«Las negras y afrodescendientes no nos callamos más»

«Las negras y afrodescendientes no nos callamos más»

¿Cuáles fueron los derechos conquistados por la comunidad afrodescendiente en Argentina?

La comunidad afrodescendiente argentina recorre hace tiempo un largo camino en el reconocimiento de sus derechos. La apertura a todas esas conquistas tienen que ver con el gran trabajo que realizaron en principio nuestros mayores, que fueron los primeros en golpear todas las puertas posibles para que sean escuchadas nuestras demandas. El Estado nacional, desde el año 2008, viene dando señales positivas en relación a la perspectiva étnica racial con la creación de programas afro dentro de algunos organismos para diseñar políticas específicas. Pero, sin duda, la Ley 26852 del Día Nacional de los Afroargentinos y la Cultura Afro sancionada en el año 2013 configura un paso fundamental en el reconocimiento de nuestra comunidad históricamente negada como parte fundante de la Nación Argentina. Pero tanto la ley, como los diferentes programas, no alcanzan si no se activan los mecanismos necesarios y presupuestos que cambien la realidad de nuestra comunidad a través de políticas públicas de inclusión laboral y desarrollo social y económico.

En relación a la cantidad de afrodescendientes que hay en Argentina, ¿por qué considerás que hay tanta diferencia entre las cifras oficiales del censo 2010, que dice 150.000, y las estimadas por la comunidad afrodescendiente, aproximadamente 2 millones?

Si bien la pregunta sobre ascendencia africana no estaba en todos los formularios, el Censo 2010, en líneas generales y dado el contexto de esa fecha, no fue bien realizado y las organizaciones afrodescendientes lo sabemos. A esta situación sumamos que, en nuestro país, el racismo estructural impera de tal manera que reconocerse afro o indígena para muchas personas configura indagar en un pasado familiar doloroso. El ocultamiento de las raíces al interior de las familias tiene mucho que ver con esa cuestión, por eso personas que no son fenotípicamente afros o indígenas pero saben efectivamente acerca de sus raíces, eligen negarlo. En este sentido, en el Censo 2010 las organizaciones afrodescendientes argentinas participamos de numerosas campañas de sensibilización afro junto al Indec, porque entendemos que es importante ese autoconocimiento, que no tiene que ver con la melanina que portamos, sino con la genealogía y la identidad. Cuando hablamos de la “Argentina negra” nos referimos a las raíces de la africanidad en nuestro país, que no se borra, que sigue viva en las personas y en todo nuestro acervo cultural. Por eso las organizaciones afrodescendientes estimamos que son 2 millones de personas en nuestro recuento a nivel federal. Por supuesto, el censo 2020 se canceló nuevamente por esta pandemia, pero nosotros seguimos sensibilizando acerca de nuestras raíces afro y esperamos ser nuevamente convocados por el Indec para ajustar la campaña

 ¿Cuál es tu visión sobre el feminismo en Argentina y el lugar que ocupan las mujeres afrodescendientes?

El feminismo es diverso y como todo movimiento de derechos es una herramienta fundamental en la transformación social, y en Argentina no es la excepción. Las mujeres negras y afrodescendientes aportamos al movimiento feminista mundial la clave de la liberación de todos los colectivos de mujeres y disidencias. Nosotras, nosotres, desde la lucha contra el racismo que deshumanizó nuestras identidades, el capitalismo que comerció con nuestros ancestros y el patriarcado que dictaminó sobre nuestros cuerpos, no necesitamos clases académicas de “avivamiento”, sabemos dónde está el enemigo. Por eso nuestro lugar es al frente del movimiento, con sus coincidencias y tensiones, pero al frente con nuestro puño levantado de resistencia y libertad. Hace siglos que las mujeres negras ponemos en agenda la lucha contra el machismo, el sexismo, la pobreza estructural, contra el modelo hegemónico de belleza, la interseccionalidad de las exclusiones a las que fuimos y somos sometidas por ser mujeres, negras, migrantes, diversas etc. No tuvimos tiempo de ponerle nombre a esas luchas porque nos hemos dedicado a levantarnos de tanta opresión racial, a trabajar, cuando otres recién pedían trabajar y no nos reconocían ni como mujeres ni como trabajadoras. Si las y les compañeras y compañeres dan cuenta de la historicidad de nuestros reclamos, reconocerán que no habría feminismo sin las luchas de las mujeres negras, que sin duda han inspirado a otras mujeres y diversidades. Considero que hay mucho por hacer, creo en el trabajo de todas y todes las mujeres y diversidades, y en este sentido las afrodescendientes vamos a impulsar y expandir el feminismo antirracista que queremos.

Mirá la infografía completa en ✊? Mujeres Afrodescendientes

¿Militás en alguna organización afrodescendiente?

Si, formo parte de Asociación Misibamba, comunidad afroargentina de Buenos Aires desde donde activo junto a muchas hermanas y hermanos por el reconocimiento y reivindicación del legado histórico, cultural, económico y social de nuestros ancestros africanos en este país. La Argentina “blanca y europea” es una construcción, un invento del Estado racista que Roca, Sarmiento y otros lograron instalar. Desde Misibamba trabajamos para que esos discursos falaces se abran del camino plurinacional que verdaderamente tiene nuestra historia. Ya lo dijo San Martin que algún día se sabrá que “la Patria fue liberada por los pobres, los negros y los indios” y yo le agrego las pobres, las negras, las indias. La revolución es del pueblo y ahí estamos visibilizando y reconociendo nuestras raíces afrodescendientes e indígenas, sin anular las raíces europeas que también acompañan desde tiempos después, pero en definitiva la plurinacionalidad nos habita desde el principio de los tiempos.

 ¿Qué significa ser afrodescendiente?

La palabra afrodescendiente es una categoría de identidad que no tiene muchos años. Se acuñó en la Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban, Sudáfrica, en el 2001, donde el dicho popular de la comunidad dice que “entramos negros, salimos afrodescendientes”. Es una denominación fundamental en nuestras vidas porque no solamente reconoce la matriz africana de nuestra ancestralidad, sino también reconoce políticamente a los descendientes de la trata trasatlántica esclavista de los siglos XVI al XVIII. A pesar de toda esta historia que significó comercio de personas, sangre y saqueo de los imperios al continente africano, continuamos reclamando que sea proclamada la Trata Esclavista como Genocidio de la Humanidad. Y esa es otra realidad que da cuenta de que pasa el tiempo y las vidas negras no importan. Pero como decimos con otres hermanes: estamos acá porque nuestros ancestros resistieron y atravesaron el tiempo con su lucha por la libertad. Las y los que seguimos agradecemos siempre a nuestros mayores y seguimos reclamando por nuestros derechos ciudadanos. Con orgullo me proclamo mujer negra, y como expresa Ochy Curiel activista afro dominicana “cuando una mujer se asume orgullosamente negra tambalea la escala de valores negativos y no valorados que sobre ella se ha tenido durante años por su condición racial..” ¡Las negras y afrodescendientes no nos callamos más!

“No descendemos de esclavos sino de personas que fueron esclavizadas”

“No descendemos de esclavos sino de personas que fueron esclavizadas”

En el marco del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, ANCCOM dialogó con la “periodista afro” –como ella se define– Lisa María Montaño Ortíz. Nacida el 17 de marzo de 1987 en la ciudad de Cali, Colombia, la tercera de cuatro hermanos, creció en una familia humilde sostenida por mujeres.

Durante 10 años vivió en la Argentina, donde estudió y se puso a militar para erradicar las violencias raciales y las desigualdades con un objetivo: producir su propia historia desde su identidad para, así, ir deconstruyendo a la sociedad.

Licenciada en Comunicación Audiovisual y diplomada en Migración, Territorio y Derechos Humanos, en 2017 recibió el premio Lola Mora por transmitir una imagen positiva de la mujer negra libre de los estereotipos de género, promover la igualdad de oportunidades y derechos.

Orgullosa de ser una mujer negra afrodescendiente, a partir de reconocer, padecer e identificar situaciones de discriminación, entendió que es indispensable estar como referente en todas las esferas de la sociedad. “Soy hija del mundo. Me crié en Cali, me profesionalicé en Argentina y ahora soy esposa y mujer en Uruguay”, cuenta.

Viniste a la Argentina a estudiar contabilidad, pero luego te volcaste al periodismo. ¿Cómo surgió este interés?

Llegué a Santiago del Estero y se me dio la oportunidad de participar de un programa de televisión y radio. Pero me sentía mal haciendo algo en lo que no me había preparado, hubo incluso personas que me hicieron críticas desde la maldad y me descalificaron porque no tenía título, así que decidí mudarme a Capital Federal para hacer la carrera. Y mi militancia surgió de observar la invisibilidad que había sobre la afrodescendencia, en particular de la afroargentinidad, en los medios. Incorporé en mis trabajos la variable afrodescendiente, aunque algunos de los profesores me decían que saliera de mi “zona de confort”. Sin embargo, fui tajante en defender mi postura de querer abocarme a la afrodescendencia porque es un tema que aborda diferentes temáticas como las políticas públicas, el reconocimiento, educación y el empoderamiento. Sentí que Argentina era un territorio fértil para abarcar diferentes temas dentro de uno macro que es la afroargentinidad. Así empecé la militancia en la universidad, luego trascendió cuando fui conociendo afrodescendientes y me fui apasionando porque me iba construyendo y deconstruyendo: yo misma me di cuenta que había sido reproductora de prácticas racistas.

¿Qué significa ser una mujer afro?

Es complejo y tiene que verse desde diferentes puntos. Primero está el lado del reconocimiento y empoderamiento, a partir de ahí reconocerse como mujer negra en Argentina implica militar, aunque no estés asociada a ninguna organización, sino simplemente etnoeducar todo el tiempo a la gente sobre tu etnicidad, cultura, corporalidad. Es estar cargando con prejuicios negativos y con esta idea de que sos prostituta o bailarina de samba: es como que automáticamente te obligan o te encasillan en esas dos cosas y no a poder aspirar a más. Por otro lado, en lo personal, es la oportunidad de reivindicar nuestra riqueza cultural, de mostrarle al mundo y decirle, esto “soy yo” y no es nada de lo que ustedes han creído o se han imaginado. Nos encanta estudiar, aprender y transmitir ese conocimiento. Respecto a los cuestionamientos que enfrenta la comunidad en general, no son cosas fáciles de erradicar. Debemos luchar por nuestros derechos todo el tiempo, desarticular estos prejuicios y pienso que hoy la afrodescendencia cuenta con un nivel de profesionalización y adquisición de conocimiento mucho mayor que otras generaciones atrás. Estos cuestionamientos están permitiéndole a la comunidad afro entender que necesitamos producir nuestras propias historias y no ser invitados a contar lo que vivimos día a día.

En una entrevista anterior, afirmaste: «Cuando eres profesional, ocupas espacios que antes nos fueron negados y sabes expresar tus ideas y defiendes tu postura, eso no cae muy bien». ¿A qué te referías?

Dije que, a causa de los estereotipos, piensan que, si sos mujer negra inmigrante, necesariamente no tienes estudios, ni sabes expresarte. Cuando llegan y se dan cuenta que están hablando con una persona de igual a igual, y que quizás tenga más preparación, ahí es donde cae mal, te descalifican por tu etnicidad o no les queda otra que dejarte el espacio. Entonces tiene que ver con la no concepción de una cultura afrodescendiente dispuesta a capacitarse y a etnoeducarse, esto causa conflictos en el imaginario blanco concentrado y concebido en un umbral de racismo y prejuicios.

¿Cómo se resignifica la identidad afro en América latina?

A partir de la historia y empieza a contarse desde la perspectiva de todos. El pueblo afrodescendiente, en general, se ha levantado no solo para hablar y reivindicar su música y datos típicos, sino también para estar en la academia, como estudiante, pero también como exponente y productor de conocimiento. En este momento, los hombres y mujeres afrodescendientes están ocupando espacios en los medios, en el cine, en los libros, incluso encontramos cuentos para niños afro. Hay toda una gama de reincidencia de lo afrodescendiente más allá de lo ya conocido como el deporte, lo artístico y lo folklórico. En el feminismo clasista, ortodoxo y blanco, la agenda afro sigue siendo ignorada. Mientras el feminismo no abarque a todos los feminismos, sigue siendo elitista porque, consciente o inconscientemente, invisibiliza la lucha de otras mujeres. No me considero feminista, pero sí me identifico con ciertas posturas. La agenda afro por suerte continúa avanzando, independientemente de si el feminismo blanco nos incluye, venimos generando contenido vinculado a nuestras propias problemáticas y posibles soluciones a través de políticas públicas y de la participación. Hoy la agenda afro está nutrida con referentes de diversos países muy comprometidas con el afrofeminismo.

Se sostiene que también existe una reproducción excesiva de prácticas o símbolos de la cultura negra, ¿qué opinás?

Se trata más bien de una apropiación cultural: vaciar de contenido a determinada práctica o elemento de la cultura para mercantilizarlo. En este sentido, hay como un boom de la afroargentinidad vinculada a la danza, venta de turbantes y trenzas, pero liderada por personas que raramente son afrodescendientes. Se lucra con elementos sin darle el uso correcto y sin contar verdaderamente la historia de los afroargentinos. En Argentina, se debería concientizar a la gente que no está bueno apropiarse de una cultura sin conocer qué representa para esa comunidad esos elementos. Es una falta de etnoeducación y de deconstrucción. Es la militancia la que ha logrado instalar las temáticas y problemáticas que atravesamos. Mientras el debate genere estos avances, está bueno seguir reclamando, expresando y poniendo sobre la mesa la apropiación cultural y el mal aprovechamiento de algunos sobre nuestros orígenes e implementos.

Tenés un sitio web que se propone “etnoeducar”, ¿qué significa esto?

En la actualidad vivo en Montevideo con el deseo de nuevos vínculos, planeo seguir con la militancia e intervenir en alguna organización. Sin embargo, el contexto de pandemia lo ha impedido, fui mamá hace poco y tuve que mantener resguardos, pero vengo participando en encuentros virtuales y colaborando con el portal AfroUp para conversar y etnoeducar. Etcnoeducar significa concientizar a las personas sobre nuestra historia desde el punto de vista afrocentrado, por ejemplo, es común que una persona no negra crea que la historia africana nació con eso y está lejos de la realidad. La etnoeducación implica conocer pensadores afrodescendientes que existieron, existen y existirán en diferentes países y que nos fueron negados. A partir de ahí empezamos a concienciarnos de las diferencias y barreras que ha generado el racismo, la discriminación estructural, institucional, pero sobre todo la persecución policial. Yo me preparo para etnoeducar no solo como profesional de los medios, sino como mujer afro y ahora mamá de una nena afrodescendiente que debe ir a la escuela con un pensamiento afrocentrado, que le permita sentarse con sus compañeros y saber que ella no es descendiente de esclavos sino de personas que fueron esclavizadas. Crecimos maleducados con respecto a nuestra etnicidad, el privilegio de las crianzas de hoy parte de una conciencia negra responsable, autodidáctica y dispuesta a educar a la población no negra.