Memoria infinita

Memoria infinita

Con un enfoque íntimo y personal, Leo Vaca retrató a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus casas para componer Un abrazo infinito, la muestra fotográfica que se inauguró en el Centro Cultural Haroldo Conti.

“¿Pueden los objetos capturar algo de lo que puede un cuerpo? ¿Pueden ser acunados? ¿Pueden acunar a su vez a las mismas manos que tantas veces los han acariciado, interrogado? ¿Cómo se teje la trama de la existencia en torno a un cuerpo ausente?” Estas preguntas pueden leerse en el texto de presentación que la periodista Marta Dillon escribió para Un abrazo infinito, la muestra fotográfica de Leo Vaca, que retrató a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus casas, así como objetos preciados que remiten a la memoria.

La muestra, iniciativa de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, está compuesta por unas 120 fotografías y se inauguró el 6 de julio en el Centro Cultural Haroldo Conti. Leo Vaca es fotógrafo, editor y colaborador de revistas nacionales e internacionales como Anfibia, Rolling Stone y Brando. En 2018 ganó el Premio Gabo en la categoría Imagen por el trabajo “Memoria, verdad y justicia para las pibas”, una cobertura del Ni una menos.

El secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, y las madres de Plaza de Mayo Taty Almeida, Clara Weinstein y Bella Friszman presenciaron la inauguración de la muestra.

En diálogo con ANCCOM, el fotógrafo contó el proceso de creación de la muestra: “El inicio del proyecto fue en el contexto de la pandemia y la única forma de retratar a las Madres y a las Abuelas era en sus casas. Encontré en ese esquema de trabajo un hallazgo, porque nos permitió verlas en otro contexto, en un perfil mucho más íntimo, en su cotidianidad. Esos espacios también reflejan sus historias de lucha: esos livings, esas habitaciones están abarrotados de objetos y de memoria”.

 Unas manos que sostienen un portaretrato con una fotografía en blanco y negro, un paquete de cigarrillos, un poema escrito en un cuaderno escolar, un vestido, un álbum con recuerdos. “Los objetos tienen mucho para decir. Son objetos con vida, muy presentes y muy latentes. Resguardados por ellas, adquieren un sentido muy diferente al que podría tener el objeto por sí mismo”, reflexionó Leo Vaca sobre el protagonismo que adquieren las cosas en Un abrazo infinito.  

. “Los objetos tienen mucho para decir. Son objetos con vida, muy presentes y muy latentes. Resguardados por ellas, adquieren un sentido muy diferente al que podría tener el objeto por sí mismo”, reflexionó Leo Vaca.

 

El evento contó con la presencia de las Madres Taty Almeida, Clara Weinstein y Bella Friszman y del secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla Corti. Un grupo de la Escuela Popular de Música Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora 

interpretó temas como “Zamba para olvidar” y “Déjame que me vaya”.

“Pensamos constantemente cómo explicarles a las generaciones jóvenes lo que significó esa dictadura y cuanto aún perdura del daño que generó- reflexionó Pietragalla Corti- Quiero agradecer al fotógrafo Leo Vaca porque esta muestra contribuye a eso”.

“La memoria nunca va a desaparecer a pesar de que muchos la quieren borrar. No lo van a lograr mientras existan jóvenes como ustedes que tomen la posta de nuestra lucha”, dijo ante el público Taty Almeida.

 

 

La muestra puede visitarse de martes a jueves de 13 a 19 y viernes, sábados y domingos de 13 a 21. Centro Cultural Haroldo Conti, Avenida del Libertador 8151, CABA. Entrada gratuita.

Una muestra fotográfica sobre las esclavas sexuales de la Segunda Guerra Mundial

Una muestra fotográfica sobre las esclavas sexuales de la Segunda Guerra Mundial

Las Abuelas de Plaza de Mayo junto a la Asociación Coreana exhiben las imágenes del reportero japonés Yajima Tsukasa para visibilizar un crimen de hace casi 90 años.

En el marco del mes de la Mujer y de la Memoria se inauguró la muestra fotográfica “Mujeres de Confort. Coreanas en la diáspora” del fotógrafo japonés Yajima Tsukasa. En ella se retratan momentos cotidianos de sobrevivientes coreanas, quienes durante la Segunda Guerra Mundial fueron captadas y esclavizadas sexualmente por el ejército japonés. Hasta el 31 de mayo, las puertas de la Casa por la Identidad en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) estarán abiertas al público de manera libre y gratuita para dar visibilidad a este crimen que ha sido silenciado durante décadas.

La exposición, organizada por Abuelas de Plaza de Mayo y la Asociación Civil de Coreanos en la Argentina, estuvo bajo la curaduría de María del Pilar Álvarez, politóloga y especialista en la temática, quien informó a los presentes sobre este hecho aberrante que miles de mujeres, provenientes de Corea en su mayoría, pero también de China, Indonesia, Filipinas y Vietnam, sufrieron entre 1939 y 1945. Las fotografías fueron tomadas en 2004 por Tsukasa, y en ellas se pueden observar los rostros de ancianas en espacios como la cocina, el patio y la sala de estar; se trata de aquellas mujeres que, a pesar de lo que vivieron, lograron continuar con sus vidas y decidieron dar sus testimonios sobre el terror al que fueron sometidas.

Además de Álvarez, el panel expositivo que inauguró la exhibición contó con la presencia de Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo; Paula Sansone, coordinadora de la Casa por la Identidad; Dante Choi, representante de la colectividad coreana; y el reportero gráfico Alejandro Reynoso, quien recalcó la importancia de la fotografía como herramienta política para no olvidar el pasado y darle voz a aquellos que ya no la tienen.  

El primero en hablar fue Choi, quien expresó: «La primera palabra que representa esta reunión es la ‘empatía’, el sentimiento quizás más importante del ser humano». Más tarde, en diálogo con ANCCOM, agregó que “el hecho de que las Abuelas de Plaza de Mayo haya aceptado hacer esta muestra significa la empatía que tienen las abuelas argentinas hacia la historia de las abuelas coreanas”, y manifestó su agradecimiento con las organizaciones argentinas que acompañan la lucha y dan a conocer las violaciones que ocurren en otros países.

Siguiendo la misma línea, Álvarez recalcó el protagonismo que tiene Argentina en materia de derechos humanos y expresó: “Estando en la Casa por la Identidad, el compromiso de traer esta historia es abrir también este lugar a un montón de otras identidades que fueron, de alguna manera, arrebatadas como en el caso de las mujeres de confort”. Según la especialista, la realización de esta exposición es una gran muestra de solidaridad hacia las comunidades migrantes del país, ya que muchas veces no se reflexiona sobre la posibilidad de dialogar con otras colectividades que han sufrido problemáticas similares a las de la sociedad argentina.

Durante la década del 1980 se inició el movimiento de base que dio a conocer, mediante los testimonios de las sobrevivientes, esta parte de la historia que había quedado relegada al olvido. Se estima que entre 200.000 y 400.000 mujeres, provenientes de sectores marginados, fueron colonizadas y retenidas por la fuerza en las denomidas “estaciones de confort”, ubicadas principalmente en China, donde eran sometidas a torturas y violaciones por los soldados japoneses. Según el testimonio de Park Seo-Un, primera mujer en relatar publicamente lo ocurrido, muchas de ellas no soportaron el calvario en el que estaban inmersas y se convirtieron en víctimas del suicidio. Por ese motivo, fueron pocas las que lograron regresar a sus hogares de origen y retomar sus vidas luego de la guerra; el trauma ocasionado por el horror, la vergüenza, la pobreza y el desprecio por parte de la sociedad fueron las causas de esta marginalidad.   

“Fueron años de silenciamiento forzado por una cuestión de género; toda esta problemática se inscribe en un mundo patriarcal, donde las mujeres no tenían derechos y la violencia hacia el cuerpo de la mujer estaba normalizada”, declaró Álvarez, agregando la perspectiva de género a la problemática. La investigadora subrayó que durante esos años las mujeres prácticamente no tenían derechos y muchas veces eran desplazadas, vendidas o tenían que depender de un hombre para poder vivir. Más allá de que con el pasar de los años ganaron más posición al tratar de transformar su realidad, esto sigue siendo muy difícil para ellas debido al negacionismo sostenido por el gobierno japonés.

Minutos antes de que el acto de inauguración llegase a su fin, Carlotto tomó la palabra y exclamó: “Hoy tenemos la suerte de que esta gente amiga nos permite conocer también la historia de su país y hermanar la lucha». Entre aplausos, la referente de Abuelas concluyó: “Sigamos pensando qué más podemos hacer juntos para que la memoria funcione y el Nunca Más sea una realidad».

La abuela Delia

La abuela Delia

Soledad Iparraguirre publicó «Delia: bastión de la resistencia», un libro que cuenta la historia de una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.

Delia, bastión de la resistencia es un libro de Soledad Iparraguirre que cautiva desde el principio y se lee con facilidad, porque es consecuente y sincero con su propósito: contar la historia de Delia Cecilia Giovanola que, a su vez, se enlaza con la de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y con la historia de toda una búsqueda que se abrió con la última dictadura.

Un libro cautivador no sólo por su sinceridad y su narrativa ligera y dinámica, sino también por los sentimientos que moviliza desde la primera página. Delia deja expuesta con crudeza la realidad de mujeres como ella y la de los hombres y las mujeres cuyas vidas fueron arrancadas para ser sometidas a la tortura, al asesinato y a la apropiación de sus hijos e hijas bajo el terrorismo de Estado. Su semblanza permite conocer lo vivido por todo un pueblo durante y después de la dictadura más cruel de su historia, y lo hace mostrándonos la vida de una de todas esas mujeres particulares, concretas, con sus propias vivencias, sus sufrimientos y también sus alegrías.

Soledad Iparraguirre, su autora, es periodista. Nació en Mar del Plata. A sus 22 años se mudó a La Plata y de ahí en adelante fue construyendo su compromiso con los derechos humanos. Hoy, sus energías están puestas, en gran medida, en la lucha de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo y en realidades asoladas por el ecocidio, como la de los pueblos fumigados. En medio de una situación crítica en su economía familiar, consiguió una beca para estudiar periodismo en la capital bonaerense y desde entonces se le “abrió un mundo”.

Recuerda el impacto que le representó visitar la casa Mariani-Teruggi, donde secuestraron a la aún desaparecida Clara Anahí, nieta de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. También una recorrida por la exESMA que cubrió para la revista La Pulseada. O el día que se había escapado un momento del trabajo para presenciar el juicio contra el torturador y asesino Miguel Etchecolatz y apareció el hijo de Julio López avisando que no encontraban a su padre.

“No tenía mucho conocimiento de lo que había sido la dictadura. La verdad que mi educación secundaria en ese sentido no había sido para nada buena ni completa”, explicó, y agregó que al poco tiempo quedó “deslumbrada con los ovarios de las madres y las abuelas” y quiso conocerlas. “Entonces acompañaba las marchas o actos que se hacían, pero no me animaba a acercarme a saludarlas. Era como un respeto muy grande”. En mayo de 2016 Soledad se decidió y encaró a Delia Cecilia Giovanola, otra de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. En ese momento sentó las bases de su vínculo y un año después le planteó la idea de escribir sobre su vida.

“En 2016 conocí a Delia, en el acto de colocación de la baldosa homenaje a Héctor Oesterheld en Beccar”, relató la autora. Y comenzó a reír al recordar su carácter: “Delia era una tromba. Era: ‘¿Qué hacés, cómo estás? Y yo con esa emoción, con esa cosa pudorosa”. La primera vez que le habló, en ese acto, Soledad le preguntó cómo iba todo con su nieto Martín, recientemente recuperado. Enseguida y con mucho entusiasmo, Delia empezó a mostrarle fotos suyas en su celular. Tras haber vencido la timidez, Soledad reflexionó que, después de todo, “no era para nada difícil acceder a Delia, como a tantas de ellas, que en realidad, claro, después hasta ellas agradecen y dicen que es lo que las sostiene y lo que las mantiene vivas: el acompañamiento y el afecto de la gente”.

En los años en que estuvo preparando el libro, Soledad la conoció muy bien. Pasaba días entrevistándola, y como Delia vivía lejos, en Villa Ballester, incluso se quedaba algunas noches en su casa. “Ella era muy amiguera, y mantenía amigas ‘de sus años mozos’, como decía, de cuando había estudiado bibliotecología. ¡Imaginate! A los 90 y pico seguía siendo amiga de esas compañeras. Y de alumnos suyos: del Normal 1 y de otras escuelas en las que fue docente”. Destacó, también, lo “compinche”, lo cibernética (manejaba bien la tecnología y en Abuelas la llamaban “la abuela cibernética”) y lo dispuesta que estaba siempre a ayudar a los demás. Pero, por sobre todo, destacó su resistencia. “Yo creo que no se daba tiempo a ponerse mal o a entristecerse”, mencionó Soledad.

La muerte de su marido cuando los dos todavía eran muy jóvenes, haber tenido que cuidarlo y transitar con él un cáncer sumamente agresivo, quedarse sola con su hijo, Jorge Ogando, y sostenerse ambos con múltiples trabajos, la muerte de su madre. Y, en el 76, la desaparición de su hijo y su nuera, Stella Maris Montesano, con la subsiguiente búsqueda de su nieto por décadas.

Stella Maris Montesano y Jorge Ogando fueron secuestrados de su casa de La Plata el 16 de octubre de 1976 por un comando del Ejército. Esa noche dejaron a Virginia, su hija de tres años, sola en la casa. Delia se hizo cargo de Vicky, como le decían, y nunca más volvió a ver a su hijo y a su nuera, que estaba embarazada cuando la secuestraron y terminó pariendo en cautiverio. Con quien sí logró dar Delia fue con su nieto Martín, casi cuarenta años más tarde, al cabo de una lucha que en sus orígenes estuvo marcada por la fundación de Abuelas de Plaza de Mayo y que no abandonó hasta el día de su muerte.

Con todo, Soledad consideró que “el año más crudo” para Delia fue 2011, cuando Vicky, marcada por la desaparición de sus padres y la agotadora búsqueda de su hermano, de la que no lograba ver resultados, se suicidó. “Más dolor no se podía pedir, ¿qué más? Y bueno, aún así ella agradecía siempre a la vida por los momentos maravillosos que le había dado. Pero creo que sí, que nunca se detuvo a pensar demasiado”, sostuvo la escritora aunque admitió que “no había una noche en la que no pensara en la nieta”.

“De hecho, Martín me contó que le preguntó al poco tiempo de conocerla: ‘¿Cómo hiciste para seguir, abu?’ Y ella contestó: ‘En realidad seguí porque te tenía que seguir buscando a vos y a todos los nietos’. Porque eso es algo que también ella siempre dejó y a mí me interesaría dejarlo en claro: cuando apareció Martín, mucha gente le decía ‘Delia, misión cumplida’ y ella siempre respondía ‘No, no, a medias, porque sí, yo encontré a Martín, pero me faltan por encontrar cerca de 350 nietas y nietos’. Entonces yo creo que eso hacía que ella no se detuviera a pensar jamás. Pero hay que ser muy fuerte para bancarse eso también”, relató Iparraguirre.

Las entrevistas con Delia estaban cargadas de recuerdos, de fotos, risas, tristeza, helados o café a la noche (Delia era muy golosa, recuerda Soledad). Y también, interrupciones, porque su celular sonaba continuamente recibiendo invitaciones y convocatorias a actos y eventos.

Además de la protagonista de su libro, Soledad contó con muchas otras personas entrevistadas, mayormente para el momento de reconstruir la historia de Vicky: “Traté de acercarme lo más posible a una imagen de Vicky que no quedara romantizada. Ya de por sí había sido muy trágico su paso por esta vida. Pero igual es muy difícil, porque te puedo asegurar que de todas las personas que entrevisté, todos me hablaron con un amor y una emoción de Virginia que yo creo que era imposible que alguien no la quisiera y que realmente era una piba muy luminosa, de esas personas que no abundan”, expresó.

 

Aún así, el eje del trabajo de Iparraguirre fue esencialmente Delia, para quien, como explica al principio del libro, quiso funcionar como “un puente” hacia los lectores. “Quise centrar la historia en el testimonio base, el eje de todo, que es Delia. Dejar que ella se cuente”. Cuando terminó de escribir, llegaron a revisar todo el libro juntas, y Soledad la recuerda muy contenta. “Le pareció exagerado el título que le propuse del libro: ‘¿Bastión de la resistencia?’ Me decía. ‘Suena como mucho’. Y bueno, hoy creo que está bárbaro el título, que es el indicado, por las que pasó… y aún así seguía, y eso era un resistir permanente. Hasta el día que falleció era un resistir, entonces, ¿cómo me va a parecer mucho?”, reflexionó la autora.  

Cuando Delia murió el 18 de julio de 2022, el libro entraba a la imprenta. “Le dieron el alta y falleció a los cuatro días. Pero cuando le dieron el alta y volvió a la casa, no sabés, estaba radiante, estaba bárbara”, recordó sonriente Soledad. Y agregó que le dijo: “Ahora me pongo bien y salimos de gira con el libro”. “Yo lo pensé siempre con ella. Entonces la verdad que [su muerte] fue un baldazo. Y ni hablar en lo afectivo lo que significó para mí”, sostuvo.

¿Por qué contar? ¿Por qué registrar? Soledad está segura de que Ángela Pradelli lo responde muy bien en el prólogo del libro. “Yo realmente pienso como ella con esta idea de Primo Levi, que fue un sobreviviente del nazismo, que es: contar porque puede volver a suceder, y para que sepamos que no debe volver a suceder nunca más”, explicó. Para la escritora: “Tenemos que contar siempre. Y ahora, en este presente en que se nos están yendo, por una cuestión lógica y generacional, las madres y las abuelas, nos estamos quedando solos y ahí sí creo que vamos a llegar sumamente huérfanos. Dar el relato, batallar este relato memorioso de ellas que viene siempre desde el lado del amor y de la construcción y no de la venganza. Me parece que es fundamental, sobre todo para las nuevas generaciones”. Las personas más jóvenes “tienen que saber que el terrorismo de Estado no podemos permitirlo nunca más, que las consecuencias atravesaron generaciones”.

Ahora mismo, Soledad sigue de acá para allá, de presentación del libro en presentación, o de evento en evento. Se ríe ante la pregunta de si puede hacer algún balance de todo el proceso. “Balance todavía no sé si puedo hacer, estoy muy en el tsunami, muy en la ola. Por ahí en unos meses. Sí que estoy muy agradecida porque estoy teniendo un acompañamiento muy amoroso, un montón de gente que te manda la foto, ‘mirá, tengo tu libro’”, cuenta. En medio de la “ola”, ella está segura de que Delia anda por ahí, “moviendo los hilos”, acompañándola en el proceso y presente en el camino, todavía largo, que queda por recorrer.

Abuelas de la Plaza, Boca las abraza

Abuelas de la Plaza, Boca las abraza

Estela de Carlotto y Buscarita Roa, presidenta y vice de Abuelas de Plaza de Mayo, fueron nombradas socias honorarias del club de la ribera en un acto multitudinario.

En el salón Filiberto de la Bombonera, con un público colmado de socios, autoridades y personalidades, el presidente del Club Atlético Boca Juniors, Jorge Amor Ameal, hizo entrega del carnet de socia honoraria a Estela de Carlotto y Buscarita Roa, presidenta y vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

La locutora del evento relató que muchos de los desaparecidos eran socios de Boca. Muchos de sus nietos y nietas se reencontraron con sus familias en las tribunas de La Bombonera, escribiendo una nueva página de la historia.

Entre los ausentes que les hubiera gustado participar estuvo el músico Vícor Heredia, reconocido fanático de Boca, quien envío un saludo especial desde Chile y expresó su alegría por la recompensa al trabajo esencial de las Abuelas. Otro de los saludos fue del secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti.

Entre los presentes, el presidente Ameal saludó al exdiputado Carlos Kunkel y al actual ministro de Ambiente y Desarrollo, Juan Cabandié. También estaban la diputada por la Ciudad de Buenos Aires, Victoria Montenegro y el secretario del gremio Judicial, Julio Piumato.

José Ameal, el presidene de Boca Juniors, entre las abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto y Buscarita Roa.

En su discurso, el presidente de Boca habló de la apertura del club a las Abuelas y señaló el trabajo que han hecho por la democracia. En una broma a Estela de Carlotto por su simpatía con Estudiantes de La Plata, Ameal le dijo: “ahora no vas a ser más de Estudiantes, vas a ser de Boca”. Muy feliz y emocionada, Estela recordó con mucho cariño a su esposo que jugó al fútbol en la institución platense. Luego reflexionó: “No sé si a la noche vendrá el espíritu de mi marido a preguntarme ‘¿Qué has hecho muchacha?’ He hecho lo que quiero y lo que siento”. Resumiendo el carácter de una mujer que no tiene miedo.

Buscarita Roa agradeció el reconocimiento y alentó a que sigan con estos homenajes que son muy importantes a pesar de que ya esten “viejitas”. También valoró las ganas de seguir viviendo cada vez que encuentran un nieto. Su deseo, aclaró, es continuar trabajando para buscar a los nietos que aún falta encontrar.

Estela de Carlotto, por su parte, reconoció: “Hoy es un día excepcional porque voy a ser parte de un club muy famoso como Boca Juniors. Tenemos relaciones con la mayoría de los clubes del país, donde hay gente que nos espera, nos acompañan, nos ayudaron y nos mimaron en todos estos 45 años de lucha”. Subrayó que todavía falta encontrar a 300 nietos y que 132 ya restituyeron su verdadera identidad. Lamentó no poder ver la obra culminada por la edad, pero aseguró que tienen “relevo” en aquellos nietos encontrados y que forman parte de la comisión directiva.

Uno de los puntos que detalló Estela es la forma en que superaron la tristeza y la transformaron en lucha: “Fue muy importante que en nuestra sede siempre estemos brindando por algo que es vida. Ni hablar de los encuentros, los cumpleaños. En las fechas importantes siempre hay una alegría, un brindis y ganas de vivir”.

Además, celebró que estemos transitando 40 años de democracia en el país: “Si cada uno de nosotros, donde esté trabajando, estudiando o haciendo deportes, respeta al otro aunque piense diferente, la Argentina va a tener más mérito y más fuerzas para tener una democracia eterna”.

Reparación histórica

Desde 2019, el club se comprometió en la búsqueda de la identidad Xeneize. En ese marco, firmó un convenio con Abuelas de Plaza de Mayo en 2021 junto al Club Atlético River Plate y, como primera medida, Boca restituyó los carnets de socio a siete hinchas desaparecidos por la última dictadura militar. También se realizaron charlas por la memoria en Mar del Plata y en la institución de la ribera en 2022.

El club también tiene una Comisión de Derechos Humanos a cargo del prosecretario Alejandro Veiga, quien asegura que la actual dirigencia “va quedar en la historia y que esto no se termina”. Entre otras acciones, el club dio de baja los carnets de socio honorario a los represores Emilio Eduardo Massera y Alejandro Lanusse, un hecho celebrado con aplausos por los asistentes.

La estrella 132

La estrella 132

Ya son 132 los nietos que restituyeron su identidad. Las Abuelas de Plaza de Mayo continúan a casi 40 años del retorno a la democracia un camino –inédito en el mundo– por la recuperación de la historia robada por la última dictadura. Juan José tiene 47 años, es hijo de María del Valle Morales y aún espera encontrar a su verdadero padre.

Este miércoles  Abuelas de Plaza de Mayo presentó  en videoconferencia  al nieto restituido 132, que vive en Tucumán, seis días después de la última aparición. Se trata de Juan José, hijo de Mercedes del Valle Morales, desaparecida  en 1976, cuando él tenía nueve meses. Todavía no hay datos sobre su padre biológico.

Al calor del último miércoles del año, la Casa por la Identidad en la ex ESMA estaba colmada de periodistas y militantes por los derechos humanos.. El tránsito y la inmediatez de la noticia, dos horas antes,  no impidió ver una vez más a Estela de Carlotto desbordando felicidad cerca de las 16. Había tanto ruido en el salón como el que generó la aparición de Juan José. El murmullo paró cuando apareció la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo,para reemplazar el último dígito del contador de nietos recuperados y dar pie a nuevos gritos de alegría. 

Después se dirigió al auditorio para leer el comunicado por la nueva restitución, acompañada por Horacio Pietragalla Corti, secretario de Derechos Humanos de la Nación y nieto restituido número 75; y por Claudia Carlotto, directora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI). “Parece imposible esta noticia tan buena y tan seguida de la anterior, pero así es la vida, nos da sorpresas”, dijo Estela antes de empezar a leer.

Juan José estuvo presente durante todo el acto vía Zoom desde Tucumán en una pantalla gigante. Su madre Mercedes del Valle Morales fue secuestrada en Monteros el 20 de mayo de 1976, cuando ella tenía 21 años y él nueve meses. En el mismo operativo detuvieron a sus abuelos Toribia Romero de Morales y José Ramón Morales. Cuatro días después secuestraron a sus tíos José Silvano Morales, Juan Ceferino Morales y Julio César Morales. Al día de hoy, todos se encuentran desaparecidos.

Aunque tenía algunas dudas porque sus hermanos eran mucho mayores que él, Juan José no sabía que no era hijo de quienes lo habían criado, hasta que estos hermanos de crianza, una vez fallecidos sus padres, se lo dijeron y le entregaron su DNI original. Allí figuraba que su madre era Mercedes del Valle Morales, cuya desaparición había sido denunciada. En 2004 empezó la búsqueda por su identidad, acompañado por el nodo Tucumán de la Red por el Derecho a la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo y la CoNaDI. En 2008 pudo saber que ella era, efectivamente, su madre. Mercedes trabajaba como empleada en la finca que pertenecía a la familia que se apropió de Juan José.

Sin embargo, para indagar en la otra mitad de su identidad fue necesario exhumar los restos de quien decía ser su padre. Gracias a los estudios realizados por el Banco Nacional de Datos Genéticos, en la mañana de este miércoles 28 de diciembre, el Juzgado Federal Nro. 1 de Tucumán informó al joven que no es hijo de quien lo crió. “Hoy lo abrazamos como nuestro nieto 132 y como un rompecabezas que nunca se termina de completar. Se inicia un nuevo camino para poder dar con su verdadero padre”, agregó la presidenta de Abuelas.

Al final de la conferencia intentaron hablar directamente con Juan José, pero, como se podía esperar en una videollamada de una abuela con un nieto entre la emoción y algunas dificultades técnicas, la comunicación no prosperó. De todas formas, sí pudo ser ovacionado por el auditorio y celebrado con el canto de “Abuelas lalalalalá”, hoy resignificado. 

“Se festeja como el campeonato mundial, porque sabemos la revolución que viven las familias que están buscando hace tanto tiempo”, dijo el nieto recuperado número 81 Leonardo Fossati Ortega en diálogo con ANCCOM. “Lamentablemente, en el caso de estos últimos dos nietos restituidos no se van a poder encontrar con sus padres, pero sí con sus historias, con compañeros de sus padres, con otros miembros de la familia que los vienen buscando hace tanto tiempo. Y de alguna manera ese es el trabajo de la memoria. Para nosotros es una gran alegría, porque los nietos y las nietas se encuentran, y empiezan a ver la vida a través de la verdad y sus dudas empiezan a tener respuestas”, agregó.

“Es necesario que la sociedad entera se involucre y se sienta interpelada, entendiendo que estos nietos y nietas que nos faltan a nosotros, en realidad, le faltan a todo un país”, finalizó Fossati. En la misma línea, Horacio Pietragalla Corti también habló con ANCCOM y dijo que “cada vez es más difícil poder comunicar, pero cada cobertura de estos encuentros es en sí misma una forma de informar y difundir la noticia. Trabajamos para tratar de fortalecer el saber de las nuevas generaciones, y obvio que hay campañas que se apuntan también a los hijos de los nietos. Hoy, muchos de nosotros tenemos hijos y en Abuelas entienden que en algún momento van a acercarse ellos para saber si los abuelos eran sus abuelos o eran apropiadores”..

Consultado sobre la aplicación de políticas para la memoria, la verdad y la justicia, en su rol de secretario de Derechos Humanos, Pietragalla comentó: “Es un trabajo que se debería poder llevar adelante con las distintas fuerzas políticas. Lo que pasa es que hay fuerzas políticas que quieren reivindicar teorías muy viejas como la de los Dos Demonios. Hay un sector al que le cuesta acercarse a estas políticas. Y cuando uno ve la historia de nuestro país, y quiénes son sus padres, que eran parte de grupos económicos que se favorecieron con esa dictadura, ahí también entendemos por qué son reticentes a llevar adelante políticas de derechos humanos”.

Sobre el final del comunicado, las Abuelas pidieron que quienes tengan algún dato sobre Mercedes del Valle Morales y quien fuera su compañero lo acerquen a la Asociación, la CoNaDI o el nodo de la Red de Derecho a la Identidad de Tucumán. “A pesar del dolor que trae cada una de estas historias, junto a la constatación de la trabajosa tarea que sigue siendo reconstruir lo que la dictadura quiso borrar, seguimos celebrando la vida con la alegría que nos da la conquista de la verdad. Por un 2023 con más encuentros, con más verdades y más identidades”, cerró Estela de Carlotto.