Un cacerolazo por la soberanía cultural

Un cacerolazo por la soberanía cultural

Referentes de todas las artes y ámbitos de la cultura se reunieron ayer frente al Congreso de la Nación para frenar el desfinanciamiento que pretenden el DNI y la Ley Ómnibus del oficialismo.

Artistas, organizaciones culturales, trabajadores de la cultura, políticos y autoconvocados realizaron ayer un Cacerolazo cultural nacional a lo largo en todo el país en contra de la ley Ómnibus.

A pesar de la lluvia, cientos de personas llegaron a la plaza del Congreso en defensa de la cultura y las artes, y en oposición al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y a la Ley Ómnibus que propone recortes, desfinanciamiento y cierre de instituciones vinculadas al desarrollo de la cultura.

Una multitud se manifestó en contra del cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA), el cierre del Instituto Nacional de Teatro (INT), el desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Instituto Nacional de Música (INAMU) y de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).

Entre música, bombos y redoblantes, Ramiro Pérez, activista de “Músicxs Organizadxs” (@musicxsorganizadxs) dijo en diálogo con Anccom: “Los artistas y los trabajadores de la cultura somos trabajadores muy precarizados bajo convenios que no existen. La Ley Ómnibus viene a terminar con el INAMU, con el cine, el teatro y demás. En pos de acabar con cuestiones del Estado como el endeudamiento quieren terminar con la cultura, la plata se va con el FMI y los acreedores, este no es el lugar donde hay que ajustar. Los trabajadores de la cultura seguimos haciendo arte y estamos luchando hoy para que continúen los diferentes institutos”.

Por su parte, María Inés Gómez, bibliotecaria de la biblioteca popular “Por caminos de libros” (@porcaminosdelibros ) reflexionó:“Pensemos la cultura en términos de derechos y no de privilegios , las bibliotecas populares son espacios que exceden la cuestión del libro, las cientos de bibliotecas populares que hay en todo el país son verdaderos centros culturales y algunas están en rincones donde no hay otra institución que puedan asumirse como centro de práctica de cultura o acceso a la información”. La bibliotecaria agregó: “Estamos presentes en contra de la ley Ómnibus por muchas cosas. El desfinanciamiento de las organizaciones culturales achica la posibilidad de que las personas tengan espacios de participación en talleres artísticos, acceso a la información, espacios de encuentro entre personas. Estamos en contra de una ley que plantea el desfinanciamiento, la atomización de esas construcciones colectivas que no pueden pensarse con la ley del más fuerte o que sobreviva el que merece , no tiene que ver con la meritocracia , tiene que ver con el derecho”.

Nicolas Vetromile, delegado general adjunto de ATE INCAA (@ateincaa) explicó: “Estamos muy preocupados con la sanción de la ley Ómnibus , ya que si esta ley se sanciona, el INCAA queda totalmente desfinanciado, le quitan sus potestades, sus políticas públicas, haciendo que muchas de las actividades que hoy lleva a cabo el INCAA no se puedan hacer, por ejemplo, todas las políticas de exhibición. La escuela nacional de cine no podría funcionar porque no está en la ley. También se desfinancia la cantidad de dinero que ingresa, solo nos quedaríamos con el 10% de las entradas del cine, también nos quedaríamos sin el dinero que recauda el Enacom por el uso del espectro radioeléctrico, los cableoperadores, las antenas y los canales de cable, eso hace que se pierda la fiscalización y las salas de cines pueden hacer cualquier cosa”. Además del desfinanciamiento a Vetromile le preocupa la desprotección de la industria cultural nacional: “Se pierde la política pública de la cuota de pantalla y la media de continuidad para el cine argentino ¿Qué significa esto? Las multipantallas pueden poner todo cine extranjero y no poner nada del cine nacional, si se pierde la fiscalización no se puede controlar eso. Además, se pierde el canal CINEAR, se pierde su plataforma y se pierde una de las políticas públicas más grandes en el mundo que son los espacios INCAA, un reducto fuera de las multipantallas para ver cine nacional”.

Vetromile explica que con las medidas pretendidas por el oficialismo el INCAA podría quedar con tres oficinas, desfinanciado y el dinero no alcanzaría para todos los trabajadores y trabajadoras del cine. Lo mismo ocurriría con el Instituto Nacional del Teatro, el FNA, el INAMU y el Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA). “En este sentido se está atacando a toda la cultura independiente y es lo que veníamos hablando cuando se ponía en discusión el tema de los fondos para la cultura, es que se pierde la soberanía cultural. La cultura no se vende, la cultura se defiende”, concluyó.

La Asociación Argentina de Actores y Actrices también llegó con sus carteles y expresiones. La actriz Ana Celentano dijo en diálogo con Anccom: “Nosotros estamos peleando contra la ley ómnibus que toca muchas instituciones importantes de la cultura. Creo que es importante estar acá defendiendo esto porque nos llevó muchas décadas de lucha tener este tipo de instituciones que las hemos sido mejorando con la lucha de los protagonistas de la cultura, los trabajadores de la cultura, los técnicos, los artistas. Son instituciones muy importantes sobre todo porque garantizan la democratización de estos instrumentos, si no existe el Estado como un actor fundamental en la promoción de las artes, sólo pueden expresarse ciertos sectores de la sociedad y el resto quedan marginados a determinados reductos”.

Para Celentano se está defendiendo la cultura como herramienta transformadora: “El arte y la cultura en general porque creemos que son fundamentales para sentirnos libres para ser mejores personas y para ser un mejor país. Creo fervientemente en el arte, creo fervientemente que el arte es el alma de los pueblos y creo que hay que defender una política democrática de acceso a la cultura en todo el país y para todos los sectores “.

Nicolas Vilchez , miembro del colectivo de Poetas por la memoria , la verdad y la justicia (@Colectivodepoetas) ambién explicó por qué reclama su sector: “Estamos acá porque nos parece importante movilizarnos a favor de la cultura, la memoria, sobretodo de lo colectivo porque de esto no se sale de una forma individual .Es importante seguir luchando de forma colectiva, esto recién comienza y el arte es algo importante, porque es oxígeno para cada día y además por la necesidad del ser humano que hace a la cultura, que es lo que nos diferencia del resto de los otros seres vivos. Lo importante es que te unas al resto, que mires a tu alrededor, las balas te pican cerca y de alguna forma vas a tener hambre si no es de comida es de cultura, vos, tu familia, tus amigos o amigas”.

Algunos partidos políticos también acompañaron el cacelorazo cultural. Entre ellos pudo verse a la Diputada Nacional por el Frente de Izquierda, Myriam Bregman. “La ley Ómnibus es parte de un paquete más que Javier Milei compuso en tres partes. La primera es el DNU, la segunda la Ley Ómnibus y la tercera son un conjunto de leyes para los más concentrados de la economía. Y estos tres elementos conjugan un plan de guerra contra el pueblo trabajador, donde le sacan a los de abajo para darle a los de arriba, donde tienen todo tipo de beneficios impositivos, baja de bienes personales, donde le dan todo tipo de beneficios a las empresas multinacionales a la par que produce un ajuste brutal contra el pueblo, dejan a las jubilaciones sin certeza si se van a actualizar o no etcétera”, describió la Diputada y agregó: “En ese marco, el ataque a la cultura nos parece una de las peores cosas que contiene la Ley Ómnibus. Atacar a la cultura es atacar a una parte de la sociedad. Si hay algo que identifica a la sociedad argentina es el amor por el teatro, el amor por el cine, por nuestra cultura que ha tenido un rol muy importante, inclusive en la dictadura militar. Para el presupuesto nacional es insignificante lo que se destina a cultura porque el ajuste a cultura viene desde hace mucho tiempo, solo muestra una posición ideológica que no tiene nada que ver con la economía. Si quieren solucionar eso, hay que tocar los intereses de los grandes empresarios que, al revés, se ven beneficiados por esta ley”.

Por otra parte, el diputado nacional por el mismo Frente, Alejandro Vilca añadió: “Es la política de este gobierno, que esté todo en manos privadas, es parte de la política de Javier Milei dejar que regule todo el mercado”. “El DNU y la ley Ómnibus atacan a la cultura, a la educación, a los jubilados, a los trabajadores, al medioambiente”, detalló y concluyó: “Creo que nos enfrentamos a un gobierno que decía que venía por la casta y la casta somos los de abajo. Y lo más grave es que pide facultades especiales y a eso no lo vamos a permitir, porque junto a miles de trabajadores como lo estamos haciendo hoy, junto a trabajadores de cultura de todo el país, el 24 también tiene que ser una jornada importante para reafirmar nuestra posición y frenar estas leyes antipopulares”.

Referentes de todas las artes y ámbitos de la cultura se reunieron ayer frente al Congreso de la Nación para frenar el desfinanciamiento que pretende el DNI y la Ley Ómnibus del oficialismo.

Artistas, organizaciones culturales, trabajadores de la cultura, políticos y autoconvocados realizaron ayer un Cacerolazo cultural nacional a lo largo en todo el país en contra de la ley Ómnibus.

A pesar de la lluvia, cientos de personas llegaron a la plaza del Congreso en defensa de la cultura y las artes, y en oposición al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y a la Ley Ómnibus que propone recortes, desfinanciamiento y cierre de instituciones vinculadas al desarrollo de la cultura.

Una multitud se manifestó en contra del cierre del Fondo Nacional de las Artes (FNA), el cierre del Instituto Nacional de Teatro (INT), el desfinanciamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), el Instituto Nacional de Música (INAMU) y de Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP).

Entre música, bombos y redoblantes, Ramiro Pérez, activista de “Músicxs Organizadxs” (@musicxsorganizadxs) dijo en diálogo con Anccom: “Los artistas y los trabajadores de la cultura somos trabajadores muy precarizados bajo convenios que no existen. La Ley Ómnibus viene a terminar con el INAMU, con el cine, el teatro y demás. En pos de acabar con cuestiones del Estado como el endeudamiento quieren terminar con la cultura, la plata se va con el FMI y los acreedores, este no es el lugar donde hay que ajustar. Los trabajadores de la cultura seguimos haciendo arte y estamos luchando hoy para que continúen los diferentes institutos”.

Por su parte, María Inés Gómez, bibliotecaria de la biblioteca popular “Por caminos de libros” (@porcaminosdelibros ) reflexionó:“Pensemos la cultura en términos de derechos y no de privilegios , las bibliotecas populares son espacios que exceden la cuestión del libro, las cientos de bibliotecas populares que hay en todo el país son verdaderos centros culturales y algunas están en rincones donde no hay otra institución que puedan asumirse como centro de práctica de cultura o acceso a la información”. La bibliotecaria agregó: “Estamos presentes en contra de la ley Ómnibus por muchas cosas. El desfinanciamiento de las organizaciones culturales achica la posibilidad de que las personas tengan espacios de participación en talleres artísticos, acceso a la información, espacios de encuentro entre personas. Estamos en contra de una ley que plantea el desfinanciamiento, la atomización de esas construcciones colectivas que no pueden pensarse con la ley del más fuerte o que sobreviva el que merece , no tiene que ver con la meritocracia , tiene que ver con el derecho”.

Nicolas Vetromile, delegado general adjunto de ATE INCAA (@ateincaa) explicó: “Estamos muy preocupados con la sanción de la ley Ómnibus , ya que si esta ley se sanciona, el INCAA queda totalmente desfinanciado, le quitan sus potestades, sus políticas públicas, haciendo que muchas de las actividades que hoy lleva a cabo el INCAA no se puedan hacer, por ejemplo, todas las políticas de exhibición. La escuela nacional de cine no podría funcionar porque no está en la ley. También se desfinancia la cantidad de dinero que ingresa, solo nos quedaríamos con el 10% de las entradas del cine, también nos quedaríamos sin el dinero que recauda el Enacom por el uso del espectro radioeléctrico, los cableoperadores, las antenas y los canales de cable, eso hace que se pierda la fiscalización y las salas de cines pueden hacer cualquier cosa”. Además del desfinanciamiento a Vetromile le preocupa la desprotección de la industria cultural nacional: “Se pierde la política pública de la cuota de pantalla y la media de continuidad para el cine argentino ¿Qué significa esto? Las multipantallas pueden poner todo cine extranjero y no poner nada del cine nacional, si se pierde la fiscalización no se puede controlar eso. Además, se pierde el canal CINEAR, se pierde su plataforma y se pierde una de las políticas públicas más grandes en el mundo que son los espacios INCAA, un reducto fuera de las multipantallas para ver cine nacional”.

Vetromile explica que con las medidas pretendidas por el oficialismo el INCAA podría quedar con tres oficinas, desfinanciado y el dinero no alcanzaría para todos los trabajadores y trabajadoras del cine. Lo mismo ocurriría con el Instituto Nacional del Teatro, el FNA, el INAMU y el Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual (FOMECA). “En este sentido se está atacando a toda la cultura independiente y es lo que veníamos hablando cuando se ponía en discusión el tema de los fondos para la cultura, es que se pierde la soberanía cultural. La cultura no se vende, la cultura se defiende”, concluyó.

La Asociación Argentina de Actores y Actrices también llegó con sus carteles y expresiones. La actriz Ana Celentano dijo en diálogo con Anccom: “Nosotros estamos peleando contra la ley ómnibus que toca muchas instituciones importantes de la cultura. Creo que es importante estar acá defendiendo esto porque nos llevó muchas décadas de lucha tener este tipo de instituciones que las hemos sido mejorando con la lucha de los protagonistas de la cultura, los trabajadores de la cultura, los técnicos, los artistas. Son instituciones muy importantes sobre todo porque garantizan la democratización de estos instrumentos, si no existe el Estado como un actor fundamental en la promoción de las artes, sólo pueden expresarse ciertos sectores de la sociedad y el resto quedan marginados a determinados reductos”.

Para Celentano se está defendiendo la cultura como herramienta transformadora: “El arte y la cultura en general porque creemos que son fundamentales para sentirnos libres para ser mejores personas y para ser un mejor país. Creo fervientemente en el arte, creo fervientemente que el arte es el alma de los pueblos y creo que hay que defender una política democrática de acceso a la cultura en todo el país y para todos los sectores “.

Nicolas Vilchez , miembro del colectivo de Poetas por la memoria , la verdad y la justicia (@Colectivodepoetas) ambién explicó por qué reclama su sector: “Estamos acá porque nos parece importante movilizarnos a favor de la cultura, la memoria, sobretodo de lo colectivo porque de esto no se sale de una forma individual .Es importante seguir luchando de forma colectiva, esto recién comienza y el arte es algo importante, porque es oxígeno para cada día y además por la necesidad del ser humano que hace a la cultura, que es lo que nos diferencia del resto de los otros seres vivos. Lo importante es que te unas al resto, que mires a tu alrededor, las balas te pican cerca y de alguna forma vas a tener hambre si no es de comida es de cultura, vos, tu familia, tus amigos o amigas”.

Algunos partidos políticos también acompañaron el cacelorazo cultural. Entre ellos pudo verse a la Diputada Nacional por el Frente de Izquierda, Myriam Bregman. “La ley Ómnibus es parte de un paquete más que Javier Milei compuso en tres partes. La primera es el DNU, la segunda la Ley Ómnibus y la tercera son un conjunto de leyes para los más concentrados de la economía. Y estos tres elementos conjugan un plan de guerra contra el pueblo trabajador, donde le sacan a los de abajo para darle a los de arriba, donde tienen todo tipo de beneficios impositivos, baja de bienes personales, donde le dan todo tipo de beneficios a las empresas multinacionales a la par que produce un ajuste brutal contra el pueblo, dejan a las jubilaciones sin certeza si se van a actualizar o no etcétera”, describió la Diputada y agregó: “En ese marco, el ataque a la cultura nos parece una de las peores cosas que contiene la Ley Ómnibus. Atacar a la cultura es atacar a una parte de la sociedad. Si hay algo que identifica a la sociedad argentina es el amor por el teatro, el amor por el cine, por nuestra cultura que ha tenido un rol muy importante, inclusive en la dictadura militar. Para el presupuesto nacional es insignificante lo que se destina a cultura porque el ajuste a cultura viene desde hace mucho tiempo, solo muestra una posición ideológica que no tiene nada que ver con la economía. Si quieren solucionar eso, hay que tocar los intereses de los grandes empresarios que, al revés, se ven beneficiados por esta ley”.

Por otra parte, el diputado nacional por el mismo Frente, Alejandro Vilca añadió: “Es la política de este gobierno, que esté todo en manos privadas, es parte de la política de Javier Milei dejar que regule todo el mercado”. “El DNU y la ley Ómnibus atacan a la cultura, a la educación, a los jubilados, a los trabajadores, al medioambiente”, detalló y concluyó: “Creo que nos enfrentamos a un gobierno que decía que venía por la casta y la casta somos los de abajo. Y lo más grave es que pide facultades especiales y a eso no lo vamos a permitir, porque junto a miles de trabajadores como lo estamos haciendo hoy, junto a trabajadores de cultura de todo el país, el 24 también tiene que ser una jornada importante para reafirmar nuestra posición y frenar estas leyes antipopulares”.

«Vendepatria»

«Vendepatria»

Tras el anuncio del presidente Javier Milei del megadecreto que deroga la Ley de Alquileres, derechos laborales y promueve las privatizaciones entre otras 300 medidas, miles de porteños armaron cacerolazos espontáneos en distintos barrios. Algunos confluyeron en el Congreso. Mirá las fotos de ANCCOM.

La reforma, con sangre entra

La reforma, con sangre entra

Tras 17 horas de debate ininterrumpido, a las 7.08 de la mañana, la Cámara de Diputados aprobó por 127 a 117 la reforma previsional que, entre otras cosas, cambiará la manera de calcular el haber jubilatorio, la Asignación Universal por Hijo y las pensiones de discapacitados y ex combatientes de Malvinas. De esta manera, el Gobierno pone en marcha un recorte en la seguridad social que, según quién lo calcule, va de 70.000 a 100.000 millones de pesos. La nueva ley se aprobó tras masivas movilizaciones de repudio que se prolongaron hasta la madrugada y, sistemáticamente, terminaron con represión y detenidos.

Con un Congreso vallado desde las 21 del domingo, más de 500 mil personas se movilizaron ayer al mediodía en contra de la reforma previsional impulsada por el Cambiemos, según estimaron algunos gremialistas que ayer convocaron. El operativo estuvo a cargo de la Policía Metropolitana y no, como ocurrió el jueves pasado, de Gendarmería. La brutalidad fue la misma: gases, balas de goma, un centenar de detenciones y sesenta heridos.

“¿Qué golpe? Si tienen los medios de comunicación, el poder económico, fuerzas de seguridad y encima el Poder Judicial. ¿Pero sabés lo que pasa? No le da la cara para sacarle a los que más tienen pero sí a los jubilados”, reflexionaba un periodista de radio mientras relataba cómo la Plaza de los Dos Congresos comenzaba a llenarse de agrupaciones políticas y gremiales.

Mientras la bancada oficialista lograba quórum y daba inicio a la sesión, las columnas de la Asociación de Trabajadores del Estado, Unidos y Organizados, La Cámpora, Nuevo Encuentro, El Hormiguero, Proyecto Popular, sindicatos docentes, partidos de izquierda, el colectivo Ni Una Menos, organismos de derechos humanos, entre muchas otras, nutrían la enorme manifestación de repudio a la baja de los haberes jubilatorios propuesta por Cambiemos. Los manifestantes ocupaban toda la Plaza de los Dos Congresos y la Avenida de Mayo hasta la calle Piedras, nueve cuadras bien abigarradas.

La violencia institucional se respiraba en el aire antes de que los gases lo volvieran, en efecto, irrespirable. “Desde la Defensoría del Pueblo me pidieron que venga con la pechera como ‘mediadora de conflictos’. Hace 20 minutos me avisaron que ya la Policía le pegó a un par de compañeros”, contaba una mujer. “Si el jueves le dieron a los diputados, ¿no les van a dar a ustedes?”, preguntaba otra. “¿Qué onda? Re intimidatorio”, remataba una tercera.

Mientras, una joven miraba el helicóptero policial que sobrevolaba la zona. Segundos después, los militantes de La Cámpora empezaron a retirarse, lo que desconcertó a compañeros de otras organizaciones que estaban allí. “Compas, con tranquilidad, vayan dándose vuelta”. Cuatro referentes de otras agrupaciones pasaron corriendo con estruendos de fondo que no se sabía de donde provenían: “¡Replieguen las banderas! ¡Caña acá compañero, por favor! ¡Comencemos a desconcentrar!”.

Una lluvia de piedras cayó sobre la policía desde la primera fila de la marcha. El polvo blanco del gas lacrimógeno se esparció desde el centro de la plaza hacia los extremos y rápidamente la gente se cubrió las caras con sus pañuelos verdes por el aborto legal, rojos, cuadriculados blancos y negros, o con las remeras guardadas. “Dos años atrás era impensado todo esto. ¿Cómo puede ser que haya cambiado tanto? Ahora que te llegue un mensaje de cómo cuidarte y qué estrategias de prevención tener en una marcha es algo normal”, dijo un joven.

Ante la represión, la multitud respondió con cánticos que, al contrario de otras movilizaciones, fueron masivos y al unísono: “Unidad de los trabajadores y al que no le guste ¡se jode, se jode!”, o el tradicional. De manera organizada, las columnas comenzaron a desconcentrar, intentando protegerse del accionar, otra vez desenfrenado, de las fuerzas de seguridad.

A medida que en los manifestantes se dispersaban por las fuerzas de seguridad, el debate en el interior del Parlamento se calentaba. El diputado y ex ministro de Economía, Axel Kicillof, detalló, números en mano, que con la nueva ley los jubilados solo recibirán un tercio del aumento estipulado en comparación con la legislación actual. Y denunció la represión que se vivía afuera: “Quieren tapar con cámaras de televisión toda la gente que se moviliza, y, oh casualidad, sólo muestran a los infiltrados que nunca agarran”.

Victoria Donda, de Libres del Sur, apuntó contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich: “La única paz que puede existir (con ella) es la de los cementerios”, afirmó. La experimentada jefa de bloque del Frente Renovador, Graciela Camaño, subrayó que “la legitimidad no es una foto de una elección, sino que es una serie de acontecimientos que deben hacer al grupo político”. Y rechazó “a los violentos de afuera pero también a los de adentro porque no es la primera vez que ponen infiltrados”, dijo.

Uno de cruces más picantes se dio entre Agustín Rossi, jefe de bancada del Frente para la Victoria, con la diputada oficialista Elisa Carrió, quien se retiró del recinto: “Te hubieses ido cuando eras funcionaria de la dictadura en el Chaco, mientras que a nuestros compañeros los mataban en Margarita Belén”, le dijo Rossi. Y añadió: “Nunca habíamos tenido el Congreso militarizado desde el regreso de la democracia”, y responsabilizó a Patricia Bullrich por el operativo.

A una cuadra de allí, desde la calle Bartolomé Mitre, salían personas con las caras irritadas y los ojos inyectados en rojo por los gases. Una mujer se acercó y les ofreció agua, otra les  aconsejó ponerse limones en la boca. Cerquita, a unos metros, un chico tirado boca arriba hacía señas de que encontraba bien pero que necesitaba estar tranquilo un rato.

“Ailín no contestó todavía si está bien, ¿no?”, pregunta una amiga. “Están pidiendo levantar la sesión porque están tirando con balas de plomo”, alerta otro. Las versiones, en medio de la represión, se multiplican, igual que los cuidados entre compañeros.

Héctor, 68 años, jubilado, estaba sentado a la sombra de un árbol en la esquina de 9 de Julio y Bartolomé Mitre con un cartel: “Los jubilados son la patria. No los traicionen. Ellos los votaron Señores Diputados”. Mientras se secaba el rostro con un pañuelo, recordaba que hace tres años podía llegar a fin de mes: “Vine con un amigo que le sacaron más de la mitad de los medicamentos, no nos podíamos quedar en casa. Yo fui obrero náutico toda mi vida, no pido riqueza, sólo dignidad”. Y con impotencia reflexionaba sobre los medios y periodistas que a esa altura, casi en cadena, mostraban únicamente el show de las piedras y las balas: “Nos mienten, ¿pero sabés una cosa? Lo que no pueden es borrarte la memoria. Yo en el 2001 vi a mis hermanos cartonear. No puedo explicar lo que fue eso”.

Por Avenida de Mayo, tomados de la mano, Daniel y Verónica se manifestaban como lo habían hecho el jueves anterior. Ambos de 62 años, él profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, explicaba: “El problema es la situación que esconde todo esto, la desinversión en materia de seguridad social”. Luego se levantó la remera y mostró los dos balazos de goma que le acababan de dar una hora atrás sólo por defender sus derechos.

Después de siete horas de represión, ya no había manifestantes en la zona del Congreso. Sin embargo, cerca de las 21.00 comenzaron a tronar las cacerolas en diferentes barrios porteños, bonaerenses y en algunas ciudades del interior, como Rosario y Santa Fe. Miles de personas, después, marcharon con ollas y cucharones a realizar una vigilia frente a las vallas que cercaban el Congreso. Como exactamente hace exactamente 16 años volvieron a sonar, espontáneamente, en repudio a la sordera y la insensibilidad del poder. El mensaje del pueblo es claro: “Si se meten con los viejos / qué quilombo se va armar”. Cerca de las 4 de la madrugada, otra vez los gases policiales lograron la dispersión. Tres horas más, los diputados aprobaron la nueva ley que cumple con  las tres exigencias del Fondo Monetario Internacional: cambio a la baja en la fórmula de sustitución, cambio en forma de actualización y prolongación de la edad jubilatoria.

Actualizado 19/12/2017

Ruidazo contra el tarifazo

Ruidazo contra el tarifazo

Pasadas las 19.45 de ayer la llovizna comenzaba a sentirse en la esquina de Scalabrini Ortiz y avenida Corrientes, en el barrio porteño de Villa Crespo. Cinco vecinas se encuentran y preguntan: “¿vendrá alguien más?” Juntas corren al encuentro de otras personas que se van acercando a esta intersección, motivados por la convocatoria en redes sociales, con el objetivo de hacerse escuchar ante el gobierno nacional y reclamando el cese de los aumentos en las tarifas de servicios públicos.

Una  primera pancarta con la leyenda “Macri pará la mano. No al tarifazo” sirve de punto de encuentro para los vecinos que, ya en mayor cantidad, comienzan a acercarse. El compás de algunas bocinas motiva los primeros ruidos y aplausos. Silbatos, cornetas, llaves agitándose, bidones de plástico… todo sirve para hacerse escuchar.

En la esquina de Triunvirato y Monroe, Villa Urquiza, el mal tiempo también conspira contra la convocatoria. Luego de un breve momento de desilusión, pero con el retraso previsto de todos los eventos multitudinarios, comienzan a llegar los carteles, los aplausos, las latas, los redoblantes y algunos bombos. Un hombre trae dos boletas de gas hechas en gigantografía: la previa al aumento, de 700 pesos, y la última, de 5.600.  Otro, que viene caminando con él, menciona el caso de un joven vecino que vive solo a quien le llegó un tarifa de 7.000 pesos: “El pibe trabaja en una pizzería… nadie sabe cómo va a hacer con el sueldo que tiene”. Gran parte de las conversaciones giran en torno a la imposibilidad de poder costear estos aumentos. No se habla de una rebeldía deliberada, sino de una inviabilidad de la realidad concreta.

Centenas se reunieron en Medrano y Corrientes y en Scalabrini Ortiz y Corrientes.

Centenas de personas se reunieron en las esquinas de Medrano y Corrientes y Scalabrini Ortiz y Corrientes.

Mientras golpea con un martillo el poste del semáforo de la avenida Corrientes, bajo una llovizna persistente, Walter relata: “Pasé de pagar 130 pesos de gas a 900. ¡Tienen que retrotraer las tarifas y hacer un verdadero estudio sobre los costos! Los servicios públicos los tienen que subsidiar los que más tienen, no nosotros, los usuarios”.

La convocatoria por redes sociales con el hashtag #NoAlTarifazo #Ruidazo había comenzado hacía un par de días y se esperaba una gran convocatoria, pero la inminente lluvia pronosticada hacía dudar sobre su éxito a los propios asistentes. Sin embargo, pasadas las 20, la avenida Corrientes ya se encontraba cortada en su totalidad por aproximadamente 200 personas. Más pancartas y mensajes hacia el gobierno repetían los reclamos respecto a la suba de los servicios públicos, pero ningún móvil de televisión se acercó a este punto de encuentro en el barrio de Villa Crespo.

A varios kilómetros de ahí, al igual que en el resto de las concentraciones, un cartel expresa uno de los reclamos fundamentales de la manifestación: “Luz – Gas – Agua – No son un negocio. Son un derecho”, mientras una mujer oculta entre múltiples frazadas, personificaba la cotidianeidad de muchos de los presentes, mientras ironiza: “Viste que el presidente ya explicó que no podemos estar en remera y en patas”.

La convocatoria fue movilizada a través de las redes sociales con el hashtag #Ruidazo y #NoAlTarifazo hace pocos días (Foto: Obelisco).

Hacia las 21 la convocatoria en Scalabrini Ortiz y Corrientes logró reunir a más de 400 personas, todas ellas manifestándose con pancartas y cantos respecto a la suba de tarifas. “Che Macri, che Awada: Tiranos una frazada”, se leía en un cartel sostenido por una madre con su hija en brazos, haciendo referencia a las palabras del Presidente en uno de sus últimos discursos donde alentaba a los ciudadanos a moderar el uso de la calefacción en sus hogares para no sufrir los aumentos. Valeria Stagi es empleada de un local que vende artículos de cotillón ubicado en Scalabrini Ortiz 269, a pocos metros de donde se produce el corte de calles. Inesperadamente este comercio se vio beneficiado con algunas ventas en medio de la convocatoria: “Puse algunas cornetas en el mostrador, a la vista, porque varias personas entraron a comprar algo para hacer ruido”, dice. Según cuenta a su local también lo afectó la suba de luz: “Sé que en esta factura vinieron alrededor de pesos 4.000 pesos y el dueño tiene pensado hacer el reclamo a Edenor”.

Gladis Garello es jubilada y fue a la convocatoria acompañada por su marido, también jubilado: “No traje cacerola para no evocar a los antiguos cacerolazos, porque esa forma de manifestarse siempre tuvo que ver con la elite”. Argumenta que le gustaría meterse entre la multitud que supera las 400 personas en Scalabrini Ortiz y Corrientes pero no se encuentra bien de salud y prefiere resguardarse del frío y la llovizna bajo uno de los techos de las paradas de colectivo. “Nosotros somos el pueblo, yo solo traje un manojo de llaves para hacer ruido, aunque sea bajo este techo”, explica. Agrega que en su caso la última factura de gas que le llegó fue de 600 pesos, cuando en la anterior había pagado 100: “Esto es una medida dictatorial. La gente se cansó. En vez de que las inversiones las hagan los empresarios ricos quieren invertir con la nuestra plata, con nuestro esfuerzo”, reflexiona.

Los empleados de Metrogas aconsejaron no pagar esta factura hasta tanto no se sepa realmente si corresponden los aumentos o no (Foto: Zona Obelisco).

Osvaldo vive con su esposa en un PH en Villa Crespo y recuerda que hace un par de días tuvo que acercarse a las oficinas de Metrogas para avisarles que no va a poder abonar la última factura  por un monto de 8.200 pesos: “El año pasado para el mismo período pagué 800 pesos. Mi señora y yo trabajamos todo el día y no estamos casi nunca… ¡No puede ser que gastemos eso de gas!”, agrega y completa:  “Yo vine a esta misma esquina en diciembre de 2001 a pedir que se vayan todos. Y ahora estoy acá de nuevo. Esto significa lo mal que está la gente, esto es el comienzo”.  En charla con ANCCOM reflexiona que fueron los mismos empleados de Metrogas quienes le aconsejaron no pagar esta factura hasta tanto no se sepa realmente si corresponden los aumentos o no.

Luego de dos horas de continuos cantos y ruidosa manifestación, la mayoría de los vecinos de Villa Crespo comenzó a regresar a sus hogares, bajo condiciones meteorológicas hostiles. Se alejan del punto de encuentro en Scalabrini Ortiz y Corrientes mientras continúan aplaudiendo y haciendo ruido. En la esquina solo quedan algunos pocos a la intemperie y contados paraguas resisten la fuerte llovizna y el frío de la noche entonando la última canción: “Ole-le Ola-la, si este era el cambio, el cambio no va más”.

Zona Medrano y Corrientes y en Scalabrini Ortiz y Corrientes.

Walter, uno de llos manifestante contó que “Pasé de pagar 130 pesos de gas a 900. ¡Tienen que retrotraer las tarifas y hacer un verdadero estudio sobre los costos!».

En Urquiza, otro jubilado se suma al pogo improvisado entre los más jóvenes: “Vengo pagando los aumentos de agua, luz y gas. Te juro que aunque cobre aguinaldo, las cuentas no las puedo pagar. Porque Macri nos cagó, las tarifas liberó, Aranguren la puta que te parió”. Varios también recuerdan, como el vecino de Villa Crespo, haber estado en esa misma esquina a fines de 2001, pero rescatan que la situación no es la misma. Sin embargo, esta apreciación no se traduce en gran optimismo: “Si esto sigue así, vamos a terminar igual y más rápido que aquella vez”. Esa conciencia estuvo siempre presente y no se diluyó en ningún momento, aunque tampoco lo hizo la fuerza de los cantitos y la presencia sólida de los 400 vecinos y vecinas que estuvieron durante casi tres horas reclamando por sus derechos.

Actualizado 15/07/2016