La vuelta de un Estado presente

La vuelta de un Estado presente

La pandemia del Covid-19  y su rápida propagación por el mundo está cambiando minuto a minuto la coyuntura global y las formas de vida. Los Estados vuelven a ser los grandes protagonistas de las decisiones mundiales. Las fuertes intervenciones gubernamentales, la responsabilidad ciudadana y la solidaridad son las claves para una nueva sociedad que reconfigura sus relaciones sociales. 

Todo está paralizado en la Argentina desde el lunes 16. No se dictan clases en ninguno de los niveles educativos, no hay cines, teatros, fútbol, boliches, bailes y se cancelaron todos los show. El aislamiento en las residencias es promovido por  el gobierno nacional, que ya anunció una serie de licencias para empleados del sector público y privado, y la cancelación del transporte público de media y larga distancia para evitar contagios del virus. En diciembre de 2019, que el área de salud se recuperara el rango ministerial parecía una medida más del nuevo gobierno. Hoy es un área robustecida que busca evitar la crisis que la pandemia podría provocar, llevando al colapso al sistema sanitario.  

“La salud no tiene precio”,  sentenció el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el 12 de marzo último para anunciar una serie de medidas ante la crisis sanitaria, marcando un cambio discursivo en torno a las políticas de libre mercado a las que tenía acostumbrado el gobierno galo. En la Argentina, hubo dos sectores que resistieron a la “Ley de Reforma del Estado” promovida por la ola privatista que desató el entonces presidente Carlos Saúl Menem en 1989: el sistema de salud y la educación. Hoy son las dos áreas clave para este contexto de emergencia sanitaria.

“En la etapa pandémica del coronavirus, el Estado nacional, con el presidente Alberto Fernández ha tomado muy acertadamente decisiones estrictas en relación al cierre de fronteras y aislamiento social, podrán parecer drásticas pero es para ganarle tiempo y fortalecer el sistema de salud”, explicó el director del Hospital Garrahan, Oscar Trotta en diálogo con ANCCOM. Y agregó: “La importante tarea de la salud pública en este contexto es difícil por el empobrecimiento de las políticas neoliberales del macrismo.  Que pasaran de ministerio a secretaria el área de salud en la gestión de Cambiemos produjo un profundo deterioro a la calidad de atención, y resurgieron enfermedades como el sarampión y la tuberculosis”, agregó el director del hospital Garrahan.

Según el Banco Mundial, en Argentina hay un promedio de cuatro médicos cada mil personas, igual que en Suiza, lo que supera a países como Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, entre otros. La gran cantidad de trabajadores de la salud es una de las variables a medir  en los sistemas públicos hospitalarios. Según la consultoría educacional “Time for Argentina” las mejores casas de estudio para medicina en el país son públicas: la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Rosario, y la Universidad Nacional de la Plata como las más prestigiosas del país. Sus egresados realizan las residencias en los hospitales y atienden en las guardias. Son médicos que ingresan al sistema de salud por orden de mérito: “Casi la totalidad de nuestro médicos (residentes y de planta) en el sistema público son egresados de la universidad pública y en el Garraham el 70% de los médicos son egresados de la UBA”, aseguró Trotta. 

El Estado no sólo genera políticas públicas, sino que forma a sus profesionales con una mirada de servicio sobre la profesión. Camila Gallo, médica de 29 años, recibida en la Universidad de Buenos Aires, puso a disposición sus redes sociales para hacer consultas virtuales y evitar el colapso de las guardias: “Me ofrezco a la comunidad de forma personal pero también por las redes sociales, porque son una herramienta excepcional. Quiero cuidar a los míos por eso puedo orientarlos y discriminar si la consulta realmente requiere que acuda a la guardia y evitar que salgan de sus casa”, compartió Gallo.

La joven médica trabaja en la guardia del sanatorio Anchorena de la Ciudad  Autónoma de Buenos Aires y le cuenta ANCCOM  cómo se vive puertas adentro la crisis que generó el Coronavirus: “Vivimos el día a día, seguimos todos los protocolos. Los pacientes que presentan síntomas son interrogados bajo régimen de protocolo, se los ve de forma individual en una sala aislada tanto para el paciente como para el médico y se cuenta con todos los elementos pertinentes. Para mí es un desafío profesional y personal  estar a cargo de la guardia y sobre llevar una pandemia. Somos varios médicos y nos vamos turnando, el trabajo es en conjunto con enfermeros que son indispensables para discriminar a los pacientes que necesitan ser aislados rápidamente de aquellos que pueden esperar”, explica la especialista. 

Aislamiento social – COVID-19

Las recomendaciones médicas siguen siendo las mismas: el aislamiento responsable, lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón, usar alcohol en gel, toser sobre el pliegue del codo y desinfectar las superficies y o elementos de uso frecuente. “Ante síntomas como fiebre, tos, dolor de garganta o dificultad para respirar consulte a su médico”, recomienda el doctor Trotta.

Los  reportes ante la situación son diarios  y se van tomando las políticas públicas día a día.  Al 17 de marzo el ministerio de Salud informó que en la Argentina la mayoría de los casos son importados y se detecta transmisión local en contactos estrechos, sin evidencia de transmisión comunitaria. Por lo que desde el Ministerio de Salud describen: “El país continúa en fase de contención. El total de casos confirmados en Argentina es de 79, de los cuales dos fallecieron”. El coronavirus no es solo una pandemia, es  también el resquebrajamiento de todas las relaciones sociales como las conocemos: las económicas, las afectivas, ya que el Estado ha pedido también la suspensión de besos y abrazos. Ahora el que abraza es el Estado.

Pioneras de la militancia

Pioneras de la militancia

 

«Las Pioneras» es un grupo, integrado por chicas y un chico de entre 9 y 15 años, que viven en la villa 21-24 de Barracas. Se reúnen sábado por medio, en asambleas, desde hace dos años. En esos encuentros comparten inquietudes, hablan sobre feminismo, la ESI, el aborto, la maternidad infantil, las transformaciones de sus cuerpos, lo que hacen en la escuela y cómo se sienten por ser hijas e hijos de militantes. Salen a dar batalla para darle una dimensión política a sus infancias poniendo en palabras todo lo que los rodea.

Muchas de ellas son hijas de militantes de la Organización La Corriente Villera Independiente que surgió enl 2009, con vecinos y vecinas del barrio. En ese momento tuvieron la urgencia de organizarse y de autogestionarse ante la ausencia de políticas públicas del Gobierno de la Ciudad, para garantizar condiciones mínimas de dignidad en su vida cotidiana. La Corriente está conformada por distintas orientaciones políticas y por personas independientes.

No solo se gestionaron espacios comunitarios, como el de las ‘cuidadoras’, que son las encargadas de atender a los niños y niñas del barrio para que sus familiares puedan salir a trabajar, sino también se organizaron promotoras de salud, para encargarse dela prevención del dengue. Además, se armaron comedores, mesas de urbanización para evitar la embestida urbanística del Gobierno de la Ciudad y un servicio médico villero para que las ambulancias puedan entrar en los barrios. La Organización funciona como una red que se extiende al resto de los barrios villeros de la Ciudad.

Los integrantes de Las Pioneras son hijas e hijos de militantes de La Corriente Villera Independiente.

Los niños y niñas transitan diferentes recorridos y crecen entre luchas, comedores, asambleas, encuentros y plenarios. Van en los vientres de sus mamás y los más pequeños prendidos de la teta, a upa o en carros. Se largan a caminar, entre las muchedumbres que tratan de organizarse para poder comer, para armar cuadrillas para destapar y arreglar cloacas, para trabajar sobre violencia de género e institucional. En ese proceso se planean acampes para visibilizar sus problemáticas, gestionar un semáforo en la esquina de una escuela o incluso el arreglo de veredas y calles en las que abundan los accidentes en el barrio.

En edad escolar chicos y chicas tienen que buscar un espacio en sus casas, para poder hacer la tarea, porque el comedor está abarrotado de personas comiendo. Estos niños y niñas transitan sus infancias, absorbiendo como esponjas un bagaje del mundo adulto, que los interpela, los condiciona y al ir creciendo, comienzan a tratar de ponerle voz a todo eso. Así surgió: «Las Pioneras».

ANCCOM fue a la Villa 21-24, en Barracas, su lugar de encuentro. Era sábado al mediodía, el sol se presentaba abrasador, levantaba la térmica y competía con el calor de las brasas de la parrilla de una vereda, para ver quien cocinaba antes los pollos. El Cuni controlaba la cocción, impoluto.

En un galpón gigante hay mujeres que van y vienen, una pila de maples de huevos sobre la barra y un cordel repleto de remeras blancas que colgaban recién impresas. Por el doblés solo se leía :21-24.

Las Pioneras hicieron su aparición pública en el Niñetazo de 2018, realizado frente al Congreso.

Y las pibas se fueron juntando

Belén, Lola y Leo son referentes y coordinadores de la asamblea «Las Pioneras» y del centro de alfabetización, entre otras cosas, del Movimiento Popular La Dignidad (MPLD).

Belén le contó a ANCCOM cómo surgió todo esto. Ella conoció a las pibas allá por el 2018, en el funeral de Gilda, una vecina muy comprometida con las cuestiones del barrio, que peleaba por los derechos de los trabajadores y contra la violencia de género. Gilda tenía cinco hijos y murió electrocutada durante una tormenta, mientras se encontraba en una obra del del Gobierno de la Ciudad, que se había considerado finalizada.

Belén continuó su relato, con un hecho sucedido el 29 de septiembre del 2018, frente al Congreso, cuando se realizó el Niñetazo, para visibilizar los peligros que aquejaban a las infancias, producto de la crisis desatada a fines de ese año.

«Las Pioneras» participaron activamente en aquel evento generando consignas claras. Hablaron al público y sabían qué decían. Este hecho formó parte de un antes y un después en la continuidad del grupo. Habían encontrado un espacio de encuentro, de charlas, de contención, para viabilizar todo eso que portaban, que les atravesaba. Luego comenzaron a reunirse los sábados.

Participaron en la Jornada de Norma Pla, que se dio en el marco de la lucha contra el gobierno de Cambiemos, cuando éste quiso echar mano a las jubilaciones de amas de casa. Luego dieron un taller sobre infancias y educación sexual integral (ESI), para niñas y niños, durante el “Encuentro Plurinacional de Mujeres” en La Plata. Y en el último Pañuelazo del 19 F, «Las Pioneras», que estuvieron representadas por seis chicas de entre 10 y 14 años, invitaron a jugar a unos 60 concurrentes y con un manejo escénico sorprendente por la simpatía y la frescura, les sacaron del confort y les llenaron el alma de preguntas.

En el Pañuelazo del 19 F, Las Pioneras invitaron a jugar a 60 personas.

Viky tiene 13 años y contó que conoció a las chicas en el comedor, le encanta ir los sábados, porque aprende mucho sobre los derechos de los niños y los de las mujeres. Ella tenía 6 años, cuando su mamá, Cristina, fue a la Organización, por primera vez, a buscar leche y ya se quedó para formar parte del movimiento de mujeres villeras. Cristina, ahora, está a cargo de un comedor para 40 familias y además integra el espacio de ‘cuidadoras’. Es catequista y puede transitar su vida perfectamente entre la religión y el feminismo. Madre e hija comparten los viajes a los Encuentros de Mujeres hace dos años.

Zamira, tiene 12 años. Su mamá, Natalia, llegó a la Organización cuando Zami tenía 8 meses, fue en busca de comida, ya que su marido estaba desempleado y ella se había quebrado un brazo y no podía continuar con su trabajo. Natalia, hoy, es la referente de la Organización del barrio.

Vos antes acompañabas a tu mamá y papá a las marchas y asambleas, pero ahora tenés tu propio espacio, ¿qué te parece eso?

Realmente, cambió mucho mi forma de pensar porque en mi escuela no daban nada. Ni ESI, todo lo que aprendí fue sola y en este espacio. Me enseñaron muchas cosas acá.

Viaje al interior de la marea verde

Viaje al interior de la marea verde

 

Poco antes de las 16 todavía la estación no explota de personas. Todavía no son tantas las que se juntan, pero con cada tren que arriba se van sumando decenas al montón. En realidad, Constitución siempre está repleta de gente, pero hoy tiene un tinte diferente. Mucho violeta, más de lo habitual, llama la atención, enseguida. Hay algo característico que se distingue: los brillos, el pañuelo y los labios pintados. Para muchas son como uniformes. Van asomando los carteles que expresan las consignas como gritos al cielo: “Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar”, “Nadie le preguntó a mi agresor cómo iba vestido”, “No nací mujer para morir por serlo”. En un brazo se lee un “LIBRE”, así, en mayúsculas, con letras plateadas y brillantes. No es un anhelo, es una promesa: las mujeres hoy se juntan porque quieren ser libres.

Es 9 de marzo y están de paro. Ayer domingo fue el Día Internacional de la Mujer Trabajadora pero el paro se realiza hoy, lunes, bajo la certeza de que “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. En Argentina, solo en marzo hubo seis femicidios, lo que acumula 69 en lo que va de 2020.

Encuentros, amigas que esperan a otras amigas, familias enteras, compañeras de trabajo, adolescentes, niñas y niños, adultas, pibas solas, pibas en grupos. Todas en la estación, listas para ir al Congreso. Un grupo de 20 jóvenes se acomoda en ronda. Tiran en el centro sus mochilas, el glitter, las pancartas. “Nosotras nos nucleamos todas en la Facultad”, explica María, una estudiante de Comunicación Social de la Universidad de Lomas de Zamora. “Somos todas compañeras que tratamos de involucrarnos en la realidad de nuestro país. Es una construcción necesariamente colectiva; juntas podemos cambiar el mundo”, afirma mientras espera que se unan más pibas a la manada. A un costado, está Micaela junto a su hermana y unas amigas. También son estudiantes universitarias de zona sur. “El feminismo nos interpela a todas de diferentes maneras”, dicen, “venimos porque nos conecta y nos emociona”.

Cerca de ellas está Romina Domínguez, que viene desde Longchamps. Está con sus hijas -una adolescente y otra de tres años- con las amigas de la más grande y con su ahijada. Mientras ataja a la más chiquita que se distrae con todo lo que pasa a su alrededor, espera a su hermana, que viene desde Temperley. Aunque cree que la sociedad todavía no está lista para tantos cambios, marcha porque quiere que sus hijas “sean libres de pensar lo que quieran” y que “no salgan con miedo a la calle”.

A un costado se congregan Graciela, Nélida, Ana, Fabiana, Gabriela y Florencia, que llegaron en tren desde Almirante Brown. En sus remeras se lee “Unidxs y organizadxs”, una organización peronista que, entre otras cosas, trabaja en conjunto con el municipio en auxilio a aquellas mujeres en situaciones de violencia. “Es importante venir para visibilizar las diferentes realidades que viven las mujeres y las disidencias sexuales”, afirma Gabriela. Graciela agrega que viene por sus hijas y sus nietas: “Yo quiero para ellas un futuro sin violencia”.

Apenas pasaron unos minutos de las cuatro de la tarde cuando llega la estampida proveniente de La Plata. Son decenas las mujeres que atraviesan los molinetes para hacerse paso: ha arribado a destino la marea feminista del tren Roca. Una chica de no más de 15 años sostiene un cartel naranja que con letras negras anuncia “en la voz de mis hermanas escucho la revolución”. Grupos y grupos llegan y se unen a los que ya estaban. Aparece la bandera multicolor del movimiento LGBT+, más carteles, más glitter, más pañuelos. Una tímida batucada se oye a lo lejos, y el murmullo se enciende a cada paso, hasta retumbar por las paredes. “Agite”, una organización estudiantil independiente de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Plata marca el ritmo con los bombos y los tambores, mientras continúan su camino hacia el subte. Tras ellas desfila una multitud de personas con el mismo rumbo. Las y los que pasan no pueden evitar darse vuelta: la ola verde pisa fuerte.

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En los vagones de la línea C no entra un cuerpo más, hasta que frena en Avenida de Mayo, donde queda prácticamente vacío. Al salir, el cielo anuncia con sus nubes una lluvia amenazante. En la pared de un edificio unas mujeres pintan un stencil gigante. Son tres profesoras de Bellas Artes, que hace poco decidieron juntarse para hacer intervenciones artísticas en la via pública. “Queríamos acompañar la movilización con alguna acción, por eso cambiamos la conocida imagen de Banksy de un hombre tirando flores, por una mujer con una botella con fuego en la mano”, explica Pía. La imagen se acompaña de la frase “agradezcan que pedimos justicia y no venganza”.

Sobre 9 de Julio y Avenida de Mayo, justo debajo de la estatua de Don Quijote de la Mancha, Adriana y Eli de la Comunidad Danzante se encuentran con sus compañeras para ultimar los detalles antes de bailar la danza del Tinku. “Para nosotras representa el encuentro con otras comunidades. El Tinku reivindica nuestras raíces ancestrales. Es una danza guerrera, de resistencia y lucha”, explica Adriana. Su compañera, Eli, agrega: “Reivindicamos el feminismo comunitario, antipatriarcal, antiracista”.

En esa misma esquina, se concentra la Asamblea por la Salud Integral Travesti-trans-no binarie. “Decidimos visibilizar el conflicto que tenemos para acceder a los tratamientos de reversión hormonal en todo el país. En julio del año pasado los laboratorios que proveen de nuestro tratamiento al Estado se bajaron de las licitaciones y ahora está habiendo faltantes en todo el país”, cuenta Ese Montenegro, uno de los referentes del colectivo. “Una de las cosas que reclamamos es la producción estatal de hormonas. No podemos seguir siendo rehenes de las multinacionales, ellos definen nuestra vida según sus ganancias”. Ante la pregunta de si encuentran amparo en el feminismo, contesta que sí pero señala que hay un avance del discurso fascista transexcluyente que le preocupa. “Con ese grupo no transamos”, declara.

Un poco más atrás está el proyecto “Preservativo para Vulvas”. La iniciativa surgió hace un año y ya se expandió por varias ciudades del país. Desde el colectivo denuncian la falta de voluntad política y de información que hay sobre el tema y plantean cuatro ejes de acción: concreción de un preservativo para vulvas, distribución gratuita de los métodos que ya existen en otros países vecinos, la creación de un protocolo ginecológico con perspectiva de género y la difusión de información para docentes. Sofia, referente del movimiento, también exige que en las escuelas se hable de sexo, y que específicamente enseñen cómo cuidarse entre personas con vulva”.

El ruido va en aumento y a los cánticos se le suman las bocinas: poco a poco se va complicando el tránsito en la 9 de Julio. Las personas no paran de caminar rumbo al Congreso, con banderas, bombos y pancartas. Carla Oviedo, docente de primer grado en una escuela doble jornada de Quilmes, se detiene a ver una murga del partido de San Martín. Su delantal está intervenido con la frase “la seño te cree siempre”, en referencia al abuso infantil. “En las escuelas tendrían que poder encontrar ese apoyo. Las maestras tenemos un rol importante, pero sin políticas estatales nos excede la situación”. Ella aplica la Educación Sexual Integral en su aula pero denuncia que, al no estar debidamente reglado, queda a discreción de cada docente hacerlo o no.

A pocos metros de la Plaza de los dos Congresos, se despliega una pancarta gigante con el lema “Separación de la Iglesia y el Estado”. En la columna que avanza hay cantos, hay intervenciones artísticas, hay saltos, hay movimiento. Las mujeres organizadas vienen de todos puntos de la Capital y Gran Buenos Aires y se agrupan bajo las consignas más diversas: algunas que surgieron recientemente, como “la revolución de las viejas”, otras que ya tienen años de lucha, como “Mamá Cultiva”. En el centro de la Plaza, un grupo de mujeres artistas con hijes y carteles que decían “Vomite todo aquí”. Karina, una de las integrantes del movimiento, describe que se trata de poesía de la urgencia, una escritura catártica, donde se invitan a las personas a participar para sacarse las opresiones mediante la escritura y la deposite en un chango vomitario”.

El deporte también dijo presente en la jornada. A un costado, Greta Martinelli, jugadora de voley en Boca Juniors, pide por la profesionalización del voley femenino: ellas no tienen médicos, ni kinesiólogos, ni contratos, ni la paga de sus compañeros hombres. “Es un largo camino pero esperamos que se pueda lograr”, comenta con esperanza. “Trabajamos desde abajo para llegar hasta arriba”. También estuvo Romina, de 26 años, que forma parte de San Lorenzo Feminista, una organización de hinchas que busca generar un cambio dentro del club. “A veces hay acciones para combatir; el machismo dentro del fútbol pero es difícil. Se da un paso para adelante y tres para atrás”, comenta.

Hay, también, relatos más difíciles de digerir. Sobre esa misma calle, mientras caen unas tímidas primeras gotas, tres mujeres y una niña despliegan una tela sobre la vereda de los números impares. En el cartel se hacía mención a la desaparición de Claudia Repetto. Susana, su hermana, denunciaba: “Estamos pidiendo para que aparezca Claudia, desaparecida desde el domingo pasado. Su expareja se la llevó y no sabemos nada de ella. Se hicieron los rastrillajes en la playa y se encontró una pala en los acantilados”.

El día se cierra con el acto final y la lectura del documento en el que confluyen todos los reclamos. Ya es de noche cuando Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo, se sube al escenario. Una vez más y como siempre, recuerda a lxs  detenidxs desaparecidxs y exige justicia. El conocido “ahora y siempre” resuena en el barrio del Congreso. Poco después de las 20 se empiezan a disipar los contingentes y comienza el regreso a los hogares. Aunque, sobre avenida Callao, aún quedan multitudes saltando al grito de “aborto legal, en cualquier lugar”.

Los colectivos perdieron 45 millones de pasajeros mensuales

Los colectivos perdieron 45 millones de pasajeros mensuales

Durante el gobierno de Macri el aumento del boleto en el Área Metropolitana llegó al 500 por ciento.

Cuatro años de gestión de Cambiemos dejaron un saldo negativo en diversos aspectos del sistema de transporte automotor de pasajeros. El aumento del boleto de colectivo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) llegó al 500 por ciento y generó que los colectivos de la zona pasaran de vender mensualmente 290 millones de boletos a 245 millones, es decir, 45 millones de pasajeros optaron por otro medio de transporte. A su vez, en un contexto de crisis económica, numerosas empresas del rubro sufrieron el paro de sus actividades, despidieron trabajadores y algunas incluso llegaron a declarar la quiebra. 

El 31 de octubre de 2019, la histórica línea 60 oficializó la reducción de sus 19 ramales a sólo 8, mientras que la fábrica de carrocerías Metalpar anunció el 27 de febrero del mismo año el cierre de su planta tras operar en el país desde 1997. Cabe señalar que cuatro de cada diez colectivos que circulan por la Ciudad de Buenos Aires –cerca de 10.000 unidades- hoy tienen carrocerías Metalpar, según Matías Labate, creador del blog especializado Ciudad de Bondis. En el resto del país, la situación es aún peor, ya que el Gobierno de Mauricio Macri traspasó los subsidios a las provincias y al poco tiempo se declararon en estado de emergencia del transporte público distintas localidades de La Pampa, Entre Ríos, Santiago del Estero, San Luis, Jujuy, Tucumán, Chaco y Chubut. Dos semanas antes del cierre de Metalpar, ERSA, la empresa que monopoliza en Corrientes el servicio de colectivos, ingresó en concurso de acreedores. En Córdoba, por su parte, la empresa de transporte interurbano TUS tuvo que presentar un pedido de quiebra el 10 de agosto de 2018.

Frente a este cuadro de situación, la primera medida que tomó el Gobierno de Alberto Fernández fue congelar las tarifas por 120 días en el AMBA, en tanto el ministro de Transporte, Mario Meoni, invitó a las provincias y municipios a que se sumen a la medida. El funcionario nacional adelantó que está pensando en lanzar la primera etapa de un esquema de subsidios más justo y equitativo, contemplando la capacidad económica de quienes usan el servicio. También explicó que se está trabajando en una Ley Nacional del Transporte que involucre a todas las movilidades y que brinde una estrategia para los próximos 25 años.

El grupo DOTA posee el 67% de las compañías, lo que significa 180 líneas de colectivos de un total de 389.

Un sector con pocos jugadores

A fines del año pasado se hizo público un informe de la Auditoría General de la Nación que analizó el sistema de transporte automotor de pasajeros del AMBA entre el 1º de enero de 2014 y el 30 de septiembre de 2017. El trabajo alertó el fuerte proceso de concentración que sufre el sector: “Se detectaron 14 grupos empresarios conformados por 106 empresas de transporte y 54 operadores sin vinculación, sobre un total de 160 empresas. De esta manera, el 66% de las empresas forman parte de grupos empresarios”. En este sentido, precisó que el grupo DOTA posee el 67% de las compañías que prestan el servicio, lo que significa 180 líneas de colectivos de un total de 389. Le sigue Micro Ómnibus Quilmes (Moqsa), con 20 líneas y cinco sociedades, mientras que el resto apenas asoman con un par de líneas. Por si esto fuera poco, el grupo DOTA controla la concesionaria Megacar, representante oficial de la terminal de utilitarios brasileña Agrale, y también es dueña de la carrocera Todobus, la principal competidora de Metalpar. 

Rafael Skiadaressis, economista y especialista en transporte, explica que con este nivel de concentración se corre el riesgo de que los grupos empresarios hagan “lobby” contra el Estado, sobre todo por el alto nivel de know how que los privados utilizan para inclinar la balanza a su favor en una mesa de negociación. El Estado no posee la misma cantidad de información y datos duros con los que pueda sugerirle a la empresa cómo puede prestar un mejor servicio, lo que da a lugar a que el grupo empresarial tenga mayor capacidad para marcar la agenda de cómo tiene que organizarse. Sin embargo, Skiadaressis explica que este proceso de concentración no comenzó ahora y que para entender cómo estamos hoy  es necesario conocer la historia del sector a nivel nacional. 

Cuatro de cada diez colectivos del AMBA los fabricó Metalpar, planta que anunció su cierre en febrero de 2019.

Argentina no inventó el colectivo

Los orígenes del colectivo en el país se remontan al surgimiento de los taxis colectivos que aparecieron cerca de 1928 en la Ciudad de Buenos Aires. Contrariamente al mito popular, Skiadaressis aclara: “No inventamos el colectivo, ya existía el ómnibus”. En aquel entonces, los ómnibus y los tranvías no competían entre sí porque distintas empresas solían prestar ambos servicios. Con la crisis del 29, comenzaron a aparecer taxis de gran capacidad que llevaban gente compartida, similar a los Uber pool actuales. Estos no sólo competían con el tranvía, sino que resultaron ser más baratos y prácticos, por lo que a medida que ganaron escala y crecieron en carrocería las empresas de tranvías y de ómnibus fueron quebrando consecuentemente. Para 1940 ya teníamos numerosas líneas de colectivos que pertenecían por lo general a choferes individuales, familias o cooperativas que prestaban recorridos cortos. 

El proceso de concentración comenzó en la década de los 90, cuando el Estado llevó a cabo políticas públicas que buscaron modernizar el sector. Se ordenaron los recorridos y se impusieron determinados estándares de calidad mediante licitaciones de los distintos ramales en los que se pedían distintas condiciones para poder ganarlos, como nivel de servicio, calidad de parque y seguro, entre otras cuestiones. Contar con todo eso era costoso, así que las empresas que estaban en mejor situación económica lograron quedarse con más rutas y absorber las que quedaron fuera. En esta etapa, la concentración también se agudizó por una enorme caída en cantidad de pasajeros gracias a que mejoró el transporte ferroviario y creció el sector de los automóviles. Con la crisis del 2001, se produce una segunda etapa de concentración porque muchas compañías quebraron y fueron absorbidas por las que gozaban de mejor situación financiera. A esto hay que agregarle que el Estado comenzó a subsidiar la oferta para garantizar la continuidad del servicio, lo que redundó en un esquema que, en términos generales, predomina hasta el día de hoy. Las empresas que no pueden más con sus cuentas son absorbidas por otras, como sucedió con el Grupo Plaza que fue adquirido por La Nueva Metropol a principios de 2018, y en el medio, se mantienen los servicios tal cual existían o empiezan darse de baja algunos en pos de la rentabilidad empresarial.

Barajar y dar de vuelta

“Tenemos un proceso de racionalización de los colectivos con una mirada bastante corta, muy focalizada en los costos del sector y poco focalizada en la lógica del transporte en general. Nuevamente volvemos a estar en una situación de emergencia en la que hay que implementar más subsidios a nivel nacional”, señala Skiadaressis. Si bien entiende que este no es un contexto fácil, plantea la necesidad de construir institucionalidad y realizar reformas de largo plazo: “En el AMBA, hay que analizar el sector en el marco del Ministerio de Transporte con la participación de la Ciudad de Buenos Aires, los municipios y las provincias. La autoridad para eso es la Agencia de Transporte Metropolitano, la cual debería de tener una existencia real con técnicos que trabajen en una visión de largo plazo e intermodal, o sea no sólo mirar el colectivo sino todos los modos de transportes que pueden verse afectados ante cualquier política pública”. 

En la misma línea se ubica Eladio Sánchez, contador público y especialista en transporte, quien también rescata al sistema SUBE como una primera medida que ayuda, entre otras cosas, a ejercer un mayor control a los grupos empresarios de colectivos ante la creciente concentración del sector. La información que antes brindaban las empresas con su declaración jurada ahora es posible recolectarla con las máquinas validadoras –en las que se apoyan las tarjeta SUBE- que tienen un GPS incorporado. De esta forma, el Ministerio de Transporte controla en tiempo real la cantidad de coches en circulación, frecuencia, cantidad de kilómetros recorridos y velocidad de cada unidad, entre otras cosas. Con estos datos el Estado puede ajustar los subsidios y aplicar penalizaciones, así como también conocer cuánto recauda cada línea de colectivo. 

De todas formas, Skiadaressis advierte que la insuficiencia de datos continúa siendo un problema. “Con la SUBE se empieza a generar, pero mientras vos más te puedas independizar de la necesidad de información del prestador del servicio mayor capacidad de regularlo tenés. Mientras más dependiente seas, mucho más laxa va a ser tu regulación y lamentablemente es la regla. Hoy en día si vos querés reformar el sistema te tenés que basar en lo que te explica la propia empresa: cómo es la demanda o cómo se podría cambiar el recorrido”.