Masivo repudio al golpe de Estado en Bolivia

Masivo repudio al golpe de Estado en Bolivia

“El pueblo movilizado para acabar con la dictadura, para acabar con el golpe de Estado y su participación tan unida nos alienta bastante», dijo Evo Morales a través de una pantalla gigante montada en Plaza de Mayo.

Mientras La Paz se colmaba de manifestaciones exigiendo la renuncia del gobierno autoproclamado de Janine Áñez, la vuelta de Evo Morales, el cese de represión y la garantía de elecciones nacionales en el plazo de 90 días, en la Ciudad de Buenos Aires llegaba una multitud de personas a Plaza de Mayo solidarizándose con el pueblo boliviano y en contra del golpe de Estado en Bolivia.

La marcha fue organizada por el Comité de Solidaridad con Bolivia  y la convocatoria proponía marchar desde las 14 de ayer desde Avenida de Mayo y 9 de Julio hasta Plaza de Mayo. También se sumó a la jornada el  Encuentro Memoria Verdad y Justicia que  se concentró desde Salta y Avenida de Mayo. Las principales consignas fueron: “Repudio al golpe de Estado, cívico, militar, fundamentalista, racista y empresarial en Bolivia; el cese de la violencia y odio desmedido a nuestras hermanas y hermanos originarios; la denuncia al cerco de los medios de comunicación; el rechazo a la persecución de la prensa internacional y fuera el FMI y el imperialismo de América Latina.”

El Comité de Solidaridad con Bolivia fue creado el miércoles pasado en la sede de la CTA de los Trabajadores con la participación de gremios de diferentes centrales como las dos CTA, el Frente Sindical para el Modelo Nacional (FRESIMONA) y la Corriente Federal de los Trabajadores, distintos organismos de Derechos Humanos y ciudadanos de la comunidad boliviana. María Rinaldi, militante del Comunismo Revolucionario y del Movimiento Popular Liberación, habló con ANCCOM sobre las funciones del Comité: “En el acto en la CTA quedó constituido el Comité de Solidaridad con Bolivia por la Democracia, la Libertad y la Paz en América Latina porque entendemos que este avance de la derecha no se da sólo en Bolivia sino que en todos lados está cobrando cuerpo. También se pensó que desde el Comité podamos organizar la ayuda a los hermanos bolivianos que cruzan la frontera por el norte de la Argentina escapando de la represión”.

«Toda nuestra admiración por esa gran movilización en defensa de la vida, de la democracia y, fundamentalmente, en defensa de la Pachamama», agradeció Evo Morales desde su exilio en México.

Las columnas de distintos partidos, gremios y de la comunidad boliviana en Argentina, que se encontraban concentrando desde las 12, comenzaron a avanzar por Avenida de Mayo y otras vertientes hacia Plaza de Mayo a partir de las 14. Las wiphalas (bandera de las naciones indígenas) fueron el símbolo de identificación de la jornada y llevarlas encima fue uno de los pedidos de la convocatoria: como prendedores en la ropa -muchos junto a una cinta negra de luto-, pintadas en remeras y la mayoría flameando en el extremo de las cañas que llevaban los manifestantes. Ante la retirada de la wiphala  del Palacio de Gobierno por parte de la policía boliviana y la quema de muchas de ellas por parte de seguidores de Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa -los opositores de Evo Morales e impulsores del golpe de Estado-, los pueblos originarios mostraron su indignación y tristeza. Al grito de “la wiphala se respeta, carajo” se encontraba Virginia Castro, perteneciente a Ayllu Sartaniani, una familia de sicuris a nivel regional. En medio del clamor señaló: “Estamos muy consternados con lo que está pasando en Bolivia: el haber quemado y pisoteado la wiphala no solamente es una falta de respeto sino que están atropellando nuestra dignidad y están pisando nuestra identidad originaria. Con la Biblia y una secta evangélica de la mano del gobierno autoproclamado de Áñez nos están queriendo volver a someter.”

Hasta el momento la represión en Bolivia suma 24 muertes. Ayer Evo Morales Ayma expuso en su cuenta de Twitter: “Exigimos al Gobierno de facto de Áñez, Mesa y Camacho identificar a los autores intelectuales y materiales de las 24 muertes en cinco días por la represión policial y militar. Denuncio a la comunidad internacional estos delitos de lesa humanidad que no deben quedar en la impunidad”.

Entrando a la Plaza de Mayo había una columna conformada por bolivianos, bolivianas y familiares que venían de distintas partes de la ciudad y del Gran Buenos Aires y se habían reunido de manera espontánea, sin organización previa. Entre ellos estaba Rosario Huanca, junto a sus hermanas y su sobrina, quien dijo: “Hasta ahora hay muchos muertos y eso no lo están transmitiendo allá. Yo tengo mucha familia en La Paz y están ocultos. No hay alimentos, no hay gas ni carne. Ya no quieren salir porque tienen miedo de ser masacrados por la policía que reprime a todos”.

» Desde México quiero agradecer por toda la solidaridad en el marco de hermandad que expresa el repudio al golpe de Estado en Bolivia», dijo Evo Morales a la manifestación reunida en Plaza de Mayo..

En el escenario montado en Plaza de Mayo desde las 15 hubo un festival que duró toda la jornada con música y danzas originarias. Una de las primeras artistas en aparecer fue Teresa Parodi, quien antes de cantar se solidarizó con el pueblo boliviano: “Bolivia, tu lucha es nuestra; Bolivia, nuestra es tu voz”. Además participaron Los Awatiñas, Malena D’Alessio y Arbolito. Pero el arte no se vivió sólo desde el escenario: en las calles y la plaza había reunidos diferentes grupos musicales que se unieron a tocar contra el golpe: Ayllu Sartaniani, Wayra Marka, Los Aymaras y otros. Armando Mamaní, uno de los músicos, dijo: “Estamos acá para que se detenga la división que hay entre bolivianos, que haya gobierno de paz y respeto entre los hermanos. Hoy en Argentina toda esta comunidad se junta a tocar y a decir no a la distorsión y al pisoteo de nuestra cultura y de nuestra gente”.

A las 16 la plaza estaba colmada. El calor húmedo de la jornada se había disipado levemente con las nubes que rodearon el cielo, pero en este momento una espontánea aparición del sol dejó a la multitud impregnada de un color ámbar. Los cantos empezaron a disiparse, desde el escenario habían pedido un minuto de silencio. Al finalizar, la conductora del festival anunció la sorpresa de la jornada: Evo Morales Ayma estaba en línea con la multitud para darle un mensaje desde México. Así se pronunció: “El pueblo movilizado para acabar con la dictadura, para acabar con el golpe de Estado y su participación tan unida nos alienta bastante. Desde México quiero agradecer por toda la solidaridad en el marco de hermandad que expresa el repudio al golpe de Estado en Bolivia. Por eso desde acá toda nuestra admiración por esa gran movilización en defensa de la vida, de la democracia y, fundamentalmente, en defensa de la Pachamama. Muchas gracias.” A su término, los aplausos brotaron junto al “Evo, hermano, el pueblo está contigo” y el grito característico de la jornada “Jallala, Bolivia”.

Pasadas las 16.30 fue el turno de la música Malena D’Alessio de subir al escenario y al mismo tiempo comenzó la lluvia sin tapujos. Aunque sin dudas los presentes querían permanecer allí, muchos corrieron a refugiarse en los escasos techos de los alrededores. En este clima Malena sentenció: “Las culturas ancestrales nos están bendiciendo. Si los golpes de Estado no logran amedrentarnos, no nos va a amedrentar la lluvia”.

Fotografiar la historia

Fotografiar la historia

Cerutti ganó el premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano por su trabajo 132.000 volts, el caso Ezpeleta.

La mirada fija a la distancia y los ojos tan característicos, entrecerrados; la campera de cuero cerrada y el pelo ya grisáceo azotado por el viento del sur, siempre impiadoso, tan conocido. Así lo retrató María Eugenia Cerutti a Néstor Kirchner en una de las tantas fotos que le hizo entre el 2003 y el 2009. Así se lo ve al ex presidente en el libro fotográfico que lleva su apellido, Kirchner, publicado por la fotógrafa mendocina. En sus páginas se observa una historia, una época de un país que comenzaba a levantarse luego de la crisis y que volvía a creer en la política como herramienta de transformación.

María Eugenia Cerutti fue fotógrafa de Clarín durante 17 años, y allí tuvo la oportunidad de cubrir las actividades de Néstor Kirchner desde la campaña del 2003 hasta el momento de su muerte, en 2010. Su mirada logró retratar no sólo al candidato, al presidente y al personaje político; sino también al hombre en todas sus facetas, al personaje histórico.

En el 2015, viendo un fin de ciclo -político y personal-, Cerutti publica el libro Kirchner, conformado por una cuidadosa selección de las imágenes que tomó a lo largo de todos esos años de vínculo con la -entonces- familia presidencial. En 2019, en puertas de un nuevo ciclo, la fotógrafa reeditó el libro.

Ganadora del primer premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de García Márquez por su trabajo 132.000 volts, el caso Ezpeleta, Cerutti trabaja hoy como fotógrafa independiente y docente. Su trabajo más reciente es Con toda la muerte al aire, una reconstrucción de un femicidio ocurrido en 1955, en el marco del Laboratorio de Periodismo Performático de la Revista Anfibia.

«La foto del descuelgue del cuadro de Videla es mi favorita. Inolvidable ese día, por todo lo que representó», dice Cerutti.

¿Cómo fue el proceso de reedición del libro?

Fue un trabajo colectivo de edición con Julieta Escardó y Jazmín Tesone, dos editoras, con la mirada de ellas más fría y no tan cargada de experiencia y de anécdotas. Hace falta esa mirada con más distancia para ver el material. Con ellas hicimos tanto la primera edición como la reedición, que tiene algunas modificaciones, cambiamos el formato, de apaisado pasamos a vertical, y también añadí algunas fotos, de algunas personas que hoy tienen un lugar que no lo tenían en el 2015. Por ejemplo, Máximo Kirchner y Alberto Fernánez. Quedó mejor.

El hecho de que se reedite el libro este año ¿es por alguna razón vinculada al contexto político?

Tiene que ver con el contexto político; tiene que ver con el aniversario de la muerte de Néstor Kirchner y que también había elecciones presidenciales el mismo día, fue algo muy fuerte. Además ya no tenía más libros, me pedían… ¿Viste cuando todo te dice que es el momento? Tenía que hacerlo, y sobre todo esto, pensando en que por ahí volvían… capaz era muy pronto, en ese momento todavía no se sabía, ¿volverán al poder o no?

¿Cómo comenzaste a trabajar con Néstor Kirchner?

El trabajo empezó en el 2003. Todos los años electorales presidenciales desde la vuelta de la democracia, sobre todo en Clarín y en La Nación, ponían un fotógrafo para hacer el seguimiento de la campaña. Así se hizo con Alfonsín, con Menem, con De la Rúa, con todos. Cuando llegó el turno de Néstor, casi de casualidad que fui yo a cubrir. Tuve suerte, en realidad: en ese momento él ya era gobernador de Santa Cruz y nadie había entrado a su despacho todavía, pero yo entré. Hice las fotos, unas fotos que no se habían hecho, y volví. Y ahí me dijeron “bueno, entonces hacé vos la campaña”. Y así fue, ahí empecé. Hablaba con el vocero de Néstor, Miguel Núñez, que me iba pasando las fechas y actividades, y yo iba resolviendo, eligiendo; porque entonces no era como ahora que se cubre todo: antes veía todas las actividades en agenda y pensaba cuál era visualmente la mejor e iba a cubrir esa. Y así fueron pasando los años. Cubrí la campaña de transición de 2003, la campaña de 2005 -que fue la de Cristina para senadora-, la del 2007 de Cristina y la del 2009. A veces iba a acontecimientos que no tenían que ver con la campaña, sino actividades de Presidente. En el 2015 me fui de Clarín y también cerraba un ciclo, en ese momento, y vi que tenía todo ese material, un montón de material, ¿por qué no hacer un libro? Sino iba a quedar perdido en el archivo del diario, todo desmembrado.

¿Cuál fue el vínculo que se generó con los Kirchner?

Fue profesional, un vínculo cotidiano de trabajo. Sobre todo al principio, cuando todavía Clarín no se había peleado con Néstor, y aparte porque eran también otras necesidades en ese momento: Internet estaba recién empezando, entonces para la campaña de él, tener a Clarín haciendo todos los días una nota, era bueno, lo nacionalizaba. Ahora no se necesita eso, se recurre a otros medios, pero en ese momento era importante. Y después, mantuve ese vínculo incluso cuando empieza la guerra. Me hacían chistes, me decían “que te pasha, Clarín”, como que conmigo estaba todo bien, separaban.

Y luego de la pelea con Clarín, ¿cambió algo en la relación?

No, desde ningún lado. En el diario no me pidieron nada distinto. Si en algún momento no les gustaban las fotos, elegían otras, pero no es que yo lo sepa. Yo volvía, dejaba el material y listo. Y Néstor tampoco me recriminaba las fotos. Por lo general nunca tuve ningún tipo de exigencia ni reclamo ni de un lado ni del otro. Tuve suerte.

«¿Qué te pasha Clarín?», la cargaba Kirchner cuando Cerutti le hacía tomas.

¿Cuál dirías que fue el momento o los momentos más significativos que te tocó fotografiar durante el tiempo que trabajaste con Kirchner?

El descuelgue del cuadro de Videla. Inolvidable ese día, todo lo que representó eso. A parte de ahí después fui a la ESMA. Inolvidable. Después, la verdad, el material en relación con la cotidianidad. De todo, lo que me gustaba mucho era como él se movía, como se acercaba a la gente, a darle besos, a que le dieran: cómo él usaba el cuerpo para vincularse con la gente. Eso era muy diferente al resto, a lo que se hacía antes. Ahora se hace más, pero sigue siendo como una marca personal de Néstor.

¿Cuál es tu foto favorita?

Te diría que la foto del cuadro, casi por el hecho histórico en sí mismo. Me gustan también un montón de otras imágenes que hablan del personaje pero no en el momento de la foto, sino en los momentos que son antes y después de los hechos. A mí me interesan mucho esos momentos que están corridos de las situaciones que están armadas para ser fotografiadas. Ahí uno puede pescar otras cosas. Después, una de mis fotos preferidas es la de los zapatitos de Cristina y otras de Néstor de ese día: era el lanzamiento de campaña y está con unos papelitos plateados y a Cristina la están saludando todos. Él ya terminaba el mandato e iba a ser ella la candidata, le estaba delegando el poder.

¿Cómo fue el momento de la muerte de Néstor?

Fue muy shockeante, no me lo esperaba. Para todos fue muy fuerte, muy conmovedor. Lo cubrí para el diario, terminé de trabajar y me quedé en la plaza, viendo y vivenciando lo que pasaba, ya no para sacar fotos sino como cualquiera, digamos. Fue muy fuerte.

¿Sentís que a partir de ese momento cambió algo en tus fotos?

Por ahí sí… empecé a ver lo que había pasado, más allá de que un poco ya lo sabía. Ver todo los hechos históricos que habían ocurrido y todo ese material que tenía, que era un montón. Poquito tiempo después de que sucedió empecé a ver todo el material y me di cuenta que podía haber un libro, haciendo una decantación y un filtro del material para que quede más contundente. Ahí fue cuando empecé a trabajar y me tomó bastante tiempo llegar al formato visual.

¿Sabés cuál fue la última foto que le sacaste?

No, no me lo había preguntado nunca. Sí sé que las últimas fueron las de la campaña del 2009. Pero cuál fue la última de todas, no sé.

¿Pensás que si encontrás esa última foto la mirarías distinto?

Puede ser. En su momento fue una foto más pero hoy cobra otra importancia.

¿Y te gustaría volver a hacer este tipo de trabajo?

Sí, me gustaría. A mí me encantó, me sentí una privilegiada.

¿Qué fue lo que más te gustó?

La cercanía, poner el cuerpo y la mirada en un personaje histórico. Estar ahí, tan cerca, con todo lo que significó, es tremendo. Poder haberlo hecho, haber sido testigo de una época, de un cambio, del regreso de la política, de creer en la política como manera de cambio, y tanto del legado que dejó. En su momento, mientras estaba cubriendo, no sabía qué iba a pasar ese día. También lo pude hacer porque trabajaba para Clarín, que tenía los recursos para ponerle un fotógrafo a cada candidato en épocas de campaña. Ahora no se hace más ese tipo de trabajo, no se encara más de esa manera. Ahora dicen: “Bueno, total nos manda material cada candidato”. Y no es lo mismo. Esa imagen tiene otro objetivo, pero así funciona. Fue buenísimo haberlo hecho, disfrutado, y poder ponerlo en valor a través del libro. Porque las imágenes se resignifican mucho según dónde estén expuestas: un diario, una pared, una revista; dependiendo de cuál sea el soporte y el contexto, el sentido se modifica. Entonces, limpiar el material de eso también permite otra lectura, que el espectador, al momento de verlo, apele a su memoria y a su saber de la historia para reconstruirla. Siempre pensé mucho que ese gesto era lo que me interesaba.

En su momento era como un cierre de ciclo, y hoy parece abrirse uno nuevo. Teniendo en cuenta el contexto político, ¿cómo se podría leer el libro hoy?

No sé cómo se puede leer, pero sí van pasando los años y se va haciendo como más histórico. En el 2015 todavía era algo que estaba ahí, como del día anterior. En cambio ahora, luego de cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, creo que se puede revalorizar una época y verla con un poco más de distancia. Eso te lo permite también el poco texto del libro: detrás de cada foto hay un pequeño texto mío contando como fue el trabajo, permitiendo que la gente conecte con esas imágenes, con sus recuerdos y sus propias historias. No viene un prólogo diciendo cómo tenés que leer estas imágenes para dejar que cada uno las lea como quiera.

¿Cómo entendés la situación del fotoperiodismo hoy?

Casi no lo ejerzo, pero es muy complejo el cambio de época en relación a los medios y a la circulación y producción de las imágenes. Por lo que sé, por mis colegas que siguen trabajando en relación de dependencia, como que no hay un interés como lo había antes, se trabaja cada vez menos. Sé que durante el gobierno de Macri no hubo acceso a un montón de actividades presidenciales, ellos mandaban las fotos, y eso es otra mirada. No está bueno que haya pasado eso, hay cosas sobre las que empieza a haber un control excesivo sobre la producción de imágenes, y eso para mí es en detrimento total de la variedad de miradas.

¿Fue por una decisión personal que te alejaste del fotoperiodismo?

Por un lado fue un fin de ciclo para mí, sentía que ya había hecho las cosas más copadas: las cosas más interesantes que me podrían haber tocado hacer trabajando como fotógrafa en un diario, ya me habían pasado. Quizás era esperar una nota buena por año y después, el resto del año era aburrirme un montón. Era un trabajo, también, pero pude arriesgarme a ver qué pasaba y me fui. Era una redacción que estaba mutando, Clarín estaba ofreciendo retiros voluntarios, un montón se habían ido antes de que yo me fuera, y después de que yo me fui se fueron muchos fotógrafos más todavía. A los medios cada vez les importan menos las imágenes, estamos en una época en que las imágenes son super importantes pero no les interesa ni pagar por ellas ni hacer la producción profesional de ellas. Entonces no me quise quedar e inmolarme, arriesgándome a que hay momentos con trabajo y momentos con menos, sobre todo en estos años tan complejos. Dentro de todo me fui acomodando, encontrando otros trabajos, otras cosas siempre ligadas a las fotos. Pero era muy de ciclo cumplido: ya no me sentía tan a gusto hacía bastantes años, y antes de llenarme de bronca, me fui. Fue lo mejor para mí.

¿Cómo fue la experiencia de hacer periodismo performático?

Me parece una experiencia hermosa, como de romper un poco los límites conocidos dentro de la profesión, del género y del cómo contar las historias. Es abrirse más al arte como espacio creador, conceptualmente, pensar con límites más abiertos. Arriesgarse en torno a eso me pareció muy interesante. También una manera de decir “bueno, quiero contar esta historia, que es un hecho real que pasó” desde otra perspectiva, con otro nivel de profundización y con criterios más estéticos. Lo volvería a hacer, porque en el espacio hiperinformado en el que vivimos, que saltamos de un tema al otro, me parece también que la posibilidad de plantear un tema como una obra performática permite tener la experiencia de escuchar, de ver, de sentir una historia en particular durante un tiempo. Me parece interesante esa posibilidad en contraposición de este momento en que todo pasa rápido; como forma de experiencia más inmersiva, que posibilita otras lecturas.

 

Conciliación obligatoria ante el desguace de la Línea 60

Conciliación obligatoria ante el desguace de la Línea 60

Aún resonaba el impacto del fallo que condenó a cinco trabajadores de la línea 60 a dos años de prisión en suspenso por una medida de fuerza llevada adelante en 2015 cuando se dio a conocer la noticia: la Secretaría de Gestión de Transporte dictaba un nuevo recorte del servicio, que pasará de tener 19 ramales a tan sólo 8. Sucedió el pasado viernes 1 de noviembre e, inmediatamente, los trabajadores declararon el paro total de actividades. Esa misma noche, el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria por 15 días y el servicio fue reanudado. Sin embargo, el conflicto sigue abierto.

La resolución 152/2019 dictamina la reestructuración del trazado de la línea con el fin de adecuarlo “al diseño y necesidades actuales del sistema de transporte público” e implica la supresión de tres recorridos y distintas fusiones entre los restantes. El resultado es el siguiente: tan sólo dos ramales saldrán de Barracas -al sur de la Capital Federal- y llegarán hasta San Isidro y Rincón de Milberg, respectivamente, mientras que aquellos servicios provenientes de Escobar -en la zona norte del conurbano bonaerense- terminarán su trayecto en Barrancas de Belgrano y Plaza Italia. La línea 60, de esta manera, quedará partida en dos.

“Para hacer el recorrido completo, un pasajero deberá abonar dos pasajes en vez de uno, teniendo en cuenta que tampoco accede al beneficio de la tarjeta SUBE porque está dentro de la misma línea”, advierte Sebastián Menconi, delegado en la cabecera de Barracas, y agrega: “Además, por la fusión de los ramales, se está dejando a barrios enteros sin servicio en la zona norte. Barrios sobre todo humildes y de trabajadores como son la zona de Las Tunas o la de Los Troncos en Pacheco”.

La actual medida se ampara en los puntos esbozados a partir de la resolución 137/2018, también de la Secretaría de Gestión de Transporte, en la que se delinean los procedimientos para la modificación de los recorridos de las líneas de colectivo. En los considerandos, se hace hincapié en la necesidad de “generar mecanismos que permitan lograr mayor eficiencia en la gestión empresaria, a través de la búsqueda de la racionalidad, la adecuación de la oferta a la demanda, la disminución de los costos de explotación[…] sin que ello redunde negativamente en la calidad [de los servicios existentes]”. En el caso de la línea 60, se estaría priorizando el interés económico muy por encima del derecho de los usuarios.

En diferentes entrevistas, Julio Marcelo Pasciuto -presidente de MONSA, prestadora del servicio-, utilizó esos mismos argumentos para justificar la modificación en los trayectos: “lo que se trata de hacer —dijo— es adaptar los recorridos a la demanda. El viaje entre Escobar y Barracas dura tres horas y la verdad es que nadie lo hace”. También alegó que estos cambios traerían una mejora a los pasajeros “porque podrán hacer transbordo con otras líneas” y así ahorrar tiempo.

Héctor Cáceres -también delegado en Barracas- sostiene que, al contrario de lo que opina el presidente de la firma, la baja en la demanda se debe a la pauperización del servicio. “Antes los subsidios que venían desde el Estado eran por unidad de transporte. Ellos hacían abuso de esto no sacando los colectivos a laburar. Nosotros hicimos la denuncia ante el ente regulador y al Ministerio de Trabajo, porque eso nos iba a traer un perjuicio a la larga con la pérdida de pasajeros. De los 250.000 usuarios diarios que manejábamos, en este momento quedan un poco más de 90.000”, explica y prosigue: “Con este gobierno, cambió el sistema. El subsidio entra según la cantidad de boletos vendidos, que ya venían reduciéndose. Entonces, en vez de recuperar los pasajeros perdidos, lo que quieren hacer es seguir achicando aún más la línea”. En efecto, según los trabajadores, la frecuencia del servicio, que solía ser de un minuto en Capital, ahora es de entre 5 y 6 minutos.

En otra de sus declaraciones, Pasciuto se refirió a la necesidad de hacer “competitiva” la línea, ya que actualmente era “deficitaria”. Sin embargo, el grupo DOTA -propietaria de MONSA- adquirió en septiembre la ex-línea 165 y sigue afianzándose como el grupo empresarial más poderoso del Área Metropolitana de Buenos Aires en el transporte automotor de pasajeros, con el control del 46% de las líneas de colectivos.

En todas ellas, impone sus políticas de austeridad financiera. “Lo que ellos llaman ‘adaptar las líneas’, nosotros lo llamamos desguace. Es lo que ya vimos que hicieron en empresas como General Tomás Guido -líneas 25, 84, entre otras- y San Vicente -sur del conurbano bonaerense-, donde sacaron recorridos por completo y recortaron otros”, ejemplifica Menconi. 

Desde el arribo del grupo DOTA a la línea 60 en 2010, el personal se redujo de 1.450 trabajadores a poco más de 900. “Se fueron por jubilación o retiro voluntario y no repusieron esos choferes”, cuenta Menconi. Los empleados sostienen que el recorte de ramales recientemente anunciado podría implicar otro proceso de reducción, particularmente en la cabecera de Barracas, de la que empezarán a salir sólo dos servicios de los once que eran hasta ahora.

“Son funcionarios salientes, les quedan pocos días. No tienen autoridad como para definir esto en detrimento de miles de pasajeros”, denuncia Cáceres. Se refiere a Héctor Guillermo Krantzer, secretario de Gestión de Transporte, y a Guillermo Dietrich, ministro de Transporte. Ambos son los principales apuntados en los comunicados que divulgan los trabajadores de la línea 60: “Este gobierno, que acaba de perder las elecciones, aprovecha sus últimos días para arrasar con todo lo que pueda en beneficio de sus empresarios amigos. Desde el Cuerpo de Delegados manifestamos que no dudaremos en denunciar a Krantzer por mal desempeño en sus funciones”. Éste último es Ingeniero Civil con orientación en Transportes. En sus anteriores pasos por la función pública, se desempeñó como director de la Comisión Nacional de Transporte Automotor (CONTA) durante la presidencia de Carlos Menem y como director general de Transporte en la Ciudad de Buenos Aires. 

“Nos vamos a mantener en estado de asamblea permanente para decidir entre todos los trabajadores los pasos a seguir. En los próximos días anunciaremos, una vez finalizada la conciliación obligatoria (finaliza el viernes 15), cuáles son las medidas de fuerza que vamos a llevar adelante para defender la fuente laboral de las 300 familias que trabajan en la cabecera de Barracas y para mantener un servicio público de calidad”, finaliza Menconi.

Por lo pronto, este lunes 11 de noviembre a las 10, los trabajadores de la línea 60 marcharán desde el Congreso de la Nación a la Secretaría de Trabajo y para ello convocan a los empleados del transporte, usuarios, organizaciones sociales, sindicales y políticas.  

Te hacen falta…hormonas

Te hacen falta…hormonas

Desde hace algunas semanas la comunidad trans se hizo eco de un rumor que rápidamente se confirmó: el faltante de tratamientos hormonales y bloqueadores de testosterona era un hecho. 

Todo comenzó con un e-mail enviado desde el Ministerio de Desarrollo Social, del cual depende la Secretaría de Salud de la Nación, explicando que una de las empresas proveedoras de la Testosterona 1% en gel -más conocida por su nombre comercial “Androlone”, del Laboratorio Beta S.A.- dejará de ser entregada en centros de salud debido a la devaluación del peso frente al dólar, ya que eso implica pérdidas a los proveedores del Estado. 

“Tienen que responder los funcionarios, la verdad es que hoy no se está repartiendo testosterona, y no hay manera de poder garantizarlo porque no apareció nadie en la licitación”, dijo la delegada de ATE de la junta interna de la Secretaría de Salud, Camila Linn. 

La lamentable etapa de la salud pública argentina, terminó de evidenciarse cuando en septiembre de 2018, el presidente Mauricio Macri degradó el Ministerio al rango de Secretaría dentro del Ministerio de Desarrollo Social. “La situación es crítica, por todo lo que viene acompañando al insumo, que son las capacitaciones, la presencia en el territorio, la planificación de políticas, la medición de lo que hacemos, y otras cosas que hoy se encuentran truncas o peor, desde que el Ministerio es Secretaría”, según Linn.

La decisión tomada por el gobierno, viola la Ley N°26.743 de Identidad de Género, la cual en su Artículo 11 obliga al Estado a “garantizar el suministro de tratamientos hormonales” y se encuentra vigente desde 2012. “Las hormonas son carísimas, yo me aplico Nebido, una vez cada tres meses y está 3000 pesos y yo sin la ley no podría comprarlas, no tendría alcance” cuenta Federico Piri, varón trans de Zona Sur. 

Las múltiples denuncias acerca del desabastecimiento dejaron en evidencia el rol ausente del Estado. La situación obligó a la comunidad trans a reorganizarse para realizar concentraciones y asambleas a lo largo y ancho del país. “Yo milito para A.T.T.T.A (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina), nos pudimos juntar entre varios compañeres trans y salimos a la calle a visibilizarnos, a contar a nuestras problemáticas”, describió Federico Piri en diálogo con ANCCOM, señalando el camión de la Asociación estacionado en Plaza de Mayo por la Marcha del Orgullo.

Actualmente hay faltantes en tratamientos de VIH y hormonas, pero también han habido faltantes de preservativos y de vacunas. “Aunque haya leyes como la ley de sida o la ley de identidad de género, lo que estamos reclamando no solo son tratamientos de hormonas, o medicamentos de VIH, estamos reclamando un Sistema de Salud”,  denunció el periodista y activista Lucas Gutiérrez, más conocido como Lucas Fauno en las redes sociales.

Uno de los reclamos a viva voz durante la Marcha del Orgullo fue acerca de que “El Estado tiene que producir de manera independiente y dejar de depender de los laboratorios privados”, expresó Mayra Francica, dirigente de la Agrupación LGBTI 1969. Si bien esto parece una alternativa viable, Camila Linn cuenta que “en general las compras son a laboratorios nacionales, pero esto no significa que sean públicas. No hay producción pública de este medicamento, pero sería interesante poder pensar la producción estatal de las hormonas y de todos los medicamentos que consideramos esenciales.

Diferentes personas que llevan adelante tratamientos hormonales se acercaron a los propios dispositivos de salud y pudieron confirmar que tanto en Gran Buenos Aires como la Ciudad de Buenos Aires se niega el acceso a la medicación. En el caso de las mujeres trans, los bloqueadores de testosterona han sido reemplazados por anticonceptivos y hasta diuréticos. Mientras que a los varones trans se encuentran totalmente despojados de la testosterona en gel o inyectable. Esto puede generar grandes consecuencias, ya que al ser un proceso biológico que se lleva a cabo a través de sustancias químicas, su interrupción provoca una gran regresión en los cambios inducidos por las hormonas, tales como la reaparición de la menstruación o una distribución diferente de la grasa. Cualquier tipo de cambio implica una gran inestabilidad emocional, debido al retraso de la transición esperada. Por eso se debe entender que “estos faltantes hablan de un Sistema de Salud en peligro. No solo de nuestras cuerpas, sino de que exigimos un sistema para todo un país”, dijo Fauno.

Las soluciones siguen sin escucharse, los efectos secundarios por la interrupción de los tratamientos comienzan a aparecer, la Secretaría de Salud sigue sin ser un Ministerio, y el Estado sigue sin garantizar la protección y los derechos de sus ciudadanos. Los entrevistados coinciden en que la única esperanza es el cambio de gobierno, pero no se puede esperar tanto cuando se trata de salud, cuerpo e identidad.