Ago 1, 2019 | Novedades, Vidas políticas
“Las agresiones tienen mayor acogida cognitiva y afectiva entre los usuarios de Twitter», advierte Aruguete.
En julio comenzó formalmente la campaña electoral para las PASO nacionales a través de los medios de comunicación. Se extenderá hasta el inicio de la veda electoral, vigente a partir de las 8 de la mañana del viernes 9 de agosto, dos días antes de la fecha estipulada para los comicios. En Argentina (uno de los países con mayor actividad en redes sociales), en línea con la tendencia internacional, la campaña también se desarrolla en el espacio digital.
Natalia Zuazo, directora de Salto Agencia Tecnopolítica y Consultora en Comunicación Política Digital, señala que toda organización política debe necesariamente extender su campaña a las redes sociales, esto es así por lo menos desde el año 2008. En la actualidad, se puede intentar hacer una campaña, e incluso se ganaron elecciones sin participación digital, pero tener una estrategia de redes aumenta las probabilidades de ganar. “Si no trabajás las redes hoy estás perdiendo dos cosas muy importantes. Primero porque no podés medir, y si no medís hay un montón de información de la cual carecés.” La autora de los libros Guerras de Internet y Dueños de Internet, agrega: “Esto te permite tomar decisiones informadas, sobre cómo debe ser tu comunicación y tu estrategia de campaña. Sin una estrategia de redes perdés esa información”.
Laura Zommer, periodista, abogada y directora del medio digital chequeado.com, completa esta idea con algunos datos sobre el papel actual de las redes sociales. “Según el informe de Reuters Institute Digital News Report de 2018, el 72 por ciento de los encuestados contestó que la fuente de información que utiliza son las redes sociales, tomando esto en consideración -el número es similar al 76 por ciento de la televisión-, y que además es un porcentaje más alto que el de los diarios, del 42% según esta misma fuente, las redes juegan un rol para nada desdeñable en la campaña”.
Para Pablo Lopez Fiorito, titular de la cátedra Análisis de los Discurso de las Izquierdas Argentinas, en la Carrera de Comunicación Social de la UBA, el valor agregado de las redes sociales es la posibilidad de segmentar y alcanzar un público que quizá no accede a los medios tradicionales o no le presta tanta atención a la radio o la televisión. “Hay algún público al que no llegás si no estás en las redes, entonces sí o sí hay que trabajarlas. Pero por otro lado las redes sociales en su mayoría, incluso Whatsapp, permiten un nivel dérmico para transmitir noticias. Por esto se prestan a la fórmula de las fakenews, hay que tener cierto cuidado con las redes porque en muy poco tiempo pueden divulgar una noticia que podría marcar, en una elección tan ajustada, la orientación del electorado. Y esto es algo que hay que evaluar en un contexto en el que una fracción decide el voto en los últimos días previos a la elección. Y en un elección tan justa, ese porcentaje es definitorio”.
«En el fenómeno del big data solamente te relacionas con la idea que te interesa», subraya Fiorito.
Las redes permiten construir una agenda propia de comunicación, en donde se puede decidir qué decir, cómo decirlo, pero también cómo contarlo, a quién llegar, y cuándo llegar. Zuazo afirma que “en la televisión todo le llega a la misma gente a la misma hora, pero las distintas redes no tienen el mismo mensaje a la misma hora”. Además hay una diferencia entre las redes que afecta a los discursos de los partidos, porque pese a que Twitter es la red política por excelencia, Facebook e Instagram también exigen hablar de política, aunque con formatos más elaborados. “Seis de cada diez votantes en esta elección son menores de 45 años, y el 30 por ciento es menor de 30 años. Mucha de esa gente está en Instagram, habla de política y se comunica respecto de temas políticos. Si querés hablar de política en Facebook y en instagram probablemente tengas que hacerlo con más videos. En Twitter probablemente sean mensajes más cortos, más al punto y con otro formato”, señala.
En un sentido similar, Natalia Aruguete, investigadora del Conicet especializada en el estudio de la agenda política, mediática y pública, da cuenta del tipo de diálogos singulares y de la segmentación que existe en las redes, con el ejemplo de Twitter. “Las agresiones tienen mayor acogida cognitiva y afectiva entre los usuarios que están dentro de esta red. Porque en algún punto eso confirma lo que los usuarios están esperando escuchar, y lo que fueron escuchando y expresando quizá en otros términos pero que es coherente con lo que asumen y propagan. Entonces estos discursos tienen más alcance que una desmentida o una información”.
En las redes existe además una trampa durante la veda que, por un vacío legal, permite generar embestidas importantes hasta último momento. “Hoy las redes sociales no están legisladas en Argentina. Tenés la veda electoral que el viernes a las 8 de la mañana silencia a todos los medios de comunicación tradicionales, dando dos días para que puedas pensar tu voto. Este es un tema que hay que pensar y legislar, porque en las redes -al no haber veda- todo el mundo puede hacer campaña, y una fakenews se puede propagar hasta último momento y no puede deshacerse en el periodo de la veda”, agrega Fiorito.
En el espacio digital de las redes hay un correlato de la polarización que existe en el ámbito político, hay estrategias de desinformación, y también de ataques, a partir del auge de las cuentas no oficiales. Aruguete hace hincapié en el rol del cuentapropismo dentro de la campaña sucia de Twitter. “No se ven solamente armados de granjas o coordinación de cuentas de autoridades, sino que hay mucha agresión en cuentas más auténticas, producto de la desazón que surgió a partir de la conformación de las fórmulas. Esta puede llegar a ser una campaña bastante virulenta. Pero todavía es temprano para hablar de una campaña de agresiones generalizada”
Respecto a este punto, Zommer remarca que la información debe ser un valor importante para la campaña de las redes, aún más que la desinformación, aunque esta última se incrementa a medida que más se polarizan las elecciones, según la experiencia internacional. Señala que lo más relevante en campaña es el uso de la información intentando apelar a la emotividad y a empatizar. “Mario Riorda plantea que las campañas se ganan, no necesariamente con información y tampoco con desinformación, sino más bien con cuestiones emocionales”, recuerda. En línea con esta idea Chequeado es parte del proyecto Reverso, una iniciativa lanzada recientemente que intenta generar información contra las noticias falsas.
En general las campañas digitales llegan a un público que piensa de forma similar. Este hecho tiende más a fortalecer opiniones y a formar grupos de opinión marcados, achatando el diálogo. “En las redes los partidos políticos tienen seguidores que piensan como ellos, y no llegan a otros públicos. Lo mismo sucede con las personas en términos individuales, en el fenómeno del big data vos solamente te relacionas con la idea que te interesa o el producto que te interesa y no ves las otras opciones, no hay un proceso de enriquecimiento”, agrega Fiorito.
Como en la política tradicional, hay situaciones o eventos que disparan los intercambios en las redes. Aruguete fundamenta que ciertos tópicos permiten cruces excepcionales, activando distintos tipos de conexiones y narrativas, indistintamente de qué red se trate y esto debe ser valores tenidos en cuenta para la campaña extendida de las redes, “Los eventos políticos activan los diálogos. El aborto es un evento político, el caso Maldonado fue un evento político, las elecciones son un evento político. Y estos eventos políticos generan mensajes que activan a determinados usuarios, que pueden estar más o menos interesados en ellos”.
En definitiva la campaña en las redes y los eventos generarán diferentes intercambios en la arena de las redes. Un lucha mediada que principalmente logrará fortalecer las convicciones o ideas ya asumidas, y que intentará hacerse hasta último momento, y a cualquier precio, de los invaluables indecisos.
May 23, 2019 | Novedades, Vidas políticas
Se recortarán los espacios publicitarios gratuitos en la televisión, se destinará pauta publicitaria a las redes sociales y se permitirán aportes de empresas privadas a las campañas.
“Como trámite express” fue la expresión utilizada por Nicolás Tereschuk, politólogo y magister en Sociología Económica, para ilustrar cómo había sido el debate de la nueva Ley de Financiamiento de los Partidos Políticos, aprobada el pasado jueves en Diputados. Fueron 148 los votos a favor, 69 en contra pero sólo cuatro las horas en las que se discutió en la Cámara un proyecto que incide ni más ni menos que en cómo se financiarán las próximas campañas electorales. Un spoiler: las empresas podrán ser aportantes.
Si en la vorágine de los diputados por aprobar la ley alguien no alcanzó a leer el proyecto, la nueva normativa posee tres puntos que son clave para delimitar el sistema de financiamiento. Por un lado, se bancarizan la totalidad de los aportes. Esto significa que ya no podrán realizarse contribuciones en efectivo a los partidos ni a las campañas. Sobre este punto no ha habido objeción alguna. La identificación de cada aportante incide de manera directa en la transparencia del sistema y en la veracidad de la campaña, lo que parecería no menor en un país donde los escándalos por aportantes truchos no son un mero invento de la ficción. Hasta aquí, la ley pareciera ser prometedora.
No obstante, es el segundo punto el que ha generado mayor controversia. En su artículo cuarto se establece que las personas jurídicas (léase empresas) podrán realizar aportes a los partidos y campañas. Sobre esto, Carlos Castagneto, diputado del Frente para la Victoria (FpV), en diálogo con ANCCOM gráfica: “Vos sos una empresa, yo soy candidato, vos me aportás y mañana legalmente (y enfatiza), legalmente, vos me ganaste una licitación en un lugar. ¿Qué van a decir? Te estoy devolviendo lo que vos me pusiste”.
Ahora bien, ¿cómo saber si las empresas no estaban ya financiando a los partidos con aportes ilegales y en efectivo? Resulta paradigmático que la misma ley que reglamenta la transparencia del sistema, aprueba también el aporte de las personas jurídicas, que incluye a las empresas pero no a los sindicatos ni a las fundaciones, tal como recuerda el diputado del FpV. Y en este sentido cabe la pregunta: ¿tienen todos los partidos las mismas posibilidades de lograr un aporte empresarial? ¿O deberían haber tenido los sindicatos la potestad de realizar también dichos aportes? “La posibilidad de permitir los aportes de las empresas a las campañas también está argumentada por quienes lo impulsaron y aprobaron en función de esta idea de transparencia, es decir, pensando que si había aportes en negro que antes se hacían, ahora se transparentan. Pero yo creo que un sistema de financiamiento de campaña también tiene que tener en cuenta la cuestión de la equidad, la equiparación de la competencia. Y me parece que va a haber sectores que van a tener más posibilidad de acceder a ese financiamiento empresario”, afirma Nicolás Tereschuk.
Se entiende entonces que la ley no debería velar únicamente por la transparencia, sino también por la equiparación de la competencia. Quien también lo remarca es Daniel Arroyo, diputado por Red por Argentina, opositor a la ley: “Hoy la política es una cancha inclinada en la Argentina. Algunos tienen más recursos que otros. Y esto haría mayor la disparidad, porque es evidente que hay un espacio político que tienen mucho más apoyo de las empresas que el resto”.
El aporte de las personas jurídicas no es, sin embargo, ilimitado. El artículo dieciséis restringe dicho aporte hasta un dos por ciento, que, si bien para quienes no están interiorizados en las finanzas de una campaña podría parecer un número bastante bajo, Daniel Arroyo insiste en que no es así: “El 2% es mucho dinero porque las campañas son muy costosas. Pero además de ser mucho dinero, está permitiendo que una empresa aporte a determinado candidato. Y es probable que eso tenga que ver con intereses particulares. Acá hay una cancha inclinada, que se va a inclinar más. Y lo que tiene que hacer la Argentina, la legislación, es equilibrar la cancha, no hacerla cada vez más despareja”. Castagneto encuentra incluso una falencia en este artículo: “Un dos por ciento es el aporte máximo, tanto de personas físicas como jurídicas. El problema ahí es que no está bien especificado. Porque vos podés hacer aportes para el desenvolvimiento del partido en sí y para la campaña por otro lado. Entonces podría alcanzar hasta un cuatro por ciento, lo cual es un montón”. El diputado del FpV enumera otras disconformidades sobre la ley, como por ejemplo, que se prohíbe el aporte de personas imputadas -siendo que debería decir procesadas, conforme a la presunción de inocencia-, que se autoriza a un juez a abrir la cuenta de cada Alianza y que esta cuenta puede incluso ser abierta en un banco privado. “La política es la actividad pública por naturaleza, debería hacerse a través de bancos públicos”, agrega Daniel Arroyo. La preocupación de Tereschuk pasa, por el contrario, en si ese tope del dos por ciento se va a respetar realmente, siendo que hay países, como Estados Unidos, que implementaron el tope y rápidamente lo levantaron.
El aporte empresarial tiene un límite del dos por ciento. Sin embargo, algunos ya prevén posibles interpretaciones que permitirían duplicarlo.
Finalmente, el tercer punto clave de la ley es el relativo a los espacios publicitarios en medios audiovisuales. Se achica del diez al cinco por ciento el espacio de publicidad en televisión y radio y se contempla la publicidad en medios digitales. El argumento de los Diputados que apoyaron dicha normativa está asentado en que las personas ya están cansadas, en tiempos de campaña, de ver tanta propaganda política. No obstante quienes dialogaron con ANCCOM lo refutan: “El hecho de achicar la pauta es muy negativo porque es la única chance que tiene esa persona de saber quiénes son los candidatos, qué proponen, para qué. Achicar la pauta amplía la disparidad entre los partidos grandes y los partidos chicos”, menciona Arroyo. Destacan además que se considere a las redes sociales como espacio para ejercer la pauta. Sobre ello, adelanta Castagneto, el 30 de mayo en la Dirección Nacional Electoral hay una reunión de presidentes y apoderados de partidos para ver cómo se reglamentará el uso de las redes.
En síntesis, la ley aprobada de manera “express” transparenta los aportes pero se permite como aportantes a las empresas, reduciendo la equidad. Recorta la pauta en medios tradicionales y se considera a las redes como nuevos espacios de difusión. “Muchas veces me da la impresión que esta ley está muy pensada en función de lo que quieren las empresas y no tanto en función de lo que quieren los partidos políticos”, agrega Tereschuk. El politólogo, que habló en la Cámara de Senadores previo al tratamiento de la ley, trae otro punto a considerar: “El otro tema a tener en cuenta es la experiencia regional. En Sudamérica,los países vienen haciendo lo contrario que nosotros en los últimos años. Es decir, aquellos que permitían el financiamiento de empresas a las campañas lo están prohibiendo. El caso de Chile, de Brasil de Perú. Argentina está yendo en caso contrario. Tenía prohibido los aportes y ahora los está permitiendo. Y entonces yo me preguntaría qué es lo que pasa ahí. Qué sería aquello que hace que la Argentina tenga que ir en sentido contrario a lo que está haciendo toda la región con gobiernos de distinto sentido político”. Y termina: “Para mí esta ley es un retroceso desde el punto de vista de la igualdad en la competencia, la equidad, la experiencia regional y deberíamos plantearnos si las empresas tienen que tener derechos políticos. Es un retroceso, pero el Congreso consideró otra cosa, lo cual me parece fantástico porque así funciona la democracia. Ahora hay que ver cómo sigue”.
Daniel Arroyo no es tan optimista: “Es una mala ley y estructuralmente arma un esquema de financiamiento muy desigual. No creo que tenga un impacto significativo en las elecciones de este año”. No obstante, la ley está aprobada por ambas Cámaras y a la espera de su promulgación por parte del Ejecutivo. Si alguien se encuentra en desacuerdo con alguno de sus puntos, llegó tarde al debate: las empresas ya pueden aportar a las campañas presidenciales.