Otra peligrosa puesta en escena frente a las cámaras

Otra peligrosa puesta en escena frente a las cámaras

 

«Digan sus nombres si no quieren ser los próximos Santiago Maldonado”. Uno a uno, los detenidos tras la represión policial en las inmediaciones de la Plaza de Mayo tras la masiva marcha por la aparición con vida de Santiago Maldonado escucharon la amenaza que les heló la sangre. El operativo reveló innumerables irregularidades que obligaron a la liberación de treinta detenidos después de un fin de semana encarcelados. “La sumatoria de todas las situaciones que tuvieron que padecer desde que los detiene la Policía convierte a esta represión en una de las más graves de los últimos meses”, evaluó María del Carmen Verdú, abogada de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), en diálogo con ANCCOM.

La mayoría experimentó las 55 peores horas de su vida. Detenidos en cuatro comisarías diferentes fueron víctimas del mismo procedimiento: incomunicados, despojados de sus pertenencias -algunas de ellas aún no han sido devueltas-, sin contacto con familiares o abogados, sin comer. Y una de las mujeres fue obligada a desnudarse para ser fotografiada.

El operativo reveló innumerables irregularidades que obligaron a la liberación de treinta detenidos después de un fin de semana encarcelados.

“Hubo una operación del macrismo junto a la Policía para correr de eje la foto de la marcha y poner en su lugar la de unos violentos que rompen cosas y la Policía heroica que detiene a esos violentos y los tienen un fin de semana presos“, subraya Ezequiel, de Antena Negra TV y uno de los trabajadores de prensa detenidos.

Su reconstrucción coincide con la mayoría de los testimonios. “Según la Policía, a mí me detienen 20:30 por tirar una valla, mientras que lo hicieron alrededor de las 22:00. Creo que a nadie lo detuvieron a la hora o en el lugar que decía el informe”, puntualizó.

Esas incongruencias fueron advertidas por la Justicia. El juez federal Marcelo Martínez de Giorgi terminó por ordenar la liberación.

Santiago, compañero de Ezequiel, estaba haciendo la transmisión en vivo desde la base de Antena Negra y confirmó que, a las 20:40, sus compañeros estaban haciendo su tarea en vivo con sus celulares.

 

Detenidos en cuatro comisarías diferentes fueron víctimas del mismo procedimiento: incomunicados, despojados de sus pertenencias -algunas de ellas aún no han sido devueltas-, sin contacto con familiares o abogados, sin comer.

En diálogo con ANCCOM señaló que “muchos medios como América, TN, Canal 13, hablaron de ‘los detenidos por los incidentes’, ‘los que provocaron los incidentes’, incluso cuando ya se había demostrado que fue bastante armado”. Y advirtió: “Hasta el día de hoy no escuchamos a nadie que se haya retractado”.

Otra detenida fue Paola, estudiante de fotografía. “Había unas cinco personas que golpearon el vallado que separa la Casa Rosada de la Plaza y empezaron a incentivar a más personas a que continúen con los disturbios. En el momento que me detienen se escuchaban balazos por mi espalda. Recibí patadas por parte oficiales de sexo masculino”, reconstruyó consultada por ANCCOM. Con la caída, se rompió la cámara. La llevaron a la parte de atrás del vallado, justo el mismo lugar donde minutos antes unas personas la tiraron. “Esas personas eran oficiales civiles. No nos decían porque estábamos detenidos, ni a dónde nos iban a llevar. Me sentí perseguida por las fuerzas del Estado”, agregó.

El traslado hasta la comisaría fue otra película de terror. «Nos llevaron con dos dos testigos. Esos testigos eran oficiales civiles. En el trayecto, un chico pide ir al baño. Ninguno de los oficiales quiso soltarle los precintos ni escoltarlo. Él terminó orinándose encima. Uno de los ‘testigos’ acotó ‘ojala que vuelvan la época de los vuelos’», recordó.

Paola advirtió también que en la comisaría el trato fue «pésimo». «Desde pedir hielo y calmantes para el codo y que no te lo den, hasta preguntar la hora y que los oficiales te contesten con una risa. Pasamos tanto tiempo encerradas, sin ver el sol ni escuchar los ruidos de la calle que no sabíamos qué hora era”, subrayó. Y recordó: «Cada cuatro horas pasaban por las celdas. Nos pedían nuestros datos personales y familiares (por más de que ya se los habíamos brindado), anotaban nuestro color de piel, de ojos, tipo y color de pelo, si lo teníamos con tintura o no. Nos preguntaron nuestra orientación sexual. Querían generar terror en los detenidos”.

 

Uno a uno, los detenidos tras la represión policial en las inmediaciones de la Plaza de Mayo tras la masiva marcha por la aparición con vida de Santiago Maldonado escucharon la amenaza que les heló la sangre.

Verdú continúa trabajando en el caso sobre dos ejes. Por un lado la recopilación de material audiovisual para reconstruir los hechos y poner a disposición del Juzgado. “Por otro, estamos reuniendo todas las evidencias necesarias para demostrar que todos los jóvenes a los que estamos defendiendo ( y no tan jóvenes, como el docente que estaba comiendo una pizza en la calle Bernardo de Irigoyen y pagó $320 pesos a las 22:13 pero su expediente dice que lo hallaron 20:18) para demostrar y acreditar las falsedades y la arbitrariedad de esas detenciones, con el fin de imputabilizar a la Policía. Si primero no mostramos esa situación no es posible avanzar”, le explicó a esta agencia.

Según la abogada de la CORREPI, en las indagatorias se armaron cuatro grupos a los que se les imputa la misma conducta y eso coincide con quienes fueron trasladados en los mismos camiones”. “Acá hubo fue una decisión política de ir directamente hacia la gente con cámaras o con cualquier elemento que permitiera registrar lo que la Policía hacía. No hubiera habido un cuarto de millones de personas en la Plaza de Mayo, sino hubieran desaparecido a Santiago Maldonado”, reflexionó.

Ezequiel contó que en las largas horas de hostigamiento, hubo dos momentos que lo llenaron de esperanza. El primero fue cuando logró ver lo que pasaba afuera de la comisaría 15 de Chacarita donde  estaba detenido porque uno de los policías estaba mirando TN. “Yo no sabía si a nuestra detención se le había dado trascendencia o no, qué había pasado. Una vez que me detienen quedé totalmente incomunicado”, recordó. Familia, amigos y compañeros trataron de hacerles llegar el mensaje de que los estaban acompañando. Frente a la comisaría, nunca dejaron de hacer sonar bombos de percusión. “Escuchaba la música y sabía que era para nosotros”, subrayó.
El segundo momento fue cuando les dijeron que la declaración se adelantaba un día. “Yo no veía la hora de salir”, destacó. “Quiero agradecer al SiPreBa (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), al Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, a AnRed (Agencia de Noticias en Red), a RNMA (Red Nacional de Medios Alternativos) porque nos acompañaron en todo momento”, completó.

Actualizada 06/07/2017