El acceso a la tierra desde la cima del volcán

El acceso a la tierra desde la cima del volcán

Son las nueve de la mañana y el Mercado Central de Buenos Aires está tranquilo. Es la calma que aparece luego de la tormenta. Quedan pocos camiones y la mayoría son autos particulares que se someten a un tráfico casi anárquico.  El lugar tiene una superficie doce veces más grande que la del Vaticano. Sindicatos, bancos, concesionarias de autos y camiones, estaciones de servicio, un centro médico ambulatorio, las infaltables paradas de colectivos, un vivero, ferreterías, casas de repuestos para vehículos (más grandes que las de Warnes), autoservicios mayoristas y minoristas. Es una metrópoli dentro de otra donde, según la página oficial del Mercado Central, diez mil personas interactúan a diario.  La oficina queda en el quinto piso, es un lugar lúgubre y marrón en un edificio con arquitectura ochentosa. Pero, al entrar a la oficina la imagen es distinta. Lo primero que se siente es un olor a hierba que proviene de una huerta plantada en un cajón de verduras al lado de la ventana. Hay una gran mesa ovalada en el medio de la habitación, dos mates, dos termos, dos materas. El palo santo está apagado al lado de la notebook del presidente. En una esquina hay carteles de la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT, organización de la cual es el coordinador nacional) reclamando por la Ley de Acceso a la Tierra y al lado, un mástil con la bandera Wiphala. Nahuel Levaggi no viste formal, lleva puesto un buzo azul, una bombacha de campo, zapatillas de trekking y, al parecer, no está cómodo con las fotos. Es evidente que su campo de acción es otro, es la tierra, pero acepta con amabilidad el pedido de fotografiarlo. 

A la hora de las preguntas, la primera corresponde a cuál es la manera para hacer accesible la canasta básica de frutas y verduras para toda la sociedad: “Los precios de las frutas y las verduras son por oferta y demanda. A diferencia de otras cadenas donde podés acordar, en el sector de la producción y comercialización minorista y mayorista de las frutas y verduras es muy difícil intervenir con una política de precios porque es un sector muy atomizado. Para eso, nosotros proponemos un impacto en toda la cadena, en el precio de producción, en la comercialización y recién ahí, acordar un precio final. Desde el Mercado Central hacemos semanalmente un acuerdo de precios estable, un acuerdo que pertenece al Compromiso Social de Abastecimiento”, establece Levaggi. Acorde a la página oficial del MC, es un programa que surgió en marzo del 2021 con el objetivo de dar respuesta al contexto de crisis económica y sanitaria. Consiste en un acuerdo semanal de precios mayoristas y minoristas de frutas, verduras y huevos, ofreciendo un valor de referencia razonable y accesible tanto para comerciantes como para consumidores.  Además, Levaggi agrega la importancia de descalzar del dólar a la producción de alimentos ya que su precio depende de insumos y tierra valorizados en dólares. 

Levaggi resalta la importancia del cultivo urbano local: “La banana no la vas a poder producir en el sur y la papa no la vas a poder producir en otras regiones, pero hay cierta fruta y verdura que sÍ podés impulsar una producción local para que tenga menos kilómetros de transporte. Hay ciertas regionalidades que no podés cambiar, porque tienen que ver con condiciones climáticas, pero hay otras que sí, sobre todo la hoja”. Acorde a la recomendación de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) es necesario el consumo de al menos 400 gramos diarios de frutas y verduras. Nosotros no llegamos ni a la mitad de gramos diarios recomendados por día, de los cuales la mayoría es papa”,  lamenta Levaggi.

La educación del consumidor, al parecer, es también un eje importante a la hora del abastecimiento de alimentos: Cuando alguna fruta o verdura está cara también hay otra barata y eso tiene que ver con una educación del consumo que también hay que laburar. De pronto dicen ‘¡Ah, la frutilla esta cara!’. Sí, pero dentro de unos meses va a estar barata. La solución es no comprarla, hay cientos de productos frutihortícolas para consumir y siempre hay alguno que está en precio por la cuestión de la estacionalidad”, aclara el presidente del Mercado Central. 

Sumado a la intervención en toda la cadena de producción de alimentos, Levaggi tiene como objetivo fomentar el modelo agroecológico desde su posición como referente: “El agronegocio se combate mostrando la realidad. Nosotros desde la UTT venimos multiplicando las hectáreas de agroecología y eso es porque los compañeros ven que sirve y que incluso ganan más plata. Incluso el precio se mantiene porque se descalza del dólar, a diferencia de los productos orgánicos que terminan siendo más caros porque se compran bioinsumos hechos por las mismas empresas dolarizadas de los agroquímicos. Los cientos y cientos de hectáreas que tenemos en la UTT de producción agroecológica demuestran que el modelo es posible, no es solo una idea, es nuestra práctica cotidiana.”. 

Los objetivos de la nueva dirección del Mercado Central parecen ser optimistas pero, este espacio ha sido participe, durante años, de episodios muy marcados por la corrupción, a lo que Levaggi agrega: El Mercado Central es una ciudad comercial que tiene 36 años con una comunidad muy cerrada y que durante muchos años ha tenido lógicas de gobernanza e intercambio que no comparto. Hay una práctica muy instalada de defender los negocios propios y cuando llegamos hubo un sector que quería ocupar partes de gestión para desarrollar su corrupción como venían haciendolo antes. De hecho, hay una denuncia en la Fiscalía con respecto a eso”. Según el presidente, es ese mismo sector el que periódicamente realiza acciones para manifestar su descontento. El ejemplo más cercano fue un bloqueo en la puerta del Mercado, con amenazas de cortar la autopista, realizada el 22 de septiembre, apenitas terminado el “verdurazo». Pero a Levaggi las presiones no parecen asustarle, tiene metas y principios claros que manifestó desde el comienzo de su conducción en el MC y que viene militando hace años en la UTT como coordinador nacional: Nosotros vinimos a transformar y a continuar nuestro laburo que venimos haciendo en la UTT por una alimentación sana, segura y soberana. Y en el medio de eso, a gestionar un espacio desde la racionalidad, la legalidad y la legitimidad para ponerlo en función del pueblo y eso significa hacer las cosas bien.”

 

Proponen un Plan Procrear rural

Proponen un Plan Procrear rural

Argentina cuenta con una superficie de 2,78 millones km². Es el octavo país más grande del planeta. A pesar de que estas cifras revelan que su densidad de población es baja, 16 habitantes por km², según el registro de Tierras Rurales de la Nación, casi el 40 % de la población no tienen acceso a tierras o vivienda propia que está concentrada en pocas manos: 65 millones de hectáreas, casi el 40% del territorio, es propiedad de 1.200 terratenientes. La problemática supone un gran perjuicio para los pequeños y medianos productores, que en parcelas que nos les pertenecen y deben arrendar, producen más del 60% de los alimentos que se consumen en el país.

“Seguimos bajo la lógica de siglos pasados, donde los que ganan son los arrendadores, mientras los que trabajan viven con lo poco que les sobra después de pagar el alquiler”,  cuenta Julieta Pereira, trabajadora del nodo sur Moreno, de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT). Frente a este panorama, la organización volverá a presentar el Proyecto de Ley de Acceso a la Tierra para remediar esa situación.

Franco Segesso, abogado de la UTT, explica que la propuesta del proyecto de ley es una especie de “Procrear rural”, en el que a través de créditos blandos los pequeños productores puedan tener acceso a inmuebles rurales, ya sea de manera individual, de pocas hectáreas, o de manera colectiva para conformar una colonia.

Ya se presentó sin éxito en los años 2016 y 2018 y se volverá a intentar hacerlo nuevamente en estos días. “Yo creo que este año se va a tratar. Tenemos buenas expectativas, ya que año a año fuimos logrando más adhesiones”, relata Franco. La última vez que se presentó lo firmaron 14 diputados nacionales. Entre ellos, algunos que actualmente ocupan cargos en el Poder Ejecutivo, como Luis Basterra, ministro de Agricultura, Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, el canciller Felipe Solá, Juan José Bahillo, ministro de Producción, Turismo y Desarrollo Económico de Entre Ríos, entre otros. Según Seggeso “es un proyecto muy práctico para el acceso a la tierra, no requiere mayor reglamentación así que pensamos que esto va a avanzar.”  

Un proyecto de ley similar ya se presentó sin éxito en los años 2016 y 2018.

Diego Montón, ingeniero agrónomo, referente del Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra, opina sobre el proyecto de la UTT: “Me parece una buena iniciativa en términos que plantea una herramienta financiera para que una buena parte de pequeños productores y campesinos de la agricultura familiar que hoy son arrendatarios puedan acceder a créditos que le permitan tener una garantía para poseer su propia tierra”.

Además señala la importancia del acceso a la tierra para impulsar la agroecología: “Para poder acondicionar un sistema agroecológico intensivo se necesitan muchos años acondicionando la parcela y eso a veces con la movilidad que plantea el arrendamiento se dificulta, porque las familias están unos años en un lugar, otros años en otro. Esta ley permitiría que con el pago de un crédito se garantice la compra de la tierra y entonces la familia podría tener una vida digna y desarrollar un programa a medio y largo plazo para consolidar un modelo agroecológico”.

La cuestión agroecológica es un aspecto importante en el Proyecto de Ley de Acceso a la Tierra. Según el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), este tipo de producción se basa en un modelo sustentable en el tiempo, que mediante el manejo racional de los recursos naturales, contemplando la diversidad biológica y sin la utilización de productos de síntesis química, brinde alimentos sanos y abundantes, manteniendo o incrementando la fertilidad del suelo. “Donde hay tierra propia hay más posibilidades de que haya agroecología porque la familia va a poder invertir mejor y si hay más agroecología hay más soberanía alimentaria porque no hay dependencia de químicos y semillas producidos por multinacionales que están en precio dólar”, detalla Segesso.

Por su parte, Pereira profundiza: “La agroecología es fundamental para mantener sanos nuestro medio ambiente y alimento, viendo las problemáticas que trajeron Monsanto, las semillas híbridas, los químicos y pesticidas. El Consultorio Técnico Popular (CoTePo) de la UTT produce bioinsumos y fertilizantes que son ecológicos.”

La UTT realizó una acción en Plaza de Mayo para visibilizar la situación de los pequeños productores el 20 de agosto.

Otras cuestiones importantes que plantea el proyecto de ley son el acceso a una vivienda digna y descomprimir las zonas que tienen una intensa producción de alimentos hacia lugares en donde hace falta que se produzca comida en forma local, esto a partir del acceso a tierras fiscales para la creación de colonias agroecológicas. Por ejemplo, Segesso cuenta que en Tapalqué, localidad de Buenos Aires de 10 mil habitantes ubicada a 273 kilómetros de Capital Federal, se compra la verdura en Mar del Plata o en el Mercado Central, teniendo una gran cantidad de hectáreas para producir. Por eso, desde la UTT hicieron un acuerdo con su intendente para establecer una colonia agroecológica, así sus habitantes puedan acceder a un alimento más barato y saludable.

 “La soberanía alimentaria sólo puede ser garantizada a partir de la agricultura campesina y familiar y depende de políticas de acceso a la tierra. Cuando la tierra está en manos de corporaciones que la utilizan solo como un instrumento financiero-mercantil, nos alejamos de la soberanía alimentaria, que tiene que ver con cómo se fortalece la producción de alimentos saludables para los mercados locales, para los programas sociales y para lograr un precio justo a la gran masa de trabajadores”, argumenta Montón.

“Es fundamental que el Estado, en tanto gobierno,  garantice la soberanía alimentaria a través del acceso a la tierra para los pequeños productores. Porque sino es seguir llenándole los bolsillos a las multinacionales agroindustriales que vienen a envenenar nuestro suelo y a nuestra población con su innovación agro tóxica» que es un negocio asegurado para unos pocos”, suma Pereira. “El acceso a la tierra es un pilar fundamental para la soberanía alimentaria. Para poder ser decisores sobre qué y cómo se produce, hace falta que el agricultor o campesino tenga seguridad sobre la tierra” finaliza Segesso.