“Lo primero es desmonopolizar”

“Lo primero es desmonopolizar”

Tristán Bauer posando delante de las fotografías de Santiago Maldonado.

Tristán Bauer es cineasta, ex director del Sistema Nacional de Medios Públicos y del 2013 al 2015, a partir de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, presidió Radio y Televisión Argentina (RTA). A casi tres años de que su contracara, Hernán Lombardi, lo haya reemplazado en el cargo tras la asunción del gobierno de Mauricio Macri, analiza para ANCCOM el panorama actual de medios públicos, resalta la sangría que están sufriendo en este momento y subraya la necesidad de la diversidad en la comunicación.

¿Cuál crees que debe ser el rol de los medios públicos?

En la sociedad actual los medios de comunicación tienen un rol central. El impacto que tienen en la sociedad humana del siglo XXI me resulta asombroso; cómo calan de manera tan intensa y profunda en la sociedad y en el individuo. Cómo generan conductas, acciones y decisiones. Yo a los 23 años leía Gramsci y me asombraba ver ese concepto de Hegemonía Cultural y dentro de dicho concepto el del rol de los medios para el dominio o control de esa hegemonía. Cuanto más pasa el tiempo, cuanto más vuelvo a Gramsci y cuanto más veo cómo se está organizando esta sociedad, más impactante me resulta. En ese concierto mediático, yo creo que los medios públicos tienen un rol central. Cuando analizas situaciones como las de América Latina donde el control de los medios hegemónicos privados es casi total -y yo creo que va a ser cada vez mayor y más monopólico- el rol ahí de los medios públicos para el funcionamiento de la democracia me parece que es importantísimo, que es central y son una forma de defensa y, más que de defensa, podemos decir que cumplen el rol de empujar, acompañar y ser protagonistas del funcionamiento de la sociedad. La TV Pública, la Radio pública y las Agencias de Noticias tienen un rol vital mientras que, del otro lado, tenés experiencias como en la Argentina la fusión de Cablevisión y Telecom o en Brasil los Hermanos Mariño con O Globo. Me parece, entonces, que hoy es fundamental el rol de los medios en la sociedad humana para la defensa de la democracia.

¿Cuál es tu mirada acerca de la situación de los medios públicos en la actualidad? ¿Cómo podés comparar tu gestión con la de Cambiemos?

Yo tuve un protagonismo importante. Primero, desde el Ministerio de Educación de la Nación, la creación de un canal educativo. A partir de esas ideas que hablamos con(el ex ministro de Educación, Daniel) Filmus y después con Néstor (Kirchner) surgió el primer canal educativo del Ministerio de Educación que era un canal público: canal Encuentro. Una experiencia muy rica. Inmediatamente nos pusimos a trabajar en la creación de un canal infantil y, volviendo a tu pregunta anterior, fijate que los niños se formaban en ese momento con siete canales todos generados, desarrollados y transmitidos en los Estados Unidos de Norteamérica pero financiados por los hogares de Argentina y América Latina. Acá (Argentina) no había ningún canal que expresara y abordara nuestra niñez y bueno, de ahí la importancia de ese canal y, luego, el pedido de la presidenta Cristina (Kirchner) para dirigir el Sistema Nacional de Medios Públicos. Después se generó una etapa de un profundo debate, muy rico debate. Momento de un período donde hay que volver siempre para analizarlo, para estudiarlo: lo que significó el debate de la Ley de Medios y, a partir de ahí, el nacimiento de RTA. Lo que recibimos del neoliberalismo era un sistema totalmente desmadrado, que lo podías verificar en tres aspectos fundamentales: un total desmantelamiento tecnológico -tanto a nivel de transmisores como de cadenas de producción, era todo una verdadera calamidad- donde cada vez que llegabas o a Canal 7 o a cualquiera de las 50 radios era un desmadre; una pérdida de audiencia absoluta y en general, salvo excepciones, muy baja calidad en los contenidos. Entonces la tarea que teníamos por delante era enorme y con el directorio de Radio y Televisión Argentina nos pusimos en la tarea de reconstrucción. Yo creo que se avanzó muchísimo en los tres frentes: a nivel tecnológico se cambiaron decenas y decenas de transmisores de todas las radios con lo cual recuperaron el aire que habían perdido; Canal 7 pasó de ser un canal en estándar con cámaras a válvulas a ser el canal más importante a nivel tecnológico de Sudamérica de alta definición; implementamos los sistemas de transmisión de lo que fue la televisión digital (la TDA) y la televisión satelital y, a nivel de calidad, hubo un crecimiento muy importante teniendo como canal vanguardia, como punto de choque y de ruptura canal Encuentro. Atrás de canal Encuentro, la transformación de todos los medios con la sabida creación de audiencias. Frente a esto, tenemos el discurso de Mauricio Macri en elecciones: “Todo lo que hicimos bien no lo vamos a tocar”. Ahí estaba involucrado Fútbol Para Todos, canal Encuentro -que fue muy ponderado por la sociedad en su conjunto- y Paka paka. Desde el primer momento el gobierno actuó con cinismo queriendo cumplir con sus objetivos: la destrucción de los medios públicos y, para mí -esto es un supuesto- la extinción de los medios públicos. Se han desfinanciado Encuentro y Paka paka; han bajado los niveles de cantidad de horas de producción y calidad de producción; ha crecido la pérdida de audiencia tanto en Radio Nacional como en Canal 7 de forma alarmantes, sorprendentes en tan poco tiempo. A eso le sumás que en la Agencia Télam hubo 357 despedidos, que lo único que se escucha en los pasillos de Canal 7 o Encuentro son los planes para ir haciendo retiros voluntarios y achicando plantillas, parecería que eso es lo único importante. Otra cosa: después de la enorme tarea que se hizo de recuperación de archivos y de importantes inversiones para ponerlos como corresponde con su nivel de temperatura, de humedad adecuada, se apagaron las máquinas con lo cual continúa el proceso de su destrucción y no se acelera en la digitalización de los materiales. Cada área que ves, advertís la destrucción y al achique y eso muestra la mirada ideológica, conceptual y social que tiene esta administración para con los medios que nosotros hicimos crecer con un enorme esfuerzo y también cumpliendo con la ley que nos orientaba a tener medios públicos fortalecidos.

¿El modelo económico que se plantea este gobierno influye directamente en las políticas comunicacionales?

El modelo, que es económico y que es cultural, implementado por este gobierno en forma conjunta con el Fondo Monetario Internacional, impacta fuertemente en la cultura en general y sobre los modelos de comunicación. Propicia una hiperconcentración de un sistema privado. En el caso de Argentina la fusión Cablevisión-Telecom lleva al achicamiento y al intento de cierre de los medios públicos. Al gobierno no le sirve y no necesita tener medios públicos fortalecidos.

Hace poco eliminaron de la grilla de Cablevisión a Paka paka

Bueno, eso es una venganza porque una de las grandes luchas en el momento de creación de canal Encuentro -que yo lo tenía absolutamente claro más allá de desarrollar el canal que queríamos desarrollar, más allá de hacerlo con calidad, más allá de organizar la programación y más allá de analizar el vínculo con el sistema educativo formal- era ponerlo en la grilla de cable y, dentro de la grilla de cable, en los canales de alta visibilidad. Eso en el momento del nacimiento de Encuentro era fundamental porque todavía no estaban las grillas digitales y de acuerdo a como vos organizaras esa grilla lo colocabas en zona caliente o no. Esto -muchos no lo saben- para mi fue una lucha clave, fundamental. Nosotros armamos el canal, hicimos el canal y pudimos subirlo al satélite pero una vez estando en el satélite no solamente no lo ponían en la zona caliente del cable en la cual nosotros pretendíamos -entre el 1 y el 15- sino que no lo ponían en ningún lado. Fue así que, después de muchas discusiones y presiones, esto terminó con una reunión mía con el presidente Néstor Kirchner, quien le dio orden a Oscar Parrilli para que nos reunamos en su despacho con el Grupo Clarín y recién ahí decidieron ponerlo en el cable. En esa reunión es donde me dicen a mí, ‘bueno, lo vamos a poner en el número 45’, yo les dije: ‘Miren, si ustedes dos semanas antes me hubieran dicho que iba al número 45 se los agradecía pero ahora -estando el decreto del COMFER y estando la decisión del presidente- lo ponen del 1 al 15 como sea’. Fue bastante tenso todo y finalmente lo pusieron en el número 5 -no existía C5N-. De ahí quedaron con una bronca tremenda y ahora se están vengando por esa decisión que tuvieron que tomar. Lo cierto es que esa decisión hizo que Encuentro se transformara en un enorme éxito de público y sea ponderado por toda la sociedad, porque se podía comparar esta televisión educativa con el resto de los canales haciendo muy rápidamente el zapping.

Tristán Bauer responde preguntas en el Avant Premier de «Los Caminos de Santiago».

Teniendo en cuenta la descripción que hiciste respecto a lo que está pasando, ¿cuál crees que debe ser la primera medida a tomar en materia de comunicación y cultura para empezar a revertir esta situación?

Estamos en un momento de la humanidad que nunca se había vivido y se expresa claramente acá en la Argentina. Los desarrollos tecnológicos de los sistemas satelitales, pero fundamentalmente de los entramados de fibras ópticas a nivel global, permiten transmitir mediante la fibra óptica con una velocidad impensable hace unos años; transmitir a la velocidad de la luz, transmitir a nivel global en una red y llegar a millones y millones de personas en simultáneo.
Esto se replica en las realidades nacionales. Que una empresa se adueñe mayoritariamente de todos esos medios y, simultáneamente, de la maquinaria de generación de contenido que genera sentido es los peor que le puede ocurrir a la sociedad y, sin embargo, es lo que le está ocurriendo. Entonces, para mí, la medida más importante es la de desmonopolizar, lo primero que hay que hacer es destrozar y destrozar, partir en pedacitos a los monopolios. En ese sentido, la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que en su planteo tiene un 33 % para el sector público, un 33% para los medios en manos de organizaciones populares y sociales y el otro 33% para el sector privado no monopólico -diverso no monopólico- me parece que es el norte que hay que seguir y hay que legislar para que eso sea posible. Nosotros fuimos muy buenos en todo el debate, muy buenos en la definición de esta ley y muy malos en su implementación. Entonces me parece que la tarea es, en el futuro -que ojalá que sea pronto-, ver de qué manera este esquema, este mapa mediático que se presenta de manera clara, es posible implementarlo rápidamente y evitar lo que está ocurriendo, que es prácticamente el dominio total de un medio privado y eso lo que vulnera fundamentalmente es la diversidad cultural que es vital para la sobrevivencia humana.

Respecto a los modos de resistencia de los trabajadores de los medios públicos, ¿qué opina?

Yo creo que en esta etapa en general, las organizaciones de los trabajadores, los sindicatos y las confederaciones tienen un rol central, el de resistencia. No solamente en el caso particular de los medios públicos sino en todos los sectores. Me parece que la organización obrera y el encontrar diversos y nuevos métodos de lucha son fundamentales. Creo, intuyo, que ellos van a ser, y con ellos me refiero a Lombardi y al Grupo Macri en general, implacables y no van a ceder. Ahora, lo que corresponde frente a ese no ceder es organizarse más y luchar más.

En ese no ceder y luchar más, ¿qué estás realizando?

Ahora estoy con el tema de la difusión de la película de Santiago Maldonado que para mí es una sorpresa grata e inesperada. Es un material de urgencia y resistencia frente a un hecho trágico como el de la muerte. Y más teniendo en cuenta cómo operan los medios hegemónicos frente a esa situación. Con esto he verificado que el cine documental sigue teniendo mucha fuerza e impacto, asume el rol de contradiscurso, genera un contradiscurso.

“La calle no es un lugar para vivir”

“La calle no es un lugar para vivir”

A las 12 del mediodía más de un transeúnte se detiene frente a la Plaza de los Dos Congresos y se lleva la mano a la frente para poder ver, bajo el sol que encandila, a un centenar de personas en situación de calle que se reunió allí con una consigna clara: “La calle no es un lugar para vivir”. Las banderas gigantes de las agrupaciones convocantes hacen de telón y atraen las miradas de todos y todas. Incluso de aquellos que a diario bajan la vista ante las más de 7.000 personas que habitan lo inhabitable: la calle. Pero esta vez la mirada es distinta. Porque se trata de un grupo de personas que no están allí para mendigar—pedir es lo que hacen involuntariamente todos los días—sino que están para exigir. Y no es una plaza arbitraria de la ciudad, están justo frente al Palacio Legislativo.

El encuentro de personas en situación de calle que tuvo lugar el sábado a partir de las 11 de la mañana fue convocado por una multiplicidad de organizaciones sociales que buscan dar continuidad al masivo Frazadazo del 23 de agosto. Los integrantes de Proyecto 7 y las remeras que los definen como la militancia de la calle, las chicas de Frida y No Tan Distintas que estiran las frazadas como símbolo de lucha y la Asamblea Popular Plaza Dorrego, entre otras agrupaciones, idearon la jornada con el fin de visibilizar y accionar un plan de lucha, frente a una situación por demás insostenible.

“La calle mata, y no es una metáfora” afirma Horacio Ávila, hombre que habitó la calle y alma pater de Proyecto 7. En lo que va del año, 23 personas murieron como consecuencia de la vulnerabilidad y el aislamiento. Más de 20.000 personas corren el riesgo de vivir en la calle por el ajuste y, ahora también, por la irregularidad en el pago de los subsidios habitacionales que constituyen casi siempre el único recurso con que estos hombres y mujeres cuentan para no estar a la intemperie. “El Congreso nos tiene que mirar”, dice Horacio. “Tenemos que dejar de ser invisibles para el gobierno y la sociedad, compañeros y compañeras: ollas sí.”

Horacio Ávila.

La olla se destapó a eso de las 13 y Fabián se acercó al encuentro guiado por el aroma del guiso de fideos. Se sienta tranquilo a comer la esperada porción abundante y cuenta que vino caminando desde Palermo. Está contento porque llegó a tiempo para el almuerzo y piensa quedarse para hacer frente al reclamo. Fabián conoce el nombre de todas las calles desde Palermo hasta Congreso, “una por una, sin pifiar”. Termina de comer y dice que asistió al Frazadazo y le gustó: “Me trataron bien, hablé con varias personas y está bueno empezar a organizarnos para exigir al Estado y para ayudarnos entre nosotros”.

A las 15, los miembros de las agrupaciones definieron la fecha del próximo encuentro pautado para el sábado 3 de noviembre. El objetivo sigue siendo el reclamo en torno al cumplimiento de la Ley 3706 y la sanción de una ley equivalente a nivel nacional. Hacia el final de la jornada el panorama presentó con fuerza la cualidad que lo define: pensar la calle, ya no como lugar para vivir. La calle, como espacio de lucha.

Frazadazo frente al Congreso de la Nación el 23 de agosto de 2018.

 

Quemados de pasión

Quemados de pasión

Entrenamiento de la selección argentina de dodgeball. Club Yupanqui. Villa Lugano.

La Selección Argentina de Dodgeball -deporte conocido popularmente como “el quemado”- competirá por primera vez en el mundial que se desarrollará en los Estados Unidos del 8 al 14 de este mes.

El torneo se disputará en el corazón de Los Ángeles, en LA Hangar Studios, y contará con la participación de los defensores del título en varones y mujeres, Malasia, junto con Hong Kong, Australia, China, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, México, Argentina e Italia.

Mientras tanto, en el barrio porteño de Villa Lugano y en pleno mediodía de domingo, el equipo albiceleste se entrena por última vez antes de viajar a su debut mundialista. Habitualmente practican en el patio de la parroquia Santa Teresita de Parque Chas, pero esta vez lo hacen en una cancha de parquet –superficie sobre la que se jugará el mundial– del club Yupanqui.

La Selección Argentina de Dodgeball -deporte conocido popularmente como “el quemado”- competirá por primera vez en el mundial que se desarrollará en los Estados Unidos del 8 al 14 de este mes.

Comienza el entrenamiento y las pelotas rojas empiezan a cruzarse de un lado a otro a gran velocidad. No solo entrena el combinado masculino, también están las chicas de la Selección femenina y otra decena de jugadores mixtos de edades variadas que lo juegan de manera recreativa. Todos se concentran, un segundo de distracción en este juego quema. Los cuerpos se contornean esquivando los lanzamientos del rival. Las zapatillas rechinan en cada movimiento. Los alcanzapelotas no tienen respiro, son seis pelotas que no paran de lanzarse. De a uno los jugadores son tocados por la pelota y al grito de “¡quemado!” deben retirarse. Hasta que un equipo logra quemar al otro por completo. Así gana un game. Se vuelven a colocar las seis pelotas en el medio de la cancha y todo vuelve a empezar.

El dodgeball cuenta con un reglamento oficial además de una federación y una asociación que lo regulan a nivel mundial. Se practica oficialmente en canchas de parquet de las dimensiones de una cancha de vóley con dos equipos conformados por seis jugadores cada uno. Durante dos tiempos de veinte minutos, deben intentar “quemar” a todos los contrarios –tocar con la pelota u obligarlos a salirse de los límites de la cancha–. Cada vez que esto sucede se gana un game. El equipo que obtiene la mayor cantidad de games gana el partido. En caso de empate se juega un último game conocido como “muerte súbita” que le otorga el triunfo definitivo.

Habitualmente practican en el patio de la parroquia Santa Teresita de Parque Chas, pero esta vez lo hacen en una cancha de parquet –superficie sobre la que se jugará el mundial– del club Yupanqui.

En su cita mundialista, el equipo argentino se enfrentará con las principales potencias del deporte como Canadá, Estados Unidos, Australia y Malasia. Tras la falta de financiamiento y sponsors que frustraron el viaje al mundial del año pasado, desde principios de año los miembros de la Federación Argentina de Dodgeball (FAD) organizaron peñas, torneos de truco y sorteos para recaudar fondos ante un contexto de escalada del dólar que incrementaba mes a mes los costos. Si bien la práctica del deporte no requiere de una inversión significativa, uno de los principales problemas que afrontan es la carencia de un espacio propio donde entrenar. Cuando comenzaron a mediados de 2015, los seleccionados se juntaban a jugar bajo el puente de Parque Chacabuco hasta que consiguieron el patio de la Parroquia Santa Teresita.

“Para nosotros es todo un desafío ya que mientras países como Estados Unidos y Canadá invierten en el deporte y cuentan con cuatro mil jugadores en sus respectivas federaciones, de los cuales se hace una preselección de 70 para luego elegir a los 12 mejores, Argentina cuenta con unos 40 jugadores de los cuales quedaron 15 y sólo podrán viajar siete por falta de recursos económicos. Esto implica que sólo viajaremos con un suplente, lo cual marca un nivel de exigencia física y psicológica para los seis que estarán en cancha”, explica Nicolás Larrosa, jugador y entrenador del equipo argentino.

Cada jugador tiene una historia, pero el fuerte del equipo es la pasión.

Lo ideal es viajar con un mínimo de diez o doce jugadores, como lo hacen la mayoría, para permitir el recambio en un deporte que implica alto desgaste físico. “También hay otros factores como el hecho de  viajar a otro país, para muchos por primera vez, el cambio horario, de alimentación y que se enfrentan con equipos que ya tienen varios mundiales encima. Lo que les transmitimos es que aprovechen la experiencia y que se tengan confianza porque contamos con buenos lanzadores y con ese hambre de jugar y representar a su país”, cuenta Emiliano Leiva, entrenador de la Selección femenina que se prepara con vistas al mundial del 2019 y colaborador también en el entrenamiento del equipo masculino.

La llegada al mundial es en realidad el resultado de un largo camino transitado por un grupo de jóvenes y del trabajo de difusión e integración que se desarrolla desde la FAD con el aporte de la Federación Mundial de Dodgeball (WDBF), presidida por el canadiense Dwane Wysynski. “Cuando me llega la propuesta de Beto Tavella,  uno de los chicos que trabaja conmigo en la comisión del club de barrio Viejos Muchachos de Newell’s que presido, de desarrollar el dodgeball, un deporte que requiere solo de una cancha y seis pelotas, comenzamos a investigar y nos pusimos en contacto con la WDBF, la cual nos dio una mano enorme. Nos asesoraron y enviaron el reglamento en español que no conseguíamos y varios kits de pelotas que no se fabrican en nuestro país. Hasta entonces practicamos con las Pulpito que son más duras y lastimaban a los chicos”, relata Diego Bértola, presidente de la FAD. “Compartimos desde un principio con la WDBF la visión de la práctica de este deporte como un espacio de integración e inclusión cuya principal regla es la honestidad deportiva. Eso es lo que tratamos de llevar a los barrios y a las escuelas cada vez que buscamos alcanzar a más jóvenes con este hermoso deporte”, agrega.

Cuando comenzaron a mediados de 2015, los seleccionados se juntaban a jugar bajo el puente de Parque Chacabuco hasta que consiguieron el patio de la Parroquia Santa Teresita.

Detrás de cada uno de los siete jugadores que representarán a nuestro país hay una historia diferente, pero ante la misma pregunta sobre cuál es el fuerte del equipo responden casi al unísono: la pasión. “Nuestro punto fuerte es la garra que ponemos en cada partido. Vamos a dar lo mejor, sabemos que jugamos con quíntuples campeones mundiales, pero la idea es disfrutar, vivir la experiencia y traérsela a nuestros compañeros”, expresa el capitán del equipo, Norberto “Beto” Tavella, de 28 años, nacido en Entre Ríos y uno de los pioneros en el dodgeball.

“A mis 37 años no me imaginé que representaría a mi país en un mundial. Hoy es una realidad y estamos muy motivados. Lo que me cautivó del deporte es su premisa de honestidad, ya que lo que prevalece en otras disciplinas suele ser sacar ventaja competitiva y eso no sucede en el dodgeball. Si el referí no ve que te quemaron, uno mismo sale de la cancha, lo tenemos incorporado”, reflexiona Diego Ciuffi, jugador de Villa Madero y profesor de educación física en el Colegio Ward de Ramos Mejía.

«La Federación Mundial de Dodgeball, nos asesoró y nos envió el reglamento en español que no conseguíamos y varios kits de pelotas que no se fabrican en nuestro país.”, relata Diego Bértola, presidente de la FAD.

“Viajar ya es algo muy importante. En 2017 no pudimos hacerlo pero no bajamos los brazos.  Este año lo conseguimos y queremos ir a jugarles a todos de igual a igual y a ganar. No nos creemos menos que nadie”, afirma Larrosa, de 27 años, quien además de su doble rol de jugador y entrenador, es licenciado en Educación Física y productor de seguros los días de semana.

Ya en los Estados Unidos se encuentra Rodrigo Ruiz, o “el zurdo” para sus compañeros, referido por el entrenador como uno de los jugadores más completos con excelente agarre y lanzamiento con brazo izquierdo. Por otra parte, los hermanos Tamasi, Ezequiel y Leonardo, no dudan en transmitir esa misma fraternidad al resto del equipo. “La familia ayudó desde un principio, mi vieja organizó una peña en el club para juntar fondos. Es emocionante volver a jugar lo que practicábamos inocentemente en el colegio y viajar hoy a un mundial con la camiseta de Argentina es algo que nunca me hubiera imaginado”, asegura exultante Ezequiel, empleado administrativo de 25 años y estudiante de Turismo.

Argentina cuenta con unos 40 jugadores de los cuales quedaron 15 y sólo podrán viajar siete por falta de recursos económicos.

El integrante más joven del equipo, con 18 años, es Adrián Duarte. Vive en el barrio 1-11-14 y cursa su último año en el Instituto Parroquial Santa María Madre del Pueblo en Bajo Flores, al cual asiste en jornada completa. “Al principio mi vieja no quería que empezara a trabajar pero le dije que quería hacerlo para cumplir mi sueño de viajar al mundial. Somos cuatro hermanos y ella no me iba a poder ayudar, entonces lo entendió. Empecé a buscar por Internet algo en blanco pero fue difícil. Trabajé todo el verano como ayudante de costura en un taller ocho horas por día por cinco mil pesos mensuales. Entonces me surgió la posibilidad de agarrar el turno noche en un McDonald’s y así tener tiempo para ir al colegio y entrenar”, precisa Adrián. “A veces me toca trabajar hasta las tres de la madrugada. Pero cuando trabajo hasta las once, me levanto al otro día a las seis de la mañana y aprovecho para ir a correr y hacer trabajo físico en el parque que está cerca de casa. Después me baño y voy para el colegio” cuenta, con naturalidad, el sacrificio que realiza a diario para cumplir junto a sus compañeros el gran desafío que tienen por delante.

El integrante más joven del equipo, con 18 años, es Adrián Duarte. Vive en el barrio 1-11-14 y cursa su último año en el Instituto Parroquial Santa María Madre del Pueblo en Bajo Flores.

Mil ollas cocinando la bronca

Mil ollas cocinando la bronca

Muchas personas reunidas y en el medio dos mujeres sirviendo comida.

40.000 personas se movilizaron para expresar el rechazo al “plan de hambre y miseria del FMI”.

Como preludio del paro nacional convocado por la CGT para el 25 del corriente, organizaciones sociales que nuclean a trabajadores y trabajadoras de la economía popular, a desocupados y precarizados, desarrollaron hoy una Jornada Nacional de Lucha. Con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires, organizaron más de mil ollas populares para exigirle al gobierno nacional y a los provinciales provinciales que “frenen el ajuste”.

Convocada, entre otras, por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie, el Movimiento Evita, la Corriente Clasista Combativa (CCC), el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) y el Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), la jornada convocó a más de 40.000 personas en el cruce de las avenidas porteñas 9 de Julio y Av. de Mayo para expresar el rechazo al “plan de hambre y miseria del FMI”.

En diálogo con ANCCOM, Marianela Navarro, delegada del FOL, expresó: “Nos movilizamos para reclamar en contra del aumento del hambre y en contra del acuerdo con el FMI, porque entendemos que la actual política económica nos está llevando a la exclusión y a la más profunda miseria. Dicho acuerdo no sólo garantiza una mayor explotación laboral sino que va a generar más pobreza en nuestro pueblo y más endeudamiento”.

Una mujer y junto a ella un hombre comiendo con una cuchara.

Trabajadores de la economía popular y desocupados organizaron más de mil ollas populares para exigir al gobierno el freno del ajuste.

La movilización en el centro porteño y los cortes de ruta desplegados en diferentes puntos del país se enmarcan en el inicio del plan de lucha que impulsa el sector, con el fin de lograr no sólo que se detengan las medidas económicas de ajustes y tarifazos, sino también para exigir el tratamiento de las cinco leyes que el sector impulsa: la de Emergencia Alimentaria, la de Infraestructura Social, la de Agricultura Familiar, la de Integración Urbana y la de Emergencia en Adicciones. Asimismo, para dar respuesta urgente a la visible fragilidad social, también reclamaron por el aumento y ampliación de todos los programas de empleo.

Para “parar el ajuste en las calles” -como reza la consigna que empuja a los movimientos sociales-, el plan de lucha continuará la semana que viene con movilizaciones a las empresas eléctricas, con la intención de conseguir nuevas tarifas de servicios públicos, acordes a los ingresos que perciben los y las trabajadoras de las cooperativas.

 

 

Para la libertad

Para la libertad

Hombres y mujeres charlando alrededor de una mesa

Encuentro de la agrupación Yo No Fui.

Ya es miércoles y aunque todavía es temprano, el solcito que llega desde afuera calienta al frío comedor en esta casa de habitaciones gigantes del barrio porteño de Flores.

Hoy hay taller de periodismo y todas las mujeres, sentadas alrededor de la mesa, escriben acerca de su identidad, de la libertad, de como todas comparten la experiencia de haber estado privadas de su independencia, en un penal o bajo arresto domiciliario.

Pasan juntas los lunes, los martes y los días que como hoy se sientan a redactar, esos días en los que la organización social Yo No Fui brinda talleres de serigrafía, poesía, escritura, talleres de producción en oficios que buscan según María Medrano, la que dio el puntapié inicial, «sortear esa dificultad que surge en las pibas una vez que están afuera: la de no tener un mango para parar la olla».

Para María, que ahora va y viene, llevando mate y bizcochitos, todo surgió cuando, trabajando en Tribunales, allá por el 2002, conoció a una bielorrusa que cayó detenida. Durante el tiempo que ella pasó en el penal, siguieron viéndose y estando en contacto.

Mujeres y un hombre escuchan a una mujer leer.

Yo No Fui brinda talleres de serigrafía, poesía, escritura y de producción.

Fue a partir de todo esto que María empezó a preguntarse cosas que no entendía y en ese tiempo escribió un libro de poesía que retrataba los saltos que daba su vida entre los Tribunales y la cárcel.

Y con esto, quizás para unir un poco esas dos partes, arrancó a dar un taller dentro del penal de Ezeiza, donde hasta hacía unos meses solo iba de visita.

Con el tiempo se extendieron a más unidades y a más chicas, a hacer festivales de poesía, a buscar abrir la cárcel… y también a mezclarla con ese ‘afuera’, ese lugar que desde adentro ve tan distante, en esa institución que carga con tantos prejuicios.

“Buscábamos eso, queríamos apertura -retrata María-, que las pibas salgan, que entre gente y que lea, que se junten”. Piensa, toma un mate y pone el énfasis en entender que la necesidad de Yo No Fui es también creer “que las personas que están en la cárcel están adentro de la sociedad, en el lugar que la sociedad eligió para ellas. No es que se fueron, la sociedad es también esto y la cárcel es parte de la sociedad”.

Mujer mirando de frente a la cámara.

María Medrano, fundadora de la organización.

María mira alrededor, mira a las chicas que todavía escriben: “Por eso no hablamos de reinserción, no nos gusta esa palabra, porque significa que en algún momento estuviste afuera”.

Desde lejos, sentada en la otra punta de la mesa, Marlee mueve la cabeza. Hace tres meses que llegó a la Argentina para estudiar sobre nuestro sistema penitenciario y cómo el género y el racismo encastran ahí adentro, después de haber analizado lo mismo en Australia durante casi un año.

Esta socióloga que vino desde muy lejos, ya bien podría pasar desapercibida entre las calles de Buenos Aires con su pañuelo verde colgado en la mochila y su pelo rapado de costado.

“Hay cosas que voy entendiendo, de a poco”, afirma, con su acento estadounidense, que parecería no poder abandonarla nunca. “No tenía prejuicios, no formé opiniones previas. Pero me intrigaba saber por qué en la Argentina la última dictadura seguía siendo todavía un tema tan recurrente… eso y qué pasaba con los derechos humanos en la cárcel”, dice, la mira a María, y agrega: “Creo lo estoy descubriendo”.

Mujer parada sobre la escalera mirando al horizonte

Retomando ese primer impulso, el del inicio del taller de poesía en el penal de Ezeiza, surgió Yo No Fui.  Así se llamó, también, el primer libro que editaron. Lo titularon de esta manera porque “es lo primero que se dice, ¿no? Yo no fui, yo no estuve, yo no sé…”, revela María, hablándole a las chicas, que asienten y se ríen. “Pero después empezamos a hacer una lectura más crítica de eso, aparece todo lo que no había dejado de ser por haber estado presa. Y ahí salieron el «yo no fui silenciada», «yo no fui desmemoriada», «yo no deje de ser persona por haber estado en la cárcel”.

Y para cuando publicaron la revista en el 2014 tuvieron que dar vuelta todo, dejar de hablar por la negativa. Entonces, la nombraron Yo Soy. Y con este proyecto a cuestas, trabajando también desde el taller de periodismo que hoy las une, comenzó el colectivo editorial que ahora lleva todo esto adelante: Tinta Revuelta.

Como parte de un proceso que se expande a medida que pasan los años, la organización ahora funciona de lunes a viernes entre Flores y Palermo, donde está la cooperativa, y en los penales de Ezeiza, en José C. Paz, en La Pampa y en el de José León Suárez también. Se financian con los planes de diferentes ministerios que fueron cambiando con los años y con algún que otro donante individual.

Mujer mirando de frente a la cámara

Liliana Cabrera, miembro de la organización que coordina talleres de poesía y de herramientas digitales en distintos penales.

Y María agrega, ahora quieren llegar a las unidades de La Plata. Pero entienden la necesidad de “hacerlo armando una red sólida… porque si empezamos, lo hacemos sabiendo que podemos sostenerlo, si no ni lo intentamos…”.

María hace una pausa y la mira buscando complicidad con Liliana Cabrera. Para ella haber llegado a Yo No Fui fue como “haber encontrado una ventana a mi misma, me dio la posibilidad de poder conocerme más y de poder hablar de temas de los que muchas veces hablar no es fácil”, admite.

Después de pasar ocho años presa en Ezeiza, ahora coordina talleres de poesía y de herramientas digitales en los penales en donde estuvo y en los de José C. Paz.

Mujeres sonriendo mirando de frente a la cámara.

«Queríamos apertura, que las pibas salgan, que entre gente y que lea, que se junten», dice María Medrano, fundadora del proyecto.

Y agrega que estos años compartidos también le dieron “la posibilidad de ir creando pensamiento crítico a partir de profundizar esos temas y no solo por la situación de detención, sino también el afuera, el discutir cada tópico que nos atraviesa como sociedad”.

Y ya terminando con las escrituras, reflexionando sobre eso que las une y sobre lo que vivieron, sobre lo que son y lo que entienden, empiezan a percibir en voz alta, que la libertad es un cúmulo de cosas que va más allá de estar encerrada detrás de una reja. Para ellas es tener un proyecto y poder realizarlo, tener las herramientas y el acompañamiento, porque “muchas veces la libertad es mucho más que salir en libertad, vos podes salir y sentirte presa en muchas otras cosas y estar afuera, con toda una vida sin haber pasado por la cárcel y estar condenada en un montón de situaciones”, dice Lili tomando un mate. Y sigue: “La libertad, para mí, es tener la posibilidad de enfrentar todo lo que te atraviesa con cierta autonomía de cualquier dependencia y a su vez teniendo el acompañamiento de lo colectivo. Porque la salida es colectiva y la libertad también, una no puede ser feliz o estar contenta en medio de un montón de personas que no lo están”.