Pasan las estaciones, pero no el tiempo

Pasan las estaciones, pero no el tiempo

Benjamín Garay y Pavel Tavares dirigen «Ojos de mar».

Ojo de mar, uno de los documentales que compite en la categoría Vanguardia y Género en la 21ª edición del BAFICI, nació del interés compartido de dos estudiantes de Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) que descubren cómo las estaciones son capaces de intervenir en la vida de las personas que habitan entre las montañas del norte neuquino. ANCCOM dialogó con sus directores, Pavel Tavares y Benjamín Garay, quienes describieron el origen del proyecto, cómo fue el acercamiento a los personajes y qué expectativas les genera haber llegado al festival de cine independiente de Buenos Aires.

El sonido del viento o el de las cascadas se interna en los  rostros y miradas. El film acerca animales y grandiosos paisajes que transportan al espectador a la Patagonia Argentina.

Fue un viaje en bicicleta por el lugar lo que despertó las ganas de documentar esa zona: “Visualicé que había muchos temas de nuestro interés, como las minorías, la cultura bien arraigada a la zona, la frontera misma”, comenta Garay.

A Tavares le llegó un mensaje de su compañero de estudios diciendo que tenían que hacer algo en ese sitio. Comenzó a investigar y encontró muchas cosas parecidas al lugar donde nació, en Brasil. “El sertão brasileño, San Sebastián, la crianza de chivos, el terreno, el clima un poco seco, eso me atrajo mucho”, recuerda.

En total viajaron siete veces. En 2015 fue el primer scouting y en el verano de 2016 realizaron el primer rodaje: “Ese material completo era como para hacer 10 tipos de documentales distintos. Uno observacional, uno de entrevistas.  Estuvo bueno porque nos ayudó a darnos cuenta cuál era el camino que más nos interesaba y que podía representar la manera que nosotros queríamos mostrar el norte neuquino”, describe Benjamín.

La última etapa de rodaje fue en enero de 2017 y el año pasado lo terminaron, no sin dificultades, propias de un proyecto “brutalmente independiente”, como lo definen. El tiempo también fue determinante. Dado que era una tesis y debían terminarla en un año Consiguieron la manera de financiarse mientras los recursos no llegaban: el trueque, “Llegábamos a un pueblito, les ofrecíamos un servicio de video y en cambio nos daban un lugar para quedarnos”, cuenta el brasileño.  Lo mismo iban haciendo en otros pueblos y de esa manera fueron conociendo a muchas personas. Durmieron en escuelas y hasta en el destacamento de bomberos.

Ambos tenían una cercanía muy grande con todos los personajes. Las familias con las que más se relacionaron terminaron siendo las protagonistas. “Un día recién llegados sentimos olor a torta frita que venía de un kiosco. Ahí, una señora, doña Rosa, nos abrió las puertas, nos invitó un té y nos contó un montón de historias. Ese noche nos quedamos a dormir en su casa”, recuerda Garay. Y detalla que la filmación fue completamente colaborativa. Preguntaban a las personas qué acción querían verse haciendo. Cada uno con sus tiempos y oficios destinados a la subsistencia, lejos de los apremios tecnológicos.

La idea de retratar a gente mayor tiene que ver con que los jóvenes se están yendo a las ciudades. “Rubén, uno de los personajes principales, dijo que no quería que su nieto sea criancero porque es una vida muy sufrida”, describe Garay y agrega: “El hombre ya modificó ese ambiente. Hay toda una plantación de pinos enormes que no es autóctona. Los pumas de la zona aumentaron en cantidad y arrasan comiéndose todo”.

Los directores definen al proyecto como «brutalmente independiente».

Los directores explican que lo que ellos fueron a filmar no funciona como una comunidad, sino que es una zona. Algunas de las personas que viven entre las montañas suelen ir al  pueblo, otras no. Los familiares de vez en cuando los visitan. Uno de los  crianceros que realiza trashumancia, actividad muy característica de la zona, es uno de los protagonistas. Lleva a pastar a los animales, desde las bajas a las altas cumbres, en busca de las mejores pasturas y después vuelve en el invierno.  “Son vivencias muy solitarias”, explican.

En el documental se puede ver la celebración de la Fiesta de San Sebastián, el único evento multitudinario. “Es una celebración que comparten  con Chile y toda esa zona. Hay una leyenda relacionada al pasaje de San Sebastián a los dos lados de la cordillera. Es un evento que percibimos, que mezcla mucho de la cultura criolla católica, pero también tiene mucho de pagano por la musicalidad,  por el uso del lugar y de los espacios”, comenta Tavares.

Todos los viajes que hacían los directores mostraban el material a quienes habían sido filmados en las montañas y se mostraban agradecidos: una y otra vez dijeron a los autores que la película fue hecha para ellos: “Nuestro deseo es ir allá en caravana para proyectarla, luego de estrenarla en algunos festivales. Queremos volver, extrañamos mucho, la gente es increíble. Varias personas ya fallecieron, por eso el documental está dedicado a ellas. Verlas en grande es conmovedor, porque en ese momento eran nuestros abuelos, queremos lograr homenajearlos”, confiesan.

Con respecto a las expectativas del festival los directores sostienen que están ansiosos por el intercambio, quieren saber qué sienten los demás. “Mucha gente siguió nuestro camino, necesitamos de muchas personas para terminar este proyecto”, concluye Garay.

“¿Quién mató a mi hermano?”

“¿Quién mató a mi hermano?”

Lucas Scavino, codirector de la película sobre Luciano Arruga, «¿Quién mató a mi hermano?».

Este domingo 7 de abril se estrena en el Bafici el documental ¿Quién mató a mi hermano?, codirigido por Lucas Scavino y Ana Fraile. El largometraje narra la desaparición forzada de Luciano Arruga y el camino de lucha transitado por su hermana, Vanesa Orieta, y su grupo de familiares y amigos. “Es fuerte, pero a la vez bastante importante para empezar a tener una mirada distinta sobre la problemática –dijo Scavino-. Creo que es una historia muy sensible, más allá de lo dura. Deja un aprendizaje a través del dolor. No tiene golpes bajos, y hay un rescate muy fuerte de la dignidad de las personas, sobre todo”.

Scavino, que es egresado de la Universidad del Cine, se mostró muy entusiasmado con la presentación en el festival. “Hay expectativa, y mucha gente que la quiere ver, que ya está escuchando de la película hace cinco años”, señaló. El codirector afirmó que contar la historia de Arruga a través del cine es una gran oportunidad para “sensibilizar, y no solo a un público militante, comprometido, que ya sabe y está convencido. Es que pase una señora por Belgrano, mire, se meta, conozca, se de cuenta. Y si a esa persona le cambia su mirada sobre un pibe que pasa con una gorrita por la calle, es bastante”. 

Comenzaron a filmar en 2014, y a su vez trabajaron con el archivo que ya venía recolectando el grupo de familiares. Scavino contó que a la vez que registraban el material, iban buscando cumplir con los requisitos para que la película tuviera el apoyo del Instituto del Cine. “Con Ana teníamos la idea de que esta película tuviese la mayor trascendencia, fuera del país incluso. Mandarla a festivales, vincular a familiares que de alguna manera estuviesen también en una situación similar a la de Vanesa en cuanto a ser víctimas de desapariciones forzadas, o de algún tipo de crimen por parte del estado. En ese plan empezamos a trabajar, y acá estamos. Fueron muchos años, mucho esfuerzo”.

En palabras de Lucas, la creación del documental fue un proceso de reelaboración constante, al punto que el mismo día en que fueron a presentar el guión al Instituto del Cine encontraron el cuerpo de Luciano enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita. “Estamos hablando de una desaparición en democracia, vos leés diarios y portales y hay muy poca presencia de eso, de algo que ocurre –señaló-. No es una cuestión menor. Se fue modificando siempre la percepción que teníamos de lo que iba a ser la película.  Cuando uno va elaborando el guión, la realidad después te lo va dictando, y a medida que vas registrando vas continuamente poniendo de alguna manera en juego qué es lo que querés contar y cómo estás contando”.

“Es fuerte, pero a la vez bastante importante para empezar a tener una mirada distinta sobre la problemática, dijo Scavino, codirector de la película sobre Luciano Arruga.

Scavino es montajista, y ¿Quién mató a mi hermano? es su primera película como director.  En relación a esta experiencia cuenta que “la función del editor generalmente es la de ser como un consultor, un observador, y a la vez un técnico especializado. Es una labor ciertamente objetiva, sobre lo que quien esté dirigiendo quiera contar. Y en este caso era raro porque yo tenía que ejercer esa función y a la vez estaba trabajando desde la dirección, estableciendo qué cosas dirigir”.

La codirección con Ana Fraile fue fundamental, destacó, ya que le permitió “mantener cierta objetividad”. Sobre el trabajo en conjunto dio a conocer que “en la práctica el vínculo principalmente con Vanesa y con el grupo de familiares lo iba afianzando más Ana, y yo estaba como uno o dos pasos detrás. Como manteniendo cierta distancia. Cuando establecés un vínculo emocional con la persona después es difícil distanciarte para ser objetivo, entonces creo que nos complementamos bastante bien en eso”.

Scavino sostuvo que la realización del documental le repercutió sobre todo “en lo humano”, en haberse identificado “con un grupo de jóvenes con tanta voluntad, con tanta fuerza y convicción para reclamar lo que es esencial. Están reclamando una cosa esencial, que no debería estar reclamándose en un estado democrático –enfatizó-. Creo que eso me hizo crecer como persona. Creo que también ese crecimiento es a nivel mucho más amplio, no solamente personal, en mi relación con Ana. Creo que crecimos bastante los dos en ese sentido”.

A su vez Scavino resaltó el rol de la mujer en la película, tanto por las protagonistas de la historia de lucha, como al hablar de la codirectora. “Es una película donde muchas mujeres están al frente –aseveró-. Mi propia codirectora Ana está al frente también. Tengo mucho respeto por eso, para mí es fundamental esa mirada femenina sobre la vida, está muy ligada a la película. Y de cuestionar privilegios, y cuestionar lugares de poder en general”. 

Scavino se mostró absolutamente comprometido con la búsqueda de verdad y justicia por la desaparición forzada de Luciano Arruga, y expresó que haber realizado este largometraje junto con Ana Fraile es su manera de aportar, y de poner al servicio de la causa sus conocimientos.  “Es muy importante que la causa se active, que se encuentre a los responsables, que se los juzgue, se los condene –concluyó-.  Si la película ayuda a mover la causa, y si fuerza a instalar el tema, y construye de alguna manera redes y vínculos a nivel internacional con otros familiares o con otras instituciones u organismos del estado, mucho de lo que imaginábamos o lo que nos proponíamos va a estar realizado”.

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¿Quién mató a mi hermano?
será exhíbida en el cine Multiplex de Belgrano el domingo 7 de abril a las 17:25; el miércoles 10 de abril a las 16:55; y el domingo 14 de abril a las 15:10.

 

Una cita con la historia del Jazz en la Argentina

Una cita con la historia del Jazz en la Argentina

Gentileza Prensa La Gran Orquesta

¿Puede un proyecto audiovisual nacer de una situación fortuita? ¿Cómo una ópera prima puede surgir de la punta de un ovillo? ¿Por qué el fruto del trabajo de investigación se convierta en un estreno de cine? Esa es la historia de Gran Orquesta, el primer largo de Peri Azar, una directora con vasta trayectoria en producciones de cortometrajes.

“Es una película que arranca rescatando un archivo histórico de una manera fortuita. Iba caminando por la calle, vi un contenedor de escombros y en el medio había un baúl antiguo, hermoso pero muy pesado. Cuando pude bajarlo, lo abrí y descubrí adentro carpetas impecables con grabados que decían Héctor y su Jazz”.

Con lo que se topó Azar fue ni más ni menos que con la obra de una orquesta dirigida por Héctor Lomuto, que junto a sus hermanos Enrique y Francisco, hicieron sus primeras incursiones en el mundo de aquel sonido nacido en New Orleans a principios del Siglo XIX.

La banda además contaba con Pablo Ferraresi (saxo y clarinete), Samuel Víctor Paz (flauta y saxo sopranino), Mario Sagradini (guitarra), Enzo Ricci (contrabajo), Luis Varela (batería), Ernesto Martin (piano), Martin Darré (arreglos) y comenzaron a sonar y grabar en 1944. “El hallazgo fue en el año 2000 y el baúl quedó guardado. Pero me decidí a hacer algo con esto. El problema fue que no encontré casi nada sobre Héctor y su Jazz. Había un blog de la hija de uno de los integrantes de la banda, pero nada más”, cuenta Peri. “Mucha gente se acercó. Hay muy poca gente que ha investigado. Pero al ser tan chiquito el ambiente, se generó algo muy lindo y me ayudaron mucho. Aun así la  etapa de investigación y la de producción fue muy complicada”, detalla la directora.

Gentileza Prensa La Gran Orquesta

Gran Orquesta se ha realizado casi enteramente por la labor de la directora. Excepto el sonido, a cargo de Renato Alvarado Plaza, Alejandra Casal y Juan Moseico, la realizadora ha estado a cargo en cada una de las etapas de la película: cámara, producción, edición, montaje y dirección. “Me uní mucho a las familias de los músicos. Eran las únicas instituciones y fuentes que yo tuve acceso. Y eso está cargado de mucha subjetividad. Pero fue de gran apoyo al estar sola”, confiesa Peri.

Como es su ópera prima, el estreno de Gran Orquesta moviliza muchas emociones para Azar: “Genera muchos sentimientos encontrados. Hay mucha gente que no va a poder ver la película, como mi papá,  mi productor ejecutivo, Edwin Arévalo, y mucha gente que formó parte de la investigación y me ayudó que era ya mayor”.

Poner en pantalla esta cantidad de información, vínculos, investigación e historia es uno de los desafíos que afronta el largometraje que dura apenas 70 minutos. “La duración de las cosas no es lo que más me preocupa -asegura Azar-. La obra te exige el tiempo que necesita. Con Gran Orquesta, la sensación es que es la punta de un iceberg para que el espectador que la vaya a ver pueda conocer un poco más de la historia del jazz en la Argentina.”

La puesta en escena, a su vez, toma importancia al tratarse de una narrativa histórica. “Fue una decisión complicada porque tenía un cuerpo de entrevistas enorme y no quería dejar a nadie afuera. Pero no quise hacer una película de datos duros sobre la historia del jazz en la argentina, sino de sensaciones. Entonces no podía tener 20 entrevistados con sus nombres en pantallas. Así hice un coro de conversaciones que hablan de esa memoria y reconstruyen una idea de los años 40, pero que no importa de quien viene”, se explaya Azar.

Según la directora, el montaje fue la etapa más dura: “A pesar de tener un guión y una buena investigación, cuando te sentás con el material, se comporta de maneras muy extrañas y de modos mágicos. La película te habla y no lo podés llegar a ver hasta que lo terminás. Es un resultado casi accidental, porque hasta que no te decidís, no terminás de saber con qué te vas a encontrar”.

El nexo entre el material audiovisual sin editar y el editor o, en este caso, directora  y editora que son la misma persona a la vez, se convierte en un vínculo muy fuerte: “Se enfrentan dos subjetividades. Muchas veces lo pensás como un bloque de mármol que tenés que tallar, y hasta que no te animás a hacerlo pedazos y darle la forma que querés, no podés hacer nada..”

Gran Orquesta sedujo mucho a BAFICI desde sus inicios. Según Azar, el festival le viene solicitando la película desde hace ya tres años. “Realmente no encontraba la película. Costaba mucho terminarla y decir: es ésta.”

El largometraje compite en la misma categoría, con Casos Complejos (Omar Forero), Mr. Leather (Daniel Nolasco), Cartero (Emiliano Serra), La Fundición del Tiempo (Juan Álvarez Neme), Los Días de la Ballena (Catalina Arroyave Restrepo), Antes Que Llegue el Ferry (Juan Caunedo) y La Asfixia (Ana Bustamante) en la 21ª edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires.

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Gran Orquesta se exhibirá por primera vez este viernes 5 de abril, a las 20.25 en la sala 6 del cine Miltiplex Belgrano (Vuelta de Obligado 2199, CABA) y repetirá funciones todo el fin de semana: sábado 6 de abril, a las 14.50, también en sala 6 y domingo 7 de abril, a las 23 horas, en la sala 8 del mismo cine. El domingo 7 también habrá una función gratuita, al aire libre, en el anfiteatro de Parque Centenario, a las 19 y la directora de la película ya confirmó la fecha de su estreno comercial para el 7 de mayo en el cine Gaumont.

 

“Como sociedad nos cuesta compatibilizar el deseo y la familia”

“Como sociedad nos cuesta compatibilizar el deseo y la familia”

Agustina Comedi nació en 1986 en Córdoba. Allí estudió Letras Modernas y la Tecnicatura en Corrección de Estilo. Después se mudó a Buenos Aires donde comenzó su carrera como guionista. Formó parte de la agrupación Seamos Libres y Mujeres Audiovisuales (MUA) y dio clases durante dos años en el Taller Audiovisual del Bachillerato Popular Raymundo Gleyzer.
El silencio es un cuerpo que cae, una de los cuatro filmes argentinos que compitieron en la sección Derechos Humanos del BAFICI, es su primera experiencia como directora. A minutos del estreno, Agustina está nerviosa. Si bien ya presentó la película en noviembre, en el Festival de Cine Documental de Ámsterdam, ahora es distinto, en su país y ante sus allegados. Mucho más tratándose de un relato tan íntimo. Mientras el público llena la sala, ella toma una cerveza para calmarse y dialoga con ANCCOM.

¿Cómo apareció la idea de indagar en tu historia familiar?
Hace tiempo que intento marcar fechas de inicio de este proceso de investigación pero me resulta irreal porque nunca hubo un momento preciso ni una decisión concreta. Todo empezó motivado por las inconsistencias y contradicciones detrás de la historia de mi padre, después de su muerte. Había muchos cabos sueltos que se fueron develando en mis charlas con sus amigos de aquellos años, mucho antes de que yo existiera. Y luego aparecieron las cintas de VHS que estaban escondidas, arriba de un placard de mi casa, en Córdoba. Recién después de visionar las 140 horas de material de archivo empecé a delinear la idea de hacer una película que termina de materializarse cuando nació mi hijo Lucas, en 2011.

¿Qué esperabas encontrar en ese material?
Lo buscaba a él. Quería ver su rostro, su voz y su andar. Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años y después de siete años había comenzado a olvidarme de su imagen. El paso del tiempo estaba empezando a jugar y yo necesitaba recordar su figura.

¿Qué encontraste?
Primero, desilusión, porque él no aparecía nunca, salvo el día de su muerte que sí aparece en cámara. Mi viejo filmaba todo el tiempo, era un gran aficionado. Hasta el día que murió llevaba su cámara encendida mientras cabalgaba. No lo encontré a él pero encontré su mirada, en los encuadres pude percibir su deseo. Había, en esas cintas, una punta de que su deseo estaba en otra parte. Una estaba en su hija y su familia, y la otra se dispersaba.

¿Y cómo era esa familia que pudiste develar en las cintas?
En las imágenes se ve la construcción, en los ´90, de una familia argentina de clase media alta, con aspiración a más alta, con sus viajes a Disney y Europa. Una cuestión bien burguesa y con todos los mandatos sociales que eso conlleva: los cumpleaños de las nenas vestiditas de rosa y los niños de celeste, las niñas jugando a cuidar bebes, a las muñecas y las embarazadas. Los niños de los 90 dependen de un imaginario construido por Disney en el movimiento del desarrollo del neoliberalismo de acuerdo con una ideología de clase homófoba donde el modelo familiar estaba muy idealizado. Era un mandato estrictamente heteropatriarcal. Y en ese mismo álbum familiar se presentaban ciertas grietas que pude develar a través del encuentro con el entorno más cercano a mi padre, Jaime y, a través de sus testimonios, poner en palabras aquello que no se decía y poder reconstruir la homosexualidad en la Argentina y sus distintas formas de violencia y censura.

En un pasaje contás que un conocido te dijo que cuando naciste una parte de Jaime había muerto para siempre…
Como sociedad nos cuesta mucho compatibilizar el deseo y la familia, y no me refiero a lo estrictamente sexual sino al sacrificio, sobre todo para las mujeres, de que cuando tenés hijos pasás a un segundo plano y a una pura devoción por ellos. Esto es bastante dañino porque el mejor padre o madre que un niño puede tener es el más parecido a sí mismo posible. Hay algo real, una parte de tu tiempo se divide y por eso otra, en buena hora, muere. Sin embargo, la idea es que esa muerte sea lo menos sufrida y que uno pueda ser lo más auténtico posible con sus hijos y no estar preso de los mandatos, como le pasó a mi padre y a muchos más de su época.

Con respecto a la homosexualidad, ¿qué pensás del rol del Estado?
Ocupa un rol importantísimo en la concreción de medidas que deconstruyan estos mandatos heteropatriarcales y en leyes que combatan la discriminación y la homofobia. Hasta los 90, la homosexualidad era considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud y por muchos Estados nacionales, por lo cual estaba expuesta a la ilegalidad y al desamparo.

En tu película el protagonista es un hombre, ¿cuál es el lugar de la mujer?
Ese lugar es ocupado por mí. El discurso feminista debería rearticular las relaciones de los hombres y las mujeres. No es un discurso que remita solo a nosotras sino al modo de vincularse en la sociedad: poder discutir el deseo dentro de la familia donde en su construcción uno se asume en roles, el del padre como proveedor y la madre abocada a sus hijos, y desecha mucho por ello. Esa fue mi historia y la de mi padre al ocultar toda su historia anterior a los 40 años de vida que había sido de una homosexualidad bastante pública y que, cuando se asume como padre de familia, se dejó a sí mismo fuera.

¿Poder debatir estas cuestiones habla de una sociedad que está cambiando?
Repensar esta idea de familia es algo que el feminismo está habilitando pero todavía falta mucho. En el BAFICI se presentaron a la convocatoria más directoras mujeres que hombres. Sin embargo, solamente un tercio de las películas en competencia son dirigidas por mujeres.

¿Es posible una educación sin mandatos?
Intento educar a mi hijo con la mayor libertad posible pero seguramente esté transmitiéndole mandatos que ni yo sé que tengo. En el primer visionado de la película, una productora se preguntó en qué les estaremos cagando la cabeza a nuestros hijos y me pareció muy cierto. Uno puede mirar críticamente por la distancia cronológica de los hechos una generación anterior pero no puede saber acerca de la violencia que nosotros mismos estamos poniendo inconscientemente en la generación que nos sucede.  

¿Cómo definirías la película?
Es bastante deforme. Soy guionista pero no estudié Cine sino Letras. Esta es la primera realización como directora: la filmé yo e hice casi todo el sonido. El hilo conductor es la necesidad de contar algo. Hay una necesidad implícita de explicar una disquisición mental y de articular ciertas cosas disímiles, de poner imágenes donde no las hay. El ejercicio fue muy libre. Y nunca el producto final es igual al que uno se planteó en un primer momento. Por suerte, el trabajo en conjunto con la montajista Valeria Racioppi fue muy importante porque me permitió correrme de mi lugar de hija y tomar distancia para armar un relato audiovisual. A veces, me vi paralizada por las propias imágenes pero ahí estaba el trabajo en equipo para motivarme a seguir.

¿Cambió la visión que tenías sobre tu papá?

El papá del que estoy hablando lo fui descubriendo a través del relato de sus amigos. Hacer esta película me acercó mucho a él, me quedé con la sensación de que me perdí mucho de su historia y que me hubiera gustado poder blanquearlo en vida.

¿Qué les dirías a los espectadores de El Silencio…?

Que se atrevan a preguntarse por el deseo y la libertad.

Documentar la realidad

Documentar la realidad

Más de 30 películas se exhibirán en Doc Buenos Aires, un espacio que año a año ofrece un amplio panorama de documentales y actividades vinculadas con otra forma de narrar visualmente la realidad. La exposición busca acercar al público a otro tipo de cine, a la vez que se propone actualizar las novedades provenientes de festivales de otras partes del mundo, mientras que da lugar al estreno de películas nacionales inéditas.

El programador de la muestra, Luciano Monteagudo, destaca la importancia que tiene un evento de estas características para el cine documental “de creación”, que es distinto a los tipos de documentales que comúnmente se transmiten por cable o se difunden por Internet: “Los materiales que se presentan priorizan la subjetividad, la experimentación y un fuerte punto de vista sobre los temas y personajes que abordan”. La centralidad en las exhibiciones apunta a la aparición de nuevas escrituras y formas de lenguaje. En ese sentido,  Marcelo Céspedes, director de DOC Buenos Aires señala: “El foco de este año va a estar puesto en ver lo que está sucediendo en el mundo con los jóvenes realizadores a través de sus películas”.

Charla con Jean-Louis Comolli en la Universidad de Cine.

Charla con Jean-Louis Comolli en la Universidad de Cine.

Desde sus inicios, la muestra cuenta con el apoyo del INCAA,a la que se sumaron a lo largo de los años varias entidades, entre ellas la Sala Leopoldo Lugones del Centro Cultural General San Martín, la Fundación Proa y la Alianza Francesa de Buenos Aires. Estos tres espacios y el cine Gaumont serán las sedes del evento a las que se agregará ocasionalmente el Centro Cultural Borges, en el que únicamente se realizarán charlas y talleres. Estas actividades especiales tienen un valor significativo para Luciano Monteagudo: “Habilitan la posibilidad de discutir las obras con sus directores y asistir a charlas de grandes teóricos, como la que va a dar el francés Jean-Louis Comolli, director durante casi una década de los Cahiers du Cinéma.”

Muchas de las películas que se proyectarán en el festival serán repetidas en distintos días y horarios, en dos de las sedes, con el fin de que los espectadores tengan la oportunidad de elegir dónde y cuándo verlas. Refiriéndose a esta decisión, Céspedes aclara: “Queremos ser chicos pero también efectivos. No deseamos ser un festival de 200 películas que no llegan a verse todas”. En cuanto a los films, mediante una rigurosa selección se eligen aquellas novedades que han sido consagradas en grandes festivales del mundo y que no han llegado aún al país. Esta es una de las tareas de la otra programadora del festival, Carmen Guarini, que indica: “No tiene sentido proyectar películas que ya se exhibieron, les estaríamos restando espacio y posibilidad a que el público descubra obras que nunca se mostraron”.

Si bien el DOC Buenos Aires cuenta con un público muy variado que lo acompaña año tras año, que va desde sectores especializados de estudiantes de cine y directores hasta gente mayor que aprovecha este tipo de circuitos, hay una parte de los espectadores que se agrega en cada edición. Refiriéndose a las personas que se acercan por primera vez,  Guarini remarca: “Esperamos que se sorprendan, queremos ayudarlas a descubrir historias, miradas, narrativas que las emocionen y concienticen.”

En comparación con los primeros años de la muestra, Guarini  señala: “Había menos producción del cine argentino, entonces se traían mayor cantidad de materiales de Europa”. Esta vez, aunque sigue siendo mayor la presencia de documentales provenientes del viejo continente, también hay películas procedentes de Cuba y de Brasil. “Por suerte ha aumentado la participación tanto de Latinoamérica como la de Argentina”, agrega.

En esta edición, la muestra se abrirá y se cerrará con el estreno de dos documentales filmados por directores argentinos, acontecimiento que rara vez se ha dado en el DOC Buenos Aires. El  jueves 20 la entrada será gratuita para quien se inscriba previamente al mail info@docbsas.com.ar. Ese día se proyectará la película “El día nuevo” de Gustavo Fontán, mientras que una semana después el film de clausura será “El (im)posible olvido” de Andrés Habegger.

Foto del documental El (im)posible olvido, dirigida porAndrés Habegger.

Foto del documental El (im)posible olvido, dirigida porAndrés Habegger.

Esta realización aborda la historia de vida de su director, quien prácticamente no tiene ningún recuerdo anterior a sus nueve años, vinculado a su padre, Norberto Habegger, desaparecido en Río de Janeiro por el Plan Cóndor. Esa historia personal da pie a la trama de la película, según comenta el propio realizador: “Empecé a trabajar sobre la idea del olvido como contrapartida de la memoria. Dónde es que se alojan las cosas que se olvidan, en qué lugar del cuerpo o de la memoria residen”. De alguna manera, para el director habría una similitud entre la construcción de la memoria y el cine que la película habilita a pensar: “Son  pequeños datos, anécdotas y hechos históricos que uno va hilando para construir su propia memoria y en el caso de la película pasa lo mismo. Ambos son relatos y se construyen de la misma manera”, explica.

Este mismo año, “El (im)posible olvido” no pudo formar parte del BAFICI, tras presentar un corto avanzado que no quedó seleccionado. Si bien es sabido que esto puede suceder en cualquier festival, al cineasta le llamó la atención que otros documentales relacionados con la temática de los derechos humanos hayan corrido la misma suerte. Sobre esta situación, Habegger comenta: “Para mí no era nada casual que determinadas películas similares quedaran afuera, dado el nuevo perfil de la gestión a nivel nacional”.

Si bien en su momento estaba Darío Lopérfido como Ministro de Cultura y eso hizo sospechar a más de uno que se trató de un acto de censura, Habegger se distancia de esa postura: “Sé que el Ministerio de Cultura de la Ciudad tiene otro paradigma sobre las políticas de derechos humanos. La organización del festival depende de ellos así que, indefectiblemente va a estar asociado a qué tipos de películas dejan adentro y cuáles afuera. Pero no me animo a hablar en términos de censura”.

En cuanto a la muestra, Habegger destaca que su trabajo sea el de cierre por la importancia que tiene el DOC Buenos Aires: “Por un lado, le da lugar a documentales argentinos con una mirada autoral y por otro lado, trae un montón de documentales de afuera que si esta muestra no existiera nosotros no tendríamos oportunidad de verlos”.

Actualizado 18/10/2016