Sin ciencia en vacaciones

Sin ciencia en vacaciones

El gobierno nacional canceló la temporada de verano del Centro Cultural de la Ciencia. La medida generó una gran incertidumbre sobre el futuro de la institución del polo científico.

 

La ciencia vuelve a quedar relegada, esta vez por la cancelación de la tradicional temporada de verano del Centro Cultural de la Ciencia. La decisión fue tomada por Alejandro Cosentino, a cargo de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, y Nicolás Posse, jefe de Gabinete. La primera consecuencia de la medida fue la renuncia de la directora de Museos, Exposiciones y Ferias Guadalupe Díaz Constanzo.

El Centro Cultural de la Ciencia, inaugurado en el 2015 y ubicado en el Polo Científico Tecnológico de Palermo es el tercer espacio nacional más visitado, detrás del Museo Nacional de Bellas Artes y el Cabildo. Durante el 2023 recibió a más de 240.000 personas. Su principal función es acercar al público al mundo científico por medio de exposiciones estables o temporarias, exhibiciones de arte y ciencia, espectáculos con concursos y premios, talleres, cursos, entre otros. Si bien se encuentra en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires realiza actividades en distintas provincias y escuelas de todo el país viajan para visitarlo.

Frente a lo sucedido Diego Golombek, Doctor en Ciencias Biológicas y ex director del Centro Cultural de la Ciencia, explica: “Esto tiene un impacto importante, dado que a las instituciones hay que cuidarlas y mantenerlas con los cambios que sean necesarios. Tiene un impacto en el público que necesita de este tipo de acciones de apropiación de la ciencia y la tecnología». Con la suspensión de su temporada de verano se afecta al público general que se acerca en vacaciones, pero de continuar la medida tampoco las escuelas podrán aprovechar las instalaciones.

La suspensión del C3 aumenta la incertidumbre con respecto a las políticas de ciencia y tecnología: “No sabemos, como investigadores, que va a suceder con el personal, con los recursos humanos, si va haber programas de becas o de ingresos a carreras científicas del CONICET y, sobre todo, qué va a pasar con el financiamiento de las actividades de ciencia”, explica Golombek. Para el conocido comunicador de la ciencia el programa de financiamiento de la agencia nacional de promoción científica es fundamental por el apoyo de las actividades científicas en las universidades nacionales que “son algunos de los centros más importantes donde se realiza investigación en Argentina”.

Un programa en pausa

En el Centro Cultural de la Ciencia se desarrolla el Programa de Formación en Comunicación Pública y Educación de la Ciencia integrado con más de 70 estudiantes de universidades nacionales. Son quienes le dan voz al C3 como guías, educando y comunicando ciencia. Jade Desimone, estudiante de química y antropología de la UBA, que guía en el C3, comparte: “Nuestro rol es tratar de derribar prejuicios acerca de lo que hacen las personas de nuestro ámbito…mostramos qué hacemos en el mundo científico, pero siempre desde una perspectiva horizontal, no le vamos a estar contando a la gente cosas específicas desde un lugar de ‘yo sé más’, sino que tratamos de construir conocimiento en conjunto con las personas que vienen de visita a través del juego, de la duda y la pregunta genuina que trae esa persona”. Remarca la importancia del C3 a la hora de “comunicar la ciencia y democratizarla a todos los sectores que sean posibles”.

En la jerga del C3 se denomina copiloto/a al guía mientras que el rol de piloto es para el visitante. “Entendemos que cada persona tiene un interés y que nuestro desafío es intentar que pueda llegar a sus respuestas con rigor científico desde una perspectiva personal pero acompañada», explica la copilota. «No vamos a guiar el recorrido hacia donde queremos llegar, queremos que esa persona pueda construir su propio mapa de conocimiento y pueda expandirse de la mejor manera, sobre todo si estamos en vistas de desarrollar nuevas vocaciones científicas”.

“Es un montón la gente la que nos visita, la que se anota a la facultad, se inscribe al programa y termina siendo copiloto dentro del C3: es mi caso. En 2018 me impactó, me anoté a la carrera y acá estoy”, cuenta Desimone como ejemplo materializado de la manera en que el C3 potencia el área científica del país.

Tras la cancelación de temporada no queda clara la continuidad de las actividades. Además se adeudan los sueldos del mes de diciembre a los guías.

El C3 sale a las calles

Jade Desimone cuenta que el jueves 4 de enero tenían que volver como todos los años y al llegar vieron que el centro estaba cerrado: “Ahí nos enteramos de que no iba a abrir, por lo cual nos juntamos con la facultad, con Exactas, y tampoco sabían nada”. Frente a esto se organizaron entre estudiantes, coordinadores y copilotos, y crearon sus redes donde empezaron a visibilizar su situación de desconocimiento e iniciar una junta de firmas para la petición de NO al cierre del Programa de Formación en Comunicación de la Ciencia.

“Lo que sabemos es que hay un montón de gente que está interesada en que el C3 exista y en que nuestro programa se desarrolle, por lo cual tomamos la posta como guías y de manera voluntaria y sin pedir ningún tipo de apoyo económico. La idea es sacar el C3 a las calles, las plazas, poder comunicar ciencia en otros lugares, seguir cumpliendo la función social que tiene pero desde otro lado”, dice el copiloto, organizándose así de manera autogestionada.

La primera jornada se realizó el sábado 13, de 14 a 18 horas en la plaza del Polo Científico Tecnológico. Se llevaron al exterior las salas del C3, se realizaron actividades como la «ciencia posta» que consiste en acercar los instrumentos científicos a la gente, dibujos mágicos, entre otras actividades. Se realizaron charlas con científicos como Rodrigo Laje, Valeria Edelsztein, y María Inés Carabajal, entre otros. Con la presencia de un amplio rango de edades, la ciencia tuvo como foco el azar en el laboratorio exterior y en los diferentes títulos del punto de lectura. También se realizó la observación de fósiles, y muchas actividades más. Además se invitó a dejar la huella en un mural con la frase “No hay C3 sin copis”. “La idea es seguir con esto, en distintas plazas, quizás de manera virtual pero siempre seguir expandiendo y comunicando ciencia, que es lo que amamos hacer”, concluye Desimone.

 

La agonía de los cementerios

La agonía de los cementerios

El Cementerio de Recoleta es el único que recibe visitas masivas: la mayoría de los asistentes son turistas.

La entrada ya se divisa desde lejos, una parte de la historia que parecería haber quedado detenida en el tiempo. Pintura descascarada, revoques caídos, carteles oxidados. Así luce el más imponente de los tres cementerios municipales de la Ciudad de Buenos Aires: el Cementerio del Oeste, más conocido como Chacarita. Sus columnas y su extenso muro se asoman detrás de los puestos de flores. Los vendedores salen al paso de los posibles compradores, ofreciendo la mercadería casi con desesperación, indicio de una situación que también se observa a simple vista: son muy pocas las personas que visitan el cementerio, menos aún las que se compran aunque más no sea un ramo de flores. Los motivos de la caída de la afluencia son varios: económicos, culturales, políticos. El resultado es el mismo: calles vacías, poco trabajo y demasiado abandono. Un escenario que se repite en -casi- todos los cementerios.

El recorrido por las tres necrópolis municipales comienza en Recoleta, y el panorama no coincide con lo esperado. O tal vez sí: una multitud recorre los pasillos internos del predio, algunos con cámaras en sus manos, otros con termos y mates. Basta con observar para notar que los visitantes son turistas -locales y extranjeros- que pasean entre las bóvedas, buscando algún nombre conocido de la historia argentina. Lejos de parecer un sitio de responso, el Cementerio del Norte se aparece frente a muchos ojos como un lugar turístico. No es casualidad: desde el Gobierno de la Ciudad se lo presenta como un punto de interés histórico -con más de 90 bóvedas declaradas Monumento Histórico Nacional-; pero en ningún sitio aclaran que el lugar aún funciona activamente como cementerio.

El abandono no se ve a simple vista, todo parece estar bien cuidado. Hay que meterse en pequeños pasillos para encontrar las bóvedas más antiguas, aquellas olvidadas por sus familias y golpeadas por el tiempo. No es un descuido generalizado: las bóvedas casi destrozadas son por las que nadie paga ya siquiera el impuesto anual correspondiente. Según cuenta una empleada del cementerio, no hay legislación para desalojarlas. Esto cobra mayor sentido si se considera lo que sucede en los otros dos cementerios de la ciudad: tanto en Chacarita como en San José de Flores, los carteles se acumulan sobre las tapas de los nichos, y se puede leer claramente el mensaje destinado al “señor contribuyente”. “Mientras pagues el arrendamiento no te lo toca nadie, si no, vuelve el derecho a cabeza de ellos y te lo tiran al osario general”, explica crudamente Ricardo, cuidador de nichos en Chacarita. Allí, al igual que en Flores, el que no paga, afuera.

El dinero conlleva sus privilegios incluso en la muerte. Y en tiempos de crisis es todavía más visible. Basta con entrar a Flores para notar el silencio abrumador entre las galerías, y si bien la planta baja puede parecer en mejor estado, el primer piso delata las verdaderas condiciones del lugar: nichos rotos, pasillos sin luces, pedazos de mampostería que amenazan con caer. Alcanza con entrar a Chacarita para encontrarse con alguna bóveda derrumbada, para tropezarse con las baldosas rotas y las fajas de “peligro” ya olvidadas, o sentir los distintos olores que se mezclan en los subsuelos.

Los cuidadores de las tumbas son monotributistas que deben ser contratados por los deudos de los muertos.

Luto del siglo XXI

En la esquina en que se cruzan la avenida Varela y la calle Balbastro se ubica el local de floristería de Patricia. Desde allí, la mujer tiene vista directa al cementerio de Flores y observa que cada vez hay menos entierros y personas que visitan. Patricia cuenta que en Tucumán, su provincia natal, el Día de los Muertos es muy importante. “Acá en Flores, antes, se cortaba la calle desde la avenida Eva Perón, pero la gente ya no quiere saber de cementerios”, comenta. A metros de distancia, dentro del camposanto, Roberto opina de forma similar: como cuidador de nichos con más de 30 años de experiencia, cuenta que el ambiente “cambió muchísimo, la juventud no le da importancia al cementerio. Para las últimas Pascuas no se trabajó nada”. Sólo la comunidad boliviana sigue recordando con la regularidad de siempre a sus muertos, aunque tuvieron que limitar sus conmemoraciones debido a las quejas de vecinos y empleados del cementerio.

En el cementerio de Chacarita, Gustavo y Ricardo, dos cuidadores del área de nichos, coinciden en que la afluencia masiva a los cementerios terminó hace 50 años. “Cuando yo era pibe el luto duraba mucho tiempo, todo eso desapareció”, explica Ricardo que, con 77 años, es trabajador histórico de Chacarita y ha visto pasar muchas generaciones por las calles del cementerio. “Hay gente mayor que venía desde los cinco años porque los traía la tía o la abuela. Esos son los que quedan, el resto no viene.” Al igual que todos las personas encargadas del cuidado de nichos y bóvedas en los cementerios de Capital Federal-, es monotributista y paga un permiso anual que lo habilita a trabajar en la necrópolis. Como encargado de mantenimiento es contratado de forma individual por cada contribuyente del sector al que está asignado. “Somos trabajadores independientes, nos jugamos a la suerte de que se cuiden muchos nichos: si no viene nadie, estamos mal económicamente. Esta semana sólo atendimos a dos personas”, expresa.

Baldosas rotas, olores nauseabundos y filtraciones son algunos de los problemas que se advierten a simple vista.

Tanato-economía

“Hay muchos que me hacen chistes: ‘¿Qué pasa? ¿La gente no se muere?’”, comenta Carlos, sobre la caída de ventas en los últimos tres años. Es propietario de una marmolería ubicada a unos metros del cementerio de Flores, y también es testigo -y víctima- de la caída de afluencia. El problema es que al motivo cultural, se le suma también la situación económica que atraviesa la sociedad. Y entonces, sobre llovido, mojado: locales vacíos, horas muertas y frustración. “No hay plata y ¿qué está primero? La comida, los remedios… esto no es de primera necesidad, y como además lleva una serie de gastos que hoy la gente no puede pagar, deciden gastar una sola vez en cremación”. Carlos cuenta que si bien las ventas ya habían empezado a disminuir desde hacía un tiempo, “estos últimos años, y con todos estos ajustes, se paró todo”.
En el caso de los cuidadores -todos monotributistas- la situación laboral también se ha complicado. Por un lado, porque cada vez es menor la cantidad de gente que visita los cementerios y, por ende, que solicita el trabajo de los cuidadores, un servicio que no es obligatorio para los contribuyentes. “El servicio de mantenimiento se cayó mucho en los últimos cuatro años. Hay mucho cambio por el tema de la economía, más que todo. Ese es el inconveniente. Muchos los pusieron acá y se olvidaron del muerto”, cuenta Alejandro, cuidador de nichos en el cementerio de Flores.

Pero por otro lado, el deterioro de las instalaciones de los cementerios municipales también incide en el trabajo: la gente deja de acudir a las necrópolis debido al estado del lugar, que deja ver nichos rotos, filtraciones y una humedad que todo lo reclama. El problema no es sólo la caída de afluencia, sino también las responsabilidades extraordinarias que deben asumir los cuidadores. Alejandro explica que la iluminación del cementerio le corresponde a la municipalidad, pero que debido a las quejas de los contribuyentes, es él quién debe hacerse cargo con su propio dinero. En un breve recorrido por los pasillos señala los peligros más recientes: en el segundo piso una estructura de mármol cayó sobre una mesa utilizada por los cuidadores. “Acá traen niños y niñas y esto se viene abajo, no hacen mantenimiento de nada. En la terraza estuvieron haciendo unas reconexiones y notaron que había cables pelados que tienen corriente”, agrega.

En Recoleta solo lucen las bóvedas que tienen atractivo turístico.

La lógica detrás del descuido
En el cementerio de Chacarita, sentados en una pequeña oficina en el subsuelo junto con el mate que no puede faltar, Gustavo y Ricardo tienen complicaciones similares. “La municipalidad sólo nos da el lugar para trabajar; de la iluminación y los artículos de limpieza nos tenemos que encargar nosotros”, explican. Los motivos se intuyen al revisar las políticas llevadas a cabo por el gobierno actual, en las que lo público tiene poca incidencia. “Ellos piensan hacer de este cementerio la segunda Recoleta. O sea que todos los nichos y todas las sepulturas, chau, las sacan”, lamenta Ricardo. De este modo, sólo quedarían las bóvedas, eliminando los espacios para la gente de menores recursos.

Hace un par de años la Dirección de Cementerios, dependiente del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires, suspendió las actividades de los trabajadores de las galerías 1 a la 9, y al menos unas 32 familias fueron afectadas por la medida. Desde la Dirección argumentaron que las condiciones edilicias no eran óptimas para los trabajadores, sin embargo no arreglaron el espacio de los nichos, cuando sólo “tienen que arreglar el techo para que no entre agua y refaccionar las partes abandonadas en los subsuelos. Pero no van a poner un peso”, explica Gustavo. Según los cuidadores, el motivo es el negocio inmobiliario: el gobierno busca convertir el camposanto en algo más vistoso y agradable, y así elevar el valor de la propiedad en los alrededores. Ricardo argumenta que “quieren tirar todo el muro exterior, poner una reja y que se vea para adentro del cementerio.”

El Parque Elcano, inaugurado en 2017, también suscitó polémicas debido a que ocupó tres hectáreas que pertenecían al cementerio. Esto sostiene la hipótesis de la “segunda Recoleta”, y deja ver el desinterés de las autoridades. “El Estado no da fondos a ninguno de los tres cementerios de Capital. No tiene ningún interés. Hasta donde tenemos entendido quieren echar a todo el personal y privatizarlos”, señala Alejandro.

“El Estado no da fondos a ninguno de los tres cementerios de Capital», denuncia Alejandro, uno de los cuidadores.

El recorrido por los cementerios municipales va de mal en peor: del bello sitio turístico -con apenas algunas bóvedas abandonadas- que es Recoleta; pasando por los pasillos oscuros y de mampostería caída en Flores; hasta las galerías subterráneas de Chacarita, cuyo olor dificulta la visita y cada paso es acompañado por el sonido hueco de las múltiples goteras, la humedad penetrante y las corrientes de aire frío. Resguardados en esa renuencia a la muerte de las nuevas generaciones, y en la incapacidad de gastar en alguien que, en definitiva, ya no lo necesita, desde el gobierno hacen poco y nada. Y mientras tanto, los principales afectados son los trabajadores: los comerciantes que ven sus negocios vacíos; los floristas que se abalanzan sobre los transeúntes ofreciendo sus ramos; los cuidadores cuyo trabajo pende de un hilo y que ponen dinero de su propio bolsillo para que los pocos que aún acuden al cementerio sigan yendo, y así mantener un mínimo ingreso. Los muertos no piden nada, pero tampoco hay que olvidar a los vivos.

Masivo grito por la salud pública

Masivo grito por la salud pública

A tan sólo algunos metros del escenario montado para inaugurar los Juegos Olímpicos de la Juventud, miles de profesionales de la salud de 600 hospitales de todo el país se movilizaron desde el ex Ministerio de Salud -hoy devenido en Secretaría- hasta Plaza de Mayo para denunciar el deterioro general del sector a lo largo y ancho de la Argentina y repudiar el ajuste implementado por el gobierno de Cambiemos.

Este jueves, médicos y personal de enfermería, pero también estudiantes, docentes y trabajadores, salieron a la calle bajo la consigna “Defiendo la Salud Pública”. Todos los carteles y banderas coincidieron en condenar las políticas del gobierno nacional. En sus leyendas, el presidente Mauricio Macri y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, fueron visualizados como los máximos responsables en el deterioro del sistema de salud público.

La movilización comenzó al mediodía al calor de un sol radiante y el estruendo de algunos petardos que acompañaron los pasos de los manifestantes, junto a los bombos y trompetas que musicalizaron el avance de las distintas columnas. La manifestación también contó con el apoyo de organizaciones sociales, sindicales, políticas y organismos de Derechos Humanos.

La multitudinaria marcha volvió a poner nombre y rostro a las historias de desamparo que produce el ajuste en un sector sensible. Gabriela, trabajadora de la Unidad Sanitaria del Hospital El Cruce de Avellaneda, describió las consecuencias del ajuste en primera persona. “Yo tenía al papá de mi hijo, que fue trasplantado y, cuando hubo cambio de gobierno, le negaron la medicación y falleció. Para mí esto es una lucha personal que tengo por mí, por mis hijos y por él. La gente no se puede morir por esperar. Yo lo pasé, de ir todos los días a los dos ministerios y que me digan que no. ¿Sabés qué triste fue decirle a él que se iba a morir porque no le dieron los remedios?”, sentenció entre lágrimas en diálogo con ANCCOM.

Uno de las columnas más nutridas y ruidosas fue la de los trabajadores del Hospital Posadas. Ese centro vital en el oeste del Conurbano bonaerense sufrió más de un millar de despidos que provocaron el desmembramiento de áreas clave como la de Cirugía Pediátrica. Al grito de “el Hospital Posadas no se vende, se defiende”, los trabajadores avanzaron y ganaron espacio entre la muchedumbre.

Claudio, médico del área de Diagnóstico por Imagen del Hospital, relató algunas de las carencias que están sufriendo con la reducción del personal. “Hemos vivido épocas difíciles, pero ninguna como ésta. La parte pediátrica quedó desmantelada. En muchos otros sectores y servicios han despedido médicos con mucha experiencia, con trayectoria, que además de atender pacientes, son formadores de los médicos más jóvenes”, puntualizó a esta agencia.

“La situación en el Hospital es terrible, sobre todo por el clima de persecución y de miedo. Han instalado cámaras de seguridad por todos lados y lo militarizaron. Les dicen a los trabajadores que si van a las asambleas los van a despedir, y las cámaras no están en los pasillos para cuidar a los pacientes ni a los trabajadores sino que están para vigilarlos”, aseguró Claudia, exsecretaria en el Área de Diagnóstico por Imágenes de Alta Complejidad.

La preocupación también alcanza a los residentes de clínica ya que la crisis golpea de lleno en su formación profesional. “La idea es trabajar ahí y quedarte, y te quitan esa posibilidad al eliminar a todo el personal poco a poco. Muestra que no te quieren trabajando con la gente, sino en algún sanatorio privado haciendo, todo por plata”, diagnosticó Marcos. Su compañero, Juan, también compartió esa evaluación y agregó que las políticas del poder central “están desarticulando los hospitales de mayor complejidad porque son los que más recursos requieren”. Y advirtió: “Apuntan a que cada ciudadano solvente con su propio gasto o a través de alguna prepaga, con lo cual aumenta un montón el costo a nivel individual y también la renta de ganancia empresarial”.

María, Cristina y Rocío, médicas del Hospital de niños Pedro de Elizalde «Casa Cuna» // Marcha federal en defensa de la salud pública, CABA, 04/10/2018, por Lucía Barrera Oro para ANCCOM.

Los alrededores de Plaza de Mayo se vuelven poco a poco intransitables. Tras la mención de las adhesiones, Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, lee el texto de reclamo consensuado por las organizaciones convocantes. El foco de reclamo está puesto en las consecuencias de la degradación del Ministerio de Salud, la intención del gobierno de instalar la Cobertura Universal de Salud (CUS), la reducción y subejecución del presupuesto y el cierre de programas, los faltantes de medicamentos, el desarme del Plan Nacional de Vacunación, los despidos en el Posadas, el desmantelamiento del PAMI y la injerencia del Banco Mundial y el FMI en el diseño de las políticas públicas de salud.

“Es indignante. Ya nadie quiere ir a trabajar a lugares públicos porque no hay seguridad, no hay condiciones de trabajo, es indigno” sentenció, al término del acto, Vilma Ripoll, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores y licenciada en Enfermería.

Leandro Santoro, diputado porteño de Unidad Ciudadana, también trazó su diagnóstico en diálogo con esta agencia. “Creo que es una cosmovisión, es una mirada dogmática del gobierno. Cree que los bienes públicos son mercancías que hay que comprar y vender y que la sociedad ideal es sin impuestos y donde cada uno se paga lo que se puede pagar. Una sociedad justa debería tener garantizado el mismo piso de igualdad y dignidad en el acceso a la salud y educación tanto en calidad como en extensión”, subrayó.

La Plaza de Mayo se va vaciando de a poco. Puede palparse algo de esperanza en el aire. Algunos cánticos resuenan y los rostros de los asistentes que caminan hacia la 9 de Julio incluso se permiten algunas sonrisas de satisfacción por haber protagonizado una masiva marcha en defensa de la salud pública.

 

Ciencia que ladra

Ciencia que ladra

El pasado viernes 9 de marzo, a partir de las 9:30 de la mañana, se llevó a cabo una jornada de protesta en el Polo Científico y Tecnológico contra los recortes en el ingreso de investigadores al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y eliminación de becas posdoctorales, entre otros puntos. Las actividades incluyeron paneles sobre el estado de la ciencia con científicos y representantes del Frente de Izquierda y de Unidad Popular, performances de grupos artísticos y un tuitazo. Asimismo, las organizaciones sindicales mantuvieron una reunión con las autoridades del Ministerio  y del Directorio del CONICET para exigir una respuesta satisfactoria al conflicto.

El principal problema consiste en la reducción de ingresos a Carrera del Investigador Científico (CIC) para aquellas personas que resultaron doblemente recomendadas en las instancias de evaluación del organismo. “Yo hice toda mi carrera de posgrado financiado por el CONICET, terminé el doctorado en 2015 y me otorgaron la beca posdoctoral en 2016. Me presenté el año pasado a la convocatoria para el ingreso a carrera y soy una de las 411 personas que fueron doblemente recomendadas, es decir, que pasé la instancia de evaluación tanto de la Comisión Asesora como de la Junta pero por cuestiones presupuestarias el Directorio decidió denegarme el ingreso a carrera”, comentó Gabriel Bosquín, licenciado en Letras y doctor en Lingüística.

Concentración de trabajadores y becarios del Conicet ante el ajuste en el organismo.

“Lo que es importante recalcar es que lo que se están cortando son líneas de investigación con el ajuste de presupuesto, no es sólo un número sino qué es lo que se está restringiendo, no sólo es un ingreso o una fuente de trabajo sino que también es una forma de pensar el mundo”, agregó.

Julieta Haidar, becaria doctoral del CONICET e integrante de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), fue afectada por los recortes al no ver renovada su beca posdoctoral. “Formo parte de otro grupo, los llamados pendientes de evaluación, porque en septiembre el Congreso de la Nación sancionó una ley en la cual dice que ya no puede haber restricciones de edad para ingresar a carrera, que es lo que venía existiendo históricamente en el CONICET”,  declaró. “Entonces, el CONICET lo que hizo fue apartar a aquellos que teníamos más del límite de edad que se establece, que son 35 años, para ser evaluados con posterioridad, y somos otras 400 personas que aún no tenemos los resultados de nuestra evaluación para el ingreso a carrera. Hoy estamos con esta situación: 400 personas directamente expulsadas del organismo y otras 400 que no saben cuál va a ser su futuro laboral”.

Juan Ignacio Felice, becario posdoctoral en la Facultad de Medicina de La Plata, con una investigación en curso sobre mecanismos moleculares de la generación de arritmias cardíacas, también resultó perjudicado por los ajustes presupuestarios. “Esto implica un corte en todas las líneas de investigación y colaboración que yo había empezado, tanto con gente de Argentina como del exterior”, aclaró.

“También hay otra situación: CONICET no está pagando las licencias por maternidad a las compañeras que han tenido hijos durante el transcurso de las becas, mediante artilugios legales les están diciendo que como tendrán unas prórrogas en sus becas no les van a pagar los casi cien días de licencia que les corresponden”, agregó María Soledad García, antropóloga y arqueóloga. “Hay alrededor de 15 compañeras que están en esta situación”, dijo.

El Polo Científico Tecnológico en la calle Godoy Cruz.

Por otro lado, los afectados denuncian sufrir un estado de precarización laboral. “No estoy en planta permanente, no recibo un salario sino que recibo un estipendio, y no tengo todos los derechos de los trabajadores a pesar de que CONICET te pide exclusividad, es decir, que no podés tener otro trabajo, solo es compatible la beca con un cargo docente simple”, explicó Silvia Nassif, otra becaria doctoral damnificada. “Es muy tremendo, sobre todo para las Ciencias Sociales, porque cuando te quedás sin la beca te quedás sin nada, y muchos de nosotros somos docentes ad honorem”, redondeó.

Los científicos afectados dicen que las medidas de fuerza y las jornadas de protesta continuarán hasta tanto se salde el conflicto. Laura Romano, becaria doctoral del CONICET e integrante de la organización Becarios Empoderados, comentó a ANCCOM: “En principio vamos a permanecer movilizados, vamos a seguir haciendo actividades en el Polo Científico para darle visibilidad al conflicto. A principios de abril habrá otra reunión, así que seguramente iremos los distintos espacios para apoyar a los compañeros que participen de ella y haremos varias actividades allí, y después se está pensando en hacer una marcha más grande”.

El otro censo

El otro censo

La cantidad de personas que viven en la calle en la Ciudad de Buenos Aires al menos triplica las cifras y relevamientos oficiales del gobierno porteño que encabeza Horacio Rodriguez Larreta. La diferencia surge de los resultados preliminares del primer censo popular de personas en situación de calle que más de cincuenta organizaciones sociales y políticas realizaron en el distrito entre el 8 y el 15 de mayo con la movilización de más de 500 voluntarios.  

Según el censo oficial que el Gobierno de la Ciudad realiza todos los años, en  2016 había 876 personas que no tenían dónde vivir. Las organizaciones que participaron del censo popular coinciden en que la cifra obtenida en el trabajo que concluyó esta semana es muy superior a la difundida por las autoridades porteñas.  

Claudia Enrich, de la organización “Ciudad Sin Techo”, que se dedica a acompañar a las personas en situación de calle, precisó que los resultados finales del ¿contra-censo? se conocerán a fin de mes. “La idea es que ahora se hagan los números y sepamos finalmente qué cantidad de gente hay. Vamos a hacerlo de acá al 30 de mayo para tener una cifra respetuosa, que no sean un número sino que sean lo que son, personas que tienen un nombre, una vida”, puntualizó en diálogo con ANCCOM.

La organización “Ciudad Sin Techo”, se dedica a acompañar a las personas en situación de calle y se dispone a realizar un nuevo relevamiento con mayores precisiones.

Por su parte, la consejera del Consejo Económico y Social de la Ciudad (Cesba), Laura Velasco, subrayó que el trabajo de campo de las organizaciones “no fue meramente un conteo, se realizó una cantidad de preguntas en relación con la situación de las personas, de las familias, qué situación los llevo a la calle, hace cuánto, si son discriminados en distintos ámbitos, si acceden a la salud, si sufren violencia institucional, si fueron a los paradores del gobierno de la Ciudad”. Y advirtió: “Lo que sí podemos anticipar es que el número de personas que vive en la calle es por lo menos tres veces de lo que informa el Gobierno”.

De acuerdo a la ley 3706, sancionada el 13 de diciembre de 2010 en la Legislatura porteña, es un deber del Estado  “la realización de un relevamiento anual de las personas en situación de calle o en riesgo a la situación de calle”. Además, la ley señala que “se promoverá la elaboración del diagnóstico con la participación de expertos en la materia, organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil integradas o no por personas en situación de calle o en riesgo a la situación de calle”.  

Según Enrich, “el gobierno no la cumple”. Para graficar ese incumplimiento, la referente de “Ciudad Sin Techo” recordó que “el año pasado hicieron el censo en abril en un solo día”. Y agregó: “Salieron un miércoles lluvioso en dos camionetas para hacer 15 comunas con 48 barrios. En ese contexto no iban a ver mucha gente, obviamente. Lo que estamos haciendo es obligar a que se cumpla la ley y a que exista un número real para poder tener el presupuesto y políticas públicas como corresponde”.

Por el incumplimiento de esta norma, el Gobierno porteño tiene abierta una causa en el juzgado a cargo de Elena Liberatori. Según Velasco, “el gobierno reconoce en esa causa que no había contabilizado a la gente que está en un parador por la noche y a la mañana siguiente está en la calle, ni a la gente que está con sentencia firme de desalojo ni a la que está con subsidio parando en un hotel. Estas situaciones que plantea la ley no estaban contempladas en el censo del año pasado”.

De la iniciativa para dar con un número real sobre las personas en situación de calle participó un conjunto amplio de organizaciones sociales, políticas, estudiantiles, culturales, junto a las que se dedican específicamente a esta problemática. Además, contaron con el apoyo de instituciones públicas  como el Consejo de Organizaciones Sociales de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad y la Auditoría General de la Ciudad, que aportaron el asesoramiento profesional necesario. Sobre este trabajo en conjunto, Velasco explicó: “Se armó una coordinadora en la que participamos una persona por organización y se armaron comisiones de trabajo, también se trabajará colectivamente en el procesamiento de los resultados”.

Además, las organizaciones denuncian que no les dan la participación en el relevamiento oficial y en la definición de políticas, según estipula la ley. “Lo que planteó Liberatori en la última audiencia es que tenían que incorporar al monitoreo  a otros organismos y organizaciones  del sector. Sin embargo, este año volvieron a hacer el censo en abril sin incorporarlas”,  agregó la integrante del Cesba. En este sentido, para Enrich “luego del censo deben sentarse en una mesa de trabajo con las organizaciones para definir las políticas”. Y concluyó: “Lo que estamos haciendo es trabajar para que además de difundir la situación, se destinen los recursos necesarios”.

«Lo que estamos haciendo es obligar a que se cumpla la ley y a que exista un número real para poder tener el presupuesto y políticas públicas como corresponde”, señaló Claudia Enrich de la organización “Ciudad Sin Techo”.

Actualizada 18/05/2017