Estela: 40 años de lucha

Estela: 40 años de lucha

Es 22 de octubre de 1977. Varias mujeres giran alrededor de la Pirámide de Mayo, como lo hacen todos los jueves desde el 30 de abril de ese mismo año. Piden por sus hijos. La dictadura genocida, en boca de Jorge Rafael Videla, les dirá dos años más tarde que ellos “no están ni vivos ni muertos; están desaparecidos”. Lo cierto es que ese jueves y todos los jueves sus hijos les faltan y nadie las escucha.

Una madre decide apartarse de la ronda y pregunta: “¿Quién está buscando a su nieto o tiene a su hija o nuera embarazada?”. Doce mujeres responden “yo”. Si bien al comienzo se llamaron Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, la historia hizo que hoy las reconozcamos en Argentina, y en el mundo, como las Abuelas de Plaza de Mayo.

Estela Barnes de Carlotto se incorporó en agosto de 1979, luego de que le entregaran el cuerpo sin vida de su hija Laura, que estaba embarazada de dos meses cuando la secuestraron. Hoy, Estela es la presidenta de la institución.

En su larga historia, las Abuelas lograron cosas que ni los gobiernos, ni la ciencia, ni nadie, hubiese imaginado alcanzar: impulsaron la investigación que logró desarrollar  el “índice de abuelidad”, que lleva ese nombre en su honor; crearon un Banco Nacional de Datos Genéticos sin igual en el mundo; fomentaron la formación del mejor equipo de antropología forense y, sobre todo, encontraron a 122 nietos, a quienes le restituyeron su verdadera identidad. Aún les falta encontrar a más de 300, pero no se rinden ni se cansan de luchar. Por eso, ahora también piden desesperadamente por la aparición con vida de otro joven: Santiago Maldonado.

Mirá el especial de ANCCOM:

 

Actualizado 04/10/2017

“Facebook sabe mejor qué hacemos y quiénes somos que nosotros mismos”

“Facebook sabe mejor qué hacemos y quiénes somos que nosotros mismos”

En su primera visita a la Argentina, la catedrática holandesa José van Dijck, profesora de Estudios Comparativos de Medios en la Universidad de Ámsterdam e investigadora sobre cultura digital y tecnología, resume y actualiza los principales aportes de su libro La cultura de la conectividad: una historia crítica de las redes sociales, publicado por Siglo XXI, y anticipa los ejes de su próxima obra: “La sociedad de las plataformas”.

Usted habla de medios conectivos cuando se refiere a lo que comúnmente llamamos redes sociales. ¿Por qué esa diferenciación?

Creo que usé el término “redes sociales” al principio, cuando apareció Facebook, en 2004. En ese momento había una serie de redes que establecían contactos sociales. Pero luego de los ocho o diez años que estudio en el libro, esas redes sociales empezaron a hacer otras cosas, además de establecer conexiones. Por ejemplo, el botón de “me gusta” genera una serie de publicidades de aquello que a uno le gusta. Es bastante más que establecer conexiones entre personas, es comprar y vender; subir videos; pedir servicios…Quince años después, prácticamente todo lo que está en Internet, todas las actividades económicas están mediadas por esas redes. Facebook ya no es una red social, YouTube no es una red de videos, sino que todas realizan diferentes actividades que son mediadas por las redes. Google tiene 50 plataformas distintas a través de las cuales interconectan diferentes actividades, ya sean noticias, publicidades, publicación de artículos. Así que todas estas conexiones son lo que yo llamo conectividad. Hoy son medios masivos de comunicación denominados medios conectivos.

Más de una vez, en su libro menciona las tácticas que los usuarios pueden desarrollar frente a las estrategias pergeñadas por las corporaciones. ¿Hay una forma de aprovecharse de los medios conectivos sin correr demasiado peligro?

Es muy difícil esperar que la red a la cual uno le entrega todos sus datos no los vaya a utilizar para personalizar nuestro perfil. Básicamente uno intercambia la conveniencia de usar esa red por la privacidad que uno entrega. Se paga con datos. Hay más de una forma de pagar: con datos, con atención, puesto que le envían publicidad, con usuarios que uno recomienda, o, quizás, en algunos casos, con dinero. La dificultad de esto es que uno no puede no pagar y conservar su privacidad. Es decir que uno compra todo el paquete o no recibe nada. Por el otro lado, los usuarios, por ejemplo en Facebook, no son impotentes, no siempre lo han sido.  Y han exigido cosas en casos recientes. Estuvieron muy activos en contra de que Facebook distribuyera noticias falsas y creara burbujas de filtro. El problema es que con casi dos mil millones de usuarios activos es casi imposible que los grupos de consumidores puedan influir sobre Facebook para que cambie sus estrategias.

«Facebook ya no es una red social, YouTube no es una red de videos, sino que todas realizan diferentes actividades que son mediadas por las redes».

Usted diferencia la conexión humana de la conectividad automática y dice que las empresas propietarias de estos medios han armado un discurso sobre la conexión humana pero siempre han trabajado a favor de una mayor conectividad automática. ¿Cuál es el objetivo de esa búsqueda?

Tener casi dos mil millones de usuarios genera la necesidad de automatizar todo. Por ejemplo, en enero, a Facebook se lo acusó de distribuir noticias falsas y tuvieron que contratar a 3.000 editores para que le enseñaran a los algoritmos a diferenciarlas de las verdaderas. A esa escala no se puede controlar todo, como haría un diario, entonces se automatiza. El problema es que, más allá de los avances de la inteligencia artificial, no podemos tercerizar la responsabilidad sobre los valores públicos en un robot que no los conoce. Qué es contenido terrorista, qué es una noticia inventada, qué es contenido sexual explícito…son decisiones muy sutiles.

De la lectura del libro se desprende que todo en Internet tiende a ser efímero, pero en su investigación usted encuentra plataformas exitosas que llevan más de diez años creciendo. ¿Piensa que en el futuro cercano el mapa de medios conectivos tenderá a multiplicarse o a concentrarse cada vez más?

Creo que lo que hemos visto en los últimos cinco años es una tendencia hacia la concentración. Hoy tenemos cinco grandes compañías: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft. Esas son las empresas propietarias de las principales plataformas del mundo. El problema es que cuanto más grandes se vuelven, tienen más poder, porque tienen más usuarios y generan más efectos en la red, y esos efectos generan más noticias, más publicidad, y así. Es un mecanismo de auto-perpetuación eterna. Es una enorme concentración de poder en esas cinco grandes.

Esto, como usted analiza en el libro, parecía no ser así a principios de siglo. Muchos vieron en estas plataformas una experiencia colectiva, comunitaria. Incluso se hablaba del triunfo del usuario. ¿Esta concentración actual demuestra que esto ha cambiado definitivamente o podemos pensar en una Nueva Internet?

Es muy cierto que cuando los medios sociales comenzaron a surgir a principios del 2000 todo era conectibilidad. Yo lo llamo conectibilidad (connectedness) para diferenciarlo de conectividad (conectivity). Conectibilidad empodera a todos para hacer cosas juntos y esa es la fuerza empoderante de la Internet. Ese fue el espíritu a principios de siglo. Sin embargo, después de 2010, la conectividad reemplazó a la conectibilidad, lo que significó que todas estas actividades que hacíamos y hacemos juntos se agrupen en plataformas que son propiedad de corporaciones que median entre todo lo que hacemos y aquello que somos. Y al hacerlo, han creado tanto poder que saben quiénes somos porque saben qué cliqueamos. Facebook sabe mejor qué hacemos y quiénes somos que nosotros mismos. Cuando uno recibe un resumen de la propia actividad en línea durante un día, uno se sorprende, porque puede aprender muchísimo sobre uno mismo, cosas que no sabía realmente. No es solo Facebook o YouTube, sino que a eso se suma lo que compra en línea, las ubicaciones de Google Maps, los libros que lee…No depende de lo que publicamos sino de lo que hacemos. Todos los días, muchos de los datos que uno produce son entregados en forma inconsciente. Y tras bambalinas, toda esta información está interconectada y es compartida con otras compañías, y puede ser conectada a través de intermediarios llamados data-brokers, que producen información enormemente valiosa acerca de su situación financiera, su estado de salud, las cosas que compra, dónde trabaja, y demás. Es información por la que se pagarían fortunas y uno la regala cuando hace clic y acepta las condiciones de uso, esas que nadie lee. Y nadie las lee porque son demasiado largas, incomprensibles incluso para los abogados. Son casi imposibles de leer y cambian casi todas las semanas. Uno cede sus derechos por usar el software gratis.

Me olvido entonces de una nueva Internet…

No digo eso, pero lo que trato de argumentar es que tenemos que tener conciencia de lo que pasa en Internet. Tenemos que comprometernos y no lo tenemos que dejar en manos de las empresas. Hay que pensar en la posibilidad de un mundo en línea más habitable, más democrático y seguro. Hay valores públicos que tienen que ser tenidos en cuenta y anclados en una nueva Internet.

Actualizada 04/07/2017

“No disparen contra la prensa”

“No disparen contra la prensa”

La Asociación de Reporteros Gráficos de Argentina (Argra) y el Sindicato de Prensa de la Ciudad de Buenos Aires (SiPreBA) organizó un  “camarazo” de repudio contra la represión que periodistas y fotógrafos sufrieron por parte de las fuerzas de seguridad durante las coberturas de las manifestaciones contra la reforma previsional que tuvieron lugar el 14 y 18 de diciembre. En esa ocasión, resultaron heridos más de 30 trabajadores de prensa.

Actualizado 28/12/2017

Freddo y los sueldos congelados

Freddo y los sueldos congelados

El vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, fue uno de los dueños de Freddo hasta diciembre de 2015, cuando anunció que abandonaba el fondo de inversión Pegasus para pasar a ser funcionario del entonces flamante gobierno de Mauricio Macri. Sin embargo, más allá de la publicitada desvinculación, la empresa desarrolla una política salarial de precarización en sintonía con las intenciones oficiales.

A comienzos de mayo, los empleados de la compañía  padecieron una serie de despidos masivos que iniciaron un conflicto que llevaría todo el año en resolverse. Marcelo Gasso, delegado hace más de 20 años,  comentó: “La empresa en mayo despidió 30 trabajadores. Desde la crisis de 2001 que en la empresa no había despidos masivos.”

El suceso se agravó el 1 de agosto, cuando la empresa postergó el aumento de los trabajadores y postuló una serie de condicionantes para otorgarlo. Mientras que los trabajadores esperaban el 25% de incremento -el índice convenido con la Cámara de Heladeros- , la empresa solo buscaba ofrecerles el 10%.

Viviana Godoy, delegada en su primer mandato,  comentó además la intención de Freddo de eliminar una de las categorías de los empleados. “Hay distintas categorías: inicial, especializado y calificado. Hay un 30% de la empresa que tiene esa última categoría. Argumentan que para hablar de un aumento, a esa categoría la tienen que eliminar”. La intención de la empresa era indemnizar a los empleados y bajarlos de categoría, a lo que se negaron.  Por último,  Godoy dijo: “No se puede bajarle el sueldo a alguien. Todos tienen un derecho adquirido”.

Una empleada, que trabaja hace 13 años y que prefirió no identificarse,  comentó: “Al comienzo era o bajarnos la categoría o chau, irnos de la empresa. Muchos, por miedo, quieren aceptar eso”. En ese sentido, el delegado Gasso señala: “Había algo que era totalmente premeditado, de modificar el convenio, de reducir el plantel, de reducir los salarios de los trabajadores. Creo que todo eso viene en concordancia con la reforma laboral”.

La misma empleada que trabaja en uno de los locales comentó que como la empresa no contrató nuevos trabajadores luego de los despidos de mayo,  muchos trabajadores se vieron forzados a realizar más tareas de las que realizaban habitualmente. “Yo soy empleada de atención al cliente y sin embargo también estoy en la caja. Pero a mí no me pagan como cajera. O sea tengo que hacer las dos tareas, con todo lo que implican las dos cosas.”

Al negarse a la oferta de Freddo, los empleados tuvieron una audiencia en el Ministerio de Trabajo, en la que no pudieron ponerse de acuerdo con la empresa. La firma no solo ofrecía el 10%, sino que además ese aumento le  correspondía al 70% del personal, el que estaba en la categoría de especializado e inicial. Al negarse a estas condiciones, los trabajadores empezaron a convocar a asambleas en los diferentes locales de la empresa.  

Al mes siguiente, los empleados descubrieron que en tres locales donde trabajaban los delegados, les habían descontado el presentismo a todos por haber presenciado las asambleas argumentando que habían hecho un cese de actividades. Fue ahí cuando comenzó la escalada del conflicto. Los trabajadores pidieron una segunda audiencia en el Ministerio para pedir explicaciones y el reintegro del dinero. En relación con esta situación, Godoy comentó: “La asamblea es un derecho.  Pero fueron puntuales, en esos locales donde trabajan los delegados.  Les descontaron al final a todos los empleados, incluso a los que estaban de franco”. La cadena de heladerías se negó a realizar el reintegro y los empleados realizaron un cese de actividades por 24 horas.

Godoy señala que hace diez días rubricaron un acuerdo: la empresa otorgará solo un 15% de aumento y una suma no remunerativa para compensar el diez por ciento restante. “Pan para hoy y hambre para mañana”, concluye en la heladería.

Actualizado 19/12/2017

Del artista a su público

Del artista a su público

La feria de pequeño formato es una nueva manera de promoción del trabajo de miles de ilustradores y artistas de todo el país que proponen la venta directa al público de sus obras. Los encuentros se realizan con frecuencia mensual y el último -denominado MANGO– fue el 16 de diciembre en El Taller de Don Omar, Fitz Roy 1245.

La denominación “pequeño formato” surge, no por las dimensiones del evento, sino por el tamaño de lo que allí se vende: fanzines en lugar de revistas, prints (copias impresas de dibujos originales) en lugar de cuadros, stickers, entre otras creaciones. Además, no suelen exponer las grandes editoriales, sino los propios artistas. La relación directa con el público permite a los expositores aumentar los márgenes de ingresos y, al mismo tiempo, ofrecer su obra a valores inferiores de lo que lo haría cualquier intermediario.

Gastón Mengo, ilustrador detrás de Mengoloton, aclara que “es como una oportunidad para que el artista tenga un ingreso y se haga conocido sin necesitar una editorial atrás”.

La autogestión es uno de los pilares más importantes en este tipo de ferias. Sin depender de ninguna empresa o entidad mayor, las exposiciones son impulsadas por los mismo artistas, con el afán de juntarse entre amigos, poder brindar al público calidad, y ofrecer oportunidades de trabajo. Si bien, como señalan los organizadores de la feria MANGO, hoy están golpeadas por el ajuste general que vive el país, “el poder autogestivo que encontramos es único y ofrece resistencias, apostando al tejido de redes y a la construcción de un sistema comunitario y desde las bases”.

Las ferias varían en su tamaño, temáticas y locaciones. Generalmente se realizan en multiespacios, casas culturales prestadas a la organización. Sus nombres también varían: Ey!, MANGO y DINÁMICA son algunos de ellas.

Caridibuja, ilustradora venezolana radicada en Argentina, participó de la feria “Vamos Las Pibas”, dedicada especialmente a artistas e ilustradoras de género femenino. Su perspectiva sobre la experiencia fue -según sus propias palabras- muy gratificante. “Tener contacto directo con personas que aprecian mi trabajo y otras que lo conocen gracias a la feria es una experiencia única -describe-, las redes quitan mucho del contacto humano que uno puede llegar a tener con el público”.

Así como Gastón menciona la oportunidad con bajo presupuesto, Caridibuja hace hincapié en que las ferias son una manera muy efectiva de hacerle llegar su trabajo a otras personas, compartir con otros creadores y ver en vivo las reacciones que los trabajos generan en los demás. Los organizadores de MANGO agregan que para muchos artistas estas ferias son su principal fuente de ingreso, tanto por la venta directa de sus obras como por los contactos y trabajos que surgen a raíz de ellas.

Florencia Tedesco, asidua visitante y especial coleccionista de las intervenciones de la dibujante Pum Pum, opina que “las ferias tienen lo especial de estar frente al artista sin nadie en el medio, y además ofrecen la posibilidad de encontrar miles de cosas muy originales que no tienen nada que ver con los productos que podés encontrar en un local comercial. Ir a una feria es toda una salida”.

MANGO, la feria constituida por Diego Jit Martínez, Sasha Reisin, Euge Petre, Maca De Pablo y Lu Benvenuto, es un ejemplo de cómo este formato autogestionado de promoción cultural va ganando terreno. “La feria nace en un cruce de oportunidades, las ganas de encontrar y divertirnos entre los artistas, el deseo de hacer accesible las creaciones que se exponen en la feria, la casa que permitió esa primera experiencia —explican a ANCCOM—.  A partir de la motivación y con el mayor ánimo de jugar y probar, aun tomándolo con seriedad nace MANGO”.

Descripta por los propios organizadores como feria, festival, evento, falso cumpleaños, carnaval y todo lo que no entra en palabras, es una ejemplificación de cómo la feria del pequeño formato ha logrado convertirse en algo más que un espacio de promoción cultural. “Para nosotros es mucho más que una feria. MANGO es un lugar de encuentro entre amigos. Un lugar en donde compartir con pares, divertirse y hasta para generar nuevas conexiones”.

La feria del pequeño formato es una demostración de cómo, ante un panorama desfavorable y un sistema de difusión más bien cerrado, los mismos artistas logran ampliar las formas de trabajo y establecer nuevas reglas del juego. Y quizá, la mayor cualidad de las ferias, más allá de crear espacios artísticos, generar conexiones y poder dar acceso a productos artísticos a bajo costo, sea la capacidad de hacer sentir a todos sus visitantes como si estuviesen en casa, entre amigos.

Acutalizado 12/12/2017