabeza de Candela cuando era adolescente. “Avanzamos un poquito, pero falta muchísimo más para hacer. Cada vez hay más marcas con diversidad de talles, más y más personas que dejan de comentar sobre otros cuerpos, pero hay que hacer un cambio masivo y todo eso es un proceso, lleva tiempo. Esto es una lucha no es una moda, las modas son pasajeras, esto vino para quedarse y tenemos que poder repensar y cuestionar en conjunto. Necesitamos que el cambio sea sistémico”, concluyó la fundadora de Bellamente.

 

Cuando el maquillaje es salud

Cuando el maquillaje es salud

Servicio de maquillaje terápeutico para pacientes oncológicos del Hospital Municipal Marie Curie.

Las pelucas y el maquillaje ayudan a las pacientes en tratamiento oncológico, en
muchos casos de la mano de mujeres que ya atravesaron la enfermedad.

“El mejor comentario que un paciente oncológico puede hacernos es ‘soy yo otra
vez’», sostiene Claudia Éboli, coordinadora de Maquilladoras Terapéuticas. María
Marta Condéranne, fundadora de Pelucas Solidarias Baradero, habla desde su
experiencia: “Se les ilumina la cara, es como encontrarse nuevamente en esa
imagen”. El cuidado estético “pasa porque el espejo te devuelva una imagen más
parecida a la saludable”, opina Carina Terzian, voluntaria del Movimiento Ayuda
Cáncer de Mama (MACMA) y directora de Amadas Estética Oncológica.

Ellas tienen una historia común: la de haber transitado una enfermedad y
transformar esa vivencia en una ayuda para quienes atraviesan por la misma
situación. Claudia y Carina trabajan como voluntarias dentro de un grupo
multidisciplinario de cosmiatras, cosmetólogas y maquilladoras en el Hospital María
Curie de la Ciudad de Buenos Aires y María Marta forma parte, en Baradero, de un
equipo que recibe donaciones de pelo y materiales y confecciona pelucas para luego
darlas a préstamo a quienes las necesiten.

María Verónica Villalva, una de las pacientes oncológicas.

Según cifras del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer,
dependiente de la OMS, Argentina se posiciona dentro de los países con incidencia
de cáncer media-alta, con una tasa de 217 casos cada 100.000 habitantes. El de
mama es el más común, con unos 19.000 casos al año.

Los tratamientos pueden producir la caída del cabello, descamaciones y sequedad
en la piel. Esto hace que, acompañado del diagnóstico de la enfermedad, surjan los
miedos sobre la transformación del cuerpo. Y ese miedo muchas veces paraliza y
hasta hace que, según Carina, “se dilaten los controles médicos”.

El trabajo estético, articulado con los médicos, psicólogos y asistentes terapéuticos,
busca recuperar esa imagen saludable que se siente perdida. Sol Villelma, paciente
oncológica del María Curie, probó el maquillaje el primer día que llegó al hospital.
“No estaba segura, me acababa de enterar que tenía cáncer y no tenía ganas de
nada”, señala. Pero las voluntarias la motivaron a que lo intentara y se sintió “feliz”
con la experiencia.

“El mejor comentario que un paciente oncológico puede hacernos es ‘soy yo otra vez’», sostiene Claudia Éboli.

María Marta, de Pelucas Solidarias, cuenta que el temor fue lo que la impulsó.
Cuando ella se enfermó, en 2014, su amiga Jimena donó su cabello para hacerle
una peluca y así “quedó la idea latente de transformar la enfermedad en algo
positivo, en este proyecto en el que hoy participan muchas mujeres de la ciudad”,
relata.

La sensación de volver a ser una, de reconocerse, es la razón de ser del cuidado
estético. “Cambiamos pelo por sonrisas -dice María Marta-. Cuando les ponés una
peluca a las pacientes y se ven en el espejo, la mirada sobre ellas mismas se
transforma. La peluca les devuelve el anonimato, el no sentirse observadas”.

Para Claudia, el maquillaje hace que la persona se conecte con lo mejor que tiene y
el impacto alcanza a sus seres queridos que, de alguna manera, “recuperan a ese
familiar que perdieron con el tratamiento”.

María Marta, de Pelucas Solidarias, cuenta que el temor fue lo que la impulsó, cuando ella se enfermó, en 2014.

Sol espera ansiosa los miércoles de cuidados estéticos: “Es un mimo al alma. La
primera vez que me vi maquillada sentí que había vida, que no todo terminaba en
un diagnóstico”. Estos resultados generaron cada vez más confianza en los médicos
y los pacientes e hicieron que el grupo de voluntarias crezca. “Somos un equipo
grande: Maquillaje Terapéutico, Amadas y MACMA. Y, desde el año pasado, se
suman las alumnas que egresan de la capacitación profesional en Cosmetología y
Estética Oncológica”, señala Carina.

La formación de profesionales especializados es también el objetivo de Claudia,
quien coordina el programa de maquillaje terapéutico. El curso se brinda de manera
gratuita, tiene varios niveles y el examen final consiste en la organización y
realización de una actividad para la comunidad.

Cuando nació Pelucas Solidarias no tenían conocimientos de costura ni de
peluquería. Participaron en un taller sobre fabricación de pelucas en Gualeguaychú,
aprendieron y se fueron perfeccionando. Al tiempo, abrieron su propio taller y
convocaron a todos los que quisieran ayudar. Se agregaron tantos colaboradores y
entregaron tantas pelucas que su experiencia se imitó y multiplicó. “Nuestro sueño
derivó en que se abrieran nueve talleres más en el país”, destaca María Marta.

“Si vivo, me voy a dedicar a ayudar a otras personas”, se había prometido Claudia
a sí misma hace cinco años. Al igual que María Marta y Carina, optó por una
solución colectiva y solidaria. Y Sol, que continúa su tratamiento, es contundente:
“El maquillaje me hace sentir viva”, afirma.

La formación de profesionales especializados es también el objetivo de Claudia, quien coordina el programa de maquillaje terapéutico.

“Es un mimo al alma. La primera vez que me vi maquillada sentí que había vida, que no todo terminaba en un diagnóstico” afirma Sol, una de las pacientes.